Reseña literaria por Juan A. Herdi

Basim Khandaqji

Una máscara del color del cielo

Traducción de Alberto López Oliva

Hoja de lata, 2025

 

Nur el-Shahdi es un joven palestino que vive en un campo de refugiados y está escribiendo una novela sobre María Magdalena. Se busca la vida como puede y ansía acudir a un campamento arqueológico para recabar más información que le permita la composición de su relato. Pero se enfrenta a un conflicto político en el que la identidad es clave y él forma parte del pueblo colonizado y oprimido, es consciente de ello, lo vive en su contexto: su propia familia y sus conocidos, al igual que él, se mueven restringidos, física y mentalmente. Aunque su apariencia le permite pasar desapercibido. De hecho, de niño se burlaban de él por su parecido a un askenazí. Encuentra por casualidad un documento de identidad israelí que le permite convertirse en Or Shapira, ciudadano israelí, por casualidad askenazí, entonces su vida cambia porque esa identidad fingida le permitirá acceder allí donde no hubiera podido llegar de otra manera, pero pronto ésta se contrapondrá a su propia identidad real.

Este es el punto de partida de este relato. El joven palestino sabe quién es, tampoco puede ser neutral o equidistante, como palestino ha de resistir para liberarse de ese yugo colonial, pero debe vivir bajo la máscara del opresor, simular ser quien no es y actuar en consecuencia, con el fin de poder participar en el campamento arqueológico.

El conflicto externo se convertirá también en un conflicto interior.

De este modo asistimos a una situación que admite una enorme variedad de grises. Como ocurre en el conflicto que está en el trasfondo del relato, por desgracia recrudecido estos dos últimos años. Las cosas nunca son tan evidentes, como suele parecer cuando las contemplamos desde lejos. No podemos tampoco olvidar, es algo que puede pasar al albur de la inmediatez informativa actual, que el conflicto no se inició hace dos años con el atentado execrable, sino que comenzó en 1948.

En este sentido, la literatura permite una vez más acercarnos a la intrahistoria, a darle la vuelta a la realidad y contemplar los hechos de otra manera. Asistimos a las reflexiones de un personaje que contempla atribulado una realidad que desborda los límites de lo aceptable. Vemos además como la situación de la región afecta a la vida cotidiana, envenena las relaciones, nada es evidente. Todo resulta confuso tras el desasosiego de las máscaras y ante los reflejos que nos devuelven los espejos.

Con su novela, Basim Khandaqji ganó el año pasado el Premio Internacional de Ficción Árabe. Una novela, por cierto, que escribió el autor durante su estancia en la prisión de Gilboa, donde se le retuvo por su militancia progresista.