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39º NÚMERO DE LA REVISTA LITERARIA
DIGITAL TRIMESTRAL
NEVANDO EN LA GUINEA
NºLXXXIII/05-02-2014
EDITORIAL LXXXIII
Sobre Cumbres y poetas
El pasado mes de Noviembre tuvo lugar en Panamá la XXIII Cumbre Iberoamericana. Hemos sido críticos con estos encuentros, entre otras cosas porque creemos que los representantes que acuden, Presidentes de Estado o de Gobierno y otros altos dignatarios, no reflejan en realidad a los pueblos en cuyo nombre asisten. Fuera queda la riqueza cultural y social de unas sociedades que, por fortuna, son muchos más ricas y plurales de lo que creen quienes dicen dirigirlas. Y no hablamos sólo de dinero. Antonio Machado escribió que el necio confunde valor y precio, lo que es una gran verdad, y en estas cumbres se habla sobre todo de precio, no de valor, ni valores, más allá de pomposas declaraciones extemporáneas.
Esta última Cumbre, además, tuvo más deficiencias que encuentros. Faltaron algunos países, entre ellos los que aglutinan el ALBA. Por faltar faltó el Rey de España, recién operado. Además, se decidió que las Cumbres se celebraran cada dos años. Y si todo esto no fuera ya un cambio profundo, resulta también evidente que el escenario se ha modificado mucho. La crisis aqueja sobre todo a España, que de repente parece haber sido despojada de su posición dirigente frente a una América Latina que sigue emergiendo no sólo económicamente –pretendemos no ser necios y fijarnos sólo en lo económico-, sino también en lo cultural, si es que en algún momento la cultura en los países latinoamericanos ha dejado de ser central. Muchos ciudadanos americanos que emigraron en su momento a España o en general a Europa regresan ahora a sus países de origen con mayor o menor fortuna, pero con una experiencia que seguramente les ha enriquecido y tal vez se refleje en su aporte a las sociedades de origen. Muchos españoles, por su parte, se ven ahora obligados a emigrar, y muchos eligen América Latina como destino, como pasó en otros momentos de la historia reciente.
Las migraciones son fruto de situaciones complicadas, no deseadas a menudo. Pero se vuelven con frecuencia en oportunidades económicas, sociales y culturales. Más en un momento como el nuestro en que las nuevas tecnologías permiten un intercambio más rápido y fluido. Este es el intercambio que a nosotros nos interesa, mucho más que el de las Cumbres formales y estáticas porque supone un encuentro de verdad entre las dos orillas.
De todo esto sabe muy bien América en general, esa Nuestra América del que hablara el político libertador, pero sobre todo poeta, que fue José Martí. Sabemos que el mestizaje americano, tan manido en discursos oficiales sin sentido, es fruto en muchos casos del dolor. No podemos olvidar la persecución de los pueblos indígenas, no sólo física, más cruenta, también cultural, no menos cruel, ni la esclavitud de los negros que fueron llevados a regiones latinoamericanas y cuya presencia perdura hoy a través de sus descendientes, tampoco de las migraciones antes referidas –de asiáticos, europeos y árabes o turcos-, todo inmerso en un profundo dolor, pero también origen de una nueva sociedad dinámica y creativa, incluso en su conflictividad. España y Portugal, más provincianas en el siglo XX, han podido vivir esa mescolanza de acentos y lenguas en épocas más recientes, esperamos que de forma ya irremediable lo asuman en sus culturas y concepciones sociales.
Aquí está la verdadera Cumbre por la que nosotros abogamos.
***
El año ha comenzado con tres noticias tristes para los amantes de la poesía. En Enero murieron el argentino Juan Gelman, el mexicano José Emilio Pacheco y el español Félix Grande. Es un tópico al uso en estos casos: el mejor homenaje a los escritores que mueren es leerlos. Será un tópico, pero resulta una gran verdad, sobre todo cuando se trata de poetas como ellos. Tal como escribía José Emilio Pacheco en «Elogio de la fugacidad»:
Triste que todo pase…
Pero también qué dicha este gran cambio perpetuo.
Si pudiéramos
Detener el instante
Todo sería mucho más terrible.
¿Pueden imaginar a Fausto de 1844, digamos,
Que hubiera congelado el tiempo en un momento preciso?
En él hasta la más libre de las mujeres
Viviría prisionera de sus quince hijos
(Sin contar a los muertos antes de un año),
Las horas infinitas ante el fogón, la costura,
Los cien mil platos sucios, la ropa inmunda
—Y todo lo demás, sin luz eléctrica y sin agua corriente.
Cuerpos sólo dolor, ignorantes de la anestesia,
Que olían muy mal y rara vez se bañaban.
Y aún después de todo esto, como perfectos imbéciles,
Nos atrevemos a decir irredentos:
<<Qué gran tristeza la fugacidad,
¿Por qué tenemos que pasar como nubes?>>
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Cuando cesa la lluvia
Vio a través de los ventanales del aula que había parado de llover. Justo a tiempo, pensó, porque en poco más de diez minutos terminaba aquel primer cuatrimestre del curso, comenzaban las vacaciones de invierno y aquella turba de alumnos de todas las edades saldría feliz a la calle para disfrutar cada segundo de las dos semanas de parón que había por delante. Así que, pensó, era como si el tiempo les diese la bienvenida cesando la fría lluvia y de este modo, en cuanto sonara la campana que anunciaba el final de la jornada, podría asistir una vez más a cómo todos los estudiantes, cualquiera que fuese la edad, el curso o la condición, echaban a correr a sus anchas. En apenas unos segundos abandonarían el aula, les escucharía gritar como locos por los pasillos y sin que hubiese pasado más de un minuto les vería desde aquellos mismos ventanales, sin todavía haber recogido ella sus propios libros y cuadernos, salir del edificio escolar. Los contemplaría en la calle saltar y reír ante una perspectiva de libertad hasta ese momento cercenada por la rutina de las materias y los horarios. Observó a sus alumnos, quince rostros ansiosos por que pasaran los próximos diez minutos lo más rápido posible, y le dio cierta pena, no por ellos, sino por sí misma. No podía compartir la felicidad de los chicos ni tampoco la de sus compañeros de escuela, los otros profesores que veían en las vacaciones la oportunidad de recomponerse un poco por dentro. De un modo u otro, la rutina de la escuela era para ella un bálsamo. Además, era la Navidad lo que tenía por delante y nada podía causarle mayor tristeza. Ya sabía que era un tópico, lo de la melancolía proporcionada por aquellas entrañables fechas, pero no podía escapar a sentirla ni a que el ánimo se le decayera todavía más. Si por ella fuera, seguiría dando sus clases de literatura y explicando a los tres grupos asignados las metáforas y los símiles de los poemas así como el sentido de una serie de novelas que, por su edad, ella había elegido, para que así se les planteara un mar de dudas sobre la vida que iban a afrontar y pensaran y reflexionaran acerca de su porvenir. Pero sobre todo, si por ella fuera, seguiría refugiándose en la escuela, porque al fin y al cabo era eso, en efecto, lo que procuraba, refugiarse o, como le dijeron alguna vez, tuvo que reconocer en el fondo que con acierto, huir de la vida.
Terminó de explicarles el último punto previsto para aquel último día. Faltaban aún cinco minutos. Forzó una leve sonrisa. Sabía que sus sonrisas, fueran o no sinceras, parecían dulces a ojos de los demás. Poseía un rostro agradable y grato, amable para quienes la miraban, aunque no fuese lo que digamos bella, al menos ella no se veía bonita, aun cuando se daba cuenta de que era atractiva, o cuanto menos resultona, no le pasaban desapercibidas las miradas de reojo por la calle, y forzando una voz calma les dijo a sus quince alumnos allí delante de ella, en un silencio que resultaba cuanto menos estrepitoso, que se acababa por ahora todo. Los chicos abrieron más los ojos si cabe, hubo alguno que a punto estuvo de levantarse para salir corriendo, pero sin esperar a que ocurriera, alzó de nuevo su voz. Antes de salir, les dijo, y aquí debió reprimir la emoción que atisbaba por brotar, os quiero desear unas felices fiestas y deseo también, y aquí no pudo menos que asomar no poco escepticismo, que os dediquéis a la lectura, pensad que hay tiempo para todo, y lo dijo en el fondo sin mucho convencimiento, porque lo que la muchachada iba a hacer era lanzarse a la locura de las compras, del consumismo más avieso, de los regalos, de una frenética carrera por olvidarse de todo, incluido de sí mismos, y en cuanto sonó la campana, y esta vez sí salieron como almas que persigue el diablo, creció no poca culpabilidad en su interior, porque aquellas palabras que a punto estuvieron de componer un discurso cursilón y tontaina sólo denotaban la envidia que ella sentía por no poder gozar de las vacaciones ni de aquel impulso de la juventud, aun cuando no había cumplido todavía los treinta, no era del todo una adulta, no en esta época de edades ambiguas, aunque desde luego dejaba atrás la juventud, al menos así lo sentía ella ya de un modo definitivo, aunque en todo caso ahora como entonces, cuando tuvo las edad de sus actuales alumnos, iban de los doce a los catorce años, divididos en los tres cursos, tenía la sensación de haber sido la misma persona retraída, solitaria e incapaz de mostrar el cúmulo de sentimientos que bregaban por salir.
Ordenó sus apuntes y los guardó en una carpeta. Puso un par de libros sobre la misma y suspiró levemente, sin saber aún si iba a echarse a llorar o aguantaría el tipo como de costumbre y saldría con una tremenda pena en su interior. Pasó por la sala de profesores donde se encontró con Marisa y Daniel. Ambos le sonrieron cuando la vieron entrar.
–Cómo se presentan las vacaciones –le preguntó Marisa, profesora de arte, apacible y moderna, aun cuando rozaba la cincuentena, no parecía quemada por el oficio y se preocupaba siempre por los compañeros de trabajo.
–Tranquilas –respondió ella. Amagó otra de sus sonrisas.
Sin embargo, bien sabía ella que no serían tranquilas. Al menos por dentro. La perspectiva de pasar la Navidad en familia no le atraía en absoluto, al contrario. Se sentía apenas una presencia extraña, una sombra para la mayoría de sus parientes con quienes ya no mantenía, desde que saliera de la primera juventud, mucha relación. Se repetirían las preguntas habituales, ya casi tópicas, dónde trabajas, tienes novio, qué tal aquel amigo o aquella amiga de la infancia que ella misma casi había olvidado. Esto en el mejor de los casos, porque con la familia más directa, su madre, su padre, su abuela, sus hermanas, la más cercana de sus tías, incluso sus dos primos de la misma edad, confidentes en algún momento de la vida, la sensación era de reproche, como si la rechazaran en el fondo, como si ella fuera una extraña o la persona que sólo ellos esperaban, otra persona distinta a la que era en realidad, sujeta siempre a juicios de valor, o hubiera un muro infranqueable que les separase, que se hubiera levantado de pronto o quizá poco a poco, quién podía saberlo a esta altura de su vida, pero que por la fuerza de la sangre o por ese pacto explícito de la tradición, de los hábitos que se conforman en inercia arraigada, resultaba imposible romper y por consiguiente la relación y la costumbre se convertían en obligación, y no tenía más remedio que acudir, extraño mecanismo de imposición social, cuasi tribal, que convertía las fechas en cuestión en un rito y de este modo se aseguraba su asistencia a la cena de Nochebuena. Claro que muchas veces había barajado la posibilidad de no acudir, de dar cualquier excusa y así no recorrer los quinientos kilómetros que la separaban de su ciudad, de su casa, su casa, murmuró no sin extrañeza, y quedarse sola, por ejemplo, en su casa, la de ahora, tal vez la de verdad, o anunciarles que se quedaba con un novio repentino por cuya existencia siempre preguntaban de un modo general, persuadidos tal vez de que visto lo visto ya nunca lo habría, pero que de pronto surgía de la nada, sólo ella lo sabría ficticio, o tal vez aceptar alguna de las invitaciones que a veces le dejaban caer, reales estas, la de la misma Marisa, sin ir más lejos, si no vas a tu casa, la de antes, se entendía, así lo entendió ella, puedes cenar con mi familia, le dijo unos días atrás, y ella soñó en cómo serían unas Navidades distintas, lejos de la obligación y la rutina, ajena a los reproches y a los silencios.
Pero iría, volvería a casa por Navidad, como decía la canción de un antiguo anuncio televisivo, de turrón, recordó, aunque en su caso no había ilusión, ni grandes abrazos, ni sensación de apego, sólo un hábito frío que se había instalado desde hacía tiempo dentro de sí, sin saber muy bien si venía de fuera, un manto impuesto, o era algo propio, un rasgo de carácter contra el que no valía la pena luchar, si es que en algún momento se decidía por cambiar.
No esperó a que Daniel acabara de explicar lo que le contaba a Marisa antes de que ella entrara. Aprovechó un silencio repentino del profesor de matemáticas para decir que debía marchar.
–Felices fiestas –les dijo, y sus compañeros se lo desearon a ella justo cuando salía de la sala.
Avanzó por el pasillo ya vacío y fuera del edificio de la escuela no encontró a ninguno de los alumnos que poco antes saltaban, reían y bromeaban con barullo. Fue hacia la marquesina y cuando llegó y se sentó en el banco a esperar el autobús sintió, esta vez sí, que los ojos se le llenaban de lágrimas. Por suerte no había nadie en la parada para ser testigo de su momentánea debilidad. A los pocos minutos apareció el autobús al final de la calle y se frotó los ojos para despejarlos de lágrimas. Cuando ya estuvo de camino hacia su casa, intentó llenar la cabeza con lo que tenía que hacer aquella tarde. Por ejemplo, comprar el billete, aunque tal vez lo dejase para el día siguiente, quedaba aún mucho para la Nochebuena y seguro que encontraba plaza en algún tren o en la línea de autocares entre ambas ciudades. No, lo haría al día siguiente, esa tarde prefería quedarse en casa, tal vez leer, ver alguna película, tenía varias pendientes, o simplemente echarse a dormir. Claro que cuando se acercaba ya a su parada se agobió ante la perspectiva de la soledad. Me voy a poner a llorar, pensó cuando bajó del autobús, si me quedo en casa, no pararé de llorar y me atracaré con galletas y chocolate y me sentiré mal como una chiquilla idiota. Al abrir la puerta de su portal y subir los dos pisos hasta su apartamento pensó que lo mejor era salir, comer algo y darse un garbeo.
No se le ocurrió nadie a quien pudiera llamar para quedar. Tampoco le apetecía. Lo que quería en todo caso era salir, no importaba si salía sola, le bastaba con que hubiese gente a su alrededor. Cerca había una zona de bares tranquilos y recordó dos lugares donde podía escuchar música y hasta era posible que en uno de ellos tocara en directo algún grupo. Lo decidió: era justo eso lo que necesitaba. Le gustaba además salir sola, sin un plan preconcebido, tomarse un par de cervezas, tal vez conocer a alguien, charlar, dejarse llevar, olvidar los problemas, intentar ser feliz, al menos un instante de felicidad, y si no de felicidad, sí al menos de alegría. De repente se sintió a gusto. Se preparó un bocadillo, comió un par de manzanas. Se cambió la ropa, no le costó mucho decidirse, y salió del apartamento.
De camino al Café Atlántico regresaron los nubarrones. Pensó en su padre y en lo que él había planificado para ella. Hombre de costumbres cerriles, conservador al estilo más carca, incluso reaccionario a pesar de su prosopopeya liberal y progresista, a veces estaba convencida de que al carecer previamente de un hijo había decidido que ella, la hija menor de tres hermanas, a todas luces la última que con su esposa iba a engendrar, se convertiría en el hijo que no había tenido, como le ocurriera al protagonista en algunas novelas de Tahar Ben Jelloun que de pronto recordó al pensar en su padre y en la forma en que, del mismo modo que en la ficción, cuando la tuvo en brazos, decidió que aquella niña iba a ser el varón deseado e imposible, y con el tiempo, no muy tarde, llegó su frustración y la fría distancia hacia ella. Esto quizá explicase muchas cosas, bromeó para sí, en un zafio e irónico intento de entenderse de un modo psicoanalítico. Sea lo que fuere, quiso convertirla en lo que él deseaba, una proyección de sus propios anhelos frustrados, lo que él hubiese querido ser. Sin embargo, ella tenía sus propios planes que chocaban con los de él.
Nada más entrar en el local, dejó de recordar a su padre y la pésima relación que había habido entre ambos. Recorrió con la mirada las mesas y la barra, no vio a nadie conocido. Comprobó en un cartel en la puerta que, en efecto, había concierto, un grupo de blues, leyó. Se sentó en un taburete, en una esquina de la barra y pidió una Guiness. Estaba presta a pasar un buen rato, a olvidar esa tristeza que le había dominado durante todo el día. Por una noche iba a ser ella misma, no una joven profesora de literatura, no una hija, una hermana, una sobrina, no una vida, un plan o un proyecto. Simple y llanamente, ella misma en un instante indeterminado de la propia existencia. Era lo que tenía que aceptar y lo que aceptaba en momentos como aquel. Ojalá siempre fuese así, pensó mientras descubría, al otro lado de la barra, a aquella muchacha de melena negra y ojos claros que charlaba con un grupo de amigas y que de pronto miró hacia donde ella estaba y sus miradas se cruzaron y se dibujaron sendas sonrisas, leves, amables, prometedoras. La vida, pensó, a veces le ofrecía múltiples posibilidades. Y hasta podría ser que las cosas cambiaran de veras y llegase a tocar el cielo.
Juan A. Herrero Díez
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UN PÁJARO POR CORAZÓN
Por Cecilio Olivero Muñoz
Tengo el corazón con los secretos abiertos,
quizá sea por eso que no me importe abrir
mis secretos sin yo saberlo, tengo el corazón
como un pájaro cien veces muerto, yo
te quería tanto que cuando dormías
acariciaba tu silencio y te hacía caracolas
en tu pelo, y te besaba el sueño sin saber de él,
yo te quería tanto que esperaba enamorado
a que me susurrara el viento
para que replegara tu infancia de niña traviesa,
una niña partida en dos mitades,
las mitades de unos padres, los tuyos,
que se separaban entre tu trauma perforado,
y yo te tenía pena por que te quería
y tú no sabías eso, y nunca lo sabrás
por que odiabas mis poemas,
yo te quería tanto que las diez horas
de jornadas laborales yo te perseguía
a ciegas por el laberinto de la imaginación,
y te pensaba ebrio de tus gemidos evaporados
por mi alegría efervescente, y te esperaba
limpio y nuevo, te amaba suave y sin límites,
te quise tanto y ahora quizá te quiera un poco,
poco, por que el que quiere una vez quiere muchas,
y quien quiere muchas veces amontona pocos,
como semillas de frutos que se recogen cuando
la cosecha es soledad, yo te quise tanto
que me volví palabra para nombrarte,
cuchillo para vengarte, plegaria para rezarte,
promesa para desengañarme,
y rastro para perderte, yo te quise tanto
que ahora guardo un recuerdo,
a momentos malo y en otros bueno,
pero yo te quise tanto, que si te quisiera otra vez
comprendería, de una vez por todas,
que todo tiene solución menos la muerte.
***
SÓLO DIOS PERDONA
Que te perdone Dios
pues yo no voy a perdonarte,
que te perdone un Dios redentor
si mereces perdón él debe juzgarte,
porque si ardo en rencor
quizá así podré mejor olvidarte,
este empache de amor,
este fuego, es ortiga en la sangre,
se empapa de tu vaho mi canción,
se enamora lo blanco del color,
pegajoso caramelo, soltar ese lastre,
no se ningunea en balde, no,
te amé en las noches de televisión,
te quise atónito de insinuación,
jamás me quedé con nada de nadie,
jamás tuvo simulacro este desastre,
pero desde el borde de tu corazón
encuentro culpables
en cualquier parte,
los encuentro suaves,
les escupo aunque sean amables.
Y la noche se ha hecho negra de dolor
de tanto pernoctarte,
y el día se ha hecho eterno sin sabor
al masticarte,
que te perdone Dios,
que te perdone Dios,
yo no pienso perdonarte.
Que te perdone Dios,
yo con anunciártelo tengo ya bastante,
si pierdo la razón
arañaré tu sombra sin encontrarte,
te buscaré en las horas que deshojaste,
si sólo te quise yo
quizá sea verdad
que cualquier bocado a ti te vale,
que eres fiebre nociva en el aire,
tú me pides perdón
y yo no tengo porqué a ti perdonarte,
fui yo otro a tu lado, fui tu usado amor,
fui beso amargo, fui tu pésimo amante,
si no perdono yo
al fin soy humano,
al fin soy fulano, al fin soy de carne,
que te perdone Dios,
ese Dios que se predica en la calle,
esa conciencia sin voz
que en el azar es tan vacío y grande,
si te perdono yo
yo seré por vez enésima culpable,
culpable yo, de trepar por el bajón,
de oscurecer la habitación
y también por mil veces perdonarte.
***
NOCHE DE PELIGROSIDAD
Esta noche no, lo sabes, no pisaré la calle, no,
esta noche me quedo en casa
desoyendo la charanga
de verbenas populares y cutres carnavales,
me quedo ante la estufa huyendo
de cimarrones, hogueras y aquelarres,
el frío de la calle empuja sin quererlo
a una muchedumbre descalza
a tomar veneno en plena calle,
para caer rendidos antídoto les falta,
tumulto y trampa para la noche cobarde,
cuando la desnudez estupefacta
recompone galaxias en cualquier parte,
de garitos sucios sabrán los crápulas,
con mala manga ancha, ellos lo saben.
Para el trasiego el remedio es soledad rancia,
para el tedio remedio son saturnales,
esta noche no, pulula el ansia
y el recreo juega al trapecio y a malabares,
la noche viene como se oxida el ancla,
esta noche no, esta noche descansa
un perdedor en cama desde su mandra
yace y fenece en templados lugares,
un reguero de garrafón salpica
el rastro pendenciero que la plaza sangra
mientras se regulan asuntos protocolares,
un hombre con miedo, sí,
con miedo a la rabia cruda de calles,
ya no es hombre normal, no,
ahora es miedo contra sí mismo,
es el rey del tufo que se traga en los bares,
es el mendigo de bullicios escolares,
la noche es un plus de nocturnidad,
la noche es una calamidad,
la noche es triunfo podrido por tiernos chavales
en el que se rompen los egos a pares
y el vaho empaña la ebriedad
y los parroquianos renuncian al lastre,
y a la luz en los magullados trastes,
enfermedad contagiosa es la hermandad
y una barrecha de posologías por barrechar
degüellan el resuello de madres,
que crujen velando la otra enfermedad
en la solitaria plegaria de las carnes,
esta noche no saldré, no,
pasan veloces los coches ciegos de velocidad,
un llanto azul de muchachas se parte
esnifando su gramo de libertad
y revientan de ansia con un hambre salvaje,
ansia fugitiva acorralada de verdad,
el pulso tiembla en tristes eriales
de una tosca oscuridad que no reclama
a ningún culpable, noche sin alma,
la noche es para descansar,
noche en pijama, noche de peligrosidad,
en la noche se esconden tres zutanos,
dos perenganos, un camello de hash,
se esconden en las platas las marañas,
explotan con su yo itinerante,
en la noche gime escuálida la paz,
en la noche se ocultan tramos inconfesables,
se aman los que se aman de verdad,
se aman en el gineceo crepuscular
la humedad pellejeando sin desgaste,
en la noche los duros a dilapidar,
en la noche sin paredes todo ha de callar,
en la noche nadie quiere a nadie,
en la noche todo adquiere un sesgo peculiar
en los huidizos sueños por mojar, tercos
que colisionan como ilusiones fugaces,
en esta negra noche haya luz de gas
con parangones un tanto procaces,
mientras barren los que tienen
por barrer su hogar,
y los que en casa se parten la madre
comienzan su día en el que recordar
lo que en despropósito viene y lento se va,
esta noche clama a justicia bio-degradable,
es el destino con la cara lava’,
esta noche retráctil abre la luz inmensa
escarbando en la luz solar,
Dios mediante, para chutarnos el aire.
Nos dejaremos bocado por dar
mientras que nos cierran el bar
y se escapa el gato si el panadero abre.
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MARIO MELÉNDEZ MUÑOZ
El Zoológico de palo
(Selección)
REGLAMENTO INTERNO
En el zoológico de palo
las focas aplauden cuando la gente se va
los monos no reciben visitas
las hienas jamás sonríen
A partir de las 8 p.m.
las jaulas descansan de los niños
ARTE POÉTICA
Una vaca pasta en nuestra memoria
la sangre escapa de las ubres
el paisaje es muerto de un disparo
La vaca insiste con su rutina
su cola espanta el aburrimiento
el paisaje resucita en cámara lenta
La vaca abandona el paisaje
continuamos escuchando los mugidos
nuestra memoria pasta ahora
en esa inmensa soledad
El paisaje deja nuestra memoria
las palabras cambian de nombre
nos quedamos llorando
sobre la página en blanco
La vaca pasta ahora en el vacío
las palabras están montadas sobre ella
el lenguaje se burla de nosotros
EJERCICIO DE VIENTO
Nadie sabe más del pájaro que la rama
y cuando éste emprende el vuelo
ella pinta su esqueleto de colores
y sueña que es un ruiseñor
y que le crecen alas por todos lados
y entonces canta y cuando ella canta
el bosque se estremece de emoción
y hasta las piedras quieren bailar
y hasta los ríos se conmueven
con aquella melodía
Nadie sabe más de la rama que el pájaro
y cuando juega allá en la altura
sueña con ser un árbol
y que en sus alas anidan las alondras
y los gorriones recién nacidos
y que en sus huesos florecen astillas
y que en el vientre de tales astillas
se abrigarán los sueños de las pobres gentes
Pájaro y rama se conocen desde la infancia
pero ignoran que el paisaje es un pretexto
una farsa inventada por Dios
para cuadrar la historia
EL CLAN SINATRA
Todos los gatos de mi barrio
son fanáticos de Sinatra
comienzan a tararear sus temas
apenas pongo el CD
y la voz se escurre
entre los techos y las panderetas
A veces me piden
que repita algún single
entonces el sonido de My way
New York o Let me try again
les para los bigotes
y los lanza de cabeza contra los vidrios
Esto no pasa cuando leo mis versos
se estiran, bostezan
miran para otro lado
o conversan entre ellos
en un acto lamentable
de ignorancia y sabotaje
Ustedes no me comprenden
les digo
Y vuelvo a encender el CD
para que cante Sinatra
y esos gatos se llenen de poesía
TOCATA Y FUGA
El canario sólo canta por encargo
El gorrión es atrapado por el canto
en pleno vuelo
El grillo toma nota de todo
y guarda sus partituras con llave
porque ahora tiene un nuevo repertorio
CÁMARA LENTA
El señor del chaleco triste
ya no da de comer a las palomas
los domingos por la tarde
Ahora ha encontrado una viuda joven
con la que espera pasar sus últimos días
tendidos en el lecho y comiendo manzanas
Los domingos por la tarde
vuelve a aquella plaza
del brazo de su amada
y se sienta en el mismo banco
a contar la misma historia
que antes repitiera a las palomas
La mujer escucha embelesada
cada palabra que asoma por la boca de su héroe
El paisaje se cruza de brazos
el viento cabecea y bosteza entre los árboles
la tarde sale a estirar las piernas
las palomas lo miran con nostalgia
TARJETA DE PRESENTACIÓN
Soy un gato alérgico a los ratones
Prefiero el queso manchego y la leche pasteurizada
a correr como un demente tras esas feas criaturas
Es una pérdida de tiempo, sin duda
Algo tan burdo para mi espíritu felino
que de sólo recordarlo, me da cosa
como diría el doctor Chapatín
Pero dale con lo mismo
Y me dejan durante horas en los entretechos
o en los agujeros
esperando a que esos tipos aparezcan
para darles el tiro de gracia
y así justificar mi trabajo y mi existencia
Qué historia tan absurda
7 vidas en esto, se imaginan
Ese Dios de los humanos es de veras un sangrón
Seguro andaba borracho
cuando inventó este mundo de pesadillas
donde me veo cada noche persiguiendo seres extraños
fantasmas que recorren la casa y me vigilan
que me espían mientras duermo
mientras sueño que voy por un río de leche
con mis bigotes atados al infinito
EL OTRO CARUSO*
El grillo es un tenor maleducado
canta cuando se le da la gana
y a veces guarda silencio por días
mientras la orquesta lo espera
con las manos apagadas
Él cree que su escenario es el mundo
y prefiere afinar la voz sentado en una piedra
o a la sombra de los avellanos
donde se siente seguro
y no en lejanos teatros, vestido de frac
aguardando a que la gente se acomode
en lujosas butacas o en palcos de seda
Él sabe su oficio como pocos
por eso en mitad de la noche
desnuda su flauta de luz
su extraña partitura hecha de lluvia y viento
de gorriones ancestrales
que se abrazan al aire
para que el cielo no se desangre
Porque el grillo sabe todo lo que pasa
o casi todo
pero lo que no sabe
es que su último concierto en vivo
hizo llorar a Dios
*Tenor italiano considerado uno de los más grandes en la historia de la ópera.
