2º NÚMERO DE LA REVISTA LITERARIA NEVANDO EN LA GUINEA

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2º NÚMERO DE LA REVISTA LITERARIA

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NEVANDO EN LA GUINEA

Nº XLVI de la 2ª Etapa/ 01-08-2010

 

EDITORIAL XLVI

Fútbol, el espectáculo global

 

Si hay un fenómeno global en nuestros días, sin duda es el fútbol. Apenas algún rincón realmente aislado, muy contados ahora mismo en el mundo, escapan a la fascinación por este espectáculo transmitido por todos los medios. La literatura se ha acercado al mismo de un modo tímido hasta el momento, aunque qué duda cabe que este deporte posee rasgos a partir de los cuales se puede escribir buenos relatos. No obstante, es un fenómeno social de enorme alcance y con simbolismo profundo. Se ha convertido en el espectáculo por excelencia. Algunos miembros de esta revista hemos podido experimentarlo en algún viaje lejos de Europa, a algún lugar que creíamos al margen de los grandes eventos europeos, donde se nos explicaba a la perfección los componentes de la liga española de fútbol, una de las más apreciadas a tenor de la expectación que despierta.

Este último mes de Julio el Campeonato Mundial de Fútbol ha despertado furor. Millones de personas lo han contemplado por televisión, por internet o lo han escuchado por la radio. Se ha vibrado con los partidos y con las anécdotas que han rodeado a los equipos nacionales que han acudido a África del Sur. Por cierto, el continente africano ha acogido por primera vez un campeonato del mundo y el éxito ha sido absoluto, lo que para nosotros ya es de por sí un hecho importante: por fin se ha roto la tendencia a que todo lo que nos llega de África sean noticias terribles de hambrunas, crisis, violencia y desesperación. África ha mostrado una vez más que posee una realidad diferente a la que se impone en los medios de comunicación y que es capaz de organizar acontecimientos importantes con eficacia.

Los que disfrutan de este deporte han podido gozar del juego de los equipos presentes. Reconocemos que, aun cuando todos no somos aquí aficionados al llamado deporte rey, el fútbol puede ofrecer el atractivo de un juego en equipo donde cada uno de sus miembros ha de poner de su parte para que el equipo, de un modo coordinado, pueda ganar y en la mayoría de las veces impera las buenas formas, una caballerosidad que en ocasiones tiene algo de épico, toda una ética de compañerismo y esfuerzo.

 No obstante, este deporte tampoco escapa a un sistema económico voraz que lo dosifica todo y hace que todo dependa finalmente de los beneficios y la rentabilidad, un sistema donde se prima el dinero, lo comercial. La ambición ha convertido el fútbol en una actividad agobiante, excesivamente presente en los medios de comunicación y que conlleva largas discusiones sobre cláusulas, primas, pagas, compras, ingresos por publicidad o por imagen y un largo etcétera. Hay quien utiliza el fútbol y todo lo que le rodea como palanca de una actividad económica o política. Lo hemos visto en España incluso ahora, cuando el presidente saliente del Fútbol Club Barcelona, uno de los equipos más alabados del planeta, se ha lanzado a la política activa una vez abandonada la presidencia. 

La ambición y los gastos excesivos han provocado que se hayan montado un sinfín de ligas, copas, campeonatos, premios, encuentros, partidos amistosos y otros eventos, todo ello para aumentar los ingresos que genera la publicidad, hemos pasado de los fines de semana futboleros a tener uno o más partidos de fútbol todos los días de la semana, todos ellos televisados y debatidos, sus incidencias repetidas y examinadas una y mil veces en cientos de programas y medios escritos. Las altas primas que se pagan a jugadores y directivos, junto a un aumento de beneficios, pueden matar a la gallina de los huevos de oro. Sobre todo porque con ello acaba matando lo que debería importar más, el juego y las reglas modélicas que han de regir a los equipos, esa épica de la que hablábamos y que convierte este deporte en todo un acontecimiento social de enorme envergadura.

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MONÓLOGO SOBRE LOS FRÍOS MAPAS

(COSA DE CHARNEGOS)

 

Los mapas tienen la culpa de que los hombres

sean tan ciegos y tan miserables,

se marcan los hemisferios con líneas,

se lindan los límites de las ciudades oscuras,

se encuadran las constelaciones,

se pintan contornos en los aparcamientos,

se exilian las lágrimas en las comisuras,

se hacen furtivos los besos en el ombligo,

los aviones siguen un torpe cuadrante de instinto,

se desheredan a los hijos de la tierra

y todo esfuerzo es en vano, y todo para

que se coman la pulpa los gusanos del azar

y las moscas golosas que engordan su tragedia.

Ahora quieres la independencia.

Antes no te importaba pertenecer

a España, a esta cruel España; sí, antes no,

antes cuando aquel antepasado tuyo

vivía con la conciencia tranquila

 siendo negrero en una plantación de azúcar de caña

en Camagüey, y comulgaba con látigo

y espuela, y comulgaba con negros en el establo.

Se olvidan demasiado que el hombre

es hombre y nada más.

Cuando en l.921 gozaba tu familia reputada

de un negocio textil floreciente en Terrassa,

todo se fue al garete cuando los nacionales entraron.

¿Y tanto esfuerzo para qué?

Tus familiares que eran burgueses de Liceo

y casino-club, de domingo con cura presidiendo su mesa.

Todo bajo el servicio de una moza de cría andaluza,

de un chofer murciano, de un masovero extremeño,

de un maestro gallego, de un guarda-jurado asturiano,

y tú, dependiente de todos y patrón de todos ellos,

no preguntaron sobre raigambre alguna

cuando al lado de sus sepulturas floreció la trufa dormida,

pues la misma tierra que a ellos les cubre

a ti te cubrirá la mortaja,

tierra inocente y catalana, inútiles serán tus consignas,

inútiles serán ya las plegarias,

aquellas que en vida no se dieron

y que muertos ya para nada servirán.

¿Y todo esfuerzo tan inmenso para qué?

Tierra que ha de sellar los ojos cerrados para siempre

con el silencio de la piedra que ahoga a la tierra,

Tierra por la que pelean los hombres

con sus manos cansadas, Tierra que han de pisar los pies

que no conocen aurora abierta ni los yermos reposos.

Ni tú, ni yo conocemos el palo diestro de patrón,

ni el ayuno matutino, ni el trabajo en la niñez,

 ni el abuso del señorito, ni lo que es pasar necesidad.

¿Y tanto esfuerzo para qué?

¿De qué alegría orgullosos podremos presumir?

Ahora quieres la independencia.

Malditas sean las lindes y las fronteras,

los metros cuadrados y los páramos dóciles,

el alambre de espino, y las custodias con plomo,

los gritos que preceden a las guerras consentidas,

malditos sean los distinguidos apellidos

 y los antiguos blasones,

las familias que de viejas bostezan su orgullo,

las banderas con su símbolo incierto,

y la historia que es una medio verdad ignorada.

Quizá puede que agradezcan a las patrias la vocación

de ser muchas veces una puta, una puta utilizada,

 donde amasan su patrimonio todos aquellos

que creen en una causa sin tregua

y en la interesada ley del mínimo esfuerzo,

y quizá, esa llaga sesgada, ese sudor del cual se burlan,

quizá se lo deban

a la negrura de mujeres de luto que corren apresuradas

a refugiarse de un bombardeo,

a la calamidad de huérfanos de patria

que emigran desde el sur hacia un norte de tierra llovida,

al reproche enemigo de esa triste España

que llora sus muertos entre las dos mitades que llegaron tarde,

España tuya, España tuya, España tuya,

y de la que tú ahora reniegas. Tú, como un hijo pródigo

que en pos de un egoísmo generacional,

reniegas de una Vieja Castilla que asume muralla en el aire.

¿Y tanto esfuerzo desde antaño para qué?

¿Quién nos velará en la noche cuando nos digan

 que ya no nos necesitan?

¿En qué desguace agonizan los trenes

que un día nos trajeron?

¿Y tanto esfuerzo para adónde? ¿Para adónde?

Tu grito de independencia es exigencia

de que otro negocio resurja desde la barbarie.

Vida holgada y acomodada del independentista.

Exige otro negocio de ella, prostitúyela,

y olvídate de los que patria no conocen,

por que se la dejaron toda en la tuya.

Exige y olvídate. Exige y olvídate.

 Olvídate de negros esclavos, olvídate de banca-rotas,

olvídate de fusilados, olvídate de damas de cría,

olvídate de las raíces desnudas, de las cosechas que se pudren,

olvídate de los maceteros rotos,

y de los árboles arrancados por la tramontana,

olvídate de Españas y de Castillas,

de los que en tu patria se dejaron la carne,

olvídate, ya que el olvido es un pasado con recuerdos vacíos,

 sin nada de lo que avergonzarse todavía,

sin nada de qué lamentarse en un futuro.

Y ése no sé si será tu caso, amigo mío. Olvídate.

Por Cecilio Olivero Muñoz

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El Empleado Modélico

 

         Treinta años, se dice rápido, treinta años que te pasaste aportando siempre lo mismo: puntualidad, disponibilidad, atención, profesionalidad, nunca un error ni una incidencia, nunca nada que se te pudiera reprochar, ni tampoco pediste nada, en ningún momento, nada en absoluto, ni una subida más allá de lo contemplado, ni siquiera un favor. Eras, y así te lo habían dicho más de una vez, un empleado modélico, te ponían como ejemplo y te alegraba, te llenaba de orgullo porque tú habías puesto de tu parte para cumplir, habías incluso sacrificado tu vida misma, tu vida privada por ejemplo, en beneficio de tu trabajo. Sólo había que verte, pulcro, te preparabas dos horas antes de la hora de entrada, llevabas una vida ordenada, nada fuera de control, cinco minutos antes salías del café junto al edificio, subías y justo a las ocho, ni un minuto antes ni uno después, te sentabas a tu mesa y te ponías a tus papeles. Nada te despistaba, ni siquiera esperabas una llamada inoportuna porque lo dabas todo para la empresa y preferiste incluso tu soltería, ya me satisface mi trabajo, pensarías sin duda si es que tomaste de un modo consciente la decisión de mantenerte soltero en beneficio de tu empleo, para que nada, de este modo, ni preocupaciones ni angustias, pudiera entorpecer tu labor cotidiana y poder aportar así lo mejor de ti mismo. Incluso cuando decidieron colocarte el ordenador te reciclaste con corrección y no poco esmero y diligencia para entender los mecanismos del aparato, que a ti te pilló tarde esto de las nuevas tecnologías.

         Amable y educado, nadie escuchó de ti una palabra más alta que otra, un grito, un comentario fuera de tono, un desplante. Hombre más discreto no lo hay ni lo habrá, se decía no sin exageración.

         Pero de pronto te lo soltaron tal cual: las necesidades del trabajo, la nueva organización de la empresa. Cuando te llamaron esperaste un reconocimiento, el anuncio de un premio, de una mención especial, treinta años como empleado perfecto, se dice fácil, pero se logra con tesón y disciplina, por fin me ascienden, pensaste mientras subías a la tercera planta, por fin lo reconocían, ya habían tardado lo suyo, ciertamente, aunque no dijiste nada, nunca, seguiste cumpliendo con tu labor, sea cual fuera la actitud de tus superiores, lo importante es la conciencia, la tuya, siempre limpia, te repetías una y mil veces, pero ahora tenías para ti que ahora llegaba tu momento.

– ¿Cómo dice? -Preguntaste aturdido.

– Lo siento.

         Descenso de categoría y de sueldo. La alternativa era una jubilación anticipada porque las cosas no iban bien.

– Espero que lo considere. -le dijo el señor Lapuig, casi en un tono como si le perdonara la vida, o de este modo lo entendiste- Cualquiera de las dos opciones nos parecerá correcta, usted decide.

         Te levantaste porque tu interlocutor se mantuvo callado, dejando claro que la conversación había terminado. Incluso se puso a mirar unos papeles antes de que te movieras de tu silla, como si ya diera por hecho que no ibas a decir nada, que ibas a permanecer callado, como siempre lo estuviste, como de hecho te quedaste, ciertamente, y te levantaste, en efecto, y apenas murmuraste un buenas tardes, tímido, un tanto timorato, apenas perceptible. Bajaste a tu planta, regresaste a tu mesa y te pusiste a trabajar, como siempre, como si nada hubiera sucedido, como si tu interior no bullera como una olla a punto de estallar. Nadie vio en ti nada que llamara la atención, ni siquiera notaron una mayor palidez o un rictus de molestia, de desagrado o de angustia. Claro que quien se fijase lo hubiera detectado, había un cierto cambio en la mirada, los ojos enrojecidos, una cierta expresión como de enfado o de humillación, aunque con toda probabilidad difícil de reconocer por todos porque en treinta años nunca te enfadaste o no lo expresaste de un modo evidente.

         En un momento en que elevaste la mirada de tus papeles, quién sabe si con el ánimo de buscar un alivio fuera de tu mesa, viste al director general. Pasaba por el pasillo, se detuvo a saludar a un consejero. Sonreían amables, tranquilos, la vida sigue, parecían indicar con total descaro, la vida sigue a pesar de tus treinta años y la decisión de reducirte el empleo o echarte a la calle para que jugaras a la petanca con la misma diligencia con que habías trabajado hasta ese momento.

         No sabemos qué mecanismo se desencadenó dentro de ti. Te levantaste con el libro de registros sujeto entre las manos y de pronto se lo lanzaste al director general, directo a su distinguida cabeza, acertaste de lleno, se hizo un silencio áspero, tremendo, como si el tiempo se detuviera en ese instante o el mundo se acabara de pronto, el libro se cayó al suelo mientras en la frente del director general se abría una brecha de la que brotaba la sangre a borbotones. El consejero, aterrado, agarró a su superior con rapidez para sacarlo de la sala al tiempo que dos o tres empleados, desconcertados, no menos espantados, te sujetaron con fuerza e impidieron que siguieras lanzando cualquier de los objetos que tenías a mano sobre tu mesa, que no eran pocos.

Juan A. Herrero Díez

 

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DAMOS PASO A LA PUBLICIDAD

 

Ayuno y saciedad con las que soñar de nuevo,

sociedad de consumo, capitalismo salvaje,

 magia de plástico para nuestras comodidades

y capricho eléctrico que se desnuda de nuevo,

espejo y escaparate que nos refleja del revés.

Tribuna visceral de todas las santidades,

pasarela de mentiras, todas consentidas;

te encuentro en cada anuncio televisivo,

te hallo en los anuncios de supermercado,

me pierdo en tu pelo

cuando veo un anuncio de champú,

busco nuestro temido porqué

en el eslogan más original.

En las galletas María recuerdo tu ahorro,

pues comprabas blancas marcas

que se parecían pero dejaban mucho qué desear;

en la margarina Tulipán veo tu desayuno,

tu célibe desayuno, tu migado ayuno,

mi triste despertar;

en el arroz Nomen tu paella de domingo,

tu domingo, mi domingo, mi triste domingar;

en los anuncios de perfume

te recuerdo recién duchada y muy contenta,

eso, eso, tú contenta, yo contento, algo que contentar;

en el anuncio de Ariel está mi negrura,

pues el blanco de las sábanas

se confunde con lo oscuro de mi vida litigada,

mi negrura litigada, mis sábanas sin ti.

En los anuncios de lavavajillas pierdo el norte,

  en el anuncio de conservas me pudro,

en el anuncio de Mastercard te me haces imposible,

te vuelvo a encontrar en el de Colacao,

pero exiges tu propio cielo

cuando vuelas tranquila en el anuncio de Iberia,

eso, eso, volar, buscar otro cielo, otro cielo

aunque sea gris;

frases rimadas que recordar en el futuro,

canciones pegadizas que se tararean sin remedio,

spot televisivo que pregona algún milagro,

te quiero desde mi televisión;

me rompe el corazón el anuncio de Durex,

también el de Duracell,

necesito de vida alcalina y sin descanso amar;

el anuncio de Vodafone me asemeja a ti,

pero renuncio a nuestro parecido

cuando veo el de Movistar insinuándome su tarifa plana.

Brillo de marcas y de proyectos con fundamento,

economía de mercado, libre mercado con celulitis,

trajes en el Corte Inglés

y corbatas de seda para ahorcar la infamia del individuo.

A voces te llamo cuando veo tu suerte

en los anuncios de confort y vida blanda,

vida fácil de tragar como la de los potitos Nutribén,

vida en pareja, familia feliz,

familia sonriente pero con una tiniebla escondida,

una mentira preciosa que nos invita al sueño dorado,

¡¡Miénteme con tus anuncios, caja tonta!!

Miénteme que quiero ser mentido una vez más.

Consumo el oropel de tus promesas

en las farmacias listas para sanar mi exterminio.

Sobremesa en el bienestar,

sociedad del bienestar, producto en el que estar,

mundo que rueda por que piedra que corre

no cría moho.

Te veo en el comercial más sincero

y dejas en el McDonalds mis esperanzas de volver;

te recuerdo conmigo mezclando bebidas espirituosas

con Coca-cola burbujeante, negra, y siempre igual,

la chispa de la vida unida al rugir de las tripas,

son una rutina y una simbiosis perfecta.

Como tú y yo cuando nos queríamos.

Preludio estupefacto en los envoltorios abiertos

y en las preguntas marchitas que nadie nos quiere contestar.

 

 

Por Cecilio Olivero Muñoz

 

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SELECCIÓN DE POEMAS

POR ENRIQUE GRACIA TRINIDAD

 

 

 

TOME EL TESTIGO QUIEN LO QUIERA

Era mi oficio despertar cansado, evitar que la sangre oxidara los bajos de las puertas. Cuidar de las esquinas donde el polvo convive con la araña.

Era mi oficio permitir que el aire se mantuviese respirable, aun teñido de sombra y de perfume amargo, de azafrán engañoso, de gritos de mujeres protestando por el aliento de la vida.

Maldito oficio este de contar los muertos que hacen cola en la augusta oficina del olvido, junto a las máquinas de la melancolía, que ya no tejen ni fabrican ruido.

Era mi oficio, sí, tarea innoble y dura, malpagada, repleta de rumor y de chocar de jarras de cerveza ya vacías. Trabajo miserable, cercano a las bisagras, siempre al lado de los embarcaderos solitarios, de los pueblos nocturnos que abandona la vida.

Un oficio sin causa necesaria, tan repleto de cáscaras vacías, de ceniza aún caliente y de quejidos, tan necesario y tan inútil, tan extraño.

 

Oficio indeseable, vecino de pendencias y alborotos, proclive a la masacre, residente en las cajas de zapatos donde el odio se anuda los cordones y aprisiona los sueños.

Era mi oficio. Era.

Ahora me alejo sin saber a dónde. He decidido renunciar. No puedo soportar esta carga por más tiempo.

Si el mundo que conozco se derrumba, no será por mi causa sino porque no es justo ni posible arrojar tanto peso sólo sobre unos hombros.

(De “Pentimento”)

 

***

 

VALE, AMICI

                      A Edu, que empieza a escribir

La poesía es la incómoda palabra.

No te engañes, poeta ¿qué pretendes?

¿que te perdonen lo que escribes?

¿que el lector, obligado a descubrir

en tu voz lo más hondo de su voz,

te lo agradezca?

                         No abrirá tus páginas,

no dejará que le inficione

tu lengua venenosa. Está prohibido

sacar los sentimientos a la calle,

esgrimir emociones,

modos distintos de mirar el mundo.

Ejerce tu pasión como un proscrito

que no eres otra cosa cuando escribes.

El mundo es más de lo que dicen, más

de lo que vemos, más de lo que quieren

que miremos. Es mucho más,  lo sabes.

Di lo que tengas que decir y dilo

sin disculparte por hacerlo. Y vale.

(Del libro “Todo es papel”)

 

***

 

CONTRITIONEM PRAECEDIT SUPERBIA

                                      A Juan Carlos Mestre

Desobediente, sí, desobediente.

Como la rama que se ha vestido ayer de verde joven sin que la primavera la convoque.

Como la catedral, con su santo de piedra que no es santo, sus dibujos ajenos a la fe de sus puertas y su temblor de suelo que destroza el silencio.

Como el deseo de venganza que se enfría más de lo necesario, menos que la ternura del olvido.

Como el armario donde nunca aparece el abrigo del pobre ni la caja de música, ni los viejos recuerdos que alguna vez tuvieron allí su rincón y su reino.

Como el nombre que olvidas cuando más lo precisas, y la canción que insiste en ser nuestra memoria.

Como las hojas que se han quedado aquí todo el invierno, orgullosas y tercas, y nunca respondieron a su cita de otoño.

Como las chimeneas que aún se yerguen pero ya para nido de pájaro y araña.

Como el libro que la humedad ha clausurado y tiene las palabras inservibles, borrosas, indigentes.

Como el amor, agazapado y torpe, que no quiere ni ser ni abandonarnos, o como la tristeza que se mancha de risa y nos engaña.

Como la muerte, díscola siempre y taciturna, que jamás se acercó cuando era necesaria y que habrá de llegar cuando no se la quiera.

Desobediente, sí, desobediente. La condición exacta de la vida.

(De “Pentimento”)

 

***

 

(Del libro “Tiempo de Apocalipsis”)

 

           «…Venid, reuníos para el gran banquete, para que comáis carne de reyes, carne de tribunos y carne de valientes, carne de caballos y de sus jinetes, y carne de toda clase de gentes, libres y esclavos,                         pequeños y grandes…»   (Apocalipsis, 19, 17-18)                 

III.

HAN DISPUESTO LA MESA,

comed hasta que el vino os devore los labios,

hasta que la ceniza sepa a carne,

hasta que del combate sólo queden

los despojos de azufre

que hacen yermos los campos.

Mil diademas coronan la cabeza de Fiel,                                              (3) 

y él es quien nos prepara la mesa del banquete,

¿dónde habéis visto un servidor

más honorable?

No dejéis de comer, que nada sobre

para los herederos de la tierra,

para el insecto silencioso,

para la rata confundida

con el barro y la muerte,

para las piedras del olvido,

para las patas de la araña,

para esta ruina triste que adelantan los ácidos

y el grito.                                                                            .

