42º NÚMERO DE LA REVISTA LITERARIA NEVANDO EN LA GUINEA

 
 

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42º NÚMERO DE LA REVISTA LITERARIA

NEVANDO EN LA GUINEA

NºXLII      31-03-2010

 

 

EDITORIAL XLII

Miguel Delibes

Este mes de Marzo murió el escritor castellano Miguel Delibes. Como suele ser habitual, los medios  de comunicación se han volcado en hablarnos de este autor, no hay mucho más que añadir sin riesgo a caer en los tópicos al uso. Sin duda, se le debe recordar como uno de los autores más importantes del siglo XX, un narrador que aportó una de las mejores prosas castellanas. Su última novela, «El hereje», es para muchos, además de su testamento literario, un relato impresionante cuyas últimas páginas reflejan una intensidad de estilo y de contenido deslumbrante.

Pero, al mismo tiempo, Delibes como escritor era el símbolo de una manera de ser literaria. En estos tiempos de espectáculo, de exhibición, la discreción no es valorada, sin embargo creemos que el escritor ha de “saber estar”, nunca ha de hacer sombra a su obra, sino debe permanecer en un segundo plano porque lo importante, lo que debe ser recordado por encima de cualquier otra cosa, es la literatura, es la obra. No porque tengamos una visión mística de la literatura, sino porque creemos que el ejercicio de la escritura permite ese diálogo que consideramos central. Una vez escrita, cualquier novela, cualquier poesía o relato pasa en cierto modo a pertenecernos a todos. De ahí que toda lectura sea una reescritura en tanto en cuanto el lector la interpreta en su mente, recrea la historia narrada. Miguel Delibes lo sabía, su compromiso con la escritura le hizo ser exquisito en el lenguaje, atento en la estructura de sus textos, primoroso en su caminar entre las letras.

Escribir es sin duda ocupar un lugar en el mundo. Al mismo tiempo, quien escribe refleja en cierto modo el mundo que le circunda y también su propia visión de la vida. En este sentido, Miguel Delibes logró transmitir en sus libros esa Castilla austera que era cálida y distante al mismo tiempo, circunspecta y reservada, extensa y cultivada, tal vez como era el escritor, . La reflexión estuvo presente siempre entre sus párrafos porque la literatura se compone de palabras, sí, pero también de ideas.

Estamos en un momento de cambio cultural y social, lo sabemos. Lo audiovisual está ganando un terreno enorme y somos conscientes del papel que ejerce la literatura en el ámbito cultural actual, un papel menor que hace algunos lustros. Podemos llegar a pensar que autores como Miguel Delibes, con una obra amplia y cuidada en lo estilístico, hoy no podrían aparecer, aunque puede que se trate de una visión distorsionada por el temor que nos dan las nuevas tecnologías, los cambios de referentes y los nuevos paradigmas culturales. Sin embargo quizá cambien las formas, pero no el fondo y ese diálogo que es la literatura perdurará mientras haya lenguaje, mientras existan los idiomas y perviva el ser humano.

No queremos caer en el tópico de la despedida, pero sí tenemos que insistir en una frase que se repite en situaciones así: nos queda su obra. Seguramente habrá lectores que acudirán a sus libros y, aunque las circunstancias hayan cambiado, entenderán lo que el escritor castellano quiso transmitir, que es al fin y al cabo lo que le convierte en un buen escritor.   

 

 

RETRATO DE UNA HIKIKOMORI

(MONÓLOGO)

 

He escrito la palabra japonesa hikikomori en Google

y me ha dado 341.000 resultados.

Esto es lo que dice la wikipedia de ellos:

[Los hikikomori (ひきこもり o 引き篭り), hikikomori: son adolescentes y adultos jóvenes que se ven abrumados por la sociedad japonesa y se sienten incapaces de cumplir los roles sociales que se esperan de ellos, reaccionando con un aislamiento social. Los hikikomori a menudo rehúsan abandonar la casa de sus padres y puede que se encierren en una habitación durante meses o incluso años. La mayoría de ellos son varones, y muchos son también primogénitos. Este tipo de problemas se centran (aunque bien, no son exclusivos) en las clases media-alta y alta, donde el joven posee cuarto propio, lo cual es considerado un lujo en Japón. La palabra japonesa hikikomori significa aislamiento en español.]

Pero aún más alarmante resulta esto:

[Estos adolescentes deciden encerrarse en su habitación o en una parte de su casa después de suspender un examen o tener un desengaño amoroso y lo que empieza por una chiquillada acaba convirtiéndose en años de reclusión voluntaria. La familia resignada no hace más que pasarle la comida sin poder mediar palabra con él. En la habitación suelen tener TV, PlayStation y todo lo necesario para no tener que salir. Se suelen pasar la noche jugando a los juegos y las consolas que sus padres les proporcionan (que son todas las que quieren) y los días durmiendo.]

Estoy realmente preocupado al ver estos resultados.

Ella es así como dice que son estos chicos japoneses,

aunque ella no está obsesionada con las webs MANGA.

Ella lo está por las novelas coreanas.

Cuando va al pueblo donde nació de vacaciones

es como si resucitara. Toma el sol y juega con los demás

chiquillos, pero cuando regresa aquí, a la ciudad:

se encierra horas y horas, y no sale ni para comer.

Ella es, o ha sido, muy afectuosa, dicharachera,

muy sociable y muy alegre, pero de un tiempo hasta aquí,

nada…, nada…, no sale.

Yo quisiera verla como antes, cuando compartíamos,

cuando reíamos, cuando éramos una familia.

Recuerdo cuando era una bebé; tan frágil,

tan pequeña, siento a veces que se me va, se me pierde.

De niña me decía: -Papá, vayamos al parque-.

Llévame a la feria. Sácame de paseo.

Ahora la veo encerrada y me siento culpable de su encierro.

Ella ya no ríe si no es delante de ese maldito ordenador.

A veces le digo: -¿Te vienes a pasear?

Ella contesta:-No Papá, estoy viendo novela.

Me frustra tanto su negativa que prefiero dejarla.

Yo quisiera que fuera como cuando vamos al pueblo.

¡Ojalá no cometa una locura!

Sé por experiencia propia que las nuevas tecnologías

son parte de nuestro futuro inmediato, sé que esto

irá a más, sé que la gente en un futuro

se conocerá a través de Internet, pero… ¿esto?