VOX POPULI
Todos hablan de las palomas
pero nadie del gorrión
que espía a las palomas
y que envía cartas de amor
a través de las palomas
Todos hablan de las palomas
pero ellas
sólo hablan de esas cartas de amor
de esas cartas que no dicen nada a nadie
y que nunca dirán nada a nadie
Porque el amor no habla sino la lengua
de esas paloma que la sostienen
A VECES EL AMOR
TAMBIÉN MUERDE LA MANO
QUE LE DA DE COMER
Le contarás mi historia a los perros
pero ellos no querrán saber nada de mí
hasta que no les devuelva aquel hueso
donde una vez escribí tu nombre
CURICULUM VITAE
Tratándose de mí
sólo diré un par de cosas
Mañana los gusanos
agregarán nuevos detalles
CICATRICES DE GUERRA
A veces
cuando me emborracho
las palabras me traen a casa
en un viejo triciclo de madera
Y lejos de quitarme los zapatos
y acostarme
como ocurre en estos casos
me dejan tirado en el jardín
lleno de hormigas
y con la cara pegada
al foco del alumbrado
Eso te pasa por escribir malos poemas
me dicen
y se marchan cantando y riendo
abrazadas
a mi última cerveza
SEÑALES DE RUTA
Si te pierdes en el bosque del lenguaje
piensa el poema que más te guste
y dilo en voz alta
Las palabras nos llevan de la mano
me grita Dios
desde una estrella a pedales
Cuando llegues al último verso
encontrarás la salida
RAZONES DE FONDO
Por qué no escribes de día
me dicen las palabras
de noche nos gusta salir a bailar
tomarnos un trago
jugar a las cartas
o simplemente dormir
dormir a pierna suelta
Pero tú no nos dejas
y eso nos pone de mal humor
nos desconcentra
y así los versos salen forzados
y no merecen ser leídos ni publicados
y eso no te conviene, verdad
Qué dices
aceptas lo que pedimos
Con una condición, les respondo
llévenme una noche con ustedes
y asunto arreglado
Imposible, me gritan a coro
porque entonces
ya no tendríamos nada que contarte
LOS BUENOS MUCHACHOS
El cadáver del poema se parece demasiado
a la página en blanco
El cadáver del poeta se parece demasiado
a la fosa que lo espera
El poema y el poeta no caben en la misma fosa
Eso ya te lo advertimos, repiten los gusanos
corta las patas del poema y la cabeza, si quieres
nosotros nos ocupamos del resto
Qué te parece, cholito
POSTALES MARINAS
Un barco lleno de poetas
naufragó frente a las costas
de Isla Negra*
Las únicas sobrevivientes
fueron las palabras
que nadaron desesperadas
hacia la orilla
para ponerse a salvo
Acto seguido
y ante el asombro
de turistas y gaviotas
ellas dejaron sus ropas al sol
y caminaron desnudas por la arena
como si nada hubiera pasado
*Lugar de la quinta región, Chile, donde se ubica la casa del poeta Pablo Neruda.
FRAGMENTO DE UN SUEÑO
Cuando entres en el paisaje
tus pechos caerán
y rodarán toda la tarde
hasta salir del paisaje
Un niño los dejará
sobre la página en blanco
y esperará a que suban por tu cuerpo
antes que sus juguetes apaguen la luz
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SELECCIÓN DE POEMAS
Por Pascuala Küyen (Chile)
Soliloquio para el Tatita Parra
Me pongo a leer a don Nica para espantar el tedio de los domingos
y me siento como Harry Haller reclamándole su Goethe.
Ha inventado un nuevo existencialismo:
bizarría, sátira, burla, silencio.
Ellos alegan y nosotros reímos.
“Gracias, gracias, no se molesten”.
Lo leo, inclinación de entendimiento en afán reflexivo, me pregunto:
¿Habrá pensado don Nica que para el 2013 todavía estaría vivo?
Que iría despidiendo a sus amigos,
(léase Bolaño y compañía ilimitada)
Que a Jodorowsky lo llamarían “maestro”,
Que la Víbora terminaría sola con su botella en un hospital,
Que hasta moriría Chávez entremedio,
pero que Fidel permanecería escondido en los helechos de la Habana.
Pensaría don Nica que tendría que echar tanto de menos a la Violeta,
que ahora su cueca valseada resuella como pájaro en cautiverio
desde los notebooks, netbooks, Ipad, Iphone y blackberry’s.
Que vería llegar el golpe, el té con Nixon y la campaña de la alegría,
aun la esperamos con las banderas de colores:
arcoíris y olla de oro, con duende capitalista incluido.
No importa –decimos desde abajo,
no hemos alcanzado al ecologismo, pero a él le dieron el Cervantes.
Eso sí:
Hubo que hacer huelga de hambre por los Mapuche en el intertanto,
Hubo que mirar a los estudiantes levantarse de sus pupitres
como monos porfiados, títeres con cabeza:
2006, 2008, 2011, 2013.
Una y otra vez en su “montaña rusa” con políticos y partidos vomitando.
El poder ejecutivo echó sangre de narices.
Hubo que soportar el cambio de nombre y la muerte presunta
decretada por su Excelencia.
“Hola, don Nicolás… es lo mismo, pero no es igual.”
Pero nosotros, Tatita Parra, lo seguimos recitando,
en las tomas, las fogatas playeras, los paseos a la Cordillera.
Seguimos invocando “los aromos” un instante antes del beso,
espetamos el “quédate con tu Borges”
y lamemos la tapita de yogur cuando nos quedamos solos.
¿Creerá don Nica que tiene un montón de nietos repartidos por el mundo?
Todos aspirando a la antipoesía,
como quien se agarra de una bolsa de neoprén.
Aquí hay una que se sueña “perro romántico” y se pregunta por sus pasos.
Es que ya no me sirve el hombre absurdo, ni la Vaca Sagrada, ni el Toro Furioso, ni el Pequeño Dios.
¡Es la muerte de los ídolos!
–grita Nietzsche con una pancarta en la mano.
Todos queremos ser imaginarios.
Para mi amigo Jorge “Contrario”.
Los viajeros.
Venimos de una ciudad sin memoria
(dice avergonzada)
venimos de una ciudad con pasado transparente
como vitrina de banco Falabella.
Donde el grito desgarrador
que se oye por las mañanas en las poblaciones
es atizado por las retroexcavadoras que remodelan el centro,
donde el rostro pobre de los suburbios
es cubierto por el pañuelo del plano regulador.
Donde nadie se detiene a leer los monolitos,
ni las cicatrices de plumón permanente
que dejamos los flaites,
ni el papel craft de los comunistas,
ni las chapas de aerosol
con las que condecoran las calles los grafiteros.
Aquí nadie refugia a los que tiramos piedras,
ni reparte limones en las marchas,
ni recibe los sueños panfleteados de los estudiantes.
La palabra “popular” les suena a cochino
a farándula televisiva de pendón discotequero.
Nadie prende velas en las comisarías,
ni sale a caminar entre barricadas los 11 de septiembre
y las tomas de terreno agonizan escondidas
tras el reflejo de la Uno Sur.
Esta es una tierra de paso
(todos aspiran a irse algún día)
donde los árboles son plantados en maceteros
y las flores artificiales cuelgan de las ofertas de los supermercados.
Los buses solo hacen escala por 10 minutos
y se llevan los recuerdos.
Talca es una hoja en blanco donde cada uno
escribe lo que quiere,
Talca es feo porque no tiene historia
(y si es que la tiene, yace dormida en los libros peregrinos)
Talca es feo porque vive de las apariencias,
como un latifundista que se persigna los domingos
y el resto de la semana atormenta a los peones.
“La era está pariendo un corazón”
S. Rodríguez
Oraciones de Supervivencia.
Tengo pesadillas todas las noches.
Me levanto.
Tomo desayuno con el estómago apretado.
Voy a tomar micro.
Llego al paradero y me tengo que ir de pie.
Con las tragedias al hombro.
Llego a la Universidad, hay neblina y unos pocos carteles.
Ni parecido al invierno pasado.
Es primavera…
Miro el computador con cara de pena.
No pongo atención en clase.
Voy a una marcha y los pacos me gasean.
Lloro.
Talca tiene ojos por todos lados.
No me da hambre.
No me acuerdo del almuerzo.
El alma me estorba justo encima de las tripas.
Estoy obligada a ir a clases de nuevo.
Me lamento.
Los pasos se me hacen más lentos al llegar a casa.
Tengo los pulmones cada vez más gastados.
Estoy ocupando las mismas palabras en todo lo que escribo.
Esto No es un poema.
Me acuesto.
Vuelvo a tener pesadillas.
Barrio Seminario
La lluvia barniza las mediaguas,
Les dibuja con su témpera
Lágrimas en la cara.
A veces un perro solitario,
Amigo de mi gato,
Cruza la calle lamentándose
Porque este invierno
No florecerán los ciruelos.
Me siento despoblada
Sin las tejas de mi casa,
Indefensa sin las trancas:
Los peones de las puertas.
¿En qué rincón de la panadería
Se marchitaron los adobes?
¿Bajo qué neumático del taller
Se escondieron los adoquines?
Los borrachos se quedaron sin templo,
Los universitarios se tomaron las pensiones
Y los galpones de comida rápida
Mataron la bohemia de los bares.
La Alameda
Está hastiada con su nuevo vestido,
Mientras a ella le cambian la ropa
Nosotros observamos su desnudez
Atrincherados en las covachas.
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UNA VIDA DE TANTAS
Por Antonio M. Oliveros Quiroga
La llegada a una gran ciudad sin conocer a nadie es el primer obstáculo con el que uno se encuentra, pero no el más importante, porque cuando uno no tiene un trabajo, esto es en sí lo que tiene prioridad, ya que es primordial disponer de dinero suficiente para empezar una nueva vida.
Con un poco de suerte si lo encuentra antes de quedarse sin dinero y el alojamiento lo tiene resulto, solo tiene que adaptarse y encontrar nuevas amistades.
Paseaba por aquella calle, como muchas noches desde hacía varios años, no había sido una buena noche de trabajo y por eso regresaba a casa, con pasos lentos avanzando hacia la estación del metro, se le venían recuerdos a su mente, de los primeros tiempos cuando llegó a la ciudad sin conocer a nadie.
Todo empezó en las fiestas del pueblo hacía varios años, ella era una chica alegre, llena de juventud y ganas de vivir las fiestas con sus amigas como otras veces, pero aquella vez sería diferente, conoció a un chico que no era del pueblo, había ido con unos amigos a pasar unos días y luego regresaría a su ciudad.
No era más guapo ni más simpático que los chicos que ella conocía, pero le hizo gracia bailar con él cuando se lo pidió, estuvieron bailando y hablando un buen rato y cuando se despidieron ella pensó que no se volverían a ver.
Pero eso en un pueblo pequeño es imposible, al día siguiente coincidieron nuevamente y entonces fue cuando ocurrió lo que no tenía que suceder, después de bailar un rato y tomar una copa, se fueron de la fiesta y en un paraje tranquilo y precioso, empezaron los besos, caricias y la culminación del deseo espontáneo de dos jóvenes, de regreso al pueblo siguieron divirtiéndose, los días que restaban de fiestas los pasaron juntos, hasta que terminaron y se despidieron el uno de la otra, sin saber si volverían a verse.
Pasaron varios meses hasta que ella le confiesa a su madre que está embarazada y como empezaba a no poder ocultarlo, se lo dicen al padre que no lo asimila muy bien y le obliga que se marche de casa, pues para él es una deshonra y quiere no que la gente murmure de ellos.
Así emprendió el viaje, pues del chico nunca más supo nada y no se preocupó en buscarlo, ni tuvo noticias de él.
El poco dinero que tenía cuando llegó a la ciudad, se lo había dado su madre a escondidas del padre, se alojó en una pensión y se dispuso a buscar trabajo, sin estudios y con el embarazo que empezaba a notarse, poco tenía para elegir así que fue preguntando por los restaurantes y bares, para trabajar en la cocina, pues tenía buena mano en ella y le gustaba.
Encontró un puesto como ayudante en un bar familiar donde hacían comidas caseras, pero cuando ya estuvo en el último mes de embarazo la despidieron, no llegaron a darle de alta en la seguridad social, por lo que cuando se puso de parto, lo pudo pagar gracias a los pocos ahorros que tenía.
El niño nació bien pero necesitaba los cuidados que ella en su estado no podía darle, así que llamó a su madre para que le ayudara los primeros meses, pero su padre estaba muy enfermo y tenía que cuidar también de él, por lo que después del parto se volvió al pueblo, dejándola sola nuevamente con el pequeño.
Los ahorros se fueron acabando el niño le ocupaba todo el tiempo y no podía trabajar, así empezó su calvario para poder sacarlo adelante, pues en su antiguo empleo ya tenían a otra persona y no necesitaban de sus servicios.
Alguien le hablo de trabajar poniendo copas por las noches en un bar, donde pagaban bien y le permitiría pagar a quien cuidara del niño las horas que ella estuviese fuera de casa, mientras podría cuidarle durante el día.
Fue al establecimiento para hablar con el encargado y saber las condiciones del trabajo, pensó que eran justas y aceptó el puesto, todo iba bien, ganaba lo suficiente para pagar a una joven que le cuidaba al niño mientras trabajaba y podía vivir sin muchos problemas. Hasta que una noche, vio entrar a una persona que reconoció en seguida, era el chico del pueblo, el padre de su hijo, sin saber cómo salió de la barra con intención de dirigirse a él, pero al acercarse se dio cuenta, de que él no la había reconocido y seguía conversando con la persona que estaba con él, así que dio media vuelta sin decir nada, cogió el bolso que tenía debajo del mostrador y sin hacer caso a los requerimientos del encargado se marchó de allí.
Desde entonces han pasado varios años, su padre murió y su madre se fue a vivir con ella, por mediación de algunas chicas que frecuentaban el bar donde trabajó empezó a conocer y deambular por locales de alterne, donde por dinero se ofrecían para estar con hombres y ganar más que trabajando en cualquier empleo. Su madre sabia de sus actividades pero no decía nada, el sufrimiento lo llevaba por dentro y lo soportaba por el niño, para que no le faltara de nada, pero a ella cada se le hacía más pesado ver a su madre sufriendo.
La mandó al pueblo con el niño una temporada, para que se recuperase de la congoja que padecía por verla a ella, como se deterioraba día a día pero enseguida volvió porque no soportaba el no saber de ella.
Varios hombres quisieron tener relación de convivencia con ella, pero cuando les decía que tenía un hijo y que vivía con su madre, salían de su vida con cualquier excusa, sin volver a saber de ellos.
Otros con el pretexto de ayudarla solo querían sacarle dinero, a lo que ella nunca accedió y de los que más de una vez tuvo que huir, para no caer como otras chicas que conocía.
Pasó muchas noches de frio por el bulevar, otras de muchos “servicios” algunas en blanco y la mayoría aguantando las vejaciones de clientes, que por dinero creían tener derecho a humillar a mujeres, que se ganaban la vida de la única forma que podían y que a ellos en sus casas no se lo permitían.
De todo esto pensaba cuando se dispuso a atravesar la calle, por un paso de peatones junto a la boca del metro que la llevaría a casa con su madre y su hijo, pero que el destino quiso que no les volviera a ver.
Un coche a gran velocidad la golpeó tan fuerte que cayó junto a las escaleras que bajaban a la estación quedando con la mirada perdida hacia el infinito.
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POEMAS EN CASTELLANO
SEDUCCION, LABIOS Y MAR ©
Por Gustavo M. Galliano
Localicé el ocaso del día en mí,
creyendo ver tu sonrisa en la bruma,
evolución del silencio en frescura,
cual tesis desleal de mis sentidos.
Perduras, el olvido aún no erosiona,
te sumerges y emerges en las aguas,
cristalinas aguas de voluptuoso oleaje,
donde Poseidón no reina, sólo mi mente.
¿Fue la seducción mi soledad?
no, creerías que profané la necedad,
fueron tus labios con reminiscencia a Mar,
néctar divino que incendió a mi alma.
Lapso, detente impertinencia burda,
monólogo destructivo de mi ser,
agitarás el recuerdo hasta agotar la luz,
al resucitar tus labios estos versos.
Contemplé el respirar de la noche en mí,
creyendo ver tus ojos en la penumbra,
cristalizó el resplandor de la tiniebla,
ofrenda mortal, en la Bahía del Adiós.
ALGUIEN OBSERVANDO ©
Por Gustavo M. Galliano
Te he observado espiar tras las cortinas,
con la mirada perdida en algún horizonte,
devorando a otras gentes tan indiferentes
que machacan veredas sólo por costumbre.
He notado la inquietud de tus pupilas,
con manos crispadas por tanta impotencia,
y un suspiro profundo empaño los cristales,
sin poder destruirlos como hubieras deseado.
Te he visto observar desde tu fortaleza,
con frente sudorosa y aspecto cansino,
bebiendo la brisa que obsequia la noche,
sin penas ni glorias, solo por destino.
He descifrado de pronto tus dudas y temores,
náufrago del llanto que abraza la impaciencia,
soñando una isla sin tesoros ni puertos,
y miles de gaviotas de incesante vuelo.
Te he visto observar hacia mi ventana,
papel y lápiz en mano, escribiéndome algo,
y dudé entonces si en verdad existías
o un gigantesco espejo pendía del cielo.
POEMAS EM PORTUGUÊS
SEDUÇÃO, LÁBIOS E MAR ©
Por Gustavo M. Galliano
Localizei o ocaso do dia em mim,
creditando ver teu sorriso na névoa,
evolução do silêncio em frescura,
como tese desleal de meus sentidos.
Permaneces, o olvido ainda não erode,
imerges e emerges das águas,
águas cristal de marulhos bombásticos,
onde Poseidón não reina, apenas minha mente.
Foi a sedução minha soledade?
não, pensarias que profanei a necedade,
foram teus lábios com reminiscência de Mar,
néctar divino que incendiou minha alma.
momento, detém impertinência tola,
monólogo destrutivo de meu ser,
agitarás a lembrança até cessar a luz,
ao ressuscitar teus lábios estes versos.
Contemplei o respirar da noite em mim,
acreditando ver teus olhos na penumbra,
cristalizou o resplendor das trevas,
oferenda mortal, na Baía do Adeus.
ALGUÉM OBSERVANDO ©
Por Gustavo M. Galliano
Eu vi você espiar por trás das cortinas,
com a mirada perdida em algum horizonte,
devorando outras gentes tão indiferentes
que esmagam veredas apenas por costume.
E notei a inquietação das pupilas,
com mãos crispadas por tanta impotencia,
e um suspiro profundo embaço os cristais,
sem poder destruí-los com teria desejado.
Eu te vi observar desde tua fortaleza,
com a fronte suada e aspecto cansado,
bebendo a brisa que obsequia a noite,
sem pena nem glória, apenas por destino.
Decifrei de repente tuas dúvidas e temores,
náufrago do pranto que abraça a impaciência,
sonhando uma ilha sem tesouros nem portos,
e milhares de gaivotas de incesante vôo.
Eu te vi olhar na direção de minha janela,
papel e lápiz na mão, escrevendo-me algo,
e duvidei então se em verdade existes
ou serias um colossal espelho pendurado no céu.
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EL GRAN SONETISTA
Rodolfo Leiro
CIERRO MI VENTANA
Y cierro mi ventana, esta ventana mía,
tan amplia y tan humana, que tiene
la desgracia de dar sobre la vida
Luis Bernardino Negreti
Como el genial poeta que menciono
decido que se cierre mi ventana,
desde el postín feraz de mi mañana
al verbo que en mi verso promociono;
ya no encuentro la paz, no me emociono
observando tu rostro en la fontana,
era el tiempo feliz, el que me llama
después de tu polígamo abandono;
quisiera hoy entonar y desentono
como llegando a fiesta en un kimono,
bien pintada mi cara de hombre viejo:
es mi forma de ser donde despisto
el momento de azar en que te he visto.
Se ríe del disfraz mi loco espejo.
***
EL SUEÑO
No he podido dormir, tensas mis horas
me ruedan en un crónico de grietas,
un paisaje de duelos en albas prietas
que acaso fueron fátimas sonoras,
el concierto de trinos y de floras;
que agobiaron de rimas mis goletas,
me han hurtado las cándidas horquetas
donde supe entonar mis anacoras;
yo provengo de túnicas de esporas
o del peplo de míticas esloras
sin la estrella que ufana mi destino;
he quedado quebrado en vil encierro.
¡Parco paria gamado en el destierro!
¡O el beso de una novia en mi camino!
Construido a las 4,44 del sábado
3 de noviembre de 2013, para mi libro
“Renglones desprolijos”
***
CUANDO ME DUERMA
Cuando ingrese en el sueño sin retorno
que me lleve a los predios de la Nada,
al vacío sin lunas ni alborada,
sin voces ni rimeros en mi torno,
al olvido final sin un entorno,
sin la rima lujosa y procesada,
que fuera de mi péndola la amada
en un soneto fiel que desadorno.
Será No ser, el paso consumido,
rl tiempo por el tiempo recorrido,
el fin de una quimera inalcanzable.
Ingresaré al olvido; habré sido
un lento adormecer de mi sentido.
Un bardo de noción ineluctable.
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POEMAS
Por Esther González Sánchez
DE CÓMO NACIÓ AL MUNDO
Primero fue un susurro,
el brote conquistado a la esperanza,
la sílaba de empeño
en el tallo creciente de la vida
o el alba que columpia
desiertas latitudes
en la bóveda oceánica
-templada de horizontes- de una madre.
Así abundó a su paso
y nació a la bandeja del instante.
Mas bastó un solo soplo:
el halo que viajó al cuerpo inviolado;
el dedo inquisidor que dominando
los verbos de lactancias,
viajó hacia su mundo
y allí dejó su grito
de lengua verde y miedo,
en ala gris y noche de pizarra.
Y creció hacia los dientes de pobreza,
al centro de la sal y sus costados
de rezada miseria,
Y los ojos que fueran ideados
de festín, se ordenaron lentos cuerpos
de isla, brotes viudos
con ansias de gorriones
vetadas por decreto.
De lunas despobladas se acicala.
La lírica de un piano está vigente
y desguaza el dolor en su teclado.
Esther González Sánchez
Vigo-España
***
SOMBRA DE LUZ
Sombra de luz que a mi te allegas suave
como una timidez cerrada en lilas.
De tu megafonía
me llaman las jornadas
de aglomerada miel
y la boca de pan en que se olvidan
el hueso de la noche y sus mareas.
Un hábito de sol,
un guiño de tu pecho me desviste
de gris melancolía,
y me vuela con párpados de sueño
por cobijarme en noches sin desdicha.
¡Oh, fruta generosa de otro tiempo!
¡Templado violín
que hasta mi pena llegas
como un indulto grácil!
Sobre mi césped, notas de tus cuerdas
oscurecen el canto de los grillos:
La soledad, pasea entre naranjos
y acuña en el tamiz del infinito
mil cóndores de ocasos.
Esther González Sánchez
Vigo – España
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Rolando Revagliatti
Selección de textos
La corriente
Una anciana baja al pavimento y vuelve a subir a la vereda, sosteniéndose en un Ford Falcon bordó estacionado sobre J. A. Pacheco de Melo (y casi avenida Pueyrredón). El semáforo está descompuesto. Muchos taxis ocupados. Otra anciana, aferrada a una mujer con anteojos ahumados, cruza Pacheco de Melo, y recién entonces la primera, la amedrentada, emprende el esfuerzo superior de cruzar, más bien descuajeringándose.
Hoy, en análisis, me quedé en el repaso sustancioso y pormenorizado de mis padecimientos físicos. Y en que ayer conocí al médico de la familia de Susy, especialista en huesos. Le llevé las radiografías de espalda y rodilla derecha que me saqué a fines de septiembre por indicación del traumatólogo de la obra social, quien, además, determinara tratamiento kinésico en base a masajes, onda corta, ultrasonido, lámpara y ejercicios. Me preocupa la rodilla: molesta tanto al subir escaleras. Lo de la espalda es ya crónico, estoy resignado, hace media vida que me duele en ciertas posiciones y cuando escribo a máquina. El tratamiento kinésico resultó un paliativo, y exclusivamente para la rodilla. Pero desde hace dos semanas está la rodilla como antes de haberlo comenzado. Por otra parte, este médico le otorgó trascendencia a los vestigios de sangre detectados en la orina. En el examen de la rodilla localizó la movilidad excesiva de la rótula, me explicó la función de los ligamentos, confirmó que las radiografías no evidencian lesión, y encomendó placas de ambas rodillas con piernas flexionadas. Aseguró que no hay nada definitivo que pueda hacerse, ni por la espalda ni por la rodilla. Está al acecho un proceso de artrosis. Y él considera que la rótula podría, alguna vez, fisurarse.
A mi analista le hablé del Genozim. Y de la muestra de semen que el viernes llevé al laboratorio por prescripción del andrólogo, a propósito de la escasa movilidad de mis espermatozoides. Y claro, cuando oí “escasa movilidad de mis espermatozoides”, me resonó “excesiva movilidad de la rótula”. Me siento raro no tomando el Genozim. Percibía ternura por ese remedio escrupulosamente ingerido durante meses, junto con uno de los tres (Control K, Holomagnesio y Vegestabil) ordenados por el nuevo cardiólogo (extrasistolia ventricular cumpliendo un lustro).
