28º NÚMERO DE LA REVISTA LITERARIA NEVANDO EN LA GUINEA

E-MAIL: nevandoenlaguinea@hotmail.com

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28º NÚMERO DE LA REVISTA LITERARIA

NEVANDO EN LA GUINEA

NºXXVIII   27-02-2.009

 

EDITORIAL XXVIII

 

CIFRAS Y LETRAS

¿CRISIS O TOMADURA DE PELO?

 

Circula un correo por Internet que habla muy explícitamente y sin ninguna demagogia sobre la crisis y creemos en “Nevando en la Guinea” que merecen unas líneas como éstas. El correo dice que un televidente llamó al noticiero de la CNN tras la noticia de que el gobierno estadounidense iba a inyectar (con el dinero del pueblo) la cuantiosa suma de 700.000 millones de dólares sin contar los 500.000 millones de dólares ya entregados a la banca con anterioridad. Y sin contar otros miles de millones de Euros que van a donar los gobiernos europeos. Y el televidente hizo un cálculo sencillo y real como la vida misma. El televidente calculó lo siguiente: si dividimos esos 700.000 millones de dólares por los 6.700 millones de habitantes que el mundo tiene, tocarían para cada uno de los seres de esta bola azul delirante e injusta que es el planeta TIERRA, la atractiva cifra de 104 millones de dólares por persona. Osease, que tocarían para cada uno 104 millones de dólares; que creo yo, que con esas cifras una persona viviría más bien que mal. Con ese dinero en el bolsillo de cada ser humano se acabaría la pobreza en el mundo. Pero eso no es todo. Para hacerlo más cercano: en España se sabe que el gobierno ha comprado la deuda a los bancos y les ha donado la cantidad de 30.000 millones de Euros hace muy poco tiempo, y todo para (dicen) para evitar el colapso financiero. Pues bien, esos 30.000 millones de Euros divididos por 46.063.511 habitantes que ocupan el territorio español (según los datos del censo municipal del 2.008) alumbran la friolera cantidad de 652,18 millones de Euros para cada contribuyente. Pero el cálculo va más allá, suponiendo que cada familia española e inmigrante tuviese 4 miembros corresponderían para cada familia la suma de 2.500,72 millones de Euros. Ahora yo les hago unas sencillas preguntas: ¿por qué aguantar más mentiras? ¿por qué aguantar tanta manipulación? ¿por qué aguantar no llegar a fin de mes por que las hipotecas siegan nuestros salarios? ¿por qué de tanta hambre en el mundo? ¿por qué no se reparte esa riqueza? ¿por qué unos tienen que vivir con opulencia y otros sin las mínimas necesidades? ¿por qué de tanta pantomima? ¡BASTA YA! ¡SEÑORES, NOS ESTÁN ENGAÑANDO!

 

 

 

POEMAS GRISES

 

Esos poemas rebosantes

de gris

son razón oportuna

para marcar una raya,

son ansiedad cercana

empañando cristales

por alientos desesperados,

son luz que se difumina

en las pupilas del alma,

son esas carencias sufridas

con un solitario color

de fría apariencia.

De un gris a gabardina

y a periódico de antes de ayer.

Como esas grises almas

ocultas tras la niebla,

también gris,

que desdibujan su filo

de luz y su silueta perdida.

Grises como ratas

que absorben el vacío

de los relojes y se van al mundo

buscando veneno que les dé

esa gris agonía lenta

del hombre y su sombra.

Esas horas grises de melancolía

y nostalgia preñada

de confusa etapa

de la naturaleza imposible.

Grises palomas de ciudades

miserables y lejanas,

de satisfacciones soñadas.

Miradas grises y contrincantes

del minuto espeso,

del momento marchito.

Hombres grises que en horarios

de oficina salen vomitando

sus adentros hacia

pasillos de monotonía de ceniza.

Obreros grises, taxistas grises,

Multitudes grises, mujeres grises,

e infinitos grises.

Todo es gris bajo el telón

de carroña y contaminada

discordia.

Hasta los muertos y las rosas

tienen un resumido gris

en la mirada y en el tallo

de espinas.

Por eso estos poemas grises

de lluvia que desafía

tienen una gris bofetada

de estatua y esfinge.

Tienen la gris carcajada

con sed de venganza

que reina triunfante sobre

las sepulturas de ángeles-niños

 que dieron su vida

por la utopía del viento.

Grises párpados abiertos

que desnudan su beso

y su apretón de manos

ante la vida traicionera

que muestra su pistola

apuntando las sienes inocentes

que susurran amor.

Palabras grises de licor

y mortaja,

poemas grises de caricia

apagada.

Grises de mundo

y grises del todo y el nada.

Gris desperezo

y gris libertad colgada

del techo.

Gris y más gris,

esa es la vida

de luz que todo cadáver

busca luchando.

 

 

Por Cecilio Olivero Muñoz

 

 

 

Desasosiego

 

 

         Salí de casa de Silvia y no pude menos que sentirme triste. Podría atribuirlo a la tarde que empezaba a declinar, lo que siempre me ponía melancólico, o a que ya había empezado a añorar a mi amiga, con quien mantenía una relación informal aunque intensa. Pero no sería exacto. Siento no ser nada poético, pero las cosas, a veces, no poseen tanta enjundia. Tras el regocijo de la tarde, breve sin duda, volvía a la realidad. Me apesadumbraba mi propia vida. O mejor dicho, mi falta de vida. Porque la que yo llevaba no me producía la más mínima satisfacción. Tenía veintitrés años y me daba la sensación de estar tirando la existencia por la ventana. Miraba a mi alrededor, a mis amigos, a mis conocidos, y todos parecían bregar por su porvenir mientras que yo me dejaba llevar sin tomar nunca una decisión. Y si alguna vez tomaba alguna, no la llevaba a la práctica, lo que viene a ser lo mismo.

         Esa tarde la sensación de vacío se hizo más intensa. Mientras caminaba, le empecé a dar vueltas a mi situación, a mi falta de ánimo, a mi desasosiego. Me daba cuenta de que mi existencia no tenía motivaciones ni sentido. Tal vez suene en exceso trascendente, pero era así. Fue tan fuerte la zozobra que hube de sentarme en un banco. Miré a mi alrededor, mis ojos se humedecieron. Estaba tirando mi vida, el tiempo se me escapaba entre los dedos. Resultaba imprescindible que cambiara, necesitaba valor para afrontar los cambios, asumirlos de una vez, llevarlos a la práctica. Pero intuía que iba a desfallecer de nuevo en el momento más importante.

         Se me hacía urgente, por ejemplo, hablar con mi padre, en ese mismo instante lo decidí de pronto, porque no podía ser que me organizara la vida como si fuera la suya y no la mía. Me armé de valor durante unos minutos, aunque no tenía certeza de que en el momento clave, cuando entrase en casa, se desinflara toda mi fuerza. Sabía además que se quejaría, era previsible que acudiera a su pesar, a su amargura, al tiempo vivido por él, tan nefasto, mírate en mí, me diría, un fracaso, no quiero que tú seas igual, afirmaría y sería para mí como una colleja. Me hundiría. Me haría sentir culpable. Sé lo que te conviene, repetiría, como tantas veces, antes de que pudiese sincerarme. Yo dejaría correr entonces mi intención de hablar con él, como si no cupiera posibilidad alguna de salir adelante. No tardaría en hundirme porque no era capaz de salir de esa realidad.

         Había pasado ya tantas veces.

         Pensé en Silvia. Tal vez ella tuviera razón al aceptar las cosas como venían. Falta de ambiciones, trabajaba en su biblioteca sin más preocupaciones que las más inmediatas. No le daba vueltas a nada y no parecía hundirse tampoco con una realidad que a mí ya me resultaba insoportable.

         Deseé también que alguien se sentara a mi lado y me formulara las claves para entender lo que me pasaba y apuntar el camino por el que debería avanzar. Pero la gente cruzaba ante mí sin incidir en mi vida. ¿Dónde estaban esos momentos simbólicos en los que, de pronto, todo se te aparece evidente? Quizá sólo fueran un recurso literario, en la realidad no había escapatoria posible.

         Me levanté y seguí mi camino. Se había hecho de noche. Refrescó. Vi un café y me entraron ganas de entrar y recogerme un rato más antes de volver a casa. Me ayudaría, me dije, a retomar algo del valor recién perdido.

 

Juan A. Herrero Díez

 

 

 

ESPERANZA CIEGA

 

A las madres y a sus hijos

nacidos con discapacidad intelectual.

 

Todas las madres

     que están en estado

de buena esperanza

caminan a ciegas

esos nueve meses,

todas anhelan un hijo sano.

El capricho del destino

rueda sus dados de azar en la espera,

mientras la naturaleza,

es libre voluntad su semilla.

Lotería del cromosoma,

rosa rojiza de la vida y la ciencia

entre espina doliente

y amor orgánico y pureza concebida

busca sendero de hormiga y presencia,

la misma pregunta de incógnita

y misterio tras la cáscara

es la prisa del sueño ligero

dejando siempre claro

que

nadie quiere sufrir

esa oscura crueldad del hombre

y ninguna madre

desea sufrir por un hijo

tras el momento de peligro que existe

en esta vida de locura temporal

y enfermedad fulminante.

Las madres sufren la llaga

entre el péndulo niquelado

y la azarosa célula

de pulpa y de escondrijo

que crece y se multiplica

hacia la vida misteriosa

que parte de la luz y el témpano efervescente.

El embarazo

viene como agua en silencio

y la madre

coge su gran manojo

de ilusiones blancas y fugaces

y se contempla viva

en la silueta redonda

de efluvio y origen.

Un hijo es siempre un hijo

pues lo ganas tú a él,

y si eres buena madre,

él a ti.

Por eso duele

cuando él sufre,

cuando pasa hambre o tiene frío,

cuando es derrotado,

cuando cae,

y la muerte es un espanto,

del cual, se le aparta de ella,

intentando disimular

el preocupado aliento

que te empuja a la sombra.

De esa muerte,

nadie nunca preparado,

brota el caliente suspiro

y se ruega a un Dios del desorden

la tediosa alegría

que todo el mundo merece.

 

 

Por Cecilio Olivero Muñoz

 

 

HASTA QUE TENGAMOS QUE DECIR ADIOS…

 

Dedicado a Hilda Acosta

 

Tengo que descifrar las cartas astrales o el significado de mis sueños; curiosamente nunca volví a tener pesadillas ni sueños húmedos; pero me encanta interpretar con más pasión a la vida y escuchar los gritos de los silencios de las pieles de mis amigas o las historias fantásticas que callaron por tanto tiempo sus vaginas. Los sentimientos y el sosiego son como la sístole y la diástole, en la danza amorosa de las ingles; ese amoroso y violento apareamiento de los cuerpos y de las sombras, ese espirar, inspirar, espirar, inspirar… que nos conducen de su mano a caminar sobre el mar y las nubes… Hay mundos fantásticos por descubrir en las situaciones más absurdas y extremas; no es bueno quedarnos quietos; solo la actividad nos permite vencer esa gelidez que nos consiente avanzar o realizar nuestros sueños… el reposo es sano, cuando la fatiga nos sofoca como si respiráramos fuego. La sabiduría nos ha robado esa humildad de reconocer nuestra insignificancia, frente a la majestuosidad de la naturaleza… tenemos la opción de amar y crecer, si aprendemos y aceptamos que somos efímeros… sensibles a los vientos del destino… que nuestro destino es pasar como el viento o las aves migratorias.

 

 Tenemos que aprender a buscar y a reencontrarnos con la belleza de la vida, de los paisajes, con la desnudez de nuestros cuerpos… desnudarnos completamente y desnudarnos para zambullirnos dentro de las aguas cristalinas del mar y el azul de las miradas del cielo. No nos lamentemos de lo que heredamos o de la realidad que vivimos; pensemos en lo que le podremos dar a heredar a nuestros hijos, un mundo mejor; quizás tengamos que pagar un alto precio por errores que nunca cometimos, pero no podemos desperdiciar ni un segundo, intentando recuperar el daño que le hemos hecho a la naturaleza como especie y la dignidad del hombre, ese apasionado animal que se ha dejado arrastrar por los instintos mas bajos y salvajes, hasta elegir el raptar como los murtes. La belleza debe ser natural, la mujer como hembra no necesita de perfumes, maquillajes, operaciones, tinturas, tatuajes, prendas para lucir más hermosas o exóticas; la belleza natural es hermosa como una aurora o un fastuoso crepúsculo de la vida… todas las estaciones de la vida son bellas, cuando aprendemos a descifrar sus versos; tenemos que dejar que el mar fluya como la vida, porque es el tiempo el que se encargará de alimentar su caudal…el destino se encomienda de aportarle afluentes…hasta que se convierte en un majestuoso sendero de vida…en un arteria indispensable o trascendental. Hay tanta belleza en el otoño, en esos contrastes amarillos, naranjas, rojos, verdes e incipientes grises y ocres… así muta la vida; igualmente todo se recicla, se vigoriza y se revitaliza como un amor fresco y con ilusiones, para plasmar en realidades en la intimidad.

 

No podemos seguir pensando en solo tomar frutos de la vida, sin sembrar semillas para cosechar con abundancia, nuevas esperanzas. Desde hoy, no debemos desvelarnos por el pasado ni por el futuro; debemos vivir con una apasionada sabiduría: el hoy y el ahora. Grandes lecciones recibimos de la naturaleza que no caza por cazar, ni asesina por asesinar, sino que toma exactamente lo que necesita; los animales generan sus viviendas sin destruir los paisajes, sin cementar los valles, contaminar los ríos, sin contaminar el aire o mutilar las montañas… solo viendo con ojos bondadosos y con amor a la naturaleza, descubrimos una belleza que crece y que amerita que nos extasiemos contemplándola. La naturaleza no necesita esforzarse para arrancarnos suspiros o expresiones de asombro; así deberíamos actuar mujeres y hombres, nunca alterar nuestra belleza natural ni avergonzarnos de nuestros cuerpos… integrarnos a los paisajes… compartir con generosidad todos los espacios de nuestros cuerpos, a las miradas que deseen observarnos sin malicia… tenemos que aprender a observarnos sin ruborizarnos… Nudelot no debe ser una utopía, ni un sueño de o para un exclusivo  grupo…tenemos que generar paraísos donde el hombre se pueda reencontrar con sus estados primarios y naturales… la desnudez es el traje que nos permite soñar despiertos… la belleza es un concepto que nos permite volver a fantasear e imaginar despiertos…  el amor y la amistad tienen que eslabonarse con la pasión de los colores, de los pétalos… así como una rosa roja inspira versos, amorosos pensamientos y es casi imposible que florezca en pútridos pantanos.