No, me niego, me niego a verla así encerrada en su cuarto.

Su madre y yo estamos algo carentes de dinero,

eso la obliga a no salir apenas, pero si tuviera un poco

de dinero yo se lo daría para que fuese al cine,

incluso a la discoteca. Ella a veces ríe sola,

parece reír de forma vehemente y transitoria;

sabe mucho sobre informática, quizá sepa demasiado.

Ella no quiere estudiar, no tiene amistades,

Se encierra en su habitación y toda la vida

le pasa a su lado, veloz e implacable, inexorable,

las aventuras que podría vivir en esta ciudad de caos.

Un joven es un aventurero en potencia,

aunque un viejo es un aventurero cansado, quizá apaleado,

y ella parece ser un aventurero atormentado y miedoso,

que no se atreve a vivir la aventura, la vida, la realidad.

Esta vida duele, pero nos duele a todos, sólo unos pocos

son felices irremediablemente, aunque no son hombres del todo.

Ser un hombre completo conlleva a pasar por un sufrimiento.

No puedes encerrarte de por vida. No, no puedes.

1.200.000 chicos japoneses sufren este mal moderno.

¿Y en el mundo? Quizá haya muchos más.

Internet es una llave al mundo y también un candado.

Un candado en el que encerrarse en una habitación

y ver pasar tu vida vertiginosamente, pavorosamente.

Los chicos de hoy deben mirar las estrellas en verano,

deben tener primeros amores, deben probar nuevos sabores,

viajar, aprender a saber lo que quieres, aprender a pensar

por sí solos. Aprender a elegir cuál es el camino.

Esta vida tiene sus riesgos. Esta vida no sería nada sin riesgos.

Es bello, es importante luchar y vivir con estos riesgos.

La vida es una lucha y un cruzar una frontera.

¿Qué será de esta chica cuando nosotros faltemos?

Debo enseñarla a afrontar sus problemas.

Cuando carece una pareja de recursos económicos

vienen automáticamente las discusiones y quizá fuese eso

lo que de verdad le amedrenta o lo que la empujara al encierro.

-¿Qué puedo hacer?- Esto se me escapa de las manos.

¿Llevarla a un psicólogo?, ¡a un psiquiatra jamás!

No quiero que la atiborren a pastillas, es muy joven.

Los chicos deben vivir, vivir y conocer que detrás de un día malo

quizá venga otro peor, pero nunca habrá dos días similares,

es mejor descubrir que si no se lucha

acabarás siendo víctima de tu propia inhibición.

Cuánta literatura por disfrutar, cuántos sabores por degustar,

cuántos amores por comprender, cuántas verdades por conocer.    

 

 

Por Cecilio Olivero Muñoz

El Secreto

 

         Begoña, se llamaba Begoña, sí, me acuerdo perfectamente, cómo olvidarla, aunque pasaba desapercibida, de hecho nadie la recuerda ahora, a veces lo pregunto a algunos de los compañeros de entonces, os acordáis de Begoña, y se quedan parados, pensando, recorriendo con la mente los rostros de entonces de todas las chicas de la clase y también las de otros cursos en busca de un rostro que asociar al nombre, sí, hombre, Begoña, les digo cuando compruebo que no hay ningún recuerdo, flacucha, pecosa, pelo medio rizado, castaña, más bien feúcha, aunque no del todo, no creáis, podía ser resultona si te fijabas, sacaba notas medias, apenas hablaba, cómo me voy a acordar, me decían entonces algunos como respuesta, cómo podría recordar a alguien así, maldita sea, me digo, seré yo el único que me acuerde de ella, no entiendo que pasara tan desapercibida, que no haya el más mínimo recuerdo, por mucho que tenga yo una razón para acordarme de ella, que no es otro que el conocer su secreto, lo que nadie sabia y ni siquiera se podía llegar a imaginar, lo que, de saberse, armaría una buena escandalera en nuestra escuela, en nuestra pequeña comunidad conservadora repleta de cotilleos y chismes con que amenizar la rutina, el aburrimiento generalizado.

         Corrían años sombríos, aunque no nos diéramos cuenta aún, y creo que se imponía un color acorde con la desolación general, tengo para mí que ese color era el gris, un gris ceniciento, el de esos días de niebla y llovizna que se extendían a lo largo de los meses, el de inviernos largos que en la práctica llegaban hasta bien entrada la primavera, con nuestras mortecinas tardes en clase, las de un instituto desvencijado en el corazón de un barrio obrero de luenga tradición popular y calles estrechas, largas, interminables, donde vivíamos en casas pequeñas, baratas, con familias de toda la vida. Estudiábamos más porque no podíamos hacer otra cosa, apenas teníamos dinero, a veces nosotros mismos trabajábamos por algunas monedas, nada del otro mundo, un pequeño peculio que apenas nos permitiera algunos dispendios, como pagarnos los cafés o alguna cerveza en la taberna de Ernesto cuando nos reuníamos los sábados después de comer, más por salir de casa que por la oferta de una tarde que sólo vaticinaba aburrimiento y de tanto en tanto alguna conversación entretenida o una partida de ajedrez o de parchís que nos salvaba de la rutina. En ocasiones acudía alguna chica, se formaron algunas parejas, somos novios, anunciaban, luego se separaban sin más explicaciones, nadie las pedíamos, quizá porque sabíamos que era una forma más de pasar el tiempo, emparejarse más por el luchar contra el desasosiego que por amor.

         En la taberna de Ernesto nos reuníamos uno puñado de los estudiantes del Instituto. Nos caíamos más o menos bien, nunca discutíamos, tal vez, como dice Mario, porque el mal tiempo relaja tanto los espíritus que no permite los malos rollos. Ahí compartimos las primeras esperanzas, algunas confidencias, las primeras frustraciones. En realidad no guardo malos recuerdos de aquellos años, para ser sincero, no sé por qué me gusta regodearme a veces en la melancolía, en la amargura.

         Por aquella época comencé a vagar algunas tardes por las calles. Siempre me había gustado callejear, pero en la niñez apenas me dejaban alejarme mucho de casa. A medida que me hacía mayor mis padres dejaban de advertirme que no me fuera lejos, a no preguntarme por qué tardaba cada vez un poco más en regresar. Salía del instituto y comenzaba a dar vueltas, primero por las calles próximas, pronto llegué a otras calles distantes, otros barrios. Hará sus cosas, oí que le decía mi padre a mi madre, déjalo, ya no es un niño. Me sentí entonces libre. No sé si me satisfizo mucho la sensación, creo que más bien no.