He bebido té de boldo (el cardiólogo me prohibió el café, el té común, el mate), y estoy con hambre. Me rondan ideas e ideítas, algunas sugerentes, ¿en cuál incursionar? ¿En la que abriría con un introito reflexivo sobre el enturbiamiento de algunos de nuestros mejores recuerdos? ¿En la concerniente a la ingratitud, a las bruscas o paulatinas desvinculaciones que nos inferimos irresponsablemente los unos a los otros? El caso de Jorge en el setenta y cinco (¡diez años ya!), o el de Ramón en el sesenta y tres. Y la disolución, la pulverización. Con mujeres con las que salí me quedó un sedimento…
He pedido un sandwich de pan negro, de crudo y queso, a un mozo zombie de esta confitería Alabama. Empecé garabateando en verde, pero la Edding 1700 agotó su tinta y la sigo en azul con una Sylvapen. Mi consumición en esta sentada ascenderá a un austral con treinta, según los tickets. Se sorteó la lotería de Navidad y no parece que nos hayamos favorecido Susy y yo con nuestras participaciones. Pasó una muchacha ofreciendo Curitas y ahora invaden el local chicos mendigando. Me solazo con el tarjetón de un instituto de investigaciones agropecuarias y bromatológicas recibido por nosotros para la ex-propietaria de nuestra casa. Al lado de un dibujito con personajes aureolados, reza: “¡Paz y Bien! Con la confianza plena en el Amor Providente del Señor y en la intercesión omnipotente de la Santísima Virgen, ruego a Ud. y familia ante el Niño Dios, encareciéndole al Salvador del Mundo los colme de sus mayores Gracias durante 1986. ¡Que Dios les Prodigue sus Prístinas Bendiciones!” Y firma un otro señor cuyo apellido nombra al instituto. Hum… Pergeñar las características probables de alguien capaz de redactar en serio o disponer la impresión con su clisé comercial de eso, supone un tránsito peligrosísimo y por ello fascinante, por los desfiladeros de lo írrito (para expresarlo con intriga).
Redondear, redondear la crónica antes de que la corriente me abandone. Pienso en esta materia prima, en estos enunciados. Pienso en la novela que planeo. Y especulo, también, organizando un relato con esta recortada información: En una aldea siciliana, Enzo Gennaro Basunca es agraviado por dos amigos, hermanos entre sí. Jura vendetta. Ofensores y familia desaparecen sin dejar rastros. Dos décadas después, Enzo se entera de que esa familia reside en la capital de una provincia norteña. Llega a esa ciudad, los descubre, y asesina a cinco integrantes. Es condenado a cadena perpetua. E indultado, tras cuarenta y seis años en la cárcel, excelente conducta y precaria salud. Viaja a Buenos Aires para visitar a su único hijo vivo, su nuera, nietos, bisnietos y tataranietos. Y en un hospitalito de Gerli muere, antes de cumplir los cien. Fin. Desde dónde el planteo, allí hay una historia; seca, brindarla económica; toquecitos para clima, alguna línea de diálogo, y tal vez un título a obtener del remate.
Fin, fin. Dejaré en la mesa una cifra en billetes y monedas que incluirá propina, me levantaré, le haré un gesto al mozo y me iré cantando, remando, sin dolor, transportado por mis ensoñaciones, plausible, sagrado, y también yo atravesaré J. A. Pacheco de Melo, reafirmando imprescriptibles condiciones, de prisa.
***
Grupo
Somos ocho. Estoy desde hace tres años. Y tenemos una sesión individual con alguno de los dos terapeutas. Ella es médica y él es psicólogo. Nos reunimos en el consultorio de Elsa los miércoles a las diecinueve. Tanto Elsa como Fernando son mesurados. Elsa, a veces, efectúa interpretaciones humorísticas, brillantes, pero sin perder la seriedad. Fernando interviene menos y, por lo general, hace el cierre.
Cuando empecé, mi fragilidad emocional me destrozaba. Por cualquier boludez me ponía colérico o destemplado. En mi casa no me aguantaban. Cuando mi hermana me encaró blandiendo la tarjeta de Fernando, no opuse resistencia. Mi hermana temía mi reacción. Me tomé cuatro días para darme impulso y llamé al número de Fernando y concerté una entrevista. Venía él como con mucho recorrido con adolescentes. Y con adolescentes jodidos: drogadictos, chorros… No como yo.
Rendía poco en el industrial, repetí segundo año. Nunca había agarrado a una chica del brazo, siquiera. Me mandé una…: me hice operar innecesariamente del dedo de un pie. Yo sostenía que ese dedo estaba “flojito”, “debilitado”, sin la consistencia de los otros. Así que los hijos de puta del sanatorio me rebanaron.
Al principio de tratarme, quería superar mi timidez. Y me masturbaba sin convicción. Ahora, en cambio, salgo con una mina que si bien no me recopa, me conforma, me… Procuro largarme más en la cama. Con la primera que cogí estuve rígido. Siempre. Todas las veces. Y con la actual, no soy un fenómeno. Para despabilarme, aporta Nico, el mayor del grupo; tiene cinco hijos. Es respetado por su franqueza y su tacto. Opina que lo que sea puede ser dicho. Es librero de volúmenes usados y de ocasión.
Clarisa es una chica triste. Bueno, no tan chica. Y sin embargo, sí. Y el pescado sin vender. Sin pareja, es un garrote, no hace valer sus atractivos. Es eficiente en lo suyo: computación científica. Mantiene al padre, postrado, atendido por una empleada. Está con que su madre murió por su culpa, en un accidente tremendo en la ruta interbalnearia. Ella estaba en la primaria cuando sucedió. Volvían de vacaciones.
La contrafigura es Amalia. Amalia Noemí. Es un tiro al aire, estuvo internada en un neuro-psiquiátrico de Venezuela. Convivió con varios tipos desde que se fugó de su casa. Y se las rebuscó. Con uno, yiró por la India. Con otro, incursionó en artesanías en Bruselas. Con amigas, recorrió miles de kilómetros en jeep. Cómo me gustaría que me diera bola. Aunque si me diera bola habría que declararlo, y no podríamos seguir juntos en el mismo grupo.
Que fue lo que pasó con Marta y Adolfo. En abril estaban los dos. Pero empezaron a verse por separado, ocultándolo, hasta que cuando resolvieron comunicarlo hacía ya semanas que se encamaban. Produjo revuelo en los demás; en Clarisa, indignación. En Josecito, otro compañero, un pobre de espíritu, gracia. Yo me sentía atontado. También me calentaba Marta. Y hubiera calzado conmigo más que con Adolfo. Por edad y temperamento. Adolfo le lleva quince años y Marta me lleva dos. Quedó Adolfo con nosotros. Es uno de esos “obse” parsimoniosos que no sé qué pudo haberle visto Marta. Adolfo es traductor de alemán y da clases de gramática castellana a ejecutivos de una red de bancos.
Tenemos un homosexual proletario en el grupo: Facundo. Vende cosas. Sobre todo en los trenes del Sarmiento. A Adolfo le regaló bolígrafos, a Josesito una guía de calles, a Mariana una tijera de podar, y a mí me arregló con una perchita. Es bastante ocurrente, aunque por ahí se zarpa. ¡El sí que se esfuerza por costearse la terapia!
Mariana fue la última en incorporarse al plantel. A ella la paso cuando no se pone en estrella. Y ahora que me oigo me viene un bajón, pero un bajón, como si me licuara, como si los estuviera traicionando.
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Pares
El despertador suena a las cinco y media. Es de noche. No debo pensarlo dos veces, y no lo pienso. Enciendo la luz del velador. Me incorporo (si puede decirse que ese paquete abotagado y que ofrece sólo una contundencia marmota y atravesada, lo que hace es incorporarse), me desplazo hacia el aparato de radio (debajo del lavatorio, sobre un banquito que hubiera podido construir el tío Pacho, o bien, mi padre), manoteo la perilla que me sitúa en la raspante descarga eléctrica que da paso a la voz del locutor de mis matinatas laborales, me quito el saco del piyama casi sin respetar los tres botones ensartados en sendos ojales (no exactamente los simétricos), y lo cuelgo en la perchita colorada que hará nueve días pegué con Poxipol a una altura cómoda para el Increíble Hulk. Enciendo la luz con la mano izquierda mientras con la derecha abro la canilla que indica FR A. Surge el chorro con mayores ínfulas que si abriera la CAL ENTE, y similar temperatura a esa hora del alba, puesto que la caldera del edificio todavía reposa. Echo despabilante agua sobre párpados, mejillas e inevitables adyacencias, y me complazco con los buches. Cierro la canilla, malseco la superficie salpicante con la toalla que me regalaron, en estas navidades, los únicos que me saludaran por las fiestas, y en el espejo del botiquín escruto las marcas de dobleces de funda que surcan mi frente. Cuelgo la toalla, descuelgo el saco del piyama con el que retorno hacia la cama donde una mujer duerme su intenso despatarro, sobre cama y mujer arrojo la prenda, apago la luz del velador, regreso al baño.
Radio Municipal de fondo y bajito, ya higienizado y con mucho talco berreta en el área afeitada, lavo mi ropita con el jabón de tocador y la tiendo en la estropeada cuerda de nailon que cruza la bañera. Preparo mi desayuno y lo tomo. Lavo, seco y guardo los utensilios. Me visto, y depositando besos en quien no cesa de dormir y soñar conmigo o con su marido, de viaje, yéndome apago las luces y la radio y cierro la puerta de mi departamento. Son las siete.
Mientras bajo los modestos tres pisos por el ascensor y traspongo la puerta de calle, trazo mi plan. Pocos metros por Arenales, llego a Ayacucho. Por esa, una cuadra hasta Juncal. Por Juncal otra, hasta Junín. Por Junín todas las demás, hasta avenida Las Heras, cruzando. Subir al ciento diez (a una cuadra de los paredones de la Recoleta) preferentemente no después de las siete y quince. En Kerszberg S.A.C.I. no debo firmar la planilla de asistencia después de las ocho. Ayer recorrí Arenales hasta Junín y por Junín seguí hasta la parada. El viernes por Ayacucho fui hasta Las Heras y, por esa avenida, hasta Junín. El jueves por Ayacucho llegué a Pacheco de Melo, una por esa y otra por Junín. El miércoles por Ayacucho hasta Peña; por esa, una, y dos por Junín. El otro martes fue como hoy, doblé en Juncal, pero no caminé por las veredas pares.
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Solo
Desde que me quedé solo decreció mi optimismo. (Riego malvones a la madrugada. Volveré al lecho. Hasta que aburrido me dejaré caer, y lograré así reaccionar, sobreponerme y encarar el día, si no laborable para mí, que eso nunca, al menos…) Los que ya no están, con cariño y con resignación, me instaban a la diurna vigilia.
¿Han contemplado a pájaros muriendo?… Yo los he contemplado. Corbatitas, jilgueros, chingolos…, despidiéndose a través de sonidos broncos y aislados, o de un piar chillón y sostenido.
Ya no me afeito ni me peino, no recito églogas en el salón principal ni ensayo formas de saludo frente al gran espejo del vestíbulo. No hay artilugio ni práctica conspicua que pudiera adquirir o conservar. Duermo ahora con los pies envueltos en una bufanda y bebo el té amargo, sin limón ni coñac. Claro está, no espero ser visitado ni socorrido, aun en circunstancias extremas. Desde que me quedé solo, soy, a simple vista, un hombre infeliz.
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SOLEDAD
A veces pienso que la muchacha del 4º, levantará la vista cuando pasea por la Rambla y así podrá comunicarse con la realidad.
En ocasiones nos hemos cruzado en la escalera y su aterrada mirada se ha posado inexpresivamente en la mía, su saludo ha sido un vertiginoso murmullo que quiso responderme…
Se sienta en los anchos bancos de la Plaza de La Catedral y su cuerpo desaliñado y quieto, sólo se mueve cuando una gaviota enorme y desorientada asombra a los turistas sobrevolando la plaza para posarse luego en la cúpula de la catedral, buscando ávidamente el mar.
Desde arriba, los cantantes que hacen su día con el producto del bote, parecen pequeños puntos oscuros con una multitud en constante movimiento a su alrededor, que ignora los problemas de las muchachas.
Las palomas no se acercan a la muchacha , no tiene miguitas para tirarles…
Ella cruza silenciosa hasta el Museo Gaudí. Recorre lentamente los tres pisos, hasta llegar a las obras y croquis del maestro que contempla despaciosamente, subyugada por tanta belleza….
Abajo, las terrazas repletas de personas cuya única opción es si piden tapas de mariscos o patatas bravas. Es pleno agosto en Barcelona y las enormes copas de dorada caña, sólo compiten con el blanco de la espuma que las corona.
Ahora la muchacha desde arriba, se fija en las palomas entre el constante movimiento de gente deambulando al sol , buscando regalos en las tiendas de los anticuarios….
Y las palomas siguen picoteando hasta levantar vuelo en conjunto, asustadas por un niño en patineta.
Como ellas…, pero a la inversa, esa noche la pequeña e ignota figura del 4º, voló hasta la estrecha callejuela arrastrando en su vertiginosa caída, un geranio perfumado.
Elsa Solís Molina
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EL PASADO
Me encanta divagar desde ese desván en las nubes al que sólo yo tengo acceso, desempolvar
uno a uno, esos recuerdos únicos y de vez en cuando, asombrarme con ese cuadro guardado
de mi misma que envejece . Cada cual, debería visitar ese desván de los años que van pasando, sin reminiscencias desalentadoras, sacando conclusiones inteligentes aún de episodios ingratos, evaluando
con sinceridad y madurez, supongo que esa será la misión de los años vividos.
Y son tantas las ilusiones descartadas que allí encuentro, que con un poco de imaginación rescato las reciclables, recreo los deseos de comenzar de nuevo y me ilusiona la curiosidad por un nuevo día.
Como el reflejo maravilloso del mar, espuma y movimiento tiene el poder de motivar a nuestra imaginación, ese paseo por el desván de nuestros abandonados pasos por la vida, será vivificante
La vida así de hecho, no tendrá fin, aunque se acabe
ELSA SOLIS MOLINA
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38º NÚMERO DE LA REVISTA LITERARIA.pdf
38º NÚMERO DE LA REVISTA LITERARIA
DIGITAL TRIMESTRAL
NEVANDO EN LA GUINEA
NºLXXXII desde inicios/27-10-2013
EDITORIAL LXXXII
Reconocimiento a una escritora de cuentos
La preparación de este número de Nevando en la Guinea ha coincidido con la concesión del Premio Nobel a la escritora canadiense Alice Munro. Ya hemos hablado con frecuencia de nuestra falta de entusiasmo por los premios, siempre subjetivos, injustos, caprichosos, incapaces de abarcar el amplio abanico de escritores que en el mundo hay. Pero esta vez reconocemos que el premio nos ha interesado por habérsele concedido a una escritora de relatos breves, de cuentos literarios.
La literatura en lengua castellana posee una larga tradición de relatos breves, sobre todo la literatura latinoamericana, con verdaderos maestros en este género. Los nombres son muchos porque son muchos los escritores que han dado prestigio al cuento literario en América Latina. En España, en cambio, el relato breve no ha merecido hasta a mediados del siglo XX la importancia que merece y fue la influencia de la literatura latinoamericana la que le dio su lugar.
Aun así, el mundo editorial, salvo excepciones por suerte más extendidas, no acostumbra a conceder el reconocimiento merecido a este género, no arriesga en nuevos autores que se dedican, sea por afición o por iniciar su carrera literaria, a este género y esperamos que un reconocimiento como el Nobel sea una palanca para un cambio de política editorial.
Hemos hablado con frecuencia de la importancia que tienen las editoriales en las apuestas de nuevos autores y nuevos caminos literarios. También en lo que concierne al relato corto. Pero también es cierto que precisamos dar a conocer a estos autores, precisamos que surjan lectores que sepan reconocer la calidad de los relatos que se publican en editoriales y en revistas, que difundan su obra. No creemos que la competencia que puedan ofrecer otros formatos sea un problema para la difusión de la literatura. Lo que pone en peligro, más bien, este ámbito es el descenso del nivel educativo, algo que hace mucho más daño. Pero aquí nos metemos en un campo que tal vez no corresponde tocar ahora.
Lo que sí deseamos es que se aproveche el galardón para dar no sólo a conocer a una escritora, sino a un género con el que disfrutamos tanto leer.
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Dudas
Inevitable no renegar: sabía que acabaría yo mismo echándomelo a la cara, culpabilizándome, como siempre me ha ocurrido en cualquier momento de mi vida y por cualquier cosa, por nimio que fuese el asunto. Lo de entonces y lo de ahora, lo que ocurrió aquella noche de hace veinte años como lo que sucederá de inmediato, todo ha seguido siempre un mismo patrón del que no puedo despojarme por mucho que quiera e intente expulsarlo de mi interior, siempre la duda, la constante sensación de fallar y la frustración de haber fallado, de estar en el lugar equivocado, de errar en cada decisión. A todas luces era y es, me temo que seguirá siendo, aunque albergue la esperanza, más bien la ilusión, de cambiar, un síntoma de mi vida: errar, dar tumbos, nunca decidirme por nada. Supe entonces que al instante mismo de responderle, al aceptar aquella invitación que desataría todo lo sucedido hasta hoy, se impondría en mi interior el desasosiego, la zozobra, el remordimiento, y supe que, desde que Kô me transmitió su invitación y yo le dije que sí, iba a estar dando una y mil vueltas a mi falta de decisión, a mi seguidismo, a ese estado de ánimo en permanente insatisfacción. Y así fue, así ha sido.
No le echo nunca las culpas a nadie, nada más lejos de mi intención, al fin y al cabo soy consciente de que forma parte de mis características, sólo mías, vivir en la duda constante, sentir siempre la vacilación y el sentimiento de nunca acertar, la indecisión permanente ante cada ocasión en que debía zanjar opciones que me apremiaban, incluso en las cuestiones, como entonces, más nimias, incapaz en todo momento de resolver mi vida y tomar esas mismas decisiones que tanto anhelaba. Ya digo: es algo que me ha acompañado a lo largo de toda mi existencia, a lo que hay que añadir esa sensación de siempre acabar donde no me concierne, vivir lo que no corresponde, ser quien no soy. Porque al final se impone, una y mil veces, esa sensación de llevar una vida que nada tiene que ver conmigo en realidad, la vida de otro o que el que debía ser mi destino, si es que había un destino, si es que los hados escribían en algún momento el libro de tu existencia, se ha otorgado a otra persona. Al final no soy yo quien lo cumple, mi destino, y tal vez por ello otra persona viva en realidad mi vida o cumpla lo que me hubiera sido destinado sólo a mí. Por eso tal vez no le echo la culpa a nadie, no debo, en el fondo sé que todo se debe a mí, a algo que falla en mi interior de forma inevitable, como una incapacidad del ánimo para vivir. Dicho de otro modo, que si elegía un camino, era siempre el camino equivocado y por eso había llegado, por ejemplo, a Barcelona cuando debía ser otra la ciudad en la que tendría que vivir o haber elegido como destino. Por eso, como en tantas ocasiones ya en esa altura de mi existencia, volvía a chocar con la incomprensión y aquella noche era de nuevo un ejemplo de ese estado de cosas y entonces me lo planteaba como un latiguillo que me quemaba por dentro.
−¿Qué porras hago yo aquí?
Me lo pregunté varias veces a lo largo de aquella noche de sábado a domingo, la de aquella vigilia pascual en la Iglesia de Santa María y que daba paso al Domingo de Resurrección. Qué porras hacía yo allí, me lo he vuelto a plantear con frecuencia desde entonces, aún hoy me lo pregunto, cuando han pasado ya nada menos que veinte años, como si aquella noche hubiera sido determinante en mi vida, en lo que iba a ser yo en estos años, en lo que haría, años que nunca imaginé entonces que transcurrirían como transcurrieron, y desde luego me lo repetí una y otra vez durante la velada, qué porras hacía yo allí, mientras observaba la austera enormidad del edificio y me fijaba en las pocas personas -tal vez me lo parezcan ahora, que eran pocas, teniendo en cuenta, desde luego, el tamaño de la iglesia, aunque apenas eran en realidad, lo recuerdo bien ahora, a los veinte años, un puñado que ni de lejos llenaban las bancadas-, subyugadas todas ellas sin embargo por la conciencia de su pequeñez, lo reconozco, no sólo ante la grandeza eclesial, lo que me hacía pensar al mismo tiempo en que era la primera vez que desoía los consejos no sé si sanos, si correctos o un tanto sectarios de mi padre, presbiteriano íntegro, aunque no siempre coherente, de no acudir nunca, pero nunca, nunca, a los oficios católicos por hallarse éstos repletos de trampas para la fe, entre ellas esa sensación de pequeñez que te imponía tanta grandiosidad. Pero allí andaba yo, en aquella basílica enorme, un tanto sobria pese al esplendor, y aquella noche llena de luz para recordar a los fieles la nueva de la Resurrección que todos los años se renovaba en aquel calendario cíclico, ligado quizá, tuve para mí, dominado en esos instantes por una ansia de entender el mundo –y de paso entenderme a mí en el mundo, todo hay que decirlo-, a los ciclos de la tierra, aunque esto, aquella noche, muy poco me importaba o no lo pensaba en absoluto o no consideraba, dominado como estaba por el profundo desasosiego vital propio de la juventud, quizá de todas las edades, que fuera tema de reflexión para mí en ese mismo instante.
Era mi primera Semana Santa en la ciudad de Barcelona a la que había llegado tras un vagabundeo sin sentido entre varias ciudades y andaba en la más absoluta incertidumbre, nada nuevo, y no contaba con quedarme mucho tiempo en aquella ciudad a pesar de haberme matriculado en aquel curso universitario y a pesar de la tregua de la Semana Santa, por lo que se había vaciado casi por completo para la ciudad, tanto el barrio donde yo vivía por entonces, una mera esquina del Ensanche, como también todos los barrios, salvo quizá los del centro, donde se replegaban los turistas y los pocos autóctonos que a primera vista se quedaban en la ciudad, parecía que hubiera habido una fuga generalizada, o, cosa más probable, que sólo saliera a la calle una minoría de entre los muchos habitantes que se habían quedado en Barcelona y que se aislaban por cualquier razón, por abulia, cansancio, ganas de aislarse de una cotidianidad insatisfactoria, y sólo salían aquellos que no soportaban la quietud con que habitaban entre las cuatro paredes de sus casas, paredes que se les caían encima seguramente y querían por tanto huir de la sensación de abandono y no tenían a todas luces ningún otro sitio al que ir salvo el centro y buscaban de este modo, recorriéndolo en sonora manada humana o en solitario, como sombras que arrastraban su soledad a la vista de todos, la forma de escapar del retraimiento, la angustia o la tristeza, sin conseguirlo en todo caso o disimulándolo todo ello con una falsa alegría que cuanto menos provocaba mayor angustia cuando no vergüenza ajena.
Yo hubiera preferido sin embargo aquella noche fría de recién estrenada primavera, en la que corría un viento desolador y el tiempo pasaba tan lento que parecía eternizar cada instante, haberme quedado en casa, dejar pasar las horas entre libros o amuermado en el sofá, viendo apenas fluir el tiempo ante el televisor, olvidando que la vida y no el mundo era con frecuencia un lugar ajeno y sin resolver aún todas aquellas cuitas que me asaltaban todos los días aun cuando me dominaba la convicción de que hubieran tenido que estar ya resueltas hacía tiempo, en un proceso de madurez que en mi caso parecía extenderse más allá de lo deseado. Pero la invitación de Kô me llegó unos días antes como anuncio de un aparente final de un largo proceso vital por su parte, seguramente no terminado del todo porque ningún proceso vital, en su caso, en el mío, en el de todos, no termina nunca en realidad y que a él le llevó a la conversión al catolicismo y al bautismo, y por tanto desencadenó que me sacara de forma casi inevitable de mi soledad ansiada porque me sentí obligado en parte y sin saber muy bien por qué a asistir y ser testigo, testigo extraño sin duda, de su conversión y de su proclamación de la buenaventura, que fue el nombre elegido para su anuncia nueva etapa vital, Buenaventura.
Kô y yo nos habíamos conocido en los pasillos de la facultad, inmersos en ese mundo de estudiantes que se movían entre la vocación más o menos sincera, aquellos otros un poco menos vocacionales que los anteriores y que sólo poseían la ilusión de llegar a ver sus vidas mejoradas en la medida de lo posible y aspiraban a ser profesores en algún instituto o, por último, quienes estaban afectados por la más majadera de las mediocridades, la que les llevaba a ir por la vida de artistas sin serlo en absoluto, jugando a la apariencia, a que los demás les rieran las gracias, lanzando al aire para que los otros escucharan sus dimes y diretes, vacuas parrafadas que semejantes botarates pretenciosos soltaban sin la más mínima vergüenza, convencidos de su genialidad, un mero discurso pseudoartístico de palabras pomposas pero vacías de contenido y de sentido. Por desgracia, este último grupo era el más numeroso. Yo los detestaba. Por ellos, por su culpa –no obstante, me daría cuenta con el tiempo de mi craso error, el de juzgarlos y rechazarlos, reconozco y proclamo mi vanidad un tanto pretenciosa también, aun cuando lo que dijeran me pareciese banal, mediocre, sin sentido-, por esos seres obscuros, decía, sombras ridículas, rehuía del contacto con mis correligionarios, prefería mantenerme al margen de todo, lo que incluía el desapego incluso respecto a quienes hubiera podido apreciar, actitud esta que me hubiera hecho pasar sin duda por engreído si la hubiese mantenido. Pero fue Kô quien comenzó a romper esa tendencia. Me llamó la atención no sólo porque fuera japonés, qué porras hacía un japonés entre tanto mentecato, me pregunté, sino porque al escucharle algunos comentarios en clase me permitía darme de bruces con finas respuestas o me planteaban nuevas preguntas. Me acerqué a él, evidentemente, y comenzamos a hablar, discutíamos de libros, de la vida, de ideas y contraideas, y me contó su interés, casi pasión, por la teología. Mi pregunta una tarde se volvió casi obligatoria: por qué no estudias teología. La estudiaba, me respondió, pero a partir de las palabras. Lo vi lógico: al principio fue el verbo, dice la Biblia y por tanto había que saber de palabras.
Pero las palabras, lo sabíamos ambos, también producían zozobra y angustia. Las palabras eran la vida, no sólo su reflejo, también su realidad, su cotidianidad. Unos días antes de la Semana Santa, cuando a punto estábamos de tener unas breves vacaciones merecidas pero obligadamente sedentarias para mí, yo no podía ni plantearme salir de Barcelona, mi economía era ruinosa, como lo sería de hecho toda mi vida, deviniendo a todas luces, comenzaba a barruntarlo entonces, un claro signo de inadaptación social por mi parte, el reflejo de un fracaso personal a ojos del mundo y de mí mismo, y que me acompañaría sin remedio a lo largo de toda mi vida, y ya preveía por tanto que aquellos serían días solitarios, sin ver a nadie, medio en casa medio en paseos por calles que ya intuía vacías, alejándome en todo caso de las zonas más frecuentadas, huyendo de ellas como huía de mis compañeros de estudios, en esos días entonces él me anunció su bautismo en Santa María del Mar. Me gustaría que fueras, me dijo con absoluta sinceridad, tal vez te ayude a ti en tu búsqueda, comentó no sin un tono que tendía a ser paternal y que partía de la base de que todos nos hallábamos en fase de búsqueda, has de probar y aprovechar de todo aprendizaje, continuó hablándome de un modo pedagógico, y de las palabras de mi tutor sacarás algo de luz, concluyó así su extraño convite.