 

No podemos seguir sobreviviendo y vegetando como parásitos, viviendo por inercia sin sueños ni ilusiones; tenemos que aprender a volar como los pájaros, a nadar como los peces; no temerle a las tormentas ni a las olas en la alta mar… ni a los iceberg estigmatizados por el hundimiento del Titanic… simplemente alejémonos de las personas con espíritus opacos, tristes, solitarios… para que su mala energía no nos influya… la vida siempre será: más realista de lo que imaginamos y menos surrealista de lo que pensamos.

 

EL LOCO

2008-10-03

Por Héctor J. Cediel Guzmán

 

 

Cabeza de perro en el muro
Por Jorge Rodríguez Lagos
 
Venían a toda carrera con una vara en las manos,
el sudor era una pequeña tormenta en sus infantiles caritas.
 
– ¿de dónde vienen mis amores? / pregunté / tan agitadas.
– De por ahí, papi ; de por ahí / respondieron.
– de por ahí ¿dónde? / volví a preguntar /dejando a un lado la maquina
de escribir.
– de pelear con esta varita /respondieron-riéndose/ con la cabeza
de un perro.
– ¿con la cabeza de un perro …?
– si papi, un perro tenía la cabeza sobre el muro y gritaba :
¡ hermanos – hermanos! tengo hambre, mucha hambre
¡ hermanos !
– ¿y ustedes entienden el idioma de los perros? /pregunté/
– si papi, así decía.
Tengo hambre tráiganme a esas dos niñas para comérmelas.
Entonces tomamos esta varita para darle en el pico.
-Porque nos quería comer-

 

CARTAS DE AMOR DE UN ENFERMO DEMENCIALMENTE LOCO

 

Dedicado a ISABEL TORO “ISATOLUP”

 

1

 

Soy un animal enamorado por el vino de las estrellas; un demente enfermo de locura y amartelado al aroma de tu piel; me has acompañado como la lepra durante un rico manojo de años. Se que te han herido algunos versos, pero muchos te acompañarán durante  las sombras de las largas jornadas, así sólo haya sido un accidente en tu historia. Mi alma conoció contigo la claridad y la magia de la demencia carmín de los sueños, en una modesta y solitaria habitación, que ya llevo grabada para siempre en mi corazón; alquilada a extraños forasteros, a medrosos pasajeros que siempre ingresan sin más equipaje que los disfraces que llevan puestos… nómadas siempre sin un rumbo por destino… sólo deliran sus pasos errabundos… como el cansancio de las huellas que dejan estampadas el dolor y el desencanto los enfermos mentales, por los pasillos de los sanatorios… Revoloteamos como caballos de fuego y te amé de rodillas… y te amé así o asá en silencio y te adoré con palabras soeces. Me conmoviste con embarazos indescriptibles y culilleros; atemorizantes como todos los compromisos no deseados con el futuro; y sin embargo, te seguí jineteando como a una ardorosa sierva salvaje. Te resucité como a una sonata muerta; bramamos como animales retozando o como las ramas de los árboles otoñales o las alas de las mariposas cuando se abren al abandonar las crisálidas; como un glúteo furioso cuando ansía ser empalado y escarmentado por la saliva del fuego; o los labios vaginales al rendirse sin capitular al deseo. Tus sentimientos de mármol, pudren al verde de mis risas; me he impregnado con la alegría de los pájaros, con el musgo de las llamas virginales de las durmientes que en la oscuridad se ensalvajan. Me ha derruido el silencio del amor; florece la tristeza como el amarillo de una tarde de invierno, cuando el dolor no es más que una sonrisa loca, extasiada por las mentiras piadosas que intentan en vano mitigar el daño. El fin sólo nos muestra el rostro otoñal de la vida que se escapa como una rata murte acobardada por la vergüenza. Ya no eres la mujer bella y apacible que conocí; siento apagado el fulgor de tu pasión y sin sentido tus ligeros azores… esas necedades que devastan mi deseo por ti.

 

EL LOCO

 

Por Héctor J. Cediel Guzmán

 

 

 

 

BENDICIONES DE LA LLUVIA

 (poesía infantil)

UNA TARDE ALLÁ EN EL CIELO

LAS NUBES SE CANSARON DE SOSTENER

LAS GOTITAS DE AGUA QUE POR MUCHO TIEMPO

HABÍAN GUARDADO EN SUS ADENTROS.

 

Y LAS NUBES LLORARON Y  LLORARON

HASTA QUE LLEGÓ LA MAÑANA,

 LOS HILOS DE LLUVIA CRISTALINA

BAJABAN POR MI VENTANA.

 

HOY DESPERTÉ MUY TEMPRANO

Y DESDE MI CAMA,

ESCUCHÉ EL CANTO DEL ARROYO

QUE SE CONFUNDÍA CON EL DEL YIGÜIRRO

EN LA RAMA DE AQUEL HIGUERÓN.

 

MIRÉ EL AMBIENTE MUY DISTINTO,

EL AIRE MÁS FRESCO

Y LAS  FLORES, SONREÍAN PORQUE EL AGUA HABÍA

BAÑADO SUS COLORES DE ROJO AMAPOLA.

 

MANANTIALES QUE NACEN EN EL ESPESO BOSQUE

CONSERVEN SU PUREZA,

PORQUE EN SUS AGUAS TRANQUILAS Y FRESCAS

ESTÁ LA ESPERANZA DE CONTINUAR LA VIDA

EN ESTE PLANETA.

 

-Luis Alberto Chinchilla Elizondo-

Grecia, Alajuela, Costa Rica

Correo electrónico: luischin_63@hotmail.com

1er ganador del 1er concurso

de poesía ofrecido por la revista cultural

“Espíritu Literario”.

 

“A LAS DOCE”

 

            – ¿Qué te pasa Matías que estás tan triste? – Nada mama – A mi no me vas a engañar. A vos te pasa algo. ¿Estás cansado? Si ya no vas a la escuela. Hasta tu burrito está descansando.

            Ahora que estamos solos, contame que te pasa. ¿Tienes fiebre? – No mama, sólo tengo una cosita aquí (se señala el pecho). – Así ¿y qué es eso? – No sé, pero cuando hemos ido a la ciudad con la Srta. Chichí, en la televisión decían a cada rato que iba a llegar Papá Noel, con muchos regalos y nosotros no lo hemos visto, por aquí nunca ha venido. – ¿Y eso te pone triste? – Si, porque quisiera que mis hermanitos y yo también tengamos regalos coloridos y que todo esté pintado de colorado, verde y dorado. Y un árbol grande lleno de regalos, tarjetas y cartas, como el de la ciudad.

            ¡Ay! Matías, es la primera vez que me hablas de esas cosas, yo no sabía que existía ese Papá Noel. Debe ser alguien de otro lado, algún extranjero, porque yo no nunca lo he escuchao nombrar. Y los colores hijo aquí también podemos adornar con talas, tuscas, paraísos, mistoles…

            Al oro lo vamos a poner con los ramilletes de las tipas, las quellosisas y las florcitas de las tuscas, y al colorado con todas las flores del geranio que tu papá ha traído de Tucumán. Si, nosotros también tenemos esos colores, Matías. Nada más, que capaz que no los sabemos acomodar bien. Te prometo que yo te lo voy a preparar un árbol grande y hasta le vamos a poner papel celofán, que nos ha mandado tu tía Elena, en la última encomienda de Buenos Aires.

            Y si te parece poco, hasta te lo puedo poner pedacitos de lana de colores de la última manta que estoy tejiendo para venderla.

            – Está bien mama, no se preocupe tanto. Yo de flojo nomás mi puesto triste, por esas cosas que ni conocemos nosotros. ¡Pero es que me han gustado tanto los colores y  los brillos…!

            – Hijo, usted tiene que estudiar mucho. Me ha dicho la Srta. Chichí que es muy capaz, así que después va a ir a la ciudad para estudiar. Se va a recibir para poder comprar y adornar todos los árboles que quiera, mi muchachito. Y ahí también sabrá bien quien es ese Papá Noel.

            Nosotros también vamos a celebrar el nacimiento del Niñito como todos los años. La bendición hijo, y vaya nomás a dormir, ahora es tiempo de descanso.

            Al día siguiente. Matías estaba pensativo y su mamá volvió a arremeter con las preguntas – ¿Y ahora qué pasa hijo? ¿Siempre preocupado? – bah mama, ni yo mismo sé que me pasa. Hoy me he puesto a pensar que como somos pobres y no hay trabajo mi papá nunca está en la casa. Si no va pa’ la cosecha de la papa, va para el maíz, el algodón o la caña de azúcar. Yo hago cosas de hombre, porque casi no hay hombre en la casa.

            – Matías vos sos un niño y debes vivir así como un niño. No quiero que hagas tareas de grande, porque vos no sos un hombre. Te faltan años, mi muchachito. A mi me gusta mucho cuando juegas con tus hermanos al “oíto chipaco”, a las bolitas y a las escondidas. Hasta cuando la Carmen se anima a contar saltiando y yo me río de lejos.

            – Tu papá tiene que irse porque si él no trabaja ¿de qué vamos a vivir? Vos tienes razón, pero yo demoro para terminar un frazadón. Y eso no alcanza hijo, cada vez es más difícil todo. Con la gracia de Dios, ustedes son sanitos, fuertes, mis buenos compañeritos.

            Matías la besa con inmenso amor a su mamá y queda un rato abrazándola.

            – Mama hoy mi estao acordando todo el día del abuelo Zacarías y me he ido a rezarle en la cruz, donde ha caído muerto, de tanto y tanto hachar quebrachos y nadie nos ha pagao por su vida. Nadie, mama. Y tan bueno que era. Nunca me voy a olvidar de sus hermosos cuentos de animales; ¡Y cómo los contaba! Sobre todo el del zorro, que les ganaba siempre con sus picardías y sus andadas.

            Cada vez que me acuerdo de mi abuelito, le doy gracias a mi Diosito de que mi papá no sea hachero. Me duele el alma cuando oigo el ruido del hacha en el potrero de Don Elpidio. ¡Este hombre si que se está acabando la vida! Siempre lo estoy espiando, porque tengo miedo que le pase lo del abuelo y no tenga quien lo ayude. Está tan solo. No tiene ni siquiera un nietito a quien acariciar, pobrecito.

            Su madre se acerca, le acaricia el pelo, le besa las manitas pequeñas y callosas y lo acuna en su regazo. – Ya va a llegar el día en que tu papá podrá encontrar un trabajo aquí cerca de nuestra casa, para que no tenga que irse nunca más. Si para nosotros m’hijito, también tiene que llegar la oportunidad de vivir mejor. Lo más importante, Matías, es que nos queremos mucho y que somos muy unidos.

            – Mamita, yo no estoy desconforme con nada, les agradezco a mi papá y a usted por todo lo que hacen. Yo sólo quiero que estemos siempre juntos. Como ahora que ha llegado diciembre y todo parece más lindo, la casa, las plantas, las flores y esas ganas de mi papá de hacer todo y de que estemos alegres y contentos.

            El niño amaneció alegre y salió corriendo a buscar las mishquilas (chilalo) que había visto el día anterior, cuando había ido a buscar las cabras con Tomás y la Carmen. ¿Pero por qué se apuraba tanto? Es que quería llevar las vasijitas para ponerlas en la mesa del pesebre que había preparado su madre.

            Tenía miedo de que alguien encontrara su tesoro. Había visto a otros niños que andaban jugando por ahí.

            Nunca había sido mezquino, pero ese día quería comer toda la miel. ¿Será que esto es pecado? Mi mama dice que se debe compartir todo con los hermanos para que Diosito no se enoje. Es la primera vez que tengo ganas de comer todo solito. ¡Hoy no le voy a hacer caso a mi mama!

            Unos pájaros pasaron raudamente por su lado y se posaron en un frondoso algarrobo. Estiró la gomera y al mismo tiempo cayó herido un quetubí. Un escalofrío se apoderó del cuerpito de Matías. Levantó a la avecita casi moribunda la sopló, acunó y la puso debajo de su camisa. Todo fue inútil. El animalito murió pese al calor del pecho del niño.

            Un ruido en medio de la gramilla lo hizo volver la cabeza estrepitosamente – ¿Quién está ahí? ¿Sos vos Tomás, que me quieres hacer asustar? – Una voz firme y con dulzura le respondió – No soy Tomás. Soy alguien al que no vas a ver, pero quiero que me escuches bien lo que digo. No debes matar a los pajaritos. Ni ser mezquino. ¿Por qué quieres dejar a tus hermanitos sin miel, si a ellos también les gusta?

            – Yo siempre les llevo para ellos, pero hoy, no se porque he querido que sea todo para mí. No lo voy a hacer nunca más.

            – Si dices que no lo harás, yo te creo porque sé que eres un niño bueno y de nobles sentimientos. Se te nota en tu carita dulce.

            Ahora corré hasta donde está la miel y encontrarás muchísimas tinajitas. Tené cuidado para no romperlas y llevale a toda tu familia.

            – Dígame primero, ¿Quién es usted y por qué no puedo verlo?

            – Esta noche cuando sean las doce y se escuchen las campanas de la capillita ahí estaré yo. Apareceré ante vos y sabrás quien soy.

            – ¡Ah! entonces es Jesucito, porque Él va a nacer esta noche.

            Mi mama ha hecho un pesebre con maderitas, ramitas, chalas y palitos y una hermosa cunita con espinas de vinal y pastito seco. Todo está lindito y vamos a estar muy alegres, porque va a nacer el Niñito. Nosotros le vamos a cantar y bailar y mi papá va a tocar la guitarra.