Venid hasta el banquete que ha dispuesto

la locura de plástico del hombre,

la ceguera de todos los que piensan

que habrá un mañana fértil

sobre tanta miseria.

Venid,

comedlo todo,

acabad con la carne y con la sangre,

que no descansen las migajas.             

 

(3) Fiel aparece en 19,11. Es el mismo Cristo en su cualidad de Veraz, nombre por el que también se le llama. Él es quien dirige los ejércitos celestiales de la primera batalla apocalíptica. Posteriormente el Angel invita a un festín con los despojos (referencia en Ezequiel 39,17 ss).En esta condición de Fiel y Veraz, Cristo es llamado también Amén (ver último poema del libro y nota 23). Fiel monta un caballo blanco pero no son los mismos jinete y montura que aparecen al abrirse el primer sello (6.1-2) a pesar de que se han confundido a veces (ver apocalipsis 6.1 y poema XII en página 45)

NOTA: Este libro está basado en citas del Apocalipsis y repleto de notas orientadoras.

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SELECCIÓN DE POEMAS

POR FRANCISCO JESÚS MUÑOZ SOLER

 

Te internaste por un camino de zarzas

 

Te internaste por un camino de zarzas y espinos

sin saber que su maquiavélico sentido

te destrozaría cruelmente al transitarlo,

crepúsculo de una feliz infancia.

Cual poema abandonado y despojado

en una calle desierta adornada

por una violenta ventolera

que la mece aturdido sin dirección.

Tu delicada piel de espuma

blanca y suave se derritió

bajo un sol de resquemor

bordado en odio y avaricia.

De Juventud primera, 1980

***

Me siento anclado en el pasado

 

Me siento anclado en el pasado

noto mis ilusiones añejas

y son la luz de mis dichas

que se desvanecen sin remedio.

No quiero aislarme del mundo

mortificarme en mis dudas

ser engullido en las cenagosas

lindes de mis negros pensamientos.

(Quiero vivir). Ser querido

rodearme de armoniosa amistad

sentirme dichoso de amar.

¡Descubrir que no es solo un sueño!

Realizarme como ser humano

sin lucros ni hipocresías

es cuanto pretendo en esta vida.

¡Qué satisfacción sentirme vivo!

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APUNTES DE UN CASADO EN TRÁMITES

DE DIVORCIO

POR CECILIO OLIVERO MUÑOZ

 

ÓYEME

 

Niña, tú, dulce niña,

Estás preparada, estás cerca,

escucha mis palabras que son cruces,

creo en ti, observa mi fantasma interior,

es aire y palabra, es desierto pequeño,

te quiero y por eso me voy,

no quiero ser cómplice de tu muerte moral,

no quiero ser yo tu mal sino,

pretendo a mi orgullo,

que no vale más que tú.

La vida es la duda, es espino en silencio.

Te quiero niña, te quiero feliz.

***

¿CULPABLE YO?

 

¿Culpable YO? ¿Culpable de quererte?

He amortajado a este silencio entre muebles

con la carcoma nueva, entre lo azul celeste,

con la carcoma lechosa que habita como un virus,

esperando mi descuido, esperándome distraído.

He caído por barrancos de desidia

y he dado vueltas en mi propio círculo.

Tiene que haber un dios testigo de que te amé,

tiene que haber un testigo tras este silencio,

no puede ser que se confunda

esta espesura entre la nada de la nada.

He olvidado la rosa rosada de tu vientre

de niña traviesa; no puede ser que de tu derrota

cimbree la serpiente para morderme

su veneno; no quiero, no, no quiero.

***

NIÑA SONRIENTE

 

Niña, niña que espera virgen de inocencia,

Niña que desconoces la gran verdad

que no te conoce. Así quiero verte.

Te quiero ver sonriente como una alondra

en el charco límpido de una fuente salvaje.

Te quiero con la alegría fresca del verano,

Te quiero entre silvestres veredas

que no fermentan en el agobio.

Me acuerdo mucho de ti. De tu tragedia,

que ahora es la mía; rosa negra, rosa brotada

de la desventura, germina de desasosiego

y frecuenta el yermo solano seco

que no quiere mientras pueda ser padre,

ser padre de tus ojos con brillo mojado.

***

 

CUSTODIA COMPARTIDA

Más nos valdría saber lo que nos conviene

y más nos valdría saber las causas

de los errores que cometimos en su momento,

pues intentar repartirse un cielo

desemboca a quedarse sin estrellas,

sin soles, sin lunas, sin nubes, sin pájaros,

ya que, malgastemos la noche y el día

y todo un preludio de besos olvidados.

Repartirse ciegamente un corazón

es repartirse una vida inocente y sin culpa,

pues malgastemos nuestra autoridad

a golpes de zarandeo y a voces de riñas sordas.

Un niño es una infancia y una infancia es raíz,

un matrimonio es amor y si no hay amor

no hay nada.

¿Cómo repartirse un cariño?

¿Cómo repartirse un abrazo?

¿Cómo repartirse un buenas noches?

¿Cómo repartirse una voluntad?

¿Cómo repartirse lo que se ve crecer?

¿Cómo repartirse lo que empieza a ser?

¿Cómo repartirse lo que a nadie pertenece?

¿Cómo repartirse lo que nació para ser alegría?

¿Cómo repartirse un recuerdo?

¿Cómo repartirse una soledad?

¿Cómo repartirse lo que no se reparte?

***

 

PRESENCIA DESCONOCIDA

Si quieres saber quién

es la mujer que vive a tu lado

divórciate.

Te pasas la vida junto a una mujer

y aguantas sus manías,

aguantas sus cambios de humor,

no das importancia a las discusiones,

ella te ofende, tú la ofendes,

comprendes que todo es ventaja

y también desventaja.

Asumes todos sus defectos,

piensas que cambiará,

te engañas sólo por amor,

no das importancia al dinero,

a tu necesaria intimidad,

a tu discontinuo sufrimiento,

estás con ella por que la quieres.

Aguantas tú y aguanta ella,

te refugias en cualquier cosa,

esporádicamente te masturbas,

duermes a veces en el sofá,

descubres después de haberte casado

que tiene sus preferencias.

Sabes que odia a tu madre

pero deseas que sea del todo feliz,

llegas a creer que la conoces bien

aunque llegas a conocer a tu esposa

cuando tramitas tu propio divorcio.

Se reparte todo aquel objeto

que carece de alma y de sentimientos,

pero eso es una verdad

con demasiada ceguera,

porque la verdad es que se reparte

hasta aquello que a nadie pertenece.

***

EX-MARIDO

 

¿Qué significa ser un ex-marido?

Quizá sea dejar de ser ese bulto

arrumbado como un mueble

en algún rincón de la casa.

O quizá sea dejar de ser aquel

calzonazos con quien nadie cuenta.

Pero un ex-marido es un hombre

que descubre una nueva vida

existente tras el terrible divorcio.

Descubres que tienes libertad,

que la soledad no es ningún problema

porque sabes estar solo.

Descubres que haces todo

lo que te da la gana,

descubres que tienes amigos

y descubres que te quieres mucho más.

Si quieres comer, pues comes,

si quieres tener sexo haces onanismo,

si quieres dormir solo, duermes solo.

Descubres que depender de una mujer

es depender de Mefistófeles.

Descubres que existe una vida

después de haber estado muerto.

Descubres que la felicidad

es la que uno mismo se fabrica.

Y no la que una mujer te impone.

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SELECCIÓN DE TEXTOS

POR DANIEL DE CULLÁ

 

ENTRAD, VEREIS HILADO DE UN AÑO Y CAGADO DE UNA SEMANA

 

         Nazarenos, disciplinantes, cornetas y tambores se acreditan hacendosos con sus instrumentos., cruz en lumbre, cruz en puerta y cruz en llelda, y no hay sitio sino entra entra, y un aviso del que todos se hacen cruces:

         -Cuando fueres a cagar, lleva con qué te limpiar”.

 

Ved: un romero franchute, Juan Templado, hijo de españoles, con su capirote puesto en su buena calabaza y alegre, se halló en las procesiones del Azoguejo en Segovia, y de los templarios en Zamarramala; puso en medio de un círculo el capirote y comenzó a retozar alrededor de él, saltando de un término en otro, canturreando  lo que parecía más que responso cuento o saeta, con alegría añadiendo lo primero:

 

–         Me cagüen in toti li diabli; dándose matraca los lugares, y gritando: “Aquí como en Cañamero nos dan Burra por carnero”.

 

Y cantaba, o mejor berreaba como en los tiempos de la doctrina:

 

 – Cristolografía es la ciencia que trata de los lugares de cristo.

 

– Crisma es administrar y dar el criso santo del sacramento de la pedofilia. Criso: insecto aculeado que sirve de tipo y da nombre a la familia  de los pedos de lobo cristianegos, y así lo define Crisneja que prepara la novela pornoerótica de Neptuno y Teofanía en busca del crisomalón, el vellocino de oro en cueros.

 

– Cristolba: producto de la brea peneal que constituye  un preservativo contra la polilla de Satán, como cuenta Crisopolea, una de las beatificadas hamadríadas que tuvo su destino unido a un árbol del monte de los olivos, cuando su padre confesor la trajo aquí beneficiándosela.

 

-La Cristiada: Famoso poema religioso escrito en el siglo XVII por fray Diego de Hojeda y cuyo asunto es la pasión de cristo y la resurrección de un murciélago, purgando de profanidad la conformación social cristiana de manera que no se trasluzca en ella sombra de gentilismo.

 

– Pedofiliandad. Nueva gran porción de fieles cristianillos como dicen los moros por despecho ,que siguen a cada misionero, cura o papa,  cuyo universo Urbi et Orbi no va más allá del As de Oros, o Culo. A lo que “Vaya Cruz”, dijo Renán en la Vida de Jesús, los Apóstoles y el Anticristo; y para quien cristianizar el ano no era más que conformar el sitio y darle carácter cristifero en forma de cresta al estilo de los chaperos a veinticinco euros en  Domingos de Cuasimodo cayéndosele la baba ante el Sepulcro de Tiziano; Cristo en la Cruz, de Rubens; de Van Dyck o de Velázquez.

 

Terminando Juan Templado:

 

-Mirad por el mes de Enero, qué pollo tengo en mi pollero.

Y desapareció volando.

-Daniel de Cullá

 

***

 

 

CURA SIN EMBARGO

 

                   “Todos somos hijos de cura o de militar!

                                      -Picarico de España

 

Yo no sé si sí o si no soy hijo de cura

Pero que lo soy de militar, lo dice mi madre

Que reía de los pequeños poemas de cerilla

Que le entregaba el “señor cura” cuando iba a confesar

Y cuyo follar se había convertido

En comidilla de la gente que cantaba:

         Cura, curita

         Que de Avila vienes

         A calderilla de iglesia

         Me güeles

Y que dicen que llevaba una caja de condones

En el hostiario del Viático

Pues un día se equivocó sin querer queriendo

Dándole un condón como sacramento

A una bella dama en peligro de muerte que era de Granada

Y a quien se le iluminó intensamente el rostro

Mientras al cura se le elevó algo místico de repente

Detrás de la sotana a la altura del mear

Y que salía cantando:

                   Andome en la villa

                   Fiestas patronales

                   Con mi eucaristía

                   De cazar pardales

No perdiéndose  fiesta patronal alguna

Que por eso los beatos y beatas de la plebe decían:

-“Es un buen cura sin embargo”

Y así le quedó de mote a este villano

Que daba las hostias de la coacción y el engaño

Con el aroma de ese abismo

Que sólo las almas fugitivas  y salidas percibían

Las mujeres y las chicas sintiendo en su labiado nido

Como una mariposa leve libando su rocío.

 

 

***

 

HERO Y LEANDRO

 

Yo soy Leandro, mancebo de Abidos

Bueno ahora en Burgos

Ciudad cruzada por el río Arlanzón

Y vivo en la opuesta ribera

Que atravieso de noche a nado

Para verme con mi amada Hero

De la Ribera del Duero

Sacerdotisa de Venus

Pornoestrella que oye misa de doce

En su catedral de álcali

Extraído del fruto del cocotero

Que fundó a Santa Fe de Bogotá

Con Gonzalo Jiménez de Quesada

Y se señaló en el bando de la reina

En la primera guerra carlista.

 

Mi padre fue Leovigildo

Rey de Andalucía

Amante primo de Hermenerico

– para que luego digan

 que el amor homo

no nos viene desde allá de los tiempos-

Rey de los godos

Que se benefició de los herulos y los wendos

Pero vencido por los hunos

Se quitó la vida a los cien años

Después de haber dejado preñadas

A trece rosas apiladas

En castañas pilongas

Tomando forma de pezuña;

Mas,  habiendo abrazado yo el Ateísmo

Se malquistó conmigo

Y me mandó ahogar

En el charco de mierda

De la Ciencia Hermenéutica de la Vida

Que interpreta los textos

Y especialmente

Los libros mal llamados sagrados

Para fijar su verdadero sentido macabeo

Muy enjuto que no tiene perispermo

En la planchuela igualadora

De los calambres

Bajo la soberanía suprema

De los romanos apimpollados

Que tuvieron por progenitor a Antipater

Ministro de Hircano

Soberano pontífice de los judíos

Que anduvo de Herodes a Pilatos.

 

Hero  y yo, Leandro

Nos abrazamos

Dando ella raíz a la mordedura

De la serpiente

Justo debajo del Puente de la Audiencia

Y escribí la historia de mi tiempo

Como Paul Klee dibujaba

Con el apículo

Punta aguda, corta y poco consistente

De su órgano aperdigado

Desde la muerte apezonada

De Marco Aurelio

Hasta el advenimiento de Gordiano

Y en los labiados labios de mi Amada

De modo heroico

Reproduciendo mi músculo reproductor

O “morcilla de Burgos”

Medio dios, medio hombre

De gran estatura y fuerza enorme

Al estilo del miembro de Hércules, Teseo

Aquiles, Eneas

A golpes y carnales cuchilladas de herrería

Las treinta cuatro de las vidrieras

De la catedral de Segovia

Que son obra suya

Y no de Francisco Herranz como cuentan

Jugando mi amada al Herrón

Antiguo juego que consistía

En lanzar un tejo de hierro

Con un agujero en medio

Y acertar ensartarlo en un clavo hincado en tierra

¡ Ella acertó¡

En golpe de herrón

Y yo en picotazo fuerte

Y hablamos besándonos con versos de espuma

Apitonados

Empezando a descubrir

Los pitones de los animales

Que crían cuernos

Empezando los árboles

A arrojar sus botones

Rompiendo ella esa cosa

Con punta o pico

Como las gallinas rompen los huevos

picándolos:

“El Chisme hierra

Mientras el río se desprende

En burbujas gaseosas”

Como dicen que hizo Antonio de Herrera

A su amante en La Latina

Historiógrafo de Castilla y de las Indias

En el reinado de Felipe II

Natural de Cuéllar

E historiador de nota

Que un día a Felipe le cantó:

“Al herrerillo, con barbas

Y a las letras, con babas;

Quien deja el herrerillo y va

Al herrerón, gasta su hierro

Y quemase el cabrón”.

 

-Daniel de Cullá

 

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SELECCIÓN DE POEMAS

POR BRUNO JORDÁN

 

No siempre los pájaros cantan

no siempre es primavera

ni las nubes tienen ganas de levantarse.

En ocasiones

se navega por charcos de estrellas

y las palomas atraviesan el tiempo

porque están en una jaula libre.

En ocasiones

el amor ensancha mis cadenas.

 

***

 

Recolecta

 

Con el buen tiempo

y el calor

va llegando

la temporada del cayuco.

 

Occidente se prepara

para recoger sus frutos.

 

***

 

POETA POBRE, VIEJO Y FEO

                                         (De un autorretrato)

Vencido y convencido

de que mis ideas

eran para mí

ideales

solo,

mientras tanto

las hice añicos.

Entre los trozos convivo ahora revuelto

por el suelo.

 

 

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SELECCIÓN DE POEMAS

POR PABLO MARTÍN (PABLO VOLUMEN)

 

Porque sí

 

Rebeldes porque sí,
siempre en el otro bando,
sin cambio
ni cruz en las monedas.
Pasando de flechas
y cúspides,
de horas,
de presidentes de vecindario,
de obligaciones casuales,
pasando página,
lista,
pasando de cuadrarnos.

Nos podíamos pasar horas impávidos
con el miedo metido en el cuerpo,
sordos de angustia, insensibles.
Horas sin articular palabra,
sin ser lo suficientemente algo.

Y cuando no queríamos ver
aquello a lo que estábamos obligados,
abríamos los ojos
y nos poníamos ciegos.

***

 

Borrador

 

Se agarraban las manos
en frigoríficos ruidosos,
donde ella no podía recogerse el pelo
y nadie se sentía solo.

El color de los juegos traumatizaba
a los que querían alzar la voz,
persiguiendo horas
y destrozando entretelas
sistemáticamente,
como decía el irreflexivo.

Algunos preferían
poderse mirar a los ojos
en vez de dar vueltas.

 

***

El baile

 

La casa con su primer mechero
deseando arder, escapar,
el directo de los primos de los Zeppelin
y la fiesta en el patio.

El vecino al que se quieren follar
las hookers con su Carling
de medio litro en la mano.

Su dipsomanía
y su esquizofrenia incurables,
los piropos a Alonso Quijano
estampado en una camiseta,
las esperas de autobús
y los favores de tabaco.

Mucho «smashing»
pero teníamos que correr
a por nuestros sueños
que no nos esperaban.

Mereció la pena,
aunque el pastel de carne ardía,
la posadera era tuerta
y Chuck Berry sonó fatal.

El sudor, el baile,
las mesas retiradas,
y allí seguía la chica de Goytisolo
con su camiseta verde,
esperando a ver
si algún gilipollas la entraba.

***

Cruzando la vía

Estábamos llenos después de la penúltima cena,
que nos salió gratis,
ya que a la hora de pagar
no aceptaban Master Card,
y eso que es la tarjeta del Maestro.

Al final pagó Judas que siempre lleva monedas.

Nuestros padres nos habían abandonado
y los borrachos estaban perdonados
porque no sabían lo que hacían.

Nosotros sí sabíamos lo que hacíamos,
lo contrario de lo que predicábamos,
por eso nos negaron la entrada tres veces
antes de que cantase el gallo.

Tuvimos que cambiar el calzado,
nos atamos los cordones de las sandalias
y entramos en el Gólgota’s Rock Club
con la señal de la cruz en la mano.

El estigma indicaba
dónde tiene que caer la gota
para saber si la ponzoña
es apta para los menores de treinta y tres años.

Una vez en la barra
el romano nos puso La Corona
que no tenía espinas
pero daba dolor de cabeza
después de una tras otra.

Las rubias nos azotaron,
la Magdalena bailaba como loca,
desbocada, con sus tatuajes de color,
con su piercing en la boca.

Ella sabía de cruces,
de piedras y de clavos,
y aunque era Good Friday
como buenos carpinteros
jodimos, pecamos
y nos hinchamos a comer carne.

***

 

Anoche

 

Hoy se me ha hecho la una,
y todas estas horas transcurridas
con el edredón de Agatha Ruiz de la Prada guardado
me he inventado dos sueños deformados.

Uno no se acercaba ni de lejos
al pie tembloroso en el aire,
y las hostias de los curas,
los profesionales.

Pero me levanto
y me voy a la zona de juego
con los guantes preparados
para romper dientes rotos.

Me muevo hasta otro garito
con dos plantas que simula el otro,
pero éste tiene más luz,
no sé qué busco allí
porque está lleno de tíos,
venga hombre,
lo mismo me he vuelto homosexual
y Freud me está psicoanalizando
en el puente de la avenida.

El segundo sueño es mucho peor,
tengo que levantarme
para echar un par de gargajos en el baño
y ahí se acaba todo.

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SELECCIÓN DE POEMAS

POR CECILIO OLIVERO MUÑOZ

 

MONÓLOGO DESDE LA CRISIS

(EPIDEMIA INVISIBLE)

 

Tengo depresión nerviosa,

también soy maniaco-depresivo.

Estoy apañado con lo que tengo.

También tengo trastorno bipolar

y paso de la alegría a la tristeza

en un chasquido de dedos.

Tengo mis manías,

persecutorias, fantasmagóricas,

sensaciones sin cesar tan sensitivas,

tengo visiones, oigo otro mundo

tras este mundo de corcho,

soy ludópata, cleptómano,

alcohólico, drogadicto,

fantasioso, histérico,

megalómano, mitómano.

Sufro o padezco

de una licenciosa esquizofrenia,

trastorno esquizofreniforme,

psicosis, ¿trastorno o síndrome?

¿Virus o patología?

Trastornos alimenticios,

Animal Heleno-latino.

Ácido ribonucleico.

Cromosoma Zero, Incógnita,

Trastorno de la despersonalización,

cachaza y desasosiego.

Análisis, ecografía, encefalograma plano,

Yuxta-armónica comparación.

Psicología sin psico y sin lógica,

Trastorno de la identidad sexual,

Megainfralentitud antropomórfica,

Vida moderna, vida de estrés,

Autobús, metro-under-ground,

Lógica de un síntoma sin síntoma,

Puñetazo invisible en la cara desnuda.

Amparo, ceguera, retroceso,

Vida orgánica sin vida tras la aurora,

Noche que es toda una noche de insomnio,

Amparo de estrellas que bostezan,

Correaje duro, electroshock,

Paso a paso la psiquiatría

se ha hecho una ceporra ignorante,

la ignominia peligrosa de los griegos,

latinidad de vértigo contagioso,

psicoanálisis para ricos y soñadores,

suicida, asesino, asesinado,

son tres presunciones encadenadas

a la incógnita cifrada en el infra-verbo,

Cruela de Vil de los excesos,

Linternas de todas las calamidades huecas,

Blister a blister nace el poema,

Comprimidos son los besos de la farmacéutica.

Escasa luz para tanta duda.    

Lógica incapaz e inadmisible.

***

 

EL FANTASMA DE MI SOLEDAD

 

Existe un fantasma en los rincones de mi piso,

arrastra su sombra vertical por las paredes

y en la noche quieta respira de mi silencio.