No obstante, las palabras del sacerdote tampoco ayudaron a desasirme de la zozobra que ya me dominaba por completo durante la noche, qué porras hacía yo allí, me repetí de nuevo al intentar escuchar su discurso, aprehender su coherencia y el mensaje entre líneas, y darme cuenta de pronto, por primera vez y casi sin quererlo, que no siempre es bueno desoír los consejos paternos. Lo suyo era una mera letanía, una sucesión de tópicos, lugares comunes, fórmulas repetitivas que hubieran merecido, de ser una representación teatral, por ejemplo, el abucheo más monumental por no someterse a las mínimas reglas literarias al uso, pero en cambio todos los presentes, comenzando por el propio Kô, extasiado a la espera de su conversión pública, parecían seguir con atención el rito ya sin un mito que lo sustentase, que le diera sentido, no había quiebro en las miradas atentas, en el respetuoso silencio de los fieles y en el seguimiento de cada uno de los gestos que se repetían sin que nadie pareciera entender su significado real por exceso de formulismo.
Desabrido ante aquella alocución que me aburría, me fui fijando primero en los ornamentos de la Iglesia, no tan abundantes en Santa María como en otros templos, luego en los hombres y mujeres presentes, y aquí estuve más atento si cabe, debido tal vez a ese empalagamiento que me dominaba ante un ritual tan lóbrego y barroco. Más solícito por los detalles que pudiera observar y entretenerme, distinguí varios grupos: los fieles de la Iglesia, sin duda una mayoría, algunos pocos turistas despistados o un tanto apocados por la mala noche y, lo sabía, me lo había comentado Kô, algunos amigos y conocidos suyos que él había invitado y a quienes yo, creí, no conocería. A él lo catalogué nada más verlo en este último grupo, apenas me costó y jugaba con ventaja: lo había visto unos días antes en la universidad. Claro que su aspecto me hubiera llamado la atención igualmente: alto, delgado, desgarbado, con un rostro de rasgos muy marcados y aspecto de despreciar todo lo que le rodeaba. Le recordaba, en efecto, de una o dos semanas antes, le había visto charlando con una chica en el patio de la facultad de filología. Yo estaba sentado a la espera del comienzo de una clase y me llamó la atención su voz un tanto irritante, muy amanerada y vibrante. No alcanzaba a escuchar todo lo que decían, estaban lo bastante alejados para no oírles del todo bien, pero lo suficientemente cerca como para que me llegase su voz. Estaban hablando de los profesores y de algunos compañeros que yo no conocía y a quienes, pude deducir por el tono y las palabras poco amables e histriónicas que me llegaban, ponía a caldo. No le presté mucha atención ni pensé nada de él, además mi clase comenzaba casi en aquel momento, así que pronto le perdí de vista y no me volví a acordar de él. Sé que me lo crucé un par de veces más, lo reconocí como el tipo del patio de letras y lo olvidé al instante. No coincidíamos al fin y al cabo en ninguna clase. Pero resultó ser amigo de Kô.
Él, a diferencia del resto de los presentes y en cierto modo como me ocurría a mí, no prestaba atención a las palabras del sacerdote la atención debida. Lo miraba todo a su alrededor y en sus ojos distinguí no poca burla. A todas luces, aquel espectáculo no iba con él y si estaba en la basílica aquella noche, era sólo porque Kô le había invitado y, como me había pasado a mí, le habría resultado imposible decirle que no. Daba la sensación de estar preguntándose también qué porras estaba haciendo allí, aunque supuse que por diferentes motivos que los míos, puesto que, aun cuando resultaba evidente que se aburría, había también en él una mirada sardónica que denotaba que se estaba divirtiendo de algún modo con el espectáculo y que por dentro se mofaba de todo lo que le rodeaba y veía.
Al acabar la ceremonia el sacerdote anunció un piscolabis en los locales parroquiales, situados en el Paseo de San Juan, a unos quince minutos de Santa María. Te quedas, me preguntó Kô al acercárseme. Miré hacia la figura quijotesca como si él fuese determinante en mi propia decisión o pudiera indicarme qué hacer y respondí que sí, aunque lo lamenté nada más contestarle, porque en absoluto me apetecía seguir la noche reunido, me seguía dominando aquella sensación de perder el tiempo que había sentido desde el comienzo de la ceremonia, antes incluso, y además tenía ganas de volver a casa, de encerrarme entre mis libros, de retirarme y dejar atrás lo que ya consideraba un compromiso que hubiera tenido que eludir. Kô fue a saludar a un señor que, ya detrás de mí, le felicitó por el bautismo y yo aproveché para dirigirme a él, cuando estaba ya muy cerca de mí, solo.
−Hola. Tú eres de filología, ¿verdad?
Me miró con distancia, como si se preguntase quién narices era yo y tuviera que pensarse qué responder o si tenía que responderme. Pues claro, me dijo de pronto, cortante, como si la pregunta que yo le formulaba fuera la más obvia del mundo, digna de un badulaque.
−¿Tú también? –me preguntó.
−Sí, también.
Sólo entonces sonrió, como si existiera entre nosotros un secreto vínculo que nos unía.
−Me llamo Ismael –me dijo, y la aridez del principio desapareció de pronto y él mismo se volviera más amable y grato.
No imaginé en ese instante que hasta mucho tiempo después aún estaríamos compartiendo angustias, miserias, perspectivas, conversaciones, paseos y mutuos flagelos, y que aquel encuentro y la posterior conversación, tal vez en parte por esos años que le seguirían, tendrían tanta importancia que incidirían en los acontecimientos fatales que iban a producirse veinte años más tarde. Nunca nos ponemos a pensar que cuando algo sucede, algo aparentemente intrascendente, como conocer a alguien por causalidad o cruzar una calle que nos gusta, cualquier hecho por banal que éste sea, apenas un detalle que olvidamos casi de inmediato, pueda tener consecuencias a veces tremendas en nuestras vidas.
Fuimos juntos a los locales parroquiales, rodeados de personas que no conocíamos, que no conoceríamos, separados de ellos por nuestra conversación que se mantenía al margen del conjunto, sin ningún ánimo de compartir nada con los demás, aunque no recuerdo que nadie hiciera el más mínimo esfuerzo por acercársenos, y en ese primer camino me contó con pelos y señales su experiencia en la facultad, me habló de los profesores, me contó su desasosiego por algunas clases que no eran ni de lejos lo que esperaba, y en esa primera charla, a la que se sucederían tantas otras, no pude ni imaginar mientras escuchaba su perorata, que Ismael iba a convertirse en alguien fijo, una presencia hasta cierto punto irremediable a lo largo de los veinte años, sólo habló y habló, y en apenas quince minutos de cháchara, o de monólogo, mejor dicho, sin esperar mi réplica ni interesarse por mi opinión, los quince minutos que tardamos entre Santa María y los locales parroquiales en el Paseo de San Juan, casi a la altura de la calle Aragón, me expuso su visión de la facultad, y también de la vida, deduje, que se podía resumir en una sola palabra: aburrimiento.
De hecho, aquel fue el tema de conversación aquella noche, el aburrimiento, lo sería durante mucho tiempo, ya no el que le producían propiamente los estudios, reconoció que la facultad le había decepcionado, no colmaba ni de lejos sus expectativas, sino el que le provocaba, me confesó luego, mientras dimos el primer largo paseo al salir de los locales parroquiales al poco rato de llegar, a ninguno de los dos le apetecía mucho quedarse, la vida entera, un profundo y radical aburrimiento. Claro que tampoco se hizo nunca muchas expectativas, las ilusiones no son lo mío, me confesaría, no sé si aquella noche u otro día, en otro momento de nuestra conversación sempiterna. En todo caso, me contaría algo similar mientras anduvimos por el Ensanche vacío, con un viento que seguía siendo desolador, primero hacia la calle donde yo vivía, él me acompañaba, y luego, falto de sueño, interesado en seguir escudriñando al personaje, tal vez porque en ese instante ya no me apetecía tanto quedarme solo, le acompañé yo, torcimos por la calle Viladomat hacia la izquierda, de este modo seguimos andando, como si ya fuera imposible abandonar las calles, el frío, la desolación, imposible por tanto también dejar de hablar, de describir por completo ese asunto vital del aburrimiento, hasta el punto de buscar justificarlo, porque me intentó justificar el aburrimiento, el suyo, tan pegado a la piel, tan inmerso en el alma, y así llegamos a su barrio, a Pueblo Seco, también a una esquina, en la Francia Xica, me gustó el nombre, tocando ya Montjuich, donde vivía, me contó, con sus padres.
Y durante aquel largo camino que nos llevó casi por todo lo largo y ancho del Ensanche me lo contó, en efecto, todo, me explicó en buena medida su historia, la de su niñez y adolescencia, la de su juventud, la de su condición de hijo único, la del abandono que sintió con un no, ese no de la alemana, así la llamó y así se referiría siempre cuando me habló de ella desde entonces, quizá por despecho, por no repetir de nuevo su nombre, por no abrir todavía más las viejas heridas del recuerdo y la ofensa. Con el tiempo tuve la certeza de que ese rechazo fue una de las dos piedras angulares sobre la que todo se sustentaba, todos los gestos y todas las decisiones posteriores consistentes no en descubrir quién era, sino en dotarse de un ser, una máscara en realidad tras la cual se refugiaba y que tuvo su origen en aquella negativa, el primer y único fracaso reconocido que le vino tras un acto de valor, casi heroico, pues hay algo heroico en el intento de que nos amen, batalla ésta que se pierde con frecuencia y que quizá no debería dar lugar a tanta acritud. Creo que algo así le dije, para animarle, para que no se hundiera todavía más al confesarme su fracaso, pero en realidad sentía claramente que tal vez tuviera razón, que había que apostar fuerte, aun cuando la prenda fuese dejarlo todo, renunciar a la vida, a los plazos de la existencia, a la normalidad, sea lo que fuese la normalidad. En las películas muchas veces la apuesta resultaba la antesala del éxito. En la vida, por el contrario, podía resultar que fuera el inicio de la derrota más estrepitosa y quién sabe si dolorosa.
Pero no fue lo único de lo que me habló. Me contó la historia de sus padres, acechaba ya en su vida por entonces la enfermedad, también la muerte, la de sus tíos primero, hacía unos pocos años atrás, poco después de haberse iniciado el declive familiar, luego la de sus padres, en estos veinte años, porque a todas luces se trataba de una familia que desaparecía y no sólo venida a menos, una familia de la pequeña burguesía barcelonesa que poco a poco fue perdiéndolo todo, rango, prestigio y dinero, hasta llegar a él, prácticamente el único superviviente de la estirpe, a excepción de unos primos lejanos que se marcharon de la ciudad, de la región, y vivían lejos, en Tafalla, con los que ya intercambiaba sólo las felicitaciones de Navidad y algunas llamadas telefónicas cada año menos frecuentes. Con el tiempo, a medida que conocía sus circunstancias e iba descubriendo la ciudad, se me ocurrió que en buena medida su familia podía ser la metáfora de ésta, una Barcelona que no era ni de lejos lo que había sido hasta hacía bien poco, que se hundía de manera irremediable a pesar de que seguían colocándole ornamentos, meras zarandajas, fruslerías más o menos caras con las que se pretendían ocultar las humedades y las carencias colectivas, como una vieja señorona que vivía de prestado, que había sido rica, culta y poderosa, pero lo había perdido todo, y desfallecía en la penuria, aun cuando mantuviera las joyas heredadas sólo para lucirlas, nada más, e intentar así desviar las miradas más atentas en la pesadumbre, repitiendo una y mil veces lo señorona que era. Intuí también que el hecho de ser el último de su estirpe, reprocharle a la familia que le hubiese abandonado, era el otro pilar sobre el que sustentaba su existencia.
Durante veinte años fui percibiendo hasta qué punto toda una vida parecía basada sobre esos dos puntos concretos, el rechazo que le hizo perder su equilibrio interior y el declive familiar que tuvo el mismo efecto en su equilibrio exterior, y el riesgo de nunca poder escapar a la gravedad que ejerce sobre nosotros lo exterior, lo que se halla fuera de nosotros mismos, pérdida que adquiría también la forma de miedo, miedo inmovilizador. Ismael había aceptado la derrota, mejor dicho, había decidido un día que no lucharía ya más, si es que en algún momento de su vida luchó por algo, y que sería otro, que dejaría su ser en aquel punto de arranque y me lo fue desgranando poco a poco, con frases que no lo decían todo, pero que marcaban lo que me estaba contando de un modo deshilachado, todo su plan para vivir de otra manera, siendo otro. Todos aquellos bares de ambiente homosexual a los que me llevó durante los primeros años de nuestra amistad, todos aquellos tugurios de transformistas tristes aun cuando se mostrasen alegres y divertidos, todas aquellas maneras ambiguas eran parte del disfraz. En conversaciones truncadas, entre diálogos cercenados y discusiones bizantinas, me volvió a hablar de la alemana y un tema llevaba a otro y se refirió a la soledad, no me divertís ninguno, me acusó una noche de alcohol y grifa, reproche lanzado a mí y por extensión a todos sus conocidos, como si todos estuviéramos allí presentes, obligados a entretenerle como bufones a su señor. Y cuando abandonó la tanda de recriminaciones, me habló de la imposibilidad de hacer nada, de la sumisión, del miedo, del fracaso. Durante varios días que siguieron a aquella noche desapareció. No era nuevo. Cuando llegaba al fondo, desaparecía del todo por tiempo breve, yo lo buscaba al principio no sin angustia, lo veía capaz en ocasiones de tomar decisiones drásticas, y volvía a aparecer entusiasmado porque se había gastado el final de su mensualidad, del salario que le pagaban por su puesto de oficinista en un almacén destartalado de las afueras, con una prostituta de la que decía sentirse enamorado, pero que olvidaba por completo unos pocos días después.
Aquella primera noche de hace veinte años, ya de madrugada, cuando faltaba poco para que amaneciera, cansados por el largo paseo nocturno, somnolientos aunque ya sin poder dormir, nos sentamos en un banco de madera de la calle Aragón. Miramos al cielo y callamos un buen rato.
−¿Dónde estaremos dentro de veinte años?
No respondí a su pregunta. No recuerdo si desplegué en mi interior todos los planes que yo tenía por entonces.
−Prométeme una cosa.
Observé su figura quijotesca derribada en aquel banco. Me mantuve callado, a la expectativa de lo que fuera a decirme, sin fuerza tal vez para esperar nada o sin esperar ya que lo que fuera a decirme me sorprendiera.
−Si dentro de veinte años todo sigue igual o peor y seguimos en contacto, me matarás. Prométeme que me matarás.
Me mantuve callado, tal vez sin saber qué responderle. Él me instó a decirle algo: prométemelo, ordenó.
−Te lo prometo –murmuré.
Recuerdo que al cabo de un poco nos despedimos. Yo llegué a mi casa cuando por levante comenzaba a clarear y dormí durante todo el día siguiente, no desperté hasta el lunes. Volvimos a encontrarnos en la facultad. Comenzamos a frecuentar bares, cafés, cines y largos paseos. Siguió la vida. Nuestro entorno se modificó. Desaparecieron los amigos de entonces. Mi vida continuó una senda de renuncios, fracasos y abandonos por parte de aquellas mujeres a las que vagamente amé. Tuvimos una sucesión de trabajos, cada cual peor pagado, y cambiamos de casa una y mil veces, sin nunca marcharnos de la ciudad. Aceptamos que la vida era así, ancha y ajena, parafraseando al escritor. Dicen que veinte años no son nada, que pasan sin apenas pestañear. No lo sé. Pero de pronto volvimos a quedar durante la vigilia pascual cuando habían pasado justo veinte años. Hemos cenado en un restaurante chino cerca de la Plaza Tetuán. Hemos andado por las calles del Ensanche. La noche también es desapacible, como aquella primera y lejana noche. Durante varios días me había dominado una extraña sensación, un hormigueo ansioso. No la podría definir, puede que fuera la aceptación de lo inevitable. De madrugada ya, cuando el cielo comienza a clarear, sé que voy a cumplir con mi obligación, que lo prometido es deuda. Aunque pasaran veinte años. Por una vez en mi vida quizá vaya a hacer lo que debo. Voy a cumplir con el destino, y esta vez no voy a tener dudas.
Juan A. Herrero Díez
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EXCURSIÓN A LAS AFUERAS
Por Cecilio Olivero Muñoz
MONÓLOGO DE LA VANIDAD
Desde que se inventó la fotografía en el siglo XIX hasta que se generalizó en el siglo XX, ¿cuántos clics se han lanzado para captar ese momento sagrado que sacie nuestra rutina de hombres corrientes? Venid al vicio del oropel marchito con vuestra ceguera de hipsters & cools & outsiders, con nuestra cansada opinión de asombrados cuando pasamos de página como queriendo apagar un incendio en nuestra alma, vacíos menores ahora son las páginas de papel cuché de Vogue, de la Rolling Stone, de Life, de Time, de Hola, de The Sun, nosotros, hombres corrientes embalsamados con comida basura, hombres corrientes saciados de grasas saturadas, barrigones y exigentes, edulcorados con antidepresivos, con ansiolíticos, con sueño hollywoodiense, con rockeros de muerte temprana y locuras en frascos de anécdota en hoteles de cinco estrellas, nosotros, queremos saber aún más, queremos saber como vivís con tanto dinero por ser gastado en nuestro ensueño ignorante y fantasioso, nosotros que no apartamos los ojos del sueño que nos ofrecéis buscamos el oro en los rincones de la temporalidad en vuestras historias atractivas, vosotros, gente del show y la anestesia, nos sacáis de nuestro tedio y nos insertáis en la vida real de los focos, del photo-call y la respiración artificial, nosotros los hombres corrientes estamos enamorados de vuestras historias infinitas infladas con el gramo del exceso y el litro de la locura, nuestras plegarias, nuestras atrofias, nuestra ceguera, nuestra ceguera os lo agradece, ya que usamos vuestra carnaza y nos echamos una pizca de sueño de reflejo de charol, de purpurina putrefacta con la que os laváis el alma de vuestra soledad rumoreada, nos lo echamos a la boca y mascamos de vuestra mentira como un chicle del que no nos cansamos, vosotros triunfadores de los cloroformos perpetuos en las alfombras rojas y los escenarios de luces enfocadas al cielo, vosotros sois maravillosos espejismos en la ciudad de asfalto, en el trasiego y el tráfico en contra-sentido, y en la velocidad azul de las autopistas interurbanas, vosotros mentidnos una vez más, no nos digáis la verdad, ¿para qué? No nos interesa, mentidnos cien veces más, y decidnos una cosa, ¿cuál es vuestro secreto para manteneos tan inmortales? Nosotros estamos hartos de morir, nos morimos al levantarnos y resucitamos cuando dormimos, vosotros al contrario, ¿estáis ahí para advertirnos de que la muerte no existe? O por el contrario, sabéis demasiado bien que la muerte llega sin previo aviso, inoportuna, con hambre no saciada, y nos devuelve a la nada, a la nada que nadie conoció por nunca jamás, a la nada que os hace miserables y pobres como nosotros, a la nada lejos del glamour, de las ropas lujosas, del dinero, la cocaína, la Coca-Cola, la gama de coches relucientes, la precariedad del espíritu y los baños espumosos, del champán y el vino de reserva, de la fachada y el ansia por aparentar lo contrario de la realidad por la que estamos siempre en plena huida, en huida incesante.
***
NUNCA SUPE HACERME NUDOS
Se renuevan los días
como pan recién hecho,
te despiertas en tu lecho
y en las sábanas te lías,
nunca supe hacerme el nudo
de ninguna corbata,
lo que quizá no te mata
tal vez te deje mudo,
esta vida cotidiana
no me parece nada sensata,
la alegría se desata
y se enreda en la persiana,
esta vida vertical y horizontal
con cualquiera se marcha,
un telón suave de escarcha
se derrite en tu mirada,
dulce telón peculiar,
ración de minucia y nada,
siempre tuve en qué pensar
en el diván particular
de lo que se enfría y se escapa,
regusto que se destapa
en el lecho singular
que te arropa y te desata
en la alegría vital
de mis noches con mi nada.
Nunca supe hacerme el nudo
de ninguna corbata,
de diplomacia ando justo,
lo juro por mi psiquiatra.
***
ME GUSTA, ME GUSTA
Me gusta tu flor antigua, que bajo el óxido de los siglos consiente al nefasto libertino que vocifera tu latido de cera, me gusta tu consejo de luz dinamo por que en tu moral duerme un dios bueno que asiente frente tu decisión de hombre, como sí fueras un Adán moderno, como si la razón fuese en ti una selva virgen y perpetua, me gusta que subas un escalón por encima del mío, y que seas mi hermano y mi ángel replegados los dos en un orgullo que palidece, ya que por donde yo te siga se abrirá la humanidad expectante, y que una puerta abras para mi voluntad de viento es contar los pelos de cogotes sin voz de noche y sin ver el néctar y el corazón de personajes bíblicos que hablan con la mirada y dan gritos hacia un gran Dios con el alma. Estoy de vuelta a casa, he rodeado por océanos remotos y me he cruzado con tempestades recónditas allá en múltiples ciudades de tráfico descabezado, hoy subo a tocar tu timbre y espero que tu corazón me abra, no quiero remontar todas las plegarias que conoces, quiero que en mí veas una esperanza nueva, como la inocencia aquella de los trece años, como si el sabor de una fruta prohibida nos dejara gozar aunque fuere sólo unos minutos. Por que la vida son alegrías y las tristezas no hacen bien en las barricas fermentando.
***
REFLEXIÓN SOBRE PAREDES Y MUROS
De adolescente puse en una pared de un parque mi nombre unas diez o doce veces con Tipex, y no hace mucho pasé por allí y todavía hay algún rastro de ello, no es que de adolescente tuviera demasiado ego, es que entonces me quería un poco, si yo dejé de quererme es por que te quise mucho a ti, quizá demasiado, siempre a ti. Ahora vuelvo a quererme, ahora me quiero más que nunca, pero ya no tengo pared en la que plantar mi nombre, ahora ya no soy un niño, ahora planto quimeras de colores en los muros de Facebook, ya no soy un niño pero no quiero dejar de serlo.
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SELECCIÓN DE POEMAS
Por Gonzalo Salesky
HIELO
Asoman al futuro
tus párpados de hielo.
Mi Dios,
tu sacrificio,
todas las mentiras en el viento.
No somos la esperanza,
sólo el pasado a prueba.
Presentes como nunca,
lo ambiguo y la tristeza
me reciben,
me alojan,
ablandan mi memoria.
NO HABRÁ MILAGRO
El tiempo me atraviesa,
me recorre.
Dibuja la tardanza en mi reflejo.
Mis agujas,
las tuyas,
tienen distinta forma.
Serpenteando el abolengo de la historia
brilla tu escudo. Y en el fondo del mar
no habrá tesoros esta vez,
no habrá milagro.
Tu sol abraza la llanura y en mi piel
solamente se detendrá el verano.
RODANDO CON LA LUNA
No habrá cárceles ni olvido,
no habrá sombras
que busquen tu voz en mi silueta.
No habrá notas lejanas, sólo sueños
ni arco iris después de la tormenta.
Tu voz me llenará de cicatrices
si espero y todo pasa,
si soy sombra.
En tu estrella me iré y en tu silencio
mantendré escondida mi lujuria.
Todo lo que no supe decir no
sigue allí afuera,
rodando con la luna.
ALMA
El alma no cambia, dijiste,
el alma no presiente.
El alma es más que una pregunta,
es sólo la respuesta de tu dios.
A todo lo que huye, a todo
lo que escribo entre líneas,
entre el fuego y la miseria de los dos,
entre silencios borrados con el codo.
QUÉ FUE
Mi vida fue un camino a recorrer,
fue la primera sangre, fue una meta.
Un déjà vu de flores,
un puente hacia el dolor,
una mirada.
Como la estirpe olvidada,
como las tres estrellas,
sigo asomando.
Tratando de entender qué fue mi vida,
qué fue mi corazón alguna vez.
ESPÉRAME
Espérame entre el fuego,
espérame en la brisa.
Espérame sin ángeles custodios,
espérame en silencio.
Allí donde no hay nada,
espérame, sin frutos,
y yo te llevaré hacia la cosecha.
DOS
Los dos quisieron nombrar
las mentiras de la historia.
El pecado nunca fue detenerse.
La orfandad exquisita del vértigo
los hizo temblar alguna vez.
Buscaron la verdad
desgarrando las sombras.
Otros durmieron en laureles,
pero los dos prefieren
escapar del libreto.
Encontraron un país que no los llama,
que trató de exiliarlos.
El sudor, la esperanza,
el azar y el triunfo
fueron aliados y hoy los esperan,
hoy los abrazan.
Ya nada temen,
la tormenta se ha ido,
los gigantes de papel están cayendo.
CEGUERA
Huérfano de luz,
te grito a oscuras mi nombre.
Te prometo que nada será igual,
que mi fracaso
es sólo un paso más.
¿Qué tendrá que pasar para que sepas
que la verdad sólo se ve en las calles?
La ceguera siempre fue contagiosa:
no tengas miedo, somos todos iguales.
AMAPOLA
Es tan frágil y pequeña que duerme
flotando en una hoja de amapola.
Se baña en rocío y vuelve a acostarse,
viendo la luna brillar sobre sus ojos.
Se va hacia la luz y vuela en silencio
porque ése es su idioma.
Como el mundo grita,
no van a escucharla,
aunque entienda aquello que no todos ven.
Siempre tan ausente,
trémula en la niebla,
no deja que nadie se acerque a su vida.
Quiere susurrar lo que otros se callan…
Despierta de noche y en las madrugadas,
esperando un sueño que la haga feliz,
volará en silencio.
Porque ése es su idioma.
VENDRÁ EL MAR
Sálvame.
Tus ojos me separan
del miedo,
de la noche,
del dolor.
Te dejo ser mi condena,
a través de tus sueños va mi espíritu.
Espérame, el naufragio
no pide nuestros nombres
y después de las dudas,
vendrá el mar.
POR LA MAÑANA
Fría.
Perfecta.
Sola como la nieve.
Silueta a oscuras,
reflejas el retorno a nuestra casa.
Crees.
Esperas.
Sueñas con alas y luces.
Despertarás siendo menos,
pero mucho
quedará entre los dos por la mañana.
PROMESAS DE PAZ
La muerte es sabia. Una pequeña historia
nace dos veces en cada amanecer.
Pero el camino hacia la libertad es otro.
Búsqueda eterna, vacío existencial,
sueños desterrados por profetas ciegos
ganaron mi esencia y hacen que en el alma,
descubra, en silencio, promesas de paz.
NUESTRO ALIENTO
Tiempos y silencios nos esperan,
descubren que todo está en el viento.
Las hojas ya no mienten y es otoño,
sé que al volar encontrarás tus sueños.
Los frutos se alejan de repente;
sé que al volver, te soñaré despierto
y no habrá despedidas, no habrá sombras,
sólo la escarcha en tu voz y en nuestro aliento.
ESCARLATA
En la llanura, pequeñas sombras
delatan la huella del silencio.
¿Te atreverás a perder la batalla?
Picos y abismos son parte del pasado,
quizá el otoño me cubra de escarlata.
ESTARÉ
Se terminan las hojas,
el bálsamo, el consuelo,
y mi epitafio, en blanco.
¿Me habré alejado de mí?
¿Seré tan poco?
No sé si continuar, pero es inútil
luchar con esa sombra que veo en el horizonte.
No me nombres:
si cierras los ojos, estaré.
NO ESTARÉ SOLO
Traiciona el vicio de escribir
aunque libera, a medida que sangro.
Sé que pasarán viejos veranos
en el desierto abrasador, en la llanura.
No estaré solo, las páginas irán
acompañando cada día y cada noche.
El fin del mundo veré cerca,
y nada más importa (nada menos).
Lo escrito duele, vuela, me despoja
de toda la conciencia. Siempre fluyen
el odio y el amor sólo hacia afuera…
sólo hacia afuera.