            ¿Seguro que va a estar conmigo? No se olvide que yo lo voy a estar esperando. ¡Ah! le voy a regalar la única pelota que tengo. Me la ha dao la Srta. Chichí en la escuela, cuando el último día de clases he leído bien la lectura de la Navidad.

 

Por Lucila Soria

Santiago del Estero-Argentina

Poesías extraídas del poemario titulado “EL SOL DEL CORAZÓN”  de Juan Fran Núñez Parreño.

 


Beber y vivir de ti


Y con mis ojos
te admiraré
y admiraré
tus ojos
hasta que me inunde
de tu brillo
y ya sólo beba
y ya sólo viva
de tu luz.

Y con mis manos
te sentiré
y sentiré
tus manos
hasta que me inunde
de tu calor
y ya sólo beba
y ya sólo viva
de tu abrigo.

Y con mi lengua
te recorreré
y recorreré
tu lengua
hasta que me inunde
de tu saliva
y ya sólo beba
y ya sólo viva
de tu agua.

 

 

Si te vas…


Cuando aún no había Sol
tú ya eras luz,
cuando todo era silencio
tú ya eras risa,
no había tierra
ni agua
y ya eras oro
y vino.

Llegaron los labios
y la mirada
y tú ya eras beso
y cuerpo.

Apareciste tú
y nació el amor.

Si te vas
se irán las estrellas
y el Sol
y ya no habrá
noches ni amaneceres
para el amor.

Si te vas
se irá el mar
y el viento
y ya no habrá
playas ni otoños
para el amor.

Si te vas
se irán las flores
y los corazones
y ya no habrá
perfumes ni latidos
para el amor.

Si te vas
se irá la música
y la miel
y ya no habrá
canciones ni dulces
para el amor.

Si te vas
ya nunca habrá amor.

 

 

Pase lo que pase


Pase lo que pase
siempre te amaré,
aunque se apague el Sol
y venga la oscuridad infinita,
aunque
la Tierra sea un desierto de hielo
o un mar de arena,
aunque no quede pan ni agua
ni casas para vivir,
pase lo que pase
siempre te amaré,
aunque estemos lejos
en los polos opuestos del Universo,
aunque mis sentidos queden ciegos
y ya no te pueda sentir,
aunque no me quieras
y me odies y me mates,
aunque me muera
y deje de ser,
pase lo que pase
siempre te amaré,
aunque nunca hubieses existido
y nunca te hubiese conocido
te habría amado siempre
y siempre te amaré
pase lo que pase
por que mi amor por ti
es eterno.

 

Sal del Sol


Sal del Sol,
la sal salió,
llevabas la llave de la lluvia
y llovió,
palpa la pulpa del papel,
clávame el clavel,
baja ya abajo,
yo bajé tan bajo…
bajo el debajo,
calma mi culpa,
calma mi alma,
palpa mi alma,
yo ahora lloro.
Te amo mi ama,
ámame a mí ya mismo,
ámame aquí,
ámame más,
mímame más,
mírame más,
te amo mi llama,
llámame más,
lléname más,
lámeme sin lema,
rémame sin remos,
te amo alma mía.

 

Por Juan Fran Núñez Parreño

 

 

 

UN BOLSILLO EN CRISIS

ES UNA BREVE CRISIS DEL CORAZÓN

 

Te llaman porvenir

porque no vienes nunca…

 

Ángel González

 

Y te llaman crisis porque eres una puta

sin rostro,

un personaje de lupanar clandestino,

un montón de mierda

que quiere ser Dios.

Un bolsillo en crisis

es una breve crisis del corazón,

porque las putas van al mercado,

porque el mercado

es un bullicio de total prostitución,

donde se vende y se compra

la vida,

se sustituye oropel por gramos de ceguera,

porque la mezquindad es un kilo

de noses rotundos,

porque se disfrazan las voluntades blancas,

porque los voceros gritan

como perros de rabia,

porque los ceros son noventa y nueves

hipócritas,

porque el redondeo es la boca del lobo,

porque la trampa está oculta

en el aire que se respira,

porque la codicia se sobreentiende,

porque sin bolsillo pleno

no hay corazón que te responda,

porque los mercados son murallas

para algunos,

porque se tira lo que no se quiere

y se desprecia al que pide fiado,

porque los minutos son Euros

que respiran ante el tedio del mundo,

porque las sogas y el patíbulo

son una vereda abierta para el pobre

que de forma gratuita su opinión le niegan.

 

 

Por Cecilio Olivero Muñoz

 

 

27º NÚMERO DE LA REVISTA LITERARIA NEVANDO EN LA GUINEA

E-MAIL: nevandoenlaguinea@hotmail.com

E-MAIL: nevandoenlaguinea@hotmail.com

 

27º NÚMERO DE LA REVISTA LITERARIA

NEVANDO EN LA GUINEA

NºXXVII   20-02-2.009

 

 

EDITORIAL XXVII

La literatura y la vida

 

En una entrevista que cierra la antología de relatos «El Pez Volador» -editorial Página de Espuma, 2008, mencionada en nuestra sección Bombolom-, el escritor Hipólito G. Navarro comenta la forma en que se adentró en la lectura y por tanto en la literatura. Nos cuenta el escritor una juventud dura, con una realidad poco amable y un episodio familiar, la muerte de su padre, que resulta a todas luces poco grato, si no deprimente. En este contexto, la lectura se convierte en un refugio, en un lugar donde se siente resguardado, fuera de esa realidad.

 

No es la primera vez que oímos que la literatura sirve a algunas personas para seguir viviendo a pesar de la fatalidad, que las salva de la locura o del dolor. El narrador peruano Reibeyro mencionó alguna vez la anécdota de un soldado hispano en la guerra de Vietnam que halló cierto sosiego en un libro de relatos. La literatura deviene así un salvavidas ante una existencia que nos puede llevar a desmoronarnos, la literatura también como terapia ante nuestros propios fantasmas internos y que brotan sin duda por el contacto con la vida. No es descabellado, así, reconocer que la literatura tiene algo mágico y seguramente hunde sus raíces en aquellos contadores de relatos que reunían a la tribu a su alrededor para narrar viejas historias, antiguos mitos, que envolvían al grupo en un halo de misterio, en un arcano, y le daba consistencia y sentido al grupo.

 

Porque todos los pueblos poseen sus mitos, sus leyendas, sus cuentos simbólicos. A todos los niños de todas las etnias se les cuenta historias que le enseñan las claves de la existencia. El escritor francés Anatole France sugirió, además, que todas las historias del mundo cuentan, en realidad, la misma historia. Porque al fin y al cabo todos los pueblos, al igual que todos los individuos, se mueven por las mismas motivaciones en este mundo: sobrevivir, amar y ser amado, entender la vida y por tanto la muerte. 

 

De ahí que no entendamos el empeño de sacar la literatura de la cotidianidad, convertirla en un mero entretenimiento ocioso. La literatura forma parte de la vida, le da claves a los niños para absorber el mundo que les rodea y permite a los adultos establecer lazos con la vida, la suya propia y la colectiva. La necesidad de una poética lo cubre todo, incluso la ciencia ha de acudir a la poesía para explicarse, ¿acaso no es poético el concepto de «agujeros negros», que no son agujeros ni son negros?

 

Sacar la literatura de la vida es como intentar limitar el juego en la infancia, son necesarios. En este sentido, nos aterra que el capitalismo haya querido convertir los libros en un mero objeto de compraventa y que las universidades o las enseñanzas básicas y secundarias quieran desterrar las asignaturas de letras porque el actual mercado no considera que la formación en humanidades sea rentable.

 

Esperamos que la actual crisis que tantas cosas está cuestionando permita un replanteamiento de estas cuestiones y que la literatura vuelva a ocupar su papel, tanto en la vida más privada de las personas como en la colectiva.  Un porvenir sin literatura seguramente no merece vivirse.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

PAPAFRITA Y PAPANATAS

 

Papa frita con tomate,

te ruego me perdones,

Papa frita exquisita

es la vida un duro empate.

Papanatas y ensalada,

olivas y un entrante,

te quiero como antes,

Papanatas mis miradas,

Papa frita con pringada

tienes hijo botarate,

tienes allí en tu mirada

dulzura en el semblante.

Papa frita tus galletas migadas,

Papito de mi arte,

Papanatas filigranas,

Papa frita es gigante.

Papa frita con programas,

caja tonta, cajón desastre,

Papas fritas son hermanas

de la prima de un Don nadie.

Papa frita con migraña,

Papanatas con Don aire,

Papa frita las mañanas

no conocen disparate.

Papa frita la telaraña,

Papa-lengua ten delante

la tele desde la mañana,

luego dice chocolate.

Papa frita de mi alma,

Papanatas es flipante,

díscolo de la campana,

díscolo y ser caminante.

Papanatas, Papanatas,

Papanatas sin petate,

Papa fritas de mi entraña,

Papanatas y chocolate,

Papanatas su maraña,

Papas fritas con tomate.

 

Por Cecilio Olivero Muñoz

 

 

 

La herencia

 

 

         Cuando mi padre murió todos contaban con que yo continuara con el negocio familiar. Después de diez años trabajando codo con codo junto a él había conseguido experiencia, conocimiento y rutina en una tarea que acabé por dominar por completo. Nada se me escapaba, ni la gestión de la tienda ni el manejo del taller. Además, era justo eso lo que mi padre había deseado toda su vida. No en vano comencé a trabajar en la empresa nada más acabar el instituto. No tuve opción. A lo largo de toda mi infancia y mi juventud mi padre me había repetido una y mil veces la coletilla «cuando trabajes en la empresa …» y a continuación añadía miles de variantes, siempre positivas, grandiosas y exultantes, sin duda con la intención de convencerme de mi destino e impedir cualquier posible disidencia. Era como si no cupiera alternativa alguna. No la había de hecho para él, nunca me preguntó sobre mis preferencias, mis propias expectativas vitales, mis anhelos, como si fuera evidente mi futuro estrechamente ligado a su propia obra, una extensión de su propia vida. Resulta difícil verse de otra forma cuando te bombardean de esa forma. Yo sentía su ilusión y las esperanzas que se hacía para conmigo. Tú no te preocupes de nada, me decía con frecuencia, te dejaré la empresa bien constituida.

         Durante diez años acepté su decisión sin rechistar. Su insistencia había desbaratado cualquier atisbo de rebeldía en mí. Cumplía con los horarios, con las gestiones, con mis funciones y nadie sospechaba que tuviera la más mínima discordancia con aquella rutina que se sucedía día tras día, que duró diez años. Pero por dentro deseaba otra cosa. No pocas fueron las ocasiones en que me dejaba llevar por miles de ensoñaciones y me imaginaba ejerciendo otras profesiones u oficios y viviendo en otra ciudad, tal vez en otro país. Pero acudí todos los días a mi puesto en la empresa, de algún modo consciente de que no podía defraudar a mi padre.

         Mientras le enterraba tomé la decisión. Era como si llevara tiempo meditándolo aun sin ser plenamente consciente de ello porque no me costó nada asumir que no iba a seguir gestionando el negocio. Incluso supe que al principio debía actuar con discreción ya que mi madre podía ofenderse porque dejara de repente lo que ella consideraría a todas luces mi deber. A los pocos días del entierro contacté con un abogado que me asesoró sobre todas las posibilidades. Sólo cuando tuve todo bien atado y ya contaba con todos los documentos para firmar una vez que todas las partes asumieran y aceptaran mi decisión la hice pública no sin cierto temor.

         Tienda y taller quedarían divididos. La primera la vendería a una cadena que ya había mostrado su interés y que me ofrecía un dinero incluso superior al que realmente podría obtener con cualquier otro hipotético cliente. El taller lo cedería a los cinco trabajadores que constituirían una cooperativa. Sabía que la oferta la aceptarían porque alguna vez la habían barajado en vida de mi padre con la idea de reducir impuestos sin que nunca llegaran a concretarlo, recordaba pese a todo que ellos no veían con malos ojos dicha posibilidad. Para  animarlos, contacté con la cadena que deseaba comprar la tienda y les puse la condición, presente en el contrato de compraventa que, si lo llegábamos a formalizar, tendrían a la cooperativa como uno de los proveedores. No se negaron. El último detalle era contentar a mi madre ante lo que sería un enorme disgusto. Para suavizar la sorpresa que iba a causarla, todo el dinero que obtendría de la tienda se lo daría a ella. Yo no lo necesitaba: durante los diez años de trabajo había conseguido ahorrar una buena porción de mi salario, contaba además con la herencia. Ese dinero suavizaría sin duda el enojo por mi partida. También entraría como socia no trabajadora en la cooperativa, lo que le supondría un ingreso anual fijo a añadir a su pensión.

– Y tú qué piensas hacer. -Me preguntó cuando le comenté mi idea y una vez se despejó de la sorpresa y el disgusto que no disimuló lo más mínimo, y aceptó que era una decisión que yo no estaba dispuesto a discutir en absoluto.     

– No lo sé.

         Y no lo sabía en absoluto. Necesitaba un cambio, era más que una intuición, se trataba de una certeza. Aquellos diez años me habían dejado un poso de cierta amargura y sabía que si permanecía allí, en la pequeña ciudad, acabaría sucumbiendo a un profundo pesar. Pero no tenía ni idea de lo que iba a hacer.

         La resolución la tomé un día del mismo modo cómo había decidido lo anterior, casi sin darme cuenta, como si lo hubiera estado meditando sin ser consciente de ello. Un buen día compré un billete. Se lo dije a mi madre. Me sorprendió que no se mostrara hostil a ese nuevo cambio. Lo aceptó como si viera y reconociera que era lo que tenía que hacer, lo que debí de haber hecho diez años atrás. Y me marché.

         Me dije que iba a vivir muchas de aquellas vidas que durante años imaginé. Lo intenté incluso. Ahora sé, sin embargo, que están perdidas, definitivamente. Me conformo no obstante con encontrar algo que me permita estar bien conmigo mismo. En eso estoy. No sé si lo lograré.

 

 

Juan A. Herrero Díez

 

 

 

 

EN EL HUERTO

 

Cavando bajo un sol

te mirábamos los dos,

mientras la tierra, toda tuya,

la domabas dando bulla.

Eras sudor de estrella

y eras la voluntad aquella

que extrañaba vernos

entre tomates y ajos tiernos.