         Pero descubrí que ya podía alejarme lo que quisiera, podía saciar mi curiosidad por otros rincones, en una ciudad cuyos límites me resultaban imprecisos y vagos. Era una libertad que por entonces no sabía que lo era, no tenía nombre. Salía del instituto, a veces dejaba mis libros en casa y me iba a andar sin destino alguno, sólo por el placer de recorrer las calles.

         Una tarde la vi. Me daba la espalda, pero la reconocí sin dificultad, a pesar de haber empezado a oscurecer y de la luz difusa, algo incierta, de las farolas. Begoña no era del grupo afín. De hecho, nunca hasta entonces había hablado con ella, hablado en serio, en el sentido de conversar, de charlar, todo lo más intercambiaríamos algunas palabras cuando los profesores formaban grupos para potenciar la cooperación en el estudio, los lazos entre todos, el intercambio de ideas o de los temas aprendidos. Pero casi no era hablar. Ella, además, parecía esquivar cualquier contacto, por timidez o recato, quién podría saberlo. Quise acelerar para ponerme a su lado y saludarla, pero algo me obligó a parar, una intuición o un presentimiento, no lo sé. Había algo extraño en su manera de andar, en ese mismo instante no podría decir qué. La seguí un buen rato. A veces andaba tan lento que me obligaba a detenerme, a darme la vuelta, recorrer de nuevo lo ya recorrido, volver la vista para que no me viera. De pronto fue ella quien se dio la vuelta y se dirigió de nuevo hacia donde yo estaba. No me vio. Me escondí en una callejuela y regresé a casa, curioso por saber de aquellos paseos.

         La busqué al día siguiente. No la encontré. No fue hasta dos o tres días más tarde que la volví a ver. La seguí. Entonces vi como se acercaba a los hombres, intercambiaba algunas palabras, los hombres, siempre adultos, la miraban primero con sorpresa, luego con asombro, y muchos, la mayoría, aceleraban el paso. Otros, apenas unos pocos, la acariciaban, la tomaban a veces del brazo, avanzaban hacia una de las callejas laterales, algún portal, rincones oscuros donde les perdía de vista.

         Durante varios días se repitió la misma escena, con exactitud. Una vez, al cabo de una semana, me acerqué a la calleja. Escondido en un lado, les observé. Se besaban. El hombre la acariciaba con fuerza, colocaba sus manos debajo de su falda larga, la pegaba contra la pared, escuchaba sus jadeos, algunas palabras obscenas. Al día siguiente en clase parecía la misma chica tímida y callada de siempre, un espectro, pensé, nada que ver a la Begoña que yo había visto la noche anterior.   

         Una tarde vi como se acercaba a varios hombres. Los días anteriores había conseguido llevarse a varios a los rincones oscuros. Pero ese día ninguno la hacía caso, huían de ella. Avanzaba rápido, como desesperada, la perdía entonces de vista, la volvía a vislumbrar entre farolas y coches aparcados, a veces se detenía, parecía pensar o desolarse, no lo sé muy bien. En uno de los momentos que la perdí de vista aceleré el paso para no perderla del todo. Crucé una esquina. No la vi, se me fue, pensé no sin cierta amargura y decepción.

– Me buscas. -oí que me preguntaba detrás de mí. Me quedé quieto, sin saber qué decir, qué responder- Te he visto varios días seguirme -continuó-, incluso cuando me iba con alguien a alguna calleja.

         Se rió cuando intenté explicarme y apenas farfullé algunas palabras inconexas, estúpidas. Se acercó, se puso delante de mí. Sonreía de un modo extraño y entonces me pareció de una belleza feroz.

– No te preocupes -me dijo-, no me ha molestado, todo lo contrario, me ha gustado. Mucho, de verdad.

         Me besó en la boca. Yo seguía quieto, sin saber qué hacer. Vamos, susurró. La seguí a un portal. La puerta estaba entreabierta y nos colamos dentro, como fugitivos, mientras yo sentía que ardía por dentro, como si de pronto me invadiese la más alta de las fiebres porque estaba a punto de lanzarme al barranco más profundo, a un lugar que nunca antes había conocido.

Juan A. Herrero Díez

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TRES CANCIONES  SUB-URBANAS

 

Por Cecilio Olivero Muñoz

CANCIÓN DE LOS MUCHACHOS

Burla de necios y fanfarrones,

tropa de dioses con migraña,

cumbre de todos mis detractores

que guardan su tiña en su guadaña,

victimas de aquel compromiso,

secuaces de asediadas mañanas,

protectores de un mundo sumiso

que beben a sorbos su desgana,

 bostezan por fríos consuelos,

su peloteo es floreo con mala maña,

entre  los rastros del suelo

se halla su huella siempre tan casta,

se atan gomas en el pelo,

levantan su voz por las cucañas,

creen que su verso es de caramelo

y es rima parca de pura melaza.

Ramplones del gris compadreo,

son pendencieros y mojigatos,

sacad vuestra fiera de paseo

mientras yo echo la siesta un rato,

sacad de vuestro váter el tebeo

y apuntadme en la frente el gasto,

yo mientras sigo dando garbeos,

siempre buscando y buscando,

me gusta demasiado el cachondeo,

de cualquier paga-fantas me escapo,

en la melodía de alegrías me empleo,

me tapo y también me destapo,

ni de fraile ni de santo me veo

y mucho menos haciendo milagros,

 señalad mi soledad con el dedo,

yo del güisqui no cuento los grados.

Otras madrugadas me desnudan,

otras mañanas me desvisten,

 todos mis ceros se adeudan

a las rutinas de tardes que insisten

 que eres apariencia y fachada,

que todo es farfolla y despiste,

que tú sólo das la patada

cuando en torno a ti está lo triste,

que quieres y te cansas deprisa,

y llevas tu cansancio en ristre,

ves como se te pudre la risa

guardando para unos pocos tu chiste,

te aniquilas enfadado la camisa

si los cierra-bares te hablan de alpiste,

te persigue nerviosa tu prisa,

tú lo sabes y ya lo asumiste,

vas de progre y de optimista,

naipe comodín, órdago al envite,

 regateo ruin de mezquino estraperlista,

 chamullista vil, zaino quitaquite,

(estribillo)

Círculo de los mamarrachos,

pan de las lejanas quimeras,

poto de los buenos borrachos

que chupan todos de sus maneras,

Son estudiados y buenos muchachos

que nunca tuvieron malas ideas.