ES INÚTIL
Tus canciones me dirán que estoy de luto,
que otro ocupó mi lugar, que voy de paso.
Que nada importa ya porque es inútil
dejar que disimule la pasión.
Alguna vez pensé, como un idiota,
que para siempre era cierto,
que lo eterno no es quimera.
Me desprendo del alma y es inútil
sentir, soñar, reír… dar lo mejor.
FARSA Y TRAGEDIA
Vendrá otro cuarto de siglo a la intemperie,
Sodoma y Gomorra siguen cerca.
Ciudades dormidas por pantallas sucias
persiguen luces vanas, sueños truncos.
¿Por qué otra vez repetir esta historia?
¿La farsa, la tragedia y el derroche?
Nunca más seas cómplice de espejos,
salva tu piel de toda aquella angustia.
Huyendo del pudor y de las dagas
nos iremos corriendo, al fin desnudos.
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CENTINELAS
No somos dioses, tampoco centinelas
de la brisa. No estaremos de luto,
ni vencerás las bestias
con los ojos cerrados.
Afuera, otra vez, veo la sangre
como cada diez años. Mi suelo
no pregunta cuánto sacrificio falta,
cuánto tiempo se derrama en las espigas.
MENTIRAS EN EL VIENTO
Trato de ser más que un labrador
en este valle vacío de ternura.
Salgo y entro de lleno en tu recuerdo,
no espero estar seguro de mis dudas.
¿Seremos sólo mentiras en el viento?
Pronto oscurecerá de todas formas
y allí verás qué poco es lo que valgo.
ALMAS CONGELADAS
No es el amor, es la pena.
No es el espíritu, es el alma
y la certeza de ser un condenado.
Todos atienden su instinto,
se pierden en la luz o en la neblina
y en el silencio que oculta aquellas voces.
Tendré mis ojos serenos.
Por cada lágrima suelta
habrá un rebaño de almas congeladas.
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TEXTOS SELECCIONADOS
Por Rolando Revagliatti
Redactor
El chico que no habla es el hijo único de su fallecida única hija, y de su también fallecido yerno. Lo crió ella, viuda, al chico que no habla, su nieto. Es el chico que no habla quien redacta el breve texto que se inicia con: “El chico que no habla es el hijo único de su fallecida…”
***
Huir
Claro que pensó en huir, harta de padecer la torpeza de los golpes de esa especie de marido colérico, de pésimo vino y borbotones de sevicia. También pensó en huir cuando su hijo cayera muerto por una bala perdida, entre los cohetes y petardos detonados por los chicos y adultos del barrio, después de transcurridos veinte minutos del año nuevo.
Pensó. Hasta que dejó de hacerlo. Después de veinte años la vieja sigue, loca, letárgica. Sigue huyendo.
***
Corpulencia
Con semejante físico, es lógico, se da el gustazo de trompear, de vez en cuando, a escogidos cretinos en tren de patoteros. Ha noqueado, por ejemplo, a energúmenos choferes de colectivos. ¿Por qué limitarse a una discusión estéril, pudiendo escarmentarlos? ¡Ha corregido a tantos, elevándolos con naturalidad por sobre su cabeza, agitándolos, hasta hacerles deponer actitudes necias, presuntamente arraigadas! Impuso siempre su corpulencia, y permítaseme enunciarlo así: su preclaro vigor, como factor desmoralizante frente a comportamientos repetitivos de groseros y malintencionados. Ya desde la niñez el admirable Hércules implementó los mentados recursos. Con las mujeres se contiene: se limita a la —también mentada— estéril discusión.
***
En la mira
Linda mina, lindo tipo de hombre, se sienten cómodos en sus cuerpos flacos, debajo de sus abundantes cabelleras, encima de sus principescos pies.
Señor gordo, calvo, con juanetes, desencantado y empuñando una Magnum 44. Apunta (no sin fastidio).
***
Pacto
Alguien-Que-Mereciera-Llamarse-Lulú conoció, sin procurarlo, a La-Muerte-Que-Te-Alcanza, en un crepúsculo del mil setecientos. Importa consignar que, esencialmente, a la primera le disgustó la segunda, mientras que la segunda simpatizó con la primera. Por completo de acuerdo, se arrancaron los ojos.
***
Nimbo
Era enorme y bueno. Trabajaba y residía en un taller mecánico. Entre sus pertenencias figuraban un colchoncito con cotín engrasado como él y unas frazadas asquerosas. Dos gatos dormían a su lado. Cocinaba huevos y sopa y se calentaba mate cocido con una garrafa. A los chicos del barrio les producía curiosidad. Un día, ese hombre que se trasladaba bamboleándose, que sonreía y silbaba, que apretaba con los dientes un toscano, ese hombre de paz, muerto, apareció nimbado, semi-empotrado en un pilar, inapacible, limpio, con alígero nimbo de barniz selenita.
***
Semblanza
Soy lo que soy desde que se murió mi mamá. Me sentía libre al principio, liberado. Me lo merecía. Mientras ella vivía fui un pelagatos. En la gran ciudad. No voy a revelar cuál era mi ocupación. En todo caso, digna. Mientras ella vivió, “el hijo de la sucia” me endilgaban. El eslogan dolía. Y dolía también el otro eslogan: “El hijo del vecino”. En referencia al quiosquero, el solterón de la casa de al lado. Y algo hubo, algo pasó.
En efecto, mi mamá no era propensa a la higiene. No era, tampoco, una mujer dada, que se pudiera decir, comunicativa. Estrictamente, gruñía en ocasiones. Yo le preguntaba: “¿Vino Isabel a buscarme?”: gruñido. “Mamá, ¿me hacés el nudo de la corbata?”: gruñía y me hacía el nudo de la corbata con una pericia deslumbrante. Le comentaba: «Me aumentaron el sueldo”: gruñido. Y le proporcionaba una generosa porción de mis ingresos. Trabajaba yo doble turno y ganaba por ese turno doble el ochenta por ciento de lo que se me abonaba por el turno simple. Y aún me quedaba un ratito para darle algunos besos a mi novia de la infancia, la adorable, la resignada Isabel. Escasas emociones en los primeros treinta años de mi vida.
Ahora soy un trashumante, difusamente melancólico. De Isabel me despedí, apenas después de tomada la ruda resolución de vagabundear. A mi mamá la llevo en el espíritu a donde quiera que me traslade y con quien sea que me junte. Admitan en mi semblanza que la añoro. Tengo para mí que acabaré por hastiarme.
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SELECCIÓN DE POEMAS
Por María Isabel Bugnon
El hombre de la rosa
El hombre de la rosa, a partido de gira por el mundo
Su alma pura como la rosa blanca
Baila en el escenario del cielo
En donde un público especial ha ido a verlo
Y darle la bienvenida
Todo allí es paz, amor y felicidad
El hombre de la rosa se sorprende,
La presentadora del espectáculo es la luna,
Tiene un vestido de luz,
Las estrellas decoran cada rinconcito,
Las tres Marías están sentadas en primera fila,
El lucero con su traje impecable le hace un guiño
A la estrella fugaz que pasa velozmente
Dejando una estela de luz
Los pétalos de la rosa roja caen silenciosamente
Sobre el traje blanco del gitano,
Dejando un aroma suave, como la brisa de la tarde
Que lo vio partir en ese viaje sin retorno.
Cárcel de amor
La imaginación danza en mis pensamientos
El velo de la noche va
Cayendo sobre la blanca hoja
en donde dejo plasmada en tintas de luz,
Las horas, los momentos
Que quisiera compartir contigo.
El dolor quizás es un huésped en tu vida.
Adueñándose de las cenizas del ayer,
Pero allí estoy yo, presente como la lluvia,
queriendo borrar todo aquello.
En esas tardes tristes tomar tu mano, no soltarla,
tu voz se desvanecerá susurrando en mis oídos una dulce melodía.
En las noches desearas tener el calor de mi cuerpo, el sabor de mis labios, dulces como la miel.
Las hojas blancas de este papel me atrapan, surgen de mi mente
imágenes tomadas al azar.
Estoy secuestrada en esta noche en donde alimento una ilusión,
La distancia me duele.
Estoy atrapada en un sueño mágico, en el cual sin querer
tu también estas en esta cárcel de papel blanco.
El hombre ideal
El hombre ideal,
lo quiero amante,
que su mirada tierna,
transparente, cuando
se pose en mí me desnude suavemente.
El hombre ideal,
lo quiero amante,
cuando me abrase me
envuelva en llamas de pasión.
El hombre ideal,
lo quiero amante,
cuando hagamos el amor,
no sentir culpa porque
es solo mío.
El hombre ideal,
lo quiero amante,
encallado en mi cuerpo,
recorriendo mi piel con sus besos.
El hombre ideal,
lo quiero amante,
sentir que mi vientre se agita
acompañando sus movimientos.
El hombre ideal,
lo quiero amante,
beber de su piel el aroma,
de cada noche de amor.
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–Recuerdo–
palabra encarcelada en la suma rígida de sus letras.
No me gustan las cifras pares;
la simplicidad de lo impar
me lleva a calles únicas,
sin dobleces,
con la individualidad
de ser eso,
no más que uno,
o todos,
pero desiguales y extraordinarios.
Y me atrae la suma impar que veo en la –máscara-,
el –brindis-, el –éxtasis-, el –corazón-;
en un –verso- bajo el –túnel- del –fuego-
y en la –magia- del –cenit-.
–Recuerdo– suena a poco;
sosegado y uniforme
entre las muecas casuales,
en el despojo de las causalidades remotas pero ciertas.
Y sobre la foto que nos contiene,
en el borde hipócrita y definitivo
del callado antifaz,
el idioma del –abandono-,
otra palabra par
que se desintegra en el valeroso intento de florecer
bajo las -trece gotas-
puntuales de mi fecha de nacimiento.
Me despojo de mí
y no soy más Teresa,
la del nombre aburrido y par,
soy la –mujer- sin rótulo
que acaba de nacer.
Y ya no se recuerda.
Copyright Teresa Palazzo Conti
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SELECCIÓN DE TEXTOS
Por Leonardo Morgan
LAS VUELTAS DE LA MUERTE Y EL OSITO COMECACA.
Doblando la esquina y haciendo una cómica reverencia, Germán colocó la rosa que llevaba para su madre que cumplía años, sobre los libros que iba abrazando la chica.
Era el ser más bello y delicado que había visto.
Estupefacta, Elvira tomó la rosa y la agradeció, y Germán supo sacarle algo de charla y el teléfono. Feliz, y congratulándose por la rapidez de sus reflejos, regresó sobre sus pasos en procura de otra rosa.
La primera vez quedaron en ir al cine, y Germán cortó unas flores silvestres, pues calculó que entre las dos entradas y el café, no le iba a quedar mucho margen de maniobra.
Elvira insistió en pagar su parte, pero Germán se mostró rotundo; aunque ella accedió bajo la promesa de que en adelante pagarían a medias. Lo justo era justo.
Vieron una película romántica y comieron pizza. Germán consiguió arrebatarle apenas si un piquito, que fue como si le hubiesen firmado un pagaré de futuros besos.
Por entonces Elvira tenía 17 años y Germán 22. Ella nunca había tenido novio, lo que se dice novio, no, pero él, mucho más experimentado, había salido con ya con 3 chicas, aunque sólo tuvo sexo con una, un par de veces. Elvira lo fascinaba. Les escribía poemas en los cuales cantaba su belleza subyugante y la potencia de su amor y de su adoración, que trascendería lo meramente físico, las cosas de este mundo, el tiempo y el espacio.
Pasaron rosas y alfajores, y poemas y tardes de cine y lluvia y bicicletas con pizza, pic nics en la playa y botellas con rollitos de papel dentro con sus nombres envueltos en un corazón y echadas al mar, luego de lo cual, se casaron.
Les iba muy bien en sus respectivas profesiones, vivían en un enorme caserón, y acordaron ser padres, integrar un nuevo ser a sus vidas que recoloreara y reformulara su amor.
Elvira perdió un embarazo y el siguiente. A la tercera vez, como una especie de jugarreta de Dios, parió dos preciosas mellizas y ni 2 años después un varoncito que le hizo un dribling al espiral, porque luego de pasar tantas y tantas noches sin dormir, tuvieron claro que el equipo ya estaba completo.
En ambas oportunidades Germán la cubrió literalmente de rosas blancas y rojas.
Iban siendo razonablemente felices y en ocasiones hasta se salían de los límites.
Saliendo de la consulta del ginecólogo Elvira por poco se convierte en un Squonk, un animal de la mitología que cuando es atrapado se disuelve en lagrimas dentro de la bolsa que lo contiene. Lo que tenía en los genitales no era una simple irritación sino una enfermedad venérea. No podía entenderlo, porque, si bien era cierto que le había bajado un poco la libido con la maternidad y se sentía cansada, jamás había rechazado a su marido cuando la requería. Y a veces era ella quien lo buscaba. La llama no se había apagado.
Germán negó todo de plano, e intentando pasar a la ofensiva soltó un : “¿qué decís?, ¿ estás loca?”, pero cuando se vio acorralado se echó a sus pies y le rogó que lo perdonara. Ya no disfrutaba de su trabajo. Estaba muy estresado. Fue algo ocasional, sin importancia, más le hubiese valido cortarse el pito. Se le acurrucó a su lado en la cama, como un pequeño y pobre osito, desvalido, triste y con frío. Hasta consiguió lloriquear un poco.
Luego trajo una enorme caja de bombones, fueron bombones en lugar de rosas, bombones.
Pasaron los años y aunque aun dolía, a fuerza de no pensar, Elvira consiguió arrancarse la espina.
Y fue que la madre de Germán murió y éste no le perdonó que no hubiese derramado ni una lágrima, aunque más no fuera de compromiso. Con la vieja sostuvieron una cordial hostilidad; era invariablemente impermeable a todo, a las atenciones, al cariño, a la buena voluntad, a todo; aun después de los nietos, ante sus ojos ella seguía siendo una intrusa que en mala hora había aparecido para robarle el amor de su pollito. Incluso la noche que murió, el hijito querido de su corazón tenía proyectado ir a verla, pero Elvira le dijo que había hecho unas pizzas y que fuera a comprar unas cervecitas y que vieran juntos la pelea de Nicolino Locche contra Kid Pambelé. Si hubiese ido a lo de su madre, la habría salvado, y la tendría todavía y por muchos años a su lado, pero a ella justo se le había ocurrido tomar cerveza.
¡Maldita bruja! Le gritó un día que ésta lo sacó de las casillas cuando le dijo que la cena eran unas salchichas y queso, o lo que tuviese ganas de cocinar, que ella había quedado con unas viejas amigas del colegio. Transcurriendo las cosas, lo convirtió en su insulto favorito, pues además de rebajar a la destinataria de su condición de mujer a la de escuerzo del pantano, entrañaba una maldición y un repudio en apenas 2 palabras, que podían girarse renovando su potencia y añadiendo novedad. Bueno y breve. Un hallazgo.
No pasó mucho tiempo hasta que estuvo seguro de que esos accesos de tos que le agarraban en mitad de la noche, eran un truco para molestarlo, para llamar la atención y no dejarlo descansar. Una tos histérica. También se le hizo odiosa la manera que tenía de bambolear el culo al caminar, de cruzar las piernas en el sofá, de agarrar los pocillos de café, de anunciarles a los niños que era hora de ir a la cama y, por sobre todo, cuando se reía. Era como si le filetearan los nervios con una gillette.
Le tiró a la basura, la blusa violeta y la chaquetita roja.
Creía que le proyectaban mala suerte.
El niño se negó a probar el pescado y le abrió la boca de prepo, haciéndole tragar un trozo. Luego estrelló la bandeja con el pescado contra la pared, ¡Para qué cocinás esta mierda si sabés que a nadie le gusta! De ahora en adelante las cosas van a cambiar en esta casa, rugió dando puñetazos sobre la mesa, haciendo saltar los platos y tirando al piso un par de vasos. Los niños lloraron y ella también, pero después, cuando estuvo sola en su cuarto. Germán salió dando un portazo y volvió pasada la medianoche con unas entradas para el teatro, una obra que ella quería ver desde hacía mucho. Para el próximo viernes, porque ellos se habían conocido un viernes. Ya se habían cambiado para salir cuando descubrió que Felix, uno de los caniches, le había meado la rueda delantera del auto. Agarró un gran cuchillo y al perrito de los pelos. Lo sujetó sobre la mesa declamando aparatosamente que iba a cortar a ese perro de mierda en pedazos. Se calmó al ver a los 3 niños llorando y suplicando desesperados.
Otro vez reclamó porque el baño de arriba estaba sucio, o dicho mejor, no lo suficientemente limpio. Elvira le dijo que la chica estaba de franco, y entonces le gritó que suba a limpiarlo inmediatamente, porque a él no le gustaba vivir entre la mugre.
Ella, que no era mujer de amilanarse fácil, le respondió que lo limpiara él, que no estaría mal que diera una mano en la casa de tanto en tanto. Bajó la escalera como una tromba, la sorprendió agarrándola de los pelos y la arrastró escaleras arriba. Intentó meterle la cabeza dentro del inodoro y jalar la cadena. Con la nariz casi tocando el agua consiguió zafar un codo y le acertó justo ahí. Los italianos se le agolparon en la sangre y para desalentarlo en futuras intentonas, lo empujó y cuando lo tuvo en el piso le propinó una fulgurante sucesión de patadas con sus zapatitos rematados en filosa punta, gritándole : ¡Valiente comemierda!
Lo que es justo, es justo.
Cuando se repuso, Germán se fue en silencio y volvió la madrugada del siguiente día. Sobre la cama, a la altura de sus pies le colocó un enorme libro con las obras completas de Van Gogh, una edición realmente incomparable. “Nadie te amará nunca como te he amado, te amo y te amaré yo, Germán”, le había escrito en su interior con su espléndida caligrafía, ganadora de 2 concursos durante la escuela secundaria.
A veces te huele la boca como si hubieses estado comiendo mierda, le dijo Elvira, serenamente, mientras miraban un episodio de la Familia Ingalls por la tele, en espera del plato fuerte, un ciclo de cine arte, que se emitía los jueves. Lo de a veces había sido un cumplido de su parte porque en realidad, el hedor era continuo y penetrante. Había pensado las formas de decírselo sin lastimarlo, pero, ¿a qué tantas consideraciones?, se lo soltó, así, sin más. Germán se limitó a mascullar “maldita bruja”, con la boca llena de maníes salados, tragó y se echó otro puñado.
Luego quien murió fue la madre de Elvira.
Germán, alegando mucho trabajo nisiquiera fue al entierro.
Al padre se le declaró Alzheimer y Elvira quiso tenerlo consigo.
El viejo realmente no molestaba mucho, se quedaba en su cuarto, o jugando con los niños o quieto durante horas mirando la televisión. Incluso si estaba apagada. Un día Elvira lo encontró frente al aparato y le preguntó :- ¿Qué hacés papá?
– Miro una película, por la televisión.
– ¿Y de qué trata la peli?, le preguntó.
– Es una de indios y vaqueros.
Elvira le encendió la tele y se alejó llorando, pero enseguida se recompuso porque su hija Ana la requería para que le explique el método para resolver los problemas de reglas de tres simple.
Durante la cena, Germán dijo desaprensivamente, como si sus hijas de 8 años y el pequeño de 6 y pico, fuesen incapaces de captar sus palabras, que el viejo ya no podía vivir más con ellos porque era una mugre ambulante, un estorbo continuo, y muy nocivo para los niños; que ya tenía todo arreglado con un asilo, donde lo cuidarían, estaría con gente de su edad y en líneas generales lo pasaría muy bien. Zanjando la posibilidad de cualquier posible réplica, Elvira le mostró el reverso del dedo mayor de la mano con los otros 4 recogidos sobre sí mismos, y entonces quiso levantar al viejo de la silla tironeándolo de la mangas del pullóver, diciendo que era eso o que lo sacaría ahora mismo a la calle… y Elvira le partió con mucha naturalidad una botella de buen vino en la cabeza, y cuando estuvo en el piso, se agachó junto a él y le dijo, suavemente, casi en un susurro : -Volvé a tocar a mi viejo que yo te mato.
Lo que es justo, es justo.
Pero Germán no pudo escucharlo pues por algunos segundos perdió el conocimiento.
Lloraban los niños y los perros ladraban. Un mirlo posado en una rama entonó un gorjeo para llamar a las hembras. En la televisión un ama de casa declaraba a gritos su felicidad porque su nueva marca de lavavajillas duraba tres veces más que el anterior. Era un hecho comprobado. Elvira se cortó un dedo recogiendo los vidrios verdes. Le costó parar la hemorragia.
Germán, no se dio por vencido y volvió sobre el tema. Aun llevaba en la cabeza la venda que le pusieron en el hospital. En el transcurso de otra cena que iba discurriendo en armonía familiar y en la que al anciano se le quedó un resto de huevo y zapallitos en la comisura de la boca, descolgándose hacia el mentón, exclamó:–¡Qué puto asco!, ¿cómo se puede cenar así? , y se llevó a los niños a tomar un helado. ¡Y vos lavate los dientes, comemierda valiente! Le gritó lo bastante fuerte como para que lo oyera antes de cerrar la puerta.
Elvira bajó del colectivo que la dejaba a 4 cuadras de su casa, esperaba que el mecánico le entregara alguna vez su auto, pero le encontraba siempre algo nuevo; ella era licenciada en filología hispánica pero el tipo le llevaba ventaja porque también hablaba sánscrito antiguo.
Para colmo le dolía la espalda y estaba lloviznando y la lluvia había dejado de gustarle desde hacía ya mucho. A los pocos pasos distinguió una figura en la otra esquina caminando sin ton ni son, se detenía, se giraba, volvía a girar y daba otros pasitos, era su padre. Bajo el brazo tenía 6 ejemplares del mismo diario. ¡Clara, Clarita mía, por fin viniste! , le dijo, confundiéndola con su madre.
Visualizó todo en un segundo, su marido había sacado a su padre a la calle, como se saca una bolsa de desperdicios. El pobre viejo llevaba toda la ropa mojada. La linda camperita de gamuza que le había regalado cuando cumplió las bodas de oro con su madre se había vuelto de un color marrón oscuro que lindaba con el negro. Un solitario mechón de pelo blanco bajaba por su despoblada frente y le caía en tirabuzón sobre el tabique. Elvira tiró a la acera 5 de los diarios, tomó a su padre del brazo, y fue caminando a paso sostenido hacia su casa.
Las rosas eran seres embusteros, taimados alienígenas invasores provenientes de un planeta hediondo.
Phármakos o de la humana naturaleza.
Timón el mendigo y su perro Timón llegaron hasta las puertas cerradas de Atenas, buscaron un reparo y se acurrucaron uno junto al otro para pasar la noche.
Por la mañana dos guardias muy risueños lo llevaron al templo de Perséfone, donde fue bañado y untado con aceites. Le pusieron una túnica nueva, unas hojas de lauro en las sienes y calzaron sus pies con unas bellas sandalias. Quemaron sus harapos y una larga vara de fresno en la que se apoyaba para caminar.
Lo sentaron a la cabecera de una mesa puesta en la plaza pública y le sirvieron los mejores manjares, carne asada de buey, aves de corral fritas, y tortas de avena con miel y con almendras y le escanciaron vino.
Jamás había comido tanto y tan bueno. Había nacido de madre persa y en cautiverio, y sus patrones decidieron liberarlo cuando ya era un viejo enfermizo que con su trabajo no alcanzaba a pagarse la comida. Desde entonces caminaba hacia donde el viento quisiera llevarlo. No es que le gustara caminar pero hasta ahora no había encontrado una ciudad de la que no lo echaran. Un día se le unió un perro y le llamó “Timón”, el nombre que le habían dado a él, porque no conocía otro. Tampoco entendía lo que hablaban aquellas gentes y ellos tampoco le entendían a él que apenas si sabía algunas pocas palabras en el dialecto corinto de sus antiguos amos. Pero todos fingían gran interés y a veces reían a carcajadas cuando intentaba decir algo, cosa que lo complacía. Jóvenes vestales y mancebos se turnaban para sentarse en su regazo y besarlo en los labios. Timón no entendía lo que estaba pasando pero no se lo preguntó por temor a que algo se rompiera y las cosas volviesen a su estado natural. El vino se le subió a la cabeza y le dio vueltas e intentó cantar, emitiendo unos sonidos guturales, que su perro acompañó ladrando. Una matrona le cruzó la cara con una rama de espino y a un grito, todas las demás hicieron lo propio; con el rostro cubierto de sangre, Timón corrió y todos corrieron detrás de él lentamente y aullando, conduciéndolo hacia las puertas de la ciudad.
Una lanza lo alcanzó en el muslo. Sus perseguidores le dieron tiempo a que se reponga y volvieron a perseguirlo hasta que cruzó las puertas y algo más allá. Le alcanzaron en el otro muslo con un lanzazo tan violento que lo derribó. Intentó incorporarse sobre sus brazos, le vino una arcada y vomitó algo. Al rodearlo, un joven le arrojo a su perro muerto encima. Timón gimió como si una tercera lanza le hubiese atravesado el pecho, apretó contra él a ese saco de huesos y lloró. Era extraño ver a ese hombre curtido por mil soles, con dos matas de pelo blanco en las sienes, llorar emitiendo sonidos que parecían más propios de un bebé que de un anciano; algo que inspiraba piedad o risa, según se mirara. Con los ojos fijos en la primera estrella del crepúsculo y como reclamándole a unos dioses cuya naturaleza ignoraba, Timón lloró. Lloró por su vida de bestia de carga, por los malos tratos, los gritos, los golpes y los latigazos, y por el hambre que cual fiel nodriza lo había acompañado desde sus primeros días. Lloro con una tristeza primigenia, una tristeza madre de todas las tristezas, incluso aquellas alejadas del corto alcance de su entendimiento.
Lisímaco, un niño, entró en pánico y otros niños le imitaron, por lo que Adamarco aplastó la cabeza de Timón con una piedra y éste dejó de llorar y se elevó un aullido festivo y un cántico ritual. Cavaron una enorme fosa y arrojaron allí al hombre y al perro. Los cubrieron y encima quemaron ramas de olivo. Este año la ciudad estaría a resguardo de la peste y de las plagas, y todo hacía prever una buena cosecha, que, por cierto, resultó excelente.
COSAS QUE ME CUENTAN
I-. El Hada Helada.
Aunque noté que desvariaba, la historia del pezón faltante en el seno derecho era demasiado horrible para no ser verdad. La conocí el día anterior a mi bautismo en aguas en una iglesia evangélica. Estaba con mi hijo en un cyber café en San Carlos, un pueblito cercano a Ushuaia. Cuando abrió la puerta, una ráfaga de viento helado entró como un preludio de su belleza. Enseguida hizo onda con Miguel, y se pusieron a despachurrar unos marcianos por el espacio.
Me preguntó si la podía invitar a un café con leche, porque estaba muerta de hambre. La invité a comer pizza. Miguel se encontró con un amigo y juntos volvieron a la casa de su madre.