Todo tú eras campesino,

tu domingo era don divino,

y entre semana era hierro

tu labor de paz y encierro.

Trabajador del sí rotundo,

hombre fiel al viejo mundo,

anhelas sólo lo tranquilo

del laurel y el tilo.

Buscas la raíz del consuelo

cuando cavas en el suelo,

donde pisa la lombriz

con toda tu verdad motriz.

La acequia es tu gran obra

que al momento y a su hora

sigue el agua pertinaz

ese rastro de antigua faz.

Tu hoz es enorme corazón

que busca una razón

donde se corta la mitad

de esa luz en contrariedad.

La cabaña es sombra vieja

y tu mirar sin la queja

corta la caña y con maña

deshace teleraña y maraña.

Agacha el lomo de hombre

pues cosechas tu nombre

entre la llaga y el callo,

pues sigue tu mirar el rayo

del sol que distraido

encuentra en tu tierra ruido,

con la entraña sumergida

de tu carne morena sufrida.

Eres campesino por que veo

en tus ojos el pestañeo

del escozor que da el sudor

y te escuece aquel dolor

que la tajada y el tajo sembró

aunque tienes tornasol

que en tus manos dice no

cuando llora seco el sol.

 

Por Cecilio Olivero Muñoz

 

 

BARRIO LEJANO

Jiro Taniguchi

 

El universo medía ochenta metros cuadrados. Disponía de una cocina minúscula en la que embadurnar las tardes, su voz que olía a violeta, un balcón a la avenida desde el que comprobar que ningún cuerpo desobedecía a su órbita.

 Retiro mi escafandra. Identifico el sofá marrón, las flores de aspirina, el espejo de cuerpo frente al que repasar la lección de la mañana. He pasado doce meses —exactos— ajena a estas paredes.

Enlazo objetos con recuerdos: el macetero de plástico prologando la noche, el tocadiscos inservible aquel mes de enero. Y parece que, al fondo del pasillo, con un libro en la mano, una niña aún disfruta repitiendo las palabras en voz alta.

 

 

Por Elena Medel

 

 

POEMA AL CAMPESINO

 

POEMA, ES EL CAMINAR DE UN CAMPESINO

CON SU CARGA A CUESTAS,

LLEVANDO SU SANO ALIMENTO ENVUELTO EN HOJA

COMO EN AQUELLOS TIEMPOS,

CAMPESINO, NO OLVIDES LA ALFORJA

QUE CON EL CANTO DEL GALLO,

HACEN UN BUEN COMPLEMENTO.

 

CAMPESINO QUE CON SUDOR ABONAS LA TIERRA,

NO TODOS TE HAN OLVIDADO,

TE RECUERDO A LA HORA DE IR A LA MESA.

CAMPESINO, DE VOZ SENCILLA Y SIEMPRE DISCRETA,

NO OLVIDES QUE LA LIMA Y EL MACHETE,

LOS HAS DE GUARDAR SIEMPRE EN LA CUBIERTA.

 

CAMPESINO, QUE LA FANTASIA DE TUS HIJOS

TE HAGA SOÑAR, AL DESCANSAR BAJO UNA PALMERA

Y PORQUÉ NO, TAMBIÉN AL LLEGAR A LA ERA.

 AUNQUE CON LOS PANTALONES REMENDADOS,

VIVES MEJOR QUE LOS DE AFUERA.

 

CAMPESINO, SIEMPRE HAY ALGUIEN QUE TE ESPERA

AL REGRESAR A CASA CANSADO

CON TU SEMBLANTE LLENO DE ESPERANZAS Y

EN TU MANO VALIENTE EL GARABATO Y HERRAMIENTA,

LOS NIÑOS YA LLEGARON DE LA ESCUELA.

 

CAMPESINO EJEMPLAR QUE LÁBRAS LA TIERRA,

CÓMO NO MIRARTE,

SI SOMOS DE LA PURITICA CEPA.

 

-Luis Alberto Chinchilla Elizondo-

Grecia, Alajuela, Costa Rica

Correo electrónico: luischin_63@hotmail.com

 

1er premio del 1er concurso de poesía

de la Revista Cultural

“Espíritu Literario”.

 

 

MANIFIESTO POR LA SOLIDARIDAD

QUIENES SOMOS:


Los que suscribimos este manifiesto somos ciudadanos en el pleno uso de nuestros derechos civiles, y titulares de la soberanía popular, de la cual emanan los poderes del Estado.


Los firmantes nos dirigimos a todos los ciudadanos del mundo, conocedores de la situación de pobreza, hambre y enfermedad en la que se encuentra gran parte de la población humana en un momento histórico, como el actual, en el que se disponen de los suficientes medios políticos, económicos y científicos que pudieran solucionar estos problemas.


Este manifiesto tiene vocación de universalidad, y va dirigido a toda la humanidad, a cada ser humano que habita el planeta, para que tome conciencia de la terrible situación a la que se enfrentan millones de personas y de alguna manera actúe en consecuencia para terminar con esta insostenible situación. Por ello la versión original en español será traducida a diversas lenguas, pues nuestro propósito consiste en hacer oír la voz de la opinión pública en los lugares en las que se toman las decisiones políticas y económicas del mundo.

 

A QUIÉN NOS DIRIGIMOS:


Nos dirigimos a la clase política gobernante de nuestros países; así como a los más altos mandatarios de las Organizaciones Internacionales, tales como la Organización de las Naciones Unidas, y a los Presidentes y Gobiernos de los países más poderosos económicamente de la Tierra.

LES MANIFESTAMOS:


1.- Que este texto tiene su origen en la constatación de la extrema situación de necesidad y de hambre que sufre una gran parte de la población de la Tierra y en el desigual e injusto reparto de bienes que existe actualmente en el mundo. Entendemos que la ecuanimidad y la armonía en el mundo tienen por base el reconocimiento de la dignidad intrínseca y de los derechos iguales e inalienables de todos los miembros de la familia humana, por lo cual es inadmisible que una gran parte de la población mundial tenga que enfrentarse a una realidad tan precaria, a tal grado de injusticia y desigualdad, a tanta hambre, pobreza y desnutrición.


2.- Que consideramos que dicha situación es intrínsecamente perversa y no admisible ni moral ni éticamente, dado que todos los seres humanos nacen libres e iguales. Igualmente, tenemos presente que todos los ciudadanos del mundo tienen esos derechos desde el mismo instante de su nacimiento y no como una promesa futura cuya conquista dependa de la realidad política, social o económica de sus países.


3.- Que defendemos que es completamente injusto, inmoral y un crimen humanitario punible ante los tribunales internacionales y la Historia que, en pleno Siglo XXI, existan seres humanos que pasen hambre en el mundo, y que mueran por ello. Que es un agravante de ese crimen que, existiendo las leyes internacionales suficientes, así como los medios técnicos, económicos y científicos para corregir dicha situación, los que ejercen el poder en el mundo no lleven a cabo las acciones necesarias para solucionar lo que generaciones futuras calificarán de verdadero genocidio en el que serán culpables todos aquellos que, teniendo los medios para solucionar el problema, no los hayan empleado.


4.- Que consideramos que esta injusta situación es contraria al Derecho Natural, a los Derechos Humanos y a las normas de la más elemental ética, y entendemos que ha llegado el momento de que la voz de la opinión pública exija de sus gobernantes el final de tal estado de cosas.


5.- Que el presente manifiesto no es un manifiesto utópico; y que tampoco es un manifiesto político, ni se pretende con el mismo la instauración de un nuevo orden político o socio-económico mundial, ni ningún menoscabo del tejido empresarial, sanitario y social del mundo desarrollado, sino la más elemental justicia con los desfavorecidos.

 

POR TODO ELLO, EXIGIMOS A NUESTROS GOBERNANTES:


1.- La adopción de medidas inmediatas y urgentes para paliar tal situación de hambre, enfermedad y desnutrición en el tercer mundo. Consideramos que tales medidas no constituyen una utopía, sino que son perfectamente viables y posibles.


2.- Mantener el compromiso de cumplir los Objetivos del Milenio que, establecidos por Naciones Unidas en el año 2000, definen los principios a los que ha de ajustarse la actuación de los países y del sistema económico internacional para superar, con el horizonte fijado en 2015, las injusticias que aquejan a la humanidad.


3.- La realización de acciones solidarias sistemáticas con los países más desfavorecidos y que se establezca un orden lógico y humano de prioridades en la política económica, con proyectos inteligentes que creen riqueza y puestos de trabajo en los países afectados, facilitando un desarrollo sostenible y un progreso que les ayude a la consolidación de una red sanitaria, económica y social estable que haga posible el retorno a una situación de partida igualitaria.


4.- Que se tomen las medidas necesarias para que los países ricos destinen una parte de sus presupuestos a la creación de riqueza, de empresas y de fuentes de trabajo en los países afectados; así como la adopción de un acuerdo internacional, que debería subscribirse en la ONU de obligado cumplimiento para los países desarrollados.


5.- La implantación de un código ético que regule la estrategia de las empresas multinacionales, así como la eliminación de los paraísos fiscales y la aplicación de la tasa Tobin, ú otra similar, a las transacciones comerciales internacionales, que permita crear un fondo de solidaridad gestionado por Naciones Unidas.


6.- No aceptaremos simples declaraciones de principios que no se traduzcan en políticas concretas. En definitiva, APELAMOS al sentido de la generosidad y humanidad de todos, y fundamentalmente de la clase política internacional económicamente poderosa.

 


Desde la tierra que espera y cree firmemente en la Solidaridad que construya un mundo mejor y más justo, a 30 de enero de 2009″.

 

Este anterior manifiesto ha sido publicado en la siguiente web: http://manifiestoporlasolidaridad.blogspot.com/ Para más información hablen con los coordinadores de la revista en la siguiente dirección de correo electrónico: nevandoenlaguinea@hotmail.com GRACIAS.

 

Ha sido enviado por Pedro Estudillo Butrón el día 16 de Febrero del 2.009 y se desconoce su autoría.

 

ESPACIO DESOLADO

 

Sin pretender juzgar a nadie

simplemente grabar el quieto aire

que alimentaba los habituales destellos

que sacudía las esquinas del tedio,

eso, ni más ni menos

sin pretender juzgar a nadie.

 

Lezama dixit.

 

Por Francisco Jesús Muñoz Soler

 

 

 

PARECE QUE ESTOY SOLO

 

“Cuando lo mismo sueño que estoy solo

tiendo la mano para no ver el vacío.

 

GASTÓN BAQUERO

 

Parece que estoy solo

en eterno soliloquio, lejos, muy lejos

de la gran luz de la isla, en penumbra

hacendosa, constructora de silencios

profundos y huecos como mi vacío

fría trampa que me envuelve

como un pertinaz sueño, con caricias

de embeleso que me llevan y me traen

hacia caminos de palmas, fantasmas

de silenciosas ubres que amamantan

el silente rostro de la Nada.

Si, parece que estoy solo

viviendo en un mundo de tinieblas

disidente de un orden cierto, pero sueño

ya que no me queda ni el silencio

ni la gran luz que provoca las sombras

de los mangos, si yo era Gastón

Baquero.

 

Por Francisco Jesús Muñoz Soler

 

 

 

 

 

 

 

 

 

CON MUDO Y DESCARNADO SILENCIO DE ALMA

 

“Con aquella desasistida impaciencia mar adentro

dejándonos sólo esta expresión de irónico desencanto

y criolla tristeza: se fue como Matías Pérez”.

 

ELISEO DIEGO

 

Con mudo y descarnado silencio de alma

hundido en oscura noche de sueños

furtivo, como lobo desesperado y hambriento

alimentado de sufrimiento e impotencia,

cargado de esperadas tristezas abismales

de lunas que reflejan rayos de ojos

que exhalan negras luces de abismos

rasgadores vidrios de inmensas soledades

y de su alterada sustancia, alejándose

para poder recobrar la perdida esencia

esa con la que nace el puro aire

sin mirar atrás ni amargamente a nadie

pero no olvidando que deja memoria

la que no pueden sustraer a los perdedores.

 

 

Por Francisco Jesús Muñoz Soler

 

 

 

 

La Mar,

TODO Y NADA               “Pase Lo Que Pase”,

se seguirá moviendo.

 

 

No pides nada

pero lo mereces todo,

y aunque te diera todo

sería como darte nada

porque tú mereces más.

 

Mil veces te daría todo

y mil veces sería darte nada,

todo de todo

sería nada de nada.

 

Darte todo

es nada

para ti

porque tú mereces más.

 

De nada

haces todo

y de todo

haces mucho más,

pero con todo

aún es nada

porque tú mereces más.

 

Y si un día yo tuviera

un poco de ti,

tan sólo un poco,

tan poco que casi fuera nada,

para mí sería tenerlo todo

porque yo soy nada

y tú lo eres todo.

 

Desde la nada

que soy

te quiero más

que a todo

lo que más quiero.

 

 

Por Juan Fran Núñez Parreño

 

 

TRÁEME

 

Tráeme unos labios para besar,

besaré donde tú pises, lo haré,

y gritaré “te quiero”, lo diré

si me traes la voz para gritar.

 

Tráeme unas manos para tocar,

tocaré donde toques, y podré

tocarte. Sólo a ti te miraré

si me traes ojos para mirar.

 

Tráeme un corazón para sentir

y sentir contigo y sentirte a ti.

Tráeme una vida para vivir,

 

sólo viviré por y para ti.

Ven, por favor ven, tienes que venir

con lo que más quiero: tráeme a ti.

 

 

Por Juan Fran Núñez Parreño

 

 

 

 

 

EL TERCER OJO
 

 
 
Los pacificadores están llegando
Están llegando los pacificadores
Niños indigo y niños cristal
El cambio en el planeta
Será totalmente radical
La vibración será otra
Nada será igual
Será la era del niño indigo
Será la era del niño cristal
Ellos están llegando, todo será genial
La nueva era está llegando
Saludemos sus vibraciones
El mundo ya no será violento
Será comandado por el corazón
Todo esto es un tesoro grande
Ellos tendrán el chacra frontal
Ellos tendrán el tercer ojo
Traen la paz, esto es real
La paz vendrá tan mansa
Como los niños pacificadores.

