
Camarón de la Isla decía El flamenco es de noche y se oculta de día, el flamenco es cimbrear el cobre, que muera la hipocresía. Camarón de la Isla, Bambino y Paco de Lucía eran los reyes del flamenco que compartieron época y andaduras. Cantaor, cantaor, el pueblo gitano se quedó sin voz. Eso cantaba Lole en una actuación con el clan Montoya. Bambino era el rey del flamenco de cabaret. Era salvaje, artista nato, escribía sus propios temas, con mucho talento, por cierto.
Ahora hijo de Camarón prosigue en el artisteo llamándose “Mancloy” y es un rapero muy bueno. Sus hijas también cantan. Pero su hijo hace un rap mezclando la música que le perteneces a los suyos, que son mujer e hijos, la música que creó su padre. Camarón tenía tanto repertorio que probó con todos los palos flamencos. Sin duda era apoteosis y majestad. Bambino era un salvaje desatado. Paco un fenómeno.
En el disco Potro de Rabia y Miel denuncia cantando el robo de sus derechos de autor alegando La talega m’han randao. En el tema Yo vendo pescaito. Los derechos de autor es asunto que manejan las gestoras culturales. A Camarón le ocurrió lo mismo que a Paco de Lucía, pero no a Bambino. Camarón no se preocupaba mucho por esos detalles, a él le interesaba cantar y grabó joyas irrepetibles en el panorama flamenco. Fue innovador y precursor de lo que hoy llamamos Flamenco Pop. Eso lo demuestra en su disco La leyenda del tiempo.
El legado de Camarón, Bambino y Paco es potente como sus grandiosas voces y sus talentos artísticos. Camarón era la clase de cantaor que dejan una huella indiscutible imposible de borrar. También Paco y Bambino. En doscientos años de flamencología no se había escuchado algo similar. Camarón, Paco y Bambino eran dioses del flamenco. Duende y hondura, talento que no todos tienen.
Paco de Lucía recuperó su legado por la lucha de sus descendientes. Pero, ¿y Camarón? ¿Su familia luchó por lo que le pertenecía? Sufrió dos golpes en un último año de vida. Descubrir el robo de sus derechos de autor y el cáncer pulmonar del que murió. Camarón era tan grande que dejó escrito en un papel un consejo para los nuevos flamencos. Camarón de la Isla era, sin duda, el rey del flamenco. También Jaime Chavarrí dirigió una película a la que no lo reconocen sus hijos alegando muchos detalles del filme; opinan por ejemplo: —Mi padre no era así. Mi padre no tuvo un amigo cocinero. Camarón, Paco y Bambino serán eternos. Ellos eran grandes entre las cosas sencillas. Camarón de la isla es el símbolo gitano. Bambino era Miguel Vargas Jiménez, el salvaje hombre con carisma y astro con luz propia. Y paco que nos dejó con esplendorosa gloria. Bravo por los tres.