VÉRTIGO EN LAS CALLES

 

Secuencia de un mundo inexacto,

calles mojadas aún por desnudar,

el binomio es fragmento del pacto

con el miedo abierto de par en par.

Gorriones grises le dan al acto

un dios atento que aprende a callar,

delirio mecánico y azar de artefacto,

gramos de insomnio, taxi-realidad.

Bares que esconden en el lavabo

criaturas de sesgo del todo vertical,

parques que abrazan lo asediado,

peces con beso oscuro que olvidar,

olvidos que buscan en su pasado

una memoria desnuda con luz de gas.

Clases sociales entregadas al vaso,

destellos opacos en estrecha verdad,

madres ajenas que en aquel raso

hacen maraña de lo que no está,

viles majaderos que en el tabaco

hacen inventario de semilla angular,

matarifes del compás deshuesado,

pupilos de la noche y del gran maná,

tempraneros que allá por las cuatro

legañean toda su cruel vanidad,

mozos que rompen un mal contrato,

proxenetas con moribundo paladar,

exterminio torpe en los sustratos,

pollo frito frío con el que soñar,

noches de ceguera y de espanto

que vale la pena dejar muy atrás,

largos turnos silbados en el trabajo

de seres que viven para menospreciar,

estornudos y falsas toses que por abajo

hacen heridas que pretenden gritar,

busca en tus llagas sombra de tirano,

busca tu flash en la velocidad,

no encuentras larva en el simulacro

que pierda el hilo al conversar,

cimarrones que entran al trapo,

mitómanos y cirujanos que viven mal,

tapujos en los suspiros suspirados,

moneda que de mano en mano va,

lágrimas que valen más de un pecado,

muralla de miradas por derribar,

mundo renovado que pisotea lo viciado,

otro sol que aprende el mismo andar.

(estribillo)

Calles que se mueven al compás

de ritmos que vértigo te darían,

pon tierra por medio y ya verás

 aquello que inusitado tú odiarías,

calles de contrariedad y velocidad,

calles de soledad que acompañaría

a solitarias fotos de carné de identidad,

solitario nombre de noche y de día,

solitaria calle, vertiginosa ciudad,

Vértigo que habita allá entre cañerías.        

  

UN BLUES, UN TANGO

Y UNA RANCHERA PARA DOS

 

A Joaquín y Benjamín, por inspirarme vivir.

La noche es un gato negro,

el día es lisura de filigrana,

la mafia defiende sus huesos

con gorilas de espalda ancha,

me atrapan y me olvidan los versos,

me buscan todas las trastadas,

se me escapan azules los cielos

detrás de ángeles de negras alas,

se caen de mi bolsillo los ruegos,

se me suben todas las retahílas,

me siguen ciegos tus besos

por las calles frías de Praga,

busco en tus canciones consuelo,

busco nueva fe en tus baladas,

a mí también me ladran los perros,

y mis sonrisas también se cansan,

entre chistes negros no pienso,

gozo entre tus bromas macabras,

las canciones huyen de su consejo,

las canciones hay que cantarlas;

un hombre anda así de rodillas,

un hombre que apenas es nada,

fugitivo de su espesa pesadilla,

amante infiel sin su coartada,

villano que anda a hurtadillas

desde su maldición a su casa,

un rey mendigo de pacotilla,

fulano que anda siempre sin plata,

nadie puede ser un rico mengano

y un pobre zutano de lo que canta,

nadie puede gozar del verano

con tantas tormentas sin calma,

nadie ha previsto vivir tan sano

con tantas epidemias que matan,

nadie ha empezado un camino gitano

y ha terminado con soledad en la solapa,

nadie se ha levantado temprano

con una luna que a veces se escapa,

no se hace combustión de lo falso,

una canción de amor no se pacta,

qué mueran de amor los tiranos

con miedo al espantajo del agua,

qué revienten de paz los resolanos

y los mares salvajes que braman,

  abrazo que se da a un hermano,

remedio que aprietas en tu garganta,

sol de silencio, mi primo lejano,

baile de treguas y de catalas,

ves galaxias en los estribillos,

ves estrellas en las verdades blancas,

de goma son los cuchillos,

pura broma las zarandajas,

a sangre viva gritan los chiquillos,

a lluvia suena tu fiel guitarra,

calla la cigarra y calla el grillo,

Sabina canta lo que Prado sangra.

(estribillo)

Puedo ser cómplice de algún artificio,

puedo sufrir ceguera en cada frontera,

puedo hacer canción de esta primavera,

puedo dar parte a un juez sin oficio,

puedo buscar de ti el triste  indicio,

puedo equivocarme a mi manera,

puedo ser mártir de este sacrificio

y puedo cantarte este blues, este tango

[esta ranchera.

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SELECCIÓN DE POEMAS

POR ANTONIO ORIHUELA

DALES AMOR Y PUÑETAZOS, TV

Tú ya sabes que eres

el lugar donde trascurre su vivir,

su sumisión y sus pocas ganas de protesta,

así que dales un tiro allí,

bárrelos con la escoba si se caen de un andamio aquí,

y al resto déjalos sueltos por la jaula para que canten

y discutan de fútbol

y triplica los espacios y tiempos de la publicidad

porque nadie como ella extiende la verdadera utopía del capitalismo

y multiplica por ocho

el tiempo de la sección de deportes,

y duplica los concursos donde haya que cantar la ovejita lucera,

bailar con un zombi extraído de la programación de 1980

o recordar el primer apellido de soltera de la mujer del príncipe.

Mejor más películas de acción para que parezca que está pasando algo.

Mejor dales drogas, terrorismo y religión

y nadie se reirá cuando hables de la ley y el orden.

DESARROLLO SOSTENIBLE

En China, los niños juegan catorce horas diarias

a que trabajan

fabricando juguetes

para los niños de España.

Los pedidos para esta temporada

ya están en las tiendas

y la producción para el 2006, asegurada.

Mientras queramos,

los Reyes Magos

seguirán viniendo de Oriente.

