La locura como género literario-Cecilio Olivero Muñoz

LA LOCURA COMO GÉNERO LITERARIO

 

 Las editoriales se frotan las manos cuando de hablar de locura se trata. Ya que la locura vende. Recordemos a locos en el mundo de la literatura como Antonin Artaud, o Jean Cocteau, Nietzsche y en España recordemos a Leopoldo María Panero.

No voy a decir la editorial a la que hago alusiones porque prefiero ser discreto, pero existen montones de editoriales, grandes y pequeñas que tienen en sus catálogos escritores locos, o con problemas de misantropía y otros trastornos significativos.

Se hacen justamente para vender antologías de locos, ya que existe demanda porque la sociedad está estigmatizada y los locos y los perdedores son un reflejo de la sociedad actual. Muchos escritores han sido trasmisores de la locura, en el caso de Leopoldo María Panero y su hermano Juan Luis y también el hermano menor Michi Panero (aunque no escribiera) han sido siempre los raritos. Y si no han sido raritos, han participado y se han confeccionado una máscara de locos que han utilizado para sobrevivir. En el cine grandes personajes que tras la muerte de Franco resucitaban a sus muertos y enarbolaban una sinceridad que no sé hasta qué punto pudiera ser sarcástica y ácida, a la vez que maleducada y carente de tacto.

La película en sí es El Desencanto de Jaime Chavarri, unos años después Ricardo Franco tomaría el relevo desde otro punto de vista, para hablar de los Panero.

En un mundo cada vez más estresante, con una vida difícil, a la vez que precaria y demasiado cara, es normal que la gente acuda a la consulta para exorcizar a sus demonios interiores. Muchos libros han sido superventas debido al gran e interesante mundo de cómo se vuelven locos los demás, y los lectores, que son receptores de un trasmisor que les ofrece ese tipo de material, adquieren libros sobre esta temática tan en boga hoy y que, con el tiempo y con altas dosis de rutina y tedio plomizo, comprobamos que la gente quiere verse reflejada en las experiencias personales, como también en biografías de grandes perdedores, tanto de escritores como de todo tipo de fauna enferma.

Lo llaman la literatura de la experiencia desde los años de posguerra en adelante. Y ya en los comienzos de una transición se creyó que la película El Desencanto traducía los grandes outsiders y los weirds como las verdaderas víctimas de la dictadura y todo el encorsetado país católico apostólico romano que reflejaba una especie de efecto secundario ante la figura de los Panero, creyendo no sé hasta qué punto eran éstos víctimas del régimen franquista.

Con desencanto o sin él, ahora, la más elemental de las tragedias es que mientras a los pobres les pasan los años, 1 de cada 10 personas en España está en tratamiento psiquiátrico o psicológico. La vida cada vez es más difícil. Eso no es nuevo. Pero los que se agazapan en la literatura adquieren un género literario apoyado en las enfermedades psíquicas y las fobias y las obsesiones de cada hijo de vecino.

Muchos escritores, sin estar locos, han tocado el tema de la locura. Recordemos a Kafka, a Dostoyevski o en España a Rosa Montero. La locura en esta vida al borde del abismo siempre vende y venderá. Y es porque tanto los locos como los que no lo son tienen una ventana que les ayuda y les consuela en un cliché estereotipado de loco o gente al margen de la “normalidad”, de puro malditismo también, y de mujeres y hombres que cruzan la frontera de la megalomanía errando por el subsuelo del interés del público lector, que los mira desde una cierta lejanía de la que prefieren no adentrarse demasiado.

 

Deja un comentario

No hay comentarios aún.

Comments RSS TrackBack Identifier URI

Deja un comentario