 

Por Tereza Neumann, Brasil
 
 
Traducción de María Cristina Ogalde- Talcahuano

 

 

 

 

VIBRACIONES Y MISTERIOS
 
En esos minutos que pasan rápidos
los milagros de laVida se repiten
Es prisa
Sofocante carrera
Para donde nos lleva todo esto?
Allá fuera, esta el dorado de esa tarde
Cuando el sol va desvaneciendo
Y reflectando luminosos oros
Las hojas y las ramas de los árboles
Están quietos
No se balancean, no se agitan
Solo de vez en cuando la brisa suave
Sopla en las hojitas
Y ellas se mueven lentamente
Prejuiciosamente
Las calzadas asfaltadas, llenas de hoyos,
Parece que sueltan profundos gemidos
Autos pasan indiferentes
Al escenario de los caminos
Sus dueños para donde van?
Cada cual persigue su objetivo su ideal!
Pero en esta tarde quieta, lenta
Es la perspectiva de un mañana nuevo
Más tarde será de noche
Y después un nuevo día
Después una nueva tarde
Y más tarde será una nueva noche
Y así sucesivamente
Y los seres ignorando las horas
Que pasan rápidas
Por que no paran
Para contemplar
El desvanecimiento de esta tarde
Están demasiado ocupados
Como el duro suelo
Y se olvidan de su entorno
Del cielo, de las nubes
Hay una gran prisa
De llegar a cualquier lugar
Y al mismo tiempo lentitud
Y todos estamos inmersos
En este tiempo y esta hora
Sin el debido mirar
Que ve más lejos
Más allá de las nubes
hay una vibración y un murmullo
Muy parecidos
Más allá de la frágil neblina
Que nos hace sentir desamparados
Y ajenos al Gran Misterio
Mas el gran misterio realiza
La grandiosidad de la belleza
En toda su plenitud
Queremos ver mas lejos?
Entonces alarguemos el mirar
Suavizado por la Gran Vida
Y contemplemos lo bello
Con nuevos ojos y sentiremos
Que vivir es la mayor de las alegrías
De la felicidad
Basta que nos dejemos llevar por los susurros
de los sones inaudibles
y comprenderemos
que la vida es el mayor don
y los milagros se repiten
a toda hora
el milagro de encontrarnos aquí y ahora.


©ANINHA CALIGIURI
Traducción: María Cristina Ogalde

 

 

 

ROSAURA

 

Soy sagitario y me llamo Rosaura

me dijo sintonizando verdades.

Voló una mariposa negra y furtiva

y pasó su sonrisa a pedales.

Existe un tiempo que todo lo cura,

existe tristeza en los carnavales,

existe un placer que te tortura,

existe una piedad en las crueldades.

Rosaura te diría, te diría muchas cosas,

te diría y te quitaría,

te entregaría versos y rosas,

te daría y te quitaría,

la valentía de ser hermosa,

¿te dañaría si te dijera

que eres fuente generosa?

Soy sagitario y me llamo Rosaura

me dijo sintonizando humildades.

Tragó sorpresa, tragó saliva,

arrancó una flor, trajo su mejor sonrisa,

partieron los miedos sus dos mitades,

cruzó la calle a toda prisa.

¡A la hoguera con todas las vanidades!

pero Rosaura es la brisa y nerviosa risa;

una paloma huyó de sus realidades.

Ese día Rosaura anduvo indecisa,

ese día hallé luz en todo y en nadie,

ese día busqué la palabra precisa

y la hallé en el anaquel de lo inolvidable.

 

Por Cecilio Olivero Muñoz

 

 

 

  

26º NÚMERO DE LA REVISTA LITERARIA NEVANDO EN LA GUINEA

nevandoenlaguinea@hotmail.com

E-MAIL: nevandoenlaguinea@hotmail.com

26º NÚMERO DE LA REVISTA LITERARIA

NEVANDO EN LA GUINEA

NºXXVI     13-02-2.009

 

EDITORIAL XXVI

Estela literaria

 

Carmen Laforet ganaba en 1944 el Premio Nadal de Literatura con su novela «Nada». Era un año extraño para ganar un premio, hacía cinco años que la Guerra (in)Civil española había terminado, el mundo estaba enfrentado, aunque ya empezaba a deslumbrarse vagamente el final de la guerra mundial. España, tras su conflicto, era un país aislado, empobrecido, repleto de silencios aprensivos y recelos insanos. La novela «Nada» refleja bastante bien la atmósfera del momento.

 

En lo cultural, una gran parte de los artistas, escritores y pensadores se habían marchado del país y aquellos que permanecieron en él no pudieron evitar la ruptura generacional provocada por la guerra. La recepción de ese premio supuso la aparición de nuevos escritores dentro de las fronteras españolas. Era como si de repente surgieran dos tradiciones literarias españolas, la de los escritores de fuera, que heredaban la riquísima herencia cultural y habían vivido una Edad de Plata de la cultura, y la de los escritores de dentro, que empezaban de cero, que conocían sesgadamente todo lo vivido en el país después de la Generación del 98 y que de repente comenzaban su andadura sin conocer a la generación inmediatamente anterior.

 

No sabemos si Carmen Laforet fue consciente en algún momento de haber colocado una primera piedra y de dar en cierto modo el toque de salida a una nueva literatura. Surgiría una poesía y una prosa social, después se abriría paso un nuevo experimentalismo narrativo y poético, la novísima poesía, nuevos autores y nuevas formas novelescas. Se hizo presente también la literatura latinoamericana con el denominado boom que uniría lenguajes y relatos de ambos lados del Atlántico.

 

No obstante, la presencia de Carmen Laforet se fue difuminando con el paso de los años. Escribió más obras, algunas de las cuales no quiso publicar en vida, se encerró en sí misma y vivió un tiempo en el extranjero. A pesar de todo, su novela «Nada» mantuvo el interés de los lectores, tal vez, como escribe Laura Freixas en Cultura/s, porque el tema de esta novela es eterno. Sin duda es una novela que mantiene vivo el mensaje, nunca ha envejecido y ha quedado fuera del circuito literario. Sesenta y cinco años después de recibir el premio, la novela «Nada» conserva una fuerza profunda, Andrea nos sigue impresionando con el relato de ese año en la Barcelona posbélica, nos identificamos con ella, aun cuando nuestras experiencias vitales sean a todas luces diferentes.

 

Cristina Cerezales, hija de la autora, ha publicado «Música Blanca», un libro sobre su madre. Sin duda dará datos de ella, datos personales, sentimentales e intelectuales. Quizá logre satisfacer la curiosidad de muchos por la escritora, una mujer que quiso vivir al margen de la exposición pública. Hay sin duda una curiosidad sana por las vidas de los escritores y no dudamos de la buena intención de Cristina Cerezales por mostrar una imagen de Carmen Laforet que tal vez permita entender algunas claves. Pero qué duda cabe también que la novela «Nada» representa en cierto modo la fuerza de la literatura, la apuesta personal por escribir y colocarse uno mismo discretamente tras la obra propia. 

 

 

 

 

 

CARACOL

 

 

¿Dónde estás caracol?

¿Adónde te llevarán?

Que no quieres al sol

Ni rondas por la mar.

¿Quieres dejar algo

en un mundo real?

Si, pero no puedo

De mis hijos escapar.

¿Quién te hizo el hijo?

Me lo hice yo mismo

Como hicieron de mí

Y también conmigo.

¿Por qué sales lloviendo?

Por que en casa ajena

Llevo bordado un camino

Que se descose con la voz

Y las risas de los niños.

¿Qué quieres de mí?

Quiero lo que se le negó

Al día sin reír de mi mismo.

¿Y por qué lo quieres?

Por qué la vida me dio casa

Pero no me dio cobijo.

¿De qué huyes caracolillo?

Huyo de aquel que sin reparo

Me mandó a la nada en un suspiro.

 

 

Por Cecilio Olivero Muñoz

 

 

 

Dos amigos

 

 

         Que los dos hombres se enamoraran de la misma mujer resultaba a primera vista cuanto menos inverosímil, claro que no sería la primera vez y con toda seguridad no sería la última. Pero en su caso no parecía ser cierto. Nadie se lo creía del todo si tenía en cuenta el grado de su amistad actual, no era posible que quienes tuvieran una pugna como la que causa el amor por una misma mujer mostrasen hoy tanta amistad, y por ello suponía yo que ese rumor, como cualquier otro rumor, formaba parte de una de esas leyendas que se expanden con rapidez y que no siempre se ajusta a la realidad, por mucho que se dijera que con toda seguridad algo habría, ya saben: cuando el río suena …, y es que a la gente, quiérase o no, gusta de hablar y murmurar. Sobre todo en una ciudad como la nuestra, nada grande, provinciana sin duda y en la que todos nos conocemos bastante. Pero por mucho que se dijera, daba qué pensar todo aquel rumor en torno a ellos.

         Lo dicho: lo primero que uno pensaba cuando los veía era que no podía ser lo que se contaba. Nunca hubo dos hombres tan unidos. Yo no viví la historia, de hecho nadie puede decir que la viviera, los conocí en todo caso más tarde, cuando el relato de la misma pertenecía ya a la memoria colectiva y se había formado la leyenda que llegaba posiblemente a distorsionar la realidad. Al mismo tiempo nadie podía afirmar que hubiera sido testigo de aquel amor tan comentado. Sea lo que fuere, Raúl y Sergio estaban inseparablemente unidos no sólo por su afición a la pintura y a las artes, también por el recuerdo de aquella mujer, porque recordaban realmente a una mujer, y de esto sí todos éramos todos testigos, hablaban mucho de ella y su presencia no sólo se encontraba en sus evocaciones constantes, como se dice: públicas y notorias, también en muchos de sus cuadros, los de Sergio, más conocidos, y los de Raúl, apenas contemplados, pertenecientes más a su esfera privada. A nadie se le escapaba que la misma mujer aparecía pintada una y mil veces.

         Raúl, descendiente de un clan familiar poseedor de un enorme patrimonio, dirigía la empresa heredada con bastante fortuna (en las dos acepciones del término) y mediante su matrimonio con Lorena López de Arrigalaga había conseguido un capital enorme. Que nadie ponga el más mínimo atisbo de duda: Raúl amaba a Lorena y entre ambos existía una pasión inconmensurable. Sergio, por su parte, nunca se casó y no lo hizo, él mismo lo reconoció, por su incapacidad para la fidelidad. A diferencia de su amigo, él sí que quiso y pudo dedicarse a su principal pasión y pronto fue conocido como pintor, primero en la ciudad y después, gracias en buena medida a su amigo, en el extranjero. Raúl pagó a Sergio exposiciones en galerías prestigiosas, le promocionó por los centros artísticos del país y del extranjero, gozaba de sus éxitos y se convirtió en su mecenas a la manera más clásica. Yo les conocí cuando Sergio poseía un gran renombre. Me había trasladado para trabajar como conservador en el Museo de Arte Moderno y Contemporáneo, y al poco de llegar ambos se me presentaron en el taller del Museo para presentarme sus respetos. La leyenda los acompañaba.

         Pronto Sergio y yo nos hicimos buenos amigos. Él venía con frecuencia al museo para contemplar algunos de sus cuadros preferidos, pintar a menudo en algunos de los jardines que rodeaba el edificio y para charlar conmigo. Cuando gané confianza, no pude menos que preguntar sobre aquella leyenda. Soltó primero una risotada, luego suspiró no sin fingida melancolía, y cuando posó sus ojos sobre los míos y notó que estaba deseoso de saber aquella historia, me la contó.

         La conoció, cómo no, en París. De hecho, la conocieron al mismo tiempo. Eran los años de su juventud y los dos habían decidido pasar algunos meses en la capital francesa, Raúl como tiempo de reposo tras sus formidables y exitosos estudios de Economía y Sergio para asistir a unos cursos en un renombrado Instituto de arte. Habían alquilado un apartamento a dos pasos del cementerio de Père Lachaise. Conocieron a otros artistas del mundo entero. Entre ellos, a Rashel. Descubrieron su obra en una galería cercana y les impresionó la finura de sus dibujos. Querían saberlo todo sobre ella y les sorprendió enterarse que se trataba de una mujer de su misma edad. Pero si su obra causó su admiración, su personalidad les cautivó todavía más. Sencilla, sin ínfulas de gran artista, parecía tocada por un genio que no requería de grandes lisonjas. He allí, se dijo Sergio, alguien que vive con su arte y que no va de artista. Se enamoró de ella. Raúl no pudo menos que sentir por ella lo mismo. A él le gustaba la gente que no necesitaba aparentar. Y Rashel era justamente así, sencilla, franca, amena, tímida.

         Ambos descubrieron a la par lo que experimentaban por ella y fueron conscientes de que les podía enfrentar. Que les enfrentaba ya de hecho. Esto les provocó no pocas cuitas. Amigos de toda la vida, se percataban ahora del peligro de una ruptura irreparable. Es el gran misterio del amor, me dijo, ese invento de los poetas provenzales que seguía provocando grandes tragedias. Lo agravaba el que Rashel se sentía muy cercana a ambos. Se volvieron los tres inseparables.

– ¿Ella era consciente de lo que sentíais?

– Probablemente

– ¿Y entonces?

           Sergio me contó que una tarde lo hablaron. O ella les habló más bien de sus sentimientos hacia ellos. Era una de esas tardes de invierno parisino, hacía frío y el canon impone que el cielo estuviese nublado. Les amaba, reconoció, estaba también enamorada, pero de los dos a la vez. Eso no puede ser, le replicaron, nadie ama a dos personas del mismo modo y a la vez. Allí surgieron sus lágrimas, breves, tímidas, tristes. Los dos volvieron juntos al apartamento y sin hablar. No dijeron nada durante toda la noche, se encerraron en sus cuartos, Sergio con sus cuadros, Raúl con sus libros. A la mañana siguiente tomaron una decisión. Continuaron siendo inseparables, hasta que Rashel se marchó de París. Ellos se fueron a los pocos días.

– ¿No hubo nada entre vosotros más allá …?

– No

– ¿Mantenéis el contacto?

– Siempre por carta, nunca nos volvimos a ver.