AL SUR DE NUESTRAS UÑAS

para Sonia

Contra el parabrisas

calles adornadas con nombres de asesinos,

mendigos,

incómodos manifestantes de SAMSUNG

que los miran por el rabillo del ojo

y siguen su marcha,

no como obreros despedidos,

sino como niños que se han perdido de sus padres.

Una ETT y al lado otra, y otra, y otra,

todas muy juntas, todas habitando el centro de la ciudad,

levantadas del suelo a los primeros pisos

por recomendación gubernamental.

Ministros, consejeros, delegados, directores,

maestros, aprendices, escolares,

por encima del conocimiento: obediencia,

por encima de la justicia: compadreo.

Pisos, bloques, polígonos, zonas industriales.

Autopistas, carreteras, caminos, sendas.

Granjas, aldeas, pueblos, ciudades.

Por encima de los kilómetros, muros.

Por encima de los lugares, soledad.

Extremadura, España, Eslovaquia, Europa.

Una, dos, tres, cuatro, cinco,

seis velocidades para dejar atrás la pobreza y los incendios,

el sur, el deshielo, el relente,

la tierra devastada, la amnesia, la culpa

y sólo al final, muy al final,

algo de viento, algo de lluvia

contra el parabrisas.

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SELECCIÓN DE POEMAS

POR BRUNO JORDÁN

 

Sé que perdí

la cabeza por ti

y también sé

que saberlo

es solo el primer paso

para poder encontrarla

si es que aún anda

por ahí.

RETRATO

 

Hay quienes –no muchos,

pero incluido yo mismo-

que dicen que urdo

representaciones ocasionales en un acto, que escribo

poemas.

Lo mismo que duermo o lato.

POETA POBRE, VIEJO Y FEO

(De un autorretrato)

Vencido y convencido

de que mis ideas

eran para mí

ideales

solo,

mientras tanto

las hice añicos.

Entre los trozos convivo ahora revuelto

por el suelo.

PASAJE

 

 

Suplanto con mi mano

las mariposas alrededor de tu pelo

mientras que de la boca derramo

un flujo angosto de voz

que apenas ha podido

ser pronunciado:

Hoy

ya no eres tú

a quien espero.

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SELECCIÓN DE POEMAS

POR ASCENSIÓN RIVERA

 

Déjame Vivir

La música llegaba a mis oídos

aún por definir

me acariciaban sus sonidos

y ¡era feliz!

Mi alimento son tus entrañas

y al son de tus latidos

mi corazón al tuyo acompaña.

Entre tú y yo, madre

un delgado hilo que nos une

y a la vez nos separa.

Mis ojos cerrados

no perciben la luz de tu entorno

pero dentro de mí

viven sus colores

en deliciosos tonos.

Pero hoy … ahí afuera

existen ruidos extraños

voces que te hablan con fuerza

pasos que se aceleran.

Y de repente  un golpe

que me aleja de tu regazo

Me atrapan unos brazos

que me asfixian

me golpean unas tenazas

que me cortan

y siento como se me escapa

la vida

derramándose dentro de ti

Trato de huir pero me alcanzan

¡es  inútil luchar!

estoy aquí, atrapado

ya no hay vuelta atrás.

Ahogándome con tu sangre

me deslizo por ese canal

donde sé que al final

dejaré de existir.

Y en mi último aliento madre

aunque no puedo hablar pienso

¿por qué me mojan tus lágrimas

Si  lo quisiste así?

***

En este exquisito segundo

de la noche

donde los pensamientos vuelan

ágiles entre los dedos

nada se esconde

al derroche de la imaginación.

 

Y aunque temerosa la mano tiembla

a veces

su fuerza es poderosa

estremece

 

Rasgando el papel

puede vestirte

de luces y colores

convertirte en el centro

de ardientes amores

hacerte diestro

o concederte honores.

 

Torbellino lento

pero implacable

la mente se abre

a la melodía que se escapa

de infinitas palabras

y las absorbe.

 

Historias miles

se desatan

con la luna de fondo

o un mar de plata

lleno de  sirenas que cantan.

 

Puedes ser un sujeto

cualquiera

convertido en soneto

cuando la mano quiera

estatua de sal o de piedra.

 

El tiempo ya se quiebra

y se desvanece

ante el alba

que callada aparece

 

Se coronan los versos

se oyen los latidos

de la rima

abrazándose en el poema.

 

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SELECCIÓN DE POEMAS

POR LUCILA SORIA

 

Remembranzas 

 

“Una lluvia de ausencias acompaña”

el gemir tumultuoso de mis días.

Son presencias que añoro

están en los rincones que habitan mi memoria.

Allá en lo alto, cultivando rosas,

mi madre con sus manos mariposas.

Mi padre, el señor de las canciones

tarareando antiguas melodías.

Ellos saben de mi.

Son compañía.

Los siento en los recodos

de esta casa,

También pueblan mis instantes

con palabras

que yo sola traduzco

porque hablan el lenguaje

del amor

sin tiempo ni medida.

Hay veces que me encuentro sonriendo

enmarañada en el pajar de los recuerdos

soltando amarras a juegos y poemas

a rondas con hermanos y vecinos.

Me instalo en la lejanía de la infancia

y casi como un acto de comedia

corro , salto, río a carcajadas

y vuelvo a ser la niña

poblada de alegría.

Lucila Soria

***

Soy 

 

Soy arena blanca

para que en ella

acerques tu barca.

el ensueño sea

de dos que se aman.,.

se entregan la vida

ya no queda nada.

Soy el aire puro

que respiras calmo.

Soy el suelo firme

para que tus pasos

se acerquen a mi

sin que tu lo adviertas

Soy el brazo fuerte

para sostenerte,

la dulzura mansa

para que te entregue

caricias y besos

Soy la lluvia tenue

que moja tus días.

Soy pájaro libre

soy espejo mágico

donde ves mi rostro

aunque yo esté lejos 

Lucy Soria

  Santiago del Estero . Argentina

 

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SELECCIÓN DE POEMAS

POR TERESA PALAZZO CONTI

 

CIÉNAGA
Salgo a buscar
por los retratos
el tiempo acorralado
sin mirada.
 
A intervalos
suceden puntos germinales
que alguna vez
delinearon el rostro.
 
Los rasgos
gritan un nombre
en la pasividad de la fotografía.
 
El mito de la permanencia
aúlla
en alcobas derrumbadas.
y
yo desembarco
en una ciénaga de muertos
que insisten en fingir la sonrisa.
 