Después de las cervezas, la llevé a casa y fumamos un joint. Cuando se puso a contar cosas tristes, le dije algunas boludeces y le agarró un ataque de risa, que derivó en llanto y ahí aproveché para besarla. Me dijo que no me iba a gustar, que era un monstruo. La ausencia del pezón impresionaba, sí, pero el resto era tan bello que hasta podía apreciarse como un detalle de singularidad. Fue algo sagrado, algo mágico. Le pedí que se quedara vivir conmigo. La llevaría a la iglesia, Dios nos iba a bendecir. Nos dormimos abrazados y felices. Ella me despertó llamándome musicalmente Annnn dréeeesss, agitando contra mi nariz un petardo chisporroteante que había hallado escondido entre las cosas de mi hijo, a quien le había prohibido que jugara con pirotecnia. Salté de la cama y ella escapó con el petardo que le reventó en la mano y prendió fuego una de las cortinas. Un dedo se le puso como una morcilla. Le metí la mano bajo el agua congelada de la canilla, hice jirones de una toalla y se lo vendé. Y fuimos caminando al hospital, a las 5 de la matina, con varios grados por debajo del cero. Me vino a la mente una frase de un libro de Kerouac, “…así de bien empiezan los peores momentos”, me había dormido en el Paraíso y despertado en el infierno. El infierno helado y blanco. Vino el médico de guardia. Le dio una medicina y le vendó el dedo.
Ella le acariciaba la cara repitiendo: “doctorcito, doctorcito, ¡qué bueno que es usted!”
Hasta ahí, pensaba que bueno, pobre mina, está en estado de shock. Quién sabe cuantas cosas fuleras habría pasado en su vida, y que con amor y buen trato y la ayuda del Señor, todas las heridas, se irían cerrando. Me gustaba mucho esa mujer. Y con ella he sentido lo que jamás he sentido con ninguna otra. –No, no te digo el nombre, ponele el que te de la gana, es una promesa que me hice, no nombrarla jamás. Sé que no tiene mucho sentido, pero hay muchas cosas que no y las seguimos practicando a diario.
Cuando íbamos saliendo, vio a dos policías en el pasillo, y les gritó : -Roña, ¿qué me mirás? ¿Te debo algo yo a vos? ¡Mugre!
Y luego un rosario de insultos de muy bajo calibre, tumberos. A uno lo escupió, y salió corriendo hacia atrás, hacia adentro, como si el hospital fuese un refugio que no pensaba abandonar. La sedaron. Yo caí exhausto en mi cama y se me pasó la hora del bautismo. Por la tarde fui al hospital. La vi caminado sin ton ni son, unos pasos, se detenía y giraba y así. Cuando me vio chilló y se puso a golpear el pecho.
La escena se repitió los dos días siguientes. Una enfermera se me acercó y me dijo :
-Señor , sería mejor que dejara de venir, pues parece que a ella no le ayuda, no le hace bien su presencia. Pero aín volví al tercer día y supe que la trasladaron a Usuahia porque en san Carlos no tenían sala de psiquiatría, apenas si podían sedar a los pacientes. En la pieza de mi hijo hallé todo un arsenal de petardos y bombas de estruendo. Le preparé un buen coscorrón, en cambio, cuando vino ese sábado, le pegué cuatro gritos como cuatro truenos. Después nos fuimos a pescar al lago, pero no pescamos nada y como a las dos horas se puso a nevar.
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Palabras Vanas.
tanta palabra sobra entre estas balas
como sonrisas tontas y espejos
días como este no debieran tener párpados
los dioses turbios como cantos y moscas
en bocas de asedio y cada día
rumores de bandas militares
no quiero esta piel de piedra y mirada oblicua,
ni sonido de tripas este asco de día,
así, definitivo como púrpura y antojo
viendo cosas indebidas de oídos sordos y adobe
destápame los sesos, limpia todo
y los sueños y lo que falta!
cuanta bala entre palabras vanas
días como este no debieran tener párpados!
(Pablo Goldenberg P.)
Santiago de Chile 8 de agosto del 2013
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SELECCIÓN DE POEMAS
Por María del Rosario Alarcón
DESNUDEZ
Me encanta verte desnudo,
o desnudándote.
Me gusta ver lo que sacas,
cuando todos nos ponemos
tapándonos de los miedos.
A contra mano, de todos
no tienes miedo de ver
sonrojado simplemente,
sin tregua y desafiándote.
Me encanta tu desnudez.
Me muestras tus viejos miedos
Y me enseñas a oler
ese perfume de vida
que llevas junto a tu piel.
Me temo,
que hemos sabido,
de antemano, desde el ser
que los dos hallamos nido
desnudándonos….
la piel.
María del Rosario Alarcón
(Derechos reservados)
EL ÚLTIMO
De todos nuestros amaneceres
Me quedo con el último…
encendido.
Me quedo con la ropa en revoltijo,
con tu cuerpo ganándome la cama,
con tu cara, tus mañas
tu risa sin olvido.
Decididamente…
me quedo con el ultimo.
Sobre todo …
porque aun
no ha sucedido.
María del Rosario Alarcón
(Derechos reservados)
BALANCE
Al final prefiero lo vivido.
El deseo
que desnuda,
con mirada sostenida
y encendida.
Prefiero
el tiempo que es impronta
en la memoria.
Prefiero lo vivido,
la vida trajinada o descansada.
El siempre, el nunca, lo soñado
O lo perdido.
Al final prefiero lo sentido
y las marcas del beso
que ha prendido.
Prefiero el amor de ese demonio
que relame el sabor de lo querido
Al final prefiero lo entregado.
María del Rosario Alarcón
(Derechos reservados)
DE MUERTES DE UNA NOCHE
No hay caso, tu espada no corta.
No hay caso, tu espada ni hiere
ni marca
ni mata.
Tu espada, el filo certero
revienta en mil gotas
la sangre que drena
Tu espada, afilada de luces
el arma mortal
deshace las penas.
Tu espada, ritual de maestrías
reduce el todo a nada
en una embestida.
No hay caso, tu espada no mata.
Tajea la noche.
Enciende la fragua.
Desarma la estancia.
Corta las almenas,
que miro lejana.
No hay caso tu espada no mata
Tu espada es profana.
Tu espada es blasfema.
Por eso,
tu espada-palabra,
despacio me quema.
María del Rosario Alarcón
(Derechos reservados)
Cuando abrió su saber
Para Fran, mi hijo, un ser sabio
Y cuando abrió su sabiduría… desgrano palabras al parecer inciertas, llenas de melodías de rondas y de rimas…. sin esfuerzos, trazo respuestas, y dejo que sus palabras
anidaran en cada uno… y que cada uno recibiera su mensaje….
Y cuando abrió su sabiduría…. esto me dejo:
Los espacios
Y los tiempos
se conjugan
en el toque de campanas.
El sonido queda suspendido
como un bálsamo, vivido.
Te recuerda
que vendrá de nuevo
que el tañido tiene un tiempo
que el metal suena y vibra,
llenándolo todo
como un bálsamo en la espera.
Si pudieras
llenar ese espacio de piruetas
y alborotar tu espíritu
cada vez que suenan.
Si pudieras
volar en ese tiempo
y ser águila
esperando el sonido suspendido.
Si pudieras,
sorprenderte desde siempre.
Si pudieras,
llenar el espacio
en bandadas…
Es posible
que tu vuelo marque rutas
deje huellas…
Es posible
que el espacio y el tiempo
se atesoren
y tu vuelo con el vuelo de campanas
se enamoren
Muchos días
María del Rosario Alarcón
(Derechos reservados)
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*LAS RODILLAS DEL MUNDO*
Las rodillas del mundo
tiemblan…
terror de quedar paralizadas
y no volver a caminar.
El príncipe de las tinieblas
ha tomado las riendas
y sigue luchando
aún sin antifaz.
La batalla es despareja
¿Quien se atreverá a pelear
con tan grande enemigo
tan astuto y sagaz?
Se necesitan voluntarios
que se jueguen por la paz.
Despojados de si mismos
desprovistos de maldad
que amen todo lo creado
en bien de la humanidad.
Lastimeros llantos de niños
que perdieron su identidad
hace que tiemblen
«las rodillas del mundo»
clamando a gritos por PAZ.
Libia Beatriz Carciofetti // Argentina
Derechos reservados Nº 452298
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SELECTOS POEMAS
Por Esther González Sánchez
MEMORIA
Cual tren de cercanías
que hilvanara la sombra de los árboles,
recorre la memoria
las raíces que calzan
sandalias de tierra.
Y al tantán de tambores con membranas de aire,
-pálidos de atmósfera como el peso
sumergido de los ríos-
superpone la vida
de la misma forma
en que se añade la luz al sobresalto oscuro
de una farola.
¿Quién al rodar de un pensamiento,
no sienta en sus vagones,
el calor hospedero de otras voces,
que leves merodean o aproximan,
como mieles miedosas?
¿En qué cumbre o meseta
no se adelgaza el frío
con anillos de sol?
Esther González Sánchez
Vigo-España
***
ELLAS, LA METÁFORAS
Como híbridos de amor y soledad
nacieron mis metáforas;
sin yugos y sin nortes,
izadas entre versos
ganados a un naufragio.
A veces las invito a mi escritorio
y acuden a la mesa
con élitros de fuego.
Desconfío que son como los hombres:
que nacen como un himno, como un grito
abandonado al polvo gris del tiempo.
Desnudas y solemnes,
codiciosas y exhaustas.
nuestras vidas discurren paralelas:
del mismo pozo beben
placeres y desdichas.
Esther González Sánchez
Vigo-España
***
MORDIENDO BESOS
Acudo a respirarte bien temprano
y llevo involucrado hasta los dientes,
un tácito disturbio:
Yo voy mordiendo el beso
que lleva la perversa, la dañina,
la que nos dio el oscuro
de cerrar la cintura de tu boca
en la insana razón de conquistarte
y disputar el labio contra labio
viajando hacia la brasa, y el ansia de vivir
como viven las rosas sus púrpuras de asfixia.
Bien sé que esta es tu noche y es la noche mía:
no sé donde encontrarte
ni en qué lugar pedirte
de la sombra enlutada,
y pues no encuentro a ver el cauce de tus ríos,
te detengo en la flor de la glicina
que funde sus fronteras en el aire;
en ellas me regalas
la prisa de los besos, la sal para las nieves,
y hasta la misma mano que ampara los crepúsculos,
TÚ, también me regalas.
Y sin embargo, apenas me conformo:
largo de oscuridad me vence el verbo
de luto intransitivo.
No tengo el corazón de las palabras
y voy ¡Mordiendo un beso!
Esther González Sánchez
Vigo-España
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EL MARAVILLOSO POETA SONETISTA
RODOLFO LEIRO
MI MUERTA
De pronto, la soñé junto a mi lado
con su cuerpo de cálida respuesta,
erótico fervor, clima de fiesta
con un beso de prisma apasionado.
Un sueño me llevaba apresurado
subiendo los peldaños de la cuesta,
mientras la Luna cándida me presta
la mitra de un rosal enamorado.
Me pregunté que lirio solventado
en protos desprendidos del pasado
golpeaba las aldabas de mi puerta,
y al despertar en lúgubre lamento
me supe en los anales del tormento.
¡Mi pecho en el abrazo de mi muerta!
Construido a las 8,45 del
8 de mayo de 2013 para mi Libro
“Colisiones asonantes”
***
EGO
No me colgué del péndulo falsario
con que el ego trafica su prestancia
La misma candidez con que la infancia
se adosa a un corazón de abecedario;
fui andando, flaco vate, presidiario
del verbo erupcionando en la fragancia
y lo llevo conmigo, en cada instancia
que late con mi canto solidario;
de pronto, navegando en el Ontario,
me elevo como un bardo solitario
que llena las besanas con mi nota
y enciendo la farola reluciente.
¡De allí parte mi canto hasta tu frente!
¡Y retorna en el beso que me agota!
Construido a las 9,12 del
14 de mayo de 2013 para mi Libro
“Colisiones asonantes!
***
MERCADER
Mercader de ilusiones, fui sembrando
en el huerto adalid de la utopía,
una suerte de lírica empatía
mientras rueda mi paso empecinando,
vasto emblema de lirios caminando
sobre nube de añil melancolía,
y me transporto, al fin, en sinfonía
de un coro de cóndores volando,
presiento, que feliz, voy transportando
el rostro de los seres que fui amando,
el beso que mi labio, día a día,
con tu boca de novia fue soñando.
¡Es el ayer que torna, traficando,
esa noche de amor que no mentía!
Rodolfo Leiro
11.10.2013
***
ANTES DE PARTIR
¡Es incierto que no me llevo nada!
¡Si me cargo tu piel en mi retina!
¡Crepúsculo del aura que declina!
¡La aurora de mi lírica alborada!
¡El ósculo de aquella madrugada!
¡La fiebre de tu boca cristalina!
¡Dulzura en tu mirada peregrina!
¡Tu seno de imperial enamorada!
¡Susurro de la noche desposada!
¡Tu labio sin rubor en flamarada!
¡Caricias de turgencias en tu mano!
¡Tu voz en un romántico te quiero!
¡Os dejo este soneto de acequiero!
¡Es todo lo que fui de ser humano!
Rodolfo Leiro
***
BARDAL
A la que fue mi esposa,
Nieves Rosa Boudet,
en el día de la madre
Bajo el bardal vetusto que fue amparo
de un pedazo vital de mi aventura,
reaparece, de pronto, tu figura
como en el rudo mar orienta el faro;
aunados los dos, bajo el film claro,
de un reluciente sol, como ternura
que reaviva el amor que no se jura
y de la igual pasión es fiel avaro.
Allí quedaron años no olvidados
como suerte de besos laminados
bajo el humilde techo amanecido.
Nostalgia de los ratos conversados,
estampas de los labios convidados.
De lo mucho, que ayer, hemos querido!
Rodolfo Leiro
20/10/2013
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SELECCIÓN DE TEXTOS
Por Daniel de Cullá
BOB MARLEY Y LOS CHUPAFLORES
Gerineldo me dice que la canción Macarena, hecha por el dúo “Los del Río”: dale a tu cuerpo Macarena, está hecha para abortar, y que ha sido vista en YouTube por unos nueve millones de visitantes; que el Baile del Caballo, de Psy, con casi doce millones de visitas, está hecha para follar, en un mundo global donde sólo se folla en El Cuerno de Africa.
Si esto es bueno, lo que viene a continuación es mucho mejor. Me dice que “ hablando para inter nos, sábete que en muchos ayuntamiento y diputaciones provinciales, chupaderos de Castilla la Nueva y Castilla la Vieja, a la entrada o principio de comenzar un Pleno, los ediles o concejales empiezan por cantar, cantando bien y con facilidad, ese estribillo hoy como ayer de razones, para después raciocinar, rucionar, discurrir metódicamente sobre un asunto exponiendo y recitando una doctrina y refutando, rebuznando, las opiniones contrarias, a veces con disentería, flujo de vientre con pujos y alguna mezcla de mala sangre, no ajustándose al sentir de otro, disecando decretos muertos y soflamas en ficción de palabras para engañar o chasquear y conservarles la apariencia de vivos, con delicadeza nimia, melindre. Decretando con olor a chotuno.
“Hay dos tipos de dictadores: Los impuestos y los elegidos, que son los políticos”, nos cantó Bob Marley. Para seguir diciendo: “Cuántas muertes más serán necesarias para darnos cuenta de que ya han sido demasiadas”; que “el dinero no puede comprar la Vida”; que “el hombre es un Universo en sí mismo”.
Reggae, frases, Pensamientos y… ¡One Love¡, más la letrilla de marras, poéticamente amorosa, festiva o satírica, que se aprende y se canta con brevedad y a manera de estribillo el pensamiento general de ella, es dada a discurrir, reflexiva, meditabunda. Camina, corre por diversas partes y lugares, es global, y, muy especialmente, en tiempo de votaciones chupinas, ñoñas, lacias, o truncas. Es como la pieza fuerte de madera que sirve para regular la presión en la almazara.
Los chotunos, ganado cabrío cuando está mamando hablan a chorretadas, mucho y atropelladamente, andándose con, o en, chupaderitos, con paños calientes, chupando, quitando o consumiendo la hacienda o bienes de uno, en expropiaciones y desahucios, con pretextos y engaños, la cantan. Es esta. Y cantada por Carmen Miranda, sabe a esa lista de excomulgados que se ponía en las puertas de las iglesias y en otros lugares públicos. Un Letrón.
“Mamâe eu quero, mamâe eu quero
Mamâe eu quero mamar¡
Dá a chupeta, da a chupeta, ai, dá a chupeta
Da a chupeta pro bebê nao chorar¡
-Daniel de Cullá
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BUENAMADRE
Gerineldo está en Buenamadre, de la provincia de Salamanca. Está aprendiendo francés con “El francés sin esfuerzo” método Assimil de A. Chével, impreso en septiembre de 1956, y , en su huitiéme leçon (8ª lección), Se carcajea pensando en la caracha, roña, sarpullido en el caracú o tuétano de los huesos de patas de nuestros cuadrúpedos que gobiernan un cadaval, terreno donde quedan en pie muchas cádavas o troncos de árgoma o de tojo chamuscados, barrancas, pozancos y desigualdades. Estamos en cacicazgo, se decía. Oficio y dignidad de cacique y territorio de su gobierno. Y, hablándoles a los grajos, se expresaba: “el nuevo caciquismo es el sistema político que consiste en el gobierno de los caciques, quienes, mediante poderes legales fundados en el sistema político vigente, ejercen de hecho el gobierno del país dirigiendo las elecciones, nombrando los diputados e imponiendo su voluntad a los ministros y a los tontos de capirote que les siguen. El está leyendo:
– 7. Asseyez vous ici, je vous prie
– 8. Merci. Une cigarette?
– 9. Avec plaisir. Alors, que pensez vous de la situation politique?
– 10. Mon Dieu, pas grand chose de bon¡
– 11. Pour moi, la crise ministérielle est inevitable.
Hace poco que estuvo en el Rocío en caravana, con ese conjunto de personas, acémilas y cabalgaduras que viajan juntas en las tierras de Andalucía en busca de la cagada del lagarto santo. Entre tanta muchedumbre, se sentía capeón, novillo que se capea en una sala llena de velas y cirios encendidos con un cadáver expuesto en su túmulo, cual canope, estrella de primera magnitud en la constelación de Argos.
Mientras la nata de la leche o cacuja, resbalaba en el mango de las cucharas, las plañideras, sentadas en cáncanas, especie de banquillos de castigo en las escuelas de niños, recitaban:
– Candil, candilón
– Cuenta las veinte
– Que las veinte son
– Ardid en candil
– Con una imagen
– Y una candileja
– A l a cabecera
– Que está en agonía
– Sobre el hoyo
– Que se hace en la arena
– Para buscar
– Agua potable en cachón
– U ola que se deshace
– En espuma
– Al romper en la playa.
Gerineldo dejaba caer la cera de las velas en un cucurucho de cartón cubierto de lienzo, como el usado por los disciplinantes y nazarenos.
Saliendo al corral, pues en la casa no había baño, en el mismo cucurucho, comenzó a orinar golpeando con el dedo de en medio, apoyándolo con fuerza sobre la yema del pulgar y haciéndole resbalar a lo largo de ella hasta que perdiendo el contacto se disparó. “Como los recortes en la crisis”, pensó. Y Ja Ja Ja.
-Daniel de Cullá
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TEXTOS SELECCIONADOS
POR YOLANDA ELSA SOLÍS MOLINA (NALÓ)
EL MOMENTO
Cuando tus ojos rehuyen mi mirada
y la sombra del hastío esconde
el dolor de mirarnos nuevamente….
Cuando nuestra alegría es tedio
y la sangre se muere en el abrazo
y las cuerdas del alma se silencian….
Es el momento del Adiós.
Cuando en un vuelo de tus párpados
me ocultas el fondo de tus sueños
y el amor en lágrimas se pierde…
Cuando ya el sol no es nuestro abrigo
ni compartimos las estrellas
ni me ilusionan tus caminos….
Es el momento del Adiós.
Cuando la espera es indiferencia
y necesito buscar en lo profundo….
y revivir el amor de lo pasado….
Cuando hay que inventar todos los días
en un rompe-cabeza incomprensible
cómo desear y amar tu compañía
¡ES EL MOMENTO DEL ADIÓS!!!
Yolanda Elsa Solís
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El ruido del silencio
A esta hora, casi al final del día en Barcelona, se van apagando los habituales ruidos de la calle.
Persianas que bajan, interrumpiendo el constante entrar y salir de la gente….
Los corrillos de jóvenes con la perspectiva de una larga noche gracias al feriado de mañana, sustituyen al bullicio de los niños jugando a ser estrellas del Barça. Las callejuelas del Barrio Gótico, son en el día, buenísimas canchas de fútbol, donde con la indulgencia de los automovilistas, practican…Siempre se asoma alguna intolerante vecina al balcón de los geranios, con una actitud de desagrado, a la que los niños, ignoran…
Los nuevos caminantes nocturnos cambian el panorama planeando el botellón de esa noche…evitando las farolas de Gaudí, aumentando el nivel de sus voces, a medida que van destapando botellas…
Ya se retiraron de la Plaza de la Catedral, los circunspectos bailarines de sardana los asistentes a las ferias de anticuarios de los viernes y sábados y también los paseantes de todos los días. En este agosto en que los turistas pasean , comen y beben durante todo el día y la noche para alegría de los comerciantes , cada pieza del paisaje cumple su función. La vecina malhumorada, el mendigo extranjero, y la que todo el día limpió mugres ajenas, serán desde su propia cárcel sin rejas, testigos sin derecho a opinar, a gozar, a vivir. Cada uno de los sin opinión, podrá descansar en el oscuro rincón al que pertenece , mientras los que comen, ríen, roban, bailan y se emborrachan los han relegado.
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POEMAS
Por Ana Romano
Imán
Es desde la cima
que divisa
en su imponencia
el bastión
Abajo
cascada
sigue
Decidida
¿proyecta?
Se rozan
los opuestos
coquetean
La sensualidad
deambula
Frenéticos
los frutos.
Fulgor
Revueltos
en la espuma
en la arena
Revueltos
en la noche
en el cielo
Las sombras
danzan
ruedan
y se agitan
Extendidas
y se tocan
Mascullan cuerpos
y se invaden
Pensativa
la luna
espía
y con recelo.
Esbozo
Sobre la mesa
de un bar
apoyada
una taza blanca
de café
El aroma
acaricia la mirada
ausente
Las manos
aferran la ilusión.
Despertar
Aletargada
por la piedad
y en un hoyo
ridículo
y eso
aunque
el camino
prosigue.
Demencia
Alarido
que amputa
el secreto
Y en la tersura
llaga
¿Qué otra cosa que el semblante
la mueca
agrieta?
El murmullo
acrecienta
las pulsaciones
¿Y quién
-confisca-
los espasmos?
La sábana
invisibiliza
el bisturí.
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EL GRAN BORIS GOLD
LA PRIMAVERA…UN MILAGRO
Angustias y penas materias prohibidas
Se juntan las almas, habrá quién me quiera
Las risas a coro, un haz de esperanzas
Por suerte llegaste…dulce PRIMAVERA.
Abre la ventana, préndete a la vida
Las flores se abren, tras la lluvia ligera
Préstame tus manos, apóyate en mis hombros
Me siento abrazado…por ti PRIMAVERA.
El pájaro canta distinto a otras veces
Hay voces amadas, llamando de afuera
Serán los fantasmas de viejos amores,
Fuiste mi compinche…¿recuerdas PRIMAVERA?
Deseos fervientes de incumplidos sueños
Utopías locas y antiguas quimeras,
De encontrarte un día tras un arco iris
Yo se que el milagro…será en PRIMAVERA.
Que se abran los cielos y de él se desprendan.
Tormentas de dichas y una añorada espera,
Que no existan odios y la paz prevalezca
Vendrán buenas nuevas…en la PRIMAVERA
Boris Gold (simplemente…un poeta)
***
“SOY FELIZ…TENGO UN AMIGO»
Repiquetear de campanas
que la música no cese,
el festejo bien lo vale
pues se ha hecho realidad,
hoy la alegría se impone
es el día señalado,
agradezcamos al cielo
por la bendita…AMISTAD.
Que la gente se convoque
desde el fondo de sus almas,
y los tiernos todos juntos
nos contagien su bondad,
quedarán en el olvido
los deseos no cumplidos,
busco consuelo y amparo
bajo tu sombra…AMISTAD.
Te presto hermano mi hombro
y caminemos el mundo,
así podremos sin dudas
derrotar la soledad,
sembraremos buenas ondas
hablaremos de esperanzas,
que la meta ambicionada
sea honrar…a la amistad.
Que la noche se ilumine
con mil estrellas brillando,
las luciérnagas amigas
volarán en libertad,
habrá música en el aire
y poetas que nos digan,
que la vida siempre es bella
si la abriga…la AMISTAD.
Tengamos siempre presente
como materias pendientes,
luchar a brazo partido
para borrar la maldad,
una mano solidaria
al que caído se encuentra,
es una antorcha encendida
que nos habla…de AMISTAD.
Las aguas llegan cansadas
para dormirse en la playa,
trayendo sueños lejanos
que me duelen cual castigo,
pero ya pagué con creces
esos tiempos de borrasca,
el presente es la dicha
tengo a mi lado…UN AMIGO.
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POEMAS SELECTOS
Por Moshenga VIII Cabanillas Pérez
ANGUSTIAS DE UN VERSO
Como empezar de la nada
Versos aromáticos que resulten púrpuras
Que destrocen el sigilo incoherente
Con el caudal de la noche
Y que escriban en las pupilas de los mares
La tinta adherida de los murales
Que nacieron del odre De letras
Y tímpanos de resaca
Antes que ensordezca la existencia
Del espanto de este mundo
Para volverse más añeja.
¡Poesía!
Como elevar las burbujas de las diosas profundas
En esencia de cortezas y almíbar
Si me atrapa el ayuno de tus hostias
Los símbolos cuneiformes del silencio
Aplastándome Hasta volverme Amasijo y fango.
¡Poesía!
Como Le digo al cartero del abismo
Que reparte los glifos rupestres
Las elegías de los siglos en cada ruleta del camino
Donde se sofoca el tiempo enardecido
Volviéndome tatuaje de granito
Novicio e incendio de poeta.
¡Poesía!
Como De un testamento sonámbulo
Que despierta del aullido de un cura pétreo
Que sentencia idos que atrapan dilemas
Tan sólo por su nimbo
Marcan la sentencia y el mito…
Porque se me escapa el verso adicto
y epiléptico de mis sueños fieros
Al vestirse de luto en el velo de este tránsito
Dejando en el papel nupcial
El calor abstracto
Los Signos de la expiación
Que laten en las rocas
Con alma anafiláctica
Con calma vehemente de un día
en que volví a navegar
La angustia dogmática
Clavada en la duda
Para poder invocar
Que es Poesía…
Y respondo
Es la angustia de un verso
Que busca en el absurdo
Su propia contemplación.
(De Poéticas, Lima – 2010)
TE ESCRIBO.
Te escribo sin saber si estos reglones han de llegar a ti
Con infinidad de ilusiones,
Oh si es una búsqueda incesante
Que mantiene ésta mi esperanza.
Te escribo también porque sé que no volveré a verte
Y si ahora que aún estoy libre no te dedico estos versos
Tendría esa culpa por no corresponder a tus sueños intranquilos
Por eso te lo dedico…
A expensas de que en éste vasto frío
Tu rechazo me dé fuerzas para inspirarme en mi largo viaje,
Y sentir en tu amor desconocido hubiese sido antes mío,
Pues son permanentes las horas de ésta espera
Imagínate si fuesen meses o abrumadores años
Oh mil noches de desengaños
Por eso aprovecho para expresar de mis ansias
Este dolor incesante que no lo sana nada
Menos la soledad de estos pensamientos crepusculares
Oh la ausencia de estos pasos descoloridos que te buscan.