         Me pareció extraño y bonito, una de esas historias casi místicas propias de otros tiempos.

 

 

Juan A. Herrero Díez

 

 

 

NIÑO

 

 

Ese niño tiene una voz

Que se unta la garganta

De lo bueno su sabor

Con la dicha y la esperanza.

Pues su corazón late

Por supuestas vanidades

Que tiran al water

Sus nostálgicas voluntades.

¿Por qué? Se pregunta

noche y día, sin respuesta,

a lo que gusta de la verdad

pues miente por vergüenza.

Es cobarde y valiente

Como nadie, ¡ay, niño, niño

del aire! ¿Por qué

de tantas contrariedades?

No te pongas más nervioso

Y controla tus despertares

que ya verás muy piadoso

al mundo y sus deidades,

cuando son como la mar

todos cambian las postales

y tú no cambias por más

que te digan los militares.

Personalidad dices tener

Y tener tienes la sed

Y no tienes más nada, pues ser

No es querer, la palabra tiene alas.

Niño de manos blancas, cara blanca,

Pelo negro y sin alas, adosadas

A la palabra, la mañana es el mañana,

Esa es tu esperanza en un alma

Que decrépita deshace la cábala.

 

 

Por Cecilio Olivero Muñoz

 

 

 

HUAIRURO

 

¡Pero qué suerte la mía!

He encontrado la luz

Que me da a mí la vida

Con los brazos en cruz

Doy gracias por mi dicha.

Rojo y negro, el huairuro

Me otorga la que yo quería,

La prima del Cachirulo

La que vive en Bellavista,

Esa mujer que al mundo

Ya no admira, ni confía

En títeres de Cachiporra

Ni en auroras de Lima,

Pues una flor en su hora

Puede ser la más linda

Bendición que se le otorga

A alguien que no veía

De la luz a la remota

Oscuridad de la melancolía.

¡Pero qué suerte la mía!

 

Por Cecilio Olivero Muñoz

 

 

 

 

SEVLLA, TÚ ERES ASÍ

Gracia y salero

cordialidad sin fin

espejo de tu alma

es el  Guadalquivir.

 

Calle de la Pureza

puente de Triana

una copla gitana

canta por ti.

 

Esperanza y Macarena

Santa Semana

del mes de Abril

el Gran Poder

en tu tierra

quiere morir y vivir.

 

Barrio de la Macarena

parque de María Luisa

tus claveles y azucenas

echan una sonrisa

para verte feliz.

 

Eres sin par

alegre y graciosa

por eso en el mundo

no hay otra cosa

más grande que tú.

 

Flamenca torre del oro

silencio en la Maestranza

valor y arte

delante de un toro

un gallardo torero

brinda por ti.

 

Catedral y Giralda

rocío y feria

se canta y se baila

por sevillanas

y de Sevilla

sólo se puede decir

la alegría y la fiesta

tienen olor a jazmín.

Sevilla, 14-04-1989 

       Autor: Víctor Muñoz  Jiménez

 

 

DESPEDIDA
HIDERALDO MONTENEGRO – BRASIL

 
No me esperen para la cena
No me esperen en las esquinas sigan adelante
sacudan los pies,
escobillen los dientes
hagan la fiesta
canten , bailen
y liberen todos sus fantasmas
de mi
y vela no necesitan encender
 
Digan solamente adiós
y me dejan en paz
que no soy mas de aquí
 
-Al final, este silencio mío
no es convincente?
 
 
 
TRINCHERA
 
 
Que vengan las cigüeñas
que vengan los abrazos abiertos
que venga la sonrisa
leve, segura, cierta
que vengan las mentiras,
las
verdades, las vergüenzas
que venga el vuelo, el aterrizaje
y los nietos
que vengan todos los aeropuertos
que vengan y pasen todos
que necesito continuar en campo abierto
vivo o muerto.

Por Hideraldo Montenegro
 
Traducción María Cristina Ogalde – Chile

 

LA RECLUSIÓN SOLITARIA

 

 

Soy un recluso más

prisionero de los absurdos

del corazón y del destino.

Estoy encarcelado

junto a la soledad, al silencio

al olvido, al frío…

Estoy penando

por culpa del desprecio….

Continuo cautivo

al recuerdo de tu piel

y a la dulce cena de tus besos.

Tu indeferencia grillera

es inmisericorde.

Pude pasar la vida amándote

después de robarte

un pedazo de corazón.

Ahora soy incorregible,

mi adorada caponera.

No sé si no escuchas

o si ignoras los gritos

de mi alma desde la celda.

He cantado y escrito tu nombre

desde mi reclusión solitaria.

He horadado con las uñas las paredes

he roído el tiempo

y los barrotes del olvido.

He rateado la reclusión solitaria

intentando escapar del ominoso destino.

El sino del amor es trágico, infausto.

Cada tres pasos voy y regreso

hasta que el olvido silencie la memoria.

 

 

HECTOR CEDIEL “ EL PERRO VAGABUNDO “

hcediel@yahoo.com

 

 

EL ROSTRO DE LA MUERTE

 

He visto el rostro del dolor,

del sufrimiento más puro y genuino.

Es feo, es desagradable, me ha mirado con desprecio

y se ha reído de mi ignorancia.

 

He visto el rostro de la impotencia,

traicionera y desquiciante.

No pretendas luchar contra ella,

sólo conseguirás que crezca triunfante.

 

He visto el rostro del miedo,

aquel que nos persigue desde la infancia.

No hay manera de erradicarlo,

de aplastarlo ni vencerlo.

 

He visto el rostro de la derrota,

la que te enseña, la que nunca miente.

No intentes abrazarla,

pero muchos menos olvidarla.

 

He visto el rostro de la desesperanza,

el más amargo, el menos paciente.

Tratar de comprenderlo

es como intentar parar el viento.

 

He visto el rostro del desconsuelo,

el que mejor conocemos,

siempre nos acompaña,

lo reconocerás por sus lágrimas.

 

 

He visto el rostro de la muerte;

es dulce, cálido y apacible.

No es feo, y sí atrayente.

Su mirada es serena, nunca da miedo,

más bien reconforta y nos mueve al silencio.

Su sonrisa es sincera, transmite confianza;

su tez despreocupada

me tranquiliza y me da esperanza.

Usa un lenguaje sencillo,

habla con palabras llanas,

lo dice todo bien claro:

no hay final, tampoco principio,

sólo un largo caminar,

por senderos firmes, conocidos,

y también otros vacilantes y más tristes.

Un mensaje de paz,

por mí bien recibido.

 

 

Por Pedro Estudillo Butrón

 

 

 

 

 

OH, LUNA, LUNA

 

 

OH, Luna, Luna,

Luna hermosa como ninguna,

Luna soñadora, aliada de la  ingratitud,

Luna que inspira y roba

Sueños de un amante,

 

Como no mirarte

Si en la noche fría

Ahí estabas Tú,

Cuando te miré en aquel tren

Iluminaste mi vida,

Miré al Cielo y estabas

Colgando del firmamento,

Adornada con más de mil estrellas.

 

Lluvia de pensamientos me enamoraron

De tu dulce mirada,

Como manantial de sentimientos

De un primer amor.

 

OH, Luna, Luna bella.

Con mi amada déjame soñar,

Otra vez con la paz del

Corazón que amé

Y ya no está en mi cielo.

 

¡Pero tú, Luna!

Si la has visto dile

Que la amo como a ninguna.

 

OH, Luna, Luna hermosa,

Por qué fuiste así conmigo

Indiferente con el dolor en el alma

De un soñador

Que intenta dormir el silencio

De la soledad.

 

Perdóname por no saber quererte

Cuando una niña eras

Allá en tu Cielo.

Pero hechízame otra vez…

 

 

OH, Luna, Luna

Cuando te miro allá arriba

Siento que a veces lloras

Porque no estás conmigo

Y que en tu corazón

De Luna llena,

Guardas un pedacito

De tu ternura

Para un soñador.

 

Pero tú allá arriba

Tan sola…

Sólo el mar besa

Tu pálida luz

Con el vaivén de las olas

 

Nunca cambies Luna de mil amores

Sigue iluminando el camino

De aquellos corazones olvidados

Por el tiempo de luna

En un pasado adorado.

 

Pero sigamos adelante

OH; Luna hermosa,

Buscando el verdadero amor

Para un día descansar

En el regazo de nuestro Creador.

 

 

 

Luis Alberto Chinchilla Elizondo

Grecia, Alajuela, Costa Rica

Correo electrónico: luischin_63@hotmail.com

 

1er Ganador del 1er concurso de poesía

ofrecido por la revista cultural:

Espíritu Literario

 

 

Resurgir

 

Embargada,

Poseída,

Por una extraña fuerza,

Voluntad

Arrancada

Desde lo más hondo

Arrastrada

En los recuerdos

De tristes vivencias

Implicada

En guerras

Que hizo suyas

De experiencias doloridas

Intentando resurgir

De cenizas,

De apagados fuegos

Toma de su vida

Las riendas

Y de nuevo

Empieza

Intentando abrir corazones

Con sus historias

Llenas de sentimientos

Y sinsabores

 

Desgranando palabras

Y el tiempo

En los relojes

Pasando páginas

De un libro viejo

Sintiendo añoranzas

Pasión y fuego

Que grita en letras

Y llora en lágrimas

 

Decidida ya

Por el camino

Que reflejó su espejo

 

Abriendo caminos

Apartando piedras

¡escribiendo!

 

 

Por Ascensión Rivera

 

 

Tu mirada

 

Ojos de mirada limpia y clara
que lanzan destellos
¡por eso son tan bellos!
ojos que hablan de tu alma
sensible y noble,
de deseos que quizás no alcanzas
sin embargo ¡están llenos de esperanza!
Tu mirada alzada hacia el cielo
¿acaso intentas rescatar un sueño?

Tu mirada se queda prendida
junto con tu alma que se escapa
de todo aquel que te mira
queriéndote dar
todo aquello que te falta.

 

Por Ascensión Rivera

 

 

 

HACER MIGAS

 

 

A mis antiguos amigos.

 

Nadie quiere hacer migas con mi higo.

¡Cómo quisiera hacer migas sin hache!

También quiero hacer migas con mi higo.

Sólo hago migas con ene.

¡Cómo quisiera hacer migas con a!

Y quisiera tener higos con jota.

Y tener hijos con higo.

Pero falta la eme.

Y hacer migas con a conlleva tener hijos con ge

Y entre higos y migas y haches y enes y con y trigo

Me quedo sin erre y erre que erre conmigo.

Me quedo sin ene para tener con a

Un higo con jota.

Mi madre se llama Mari y mi hermana también

Y yo quiero hacer migas con Mari y contigo.

Pero ni Mari, ni hijos, ni higos, con  trigo sin erre

Quisiera migar con ene y pan

No se puede migar sólo con leche y prospera

FELICIDAD.

 

Por Cecilio Olivero Muñoz

 

 

25º NÚMERO DE LA REVISTA LITERARIA NEVANDO EN LA GUINEA

nevandoenlaguinea@hotmail.com

E-MAIL: nevandoenlaguinea@hotmail.com

25º NÚMERO DE LA REVISTA LITERARIA

NEVANDO EN LA GUINEA

NºXXV    07-02-2.009

 

EDITORIAL XXV

De nuevo, la inmigración

 

El Senado Italiano ha aprobado un proyecto de ley del Gobierno de Berlusconi que exige a los médicos de la sanidad pública de Italia denunciar a aquellos inmigrantes sin documentación que acudan a los servicios sanitarios. Pretende también, de aprobarse definitivamente el proyecto, criminalizar con castigos de prisión hasta de cuatro años a aquellas personas que incumplan la orden de expulsión decretada. De paso, se quiere crear un registro de vagabundos.

 

Berlusconi, sus ministros y los senadores que los apoyan no deben de conocer parte de la literatura italiana y extranjera que desde Edmundo de Amicis, autor de «Marco, de los Apeninos a los Andes», relato incluido en su novela «Corazón», hasta el guatemalteco Dante Liano con su «Pequeña historia de viajes, amores e italianos» han tratado de la emigración italiana en el mundo y, sobre todo, en América Latina. Deben de ignorar que en Argentina o en Uruguay, en el Estado brasileño de Paraná, en Venezuela, Guatemala o los Estados Unidos abundan los nombres italianos. Han olvidado seguramente que en los años cincuenta y sesenta Francia, Gran Bretaña o Alemania se llenaron de trabajadores italianos que, junto a españoles, portugueses y griegos, acudían a los grandes centros industriales a ofrecer su fuerza de trabajo.

 

Enriquecerse individual o colectivamente tiene este riesgo, el olvido. Se procura borrar de la memoria aquellos momentos de pobreza que se consideran innobles o que puedan ensombrecer el señorío actual. Además, el momento invita a no poca demagogia. La crisis nos insensibiliza ante los problemas ajenos. El populismo nos lleva a medidas que bordean el autoritarismo. Y el silencio, como ha recordado un juez italiano, es el peor cómplice del fascismo.

 

La historia, que tiene sus momentos irónicos, ha hecho coincidir el inicio del trámite de aprobación de la ley italiana con una huelga de trabajadores británicos que exigía la contratación de nacionales en unos trabajos de ampliación de una refinería en Grimsby frente a trabajadores extranjeros de nacionalidad … italiana.

 

Nos dirán que al fin y al cabo estos trabajadores se mueven en el marco legal de la Unión Europea a la que pertenecen Gran Bretaña e Italia y que las olas de la emigración a América Latina o a Europa actuaban siempre dentro de la legalidad. Claro que las leyes de extranjería eran o bien inexistentes o bien no tan duras como las que se aprueban hoy en los países de Europa, además de haber habido casos, sin la menor duda, de irregularidad que no se quieren recordar. La memoria tiene estas cosas y a veces se fomentan los olvidos.

 

Pero resulta todavía más grave querer asociar a ciertos colectivos con la criminalidad. Los inmigrantes o los gitanos no son delincuentes aun cuando haya casos de delincuencia en su seno, del mismo modo que los italianos no son todos mafiosos aun cuando se hayan desarrollado estas bandas en Italia y las hayan exportado a los Estados Unidos. Es tan evidente que nos avergüenza afirmarlo.