                            © Teresa Palazzo Conti
                          del poemario MEMORIA DEL ABISMO

EL SUICIDIO

Debe de haber un error.

Ya no viven aquí;

ni se han marchado.

Es cierto que en la garganta del espejo

se cuelan las imágenes

y el furor de los lazos.

También se ciñe a ratos

la soga que mutiló la senda

y dejó columpiando

las huellas de los nombres.

Que ese reloj                                                                                                                    fue suyo;

que había un crucifijo y cien llaves inútiles;

un revólver con unas pocas balas

y un rosario de cuentas transparentes.

Debe de haber un error.

Sólo el arma es lo cierto.

Y la sangre y los gritos

y el dictamen que muerde;

apenas un diluvio de noches

bajo el tiro absoluto.

©Teresa Palazzo Conti

del poemario «Sobre trazos impares»

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POEMAS DEL AMOR ANTIBÍBLICO

POR CECILIO OLIVERO MUÑOZ

AGUA-CORRIENTE

 

(soneto)

El agua es lluvia, es vida estancada,

Puede estar fría y estar caliente,

Puede ser de mar el agua helada,

Puede ser molestia frecuentemente.

Agua sagrada, entre acequia y azada,

El agua es agua, jamás se detiene,

 Vida mojada, vida aguada, vida nadada,

Si la llaman no va, sin avisar viene.

 Rey Salmón de agua dulce y salada, 

Agua vital de sembrada simiente,

Agua enjabonada, agua embotellada,

Tú eres el agua y lo con-siguiente,

Eres el agua siempre tan esperada

Tú eres el agua y yo soy lo corriente,

(agua-corriente)

SILENCIO A GRITOS

 

La tarde, sólo aquella tarde,

Se queda tranquila al saber,

Que el alba en el agua no está

E ignora su malaventura de ser,

El agua está y no está,

El agua no se deja ver.

La tarde se queda tranquila esa vez,

Suspira el viento su física y verdad,

La tarde es media mitad. 

***

Una parte de la tarde vive tranquila

Sabiendo que el agua no conoce

La impertinencia obscena de la noche.

 

TANTA CARAJA Y UN SUSPIRO

 

Tarde lluviosa, tarde tan gris,

espantapájaros con sucia ropa,

a sopa boba, pobre es la sopa,

copichuela amarga es este anís.

Blanco y negro y flor de lis,

paria amigo de esas cosas,

cortejo escueto de mariposas,

un disparo y son treinta mil,

poetas y gamusinos desde aquí,

Faustinos que se destrozan,

Cansinos que no lo gozan,

y zangolotinos hartos de regaliz.

Suspiro mío, suspiro tuyo,

los dos son aire caliente,

del suyo al trullo, abiertamente,

lo que yo a nadie chamullo

lo sabe toda la gente decente.

NO-VERDAD

 

A Juan Carlos Mestre, un poeta que emana.

 

Pienso a veces un-¿por qué no eso?-

¿Por qué no puede ser,

si he visto brillar una estrella de flashes que quieren ser de carne

en la sonrisa de los guineanos que perdieron su nombre?

¿Por qué no puede ser,

si en los páramos bohemios del azul ceniciento

donde los cuentos no creen en la quimera simulada

me dabas la mano y fermentaba de amor tu suspiro confiado?

Me pregunto -¿por qué no?-,

si eras tú eras, tú fuiste y sigues desnudo,

si quiero y tú quieres,

si los dos soñamos con el cobre de los impulsos,

si el rojo de tus labios

todavía gime con la palabra embudo,

si me miras y te miro

y somos un saturno malva que de orgásmico ama,

si los muchachos de la yunta verde

renunciaron al gris del gorrión caprichoso,

si la voluntad es prostituta y virgen de los desengaños,

¿por qué no puede ser verdad que aquellos, mis ruidos,

sean tu silencio amarilleándose en tu gozo?

¿por qué no se cuelgan los te quieros

adentro de mis embalsamados anhelos?

Se debían soñar las sorpresas y hacerse físicas de gloria,

se debían pensar los murmullos

tan quietos tan quietos

que el viento sepa que no es viento

sabiéndose nada, cuando nunca nadie pueda hacerlos paso atrás.

Yo quiero. Tú quieres.

La voluntad es un capricho del todo imposible.

Soñar es esconderse en lo putrefacto.

Levantaremos los párpados del silencio

y los haremos suave franela caliente en invierno,

y risa y brisa patética de agua en los veranos,

y desnudos los dos partiremos en la cópula del pétalo mojado

hacia la caricia que germina hacia lo nuevo.

Correremos entre distraída desnudez y canción adolescente

y seremos parte y refugio de lo que nos mira,

y gritaremos poemas de pulpa y naturaleza viva

con la sinceridad acostumbrada de siempre.

Dime, -¿Por qué no?-   

MIEDO A SER YO

 

Yo que nunca conocí el miedo

y ahora ando casi siempre asustado,

yo que nunca bebí de los yugos

y ahora mi yugo me tiene agobiado.

Yo que mentía a quien oídos paraba

y ahora so mentira no digo palabra,

yo que decía sí de alegría y corazón

y ahora no paro de decir siempre no.

Calambre de enchufe abierto,

moneda con mugre y nada más,

lamento que deja vivo al silencio,

silencio que pretende sólo gritar,

parque de la infancia volcada,

puerta abierta en aquel lupanar,

mentira que se siente atrapada,

y un bostezo que quiere aullar.

Fecha límite para el compromiso,

luz violeta en el mar del miedo,

esta el asesino, está el sumiso,

está el verdugo, está el tonto del pedo,

está tu primo, está tu sino,

está tu yugo, y está al final mi miedo.

Sólo mi miedo.