Siento su contrita presencia en la madrugada,

cuando crujen los muebles,

cuando los ruidos de la vecindad se difuminan

con los del recuerdo dañino,

cuando la televisión le da apariencia

entre la secundaria voz de los sonidos.

Me busca cuando nunca estoy, me llama

por el nombre que yo mismo desconozco,

baila sus tragedias a mi alrededor,

y lo persigo entre el miedo de agujas

que tienen los pensamientos ante la soledad.

***

HIPROUCRESÍA

 

Hemos vencido, hemos ganado,

contra la fiesta nacional se alzan sólo los vencedores.

Abolida la fiesta, daremos el primer paso,

ahora mismo ha comenzado el principio del fin.

Prohibiremos todo lo que huela a castizo,

a español por antonomasia,

prohibiremos la Sevillana, el churro y el Tío Pepe,

prohibiremos el visionado de la sangre

 sin pecado en la fiambrera.

Hemos vencido, hemos ganado,

Lo celebraremos con una parrillada,

o con unos pollos a l’ast, o mejor si nos vamos

todos juntos a atiborrarnos al McDonalds.

El restaurante Can Joanet no cambiará jamás,

con carnes a la brasa gozamos como bobos,

después de la resaca tomaremos caldo de gallina.

Y nos reiremos todos juntos como saciados

vencedores.

EPÍLOGO

 

No has parado hasta conseguir la prohibición

de la tauromaquia en Cataluña,

pero no te da pena ingresar a tu madre

en una triste residencia de ancianos.

Y todo para salir a manifestarte pintado de rojo

por las ramblas de Barcelona

los días festivos y hasta los laborables.

***

 

PARADOJA

 

La vida es sacrificio

 mientras

otros viven su gozo,

la vida es un bullicio

y una habitación vacía,

la vida es azar

que te señala

y naipe escondido

en el juego en serio.

 

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43º NÚMERO DE LA REVISTA LITERARIA NEVANDO EN LA GUINEA

E-MAIL: nevandoenlaguinea@hotmail.com

43º NÚMERO DE LA REVISTA LITERARIA

NEVANDO EN LA GUINEA

NºLXIII    30-04-2010

 

EDITORIAL LXIII

El Día del Trabajo,

La Cultura del Trabajo

 

El 1º de Mayo se conmemora el Día de los Trabajadores. En prácticamente todo el mundo se convocan manifestaciones, que culminan en algunos casos en comidas y festejos populares mientras que en otros es fuente de enfrentamientos violentos, señal de que las cosas continúan mal para amplios sectores de la clase trabajadora. De hecho, se estableció esta jornada tras una matanza de obreros que se habían encerrado en una fábrica en los Estados Unidos, país donde la clase trabajadora se organizó con fuerza a finales del XIX y hasta mediados del XX mantuvo su vigor reivindicativo.

La Revolución Industrial que se intensificó a partir de mediados del siglo XVIII en Europa cambió completamente la sociedad en Europa, Estados Unidos, América y prácticamente todo el mundo. Hubo una expansión mundial consecuencia de un proceso de acumulación de capital y que venía acompañado por procesos de migraciones enormes, entre ellos el de la esclavitud, o la feroz explotación de los obreros de los grandes centros industriales. Pero no sólo modificó las relaciones sociales entre las personas, también incidió en la cultura. Hasta ese momento, la cultura popular era esencialmente campesina, ligada a los ciclos de la tierra, mientras que se iniciaba en las ciudades una cultura propia que poco a poco fue tomando fuerza hasta culminar en lo que podíamos llamar una cultura burguesa de la que la novela decimonónica es en cierto modo hija. Gustave Flaubert, Galdós, Guy de Maupassant, Eça de Queiroz, Mazzini, Stendal, o Clarín, por citar sólo unos pocos escritores, escribían para y eran leídos por una burguesía ávida de conocimiento, pero sobre todo de estética, de una pretendida cultura, a veces pretenciosa, que suavizara la dureza de la vida. Se desarrollaron las artes, entre ellas las artes decorativas, las que modificaban profundamente el ambiente de las personas.

Pero esa literatura que describía la vida burguesa se interesó también por la situación de la clase obrera y de los sectores populares. El realismo se impuso en Europa y uno de los extremos de ese movimiento desembocó en el naturalismo, fomentado por Balzac en Francia y cuya introductora en España fue Emilia Pardo Bazán. Había que describir lo real, con objetividad, pero tomando posición frente a los conflictos sociales. Había que recoger la vida, con toda su fuerza y toda su envergadura. Se cuestionó la moral imperante y los escritores rusos plantearon temas éticos de un modo extremo.

Pero no todo iba a ser mera descripción en ese mundo industrial que se desarrolló a lo largo del siglo XX. La Revolución Rusa y la crisis del periodo de entreguerras abrieron una época de imaginación desbocada que parecía buscar darle la vuelta a las cosas. El enardecimiento del progreso, una crítica voraz al orden del mundo y la búsqueda de un mundo distinto, más humano y solidario, penetró con fuerza en la literatura europea y americana. «L´ Espoir» (La Esperanza) fue el título que dio Malraux a una de sus novelas.

No fue sólo la literatura la que recogió toda esa cultura industrial y obrera, se materializó también en otras artes, como la pintura, en este sentido habría que recordar al mexicano Diego Rivera, la música, con una sonoridad casi metálica, el teatro, pero sobre todo el cine. Toda la cultura parecía sumergirse en ese mundo de la industria.

Ahora que hemos dejado atrás el siglo XX parece que se cuestiona esa cultura del trabajo. Sin duda están cambiando los paradigmas, se debate el concepto trabajo y las nuevas tecnologías han transformado completamente el mundo del trabajo y sin duda de las artes. Sin embargo, creemos que no pueden ser cantos de sirena: las grandes masas de trabajadores se concentran hoy en muchas ciudades de América Latina o Asia. La realidad de las Maquilas en América Central o de las fábricas de China o de India demuestra que la explotación de la que hablaban los revolucionarios de otras épocas no ha dejado de existir. Es cierto que la experiencia del estalinismo no nos gusta, pero tampoco el mundo posterior a la caída del muro nos parece el mejor de los mundos, nada más lejos. Por eso, sin caer en nostalgias de otros tiempos, reivindicamos la necesidad de la protesta y la subversión frente a la explotación y el desorden del mundo. Creemos también que la cultura, como venimos defendiendo en editoriales anteriores, porque puede ser un instrumento de subversión sin igual. En ello estamos.  

SED DE HUMANIDAD

 

Dos coches, una casa con parking y dos mandos a distancia,

dos ordenadores portátiles y uno de sobremesa,

tres Dvd’s, tres televisores, dos microondas,

un perro con pedigrí, un selecto mini-bar,

un sofá de cara al televisor; lavadora, frigorífico, secadora;

dos polvos por semana y cuatro pajas al mes,

una cama y una lámpara en cada mesita de noche,

   fotografías con sonrisa, cepillos dentales juntos,

tres cuentas en distintos bancos; una hipoteca,

seguros de hogar, de coche y de vida,

un plan de pensiones vacío y una tarta en cada cumpleaños,

un balcón con macetas, una pequeña biblioteca;

aspiradora, perfumes y bombones, papel higiénico,

un viaje cada dos años, vacaciones en casa,

camisas y pantalones para mudar, besos sorpresa,

dos trajes, una palmada en la espalda; se prueba

con la televisión, con visitas a los restaurantes,

la comida, el alcohol, el tabaco, la pornografía,

la autoficción, los blogs, el cine clásico,

el fútbol, la Coca-Cola, el McDonalds’s,

el jazz, el flamenco, el rock, el urban, el pop.

¡Nada! ¡Solamente una cosa puede apaliar mi sed!

Mi sed radica en las relaciones humanas.

Tengo sed de humanidad, de nociva humanidad.

Me refugio en mi jaula de oro y veo la vida pasar.

Entro en el juego una y otra vez; me digo:

-Ésta vez será realidad, ésta vez será posible-

y caigo, caigo desnudo en el barro, salpico a quienes quiero,

los engulle mi personalidad sedienta, despacio y súbitamente.

Cojo aire al dormir y otra vez me levanto desde mi verdad,

cuando me doy cuenta de que podría ser feliz

vuelvo a aspirar al vaso vacío, al mundo lejano,

a la compañía desierta, sé que hay otra vida tras esta muerte.

 Aunque se esconde de mí como las ratas de mi ciudad.

Por Cecilio Olivero Muñoz

El vecino

 

         Lo veía contemplar la calle. Estaba con frecuencia de pie ante la amplia ventana, con las manos en los bolsillos del pantalón o de la bata, la mirada perdida en un punto cualquier, o sentado a veces en un butacón, siempre puestos los ojos en la calle, fuera de su casa. A veces miraba hacia mi ventana tras la que estaba yo, sentado a mi mesa y ante mi ordenador, con frecuencia ajeno a lo que pasaba fuera. Ignoro si me veía, si me observaba. Parecía en todo caso que siguiera muy atento a mi vida, a mi quietud, sentado siempre, escribiendo sin parar, tal vez por ello no me parecía que fuera yo a ser un objeto de estudio muy interesante para nadie, tan calmada y sosegada era mi vida. En todo caso, debía de ser la novedad, acababa yo de llegar al piso donde siempre habían vivido mujeres y de pronto aparecía un hombre con costumbres aparentemente sedentarias, que se pasaba todas las mañanas escribiendo en el ordenador, es lo que vería él, lo que le llamaría su atención, sin duda, y quizá deseara algo más de movimiento en este lado de la calle que contrastara con su rutina, tan lenta. A mí su presencia en el mirador, al otro lado de la calle, me fue despertando también curiosidad. Un vecino de los de toda la vida, pensé, ese puñado de vecinos del barrio más afamado de Lisboa que siempre habían residido en la misma casa, en el mismo barrio, en la misma esquina de la ciudad y que ahora convivían con estudiantes, bohemios y extranjeros que se establecían en la ciudad.

         Recuerdo que Eva me habló de él cuando me dejó el piso, siempre está en la ventana, me dijo, mirando hacia aquí. Os ha vigilado a vosotras, le pregunté. No, vigila la vida, contestó. Tenía razón. Eso es al menos lo que concluí. Al fin y al cabo había muchas personas como él, ancianos que vivían solos, que apenas salían y que se convertían en mero espectadores de una calle que conocían al dedillo por haber pasado en ella toda su larga vida.

         Él salía muy poco, ciertamente, apenas un par de veces a la semana, casi siempre para dar una vuelta a la manzana. Me había acostumbrado a conocer sus hábitos. Se levantaba temprano. Cuando yo me ponía a trabajar, en la mesa de mi despacho, junto a la ventana desde la cual le observaba y él me observaba a mí, ya estaba de pie. Pasadas las diez llegaba una mujer. Pensé que debía de ser su hija. Le llevaba comida, el periódico. A veces conservaban junto a la ventana y a media mañana la mujer se marchaba. Charlaban sosegadamente e imaginé que ella le preguntaría si estaba bien, si tenía algún problema a lo largo del día, si necesitaba algo que ella pudiera traerle. Sin duda le haría la comida, se la dejaría preparada. Nadie más le visitaba. No había más familia, otros hijos, nietos, tampoco amigos. Eso imaginé yo, al menos. Se pasaba el día solo, junto a la ventana de la que desparecía de vez en cuando para dar vueltas por la casa.

         Tres veces me crucé con él en la calle. Las dos primeras nos miramos sin decirnos nada. Esbozamos sólo una mera sonrisa a modo de saludo, la de dos personas que se conocen pero que nunca llegaron a hablar, a establecer una mínima amistad. La segunda, antesdeayer, se paró ante mí. Lleva una vida excesivamente tranquila, joven, me soltó de sopetón. Sí, farfullé sin saber muy bien qué decirle. Sonrió. Seguro que llevaría antes una vida más agitada, dijo. Sonreí, fue mi única respuesta. No quería tampoco desengañarle. Quiere un café, propuso. Acepté. Parecía con ganas de hablar, de sentirse menos solo, de compartir un espacio no sólo físico, también mental con otro ser humano. Yo, además, sentía curiosidad por saber algo de él.

         Ha vivido aquí siempre, le pregunté en cuanto nos sentamos a la mesa de un café. Tardó en responder. Nací aquí, me dijo tras un silencio breve, como si tuviera que pensar las palabras a pronunciar, pero viví fuera durante mucho tiempo. Guardó silencio de nuevo, pero no hizo falta que le preguntara nada para que siguiera hablando, de inmediato se puso a contar. Aquellas ensenadas de Guinea Bissau, continuó, fue lo más hermoso que vi nunca, todo de un verde intenso acompañado de miles de colores, toda la gama de colores ante tus ojos, ¿se lo puede imaginar?

         Comenzó a describirme aquella naturaleza con una precisión que me llegó a turbar, era como tenerlo delante, como si con sus palabras dibujara los paisajes de aquella Guinea de su memoria. Me habló de los árboles retorcidos como si les doliera el alma, me habló de playas de arena blanca junto a un mar de un azul luminoso, me habló de flores enormes y bellas.

         Me contó que fue allí en el periodo colonial. Todos le vaticinaban un futuro esplendoroso. Había estudiado una carrera técnica, logró ese trabajo que le iba a proporcionar un buen porvenir. Pude haber sido feliz, me confesó. La pregunta me resultó inevitable, ¿qué ocurrió? Su silencio fue más largo esta vez. Cerró los ojos. Necesitaba atrapar seguramente aquel pasado, retenerlo, sentirlo. No soporto las injusticias, me dijo, no las soporté entonces, vi bien a las claras las mentiras que nos contaban aquí, ya sabe: que trataban bien a los nativos, que los ayudaban a prosperar, los civilizaban, ¿se imagina?, y que eran felices con nosotros. Lo que me encontré fueron esclavos que trabajaban todo el día por un plato de arroz y algo de carne podrida. 

         Había focos de resistencia, al principio ínfimos. Los colonizadores se creían intocables, veían a los nativos como tontos inocentes incapaces de rebelarse. Pero era evidente, dijo, que aquello no podía durar. La cosa se agrandó, me dijo tras un breve silencio, y yo me puse en contacto con ellos, fue casi por casualidad, hasta cierto punto un acto natural, una consecuencia de mi desagrado ante lo que hacíamos allí, por ello les proporcioné datos de las infraestructuras en las que yo trabajaba, ellos los boicoteaban y comenzaron a hacer daño, un daño de verdad, y le confieso que nunca me sentí culpable, muchos me odiaron cuando se supo, traidor me llamaron algunos, tal vez usted lo piense, no lo sé, quizá me lo reproche, pero nunca me vi como tal, un traidor, aunque tampoco me considero un héroe, hice simplemente lo que tenía que hacer.

         Creo que pese a todo no podía evitar, aunque no lo reconociese, sentir algo de culpabilidad, los lazos de sangre con frecuencia son excesivos. El ejército empezó a sospechar de él. Por suerte, no era el único que cuestionaba el papel del imperio y que tuvo un papel ambiguo ante la realidad. Le avisaron a tiempo. La guerrilla le ayudó, tenía lazos con el exterior, mecanismo de fuga. Se fue al exilio. Vivió lejos mucho tiempo, lejos de la colonia, lejos de la metrópoli. La guerra empezó a ser encarnizada. Él la vivió en la distancia, a veces intentó ser otro hombre, que todo aquello no fuera consigo, pero leía todos los días lo que la prensa comentaba del conflicto. El día de la independencia fue el más feliz de su vida. Le llamaron por teléfono, todo se acabó, le dijeron, lloró de felicidad y de nostalgia.

– ¿Regresó?

– No, nunca. Por miedo imagino.

– ¿Miedo a qué?

– A encontrar otra cosa.

         Nos despedimos frente a su portal. Le debo un café, le dije, espero otra tarde para que me cuente más. Sonrió con tristeza. Nos dimos la mano.

         A la mañana siguiente su hija apareció temprano. Me extrañó ver que entraban dos personas más. Noté movimiento. No vi a nadie en la ventana. Imaginé lo peor. A media mañana dejé mi despacho, salí, crucé a la calle y llamé al timbre de su casa. Una voz de mujer me respondió. Sí, dijo. Conozco a su padre, comenté. No estaba muy seguro de que fuera su hija. Me abrió la puerta. Subí. Me recibió la mujer con los ojos enrojecidos. Murió esta mañana, me anunció.

         Hoy ha sido el entierro. Éramos pocos, la hija, dos acompañantes, supuse que el marido y un hermano, y el embajador de Guinea en Lisboa. Antes de marchar me acerqué a la hija. No sabía que se conocieran, me dijo, nunca me habló de usted. Hacía poco que nos tratábamos, reconocí. Sonrió tristemente.

         He vuelto a mirar la ventana de enfrente nada más llegar a casa. Me hubiera gustado encontrármelo de nuevo, verlo sentado en su butacón y que nos volviéramos a ver para que me contara algo más de sus recuerdos. 

Juan A. Herrero Díez

YO YA NO CREO EN DIOS

 

Estábamos tumbados en la cama, era demasiado tarde;

tú de espaldas a mí y yo de cara a tus espaldas,

de pronto dijiste contra el aire en silencio de la noche:

-Yo ya no creo en Dios, ya no creo que Dios exista,

se ha llevado a mi madre; mi madre nunca hizo ningún daño-.

Parecías una niña rabiosa, enfadada, y al mismo tiempo,

tierna y lastimada, frágil e impía, rencorosa y débil;

daban ganas de tenerte piedad, lástima, compasión,

trasmitías las mismas sensaciones que trasmiten

esos niños inocentes a los que se les niega la paz,

el alimento, la vida, la ilusión, un juguete, una sonrisa, un beso;

aunque lo merezcan todo; tú merecías esa piedad compasiva.

Yo te dije:-Pero Dios existe, debe haber algo ahí arriba-.

Tú dijiste: -No, no hay nada; mi madre no se lo merecía-.

Yo te dije: -No tengo palabras para lo que le pasó a tu madre-.

Suspiraste, luego callaste largo rato.

Yo te creía dormida, te creía ya levitando tu sueño.

Te acaricié el cabello, te acaricié la mejilla, te besé,

acerqué mi mano por tu mejilla y la noté húmeda;

te dije: -¿Por qué lloras? Tú contestaste: -¡Dios, Dios, Dios!-.

-¿¡Qué!?- Te dije yo. –Dios es un monstruo sí existe-.

Quisiera consolarte, pero no tengo palabras para ello;

a no ser que intentara consolarte como se consuela a un niño.

-No digas nada, yo ya sé todo lo que se debería saberse-

Hubo un silencio, un silencio rotundo y tajante.

No había explicación para tanta injusticia, los dos lo sabíamos.

Luego dormiste, parecías una niña en paz; mientras,

un Dios pequeño velaba tu hastío de lágrimas secas y calientes.

Por Cecilio Olivero Muñoz

EL ÁGUILA

 

 

Una tarde, paseando con mi amigo Miguel por el monte del zorro, oímos un par de tiros, sin darle importancia, pues caminábamos por una zona de caza. Cual fue nuestra sorpresa,  que en aquel instante a unos diez metros,  calló algo al suelo que no pudimos distinguir. Miguel  se acercó  con mucho cuidado, pero al caer detrás de unas matas seguía sin distinguir de qué se trataba así que rodeó al obstáculo pudiendo ver entonces que aquello caído del cielo era un pájaro muy grande con un ala mal herida, era un águila.

Estuvimos  unos instantes quietos, ante esa águila sin saber que hacer, hasta que Miguel decidió llevárselo a casa. Vivíamos a las afueras del pueblo, era una casita con su terrenito donde yo sembraba  la hortaliza para el gasto de la casa. Vivía cerca de Miguel, pues me encargaba de su establo.

Seguíamos ante el águila sin saber como llevarlo ya que su ala estaba destrozada. Miguel se  quitó  la cazadora de cuero  que llevaba,  lo tapó un poco y como pudo lo cogió. Ninguno de los dos sabíamos cómo curarlo,  pero  yo me espabilé, entablillé la pata cómo pude y le curé  el ala con un vendaje.

Miguel  tenía un hermano carnicero, a quien visitó y pidió que los desperdicios de carne que guardaba habitualmente para los gatos  y los perros, se los diera a él para poder alimentar al águila. Su hermano le dijo que no había problema y que cogiera todo lo que necesitara.

Miguel   marcho de caminó a casa con todo el alimento para Juanillo, que así pusieron de nombre al Águila, bajo el brazo. Día tras día, iba Miguel a  recoger los desperdicios de la carnicería para alimentar a Juanillo que poco a poco mejoró.

Una mañana,  después de  darle de comer  lo subimos  a la  terraza  para que él mismo se entrenara  y así poder echar a volar cuando estuviera totalmente recuperado, todos los días lo subíamos al tejado sin respuesta alguna hasta que un día arrancó el vuelo y marchó. Nos quedamos mirando al cielo, preguntándonos si volveríamos a verlo. Tanto la familia de Miguel como lo mía, mis hijos, mi mujer, cogimos mucho cariño a Juanillo mientras estuvo entre nosotros.

Aquella misma noche mientras veíamos la televisión, mi hijo gritó: ¡Papa! ¡Papa! ¡que Juanillo está en la ventana!  Salimos todos a recibirle con una alegría inmensa, pensábamos que jamás volveríamos a verlo.  Le abrí la puerta del  cubierto, que era  donde había dormido los últimos días, y allí se aposentó.

La mañana siguiente, cuando Miguel se levantó, se llevó una gran sorpresa, allí estaba Juanillo esperando su comida para echar a volar de nuevo, y así fue, pero algo nos decía que aquella noche volvería al cubierto. Más de dos años estuvo Juanillo volviendo al cubierto cada noche y esperando su ración de comida cada mañana, hasta que ocurrió lo peor. Hubo una noche que Juanillo no regresó, y entendimos que fue pasto para cazadores. La tristeza invadió nuestros corazones.

 

Por Juan Antonio Quirós Martos

07-03-2008

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SELECCIÓN DE POEMAS

POR BRUNO JORDÁN

 

LA TERNURA DE LOS PUEBLOS

 

Llegaron a un acuerdo:

dos toneladas de bonos,

una comisión de expertos en alza,

varios equipos de provecho,

interesantes ventajas,

beneficiosas acciones

y bálsamos con descuento,

en concepto de intenciones,

del 0’7%.