Son tuyos éstos comentarios
Que cualquier mujer envidiaría
Son tuyos porque nacieron de tu causa
Y yo te los escribí para decirte de este amor,
Aunque sea tarde
Y quede atrapada mi vida en el olvido de tu estela
Por ofrecerte este simple ramo de mí pecho
Y me priven pronto de la libertad de verte.
Por eso quisiera dedicarte antes que el sueño me atrape
Y tú ya no me recuerdes ni siquiera con el devenir de tu mirada.
Por eso te escribo…
VAGABUNDO
Que las ideas vengan como avalanchas y los ríos incandescentes sean purificados por el mar…
Debo inventar que no existo
Y que el éxodo que me arranca de mi tierra
No concluye
Y que pronto volveré.
Pero cuando regrese
No seré ya de éste lugar
Ni del tiempo sus errores que perdonen
mis pensamientos ungidos de anhelos
No soy de aquí Tampoco de allá
Soy el extranjero que vaga junto al polvo
que machaca mi incertidumbre
Un extraño entre las siluetas de otros extraños
Que danzan en el vapor
Buscando ser formas de un mar que se esfuma
Mientras trato de alcanzar las olas embravecidas que me devuelvan mis sueños
Las esquinas de apacibles y viejas conversaciones
Las noches de húmedos llantos
Y golpeteos de aldaba llamando a la puerta
Buscando el amor
Soy un conspicuo vagabundo que busca
el remedio en el pasado
Para poder volver a ella
Con las ideas familiares
Y no despertar mañana
Como ayer.
ANTES DE AYER SE FUE ANTES QUE CAIGA LA NOCHE
Ayer dejé de escribir este pensamiento envuelto de ocasos
ayer vi latir el sol en el horizonte
ayer decidí ser poeta entre la bruma rojiza de la tarde
ayer me aprisiono el olvido en esas interminables horas de seda
cuando dibuje tu nombre sin sentido
ayer me llevó la parte más preciada de mi vida
antes de ayer se fue antes que caiga la noche
y yo me quede desojando los días que compartimos
y yo me quede desojando los días que vendrán por tu ausencia.
LÁNGUIDO
Esa razón intensa de pensar en mi olvido
Una extraña palidez
Que me contradice
Y me sincero en la torsión extraída de un sueño
Mi hambre
Mi sed de vivir
Cual crepitante latido que rompe el silencio del bosque
Cansado de escuchar las mismas consonantes
En los senderos simples de la ciudad.
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37º NÚMERO DE LA REVISTA LITERARIA.pdf
37º NÚMERO DE LA REVISTA LITERARIA
DIGITAL MENSUAL
NEVANDO EN LA GUINEA
NºLXXXI desde inicios/05-07-2013
EDITORIAL LXXXI
La novela
Coincide el 50 aniversario de la publicación de Rayuela de Julio Cortázar con la aparición de un ensayo de Luís Goytisolo, Naturaleza de la novela, último premio Anagrama de ensayo, y que nos devuelve al viejo debate, un tanto absurdo, del futuro de la novela como género. Hay incluso quien prevé el fin de la literatura, ensombrecida por nuevos formatos digitales que amenazan, dicen, la capacidad lectora y de comprensión, peligro tal vez cierto, aunque no nos lo creamos del todo, porque lo que tememos de verdad son los catastróficos planes y programas educativos que aplican los gobiernos que están bajando el nivel de los estudiantes y que parecen no desear ciudadanos, sino mero consumidores compulsivos en una cultura del espectáculo.
Decimos que el debate sobre el futuro de la novela es absurdo por recurrente y repetitivo. Los tiempos y las formas cambian, pero persiste el deseo de narrar, de contar historias. Y mientras exista este deseo, no somos fatalistas. En este sentido, no creemos que la literatura –la novela- esté en gran riesgo de desaparecer. Sin embargo, puede parecer que ya no se publican las grandes novelas de otras épocas, que la literatura, al mercantilizarse, sólo deja espacio a best-sellers y a relatos de laboratorio. Pero sobre todo, reconocemos, da miedo la pérdida de referencias culturales que existe hoy, el descenso del nivel educativo que se produce en muchos países, la banalización de la cultura mientras la literatura, la reflexión y el debate se circunscriben a élites más y más alejadas de la población. Pero existe también otro peligro: las nuevas tecnologías permiten un exceso de información que puede asfixiar la comprensión por ese mismo efecto.
Julio Cortázar fue ejemplo de lo contrario de todo lo antes referido, en su momento se leyó con verdadera pasión y para muchos de nosotros fueron determinantes sus relatos en nuestro aprendizaje literario, pero sobre todo en el deleite como lectores de una narrativa emocional y expresiva. Contaba historias, lo que es básico cuando hablamos de literatura, la piedra angular sobre la que se sustenta este artefacto que es la literatura y que nos permite pensar que, con mayor o menor éxito, con más o menos fortuna, que perdurará porque resulta necesaria para la humanidad. No hay pueblo ni cultura sin relatos, sin la necesidad de contar, y por tanto sin la existencia de la novela.
Aunque dicho esto, repetimos que nos preocupa la pérdida de calidad, la desorientación en el ámbito de la cultura y, ya mencionada, la caída en picado de la educación, algo que resulta básico para la comprensión del mundo. Esto es lo que da miedo, lo que nos empuja a no poco pesimismo, no el futuro de la novela.
No tenemos ninguna varita mágica para darle la vuelta a la realidad. No queremos caer en discursos milenaristas ni catastrofistas, sabemos que la literatura seguirá existiendo y caben todas luces nuevos formatos y nuevas narrativas. Pero hemos de exigir a las editoriales un compromiso de seriedad y que no caigan en la mercantilización de la cultura.
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NOSTALGIA Y CALMA ANDARIEGA
Por Cecilio Olivero Muñoz
LOS LIBROS IMPOSIBLES
Yo quisiera escribir Biblias apócrifas en papiros,
cuentos sesgados por el misterio profundo
de las cosas de la vida,
yo quisiera escribir poemarios imposibles
y epitafios que claman a los cielos.
Escribir por ejemplo un epitafio
que diga: -Cuidaos de los vivos,
por su codicia me dejaron muerto.
Escribir por ejemplo,
una biografía novelada que descifre metáforas
ocultas en las canciones de Camarón,
escribir tal vez la dicotomía eterna
sobre el amor imposible de luna y de sol.
Escribir sobre naufragios en los hogares,
en los hogares de gente corriente.
Escribir sobre desmesuras en familias bien,
demasiada tinta roja ha corrido ya,
escribir por si acaso sobre las catástrofes
agazapadas en las palmas de las manos,
escribir el porqué de los hombres
que se tiran a la bebida,
¿quién sabe qué cruz portearán todavía?
Escribir también canciones que no sonarán
jamás de los jamases, escribir y escribir,
según dice Gabriel Zaid: -demasiados escritores
para tan pocos lectores, demasiados libros,
escribir el libro imposible es soledad,
escribir, quizá, el soneto perfecto,
ese, que de hermoso no tenemos ni la idea.
Ese que de hermoso rezume de vida fractal.
***
HIJOS DEL INSTANTE
Tengo tantas cosas que decir y a la vez tantas razones por las que callar, que no me queda otra que conformarme, eso, antes de que me llamen resentido, megalómano o soberbio, no me queda otra que luchar por lo que no siento, si lo hiciera al contrario tendría a los que más quiero en contra, y eso acabaría conmigo. Existe tanta gente que vive en una contradicción que podrían hablar del revés y caminar como los cangrejos, no me importa lo que diga la gente, me importa lo que piensen los que de verdad me quieren.
***
Hay gente que denomina a otros hipócritas, pero yo no los llamaría así; una, por respeto, y otra, por que les entiendo, simplemente se cuidan, y los que los llaman hipócritas desconocen lo que cuesta muchas veces cuidarse. Cierto es que hay muchas clases de hipocresía, pero la que se ejerce para cuidarse es digna, es admirable y es muestra de una inteligencia y fuerza emocional que los déspotas que les llaman hipócritas debieran aprender de ellos.
***
Conozco ciegos que quisieran ser sordos, y he conocido sordos que hubieran preferido ser ciegos. Conozco a hipócritas que dicen la verdad en broma, y a hombres sinceros que mienten en serio, los dos pretenden cuidar y cuidarse, o todo lo contrario. Conozco a listos que se hacen los tontos, y a tontos que se creen muy listos, también conozco a guapos que quieren ser guapos, y a feos que envidian a los guapos, pero también hay guapos que quisieran pasar desapercibidos como feos, estos, son guapos y bellos, por que existen los guapos y los bellos, los bellos no necesariamente han de ser guapos, pero no son feos. Yo, a medida que pasa el tiempo, cada vez me conozco menos, quizá tenga que empezar a cuestionarme lo que soy. Yo quisiera volver a la inocencia pero con la conciencia que tengo ahora del pasado.
***
Sube el coste de la vida, de la cultura, de los artículos de consumo, de los alimentos de primera necesidad. En los países desarrollados no es de extrañar que los indios se suiciden, y los mestizos acaben con depresión nerviosa. Conocí a alguien una vez que no sabía lo que era la depresión o la ansiedad, cuando conoció el país, o uno de los países donde la diagnostican a diario ya fue demasiado tarde. Con la crisis el índice de delincuencia se dispara, por eso las gentes con lo necesario para vivir tienen miedo de salir y cuando lo hacen siempre van con el dinero justo, cuando contemplamos los naufragios en los hogares vemos una luz que nos consuela, es duro, sí, y da mucho asco comprobar que te alegras de no ser tú la víctima del bombardeo de miseria, te alegras y tu conciencia a la vez te devuelve una sucia arcada, una arcada de asco, por que la miseria y la mugre corre silenciosa en lugares aledaños, nos alegramos de no pisar nuestra mierda, pero lo más triste de todo y lo que más miedo da es que somos espectadores de las tragedias en el mapa mundi mientras comemos la plegaria apestosa del fracasado. Y admiramos al ganador como reflejo inalcanzable de las promesas que lanzamos al mar, lo que la gente creo que parece no sospechar es que el ganador también atufa su derrota en la zona solitaria que nadie ha visto. Ganar o perder son espejismos.
***
SÉ DE OTRO LUGAR EN LA TIERRA
Tanto en Oriente como en Occidente, tanto en el oeste como en el este, tanto en el hemisferio sur como en el hemisferio norte, se preguntan qué habrá allá, o qué habrá allí, tras las transparentes muselinas de la televisión que se disfrazan para la solemnidad del muro de opacas fronteras, ¿qué habrá allá? Tras la cruz esquizofrénica que separa del estío y del invierno, qué habrá tras ese sur que desnuda a la luz y fecunda de sol nuestro sueño, quizá ocurra el pequeño milagro, que nos salve del seco tedio en las rutinas, qué pequeño milagro dudamos y nos brilla en la ilusión que desconocemos, quizá otro lugar, allá en la cáscara del horizonte que nos tapa la esperanza nueva habrá templada agua dulce celebrando en borrachera la libertad, qué frontera brillará más que la nuestra, yo sé a ciencia cierta, que allí en las barriadas olvidadas está la alegría de los hombres y las mujeres brindando por su noche compartida, yo sé que la fiesta está allá lejos, lo sé, por que veo sus luces de carnaval reflejadas en las montañas y en los mares, yo aquí en mi hogar en soledad, con el patrimonio yermo que perdió su dicha fresca, sé que allí en el otro lado del mundo están bailando la criolla canción del cimarrón alegre, están brotando las orquídeas en la selva, junto a los shipibos, sé que en Huancahuasi rezuma el cholo bebiendo chicha jora, rezuma dando tumbos entre su libertad de cóndor, conozco las risas de los guarabíes cucumando y de colibríes mojándose con la chela en las gargantas que gritan de risa ciega, sé que allí son pobres, ¿pobres? pero disponen de toda la alegría que emerge del oro sumergido desde los galeones enterrados en el mar, aquellos galeones se llevaron nada, sé que en realidad son ricos, sé que esto que parece vida no es vida, sé que aquí salimos del tedio con migajas, sé que nos conformamos con fútbol los domingos y con los toros alguna tarde, sé que aquí vertemos nuestra leve agonía en el reloj humillado de las sirenas de las fábricas, sé que hay otro mundo que se ha tragado todo el sol en la fiesta, sé que allá lejos existen risas brotadas en los asados, en las polladas, en las cajas chinas; existen brindis que crujen de armonía, sé que esto es un país rico, pero que de rico nada tiene, sé que allí se celebran las tragedias de los pobres con el ánimo perpetrado por la esperanza preñada. Sé que existe otro lugar donde la alegría y la tristeza es la de todos.
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Amistad
Vi que se enderezaba, irguió la espalda y luego fijó la vista en mí. Se quedó quieta y me observó apenas unos segundos, mientras que yo, a cierta distancia, avanzaba hacia la casa a paso lento. Observé que se acercó entonces a la ventana y dijo algo que no llegué a escuchar, aún estaba lo bastante lejos para que no me alcanzara su voz, pero deduje que anunciaba mi llegada. Volvió al punto donde había estado un momento antes, allí donde crecían algunas de sus plantas preferidas. Al instante llegué a la verja de entrada. Ismael me esperaba en el zaguán del edificio. Ella me dirigió un hola que intentó contener toda la amabilidad de la que podía hacer gala. El amigo inoportuno, debió de pensar. Hola, le dije con exagerada alegría, tal vez hubiera en mí, me di cuenta casi al instante, una más que evidente intencionalidad de molestar, aunque quise creer que era en el fondo por completo involuntaria, y crucé el estrecho jardín delantero de la casa, el que daba a la discreta calle de una zona de casas bajas y señoriales de un barrio adinerado pero exento casi del exhibicionismo de nuevo rico por desgracia tan en boga en nuestros días. Sin duda, ella, la alemana le llamaban ya antes de que yo la conociera, había impuesto ese tono comedido al matrimonio. Si por él fuera, todo adquiriría un aspecto bien distinto, uno más neoclásico con tendencia kitch a la opulencia sureña de los años dorados del esclavismo. Porque Ismael era así, un despilfarrador que gastaba a manos llenas, el menos mirado de los consumistas que pueblan nuestro mundo consumista. Por suerte para él, ella contraponía a su tendencia derrochadora una severa austeridad en la familia digna del más rígido calvinismo suizo, que este debía ser en realidad su procedencia, la de un país que convertía las sedes de los bancos más opulentos del planeta en meras sucursales bancarias de línea circunspecta y sencilla.
−Vamos a la biblioteca. –le anunció Ismael a su esposa. Vano anuncio, siempre nos resguardábamos allí.
Apenas levantó la cabeza para mirarnos un instante y asentar en un gesto levemente visible, como si aquello no fuera con ella, mientras nosotros entrábamos en la casa y nos perdíamos por entre los vericuetos del pasillo. Barrunté lo que estaría pensando la amable y concisa esposa, seguramente que hablaríamos de vaguedades literarias, nos deleitaríamos con los poetas que tanto nos gustaban y al final yo le pediría a su marido algo dinero para llegar a final de mes. No sería la primera vez, era cierto, que nuestros encuentros transcurrían más o menos en ese orden. Pero tampoco tenía por ello que mostrar todo aquel recelo que delataba su no poca animadversión. Aun cuando sabía por Ismael que a ella no le desagradaba lo que yo escribía, él me aseguró más de una vez que me tenía por el mejor de los escritores que rondaban la casa y la compañía de su marido, que se emocionaba aunque no lo reconociese con algunos de mis relatos más poéticos, detestaba mi modo de vivir, incluso mi carácter, y en su opinión si yo no tenía donde caerme muerto, era por mi culpa, mi sola culpa, así lo creía ella y con frecuencia se lo decía a Ismael, y él me lo repetía a mí palabra por palabra, porque con mi talento, afirmaba ella, no sé si con mucho convencimiento, tendría que vivir sin dificultades, y si no con opulencia, sí al menos con comodidad, y si no era así era porque lo mío, lo mío como problema, estaba plenamente convencida de ello, respondía a una cuestión de personalidad, lo que significaba, por decirlo de un modo más subjetivo, que yo le caía mal, no le gustaba mi carácter, mi forma de ser, no se fiaba de mí, y seguro que seguiría a pies puntillas, de conocerla, la opinión de un antiguo profesor mío que invitaba a nunca conocer a autores cuyos libros gustaran para evitar decepciones y que de este modo se nublara la satisfacción por la obra, al fin y al cabo lo que importaba de un escritor. Sin duda para ella no cabían excusas de mal perdedor, que no le fueran con cuentos del origen social y todo eso, o que no le contaran historias tortuosas de familias castradoras, como si su amado maridito, pensaba yo cuando sentía sus reproches, se hubiera ganado su fortuna con el sudor de su frente, haciéndose a sí mismo con tesón y heroicidad, y no con la herencia por partida doble de su padre, accionista minoritario, y su tío viudo, sin hijos, fundador y accionista mayoritario de la principal fábrica de zapatos que había en aquellos parajes.
Pero me daba igual lo que ella pensara, había superado el primer trance, su control: ambos sabíamos que una de las pocas cosas que nunca podría impedir era coartar las visitas de aquellos estrafalarios amigos de su marido, entre los que me hallaba. Eso me permitía frecuentes entradas a la enorme casa, la excelente aportación de la esposa a la fortuna familiar, casa que apenas escapaba, sin ser desorbitadamente lujosa, de la sobriedad que ella imponía, la contradecía incluso, para beneficio del marido y de su troupe, y a la que yo entraba, sí, cuando quería, por ejemplo aquella tarde, y de este modo avanzar por el pasillo hacia la biblioteca, un enorme salón con vistas a la parte de atrás de la casa, construida ésta por su abuelo paterno, un alemán que llegó hacía casi cien años a la ciudad para vivir de negocios que creía yo turbios, no sabría decir por qué, y del que ella había heredado no sólo una cierta fortuna en propiedades, también un apellido impronunciable y el sobrenombre de la alemana. El salón, amplio y luminoso, estaba ocupado por miles de libros que eran la afición de Ismael. No en vano se pasaba buena parte del día leyendo, poseía una cultura más que notable y el que no hubiera tenido que forjarse un destino, la fábrica se la encontró montada y en plena expansión, le permitió una vida cómoda en la que apenas se ocupaba del negocio de los zapatos, contaba para ello con un esmerado y fiel administrador, heredado junto al negocio y que le aportó a su vez un heredero en el puesto cuando la edad ya no le permitió seguir en el mismo, lo que le daba alas a mi amigo para que su despacho en las instalaciones fabriles deviniera una extensión de su biblioteca y en él leía sin descanso y sólo paraba un rato para firmar documentos o revisar cuentas e informes que apenas le entretenían de su principal actividad.
Nos sentamos frente a frente y me miró con su amplia sonrisa autosuficiente. Has escrito algo interesante, me preguntó. En eso estoy, justifiqué sin dar muchos más detalles, no por modestia, sino porque la semana la había pasado sobre todo intentando mantenerme con alguna clase y unas pocas traducciones que me permitieran pagar el alquiler. En realidad, yo odiaba ese estereotipo de escritor empobrecido que lo sacrificaba todo por la literatura en que me había convertido. En el fondo le daba la razón a la alemana, si yo vivía como vivía, a salto de mata y sin un chavo, era porque no había sabido afrontar la vida, porque me había equivocado en una sucesión de decisiones mal tomadas y que me habían llevado a dar tumbos, algo que me producía no poca insatisfacción. Suponía y temía ya, a esa altura de mi vida, que me iba a resultar difícil cambiar, por no decir imposible. Curiosamente, desde su posición, Ismael no veía mi vida como el reflejo de un cierto fracaso, sino que envidiaba lo que consideraba mi libertad creativa. «Libertad creativa», me repetía una y otra vez intentando saber yo lo que significaba en realidad. Escribía, sí, había publicado algunos libros que nadie leía salvo un puñado de personas próximas, pero ni de lejos me sentía a gusto conmigo mismo. La vida se me hacía extraña, ajena por completo a mí. Alguna vez le contaba a Ismael mis cuitas, pero él me reprendía de inmediato.
−Mírame a mí –me dijo aquella misma tarde, cuando comencé a apuntarle mis quejas ante la vida−-, atrapado por las obligaciones burguesas, llevando una vida que no me corresponde.
Te la cambio. Una y mil veces estuve tentado en proponérselo y de nuevo lo pensé. Si a él no le satisfacía la vida que llevaba, podíamos intercambiarlas, por mí encantado. Pero no le dije nada, como siempre, tampoco era cuestión de mantenerme en el tema ni de insistir en esa retahíla de quejas permanentes en que solía sucumbir con harto frecuencia. Miré a mi alrededor y no pude evitar la curiosidad.
−¿Alguna novedad?
Sonrió como un niño a quien recién le habían entregado un preciado presente. Se levantó y se dirigió a la estantería junto a la puerta, allí donde colocaba durante algún tiempo, antes de archivarlos, los libros adquiridos. Me lo acercó y antes de tenerlo yo entre mis manos reconocí la reproducción del manuscrito Voynich, un libro que le había obsesionado durante mucho tiempo. Aficionado a los libros y a las ciencias naturales, aquel manuscrito misterioso reunía todo lo que él valoraba y atraía. La copia que me mostró era muy buena. Hojeé parte de las 240 páginas y me detuve en los dibujos de las plantas y las figuras.
−Se lo pedí a Araute, el editor –me contó-, que envió a uno de sus especialistas a Yale, que es donde está el original.
−La copia es perfecta –no pude menos que reconocer, sólo la calidad del papel grueso indicaba que el volumen era moderno.
Aquel extraño manuscrito le había interesado desde hacía tiempo. Algo había en él que resultaba insondable, tal vez que no nos hallábamos ante un misterio al uso que invitaba a las mentes más fabuladoras a la senda de lo esotérico, sino que se trataba de un texto a todas luces real, escrito en una lengua desconocida, pero no por ello inexistente. Ismael podía pasarse horas hablando del asunto y en cierto modo yo envidiaba aquella pasión. Vale, Ismael se lo podía costear, tenía la vida resuelta, era feliz, mi vida resultaba a todas luces la contrapartida, como el negativo de su existencia. Pero me sentía culpable, era lo que yo tenía que pagar en cada aduana de la vida, y aquella herida se agrandaba mientras veía a Ismael recorrer con la mirada los recovecos de la copia.
Me hizo recordar que desde hacía tiempo le daba una y mil veces a la idea de la vida, de su sentido, de su realización. Me preguntaba si cada uno forjábamos nuestras existencias o nos dejábamos llevar. Ismael por ejemplo, me dije, nunca se había esforzado por nada, se dejaba llevar y todo parecía sucederse de forma automática en él, la empresa, la fortuna personal, aquella mujer que le hacía de contrapeso a sus tendencias caóticas. Él, sin embargo, afirmaba ansiar otra vida, la mía por ejemplo, que de atractivo no tenía nada en absoluto.
−Eres feliz –le pregunté entonces de sopetón, a bocajarro. Él levantó la vista de la copia y me miró extrañado.
−Que si soy feliz… -repitió, como aturdido.
Para mí, no cabía otra respuesta posible. Él miraba hacia el amplio jardín interior, observó las plantas cuidadas por su esposa, su amada esposa, la primera y única mujer de quien se enamoró, que aceptó ser su compañera, amiga y amante. Debió de pensar en la fábrica, esa empresa que le convertía en portador de una historia familiar. Recordaría todos los libros leídos. Para mí la respuesta resultaba más que evidente. Él, sin embargo, guardó silencio, se levantó, se acercó a la ventana y miró hacia fuera, como buscando algo, alguna respuesta.
−Qué pregunta es esa… –afirmó mirándome, los ojos encendidos no sé si por la rabia, una cierta decepción vital o por la más profunda de las penas.
Me sentí completamente desolado. Como perdido. Comenzaba la semipenumbra en una lenta anochecida otoñal.
−Necesito un favor –opté por cambiar radicalmente de tema-, un préstamo, estoy sin un chavo.
−Sin problema –me dijo sin tener que pensárselo apenas. Y esperamos, no sé por qué motivo, entre vaguedades sobre libros y autores, a que se hiciera totalmente de noche.
Juan A. Herrero Díez
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MICRO-FICCIONES
(primera entrega)
Por Rolando Revagliatti
Redactor
El chico que no habla es el hijo único de su fallecida única hija, y de su también fallecido yerno. Lo crió ella, viuda, al chico que no habla, su nieto. Es el chico que no habla quien redacta el breve texto que se inicia con: “El chico que no habla es el hijo único de su fallecida…”
***
Huir
Claro que pensó en huir, harta de padecer la torpeza de los golpes de esa especie de marido colérico, de pésimo vino y borbotones de sevicia. También pensó en huir cuando su hijo cayera muerto por una bala perdida, entre los cohetes y petardos detonados por los chicos y adultos del barrio, después de transcurridos veinte minutos del año nuevo.
Pensó. Hasta que dejó de hacerlo. Después de veinte años la vieja sigue, loca, letárgica. Sigue huyendo.
***
Corpulencia
Con semejante físico, es lógico, se da el gustazo de trompear, de vez en cuando, a escogidos cretinos en tren de patoteros. Ha noqueado, por ejemplo, a energúmenos choferes de colectivos. ¿Por qué limitarse a una discusión estéril, pudiendo escarmentarlos? ¡Ha corregido a tantos, elevándolos con naturalidad por sobre su cabeza, agitándolos, hasta hacerles deponer actitudes necias, presuntamente arraigadas! Impuso siempre su corpulencia, y permítaseme enunciarlo así: su preclaro vigor, como factor desmoralizante frente a comportamientos repetitivos de groseros y malintencionados. Ya desde la niñez el admirable Hércules implementó los mentados recursos. Con las mujeres se contiene: se limita a la —también mentada— estéril discusión.
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CAMINITO
Una sombra a lo lejos serás,
Una sombra lo mismo que yo….
(1926) Gabino Coria Peñaloza y Juan de Dios Filiberto
Bajo los sueños que lo años minan
recorre mi memoria el caminito,
que mis pasos rolaron como un rito
de logros que caducan y se finan;
primer amor, el beso, se confinan
en promesas nevadas por el mito
de consumir las horas, como lito,
que se nervan y fácticos declinan.
Mirar aquel ayer, hoy me lastiman,
como luces y duelos que se enciman
desde glosas del ciclo adolescente:
Ya en los pasos postreros de mi suerte,
caminito querido, vuelvo a verte,
como un paisaje azul sobre mi frente.
Lito: de litar, hacer un sacrificio.
construido a las 9,59 del 16 de abril de 2013
para mi Libro
“Colisiones asonantes”
Rodolfo Leiro
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CERRAR LOS OJOS
Cerrar los ojos para poblarse de Universo,
para apagar la voz que enmudece el brillo de los pájaros;
descender hasta el color de la memoria
y zozobrar en el espejo de la tarde indefectiblemente nuestra.
Llueve
Nos humedece el dialecto del encuentro.
Esther González Sánchez
Vigo – España
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SELECCIÓN DE POEMAS
Por Gonzalo Salesky
MUJER
Mujer alada,
vuelvo a soñarte,
pensando que puedes sacarme del duelo.
Creo que no sufres la crueldad del tiempo.
¿Sabes de mi lucha?
¿Sabes de esta vida turbia y sin afanes?
Debes escuchar los sueños del hombre,
tienes que saber cuál fue la verdad.
Vivo el mismo lado de tu eternidad,
con el corazón, carne sin alma,
mezcla de vacío y esperanza.
Latiendo mucho más de lo que sueña,
hoy parte, galopando en tu meseta.
VUELA
Vive sin pensar en la muerte.
