
No creo en el destino ni en la suerte, sino en la planificación y la disciplina; pero a veces todo me sale mal después de tanto planificar, mientras que otras cosas, aparentemente imposibles, se hacen realidad en mi vida a pesar de haberlas hecho como si no quisiera.
No creo que Dios exista como nos lo cuentan las religiones y, a veces, simplemente creo que Dios no existe, que solo estamos los seres humanos llenos de egoísmo, amor, maldad y empatía; pero de vez en cuando, cuando estoy a punto de tocar fondo, sucede algo en mi vida que no podría entender si no admitiera la existencia de un ser superior amoroso y piadoso.
No creo que sea muy inteligente o demasiado culta, pero me sorprende que tanta gente con estudios, que conoce mundo y tiene amistados a lo largo y ancho del planeta sea incapaz de ver cosas tan sencillas como que una persona que decide no arrojar botellas ni basura a los ríos es una persona más que contribuye a cuidar nuestro bello planeta.
No creo que los seres humanos seamos menos inteligentes que los animales, pero a veces me parece que los animales son más respetuosos con la naturaleza: no comen más de lo que necesitan, no actúan movidos por la envidia, el odio o el rencor (el caso de ciertos perros que odian a los gatos es un poco particular).
No creo que una dieta vegetariana sea la más saludable, ser vegetariano me parece exagerado a veces; pero también me parece que comer carne es un acto muy salvaje y cruel..
No creo que triunfar y ser feliz en Guinea Ecuatorial sea realmente difícil, pero por todas partes veo nepotismo, falta de meritocracia, corrupción, falta de modales… y un largo etcétera que podría causarme problemas si sigo hablando.
Tambien creo en ciertas cosas, como que los oradores motivacioneales son realmente necesarios; pero son tantos los que se empeñan en pintar el mundo de blanco y negro que, al leerles, siento que no hacen más que escupirme mis debilidades y recordarme mis carencias.
Creo que los padres siempre tienen parte de la culpa cuando un hijo se comporta mal y comete errores que le afectaran de por vida, pero cuando me encuentro con situaciones como que en una sala de maternidad hay 17 madres que no superan los 18 años y solo tres están por encima de los treinta. Me pregunta si son tantas las familias que se olvidan de llevar a sus hijos al médico para que les digan qué métodos anticonceptivos usar o, simplemente, tener una charla; también me pregunto si tanto ellas como ellos no sabían que existe la posibilidad de quedarse embarazados si no tomaban medidas; y, sobre todo, me pregunto cómo se bajaran tantas mujeres del autobus que conduce a las madres al fracaso.
A veces creo que los jóvenes de ahora tenemos más información y somos más inteligentes que nuestros abuelos, pero en todas partes me encuentro con jóvenes deseando que el mundo vuelva a ser como lo era en los días de nuestros abuelos. Me reservaré el comentario sobre las mujeres que se sienten fracasadas por estar solteras o no tener hijos.
Con todo esto, y un poco más que me callo, he llegado a la conclusión de que soy
única y particular; veo las cosas como muchas otras personas no las ven y esto no me hace peor ni mejor. El mundo está como está por cada una de nosotros. Eso sí, creo que nos iría mejor a todos si intentáramos causar más alegrías y risas sinceras.