***

 

Veinticuatro horas en la vida de Nadie

 

 

Hay noches que son lamento,

lamento de grito opaco,

de gemido seco,

de desuelo.

Hay noches que no son noches:

lamento desnudo solo.

Hay noches que son lejano

remoto dolor aullido,

de ausencia siempre,

de nunca.

Hay noches que no son noches:

son jamás.

Y hay noches que no son

lamentos lejanos aullidos secos ausentes.

Son noches difíciles.

Hay días que son blanco,

claridad mate sin huecos,

luz llana continua,

tenue superficie

rasa,

sin accidentes;

plano certero:

perfecto

blanco.

Hay días que son buenos,

buenos días,

buenas intenciones,

amable transcurso plácido del tiempo,

los mejores

deseos.

Y hay días que no son

sino malos días,

días que no son días

cuando esperan la noche.

 

***

TEMERARIO

Después de escribir 

y de releerlo despacio 

articulando sílaba a sílaba,

constatando letra por letra

que me gusta vivir,

la vida, que me arrastra

 

…siguió sin importarme mucho

esa certeza

con que me la estaba quitando.

 

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POEMAS COTIDIANOS

POR CECILIO OLIVERO MUÑOZ

 

 

EN EL MISMO BARCO

 

Estamos todos en el mismo barco,

cuando tú ríes yo lloro,

cuando tú lamentas yo estoy alegre,

nos miramos a los ojos

y se nos contagia la sonrisa y el bostezo,

se nos contagia la alegría

y cuando la tristeza es evidente

una bandera de luto se esconde

en el subtítulo escondido del atardecer.

Estamos en el mismo barco,

tú caminas si yo camino,

tu suspiro es mi suspiro

y cuando se hunde este barco nuestro

todos nos ahogamos

porque somos una toda realidad.

Vente conmigo y verás el susurro desnudo

tras el aire nuestro hecho de transparente verdad.

TRANSPARENCIAS

 

Te gustaba la transparencia de mi sostén.

Era de plástico transparente;

me recuerda a aquel niño transparente

que anda a solas por mis pasillos,

tropieza entre sus correrías,

le digo: -Tú eras también transparente-.

Se esconde porque se avergüenza

de mis juegos en el suelo;

son rayas que dibujo con mi tiza,

son gomas elásticas y son rompecabezas,

son palmadas y son canciones tontas,

son te quieros de color de rosa.

Cuando sea mayor te veré

tras la verja de mi patio, tú serás pasado,

yo seré presente, y un futuro diferente

nos viene a visitar. Ya no te encuentro,

te perdiste hace tiempo, cambiaste la sonrisa,

-¿por qué todo es así?- Ahora disimulo al verte,

quiero recordarte ayer. Mañana me haces daño.

TODO CAE

 

Cae mi esperma en las sábanas,

la habitación huele a semen,

nos quedamos dormidos en las sobras

que nuestros cuerpos dejan

(exhaustos pasajeros de esta tiniebla),

salpica nuestra sangre nuestro beso eterno,

se nos cae el sudor desde nuestra intimidad,

somos refugiados de nuestra guerra,

exiliados en nuestro colchón

circulan ciegos nuestros besos mojados

y las caricias son danza lenta,

nuestros sollozos buscan al gemido

y nuestro peldaño a la gloria

cae desmayado tras el orgasmo en diez segundos

que aprieta a la sinceridad de las luces.

BULERÍAS DE LAS TRES-MIL VIVIENDAS

 

No sé por que te dicen Tresmil

si aquí en este barrio

deben haber cuarenta mil,

no sé donde te metes el dedo

ni sé sí el cucurucho es tuyo

ni sí yo horchata te debo.

Hay en Sevilla un olor a azahar

y pasando por las Tresmil

hay tantos que no quisieran pasar…

En mi barrio hay tunantes,

veinte gitanos con arte, y una merienda

de negros; en mi barrio hay zero

víctimas por el alcohol,

pero en eso que se mezcla estamos tos’.

Estamos Tos’, estamos tos’,

veinticuatro que comen fideos

y cien que comen arroz.

Yo no paso por Triana

a las tres de la mañana,

yo paso por las Tresmil

que no es precisamente Paris,

yo no paso por Sierpes

por que hay mucho trasiego,

y si paso por la Giralda

un zumbao me pide fuego.

Yo no quiero comer fritanga

por que tiene mandanga

el sustantivo interés,

yo me meto por la manga

lo que sobra y lo que changa

y veo tu mundo al revés.

Así soy yo, así soy yo

pero en las Tresmil te digo no,

te digo no, tres mil veces no,

por que no me gusta tu dos a dos. 

LAS LÁGRIMAS DE MI HERMANO

 

Te habías muerto, ya era evidente,

te habías muerto como se muere

toda la gente; miré a mi hermano,

lo vi llorar, sus lágrimas eran

un triste humedal.

Supe que te habías muerto

por que vi llorar a mi hermano.

Sus lágrimas eran tristeza pura,

como cuando la oscuridad

es espesa bruma que ahoga.

Como cuando el cansancio

es una culpa que te echa para atrás.

Vi llorar a mi hermano y supe

que ésta vez era verdad.

CARICIAS VÍA E-MAIL

 

Mis e-mails intentan llamar tu atención,

te persiguen mis deseos entre mega-bytes que pululan

y piden salir a la calle como un perro curioso,

te busco en los besos que no me das en el rellano,

en el ascensor, en el Facebook, en la blogosfera,

mi sistema operativo te llama cárdeno,

nunca la soledad estuvo tan cerca de ser eléctrica,

eléctrica compañía que busca tu calor

y exige el impulso anaranjado de los enchufes

abiertos al misterio de la tecnología y al alfabeto cercano.

NO DIGAS NO

(Soneto)

Decir no es negar siempre la amistad

Es inoportunar lo que ya es sabido

Negando afirmas tu fiel contrariedad

Desmentir verdad desde lo ya omitido

Errar donde yerra la inoportunidad

Paliar tu fe con un no desabrido

Morir dando óbito a tu negatividad

Dando noses tajantes al mero olvido

Es desmembrar la pura inactividad

Negando gigante nunca nadie ha sido

Tildar jamases sin ninguna otredad

Obviar un negro nadie distinguido

A todo aquel nada que con hostilidad

Se niega por negar y es sólo ruido.

GUISANTES

 

Saco guisantes de su vaina plastificada,

vaina plastificada, papel de aluminio,

blister a blister, guisante a guisante,

sorbo a sorbo, traga y sé cotidianidad.

LA CAFETERA ITALIANA

 

Este poema lo dedico a la larga estación de Invierno.

 

Cafetera italiana de tres cafés largos.

El primero, suave, ligero y sabroso.

El segundo, con personalidad y muy delicioso.

El tercero, compacto y tan denso;

amargo a veces, otras un placer,

como la vida misma.  

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42º NÚMERO DE LA REVISTA LITERARIA NEVANDO EN LA GUINEA

 
 

E-MAIL: nevandoenlaguinea@hotmail.com

42º NÚMERO DE LA REVISTA LITERARIA

NEVANDO EN LA GUINEA

NºXLII      31-03-2010

 

 

EDITORIAL XLII

Miguel Delibes

Este mes de Marzo murió el escritor castellano Miguel Delibes. Como suele ser habitual, los medios  de comunicación se han volcado en hablarnos de este autor, no hay mucho más que añadir sin riesgo a caer en los tópicos al uso. Sin duda, se le debe recordar como uno de los autores más importantes del siglo XX, un narrador que aportó una de las mejores prosas castellanas. Su última novela, «El hereje», es para muchos, además de su testamento literario, un relato impresionante cuyas últimas páginas reflejan una intensidad de estilo y de contenido deslumbrante.

Pero, al mismo tiempo, Delibes como escritor era el símbolo de una manera de ser literaria. En estos tiempos de espectáculo, de exhibición, la discreción no es valorada, sin embargo creemos que el escritor ha de “saber estar”, nunca ha de hacer sombra a su obra, sino debe permanecer en un segundo plano porque lo importante, lo que debe ser recordado por encima de cualquier otra cosa, es la literatura, es la obra. No porque tengamos una visión mística de la literatura, sino porque creemos que el ejercicio de la escritura permite ese diálogo que consideramos central. Una vez escrita, cualquier novela, cualquier poesía o relato pasa en cierto modo a pertenecernos a todos. De ahí que toda lectura sea una reescritura en tanto en cuanto el lector la interpreta en su mente, recrea la historia narrada. Miguel Delibes lo sabía, su compromiso con la escritura le hizo ser exquisito en el lenguaje, atento en la estructura de sus textos, primoroso en su caminar entre las letras.

Escribir es sin duda ocupar un lugar en el mundo. Al mismo tiempo, quien escribe refleja en cierto modo el mundo que le circunda y también su propia visión de la vida. En este sentido, Miguel Delibes logró transmitir en sus libros esa Castilla austera que era cálida y distante al mismo tiempo, circunspecta y reservada, extensa y cultivada, tal vez como era el escritor, . La reflexión estuvo presente siempre entre sus párrafos porque la literatura se compone de palabras, sí, pero también de ideas.

Estamos en un momento de cambio cultural y social, lo sabemos. Lo audiovisual está ganando un terreno enorme y somos conscientes del papel que ejerce la literatura en el ámbito cultural actual, un papel menor que hace algunos lustros. Podemos llegar a pensar que autores como Miguel Delibes, con una obra amplia y cuidada en lo estilístico, hoy no podrían aparecer, aunque puede que se trate de una visión distorsionada por el temor que nos dan las nuevas tecnologías, los cambios de referentes y los nuevos paradigmas culturales. Sin embargo quizá cambien las formas, pero no el fondo y ese diálogo que es la literatura perdurará mientras haya lenguaje, mientras existan los idiomas y perviva el ser humano.

No queremos caer en el tópico de la despedida, pero sí tenemos que insistir en una frase que se repite en situaciones así: nos queda su obra. Seguramente habrá lectores que acudirán a sus libros y, aunque las circunstancias hayan cambiado, entenderán lo que el escritor castellano quiso transmitir, que es al fin y al cabo lo que le convierte en un buen escritor.   

 

 

RETRATO DE UNA HIKIKOMORI

(MONÓLOGO)

 

He escrito la palabra japonesa hikikomori en Google

y me ha dado 341.000 resultados.

Esto es lo que dice la wikipedia de ellos:

[Los hikikomori (ひきこもり o 引き篭り), hikikomori: son adolescentes y adultos jóvenes que se ven abrumados por la sociedad japonesa y se sienten incapaces de cumplir los roles sociales que se esperan de ellos, reaccionando con un aislamiento social. Los hikikomori a menudo rehúsan abandonar la casa de sus padres y puede que se encierren en una habitación durante meses o incluso años. La mayoría de ellos son varones, y muchos son también primogénitos. Este tipo de problemas se centran (aunque bien, no son exclusivos) en las clases media-alta y alta, donde el joven posee cuarto propio, lo cual es considerado un lujo en Japón. La palabra japonesa hikikomori significa aislamiento en español.]

Pero aún más alarmante resulta esto:

[Estos adolescentes deciden encerrarse en su habitación o en una parte de su casa después de suspender un examen o tener un desengaño amoroso y lo que empieza por una chiquillada acaba convirtiéndose en años de reclusión voluntaria. La familia resignada no hace más que pasarle la comida sin poder mediar palabra con él. En la habitación suelen tener TV, PlayStation y todo lo necesario para no tener que salir. Se suelen pasar la noche jugando a los juegos y las consolas que sus padres les proporcionan (que son todas las que quieren) y los días durmiendo.]

Estoy realmente preocupado al ver estos resultados.

Ella es así como dice que son estos chicos japoneses,

aunque ella no está obsesionada con las webs MANGA.

Ella lo está por las novelas coreanas.

Cuando va al pueblo donde nació de vacaciones

es como si resucitara. Toma el sol y juega con los demás

chiquillos, pero cuando regresa aquí, a la ciudad:

se encierra horas y horas, y no sale ni para comer.

Ella es, o ha sido, muy afectuosa, dicharachera,

muy sociable y muy alegre, pero de un tiempo hasta aquí,

nada…, nada…, no sale.

Yo quisiera verla como antes, cuando compartíamos,

cuando reíamos, cuando éramos una familia.

Recuerdo cuando era una bebé; tan frágil,

tan pequeña, siento a veces que se me va, se me pierde.

De niña me decía: -Papá, vayamos al parque-.

Llévame a la feria. Sácame de paseo.

Ahora la veo encerrada y me siento culpable de su encierro.

Ella ya no ríe si no es delante de ese maldito ordenador.

A veces le digo: -¿Te vienes a pasear?

Ella contesta:-No Papá, estoy viendo novela.

Me frustra tanto su negativa que prefiero dejarla.

Yo quisiera que fuera como cuando vamos al pueblo.

¡Ojalá no cometa una locura!

Sé por experiencia propia que las nuevas tecnologías

son parte de nuestro futuro inmediato, sé que esto

irá a más, sé que la gente en un futuro

se conocerá a través de Internet, pero… ¿esto?

No, me niego, me niego a verla así encerrada en su cuarto.

Su madre y yo estamos algo carentes de dinero,

eso la obliga a no salir apenas, pero si tuviera un poco

de dinero yo se lo daría para que fuese al cine,

incluso a la discoteca. Ella a veces ríe sola,

parece reír de forma vehemente y transitoria;

sabe mucho sobre informática, quizá sepa demasiado.

Ella no quiere estudiar, no tiene amistades,

Se encierra en su habitación y toda la vida

le pasa a su lado, veloz e implacable, inexorable,

las aventuras que podría vivir en esta ciudad de caos.

Un joven es un aventurero en potencia,

aunque un viejo es un aventurero cansado, quizá apaleado,

y ella parece ser un aventurero atormentado y miedoso,

que no se atreve a vivir la aventura, la vida, la realidad.

Esta vida duele, pero nos duele a todos, sólo unos pocos

son felices irremediablemente, aunque no son hombres del todo.

Ser un hombre completo conlleva a pasar por un sufrimiento.

No puedes encerrarte de por vida. No, no puedes.

1.200.000 chicos japoneses sufren este mal moderno.

¿Y en el mundo? Quizá haya muchos más.

Internet es una llave al mundo y también un candado.

Un candado en el que encerrarse en una habitación

y ver pasar tu vida vertiginosamente, pavorosamente.

Los chicos de hoy deben mirar las estrellas en verano,

deben tener primeros amores, deben probar nuevos sabores,

viajar, aprender a saber lo que quieres, aprender a pensar

por sí solos. Aprender a elegir cuál es el camino.

Esta vida tiene sus riesgos. Esta vida no sería nada sin riesgos.

Es bello, es importante luchar y vivir con estos riesgos.

La vida es una lucha y un cruzar una frontera.

¿Qué será de esta chica cuando nosotros faltemos?

Debo enseñarla a afrontar sus problemas.

Cuando carece una pareja de recursos económicos

vienen automáticamente las discusiones y quizá fuese eso

lo que de verdad le amedrenta o lo que la empujara al encierro.

-¿Qué puedo hacer?- Esto se me escapa de las manos.

¿Llevarla a un psicólogo?, ¡a un psiquiatra jamás!

No quiero que la atiborren a pastillas, es muy joven.

Los chicos deben vivir, vivir y conocer que detrás de un día malo

quizá venga otro peor, pero nunca habrá dos días similares,

es mejor descubrir que si no se lucha

acabarás siendo víctima de tu propia inhibición.

Cuánta literatura por disfrutar, cuántos sabores por degustar,

cuántos amores por comprender, cuántas verdades por conocer.    

 

 

Por Cecilio Olivero Muñoz

El Secreto

 

         Begoña, se llamaba Begoña, sí, me acuerdo perfectamente, cómo olvidarla, aunque pasaba desapercibida, de hecho nadie la recuerda ahora, a veces lo pregunto a algunos de los compañeros de entonces, os acordáis de Begoña, y se quedan parados, pensando, recorriendo con la mente los rostros de entonces de todas las chicas de la clase y también las de otros cursos en busca de un rostro que asociar al nombre, sí, hombre, Begoña, les digo cuando compruebo que no hay ningún recuerdo, flacucha, pecosa, pelo medio rizado, castaña, más bien feúcha, aunque no del todo, no creáis, podía ser resultona si te fijabas, sacaba notas medias, apenas hablaba, cómo me voy a acordar, me decían entonces algunos como respuesta, cómo podría recordar a alguien así, maldita sea, me digo, seré yo el único que me acuerde de ella, no entiendo que pasara tan desapercibida, que no haya el más mínimo recuerdo, por mucho que tenga yo una razón para acordarme de ella, que no es otro que el conocer su secreto, lo que nadie sabia y ni siquiera se podía llegar a imaginar, lo que, de saberse, armaría una buena escandalera en nuestra escuela, en nuestra pequeña comunidad conservadora repleta de cotilleos y chismes con que amenizar la rutina, el aburrimiento generalizado.

         Corrían años sombríos, aunque no nos diéramos cuenta aún, y creo que se imponía un color acorde con la desolación general, tengo para mí que ese color era el gris, un gris ceniciento, el de esos días de niebla y llovizna que se extendían a lo largo de los meses, el de inviernos largos que en la práctica llegaban hasta bien entrada la primavera, con nuestras mortecinas tardes en clase, las de un instituto desvencijado en el corazón de un barrio obrero de luenga tradición popular y calles estrechas, largas, interminables, donde vivíamos en casas pequeñas, baratas, con familias de toda la vida. Estudiábamos más porque no podíamos hacer otra cosa, apenas teníamos dinero, a veces nosotros mismos trabajábamos por algunas monedas, nada del otro mundo, un pequeño peculio que apenas nos permitiera algunos dispendios, como pagarnos los cafés o alguna cerveza en la taberna de Ernesto cuando nos reuníamos los sábados después de comer, más por salir de casa que por la oferta de una tarde que sólo vaticinaba aburrimiento y de tanto en tanto alguna conversación entretenida o una partida de ajedrez o de parchís que nos salvaba de la rutina. En ocasiones acudía alguna chica, se formaron algunas parejas, somos novios, anunciaban, luego se separaban sin más explicaciones, nadie las pedíamos, quizá porque sabíamos que era una forma más de pasar el tiempo, emparejarse más por el luchar contra el desasosiego que por amor.

         En la taberna de Ernesto nos reuníamos uno puñado de los estudiantes del Instituto. Nos caíamos más o menos bien, nunca discutíamos, tal vez, como dice Mario, porque el mal tiempo relaja tanto los espíritus que no permite los malos rollos. Ahí compartimos las primeras esperanzas, algunas confidencias, las primeras frustraciones. En realidad no guardo malos recuerdos de aquellos años, para ser sincero, no sé por qué me gusta regodearme a veces en la melancolía, en la amargura.

         Por aquella época comencé a vagar algunas tardes por las calles. Siempre me había gustado callejear, pero en la niñez apenas me dejaban alejarme mucho de casa. A medida que me hacía mayor mis padres dejaban de advertirme que no me fuera lejos, a no preguntarme por qué tardaba cada vez un poco más en regresar. Salía del instituto y comenzaba a dar vueltas, primero por las calles próximas, pronto llegué a otras calles distantes, otros barrios. Hará sus cosas, oí que le decía mi padre a mi madre, déjalo, ya no es un niño. Me sentí entonces libre. No sé si me satisfizo mucho la sensación, creo que más bien no.

         Pero descubrí que ya podía alejarme lo que quisiera, podía saciar mi curiosidad por otros rincones, en una ciudad cuyos límites me resultaban imprecisos y vagos. Era una libertad que por entonces no sabía que lo era, no tenía nombre. Salía del instituto, a veces dejaba mis libros en casa y me iba a andar sin destino alguno, sólo por el placer de recorrer las calles.

         Una tarde la vi. Me daba la espalda, pero la reconocí sin dificultad, a pesar de haber empezado a oscurecer y de la luz difusa, algo incierta, de las farolas. Begoña no era del grupo afín. De hecho, nunca hasta entonces había hablado con ella, hablado en serio, en el sentido de conversar, de charlar, todo lo más intercambiaríamos algunas palabras cuando los profesores formaban grupos para potenciar la cooperación en el estudio, los lazos entre todos, el intercambio de ideas o de los temas aprendidos. Pero casi no era hablar. Ella, además, parecía esquivar cualquier contacto, por timidez o recato, quién podría saberlo. Quise acelerar para ponerme a su lado y saludarla, pero algo me obligó a parar, una intuición o un presentimiento, no lo sé. Había algo extraño en su manera de andar, en ese mismo instante no podría decir qué. La seguí un buen rato. A veces andaba tan lento que me obligaba a detenerme, a darme la vuelta, recorrer de nuevo lo ya recorrido, volver la vista para que no me viera. De pronto fue ella quien se dio la vuelta y se dirigió de nuevo hacia donde yo estaba. No me vio. Me escondí en una callejuela y regresé a casa, curioso por saber de aquellos paseos.

         La busqué al día siguiente. No la encontré. No fue hasta dos o tres días más tarde que la volví a ver. La seguí. Entonces vi como se acercaba a los hombres, intercambiaba algunas palabras, los hombres, siempre adultos, la miraban primero con sorpresa, luego con asombro, y muchos, la mayoría, aceleraban el paso. Otros, apenas unos pocos, la acariciaban, la tomaban a veces del brazo, avanzaban hacia una de las callejas laterales, algún portal, rincones oscuros donde les perdía de vista.

         Durante varios días se repitió la misma escena, con exactitud. Una vez, al cabo de una semana, me acerqué a la calleja. Escondido en un lado, les observé. Se besaban. El hombre la acariciaba con fuerza, colocaba sus manos debajo de su falda larga, la pegaba contra la pared, escuchaba sus jadeos, algunas palabras obscenas. Al día siguiente en clase parecía la misma chica tímida y callada de siempre, un espectro, pensé, nada que ver a la Begoña que yo había visto la noche anterior.   