 

NIÑATO

 

Dices que soy como un niño, un niñato me llamas tú,

y soy todo un niño camino de una escuela abandonada

y camino de un parque en el aire apagado,

me escondo en mi oscuridad de niño

y tras la luna encuentro un talismán roto,

en la ancestral confusión de los hombres eternos,

con la patria metida entre sus desprecios,

 entre sus dientes picados,

entre sus miserias y sus suelas gastadas, entre sus vicios legales,

soy un niño que se pierde

en los retablos de la luz podrida,

soy la escena de oropel mugriento

en la mentira hecha carne del cine negro archivado,

soy el marchitado niño

que sueña verse bebiendo del opio sangrante de la naturaleza,

soy esa estela espesa que me ha visto y yo la sostengo,

ya que no les tengo miedo a los cuajos de sangre,

no les tengo miedo, no,

tampoco a la guerra de las autocomplacientes

estatuas

que no quieren ser nunca nadie nada en la aurora del silencio,

me esperan las vecinas con su callejón herido

y su letanía que empuja a las gacelas de la fiebre azul,

soy el hermano mayor

de los crujientes amarillos, tan suspendidos por su mala conducta,

soy el tibio niño vestido de rosa

del que se ríen de él los otros niños sin jugo

en los lagrimales de mármol inclinados tras la puta ciudad,

soy la espesa melaza

que de caliente se personifica en el aire viciado,

y se sube, se baja, se suma y se resta.

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POEMAS DE LOS HEMISFERIOS LEJANOS

POR CECILIO OLIVERO MUÑOZ

UN CUARTO EN UNA AZOTEA

 

Sudakas y gachupines descansan en Paris, duermen su tormenta,

 duermen todos en una azotea, encogidos duermen…,

en un cuarto pequeño, acogida limitada en un cuchitril,

 conviven una legión de hormigas, y un ejército de cucarachas

acompañando a la triste vigilia del éxodo de los poetas;

esperamos a que pase la guerra, la batalla ciega del consumidor,

los consumidores quieren besarnos en las manos,

las azoteas desnudas mienten sobre el milagro cercano.

Alquilar una habitación en una azotea

es alquilar la verdad de los suburbios bochincheros.

Suburbios repletos de árabes, y comunas africanas.

Una televisión, una cocina, un calefactor, un ventilador

es todo el universo que trasportamos en nuestra diáspora,

eyaculan los árboles nuestra cal inofensiva en nuestros senderos,

muerden un cielo esclavo los inquilinos del sedentarismo;

pues debe haber resquicios de libertad en los cuartos pequeños

que la precariedad nos impuso. Como congelados párpados.

Todo un mundo habla desde las azoteas, un mundo contrito

en su confort,

de amplia comodidad acaparada en los besos muertos.

Las antenas son nuestras amigas, las ilusiones de nácar

y los puentes vencidos, y los sueños que hablan de la escarcha.

Tejeré mis azules sobre las victorias del cielo,

mientras, en mi espacio chico,

asumiré la derrota de las golondrinas que escapen del sueño. 

Somos gitanos del aire invisible, somos judíos de las estrellas.

Dibujan todos los caminos una libertad horizontal,

nosotros somos nómadas divinos de la voluntad durmiente,

somos zíngaros que con sus carros recorren

un abismo en los barrancos, una cruz en los surcos de las palmas

de las manos, un llano baldío en la memoria,

una tregua que camina desnuda ante nuestra libertad.

Y grita de desnuda y de libre. Grita. Grita y camina.

HOMBRE DEL NORTE

Vs.

HOMBRE DEL SUR

(Mujer A y Mujer B)

Al hombre del norte se le acaba la batería de su celular y va al enchufe de cualquier parte de su casa a cargar su batería.

Al hombre del sur se le acaba la batería y anda cinco kilómetros

para cargar su batería, al llegar comprende

que ha habido un tremendo apagón, luego descubre

que debe andar dos kilómetros más.

***

La mujer A conecta su móvil al enchufe de su hogar.

La mujer B no tiene móvil.

Las cuatro son personas del mismo planeta.

 (Continuará)…    

HOMBRE DEL NORTE

Vs.

HOMBRE DEL SUR

(Mujer A y Mujer B)

El hombre del norte pone el televisor para ver el partido, y hace zapping mientras cena un filete sangriento como el infierno, se queja de cómo está el país, eructa mientras ve a niños llorando por un atentado en Irak, se enfada con la prensa amarilla, se mofa de los homosexuales que salen en un programa sobre moda masculina, se mira un Reality Show, sigue haciendo zapping de una  manera tan ciega que asusta, después se queda dormido y deja ver su barriga reflejada por la luz del televisor emitiendo la teletienda.

El hombre del sur pone el televisor que hay en una cantina para ver el partido, no puede hacer zapping por que están viendo el partido varios hombres en la cantina, ve los anuncios en el tiempo de descanso y ve una estupenda televisión de plasma, toda la gama de teléfonos chocolate de la compañía MOTOROLA, ve una casa inteligente en la misma Barcelona, le asombra el anuncio tan desgarrador de UNICEF, está comiendo un delicioso maní que su mujer le dio, es casi lo único que ha comido en el día, ya que antes almorzó un filete de res que le costó 2 dólares; se enfada por que han cambiado de canal, discute con el que lo cambió, decide irse a su casa en la periferia de la capital y allí pensar sobre lo que ha visto para llegar a la triste conclusión de que su vida es un infierno y lo bien que viven en el norte. 

***

La mujer A está haciendo ejercicio mientras mira la televisión, ya que le sobran unos kilos que ha cogido en las últimas Navidades pasadas. Las pasó sola, pero este año nuevo ha decidido perder esos kilos para encontrar pareja.

La mujer B está barriendo su choza, ya que no tiene nada con que distraerse, recuerda mientras tanto, las últimas Navidades pasadas, qué suerte tuvieron entonces, pudieron estar todos juntos, aunque no hubiera apenas qué comer.

Las cuatro son personas del mismo planeta. (continuará)

*************************************

AUTOFICCIÓN POÉTICA

POR CECILIO OLIVERO MUÑOZ

 

¡ESPAÑA ES UN ASCO!

 

1998 del día 9 de Julio.-Escalarre, (Vall D’Áneu).

Pirineo de Lérida, (ESPAÑA)

Camarón de la Isla estaba tumbado en la hierba,

sí, en la hierba, en la hierba plagada de cagadas de vaca

en el Doctor Festival Music del año 1998,

viene a ver al gran Iggy Pop, está fumándose un canuto

en la hierba cagada del Doctor Festival Music.

De pronto lo ve una chica con un ojo a la virulé,

es morena, de pelo corto, se llama Isabel,

es catalana, de La Bisbal de l’ Empordà,

es maestra de niños y niñas, la quieren mucho estos niños y niñas.

Hablan de todo ella y Camarón. Beben, fuman porros,

toman pastillas, se divierten.