 

No sabemos cómo resolver el problema de las oleadas migratorias que huyen de la miseria. Pero desde luego no es con tópicos ni criminalizaciones injustas cómo se van a afrontar de verdad los problemas, más bien al contrario, los empeoran. Nadie duda de la capacidad de un Estado para legislar sobre la extranjería, pero es legítimo exigir que los problemas humanos se puedan regular con criterios humanos. Y por de pronto no nos parece muy humano que alguien se enferme o llegue a dejarse morir sólo por miedo a ser denunciado.

 

 

NOS MEAN ENCIMA

Y LOS DIARIOS DICEN QUE LLUEVE

 

A Eduardo Galeano, por su visión real

de América-Latina.

 

Se tiende a hablar entre dientes

cuando es profunda la cobardía,

se tiende a mentir siempre

por intereses sin ningún escrúpulo.

Los chupatintas bailan la murga

tediosa del laberinto circunstancial.

Los hombres somos los inocentes

del siglo de la barbaridad,

donde el ser humano deja de serlo

y se convierte en títere y esclavo.

Todos al servicio global

de la sandía universal

dejamos al hambre personificada

por los rincones del planeta.

Debemos discutir la vida,

debemos afrontar la cara siniestra

de una vida sin vida.

Hoy desperté y quise cambiar al mundo,

hoy desperté y dije no,

quise quitarles a los hombres sus cadenas,

quise mitigar el hambre y el dolor,

quise acabar con las guerras,

quise acabar con la miseria,

quise acabar con la mentira,

quise ser eterno sustento en la mirada,

en el corazón, en las palabras,

y también en el caminar.

Quise acercar estrellas con mi mano,

quise soñar un mundo diferente,

quise ver la paz en las almas sufrientes,

y me creí por un momento Dios,

un Dios perfecto y compasivo,

un Dios eterno y justo,

pero todos me mataron

como a un pobre diablo.

 

Por Cecilio Olivero Muñoz

 

 

La fuga

 

 

         Tuve suerte. Mi vecino me avisó a tiempo y a dos calles de distancia: la policía había ido a casa y no me había encontrado. Aparentemente, me dijo, se han marchado, pero es probable que te estén esperando, no vayas.

         La verdad es que me sorprendió que fuera él justamente, Julio se llamaba, no recuerdo el apellido, quien me diera el aviso. Lo vi venir de frente, algo nervioso, cosas de él, pensé sin darle demasiada importancia, al fin y al cabo no lo conocía apenas y no podría saber si en su vida cotidiana era un hombre nervioso o tranquilo, pero entonces se paró ante mí para hablarme, y esto sí que me extrañó porque nunca habíamos conversado él y yo, todo lo más nos saludábamos como personas de buena educación que viven en el mismo edificio, que se ven en el portal no con excesiva frecuencia, y sobre quien tenía alguna impresión superficial, yo lo catalogaba más bien como el hombre que no se mete nunca en problemas, el hombre masa, que no se plantea la realidad, menos aún la realidad política, y si se la planteaba era para apoyar por encima de cualquier otra consideración el orden y la ley, o sea, al gobierno, sin importarle en exceso su forma o los atropellos que pudiera éste cometer, algo habrán hecho si los han detenido, la política para los políticos, me imaginé que sería a lo que él siempre se ceñiría cuando en los noticieros se hablaban de redadas o de los interminables debates en las Cortes, eran sus principios y me lo imaginaba reafirmándose en ellos las veces que me lo cruzaba en las escaleras o en la calle, cerca de casa, cuando salían temas políticos en las tertulias del bar que frecuentase o ante el televisor, y además confirmaba su carácter rutinario el hecho de convivir con su mujer amantísima y una hija ejemplar, eran la familia modelo, y los domingos sin duda vería el partido de fútbol y tendría un trabajo estable, de los de toda la vida, no sabría cuál a ciencia cierta, ni siquiera me imaginaba cuál podía ser su profesión, trabajaría en un banco o un despacho, consideré sin hacerme mucha idea. Era al fin y la cabo una imagen que yo tenía de él, absolutamente preconcebida.

         Por eso me quedé sin saber cómo reaccionar cuando me soltó aquello casi en un susurro y a bocajarro, como si le fuera la vida también a él, la policía, repetí, en mi casa, pensé, y él me lo volvió a  decir una vez más, de nuevo en susurros, con temor, sin duda arriesgando incluso su seguridad, porque debía imaginarse, si me avisaba, que yo era un militante político, uno de esos opositores de una organización clandestina, aunque era también posible, si me avisaba sin conocerme, que fuera porque en el fondo simpatizaba con algo, con nuestra causa tal vez, con los objetivos que perseguíamos, incluso llegué a considerar que quizá compartíamos algo más que un edificio de apartamentos. Suerte, murmuró a modo de despedida, apenas lo pude escuchar, y se alejó mirando a todas partes, temeroso de que algún policía camuflado pudiera haber visto la escena, el vecino que advierte al sospechoso de la presencia de los agentes de la ley, que deviene de pronto un cómplice imprescindible en la huida de aquel, porque a todas luces yo hubiera vuelto tranquilamente a casa de no haber recibido la indicación que me advertía que podía ser detenido sin predecirlo ni imaginármelo siquiera y gracias a él me iba a poder escapar de los agentes del orden, y entonces podría recaer sobre él, sobre el cómplice imprescindible, todo el peso de la ley, porque se había puesto por lo menos al mismo nivel que el perseguido, o sea, yo.

         Me quedé parado un buen instante sin saber reaccionar. Y ahora qué, me pregunté. Tuve que esforzarme por recordar lo que debía hacer en estos casos. No podía volver a casa, no sólo lo sabía porque me lo acababa de decir aquel hombre, sino porque mil veces habíamos repetido en mi grupo las medidas de seguridad. En mi caso, recordé, lo obligado era acudir a la tienda de Manuel, si era antes de las ocho, o al bar de Ortigueira, si era después o muy temprano, y decir la clave pactada, ellos sabrían cómo actuar. Por la hora fui a la tienda de Manuel, una frutería. No le conocía mucho, habíamos coincidido dos o tres veces, era a todas luces un tipo francote, simpático, pasaba por completo desapercibido y tal vez por ello le habían elegido para casos un tanto complicados, por ejemplo las fugas. Por suerte, la tienda no estaba muy lejos. Entré. Dos mujeres compraban naranjas. Iban juntas. No había nadie más. Él me miró y pareció que no me conocía. Le pregunté si tenían manzanas asturianas y me dijo que esperara un momento. Cobró a las mujeres y luego entró en la trastienda. Me quedé solo, rodeado de cientos de frutas. Me agobié de pronto por la cantidad de cosas que dejaba pendientes, temas personales, de mi trabajo, de la organización. Creo que por un momento pesaban más los asuntos sin resolver que el peligro que estaba corriendo. Manuel salió de la trastienda y me dijo que diera una vuelta, pero que no me acercara a casa, y que en una hora volviera, vería una camioneta gris justo delante de la tienda, pidió que memorizara una matrícula, por suerte no era muy complicada y siempre he tenido además buena memoria, y que montase en ella con normalidad, como si trabajara en la empresa de la que dependía el vehículo. Pero debía ser justo en una hora, ni un minuto antes, ni uno después.

         Hay que ver lo que cambia el tiempo cuando vivimos distintas situaciones. Aquella hora me pareció larguísima. Contemplé escaparates, tomé un café, entré en una papelería para comprar un cuaderno y un bolígrafo y aún faltaba tiempo. Tuve que esforzarme los últimos diez minutos para no apresurarme mucho. A la hora exacta regresé. Vi la camioneta. Comprobé la matrícula. Me subí a ella con la absoluta normalidad demandada, como si en los últimos años no hubiera hecho otra cosa que subirme a aquella camioneta gris. En el asiento de conductor un muchacho que nunca antes había visto encendió el motor y nos pusimos en marcha. La frontera no está muy lejos, me dijo. Y fue lo único que le oí decir, porque durante el trayecto no volvió a pronunciar palabra. Llegué a sospechar que todo era un estratagema para entregarme a la policía.

         No fue difícil pasar la frontera. Durante dos años viví en el exilio y con frecuencia recordé a Julio, que sin duda había sido quien me salvara de una detención a todas luces segura. Me pregunté una y mil veces por qué había adoptado aquella decisión y en más de una ocasión pregunté a mis compañeros de asilo si sabían quien podría ser aquel hombre que vivía dos pisos por encima del mío, pero nadie pudo darme razón. Si alguna vez volvía, cosa que no siempre contemplaba como seguro o inminente, iba a pasar por su casa no sólo por agradecerle su gesto, sino también, y sobre todo, para saber la motivación del mismo. Pasó el tiempo. Cuando cayó el régimen y se decretó la ley que permitía el regreso de los refugiados con ciertas garantías, creí ver el momento de resolver aquel misterio. Volví al edificio donde había vivido. La portera se alegró al verme. Siempre le había caído bien y en su momento se asustó al ver a todos aquellos agentes que iban en mi busca. Se horrorizó al no volverme a ver e imaginar que algo terrible podía haberme sucedido. Agradecí sus sentimientos. Le pregunté por el vecino en cuestión. Julio, me preguntó no sin cierta sorpresa por su parte porque yo preguntara por él.

– Ya no vive aquí. -me comentó dubitativa.

– ¿Sabe dónde vive?

– Pero, ¿no te enteraste allí fuera?

         Mi rostro debió de señalarle que no sabía nada. Me contó que era policía y que lo mataron en un atentado hacía seis meses. Su esposa y su hija se marcharon sin dejar una dirección. Al parecer era un mando de la policía, un fiel al régimen, en la escalera nadie lo sabía y supuse que en aquellos tiempos mucha gente tendría razones para entender una acción así. No pude menos que sentirme extraño. Me había salvado la vida sin conocerme de nada. Tal vez por ser policía estaba al tanto de mis actividades, sin duda me consideraría un enemigo. Pero algo le movió a cambiar mi destino. Lamenté no saber por qué me salvó, algo que sin duda ni llegaría a saber nunca.

 

Juan A. Herrero Díez  

 

 

 

 

EL OTRO 11 DE SEPTIEMBRE

 

A Ariel Dorfman,

por su obra “La muerte y la doncella”

y por las víctimas de esos “otros septiembres”.

 

La vida exige una justicia blanca

que va más allá de lo jurídico y lo humano,

la vida exige un justo destino

que recorre nuestro esqueleto

y lo hace la materia más desvalida que existe

en la faz de la Tierra,

aunque algunos se rían de la justicia blanca

y se rían también de unas víctimas encadenadas al destino

del ¿dónde están?

Pero más allá de los silencios

existe un viento invisible que todo lo vió.

La mar se tragó a miles de ahogados arrojados

de aviones de la muerte,

pero los verdaderos ahogados no son los arrojados

ni tampoco los que morirían en un estadio;

los verdaderos ahogados son ellos,

los asesinos.

Por que se los tragó el olvido

y el destino los ahogó en una mar de olvido justo.

La historia sabe quienes fueron,

la historia ésta vez no la escribirían los vencedores,

la escribirían los vencidos.

Los vencidos, muertos o vivos,

llevan su muerte grabada en los rincones de la memoria.

Llevan una muerte que grita los nombres

de todos los vencidos

que escribieron su mensaje en la mortaja y en su testamento

pusieron como herederos

a los hijos de los otros onces de septiembres

que no quiso la mar tragarse.

La mar se hizo ira eterna y expulsó de su grandeza

a todos sus ahogados y se tragó

a esos ahogadores vestidos de muerte desgarrada

para componer la justicia

que no vieron los pueblos erguirse y ponerse en pie

desde sus restos de ceniza y sangre.

 

 

Por Cecilio Olivero Muñoz

 

 

SEMENTERIO DE METÀFORAS

Versos de pasión de según un cronopio menor

 

I

 

Como dos pájaros de fuego, nos bronceamos desnudos con el frío y la luz de los faroles. Se desprende de una estrella, la oscuridad de la sangre de tus ojos: Verdes como el esplendor de la saliva que se goza los labios, el falo y los testículos. No sé si amor es el tumulto de las marcas carmines de este vergonzoso y delicioso espectáculo. Es una delicia comer pústulas de rosas de tus fatigados pechos. Quiero hablar del amor que seguimos cual practicantes los locos: los bipolares, los anarcos, los blancos y los grises. Quiero hablar de ese amor que desgarra… y pulveriza… y amalgama como masa de arcilla que gime y suspira. Sé que nunca has fingido movimientos furiosos ni has aullado como una loba, cuando alcanzas a tocar las estrellas en un éxtasis amoroso. Te he perseguido como un ciego, porque la culpa ha sido de la cobardía de los silencios y del azul en lontananza de esa esperanza, que nunca más regresará a mis brazos. Deja que mi alma llore, todo el dolor por el tiempo perdido. Mi corazón furioso es de barro y vive como el sereno, en eterna vigilia. Nunca volvamos a reñir; calla como una noche perfecta, mientras te desnudo. Te amo como el mar ama a sus gaviotas, que conviviendo tan cerca, coexisten en un idilio eterno, sin traspasar al reflejo del espejo de sus mundos. Eres impura como el fósforo o la mirada de los pechos que me persiguen. ¡Regálame un verso de desasosiego! ¡Regálame un beso! Me siento como la basura del vino, del atribulado desvelo. Observo en la saliva murte, a los desechos de las fiestas de los burdeles. Por amor a ti, me siento como un gaviero de faro. ¡Mira mis llagas y el dolor remalero de mis testículos!

 

 

Por Héctor J. Cediel Guzmán

 

ONCE DE MARZO DE 2004

 

 

ME resigno a ser mayor,

 

a pensar que hay tanta gente

 

que pasado el siglo XX

 

muere y mata por ideas

 

que no pueden defender.

 

Mi patria es la bandera

 

que con nombre de Mujer

 

ondea en el corazón.

 

 

AQUEL jueves de matanza

 

yo viajaba en el vagón

 

de aquel tren de Cercanías

 

que llevaba cada día

 

mi Futuro y tu Esperanza,

 

tu rutina y mi Ilusión.