         Una tarde vi como se acercaba a varios hombres. Los días anteriores había conseguido llevarse a varios a los rincones oscuros. Pero ese día ninguno la hacía caso, huían de ella. Avanzaba rápido, como desesperada, la perdía entonces de vista, la volvía a vislumbrar entre farolas y coches aparcados, a veces se detenía, parecía pensar o desolarse, no lo sé muy bien. En uno de los momentos que la perdí de vista aceleré el paso para no perderla del todo. Crucé una esquina. No la vi, se me fue, pensé no sin cierta amargura y decepción.

– Me buscas. -oí que me preguntaba detrás de mí. Me quedé quieto, sin saber qué decir, qué responder- Te he visto varios días seguirme -continuó-, incluso cuando me iba con alguien a alguna calleja.

         Se rió cuando intenté explicarme y apenas farfullé algunas palabras inconexas, estúpidas. Se acercó, se puso delante de mí. Sonreía de un modo extraño y entonces me pareció de una belleza feroz.

– No te preocupes -me dijo-, no me ha molestado, todo lo contrario, me ha gustado. Mucho, de verdad.

         Me besó en la boca. Yo seguía quieto, sin saber qué hacer. Vamos, susurró. La seguí a un portal. La puerta estaba entreabierta y nos colamos dentro, como fugitivos, mientras yo sentía que ardía por dentro, como si de pronto me invadiese la más alta de las fiebres porque estaba a punto de lanzarme al barranco más profundo, a un lugar que nunca antes había conocido.

Juan A. Herrero Díez

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TRES CANCIONES  SUB-URBANAS

 

Por Cecilio Olivero Muñoz

CANCIÓN DE LOS MUCHACHOS

Burla de necios y fanfarrones,

tropa de dioses con migraña,

cumbre de todos mis detractores

que guardan su tiña en su guadaña,

victimas de aquel compromiso,

secuaces de asediadas mañanas,

protectores de un mundo sumiso

que beben a sorbos su desgana,

 bostezan por fríos consuelos,

su peloteo es floreo con mala maña,

entre  los rastros del suelo

se halla su huella siempre tan casta,

se atan gomas en el pelo,

levantan su voz por las cucañas,

creen que su verso es de caramelo

y es rima parca de pura melaza.

Ramplones del gris compadreo,

son pendencieros y mojigatos,

sacad vuestra fiera de paseo

mientras yo echo la siesta un rato,

sacad de vuestro váter el tebeo

y apuntadme en la frente el gasto,

yo mientras sigo dando garbeos,

siempre buscando y buscando,

me gusta demasiado el cachondeo,

de cualquier paga-fantas me escapo,

en la melodía de alegrías me empleo,

me tapo y también me destapo,

ni de fraile ni de santo me veo

y mucho menos haciendo milagros,

 señalad mi soledad con el dedo,

yo del güisqui no cuento los grados.

Otras madrugadas me desnudan,

otras mañanas me desvisten,

 todos mis ceros se adeudan

a las rutinas de tardes que insisten

 que eres apariencia y fachada,

que todo es farfolla y despiste,

que tú sólo das la patada

cuando en torno a ti está lo triste,

que quieres y te cansas deprisa,

y llevas tu cansancio en ristre,

ves como se te pudre la risa

guardando para unos pocos tu chiste,

te aniquilas enfadado la camisa

si los cierra-bares te hablan de alpiste,

te persigue nerviosa tu prisa,

tú lo sabes y ya lo asumiste,

vas de progre y de optimista,

naipe comodín, órdago al envite,

 regateo ruin de mezquino estraperlista,

 chamullista vil, zaino quitaquite,

(estribillo)

Círculo de los mamarrachos,

pan de las lejanas quimeras,

poto de los buenos borrachos

que chupan todos de sus maneras,

Son estudiados y buenos muchachos

que nunca tuvieron malas ideas.

VÉRTIGO EN LAS CALLES

 

Secuencia de un mundo inexacto,

calles mojadas aún por desnudar,

el binomio es fragmento del pacto

con el miedo abierto de par en par.

Gorriones grises le dan al acto

un dios atento que aprende a callar,

delirio mecánico y azar de artefacto,

gramos de insomnio, taxi-realidad.

Bares que esconden en el lavabo

criaturas de sesgo del todo vertical,

parques que abrazan lo asediado,

peces con beso oscuro que olvidar,

olvidos que buscan en su pasado

una memoria desnuda con luz de gas.

Clases sociales entregadas al vaso,

destellos opacos en estrecha verdad,

madres ajenas que en aquel raso

hacen maraña de lo que no está,

viles majaderos que en el tabaco

hacen inventario de semilla angular,

matarifes del compás deshuesado,

pupilos de la noche y del gran maná,

tempraneros que allá por las cuatro

legañean toda su cruel vanidad,

mozos que rompen un mal contrato,

proxenetas con moribundo paladar,

exterminio torpe en los sustratos,

pollo frito frío con el que soñar,

noches de ceguera y de espanto

que vale la pena dejar muy atrás,

largos turnos silbados en el trabajo

de seres que viven para menospreciar,

estornudos y falsas toses que por abajo

hacen heridas que pretenden gritar,

busca en tus llagas sombra de tirano,

busca tu flash en la velocidad,

no encuentras larva en el simulacro

que pierda el hilo al conversar,

cimarrones que entran al trapo,

mitómanos y cirujanos que viven mal,

tapujos en los suspiros suspirados,

moneda que de mano en mano va,

lágrimas que valen más de un pecado,

muralla de miradas por derribar,

mundo renovado que pisotea lo viciado,

otro sol que aprende el mismo andar.

(estribillo)

Calles que se mueven al compás

de ritmos que vértigo te darían,

pon tierra por medio y ya verás

 aquello que inusitado tú odiarías,

calles de contrariedad y velocidad,

calles de soledad que acompañaría

a solitarias fotos de carné de identidad,

solitario nombre de noche y de día,

solitaria calle, vertiginosa ciudad,

Vértigo que habita allá entre cañerías.        

  

UN BLUES, UN TANGO

Y UNA RANCHERA PARA DOS

 

A Joaquín y Benjamín, por inspirarme vivir.

La noche es un gato negro,

el día es lisura de filigrana,

la mafia defiende sus huesos

con gorilas de espalda ancha,

me atrapan y me olvidan los versos,

me buscan todas las trastadas,

se me escapan azules los cielos

detrás de ángeles de negras alas,

se caen de mi bolsillo los ruegos,

se me suben todas las retahílas,

me siguen ciegos tus besos

por las calles frías de Praga,

busco en tus canciones consuelo,

busco nueva fe en tus baladas,

a mí también me ladran los perros,

y mis sonrisas también se cansan,

entre chistes negros no pienso,

gozo entre tus bromas macabras,

las canciones huyen de su consejo,

las canciones hay que cantarlas;

un hombre anda así de rodillas,

un hombre que apenas es nada,

fugitivo de su espesa pesadilla,

amante infiel sin su coartada,

villano que anda a hurtadillas

desde su maldición a su casa,

un rey mendigo de pacotilla,

fulano que anda siempre sin plata,

nadie puede ser un rico mengano

y un pobre zutano de lo que canta,

nadie puede gozar del verano

con tantas tormentas sin calma,

nadie ha previsto vivir tan sano

con tantas epidemias que matan,

nadie ha empezado un camino gitano

y ha terminado con soledad en la solapa,

nadie se ha levantado temprano

con una luna que a veces se escapa,

no se hace combustión de lo falso,

una canción de amor no se pacta,

qué mueran de amor los tiranos

con miedo al espantajo del agua,

qué revienten de paz los resolanos

y los mares salvajes que braman,

  abrazo que se da a un hermano,

remedio que aprietas en tu garganta,

sol de silencio, mi primo lejano,

baile de treguas y de catalas,

ves galaxias en los estribillos,

ves estrellas en las verdades blancas,

de goma son los cuchillos,

pura broma las zarandajas,

a sangre viva gritan los chiquillos,

a lluvia suena tu fiel guitarra,

calla la cigarra y calla el grillo,

Sabina canta lo que Prado sangra.

(estribillo)

Puedo ser cómplice de algún artificio,

puedo sufrir ceguera en cada frontera,

puedo hacer canción de esta primavera,

puedo dar parte a un juez sin oficio,

puedo buscar de ti el triste  indicio,

puedo equivocarme a mi manera,

puedo ser mártir de este sacrificio

y puedo cantarte este blues, este tango

[esta ranchera.

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SELECCIÓN DE POEMAS

POR ANTONIO ORIHUELA

DALES AMOR Y PUÑETAZOS, TV

Tú ya sabes que eres

el lugar donde trascurre su vivir,

su sumisión y sus pocas ganas de protesta,

así que dales un tiro allí,

bárrelos con la escoba si se caen de un andamio aquí,

y al resto déjalos sueltos por la jaula para que canten

y discutan de fútbol

y triplica los espacios y tiempos de la publicidad

porque nadie como ella extiende la verdadera utopía del capitalismo

y multiplica por ocho

el tiempo de la sección de deportes,

y duplica los concursos donde haya que cantar la ovejita lucera,

bailar con un zombi extraído de la programación de 1980

o recordar el primer apellido de soltera de la mujer del príncipe.

Mejor más películas de acción para que parezca que está pasando algo.

Mejor dales drogas, terrorismo y religión

y nadie se reirá cuando hables de la ley y el orden.

DESARROLLO SOSTENIBLE

En China, los niños juegan catorce horas diarias

a que trabajan

fabricando juguetes

para los niños de España.

Los pedidos para esta temporada

ya están en las tiendas

y la producción para el 2006, asegurada.

Mientras queramos,

los Reyes Magos

seguirán viniendo de Oriente.

AL SUR DE NUESTRAS UÑAS

para Sonia

Contra el parabrisas

calles adornadas con nombres de asesinos,

mendigos,

incómodos manifestantes de SAMSUNG

que los miran por el rabillo del ojo

y siguen su marcha,

no como obreros despedidos,

sino como niños que se han perdido de sus padres.

Una ETT y al lado otra, y otra, y otra,

todas muy juntas, todas habitando el centro de la ciudad,

levantadas del suelo a los primeros pisos

por recomendación gubernamental.

Ministros, consejeros, delegados, directores,

maestros, aprendices, escolares,

por encima del conocimiento: obediencia,

por encima de la justicia: compadreo.

Pisos, bloques, polígonos, zonas industriales.

Autopistas, carreteras, caminos, sendas.

Granjas, aldeas, pueblos, ciudades.

Por encima de los kilómetros, muros.

Por encima de los lugares, soledad.

Extremadura, España, Eslovaquia, Europa.

Una, dos, tres, cuatro, cinco,

seis velocidades para dejar atrás la pobreza y los incendios,

el sur, el deshielo, el relente,

la tierra devastada, la amnesia, la culpa

y sólo al final, muy al final,

algo de viento, algo de lluvia

contra el parabrisas.

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SELECCIÓN DE POEMAS

POR BRUNO JORDÁN

 

Sé que perdí

la cabeza por ti

y también sé

que saberlo

es solo el primer paso

para poder encontrarla

si es que aún anda

por ahí.

RETRATO

 

Hay quienes –no muchos,

pero incluido yo mismo-

que dicen que urdo

representaciones ocasionales en un acto, que escribo

poemas.

Lo mismo que duermo o lato.

POETA POBRE, VIEJO Y FEO

(De un autorretrato)

Vencido y convencido

de que mis ideas

eran para mí

ideales

solo,

mientras tanto

las hice añicos.

Entre los trozos convivo ahora revuelto

por el suelo.

PASAJE

 

 

Suplanto con mi mano

las mariposas alrededor de tu pelo

mientras que de la boca derramo

un flujo angosto de voz

que apenas ha podido

ser pronunciado:

Hoy

ya no eres tú

a quien espero.

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SELECCIÓN DE POEMAS

POR ASCENSIÓN RIVERA

 

Déjame Vivir

La música llegaba a mis oídos

aún por definir

me acariciaban sus sonidos

y ¡era feliz!

Mi alimento son tus entrañas

y al son de tus latidos

mi corazón al tuyo acompaña.

Entre tú y yo, madre

un delgado hilo que nos une

y a la vez nos separa.

Mis ojos cerrados

no perciben la luz de tu entorno

pero dentro de mí

viven sus colores

en deliciosos tonos.

Pero hoy … ahí afuera

existen ruidos extraños

voces que te hablan con fuerza

pasos que se aceleran.

Y de repente  un golpe

que me aleja de tu regazo

Me atrapan unos brazos

que me asfixian

me golpean unas tenazas

que me cortan

y siento como se me escapa

la vida

derramándose dentro de ti

Trato de huir pero me alcanzan

¡es  inútil luchar!

estoy aquí, atrapado

ya no hay vuelta atrás.

Ahogándome con tu sangre

me deslizo por ese canal

donde sé que al final

dejaré de existir.

Y en mi último aliento madre

aunque no puedo hablar pienso

¿por qué me mojan tus lágrimas

Si  lo quisiste así?

***

En este exquisito segundo

de la noche

donde los pensamientos vuelan

ágiles entre los dedos

nada se esconde

al derroche de la imaginación.

 

Y aunque temerosa la mano tiembla

a veces

su fuerza es poderosa

estremece

 

Rasgando el papel

puede vestirte

de luces y colores

convertirte en el centro

de ardientes amores

hacerte diestro

o concederte honores.

 

Torbellino lento

pero implacable

la mente se abre

a la melodía que se escapa

de infinitas palabras

y las absorbe.

 

Historias miles

se desatan

con la luna de fondo

o un mar de plata

lleno de  sirenas que cantan.

 

Puedes ser un sujeto

cualquiera

convertido en soneto

cuando la mano quiera

estatua de sal o de piedra.

 

El tiempo ya se quiebra

y se desvanece

ante el alba

que callada aparece

 

Se coronan los versos

se oyen los latidos

de la rima

abrazándose en el poema.

 

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SELECCIÓN DE POEMAS

POR LUCILA SORIA

 

Remembranzas 

 

“Una lluvia de ausencias acompaña”

el gemir tumultuoso de mis días.

Son presencias que añoro

están en los rincones que habitan mi memoria.

Allá en lo alto, cultivando rosas,

mi madre con sus manos mariposas.

Mi padre, el señor de las canciones

tarareando antiguas melodías.

Ellos saben de mi.

Son compañía.

Los siento en los recodos

de esta casa,

También pueblan mis instantes

con palabras

que yo sola traduzco

porque hablan el lenguaje

del amor

sin tiempo ni medida.

Hay veces que me encuentro sonriendo

enmarañada en el pajar de los recuerdos

soltando amarras a juegos y poemas

a rondas con hermanos y vecinos.

Me instalo en la lejanía de la infancia

y casi como un acto de comedia

corro , salto, río a carcajadas

y vuelvo a ser la niña

poblada de alegría.

Lucila Soria

***

Soy 

 

Soy arena blanca

para que en ella

acerques tu barca.

el ensueño sea

de dos que se aman.,.

se entregan la vida

ya no queda nada.

Soy el aire puro

que respiras calmo.

Soy el suelo firme

para que tus pasos

se acerquen a mi

sin que tu lo adviertas

Soy el brazo fuerte

para sostenerte,

la dulzura mansa

para que te entregue

caricias y besos

Soy la lluvia tenue

que moja tus días.

Soy pájaro libre

soy espejo mágico

donde ves mi rostro

aunque yo esté lejos 

Lucy Soria

  Santiago del Estero . Argentina

 

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SELECCIÓN DE POEMAS

POR TERESA PALAZZO CONTI

 

CIÉNAGA
Salgo a buscar
por los retratos
el tiempo acorralado
sin mirada.
 
A intervalos
suceden puntos germinales
que alguna vez
delinearon el rostro.
 
Los rasgos
gritan un nombre
en la pasividad de la fotografía.
 
El mito de la permanencia
aúlla
en alcobas derrumbadas.
y
yo desembarco
en una ciénaga de muertos
que insisten en fingir la sonrisa.
 
                            © Teresa Palazzo Conti
                          del poemario MEMORIA DEL ABISMO

EL SUICIDIO

Debe de haber un error.

Ya no viven aquí;

ni se han marchado.

Es cierto que en la garganta del espejo

se cuelan las imágenes

y el furor de los lazos.

También se ciñe a ratos

la soga que mutiló la senda

y dejó columpiando

las huellas de los nombres.

Que ese reloj                                                                                                                    fue suyo;

que había un crucifijo y cien llaves inútiles;

un revólver con unas pocas balas

y un rosario de cuentas transparentes.

Debe de haber un error.

Sólo el arma es lo cierto.

Y la sangre y los gritos

y el dictamen que muerde;

apenas un diluvio de noches

bajo el tiro absoluto.

©Teresa Palazzo Conti

del poemario «Sobre trazos impares»

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POEMAS DEL AMOR ANTIBÍBLICO

POR CECILIO OLIVERO MUÑOZ

AGUA-CORRIENTE

 

(soneto)

El agua es lluvia, es vida estancada,

Puede estar fría y estar caliente,

Puede ser de mar el agua helada,

Puede ser molestia frecuentemente.

Agua sagrada, entre acequia y azada,

El agua es agua, jamás se detiene,

 Vida mojada, vida aguada, vida nadada,

Si la llaman no va, sin avisar viene.

 Rey Salmón de agua dulce y salada, 

Agua vital de sembrada simiente,

Agua enjabonada, agua embotellada,

Tú eres el agua y lo con-siguiente,

Eres el agua siempre tan esperada

Tú eres el agua y yo soy lo corriente,

(agua-corriente)

SILENCIO A GRITOS

 

La tarde, sólo aquella tarde,

Se queda tranquila al saber,

Que el alba en el agua no está

E ignora su malaventura de ser,

El agua está y no está,

El agua no se deja ver.

La tarde se queda tranquila esa vez,

Suspira el viento su física y verdad,

La tarde es media mitad. 

***

Una parte de la tarde vive tranquila

Sabiendo que el agua no conoce

La impertinencia obscena de la noche.

 

TANTA CARAJA Y UN SUSPIRO

 

Tarde lluviosa, tarde tan gris,

espantapájaros con sucia ropa,

a sopa boba, pobre es la sopa,

copichuela amarga es este anís.

Blanco y negro y flor de lis,

paria amigo de esas cosas,

cortejo escueto de mariposas,

un disparo y son treinta mil,

poetas y gamusinos desde aquí,

Faustinos que se destrozan,

Cansinos que no lo gozan,

y zangolotinos hartos de regaliz.

Suspiro mío, suspiro tuyo,

los dos son aire caliente,

del suyo al trullo, abiertamente,

lo que yo a nadie chamullo

lo sabe toda la gente decente.

NO-VERDAD

 

A Juan Carlos Mestre, un poeta que emana.

 

Pienso a veces un-¿por qué no eso?-

¿Por qué no puede ser,

si he visto brillar una estrella de flashes que quieren ser de carne

en la sonrisa de los guineanos que perdieron su nombre?

¿Por qué no puede ser,

si en los páramos bohemios del azul ceniciento

donde los cuentos no creen en la quimera simulada

me dabas la mano y fermentaba de amor tu suspiro confiado?

Me pregunto -¿por qué no?-,

si eras tú eras, tú fuiste y sigues desnudo,

si quiero y tú quieres,

si los dos soñamos con el cobre de los impulsos,

si el rojo de tus labios

todavía gime con la palabra embudo,

si me miras y te miro

y somos un saturno malva que de orgásmico ama,

si los muchachos de la yunta verde

renunciaron al gris del gorrión caprichoso,

si la voluntad es prostituta y virgen de los desengaños,

¿por qué no puede ser verdad que aquellos, mis ruidos,

sean tu silencio amarilleándose en tu gozo?

¿por qué no se cuelgan los te quieros

adentro de mis embalsamados anhelos?

Se debían soñar las sorpresas y hacerse físicas de gloria,

se debían pensar los murmullos

tan quietos tan quietos

que el viento sepa que no es viento

sabiéndose nada, cuando nunca nadie pueda hacerlos paso atrás.

Yo quiero. Tú quieres.

La voluntad es un capricho del todo imposible.

Soñar es esconderse en lo putrefacto.

Levantaremos los párpados del silencio

y los haremos suave franela caliente en invierno,

y risa y brisa patética de agua en los veranos,

y desnudos los dos partiremos en la cópula del pétalo mojado

hacia la caricia que germina hacia lo nuevo.

Correremos entre distraída desnudez y canción adolescente

y seremos parte y refugio de lo que nos mira,

y gritaremos poemas de pulpa y naturaleza viva

con la sinceridad acostumbrada de siempre.

Dime, -¿Por qué no?-   

MIEDO A SER YO

 

Yo que nunca conocí el miedo

y ahora ando casi siempre asustado,

yo que nunca bebí de los yugos

y ahora mi yugo me tiene agobiado.

Yo que mentía a quien oídos paraba

y ahora so mentira no digo palabra,

yo que decía sí de alegría y corazón

y ahora no paro de decir siempre no.

Calambre de enchufe abierto,

moneda con mugre y nada más,

lamento que deja vivo al silencio,

silencio que pretende sólo gritar,

parque de la infancia volcada,

puerta abierta en aquel lupanar,

mentira que se siente atrapada,

y un bostezo que quiere aullar.

Fecha límite para el compromiso,

luz violeta en el mar del miedo,

esta el asesino, está el sumiso,

está el verdugo, está el tonto del pedo,

está tu primo, está tu sino,

está tu yugo, y está al final mi miedo.

Sólo mi miedo.

 

NIÑATO

 

Dices que soy como un niño, un niñato me llamas tú,

y soy todo un niño camino de una escuela abandonada

y camino de un parque en el aire apagado,

me escondo en mi oscuridad de niño

y tras la luna encuentro un talismán roto,

en la ancestral confusión de los hombres eternos,

con la patria metida entre sus desprecios,

 entre sus dientes picados,

entre sus miserias y sus suelas gastadas, entre sus vicios legales,

soy un niño que se pierde

en los retablos de la luz podrida,

soy la escena de oropel mugriento

en la mentira hecha carne del cine negro archivado,

soy el marchitado niño

que sueña verse bebiendo del opio sangrante de la naturaleza,

soy esa estela espesa que me ha visto y yo la sostengo,

ya que no les tengo miedo a los cuajos de sangre,

no les tengo miedo, no,

tampoco a la guerra de las autocomplacientes

estatuas

que no quieren ser nunca nadie nada en la aurora del silencio,

me esperan las vecinas con su callejón herido

y su letanía que empuja a las gacelas de la fiebre azul,

soy el hermano mayor

de los crujientes amarillos, tan suspendidos por su mala conducta,

soy el tibio niño vestido de rosa

del que se ríen de él los otros niños sin jugo

en los lagrimales de mármol inclinados tras la puta ciudad,

soy la espesa melaza

que de caliente se personifica en el aire viciado,

y se sube, se baja, se suma y se resta.