De pronto se encuentran con un grupo de Navarros

que han venido al Doctor festival Music para ver

a los Negu Gorriak; son independentistas,

llevan con ellos una bota de vino en la que han puesto

güisqui DYC con vino peleón, llevan también consigo

una ikurriña, uno de ellos se la ha atado al brazo,

es el más apuesto y joven, es un vasco típico,

con mentón, nariz y perfil vasco, con cuerpo de vasco,

parece que toda su puta vida haya cortado troncos en Euskadi,

no habla euskera, pero quiere la independencia.

Se ponen a disfrutar de los conciertos juntos,

se drogan, beben, conversan, a Camarón de la Isla

le ha llamado la atención el vasco de la bandera

en el brazo, conversa con él, hablan mal de la Guardia Civil,

se han hecho amigos, aunque Isabel quiere irse,

esta gente a Isabel no le gusta, todos navarros,

todos independentistas, ella no lo es, es catalana,

pero no independentista; ama la paz, ella es hippie,

su lema es un mundo al revés, por eso no les gusta nada,

ella quiere irse, Camarón le dice que espere,

que se está divirtiendo. Se esperan los dos,

ven muchos conciertos juntos, hasta que Isabel se cansa.

Se fueron Camarón de la Isla y la catalana Isabel

de ese nido de independentistas vascos.

Camarón se va con Isabel y van a la tienda de campaña

a practicar sexo duro con ella, ella es morena,

con el pelo corto, con un ojo a la virulé,

pero es una viciosa de cuidado; follan, follan mucho,

a Isabel le gusta que mientras practican sexo

Camarón le diga guarradas al oído.

Acaban de follar; ella y Camarón se quedan juntos

mirando las estrellas. Esa noche hubo lágrimas de San Lorenzo,

una lluvia interminable de estrellas se abalanzan sobre ellos,

Camarón le dice a ella:-pide un deseo- Ella le dice:

Ya lo tengo, -¿qué has pensado?- Que haya paz en la Tierra.

Camarón le dice: -se cumplirá- Después le canta Canastera.

***

Año 2000.- Día 9 de Julio.-

Plaza del Castillo-Café Iruña-Pamplona (Navarra)

DOS AÑOS DESPUES:

Camarón está paseando por la plaza del Castillo, en Pamplona,

donde está el Café-Bar-Restaurante Iruña.

Va todo borracho por la plaza; son los San Fermines del año 2.000. De pronto,- ¿con quién se encuentra?-

Se encuentra con el vasco de la Ikurriña atada en el brazo.

Le hizo gracia el chaval. Se acerca a él.

Primero duda, ya que el vasco va totalmente borracho.

Pero se acerca a él y le dice: -¿Te acuerdas de mí?-

Soy Camarón de la Isla, aquel tío del Doctor Festival

que hablaba contigo, sí, hombre sí. Soy yo.

-¿No te acuerdas?-

De pronto el vasco da un alarido de súbita rabia.

Golpea a una papelera de plástico que estaba repleta de basura

y la tira al suelo. Camarón se queda estupefacto.

Se pierde el vasco entre la muchedumbre.

Camarón lo ve perderse entre la multitud

y oye que grita: -¡España es un asco!-

Camarón se acuerda de los momentos vividos

en el Doctor Festival Music del año 98.

Se dice a sí mismo:

-Estos tíos de la ETA son unos reaccionarios de cuidado-.

-¡Al chiquero con ellos!-

Y escupe en el asfalto gris de aquella plaza en Pamplona.

Camarón de la Isla se va de allí cantando: (Dónde una ermita poner).

 

 

CARTA AL PRESIDENTE TODOPODEROSO

BARACK OBAMA

 

Obama, presidente todopoderoso, hombre angelical,

te pido, si es posible, que ofrezcas de tu vacuna de sol meridional

a Zapatero y a todos los politicastros de esta humanidad,

que mi madre duerma hasta las diez de la mañana

y después, si fuera posible, una siesta de cuatro a seis,

te pido que mi padre tenga la salud del acero inoxidable,

y también mi madre, porqué no,

que hagas su mundo transitable, y sus días primaverales,

te pido protección para mis hermanos, ya que,

mi hermano trabaja en la sección eléctrica del mundo

del espectáculo, y puede correr peligros

con la corriente, también con su cuenta corriente,

y también con todo de lo presuntamente corriente.

Sobre mi hermana, que es una gran profesional de lo suyo,

es asesora de imagen y asuntos protocolarios

y sí cuidas de ella

puedo decirle que te asesore en algunas de tus cumbres,

ya que no careces de ellas, y hacemos un fifty, fifty,

mitad para cada uno y asunto zanjado,

te pido, por favor, presidente de ébano Obama,

que cuides de mi mujer, por que es cocinera en un restaurante

de comida veloz, y viene demasiado lenta, es decir,

llega demasiado cansada a mi dulce y tieso hogar.

Te pediría que dulcificaras aquello que es amargo

y  que pusieses amargor en las fotografías que te suelen hacer,

esa sonrisa abierta de par en par no se la traga nadie,

te pido por favor que le hagas fácil a mi hijastra

su entrada en los estudios de gastronomía, ya que ella

lo ve a corto plazo muy difícil, y a largo ya ni te cuento.

Te pido, presidente súper mulato de los Estados Unidos

que mi sobrina tenga una vida fácil, sin muchos calentamientos

de cabeza y sin ninguna tensión ni presión,

que cubras tú, papi chulo, sus facturas y sus caprichos,

y mantengas alejados a repugnantes pederastas,

 apestados carboneros, y sucios vivarachos sin principios.

Te pediría también que indujeras a los politicastros del Perú

en un estado de gracia, en un trance de generosidad total,

y los hicieras comulgar con ruedas de molino,

y los hicieras arrepentirse con tu mano de santo,

y si se ponen tontos, ¡a Guantánamo con ellos!

Te pedería también una cosita más, algo especial,

te pido, si no es mucho pedir, que los MCDonalds volvieran

otra vez

a sus ofertas de Euro, ya que estoy sin blanca,

y quiero engordar placidamente mientras el mundo,

su mundo, mi mundo,

se nos va a la mierda o se encamina a la idiotez universal,

ya que muchos siguen engordando sus cifras

gracias a que otros siguen achicando sus carnes.

Thank You, Mister President. I Love You Forever.

One Kiss four the ghetto.

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