 

 

Empezaba bien el día,

 

el Madrid ganaba al Bayer,

 

pero inquieta en el andén

 

tu esperabas a ese tren

 

que nunca llegó a Entrevías

 

y yo ya llegaba tarde.

 

 

 

 

 

 

 

Me gustaba despertar

 

con el hechizo sonoro

 

que del tren se desprendía

 

mientras alguien repetía

 

por el hilo musical:

 

“Próxima estación: El Pozo”

 

 

No recuerdo nada más.

 

Solo sé que en el vagón

 

de aquel tren de Cercanías

 

mi Vida se despedía

 

de este mundo al que jamás

 

entendí ni me entendió.

 

 

No recuerdo nada más.

 

Solo sé que aquel vagón

 

de aquel tren de Cercanías

 

se llevaba mi Alegría,

 

mis ganas de llorar,

 

la cabeza, el corazón,

 

la Pasión y la Ansiedad,

 

la Mentira y la Verdad,

 

los milagros, las postales,

 

los pecados capitales,

 

las estrellas, los colores,

 

el aroma de las flores,

 

los recuerdos, la Poesía,

 

los fracasos, la ironía,

 

el Olvido y la Memoria,

 

el querer hacer historia,

 

las arcadas y las flemas,

 

el final de este poema.

 

 

Sólo quiero que alguien lleve

 

mi mensaje a la estación

 

donde espera un corazón

 

a que yo algún día llegue.

 

 

AMADO STORNI

(Jaime Fernández)

 

 

 

 

PALABRAS PARA LIDIA

 

 

HAS nacido entre algodones

 

con el alma prendida a la Esperanza,

 

con el alma encharcada de futuros.

 

 

Has nacido entre algodones y aún así

 

serás testigo de que el mundo

 

gira más deprisa que tus sueños,

 

que la vida se descose de promesas,

 

que la vida se desangra de ilusiones.

 

 

Andarás por caminos sin atajos

 

con el alma hipotecada en cada huella,

 

tendrás octubres,

 

tendrás otoños,

 

sentirás que la traición

 

viaja siempre sin billete.

 

 

Aquí te espera el miedo,

 

la ansiedad,

 

el vértigo,

 

las dudas,

 

la soberbia,

 

los labios enfermizos de “te quieros”,

 

la luz artificial,

 

los arañazos.

 

Aquí te espera el día,

 

la razón,

 

las drogas,

 

el silencio,

 

las arcadas,

 

los besos con sabor a despedida,

 

el sexo sin Amor,

 

la indiferencia.

 

 

Aprenderás que la pasión tiene nombre y apellidos,

 

que la verdad es una linda mariposa

 

que no sabe volar.

 

Descubrirás que la vida se te escapa a cada instante,

 

morirás todos los días con el humo del tabaco,

 

con el ruido de los coches,

 

con las prisas,

 

los horarios,

 

con el lento caminar de la ignorancia.

 

Sentirás que el cielo del que ya eres parte

 

se te nubla muy de vez en cuando,

 

muy de cuando en vez,

 

que el cielo del que ya eres parte

 

ni calienta ni ilumina,

 

y te anula

 

y te agota

 

 

y te yerma de impotencia

 

porque tienes alas

 

pero no puedes volar.

 

 

Verás que el desengaño nunca llama antes de entrar,

 

que el orgullo y la inocencia se marchitan con los años,

 

que el olvido se pasea por las calles del deseo,

 

de un deseo que no dormirá nunca en tu cama.

 

 

O tal vez sí.

 

 

Y aún así

 

comprobarás que haber vivido

 

es lo mejor que ha podido sucederte.

 

 

AMADO STORNI

(Jaime Fernández)

 

 

LA MITAD DE LA MITAD

 

 

LO mejor que ha podido sucederte

 

es que tus labios se encontraran

 

con los labios que buscaban,

 

que tus labios se encontraran

 

con los besos que querían.

 

 

Y esos besos,

 

como esquelas de pasión

 

que ahora te llaman y después te olvidan,

 

un día se despiden de tus labios

 

y deambulan impacientes

 

por el mundo de los labios

 

en busca de otros labios

 

a los que violentar

 

con su lengua los “te quiero”,

 

otros labios que encharcar

 

de deseo y de saliva.

 

 

Y de todos esos besos

 

engominados de ansiedad

 

y sofocados de caricias,

 

de todos esos besos

 

que creías que eran tuyos para siempre,

 

tan solo quedan la mitad.

 

 

La mitad de la mitad.

 

De la mitad.

 

 

De

 

la mitad.

 

 

De

 

la

 

mitad.

 

 

De

 

la

 

mi_

 

tad.

 

                                      AMADO STORNI

(Jaime Fernández)

 

 

FRIDA KAHLO

 

 

LA dama de semblante cejijunto,

 

abanderada de los desencuentros,

 

del Méjico moderno, independiente,

 

de los barcos que no llegan a puerto.

 

 

La dama que encontró en Diego Rivera

 

la pincelada a todas sus desdichas,

 

el sueño de volar sin tener alas,

 

el corazón voraz y narcisista.

 

 

Del genio prisionero en una cama,

 

del alma embotellada y diferente,

 

la dama de la portada del Vogue,

 

del sueño comunista hasta la muerte.

 

 

Del saber que morir no cuesta tanto

 

cuando la vida deja de ser Vida,

 

la dama del Amor y del Dolor,

 

del Arte y de la Muerte sigue viva.

 

 

Si el mundo ya era un mundo doloroso

 

lo es mucho más desde que tú no estás.

 

 

Si piensas que volver vale la pena

 

yo te estaré esperando en Coyoacán.

 

 

AMADO STORNI

(Jaime Fernández)

 

 

ASÍ FUE

 

 

Me llevaste a dar un paseo por las nubes
como si fueras el dueño del mundo,
en un día claro y radiante.
¡Y toqué la suavidad de la ilusión!

Sentí tu fuego y pasión
pero me dijiste ¡me estoy quemando!
¡Alejémonos!

Te fuiste rápidamente
y me cogiste de la mano
pero para mí ya era tarde
¡porque yo también me había quemado!

Y en tu rápida carrera por buscar
otros mundos sin explorar
me indicaste las estrellas al pasar.
Sentí tal serenidad en aquellos instantes
que quise allí quedarme, pero contigo.

Mas al girar la cabeza para buscarte
y alargar mi mano queriendo tocarte
solo encontré el vacío porque..
Tú…. ¡tú ya te habías ido!

Me dejaste, de repente y sola
buscando un sol que se ocultó
una luna que no asomó
Y ese sabor dulce de la miel
que pusiste en mis labios
se truncó en el de la hiel, tan amargo.

¿Dónde estás amor?
porque yo aún estoy aquí
buscando un camino para volver
mas es tan profunda mi ceguera
que nada puedo ver.

Con mis lágrimas estoy construyendo
una escalera de cristal
que quiero que sea también espejo
para mirarme al bajar.
Iré dejando peldaño tras peldaño
mi gran desengaño.

Para tus manos vacías, mi olvido.
La carga de mi desconsuelo,
la arrojo en tus brazos caídos.

Para tu boca esos besos
que nunca te pude dar.
Para tu cara una caricia suave
con mis dedos.

A tu corazón yo le dejo
mis gemidos,
mi hambre y mi sed de ti..

Y para tu alma…
para tu alma yo entrego
todo lo bello que sentí contigo
y lo cambio por tu gran soledad.

Te dejo partir
con mi mudo reflejo,
con la alegría de mis noches y días.

Te dejo partir
hacia ese mundo inventado
de amores, de mujeres jóvenes
y del buen vivir que tú tienes.

Pero al final de la escalera
no olvides recoger
tu gastada fotografía
de tanto mirarla durante noches y días
y la caja de las cenizas
de ese fuego que durante todo este tiempo
me consumió
porque no quiero que se reaviven jamás
y sé que contigo
¡bien seguras estarán!

 

 

 

Por Ascensión Rivera

 

 

 

 

 

EL ESCRITOR

 

Soy pájaro de noche

surcando los cielos

con gran esfuerzo

en busca de signos y letras

que se dibujan en la mente

y haciéndome reproches

porque ya perdí mis alas.

La luna tenue ilumina

las hojas de papel escritas,

llenas de pensamientos inventados

donde la imaginación se desliza

y los hilos se entrelazan

en la historia real o ficticia

que trae a la memoria

los sentimientos anhelados

los recuerdos perdidos y los encontrados.

Mi mano tiembla dudando ante el deseo

de estremecer o herir

hacer soñar o sufrir

pero sólo son segundos de duda

¡antes de empezar a escribir!

 

 

Por Ascensión Rivera

 

 

TRISTEZA

 

 

 

Rota la tierra,

resquebrajada,

árboles caídos,

maleza,

que todo lo atrapa.

 

Enseres abandonados,

muebles raídos,

apilados en un rincón

atrapados en el tiempo

de ausencias.

 

Un todo que el viento

arrastra

junto con las hojas

desprendidas

de un otoño que viene

y sin embargo

nada cambia..

 

Huellas de pasos,

tímidos,

flor aplastada

y un olor que se esparce

de primaveras pasadas

por todas partes.

 

Un árbol con dos raíces

una más corta,

la otra más larga,

y  dos ramas rotas.

 

Cerrada la verja

y también la puerta

cortinas echadas,

deshilachadas,

una silla vieja.

 

Una mujer de negro

vestida,

con ojos hundidos,

abatida

y  falta de sueño,

viene a recibirme.

Las lágrimas se funden

y queman,

junto con los abrazos.

 

¡Qué frío siento!

¡y qué triste es venir aquí

sin ellos y casi sin ti!

¡madre!.

 

 

Por Ascensión Rivera

 

 

 

TUS PALABRAS

 

 

A través de tus palabras
y sin darte cuenta
¡¡Yo puedo leer tu alma!

Entre puntos suspensivos
adivino que eres seductor
y posesivo.

Entre subrayados
sé cuándo estás enfadado
aunque digas que no.

Tu desprecio y desdén
abraza los paréntesis
con frenesí.
¡Apasionado eres, sí!

A través del interrogante
tras mis preguntas
veo que eres arrogante
¡y te gusta!

Nunca podrás engañar
a quien entre palabras se desliza
por mucho que luches
porque desnudo tus sentimientos
y quedas ante mí
vulnerable y triste.

Entre mis dedos
arrastro tu sufrimiento
y tocando las letras
¡te acaricio!

Con tu mayúscula
me gritas
y me tiras a la cara tu desamor
con la «negrita»

¡Es inútil! ¡Ya no!
Para mí el color negro de tu palabra
machacada con rabia
¡de tu amor me habla!

 

25/09/2008

 

Por Ascensión Rivera

 

 

 

TU CABELLO Y DOS LUCEROS

 

  

ESE  VIENTO, QUE HOY ALBOROTA TU PELO,

ES EL MISMO QUE SE TROPIEZA CON MI TRISTEZA

EN EL ESPACIO Y EL TIEMPO…

CABELLO SEDOSO Y NEGRO ADORNADO

POR DOS LUCEROS.

 

ESE VIENTO QUE ACARICIA TU PELO

ES EL MISMO QUE LLORA EN SILENCIO

AL RECORDAR LOS ENCANTOS Y ALEGRÍAS

QUE ADORNABAN CON ESPERANZA

 AQUELLOS DOS LUCEROS.

 

ESA BRISA QUE ENTRA POR MI VENTANA,

ES LA QUE ME ARRULLA Y ME HACE DORMIR

CUANDO MIS PENSAMIENTOS SE CANSAN,

Y OTRA VEZ ME HACE SOÑAR

CON EL VIENTO,

EL SUSURRO DEL MAR,

 EL AZUL MARINO,

  LA BRISA QUE BAÑABA TU CARA

Y LA ROSA QUE ADORNABA

TU PELO Y DOS LUCEROS.

-Luis chinchilla Elizondo-

Grecia, Alajuela, Costa Rica

Correo electrónico:  luischin_63@hotmail.com

 

Primer Ganador del 1er Concurso

de poesía de la Revista Cultural

“Espíritu Literario”.

 

 

ESAS MIRADAS QUE CAMINAN

 

“Mas en los días el vuelo desgarrador de la paloma

embriaga mis ojos con la gracia cruel de las distancias”.

 

ELISEO DIEGO

 

Esas miradas que caminan

con pasos de desgarradas nostalgias

en senderos de intangibles jirones

que pesan como la luz de la isla.

Esas miradas de cristalizadas lágrimas

aún antes de manar del surtidor

de sus perdidas cuencas de distancias.

Esas miradas que se sumergen

buscando las antípodas de sus entrañas

en su fondo, en el fondo más hondo

donde el dolor es más polvo.

Esas miradas que como géiser amanecen

del mismísimo centro de si mismas.

Allí, allí donde está el magma de sus ojos.

Esas miradas de suspiros silenciosos

mudos, devorados de sus silabas

secas de rodeada impotencia,

calladas frustraciones de memoria.

Esas miradas de luz del atardecer

frente al mar de los sueños

evaporaciones densas de luz de poniente.

 

Por Francisco Jesús Muñoz Soler

 

 

 

EL PAPEL ARRUGADO

 

Sé que un papel resiste

cualquier mentira,

sé que las canciones

son refugio de poeta y lira,

sé que mi mejor canción

de tu mismo aire respira.

El papel arrugado

soporta violencia e ira,

el corazón maltratado

soporta al mundo que gira,

ese ser tan lastimado

que en pena oscura delira,

ese ser tan maniatado

también sufre y respira,

ese ser equivocado

sin que nadie lo corrija,

ese ser tan despistado

qué canción tan distraída…,

ese ser asustado

sin que nadie lo redima,

ese ser despreciado

sin verso que le haga rima.

Quisiera empezar de nuevo,

contigo amor, en otra vida,

quisiera no ser malevo,

quisiera encontrar salida,

a este corazón de perro,

a este caminar deprisa,

a esta soledad de encierro,

a este corazón hecho trizas.

Quisiera contar contigo

en este deambular sin guia,

en esta habitación del recuerdo

en este miedo a la desidia,

quisiera por que yo quiero

cantar esta canción de vida,

quisiera por que lo merezco

otro punto de partida,

quisiera, sí no enloquezco,

una vida a color y divertida.

 

 

Por Cecilio Olivero Muñoz