**************************************

POEMAS DE LOS HEMISFERIOS LEJANOS

POR CECILIO OLIVERO MUÑOZ

UN CUARTO EN UNA AZOTEA

 

Sudakas y gachupines descansan en Paris, duermen su tormenta,

 duermen todos en una azotea, encogidos duermen…,

en un cuarto pequeño, acogida limitada en un cuchitril,

 conviven una legión de hormigas, y un ejército de cucarachas

acompañando a la triste vigilia del éxodo de los poetas;

esperamos a que pase la guerra, la batalla ciega del consumidor,

los consumidores quieren besarnos en las manos,

las azoteas desnudas mienten sobre el milagro cercano.

Alquilar una habitación en una azotea

es alquilar la verdad de los suburbios bochincheros.

Suburbios repletos de árabes, y comunas africanas.

Una televisión, una cocina, un calefactor, un ventilador

es todo el universo que trasportamos en nuestra diáspora,

eyaculan los árboles nuestra cal inofensiva en nuestros senderos,

muerden un cielo esclavo los inquilinos del sedentarismo;

pues debe haber resquicios de libertad en los cuartos pequeños

que la precariedad nos impuso. Como congelados párpados.

Todo un mundo habla desde las azoteas, un mundo contrito

en su confort,

de amplia comodidad acaparada en los besos muertos.

Las antenas son nuestras amigas, las ilusiones de nácar

y los puentes vencidos, y los sueños que hablan de la escarcha.

Tejeré mis azules sobre las victorias del cielo,

mientras, en mi espacio chico,

asumiré la derrota de las golondrinas que escapen del sueño. 

Somos gitanos del aire invisible, somos judíos de las estrellas.

Dibujan todos los caminos una libertad horizontal,

nosotros somos nómadas divinos de la voluntad durmiente,

somos zíngaros que con sus carros recorren

un abismo en los barrancos, una cruz en los surcos de las palmas

de las manos, un llano baldío en la memoria,

una tregua que camina desnuda ante nuestra libertad.

Y grita de desnuda y de libre. Grita. Grita y camina.

HOMBRE DEL NORTE

Vs.

HOMBRE DEL SUR

(Mujer A y Mujer B)

Al hombre del norte se le acaba la batería de su celular y va al enchufe de cualquier parte de su casa a cargar su batería.

Al hombre del sur se le acaba la batería y anda cinco kilómetros

para cargar su batería, al llegar comprende

que ha habido un tremendo apagón, luego descubre

que debe andar dos kilómetros más.

***

La mujer A conecta su móvil al enchufe de su hogar.

La mujer B no tiene móvil.

Las cuatro son personas del mismo planeta.

 (Continuará)…    

HOMBRE DEL NORTE

Vs.

HOMBRE DEL SUR

(Mujer A y Mujer B)

El hombre del norte pone el televisor para ver el partido, y hace zapping mientras cena un filete sangriento como el infierno, se queja de cómo está el país, eructa mientras ve a niños llorando por un atentado en Irak, se enfada con la prensa amarilla, se mofa de los homosexuales que salen en un programa sobre moda masculina, se mira un Reality Show, sigue haciendo zapping de una  manera tan ciega que asusta, después se queda dormido y deja ver su barriga reflejada por la luz del televisor emitiendo la teletienda.

El hombre del sur pone el televisor que hay en una cantina para ver el partido, no puede hacer zapping por que están viendo el partido varios hombres en la cantina, ve los anuncios en el tiempo de descanso y ve una estupenda televisión de plasma, toda la gama de teléfonos chocolate de la compañía MOTOROLA, ve una casa inteligente en la misma Barcelona, le asombra el anuncio tan desgarrador de UNICEF, está comiendo un delicioso maní que su mujer le dio, es casi lo único que ha comido en el día, ya que antes almorzó un filete de res que le costó 2 dólares; se enfada por que han cambiado de canal, discute con el que lo cambió, decide irse a su casa en la periferia de la capital y allí pensar sobre lo que ha visto para llegar a la triste conclusión de que su vida es un infierno y lo bien que viven en el norte. 

***

La mujer A está haciendo ejercicio mientras mira la televisión, ya que le sobran unos kilos que ha cogido en las últimas Navidades pasadas. Las pasó sola, pero este año nuevo ha decidido perder esos kilos para encontrar pareja.

La mujer B está barriendo su choza, ya que no tiene nada con que distraerse, recuerda mientras tanto, las últimas Navidades pasadas, qué suerte tuvieron entonces, pudieron estar todos juntos, aunque no hubiera apenas qué comer.

Las cuatro son personas del mismo planeta. (continuará)

*************************************

AUTOFICCIÓN POÉTICA

POR CECILIO OLIVERO MUÑOZ

 

¡ESPAÑA ES UN ASCO!

 

1998 del día 9 de Julio.-Escalarre, (Vall D’Áneu).

Pirineo de Lérida, (ESPAÑA)

Camarón de la Isla estaba tumbado en la hierba,

sí, en la hierba, en la hierba plagada de cagadas de vaca

en el Doctor Festival Music del año 1998,

viene a ver al gran Iggy Pop, está fumándose un canuto

en la hierba cagada del Doctor Festival Music.

De pronto lo ve una chica con un ojo a la virulé,

es morena, de pelo corto, se llama Isabel,

es catalana, de La Bisbal de l’ Empordà,

es maestra de niños y niñas, la quieren mucho estos niños y niñas.

Hablan de todo ella y Camarón. Beben, fuman porros,

toman pastillas, se divierten.

De pronto se encuentran con un grupo de Navarros

que han venido al Doctor festival Music para ver

a los Negu Gorriak; son independentistas,

llevan con ellos una bota de vino en la que han puesto

güisqui DYC con vino peleón, llevan también consigo

una ikurriña, uno de ellos se la ha atado al brazo,

es el más apuesto y joven, es un vasco típico,

con mentón, nariz y perfil vasco, con cuerpo de vasco,

parece que toda su puta vida haya cortado troncos en Euskadi,

no habla euskera, pero quiere la independencia.

Se ponen a disfrutar de los conciertos juntos,

se drogan, beben, conversan, a Camarón de la Isla

le ha llamado la atención el vasco de la bandera

en el brazo, conversa con él, hablan mal de la Guardia Civil,

se han hecho amigos, aunque Isabel quiere irse,

esta gente a Isabel no le gusta, todos navarros,

todos independentistas, ella no lo es, es catalana,

pero no independentista; ama la paz, ella es hippie,

su lema es un mundo al revés, por eso no les gusta nada,

ella quiere irse, Camarón le dice que espere,

que se está divirtiendo. Se esperan los dos,

ven muchos conciertos juntos, hasta que Isabel se cansa.

Se fueron Camarón de la Isla y la catalana Isabel

de ese nido de independentistas vascos.

Camarón se va con Isabel y van a la tienda de campaña

a practicar sexo duro con ella, ella es morena,

con el pelo corto, con un ojo a la virulé,

pero es una viciosa de cuidado; follan, follan mucho,

a Isabel le gusta que mientras practican sexo

Camarón le diga guarradas al oído.

Acaban de follar; ella y Camarón se quedan juntos

mirando las estrellas. Esa noche hubo lágrimas de San Lorenzo,

una lluvia interminable de estrellas se abalanzan sobre ellos,

Camarón le dice a ella:-pide un deseo- Ella le dice:

Ya lo tengo, -¿qué has pensado?- Que haya paz en la Tierra.

Camarón le dice: -se cumplirá- Después le canta Canastera.

***

Año 2000.- Día 9 de Julio.-

Plaza del Castillo-Café Iruña-Pamplona (Navarra)

DOS AÑOS DESPUES:

Camarón está paseando por la plaza del Castillo, en Pamplona,

donde está el Café-Bar-Restaurante Iruña.

Va todo borracho por la plaza; son los San Fermines del año 2.000. De pronto,- ¿con quién se encuentra?-

Se encuentra con el vasco de la Ikurriña atada en el brazo.

Le hizo gracia el chaval. Se acerca a él.

Primero duda, ya que el vasco va totalmente borracho.

Pero se acerca a él y le dice: -¿Te acuerdas de mí?-

Soy Camarón de la Isla, aquel tío del Doctor Festival

que hablaba contigo, sí, hombre sí. Soy yo.

-¿No te acuerdas?-

De pronto el vasco da un alarido de súbita rabia.

Golpea a una papelera de plástico que estaba repleta de basura

y la tira al suelo. Camarón se queda estupefacto.

Se pierde el vasco entre la muchedumbre.

Camarón lo ve perderse entre la multitud

y oye que grita: -¡España es un asco!-

Camarón se acuerda de los momentos vividos

en el Doctor Festival Music del año 98.

Se dice a sí mismo:

-Estos tíos de la ETA son unos reaccionarios de cuidado-.

-¡Al chiquero con ellos!-

Y escupe en el asfalto gris de aquella plaza en Pamplona.

Camarón de la Isla se va de allí cantando: (Dónde una ermita poner).

 

 

CARTA AL PRESIDENTE TODOPODEROSO

BARACK OBAMA

 

Obama, presidente todopoderoso, hombre angelical,

te pido, si es posible, que ofrezcas de tu vacuna de sol meridional

a Zapatero y a todos los politicastros de esta humanidad,

que mi madre duerma hasta las diez de la mañana

y después, si fuera posible, una siesta de cuatro a seis,

te pido que mi padre tenga la salud del acero inoxidable,

y también mi madre, porqué no,

que hagas su mundo transitable, y sus días primaverales,

te pido protección para mis hermanos, ya que,

mi hermano trabaja en la sección eléctrica del mundo

del espectáculo, y puede correr peligros

con la corriente, también con su cuenta corriente,

y también con todo de lo presuntamente corriente.

Sobre mi hermana, que es una gran profesional de lo suyo,

es asesora de imagen y asuntos protocolarios

y sí cuidas de ella

puedo decirle que te asesore en algunas de tus cumbres,

ya que no careces de ellas, y hacemos un fifty, fifty,

mitad para cada uno y asunto zanjado,

te pido, por favor, presidente de ébano Obama,

que cuides de mi mujer, por que es cocinera en un restaurante

de comida veloz, y viene demasiado lenta, es decir,

llega demasiado cansada a mi dulce y tieso hogar.

Te pediría que dulcificaras aquello que es amargo

y  que pusieses amargor en las fotografías que te suelen hacer,

esa sonrisa abierta de par en par no se la traga nadie,

te pido por favor que le hagas fácil a mi hijastra

su entrada en los estudios de gastronomía, ya que ella

lo ve a corto plazo muy difícil, y a largo ya ni te cuento.

Te pido, presidente súper mulato de los Estados Unidos

que mi sobrina tenga una vida fácil, sin muchos calentamientos

de cabeza y sin ninguna tensión ni presión,

que cubras tú, papi chulo, sus facturas y sus caprichos,

y mantengas alejados a repugnantes pederastas,

 apestados carboneros, y sucios vivarachos sin principios.

Te pediría también que indujeras a los politicastros del Perú

en un estado de gracia, en un trance de generosidad total,

y los hicieras comulgar con ruedas de molino,

y los hicieras arrepentirse con tu mano de santo,

y si se ponen tontos, ¡a Guantánamo con ellos!

Te pedería también una cosita más, algo especial,

te pido, si no es mucho pedir, que los MCDonalds volvieran

otra vez

a sus ofertas de Euro, ya que estoy sin blanca,

y quiero engordar placidamente mientras el mundo,

su mundo, mi mundo,

se nos va a la mierda o se encamina a la idiotez universal,

ya que muchos siguen engordando sus cifras

gracias a que otros siguen achicando sus carnes.

Thank You, Mister President. I Love You Forever.

One Kiss four the ghetto.

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41º NÚMERO DE LA REVISTA LITERARIA NEVANDO EN LA GUINEA

 

E-MAIL: nevandoenlaguinea@hotmail.com

41º NÚMERO DE LA REVISTA LITERARIA

NEVANDO EN LA GUINEA

NºXLI   27-02-2.010

 

La literatura es invención. La ficción es ficción.

Calificar un relato de historia verídica es un insulto

al arte y a la verdad. Todo gran escritor es un gran embaucador.

 

Vladimir Nabokov

 

La verdad tiene estructura de ficción.

 

Jacques Lacan

 

Todos los hombres que dicen sí mienten.

 

 Herman Melville

 

EDITORIAL XLI

Minimalismo vs. Grandiosidad

 

 

Guy Debord comienza su ensayo «La Sociedad del Espectáculo» con la siguiente afirmación: «Toda la vida de las sociedades en las que dominan las condiciones modernas de producción se presenta como una inmensa acumulación de espectáculos. Todo lo que era vivido directamente se aparta en una representación». Si hoy pudiera asistir a la acumulación de espectáculos, sin duda pensaría que se quedó corto.

 

Los Estados modernos han fomentado y fomentan lo espectacular como extensión neomoderna del espectáculo, todo parece medirse, en el ámbito cultural -en otros también-, en lo grandioso. Los museos son un buen ejemplo, se huye del museo con dimensiones humanas para construirse grandiosos templos que al final albergan exposiciones que pasan a un segundo plano frente al edificio -lo importante, parece ser, es el continente, no el contenido-, pero ocurre también en otros ámbitos. En el cine se ha pasado de ser primero los actores y luego los directores los centros de atención a fijarse en los presupuestos, como si el dinero invertido pudiera ser garantía de un buen relato.

 

El capitalismo del incipiente siglo XXI ha buscado vaciar tanto de contenidos la realidad que al final asistimos nuevamente a la estética de la grandiosidad, que es al fin y al cabo, recuérdese, la estética de los regímenes autoritarios. Los fascismos y el estalinismo, como antaño el poder absolutista, ha buscado reducir las dimensiones humanas de la comunidad a base de levantar enormes edificios frente a los cuales el individuo se siente pequeño. Hay un evidente valor político en esta opción. Se procura achicar la capacidad humana de construir una sociedad más justa e igualitaria, más libre y participativa: los grandes museos empequeñecen al visitante, lo ningunean; las grandes producciones cinematográficas reducen el relato a su mínima expresión en beneficio de los efectos especiales.

 

Este efecto se ha trasladado en cierto modo a la literatura, que en ocasiones parece haber devenido un mero mercado de Best-Sellers y autores que se vuelven mediáticos más que escritores. La muerte, hace unas pocas semanas, de Sallinger nos remite a un escritor que creía que lo importante es su obra y huía de la atención pública.

 

Por otro lado, se realizan tremendas campañas de publicidad de exposiciones, películas y libros, porque en la sociedad ociosa que se ha ido desarrollando en los últimos decenios lo importante ha llegado a ser el acto público. Se abren los museos, se organizan festivales y galas, pero al final nos damos cuenta hasta qué punto todo se repite una y mil veces. Es como la televisión, tenemos más cadenas pero menos variedad.

 

Por suerte, frente a estos síntomas de grandiosidad, brotan experiencias pequeñas y de dimensiones humanas que permiten una mejor calidad de la cultura. Hemos hablado más de una vez de la importancia que adquieren las pequeñas editoriales para dar a conocer nuevos autores. Lo mismo podemos decir de galerías y de cine-clubes que surgen a lo largo y ancho de muchos países, incluso de aquellos que, por su pobreza, creemos al margen de los canales culturales. Ahí tenemos para demostrarlo la fuerza de la música en África, con su multitud de cantantes y griots que se abren paso al margen de lo más comercial.

 

Optar por un modelo cultural que prime lo pequeño es optar por una cultura más global porque conlleva incorporar a las personas al meollo del discurso, no convertirlos en meros y silenciosos receptores. De este modo, cada individuo se vuelve protagonista del diálogo cultural. En este sentido, y como ejemplo local de lo que aquí defendemos, está el modelo que un puñado de personas está desarrollando en Barcelona a través del proyecto Rimaia, que además de un Centro Social Ocupado es un lugar de creación, participación y discusión como hacía tiempo que la disidencia europea no estaba llevando a cabo. Con independencia de lo que uno considere acerca del movimiento Okupa o Squater, es cierto que hay experiencias que hemos de tener bien a la vista.

 

 

 

CELSO TITO Y SUS

SUEÑOS DORADOS

 

Él es bajo (chatito), moreno de piel (trigueño),

palomilla del vivir; es su cabello parcialmente canoso,

tiene un bigote (también canoso); es peculiar,

le persigue una gracia natural, parece improvisada,

cuando está sereno: es un ser nervioso,

un nerviosismo torpe y patoso del que huye, le hace daño,

se debe a ello su debilidad por el alcohol.

Dice él que anduvo de niño y adolescente en el puerto

de “El Callao”, donde conoció

a marineros que iban a todos los confines

de este mundo que no duerme. Él tampoco dormía.

Soñaba despierto un sueño de visados concedidos

y leyendas y habladurías que quizá fueran verdad.

De ahí le viene su obsesión, manía, o disfraz

de apropiarse de dejos, o de acentos nada acordes con su patria,

su patria, las fiestas de su patria son su fecha de nacimiento;

cuando habla también sueña, y sueña

porque habla, habla mientras sueña;

 hace acopio de jergas españolas, argentinas,

colombianas, chilenas, y mexicanas, sabe la procedencia

de las gentes tan sólo con mirarlas,

sabe de los conflictos de una América en decadencia anunciada,

es internacionalísimo, es un hombre papagayo,

es un exótico ser que viaja soñando

desde historias breves que le contaron

y que él hace realidad en su potaje de palabras tatuadas,

palabras que escupe como un Quijote charlatán,

palabras de sustrato marginal de países que no ha visitado

pero que lo hacen soñar, al mismo tiempo

que habla:. –La hostia, joder, coño- así, sin sentido alguno.

Cada palabra, una nacionalidad distinta, cada frase hecha,

otra personalidad, con la cual, soñarse lejos de su realidad.

Cuando se emborracha se hace pesado,

repite y repite la misma jerga cuando se halla

frente al viajero y su sombra, según sea

la nacionalidad del visitante a quien se dirija.

La historia de este hombre-papagayo

es la de un hombre de la calle, la de un pájaro

de colores que se dice así mismo “moro”, “gitano”.

Sueña y sueña, ya que, debido a su amor

por la tauromaquia, sueña con ir de visita a España.

Me dice:-¿Tú crees que yo iré a España?-

Y yo le digo:-Sí, claro, ¿por qué no?-

Él se emociona y lagrimea su desdicha

de pájaro de colores en una jaula-abierta, abierta a un puerto.

Se acuerda mucho, quizá demasiado,

de la Madre Patria, de España, de la Iberia sumergida

que hace tiempo reniega de seres como él,

de seres que sueñan en su viaje de leyendas y romances,

en sus sueños dorados e imposibles. Utopías de paraíso.

Creo que cuando España lo mire a los ojos

no lo reconocerá como hijo y esa será

la última desdicha que su corazón padecerá

antes de volver a soñar con otra virginal tierra

que no reniegue de los seres que la hicieron cuento

 y parte del vestigio de sueños que llaman a su puerta.  

 

 

 

Por Cecilio Olivero Muñoz

 

 

Una velada cualquiera

 

 

         ¡Vaya!, exclamé cuando Miriam me dijo que ya había comprado las entradas para el Liceo, qué siniestra casualidad. Me miró extrañada, un tanto alarmada ante la posibilidad de que mis palabras de sorpresa revelaran algún inconveniente personal o alguna dificultad añadida y que, según denotaba probablemente el tono de mi voz, tal vez fuese algo grave, además de inoportuno. Qué sucede, me preguntó. Sonreí ligeramente. Tuve para mí que había programadores culturales que parecían actuar movidos más bien por un extraño sentido del humor. Y el del Liceo no era para menos. O no se habían dado cuenta o poseían una ironía que rozaba la perversidad, por llamarlo de algún modo. En todo caso, resultaba a todas luces trágico.

         Las entradas eran para el día 7 de Noviembre y se trataba del estreno de Guillermo Tell de Rosini, en una nueva versión de una compañía por la que Miriam sentía no poca devoción. Lo irónico del asunto, aunque mejor sería decir lo macabro, era que fue también un 7 de Noviembre, en concreto el del año 1893, y nada menos que con ese mismo estreno, que un anarquista, Santiago Salvador, lanzó desde el gallinero dos bombas, las de un modelo muy conocido en la época llamado Orsini, una de las cuales estalló finalmente en la platea y causó una masacre que conmocionó en profundidad a toda la ciudad. Evidentemente, era una extraña forma, sin duda de un gusto un tanto luctuoso, si es que se había sido consciente de tal hecho, de conmemorar esa fecha.

         Miriam empalideció ligeramente. No puede ser, murmuró. La miré de pronto con repentina extrañeza y no poca curiosidad. Resultaba claro que lo más creíble era que se trataba de un hecho casual, extraño, sin duda, pero casual al fin y al cabo. Es cierto que costaba creer que a ningún responsable de asuntos culturales y con cierta documentación de la historia de la ciudad se le pudiera escapar un detalle así. La bomba del Liceo, además, había quedado grabada sin duda en eso que llaman la memoria colectiva de Barcelona, una nueva razón que acentuaba lo deplorable de la coincidencia, y hasta cierto punto resultaba inverosímil que hubiera sido una decisión consciente, todo apuntaba a que había pasado desapercibido a los propios gestores del céntrico teatro tan dramática coincidencia. La vida ofrece a veces bromas macabras como aquella al fin y al cabo.

         No obstante, esa repentina palidez que a mí, de pronto, me llamó la atención no era fruto del enfado o la lógica irritación que pudiera causar la falta de tacto, consciente o no, de los programadores del Liceo, sino que parecía responder más bien a otro fenómeno con el que no contaba, y no era otro que el que se me ofreciera una imagen de Miriam que hasta entonces no conocía y que me resultaba cuanto menos chocante: la mujer racional y racionalista con quien convivía desde hacía años y que creía conocer a la perfección era supersticiosa.

– Miriam, ¿no irás a creer que la historia se repite por el mero hecho de reproducir algunos gestos? -pregunté.

– No, no, qué va … -balbuceó y creí por un momento que me iba a decir que cambiaría la fecha de nuestras entradas.

         No las cambió y durante la semana que siguió hasta el día 7 no volvimos a hablar del tema. Nuestra vida transcurrió con la misma tranquilidad a la que nos habíamos habituado, una vida que sin duda algunos calificaban de plena, incluso feliz. No era de recibo que fuéramos para muchos de nuestros amigos y conocidos una de esas modélicas parejas que rozan la perfección. Esa idílica estampa se incrementó además con el nacimiento de nuestra hija Amelia, dos años antes, una criatura excepcional, sin duda, y que nos brindó no poca felicidad.

         A veces, no obstante, me burlaba de esa imagen de conjunto tan idealizada. Cosa de perspectiva, supongo. Sois una pareja maravillosa, nos había dicho la abuela de Miriam al poco que me presentara como su prometido, guapos, cultos, agradables, educados, el ideal de toda madre, ¿verdad que sí? La pregunta había sido dirigida a su hija, la madre de Miriam, mi suegra, que sonrió de oreja a oreja con absoluta sinceridad, tal vez con la sensación de que ni ella misma se podía creer del todo la sublime realidad de su hija. Incluso me apreciaba como yerno, cosa por otro lado habitual en mí, ya con anterioridad solía caerles mejor a los padres de mis novias que a mis propias novias, y alguno hubo que se dolió porque sus hija me abandonara. Nuestros respectivos padres, ciertamente, estaban encantados de la vida con nosotros, sobre todo los míos que más de una vez dudaron de mi capacidad para salir adelante y mejorar. Nuestro pretendido y loado triunfo socio-existencial lo consideraron absoluto, más importante incluso que para nosotros mismos, que mirábamos la vida con cierta distancia.                      

         Vivíamos por otro lado con plenitud la vida cultural y social que la ciudad nos ofrecía, una ciudad de la que estábamos orgullos, nos encantaba y que no cambiaríamos por ninguna otra. A ello contribuía que residiéramos en pleno centro, nada menos que en el lugar perfecto para una pareja como nosotros, en un gran apartamento de la derecha del Ensanche, entre el Paseo de Gracia y el Paseo de San Juan, entre la calle Aragón y el Ronda de San Pedro, ese barrio que la burguesía barcelonesa construyó a finales del siglo XIX para salir del congestionado centro urbano, en el que se levantaban edificios de piedra y caliza, moldeados a la manera idealizada que las clases altas tenían de la mítica París, todo ello en el metódico barrio del Ensanche, construido con tiralíneas y aplicando la más pura racionalidad de un momento de confianza y progreso, y que con el paso del tiempo permaneció apacible y tranquilo para que pudieran continuar sus plácidas vidas los descendientes de aquella burguesía y algunos recién llegados como yo, que se incorporaban a la acogedora sociedad urbana.

         Transcurrió por tanto la semana con el sosiego de siempre. Miriam daba sus clases de estética en la Universidad, mientras que yo me ocupaba de la gestión cultural de la Fundación de un Banco, que quería limpiar su imagen de negocio usurero y su mala conciencia alimentada además con algunas eventualidades de tipo contable dentro y fuera de nuestras fronteras que salieron a la luz y que fueron debidamente oscurecidas, con lo que pretendían devolver a la sociedad, y así lo anunciaban a bombo y platillo, parte de sus beneficios por medio de becas y exposiciones, algo que lucía muchísimo y aportaba buena imagen, todo ello bajo mi distante gestión. Claro que, pese a la cotidianidad rutinaria de nuestras vidas, no podía olvidar del todo la sesión musical que me esperaba y la casualidad que tanto me había sorprendido.

         La curiosidad, por otro lado, me llevó a interesarme y leer algunas notas sobre el autor del crimen -Santiago Salvador Franch, ladrón de bancos, anarquista convencido, fugitivo de la justicia hasta ser descubierto, juzgado y condenado a muerte, un personaje que, pese a ser el autor de tamaña barbarie como la del Liceo, resultaba a todas luces un ser atrayente- y sobre la situación social de aquellos años de progreso y terror. Los tiempos habían cambiado, desde luego, aunque era posible que la  distancia temporal brindase no poca indiferencia a las pasiones despertadas por entonces. La sociedad hoy, en todo caso, creía yo al menos, no era ni de lejos la de aquellos años de finales del XIX y principios del XX en los que la explotación y la miseria parecían ilimitadas en Barcelona. Años también de una violencia inusitada: poco después de aquella bomba del Liceo otro anarquista había hecho volar una procesión de Semana Santa en el Born y, frente a los extremistas obreros, cuya violencia se explicaba, aunque no siempre se justificase, por las pésimas condiciones de vida de los trabajadores, el somatén de la patronal ejercía también una violencia extrema y causaba no poca sangre. Desde luego, Barcelona había devenido un lugar pacífico, aparentemente al menos, con los años, nada que ver con aquella época. Miriam podría disfrutar con toda seguridad de una velada tranquila de opera, sonreí al recordar esa repentina superstición brotada en alguna región irracional de su alma, y no cabía posibilidad de que nadie, extremista o desesperado, lanzara una bomba contra nosotros en la función del Liceo.

         Llegó el 7 de Noviembre y a media tarde volvimos a casa para prepararnos después de haber dejado a nuestra hija en casa de sus abuelos. Nos vestimos de gala, Miriam con su vestido negro que destacaba su figura y la hacía aún más atractiva si cabe, yo con el esmoquin que mis padres me regalaron y que les debió de costar media paga por lo menos, pero que tanta ilusión les dio dármelo. Ninguno de los dos volvimos a mencionar la coincidencia de fechas y de obra. Ella parecía haber olvidado sus repentinos temores y yo no quise recordárselos, no fuera que la mera mención destapara de nuevo esa zona oscura y supersticiosa de su alma.  

         Fuimos en taxi hasta el Liceo, apenas quince minutos desde nuestra casa. Durante el trayecto fantaseé con el público asistente en 1893. Al igual que nosotros, se prepararían para la obra. Vestirían sus mejores galas y seguramente algunos saldrían de nuestro mismo barrio, tal vez de nuestra propia casa. Tomarían una calesa que, al igual que nuestro taxi, les dejarían en la misma entrada. El bullicio sería idéntico que el de ahora y en el paseo central de las Ramblas se amontonaría la gente para contemplar a los afortunados que aquella noche se sumergirían en el marco incomparable, tópico manda, del Liceo. Me dio mala espina observar que un puñado de personas, bajo la atenta mirada de unos policías, gritaba consignas contra el paro y el capital, un tipo entre ellos enarbolaba la bandera rojinegra. Bromas de la historia, consideré.

          Entramos en el edificio después de saludar a algunos conocidos. Me sentí inquieto. Seré estúpido, pensé al suponer que la agitación que había sentido Miriam unos días antes se había trasladado a mi espíritu. Miraba a mi alrededor con aprensión, como si en cualquier momento la mirada de un agitador me fuera a indicar lo que iba a ocurrir a mitad de la sesión. Por lo menos el público de 1893 carecía de antecedentes y entraría con sosiego al teatro, sin percibir la tragedia, sin temer la catástrofe que se avecinaba. Claro que sólo yo parecía ser consciente de la fatal coincidencia, el resto de asistentes no mostraban el más mínimo resquicio de temor. Ocupamos nuestro asiento. Miriam estaba feliz. Sentimos ese ambiente palpitante previo a la exaltación de un concierto, aunque en mi caso me sentí embargado por un nerviosismo que era absurdo, pero que al tiempo me sentí incapaz de expulsar de mi interior.

         Miré hacia los asientos superiores y por un momento creí ver al hombre que en el interior de su chaqueta portaba el criminal artefacto. A punto estuve de gritarle que yo nada le había hecho, que su miseria y la de los suyos no era responsabilidad mía, que mi pertenencia a la clase detestada, en mi caso un recién llegado como quien dice, no me convertía en un explotador y menos aún en candidato a una muerte violenta como la que él parecía deseoso de proporcionarme. Te estás volviendo loco, me dije al darme cuenta de lo absurdo de dicha idea.

         Se apagaron las luces y comenzó la música. Poco a poco, mis temores fueron diluyéndose. Había sido algo estúpido toda aquella aprensión sin sentido. Cerré los ojos y me dejé llevar por la melodía y el encanto de las voces. Eso me llevó a pensar de pronto en mi vida junto a Miriam y a mi hija. Me emocioné por un momento. Ahí, sumergido en la oscuridad del Liceo, perdí la noción del tiempo, de la época, me sentí de pronto el iniciador de una saga familiar, vislumbré a mis descendientes y sonreí al pensar que pasados algunos años tal vez alguno de ellos acudiría tal día como hoy al estreno del Guillermo Tell de Rosini.

 

 

Juan A. Herrero Díez

 

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¡ES LA HORA DE LOS DISCURSOS!

 

Por Cecilio Olivero Muñoz

 

 

DISCURSO DEL POETA CANSADO

 

¡Haced lo que os venga en gana!

 

DISCURSO DEL POETA ECOLÓGICO

 

No ensuciéis los ríos, los valles,

la selva es nuestro origen,

cuidad del agua, es de todos,

coged la bicicleta, veréis brotar

el alto árbol que nos hace respirar.

 

DISCURSO DEL POETA INGENUO

 

Ustedes, los padres de una patria de derrotados,

los padres de una patria de humillados por otras patrias,

ustedes, los desentendidos, ustedes, los ciegos,

ustedes que sabéis a qué precio está la coima,

ustedes que sabéis el precio de la zozobra a un pueblo,

ustedes, los que están de mero artificio, de puro adorno,

oropel  marchito entre tanta inmundicia,

entre tanto acto sin ejecutarse, entre tanta indiferencia,

¿conocéis el valor del sufrimiento de vuestro pueblo?

¿pertenecéis a esa clase de hombres que luchan?

¿sabéis el rumbo de vuestro eco entre la multitud?

Sois parte de una patria cansada de consignas y balbuceos.

Ustedes, padres de la patria, que viajáis en carro digno,

carro oficial, carro pagado por esos millones de nadies,

¿sabéis que la gente es transportada como ganado?

¿sabéis que esas combis y esos micro-buses

a los que el pueblo acude son una trampa de chatarra?

¿sabéis de vuestro tráfico, de vuestros senderos,

de vuestra circulación vial, de vuestras carreteras descuidadas?

Ustedes, padres de la patria, ¿abrís la ventanilla

cuando un niño os vende un caramelo?

¿conocéis las circunstancias de ese padre que pone

a su hijo a trabajar por un Sol en un semáforo?

Ustedes, padres de la patria, ¿han ido a visitarse

o de emergencias a un hospital del estado?

Seguro ustedes, con sus sueldos generosos, con sus trajes,

sus coches nuevos, sus propiedades en Miraflores,

en San Isidro, lejos de la sombra del chacal,

no veis la realidad de vuestra gente sin oportunidades.

¿Por qué se quieren marchar casi todos de su patria?

¿Comprendéis que la gente tiene miedo a que le roben?

Dicen que el que los habitantes de una nación

tengan unos gobernantes cínicos, interesados, corruptos,

también esos habitantes serán de la misma condición.

Hicieron experimentos y llegaron a esa conclusión.

Padres de la patria, de tal astilla, tal palo.

Padres de la patria, vuestra patria, es un caos.

Yo vengo de un país rico y desarrollado, quizá no tenga

la cualidad moral para criticar a un gobernante

de un país, en el cual, no resido.

Pero tengo la verdad de una persona que ve el día a día,

de una persona que, a resumidas cuentas,

también padece de vuestra ceguera imposible.

 

[Mientras, los padres de la patria: se encuentran

videando Fausto en el Teatro Peruano Japonés.]

 

 

DISCURSO DEL POETA LOCO

 

Mi mundo no es tu mundo,

mi sol si es tu sol.

Tu estrella es aquella,

mi estrella mi corazón,

me tapo los ojos,

no veo el rastrojo,

mi realidad está fuera,

mi sombrajo es una higuera.

 

DISCURSO DEL POETA TIERNO

 

Los niños, las niñas, las madres, las hijas,

los sueños son cielo cercano,

me despierto y se van en el aire,

te doy un beso en la frente,

te doy otro en la mejilla,

encuentro frecuente

ponerme ante ti de rodillas.

Me pongo un sombrero,

me echo a llorar, me creo vocero

y al mundo voy a salvar.

Una flor es una caricia

y un lamento es una espina,

me tomo una aspirina

por que me duele esta avaricia.

 

 

 

DISCURSO DEL POETA TONTO

 

Te cambio este billete

por un montón de mocos verdes,

te cambio mi ser feliz

por la alegría de tu país.

 

DISCURSO DEL POETA NIÑO

 

Juan Ramón Jiménez con jota

dijo un día el calvorota,

el poeta es un niño,

yo designo al más lampiño,

debe ser ese su lío,

¿por qué llamarse Pío?

lo hace casi pajarillo

y lleva un grillo en el bolsillo,

los países son idiotas

y los que los mandan toca-pelotas,

coged el aire con vuestras manos,

tienen la culpa los americanos.

 

 

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POEMA DE SILVIA AURORA MANRÍQUEZ MURUA

 

Allá en el cielo, en ese inmenso azul,
donde duerme el sol de día
y las estrellas brillan de noche,
para los enamorados viene la calma,
del día claro,
donde vuelan las gaviotas
y se desvanecen los sueños
que son espuma,
incluyendo las pesadillas,
donde apareces tú
allá tan lejos
en el horizonte
donde se pierden los barcos
de las ilusiones
que van y vienen
en la alegría del regreso
unida al cielo y al mar
en viajes y despedidas
donde no soy cocinera ni responsable
de nada
sólo la mujer que escribe versos
entre las nubes y el horizonte.

No creo en San Valentín…

 

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MI PRIMO Y YO

Tenía la edad del limonero de la casa, y me relamía los dedos con pensamientos que acababan descomponiéndome,  pues me quedaba con los ojos  muy abiertos, hasta altas horas de la noche, sin oír siquiera el violín del grillo que vagaba por la habitación. O el chistido del búho. Entonces, mi abuela me acercaba un vaso de leche, diciéndome: “Ya otra vez estás en trance. Mañanita terminarás loca. Estás de cabra. Tal cual. De cabra. No se debe pensar en eso a tu edad”.
Me hallaba enamorada.
Mi corazón era  un árbol dentro de una casona, un árbol cuyas ramas  crecían rompiendo tejas y aleros para terminar por crucificar sus nervios  en el pararrayos. Sus frutas eran el mismo incendio  pues  las cortinas desaparecían, bajo el fuego, hasta que sólo quedaba una ventana desde la que observaba, melancólica, un horizonte, una línea crepuscular de pájaros negros en huida.
 Me gustaba hablar conmigo misma en un lenguaje que era la mismísima niebla. O el nubarrón del que salían las tijeretas bulliciosas.
Pensaba en mi primo como se piensa en la llovizna,  en las hojas llevadas por los pasos apresurados de la gente, en el viento de la lluvia arrastrando una carta desconocida, en la oscuridad  de la habitación presa de su clausura donde parpadeaba la luz fosfórica de una repentina presencia.
Ya no recuerdo casi las facciones de M. A. Sé que era inteligente. Sabía trigonometría, botánica, física y hasta masonería;  era el mejor alumno del colegio, solía entrar en crisis nerviosas y me adoraba.
Jugábamos a los indios. Venía a liberarme de la indiada, que era rebelde; los primos, entonces, amenazaban con dejarme devorar por las hormigas rojas que iban y venían en un tránsito alocado por el jacarandá.
Abrazarme fuertemente, llamarme reina cautiva, volverme a atar con la piola, formaban parte de las escenas cinematográficas.
El juego tenía  un guión de muerte, traición y despedidas.
Éramos niños, la sangre nos quemaba las venas;  amaba sus ojos negros animados por la chispa genuina de la genialidad. Solía fijarse en los limones de mi pecho, pero no se atrevía a morderme, a bajar su cara sobre mi cara. No era que no queríamos besarnos por miedo a que nos viera la abuela. Sentíamos el temor real a nuestra carne, pues  nos atreveríamos a todo, después, si empezábamos por las bocas.
Nos alegraba tomarnos de las manos. Y abrazarnos hasta que la inocencia estallara. Mi primo desarreglaba mis cabellos; sentía bronca contra mi pelo lacio. Se suponía que debía enojarme, por lo menos falsamente. Pero me quedaba fea, quieta ante sus ojos, con los cabellos desarreglados  y el corazón pisando el vestido y la enagua de  mi entendimiento.
Yo era una india de una película del Lejano Oeste, sublevada y herida por el amor de un hombre blanco, que en breve tiempo retornaría a la civilización.
A la noche, tumbada sobre el lecho, pensaba una, dos, siete veces,  en él. Diera cuanto diera porque me besara.
Imaginaba que iba a la colina, y que lo llamaba, al caer la tarde, y que él aparecía saliendo de mí misma, de mis alucinaciones, plantándose ante mi figura.
Haríamos el amor bajo la luna escarlata, enorme y cruzada por una gritona ave nocturna, sobre el pasto apenas mojado. No iríamos en sangre.
Pienso en mi amor infantil y el alma se me llena de hojas amarillas y quebradizas. Entonces era pequeña y me juraba a mí misma que me casaría con  M. A.
Me miro en el espejo: muchos espíritus tristes y alientos que exhalan el frío de los huesos sepultados se arriman a la luna del ropero. Hay  un  llanto, un murmullo  de muertos en la habitación. Y un olor a jazmines viejos y pasados por agua servida.
Afuera, un perro ladra a otro. 
El macho corteja a la hembra. Las moscas vuelan en torno al cadáver de  un gorrión sobre  la vereda mugrienta. Un niño observa la escena y arroja una piedra contra las bestias.
El espejo me devuelve la imagen de una mujer que todavía sueña que es niña, y que aguarda la llegada, de un momento a otro, de su primo.
Podría jurar que el amor de la infancia es el más fuerte de todos los amores.

Por Delfina Acosta

 

 

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SELECCIÓN DE POEMAS

POR BRUNO JORDÁN

 

 

PALABRAS PARA JOSÉ AGUSTÍN

 

 

No se conocen las circunstancias de su muerte porque estaba solo 

en su casa 

en aquel momento, 

aunque, según sus allegados, 

lo encontraban últimamente muy deprimido.

En todo caso, lo cierto y verdad -lo dice la prensa- es que

sobre las cuatro de la tarde, desde la ventana de su domicilio, se precipitó.

 

 

 

Otra puerta que se cierra

 

LIQUIDACIÓN DE EXISTENCIAS

 

 

 

 

No se trata,

a fin de cuentas,

de averiguar

quien puso más

 

sino de notar,

ahora

tan solo,

lo que deja,

lo que queda

de cada cual.

 

 

 

 

 

 

Insisto, ya ves, en repetir el poema. Cuando hablamos ayer a mediodía lo hicimos, si no estoy equivocado, diciendo yo que prefiero que no haya más contenidos afectivos en nuestras comunicaciones y que, si así lo deseabas, podíamos vernos esa misma tarde o algún otro día para poder hablar entre nosotros y de nosotros. Este poema, leído despacio y atentamente, ya habla de eso, de liquidar cosas que existen, de cómo hacer balance final, de ver la manera de no seguir, también ahora, compitiendo por todo, de encarar lo que dejamos atrás y cómo quedamos nosotros mismos de forma que nos ayude –o, al menos, no nos obstaculice demasiado- lo que nos falte por vivir. No lo conseguí anoche. Obtuve lo contrario. No lo intentaré más.

 

Otra puerta que se cierra.

 

 

No siempre los pájaros cantan

no siempre es primavera

ni las nubes tienen ganas de levantarse.

 

En ocasiones

se navega por charcos de estrellas

y las palomas atraviesan el tiempo

porque están en una jaula libre.

 

En ocasiones

el amor ensancha mis cadenas.

 

New Age Haiku

 

Cuando niño

me debatía perpetuamente

entre llegar a ser bombero

o pirómano, que también tiene su aquel.

 

Ahora

estoy aprendiendo japonés.

 

 

<LOS BESOS

cotizan a la baja.

 

Los míos,

tomando como referencia

índices tan incontrovertibles

como el NASDAQ,

los resultados

del Protocolo de la Cumbre del Talayón,

y de la puesta en marcha

de las indicaciones

del I+D+HYZ4

(véase nota

a pie de página)

 

…están sufriendo

pérdidas incalculables.

 

 

GRAVEDAD

 

 

A veces me veo desde tan alto

que cuando me despeño

me sorprende comprobar

que no me he hecho tanto daño.

 

CREENCIAS

 

 

Creemos que amamos.

 

A veces

con venenoso

amor venenoso.

 

Creemos que amamos

 

a veces.

 

 

AUSENCIA

 

 

Estuvieron bellas

las flores

sin ti y sin mí.

 

Fueron ellas,

claro,

las que no nos necesitaron.

 

 

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UNA CANCIÓN MALDITA

Y OTRA CANCIÓN HAMBRIENTA

Por Cecilio Olivero Muñoz

 

MISERIA Y MUGRE

 

Andaré sobre cristales, andaré,

andaré la oscura sombra,

seré fiel a tu persona, yo seré,

aunque sepa que me sobras.

Quise hurgar en tu miseria,

quise soñar con tu mugre,

quise curarte de tu histeria,

pronto caerás de tu nube,

quise hacerte mi princesa,

rogué que tocaras cumbre,

con maldad a veces se reza,

 por ti abriría grutas de azufre,

diablo de este rompecabezas,

 rezaría por si quizá tú sufres,

rezar aunque quemen mis venas,

¿es mi sufrimiento tu disfrute?

es tu goce toda entera mi pena,

es ese llanto donde te luces,

espesa brea mi noche de espera,

 mi alrededor es absurdo y cutre,

al diablo también se le reza,

este sentimiento solo se pudre,

quien anda solo, solo se encuentra,

se seca el agua, se amarga lo dulce.

Iba de la cocina a la sala,

y de la sala al desastre,

por tu amor me falta un ala,

por tu amor me faltó el aire.

Miseria y mugre es la vida,

azar y suerte es el juego,

me dejaste tan tieso querida,

que de tu gris arco-iris reniego,

que de tu pasión fui mártir,

tú supiste hacerme fuego,

de aquella manera tan fácil

me hiciste el corazón negro

y te salió la partida gratis,

te salió gratis el sepelio,

te salió gratis la ronda,

te salió barato mi infierno.

Amor entre tu miseria,

desamor entre tu mugre,

vas de santa y leguleya,

en mi llanto seco das lustre,

 hembra sutil de verbena,

disfrutas entre trago y bitute,

vas con soberbia, guachafera,

y de desprecios me cubres.

No quiero ver fría mirada,

no quiero ver más sollozo,

mejor tenerte olvidada

que convertirme en tu estorbo.

Verás cómo todo se paga,

verás cómo me lo cobro,

comprenderás que se ama

lo que es digno para tus ojos,

yo contigo fui a la cama

cuando debí saber estar solo,

solo en llanto y en pijama,

solo por que debo ser yo solo,

solo y al cuidado una dama

que sabe por qué fui yo el loco.   

 

 

 

TENGO HAMBRE, MUCHA HAMBRE

 

Necesito del bendito sabor de la vida,

necesito probar de tu buena sazón,

degustar siempre de tu sazonada comida

es labor que no olvida nunca el corazón.

Degustar tu lúcuma desconocida,

saciarme la virtud con tu chanfainita,

eres potaje de judía y patata cocida,

pucherito bravo que mi chu-chú imita,

eres lomo suave, solomillo a la manida,

ágape de golosina y  bolsa de palomitas,

pan con pamplina, chupe de camarón,

mermelada, queso tierno, tacos, vainitas,

 flan, tocino de cielo, mejillones al vapor,

arroz chaufa, pollo frito y unas lentejitas

con su chorizo en plena ebullición,

salpicón, gazpacho, morteruelo, parigüelita,

sopa con tropezón, frijoles en su esplendor,

bendito bistec con sus patatas fritas,

conejo al ajillo, conejo con arroz,

sabor del tomate con su lengua exquisita,

con un cocido andaluz al punto y hervor,

anticuchos y finas hierbas en tus pechuguitas,

unos picarones, unos caracoles, y requesón,

redondo alfajor con miel de frutas variaditas,

besos de moza, pollo a la piña, a todo piñón,

deliciosa tu paella con sus palabritas,

tu pepián, tu rocoto, tu lasaña, y tu amor,

tu mondongo italiano, y tu carapulcrita,

tu pollo a la brasa, tu yogurt y tu picantón,

tu dulce algarrobina, tus calamares en su tinta,

perejil, cilantro, romero, tomillo, pimentón,

empanada, sándwich, empanadilla,

cebiche de conchas negras, jamón con melón,

almendras garrapiñadas y peladillas,

salitre en tu colacao, en la leche, en tu fogón,

cebolla, mozarella, carne y mucha miga,

 y a veces y otras veces, un milagro de peces,

merluza, boquerones, pescadilla,

mero, perca, perico, y chanquete,

milanesa, salchicha, (hot-dog), ensaladilla,

turrón norteño, sabor de Jijona, sorbete,

trucha, cangrejo, papa-seca, granadilla,

capuchino, café solo, irlandés y moliente,

carne mechada, ternera en salsa, papa amarilla.

la escudella, el estofado, coca de aceite,

a la guanábana, a la palta, a la mantequilla,

pecado de cardenal, de chocolate con leche,

pecado de bacanal, pecado a la vainilla,

alucine en el paladar, remedio indecente,

ensaimada, sobrasada, croissant, canelillas,

potaje de almejas, piñonate, aguardiente,

coñac, anisete, nueces con nata, natillas,

pestiños, mistela, güisqui, miel silvestre,

crema catalana, magdalenas, quesadillas,

pistacho, mortadela, espagueti, queque,

altramuces, anchoas, olivas y pizza al dente;

de jamón york, de atún, de patatas mis tortillas,

qué buen sabor tiene lo que tan bien huele.

      

 

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EL LÍMITE

Siempre que iba a la farmacia para comprar apósitos, aspirinas, violeta de genciana y aquellas medicinas menores con las que mantenía surtido mi botiquín, me solía hacer acompañar por Ogro; era  dueño de un olfato mayúsculo.
Aquel día que comenzó a las nueve de la mañana, el  tránsito estaba endemoniado. Lo noté al sacar la cara.
Ante  aquella impaciencia de los autos por llevarse adelante los segundos que faltaban antes de que la luz de los semáforos cambiara de amarillo  a rojo, decidí no llevar al animal. No fuera que tuviera que llorar su muerte, no fuera  que el tiempo me transformara en una de esas mujeres de pelo mal teñido y peor peinado   con la memoria de   su perro en cualquier suspenso de una charla de señoras: “Ay, él sabía la hora en  que los niños del colegio comunal se desbandaban en la calle, porque sacudía el portón de hierro con las patas y  en vez de ladrar hacía una suerte de bocina con  su boca. ¿Arte? Tal vez simple comedia. No lo sé.”
O: “Adivinaba  el menú, carne roja a la parrilla o una presa de paleta de marrano,  en mis ganas y en movimientos. Ningún marido se hubiera alegrado tanto como él, que empezaba a mover la cola;  derecha, izquierda, derecha, izquierda, ah…. picarón…”
El farmacéutico, un hombre de ojeras profundas y permanente  olor a alcanfor, hablaba por teléfono cuando llegué a su negocio poblado por vitrinas.
– ¿Aún no se lo encontró? Cierto es que la gente desaparece y aparece después de tres  días…, pero… – lo escuché decir. Tenía la preocupación colgada del rostro.
Colgó el teléfono y se acercó a mí comentando: “Es el primer caso.”
– Pero es seguro que aparecerá – contesté sin saber de qué se trataba el asunto.  
Usted sabe: la gente de la ciudad es así; uno apenas espera que termine de hablar el otro, para decir ya lo suyo; estamos  apremiados por el afán de cerrar el habla a los demás con la primera estupidez  que nos pica la cabeza. Y vamos de ¿me entendiste? a ¿qué decís?, de “no comprendo” a “no me estás oyendo” y cuanto más comentamos menos nos escuchamos y, por supuesto, menos nos entendemos; total que nadie escucha a nadie  pero eso tampoco nos importa porque  ya no podemos obrar de otra manera;  el vértigo, una incomprensión  animal se ha instalado en nuestras existencias. Ya no somos ciudad.
Cuando regresaba para la casa, vi  un grupo de seis hombres; conversaban  nerviosamente frente a un bar pintado con un color azul marino. Tres  fumaban y los tres restantes no hacían caso del humo de los cigarrillos que sacaban lágrimas de sus ojos.
Me acerqué a los hombres  haciendo como que intentaba ponerme a resguardo del  viento sur.
-No, señores. Cándido ya debería haber regresado. Son más de las diez de la mañana – dijo el hombre de cuello largo, camisa arrugada  y un sombrero panameño  que le echaba una condición nocturna  sobre el rostro. Se  notaba el trato especial que ponía en sus palabras; aquella gente angustiada  por la tardanza de Cándido buscaba el favor de la inteligencia para resolver el caso.
Yo sé de individuos que desaparecieron y volvieron a aparecer. Me estoy refiriendo a personas que dejaron el aseo de su casa, el plato de  escarolas, de apios y de plantas oleaginosas, y la esposa de rostro  sonrosado y de buenos modales, para ir tras las pisadas  de aquellas mujeres fáciles  de la brumosa zona portuaria; cuando ellas se sacaban la ropa frente al espejo de luna del ropero, era como si se desprendieran de todas sus alas de aves, hasta que sólo quedaba de sus figuras  el pico largo y rojizo; picoteaban durante horas,  días, semanas y meses el cuerpo purpurino  de sus amantes, de aquellos maridos ajenos entonces perdidos.  Demonios. Esas mujeres se alimentaban de sus bocas mientras hacían el amor. Y bueno…, cuando el vientre les crecía y sus senos se agrandaban goteando leche, se convertían en pájaros de torpe andar;  caminaban pesadamente  por la habitación, y su voz huraña sonaba, al caer la última claridad  del crepúsculo, como graznidos de cuervos.
Los hombres, desesperados, horrorizados ante aquella situación que les causaba lástima y repulsión al mismo tiempo,   retornaban tristes y desilusionados  a sus casas. A sus esposas.
El grupo seguía charlando. Mencionaron  varias veces la palabra  límite.
Aquí debo hacer un aclaración en relación  al límite: Hay una casa abandonada, pintada con color sepia, a donde vienen, cuando la lluvia es grande, buscando sitio para que sus fósforos no se apaguen, los mendigos. A diez metros de ella, aún se animan algunos  niños a intentar una rayuela, una cola de cerdo, y algún juego propio de la perversidad de los pequeños.
  Una niña albina  suele   marcar con tiza la figura del sol en el empedrado, que la lluvia pronto borra, hasta que ella vuelve a despejarlo usando crayolas de siete colores para pintar  el arco iris.
Ahí termina la ciudad.
Y empieza el bosque.
En fin, los hombres de la ciudad  formaron una cuadrilla.
– No queda más remedio que ir a buscarlo – dijo uno, que parecía hincar con el fuego de su cigarrillo el ánimo de los otros.
Y ellos se internaron en el sitio poblado de existencias ajenas. El viento cambió de dirección y un olor a comadrejas, a hojarasca de árboles de las más diversas especies, giró en el aire y dio un chillido de advertencia.
Los curiosos  de la ciudad se quedaron en el límite, de cara a la oscuridad. Fumaban.
Pasaron tres días y tres noches.
La cuadrilla regresó cansada. Sólo  pudieron encontrar el cuerpo de Cándido convertido en carne corrompida sobre un matorral; en sus cavidades parecían haber hecho nido las aves de carroña; algunas bestezuelas peleaban ferozmente por las vísceras. Eso fue lo que contaron.
Pero trajeron, colgado de un grueso alambre, el cuerpo todavía sangrante del lobo feroz abatido por los disparos de las escopetas. Eso sí.

 

Por Delfina Acosta

 

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TRES POEMAS VILAMATIANOS

Por Cecilio Olivero Muñoz

 

EL VIENTO SÓLO HABLA

DEL VIENTO

 

(soneto)

 

Si el viento sólo habla del viento,

Y el poeta de hoy de lo que ha sido,

Huye del sesgado tanto por ciento

Y construye como hombre tu nido.

 

Construye en todo una libertad,

Jamás te sientas saciado en lo vivido,

Busca tu destino en la humanidad,

Recalca como yermo lo sufrido.

 

Escápate de tus ganas hasta lograr

Que siempre has sido tú, tú has sido

El que voló sin su vuelo variar,

 

El que nunca se sintió arrepentido

De todo acto en el que al actuar

No brotas ni encadenado ni sometido.

 

En todo acto en el que más que pensar

Se somete el vulgo por ser parecido,

En el liberado acto donde el paladar

 

Mas que un degustar parece ruido.

 

 

Si Hablas Alto Nunca Digas Yo

 

(soneto)

 

Si Hablas Alto Nunca Digas Yo,

Si otorgas hazlo para los demás,

Si callas hazlo con intensa voz,

Si vives hazlo con intensidad.

 

Si gustas de bohemia gusta de sol,

Si das mucha guerra da también paz,

No juzgues a aquel que bebe alcohol,

No concluyas dando puñados de sal.

 

No te asocies a la batalla del No,

No preguntes si vienen o si van,

No huyas y si huyes sé siempre dos,

 

Si mienten ellos di tú la verdad,

Si quieres ser Tú deshazte del rol,

No te rías nunca de ningún mal,

 

No pidas jamás por inercia perdón,

No des nunca en la vida un paso atrás,

No seas nunca amigo del ajeno dolor,

 

Si eres Tú mismo tendrás Libertad,

No seas vulgar ni tampoco atroz,

Si ríes de algo hazlo de la maldad.

 

   No seas inoportuno con guiño y farol,

No digas jamás, nunca nadie jamás.

 

 

UNA VENTANA ILUMINADA

A LAS CUATRO DE LA MADRUGADA

 

Son las cuatro de la madrugada y tengo la luz

encendida, seguramente desde fuera, desde la calle,

mi ventana se vea iluminada y quizá alguien se pregunte

que qué hace una ventana encendida a las cuatro de la madrugada

y quizá, como en el artículo de Vila-Matas, se pregunte alguien

que qué historia habrá tras la luz encendida de esa ventana.

[La de historias que hay en ellas, historias de ladrones

antiguos con linternas o de moribundos que dictan

su último testamento ante temblorosos familiares, historias

de madres que se inclinan atormentadas de sueño sobre una cuna

o de parejas que hacen el amor o de amigos que charlan

interminablemente sobre el misterio del mundo, historias de soñadores que tienen insomnio o de insomnes que piensan

que nada envejece tanto como la felicidad.

Ventana iluminada del vecino a las cuatro

de la madrugada…(…)…] Mi ventana está encendida,

y la historia que hay detrás de mi ventana iluminada

a las cuatro de la madrugada es una historia que respira,

una historia de soledades y de parejas separadas,

parejas en la que uno está despierto y el otro duerme,

seres que andan lejos de ellos mismos, y al mismo tiempo cerca.

Esa ventana iluminada a las cuatro de la madrugada

tiene una historia sencilla y al mismo tiempo difícil de contar,

es la historia de dos vidas que viven su tragedia,

la tragedia de la vida infeliz, la tragedia de los sies y los noes,

la tragedia de los sueños que se dan la espalda,

la tragedia de dos seres que están destinados a quererse,

aunque también a odiarse, tragedia peculiar donde las haya.

***

Dos destinos se unen solos, solos a veces

y duele a veces la eterna compañía,

se olvida todo, se olvidan los peces,

se olvida que un día la cama estuvo fría.

 

Dos destinos que se quieren a veces,

dos destinos con su canción en plena huída,

dos destinos encerrados en sus treces,

[dos destinos], cariño llaman a su cáscara vacía.

 

A ella le gusta el cuché y la  mojigatería,

él gusta de mitomanías y otras memeces,

le gustan las músicas y las poesías,

 

Ella a esas cosas las ve ridiculeces,

no soporta sus libros y sus tonterías,

no soporta sus chistes, manías e idioteces,

 

       A él le gusta escribir, gusta de filosofía,

odia a todo aquello a lo que tú perteneces,

vive, come de noche, duerme en el día,

 

Odia lo que presumes, por lo que padeces,

odia, tanto odia y no odia nada todavía,

odia más, odia ella, odia si te amaneces,

 

odia tu mini-bar, odia tu tabaquería,

odia y a la hora de odiarte no le apeteces.

 

 

Entre corchetes  fragmento de un artículo

de Enrique Vila-Matas llamado “Ventanas Iluminadas” escrito en Septiembre del año 2.000.

 

 

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CINCO POEMAS SOBRE LA CALAMIDAD

DE ESTE VIEJO MUNDO

Por Cecilio Olivero Muñoz

 

NO ES POBREZA

ES NECESIDAD

 

Mira en Sáenz-Peña, un dios indefenso bosteza,

Mira en el Callao, ya que todo es nada, la pura necesidad.

La gente anda las calles,

vestidas con la dejadez y la inoportunidad.

Míralas paseando su interés,

como los perros que pretenden de algo.

Una multitud ensaya su derrota,

otra vez la envidia transporta a su otra aurora.

Descansa en el descansillo,

allí montó su tienda de comestibles.

Adolescentes que madrean su suerte

y patean a la misma lata, tan cansada de ser vacío.

La suerte se esconde roída

por los chiquillos que la llaman ilusión.

Sentados en un muro, molesta realidad,

portea en una moto-carro su supervivencia.

América es ahora un parto de cesárea,

una casualidad que aburre, un desprecio suspirado,

es las ojeras del laberinto,

es la esclava preferida que exhausta vomita.

Es el altar leguleyo

en el que el pueblo crea su propia religión.

Asumen su vida día a día,

y a veces el azar corre en la acera de enfrente.

Un día la honestidad llamó a tu casa,

tú dijiste que serías como tu padre,

ya que él vivió con hogar y con barriga,

tú tuviste todo eso pero no tuviste dignidad.

 

 

ROBARME AL DESCUIDO

 

Mi mujer me trajo por la noche la cena,

pero como me quedé dormido

la dejó colgada en un altillo lejos

del peligro de insectos y otros animalitos.

Cuando desperté ahí estaba la comida colgada,

toda entera, sin indicios ni rastros de desgracia alguna.

Decidí comerme los bocadillos al medio día,

para la hora de almorzar, eran unos bocadillos

de pan de Viena y paté fabuloso, bocadillos

que mi mujer me había preparado la noche anterior.

    Me duché y después del remojo, como es normal,

me brotó un hambre, la cual, guardaba una sorpresa.

Por la pared subía una caravana de hormigas.

Subían éstas con destino a mis bocadillos.

Había un hilo de hormigas enanas,

hormigas rojizas y extremadamente trabajadoras,

hormigas que ya estaban en el interior de la bolsa

donde mi mujer había depositado los bocadillos.

Ya habían invadido todo el interior de la bolsa,

incluso bajaba alguna ya cargada con alguna miga de pan,

pan de Viena, untado con paté, un paté fabuloso.

Esas hormigas habían traicionado a mi confianza,

o quizá yo había subestimado su tesón,

y esas trabajadoras natas no tuvieron compasión.

Tuve que tirar la comida (bocadillos de paté fabuloso).

Estas malditas hormigas me tenían arrinconado,

me tenían asediado, era impresionante comprender

que unos seres tan diminutos y tan gregarios,

me tuviesen  totalmente acorralado,

por que anteriormente, muy anteriormente,

ya tuve que huir de ellas al dejar mi vaso de refresco

a su alcance; mi confianza había sido traicionada,

comprendiendo ya, que son golosas

 y les encantaba el azúcar, en mi pequeña habitación

estaba en plena huída permanente,

debido al asedio tenaz y sin tregua

que estas malditas me causaban.

Llegué a dar con dos clases de hormigas,

Unas negras medianas y otras rojizas más pequeñas.

Ponía cualquier cosa comestible en cualquier sitio,

sitios inimaginables, y allí aparecía su temible ejército

y sus escuadras invasoras. Huía de ellas.

Debo de decir que hasta me obsesioné.

Pues me tenían dominado. Me picaba todo el cuerpo.

Las veía por todas partes. Limpié mi lugar de trabajo.

Entonces me cegué de ira. Con el encendedor

las asesinaba de forma casi psicópata.

Con extrema premeditación, con preocupante inquina,

y con mayúscula alevosía, y digo mayúscula con sinceridad.

Me acordaba de las hormigas que Luis Buñuel

mandó traer para su film “El perro andaluz”.

Me acordé también de Kafka, de Antonio Machado

y su poema dedicado a las moscas, me acordé

de la Hormiga Atómica, de la Abeja Maya,

y su séptima generación de abejitas colosales,

me acordé de Hitler, del holocausto,

de Charles Manson y hasta de Puerto Hurraco.

Llegué a asesinar a todo tipo de insecto,

 bichejo con alas o sin alas, me era indiferente,

las achicharraba con el mismo tesón con las que ellas

se apropiaban de lo ajeno, de lo mío, o de lo no tan mío.

Hormigas asquerosas, hormigas repugnantes.

Hormigas que robaban al descuido y sin pedir permiso alguno.

El reino animal carece de educación, ¡¡¡carajo!!!

 

 

HOLOCAUSTO DE HORMIGAS

 

Hormigas repugnantes,

¿qué hacéis recorriéndome?

Buscáis vuestro sustento

para el invierno,

buscáis vuestra miga de pan

en los rincones de mi asedio.

Subís por mi cuerpo dormido,

intentáis encontrar

vuestro alimento del mañana.

Acumuláis basura

en vuestra grutita opulente.

Hacéis caminos en vuestra

cadena de agonías gregarias.

Os quemo con mi mechero,

y me vengo de vuestra codicia,

de vuestra mezquindad,

de vuestro oportunismo,

huís despavoridas,

os lo tenéis merecido,

después de escribir este poema

mearé sobre vuestra derrota,

así aprenderéis a no ser hormigas

y a no ser lo que todos quieren ser.

Capitalistas mezquinas

desentendidas de la cigarra,

la cigarra es una artista.

Preferís la miga a la hebra de tabaco.

Yo os enseñaré el camino a seguir.

Me vengaré de vuestra agonía

dándoos una última agonía.

 

 

SOBRE EL SUICIDIO

 

Un lunes quiso quitarse la vida

con una sobredosis de barbitúricos,

fracasó,

y un martes encontró al amor de su vida.

 

 

HOMBRE DEL NORTE

Vs.

HOMBRE DEL SUR

(Mujer A y Mujer B)

 

Ese día a Oscar le diagnosticaron una enfermedad, la enfermedad era alto nivel de colesterol, ese mismo día llamó a su mujer,

le pidió que fuera al súper a comprarle unos botes de Danacol para apaliar el colesterol, le recetaron unas pastillas, las compró por la tarde, estaba preocupado.

 

Ese día a Fory le diagnosticaron una enfermedad, la enfermedad era diarrea y desnutrición, ese mismo día fue en busca de su mujer, le pidió que hiciera como todos los días, que con el pollo hiciera caldo, los niños comerían pollo, ellos tomarían el caldo,

estaba preocupado, aunque no por él, sino por lo de siempre.

 

La mujer A tenía depresión, estrés, colesterol, obesidad mórbida y estaba muy preocupada por un vestido que le malograron en la tintorería.

 

La mujer B tenía desnutrición, anemia, sufría de mareos, desmayos y cansancio, y estaba preocupada por que no sabía cómo hacer para darle de comer a su hija ese día.

 

Las cuatro son personas del mismo planeta.

 

(continuará)

 

 

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