Trata de vivir intentando.
Sueña, sin soñar lo que temes.
Vuela, sin mirar los fracasos,
sin más red que tus sueños.
Sacando tu alma fuera,
creciendo con las lágrimas,
dando gracias a Dios por tanta vida.
PROMESAS
Desprendiendo ataduras con el tiempo
saludaré de frente a la marea.
Extinguiré el incendio de tus labios,
profanaré mi tumba y tu silueta.
¿Te escaparás de mi, como otras veces?
¿Me dejarás soñar con tu ironía?
Sé que muy pronto saldrás, será tan fácil
como volver al punto de partida.
SOPLO
Un soplo te dio vida,
la manzana prohibida te alejó
de lo que siempre debió ser sólo tuyo.
Todo se cae, tarde o temprano,
todo es desvelo.
Insomnio,
secreto a voces,
distancia,
mar de preguntas.
Todo es verdad,
nadie te espera,
nada te vale vivir para los otros.
Hoy sólo queda el agua destinada
a lavar culpas,
a ser fina llovizna.
TREGUA
Tu deliciosa penumbra,
tus secretos,
tu espíritu radiante de mí.
La ausencia de fantasmas,
mi perdón,
deseos que de a poco ven mi trampa.
Le pediré una tregua a mi silencio,
a las cenizas de más.
Ya no me sigas,
hemos crecido.
Puedo dejar que vueles pero no,
no alcanza el tiempo.
PRONTO
La vida sin fantasmas,
el temblor de todo lo anunciado.
El soplo eterno,
la ansiedad,
la hora difícil.
El hambre,
nostalgia de otra época.
Empecinado en recordar lo que no olvido,
lo que nunca supe dar,
lo que no importa.
Pienso que todo va a morir,
sé que es muy pronto
para admitir la derrota del sol.
UN MITO MÁS
Mirando hacia atrás,
quizá el futuro se parezca
a un mito más,
a profecías enteras.
Sin motivos que me llenen
veo la luna marchitarse entre sombras.
¿De qué vale ser distancia? No es tu dios
quien recorre los pétalos de noche.
No es la brisa quien me llama,
no es tu voz la que grita
en medio del desierto.
No es el tiempo
quien le gana al reloj.
ALETEO
Dejo en tu vientre mi dolor,
el paso infame
de lo que siempre costó. Verte tan libre
me hace odiar un poco más al viento.
A tu aleteo sonoro,
a tu espejismo,
a tus preguntas.
Debes saber
qué triste es la verdad que no libera,
qué sueños son aquellos que persigues,
qué dulce es el puñal que todo acaba.
UN SOLO DIOS
Una mácula,
extinta de pecado,
salva tu voz.
Salva tu alma,
salvó tu piel de toda aquella angustia.
No queda nada, al fin,
si me detengo a pensar en otros brazos.
Hay un solo mediodía en el verano,
hay una sola luna,
un solo Dios.
No puedes romper estas cadenas
sin vacilar ni tejer la nostalgia
por el pasado.
Por la hiel,
por el milagro,
por los íconos viejos,
por el sol.
LLOVIZNA
Imágenes tenues de llovizna
se asoman al palacio.
El cielo parece reclamar
a cada ángel perdido y encontrado.
¿No ves que el sol está mintiendo?
¿No escuchas los halcones dorados?
¿Otro verano pasará sin llevarnos?
¿A qué le temes? Soy sólo un espejismo.
EL PESO DE TU CRUZ
Una isla a oscuras en medio del desierto
ataca mi vida y mis pecados.
El recuerdo y el temor de ser tan poco
me ganarán, no sé dónde encontrarlos.
La oscura realidad, la sangre muerta
agitan todo el peso de tu cruz.
LA BOCA Y EL ALMA
Vivo recordando
la nostalgia fugaz de tu belleza.
La noche absurda,
tu inocencia.
El caudal pretérito del odio,
tu ironía,
tu rubor
ante cada mañana repetida.
El faro del pecado, instinto inútil.
Tu perfume,
tus besos,
la humedad.
La década infame de locura
y el calor que compartimos
hoy y ayer,
ayer y siempre,
nunca tan solos.
Los primeros toques de la muerte,
las arrugas,
los sueños viejos,
causas perdidas de aquellas libertades
que hoy no persigo.
Que dejan secos la boca y el alma,
resabios del amor desperdiciado.
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YO TE COMPARO
Yo te comparo,
Juventud, te comparo
al arroyo que sube del naciente
en el goce de huellas que ya no son de nadie
creciendo a la extensión de estambres juveniles
y declaradas rosas de vientres de milagro.
No pude ocultarme entre tus broches
y atrás quedó
mi temperatura
entre tus manos
para traerme en grave, devastada
ceremonia, a una íntima verbena
en delgadez de olivas,
-estrato de mi tiempo más reciente-
y también te comparo
a una resurrección
de brisas atrapadas
en pozos de agua dulce
donde se lavan sales
y el sabor de lo triste y lo vacío
o al goce de savia renovada
que en dunas del tiempo
empadrona el color de sus verbenas.
Esther González Sánchez
Vigo – España
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SELECCIÓN DE TEXTOS
Por Leonardo Morgan
MICROORGANISMOS.
Verónica Beatriz Viterbo al final de un pasillo largo. El tiempo le había pasado por entrambos costados en una doble caricia, estaba idéntica al primer instante en que la vio, cuando la había amado para siempre, allá por los aciagos años de la escuela secundaria. Dios existía, y venía revelársele ahora, en esta encrucijada.
Llegó hasta ella que sentada tras un mostrador, anotaba algo en una planilla; en el bolsillo superior del guardapolvo blanco tenía bordadas en celeste las iniciales VBV, cuando levantó la vista le dijo sorprendida y radiante:- ¡Uy qué hacés vos acá!
Venía a pedir turno para internarse de frente a una operación sencilla del corazón. Consiguió que los saludos derivaran en un café veloz. Le confesó que lo había tenido enamoradísimo y ella rió sorprendida, eran tan niños entonces.
Un inmenso campo verde y húmedo se abrió de pronto. Todo quedaba lanzado en suspensión hacia mediados de la semana que viene, a él lo operaban el martes, tendría unos cortos días de convalecencia, y la cena sería, podría ser, el otro jueves, a confirmar.
Entró al quirófano bailando de felicidad, pero algo se complicó con la anestesia. Una luz apareció en un túnel y fue flotando plácidamente hacia ella, Jesucristo le dio una palmada de energía nueva en la espalda y todo se hizo aún más ligero: vio a amigos y seres queridos que habían abandonado la Tierra hacía ya mucho, entre ellos perros, gatos y un canario llamado Caruso, que el nonno le había regalado cuando niño y que ahora volaba en espirales amarillo fosforecentes en torno a su cuerpo. Festejaban su venida. En cada instante sintió más plenas a La Luz y a la Bella Verdad. Era Bienvenido.
Una voz lanzó un dardo:—“Verónica Beatriz Viterbo” y detuvo su marcha en seco. Luego la oscuridad y La Tierra.
Abrió los ojos : tenía cita con Beatriz el jueves. Dos enfermeras y un doctor lo miraban. Por fin, dijo el doctor. Había estado unos cuantos segundos clínicamente muerto.
Verónica Beatriz entró apurada a la habitación todavía limpiándose la boca con una servilleta de papel, debía ser su minuto del almuerzo;-¡Qué susto que nos diste, Allan! Le dijo sonriendo. Entre sus dientes vio enredada una carlanga, un trozo de acelga negriverde, un mensajero que le anunciaba implacablemente que, una vez más, había tomado la decisión equivocada.
MARE TENEBRARUM
Llegó al barco bajándose de otro barco, y como en los puertos no se hacen preguntas, lo único que se sabía de él era que era koreano, porque cuando alguien le gritaba “¡eh chino!” respondía “Korea, no China”. Comía en un rincón, apartado del resto, y si sabía algo de castellano, no parecía interesado en ejercitarlo. Se deslizaba entre sus compañeros como las sombras por debajo de las puertas, suave e imperceptible. Fileteaba el pescado con una velocidad que nadie había visto jamás. Parecía que nunca en la vida hubiese hecho otra cosa y que no tuviera más ambiciones que estar allí, en ese momento y haciendo eso. Sin darle aviso, 2 de los fileteros más rápidos, le jugaron una carrera, y en dos horas les sacó 3 cajones de ventaja.
Argentina y Korea del Sur se enfrentaron en un partido de fútbol en el último mundial. Durante el festejo de un gol, uno de los marineros lo sacudió desde atrás como si lo estuviera follando, y gritando enajenado “¡Korea, koreíta, te hicimos la colita!” le mordisqueó una oreja , y el koreano le clavó en el cuello un tenedor que aguardaba por ahí, entre los restos de un almuerzo sin recoger.
Bajaron al marinero en Puerto Madryn. A duras penas habían coseguido pararle la hemorragia a “Mosqueta”, un personaje jodón y bastante apreciado por sus compañeros. Esto no contribuyó a la popularidad del koreano. La tripulación le propinó un escarmiento. Las primeras ocurrencias fueron el colocar trozos de excremento en sus zapatos o bajo la funda de su almohada. La escalada fue continua; y sin embargo, el koreano soportaba todo; era un buda inalterable y fileteador de pescado.
Una tarde en que el viento soplaba parejo, bajaron un bote a desenredar una red y un cabo se cortó y los 4 marineros cayeron al agua. Antes de pisar la cubierta, uno de ellos reparó en el koreano que estaba ayudando en el salvataje, y bramó “ ¡con razón, si es este chino de mierda que nos trae mala suerte!” Desde ese momento: cualquier desperfecto mecánico, cualquier contrariedad, si la pesca era escasa o el tiempo taimado, todo era culpa del chino. Del chino maldito. Y fue que en medio de una apasionante partida de truco, se averió un generador y todo quedó a oscuras. La pequeña silueta del koreano que entraba en el comedor, se recortó en el marco de la puerta. Fue la gota final. Se le abalanzaron y lo golpearon, y a la una, a las dos, y a las tres, lo tiraron a las heladas aguas del Atlántico Sur. Si alguien no estuvo de acuerdo, acató silenciosamente el dictamen de la mayoría. Entre alaridos risueños y escupitajos, contemplaron complacidos cómo su pequeña cabeza que se alejaba para siempre bajo la luz de la luna plena, iba quedando bajo el nivel del mar. Luego irrumpieron en su camarote, abriendo la puerta de una patada que hizo saltar un candadito y apilaron sobre cubierta sus escasas pertenencias. Todos rugieron de risa cuando Charly exhibía como un trofeo, un cepillo de dientes amarillo, con el que simulaba bañarse, frotándose aquí y allá. Tiraron su radio al mar, diciendo “ andate a bailar con los pescados, chino yeta”. Les daba risa que tuviera jabón o una máquina de afeitar descartable. Les daba risa que usara calzoncillos y que tuviera una media con dos agujeros, y unos libros, una versión koreana del I-King y una biografía de Johan Sebastian Bach. Como si el objeto de furia se encontrara allí, apalearon a una remera que el coreano usaba mucho y que tenía la inscripción “Enjoy California.” Uno a uno sus efectos personales fueron maltratados y meados, antes de ser apilados sobre la superficie líquida, que poco tardó en tragárselo todo. Un marinero sustrajo de la vista del resto, la fotografía de una mujer, con algunos ideogramas escritos en el reverso, algo amarillo por la humedad del tiempo. La utilizó para inspirarse en sus masturbaciones, y en la última, tuvo buen cuidado de acabarle sobre el rostro. Vació un vaso de ginebra y se puso a mirarla fijamente a los ojos a través del esperma y en su imaginación
vio una especie de medusa o monstruo marino, que le desató una risita. Después de cenar la rompió en trozos muy pequeños, observándolos flotar sobre las pesadas ondas de un mar de alquitrán. “Andate con el chino, china puta!” le dijo. El humo de su cigarrillo se confundió con el silencio melancólico de la noche. Mañana llegarían a Ushuaia, compraría unas botellas de whisky, un perfume para la gorda y la computadora que les había prometido a los pibes. Escala en Río Gallegos, luego 3 días más pegando la vuelta… y qué bueno, después de tanto tiempo, por fin nuevamente en el hogar.
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SELECCIÓN DE TEXTOS
Por Boris Gold
Y FUE EN EL PAÍS DE TRULALÁ
Hoy veinte de Julio del año dos mil cuatrocientos diez, será sin duda alguna una fecha que quedará grabada, en la mente de todos los habitantes del gran país de TRULALÁ.
Y no es para menos, dejaron de ser un lugar en el mapa sin tener historia, a descubrir que tenían una digna de conocer.
Y no solamente se pueden sentir orgullosos por haber culminado con éxito este descubrimiento, sino también por la forma en que denodadamente ha trabajado el equipo de antropólogos, que solamente se han tomado un respiro al ver culminado lo que se habían propuesto.
Luego de infinidad de excavaciones fallidas y cuando la moral del equipo se encontraba bastante deprimida, fue que descubrieron esa cueva que pasaba bastante desapercibida por cierto.
En ella descubrieron lo que siempre buscaron con tanto ahínco, un sin fin de elementos que ayudarán a poner sobre el tapete, los pormenores de la trayectoria, desarrollo, decadencia y desaparición de nuestros ancestros.
Entre los objetos hallados, alfarería, ornamentos religiosos y huesos humanos el panorama a estudiar se presentaba sin problemas, lo único complicado eran las escrituras de los documentos que estaban escritos en el idioma de la época.
Pero esto no fue impedimento para que los especialistas en grafología antigua, redoblaran los esfuerzos para llegar de alguna manera, a desentrañar el contenido de dichos escritos.
Y así con paciencia y esmero sacaron a la luz la forma de vida y costumbres de la antigua TRULALÁ.
Así nos enteramos que la casta dominante de aquellos tiempos eran los KAKAKÁ, gente autoritaria acostumbrada a comprar voluntades y a no aceptar opiniones distintas a las de ellos, los seguían como grupo numeroso los ASCÓS, individuos con serios problemas estomacales, pues con solo ver a los que no pensaban como ellos vomitaban.
Esto último será prioritariamente tema de estudio, por los científicos especializados en civilizaciones antiguas.
Los estudiosos del tema especulan con la teoría de que TRULALÁ en sus comienzos contaba con riquezas incalculables, pero cada rey que gobernaba venía con la consigna de haber tenido un contacto con DIOS y que este solucionaría cualquier problema que podía acontecerle al reino.
Así eran las cosas, el desgobierno era proverbial y si a eso le agregamos que un nuevo y numeroso grupo de gente.se había acoplado a esta suerte de ruleta rusa en que se había convertido el reino, el panorama presagiaba un porvenir complicado.
Los OKUPATEROS, así se hacían llamar, estos se dedicaban a tomar las chozas de otros y a ocuparlas, sin interesarles de quién eran, e importándoles muy poco lo que pensaran los demás.
Mientras tanto la encargada de gobernar en ese momento era la reina PRISTINA (la elegida) y ella seguía al pié de la letra lo que su equipo de notables le indicaba, en especial la del jefe de todos ellos.
Un ex esclavo que supo a fuerzas de artimañas y mentiras envolver a todos, pero en especial a la reina PRISTINA, dicho individuo era un personaje que por el color negro de su piel lo llamaban el MORENO.
A medida que el tiempo pasaba y el descontento del pueblo era mayor, también el caudal de obsecuentes y alcahuetes iba en aumento, eso si, a costa de prebendas repartidas por encargados de tal fin.
Guiándose siempre por lo que pudieron descifrar en los escritos hallados, llegamos a una época oscura en la cual no hay vestigios de lo que haya pasado.
Después de este paréntesis y siguiendo el hilo de la investigación, hubo por fin entre los investigadores el momento más feliz, por las expectativas que tenían por ese tema, que era saber con certeza el triste final del reino de PRISTINA (la elegida).
Hoy se sabe a ciencia cierta que hubo una horrible epidemia, culpable al fin de ir matando a todos los habitantes del reino.
Puestos los huesos hallados en las avanzadas máquinas con que cuentan nuestras universidades y luego de someros estudios, se llego a saber con exactitud (no es tan así) lo que originó la desaparición de todo el pueblo.
Por supuesto que las discusiones fueron arduas y las controversias no faltaron, pues no se ponían de acuerdo en cuanto al origen del problema y esto ya pasó a ser un misterio.
Algunos se inclinaron a creer que fue la peste negra tan común en la época, la que se encargó de la matanza, otros opinaban que alimentos en descomposición habían originado una gran infección generalizada que se encargó del resto.
Pero lo más raro era lo que pensaba la mayoría, ellos estaban de acuerdo que el gran culpable de todo fue: UNA TREMENDA EPIDEMIA DE MENTIRAS, CAUSANTE DE LA DEGRADACIÓN DE LA MENTE Y ESPIRITU DE TODOS LOS POBLADORES, ESTO ES LO QUE MÁS SE ACERCA A LA VERDAD…PUES EL COROLARIO DE ESTA ENFERMEDAD ES POR DEMÁS CONOCIDA.
EPÍLOGO
SE COMPROBÓ FEHACIENTEMENTE QUE LAS PREBENDAS Y LA COMPRA DE VOLUNTADES, ES UN CAMINO LLENO DE BACHES, POR CONSIGUIENTE LLEGAR A UN FINAL FELIZ DE ESA MANERA….¡ES UN SUICIDIO!
***
Y SIEMPRE…ADELANTE
A veces viene a mi mente
Y una sonrisa me aflora,
Cuando me acuerdo de ella
Chica mal de casa bien,
Compungida me dijiste
No quiero dar el mal paso,
Me tragué todos tus sapos
Y este último…también,
Bajabas los ojos cohibida
Si yo quería besarte,
Si hablábamos de hurgar cuevitas
Eso no lo permite el Señor,
A lo sumo de la mano
Como dos buenos creyentes,
Y yo andaba más caliente
Que el verano…en Ecuador,
Me decías que las chicas
Que se precian de decentes,
No se andan manoseando
Sin pasar por el civil,
La cuestión que pasó el tiempo
Yo sin mojar la vainilla,
Dejaré de ser salame
El día…del perejíl.
Ahora nada me importa
Si la fulana es chapita,
Seguidora de rajaputra
O es adicta al bombón,
Si su peso es mas de treinta
Y tiene lo que hace falta,
Soy un indio en pie de guerra
Abrazado… a mi cañón.
Que lástima haber perdido
El tiempo con tanta milonga,
Muy lejos está el cielo
Y yo no he de llegar,
Entonces viva la joda
Con ganas y poca ropa,
Y si esa es la consigna
El piolín…quiero envasar.
Si total al otro barrio
Nos vamos cuando Dios quiere,
En bolas y sin documentos
Calladitos y sin chistar,
Por eso antes que llegue
Tiremos manteca al techo,
Apuntando hacia delante
Sin descuidar…al de atrás.
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POEMAS
Por Ana Romano
CUÑA
La matanza
coagula
El quejido
secciona
El soporte aflige
escarba
amputa
Inocula
-estéril
roto
perplejo-
autonomía.
CAUTIVO
Se sacude inquieto
aletea
Aun agobiado
se rebela
Mientras lo acordonan
en el intento de
aplastarlo
chilla
hiende
rasguña
Dispuesto
a salir (se)
además gime.
AÑORANZA
Asomada al recuerdo
emerge
tu
figura soberbia
autoritaria
desprotegida
En aridez
sembraste
diminutas semillas
La muñeca impávida
detecta
cómo llega la muerte
Despido
en cuanto salpica
un hálito de destellos.
DESCARTABLE
Arrastra
marginado
el cuerpo
La búsqueda
devuelve
miseria
El viento
entumece
¿Prosigue?
desnudo
Las ruedas pesan
e insiste
El hambre
traspasa su sombra
Sueña
con una frazada.
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*Amaba las rosas*
Desde que desperté a la vida, me fascinó ese ramillete de pétalos
conformando un pimpollo para unirse a la vida de un tallo.
A medida que se abría, su perfume embriagaba mis paredes internas.
y me encantaba ver sobre cada rosa las gotas de rocío, perlas cristalinas
que hacían de cada una de ellas una joya finísima.
Siempre había una rosa, que me invitaba a ser cortada, para regalar
a mi maestra, con un papel transparente y un moño de seda blanco
que era el toque acabado de mi presente…
Adornaron mesas, estantes, fueron detalles que llevé a casa de amigas
cuando fui de visita.
Fueron «ese» toque de estilo que mandé enviar en ocasiones «importantes»
Hoy me cubre una gramilla bien cuidada y verde…
En un precioso recipiente de cristal, nunca faltan rosas de todos colores
¡SIEMPRE FRESCAS! Pero yo…
ya no puedo oler su perfume…
*Las flores en vida, hermanos/as*
Libia Beatriz Carciofetti // Argentina
Derechos reservados Nº 452298
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SIMBIOSIS
Mi intimidad con la tristeza es tanta,
que sólo los colores la interpretan
que la noche y el viento no se espantan
que las ramas y el sol, también la aceptan
Esa ausencia de ruidos que penetra
los umbríos follajes de las sombras
que detrás de los párpados inventan
siluetas imprecisas, mares, olas….
Ese dorado púrpura azulado
que juega por los techos en la noche
cuando el insomnio creador y alado
descubre entre las sombras, las razones….
destroza el arco iris y recrea
sueños disparatados de los grillos
habitantes ignotos de malezas
submundo del afán, la paz, el sino…
¡Y el silencio acaricia los oídos
y el alma queda desvaída y sola,
se pierde entre las hojas y los nidos
mientras se duermen las palomas… ¡!
Yolanda Solís Molina
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36º NÚMERO DE LA REVISTA LITERARIA.pdf
36º NÚMERO DE LA REVISTA LITERARIA
DIGITAL MENSUAL
NEVANDO EN LA GUINEA
NºLXXX desde inicios/03-06-2013
EDITORIAL LXXX
La riqueza de las lenguas
Se presenta estos días el documental «La Fuerza de Babel», de Anna Solé Mena, una reflexión sobre los idiomas, su riqueza y los beneficios que supone su conocimiento tanto para las personas en particular como para las sociedades en general. En el mundo son muchas y muy variadas las lenguas que se hablan, y las facilidades tecnológicas y la mayor rapidez con que nos podemos mover y comunicar ha facilitado sin duda el conocimiento, el intercambio y la comprensión entre los hablantes de los diferentes idiomas.
Los movimientos migratorios, provocados en gran medida por la pobreza, la persecución y la necesidad de cambiar de región, de país, incluso de continente, poseen no obstante su lado positivo: la posibilidad de convivencia entre personas de culturas distintas y lenguas diferentes. Siempre ha habido convivencia de este tipo, pero en los últimos lustros este proceso se ha acelerado.
No siempre es, sin embargo, fácil la convivencia: hay que ponerse de acuerdo sobre muchas cuestiones de la cotidianidad. Además existe la reacción contraria, la de quienes lanzan consignas en contra de esa convivencia y rechazan al diferente. Viene de lejos. En Europa Occidental el proceso de construcción nacional conllevó la utilización de las lenguas como instrumento de homogenización. Un Estado, se pensó, es de difícil gobernanza cuando dentro de sus fronteras persisten las diferencias. La solución: un solo pueblo, una sola religión, una sola cultura, una única lengua. Fue un principio que se exportó. Por suerte, esta premisa no se logró imponer, son muy pocos los países que no contengan en sus suelos diversidad cultural y lingüística. No obstante, en muchos países la lengua sigue siendo un instrumento político, un arma arrojadiza que flaco favor hace a la cultura.
Porque es un tema que incide abiertamente en la cultura. La poesía, la narrativa, el cine o el teatro no se podrían entender sin los idiomas. Son la materia prima con que se construye la obra literaria. Por tanto, la persona que los cultive debe ser sensible a la riqueza lingüística. En este sentido, Miguel de Unamuno llegó a decir que cualquier habitante de España o de Portugal no podría ser considerado un hombre culto sin una mínima sensibilidad hacia los idiomas que se hablaban en la Península. Lo podemos extender a todo el mundo, sobre todo en un momento en que todos los idiomas parecen hablarse en todas partes.
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CON LAS COSAS DE COMER
NO SE JUEGA
Por Cecilio Olivero Muñoz
CRISPADOS COMENSALES
Apartaba la grasa
del magro de mi canción,
cantó cien veces el gallo con el regusto
de un caldo de gallina,
repitió mil veces monja
para acabar siendo jamón,
para combatir su culpa y su dolor
se leyó el prospecto
de la tableta de aspirina,
me comió con pan y vino
y cocinó con brasas mi corazón,
me hizo las entrañas anticucho
que se come sin pagar propina,
me dijo que ella siempre
o casi siempre nombró
al pan pan, y al vino vino,
siempre ha sido mujer de tradición
y que eso del vermut
es mera pamplina, de tapeo
destapan en terrazas la traición,
lo único que ocurre
es que mi afición
no me da para pitanzas
en carne viva,
si confundes un soneto
con una canción
confundirás al semen con la leche,
y al caldo de cultivo
con el esputo de mi saliva.
Si confundes mi mirada
con la lata y el tambor
confundirás también mi erre que erre
con mi bocanada,
o al sufrimiento del marisco
cuando lo guisan en vida.
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NO SOY CARNE DE AUTODEFINIDO
Cuando comprendas mi dolor
mi lucidez no será ni azar, ni naipe, ni lotería,
Cuando comprendas mi dolor
la noche opaca será mi luz de travesía,
Cuando comprendas mi dolor
diré a mi sensatez quién no me fía,
Cuando comprendas mi temor
la mentira herida de verdad se vestiría,
Cuando comprendas mi temor
no tendrá más miedo esa tarde tan fría,
Cuando comprendas mi temor
las cosas simples no serán monotonía,
Cuando comprendas mi corazón
florecerá como amanece seguro el día,
Cuando comprendas mi corazón
no habrá rabias que aten a tu alegría,
Cuando comprendas mi corazón
no caeré en marañas de melancolía,
Cuando comprendas esta canción
de tal guerra ciega brotará la melodía
que hace al hombre de noble corazón
vestigio de sueño de justicia y calma mía,
Cuando comprendas mi tardía razón
comprenderás que en el amor la culpa
nunca ha sido mía ni tampoco suya,
la culpa la tiene siempre la sinrazón
que de desgaste hinca rastro de hipocresía,
por que crees que no duele la ficción
y crees que el dolor rezuma solo de poesía.
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Los poetas y los músicos se parecen
−Los poetas y los músicos se parecen.
Le miramos a la espera de que continuara su inevitable disertación con que a todas luces nos iba regalar un buen rato de pedante aburrimiento. Pero se mantuvo curiosamente callado. Por una vez no iba a sermonearnos con unas de sus largas peroratas eruditas, académicas y siempre tan ilustradas, como nos tenía acostumbrado, y que a mí, como a muchos otros, me resultaban plomizas, sobre todo porque estaban fuera de lugar. Por qué lo has traído, le había preguntado una hora antes a Raquel cuando los vi aparecer por la puerta, aunque la respuesta era previsible, no pude evitarlo, me dijo, al fin y al cabo es mi director de tesis. Y un pesado, pensé. Me insistió además, añadió segundos después, no sin aparente y compungida resignación, aunque su pretendida justificación no me resultaba muy creíble.
−¿En qué se parecen? –preguntó alguien. No puedo precisar quién. Las miradas seguían fijas en el profesor. Tuve para mí las respuestas posibles: las matemáticas, el pensamiento abstracto o la capacidad para distanciarse de lo físico. Por el contrario, se mantuvo callado, sumido en sus propios pensamientos. Le hice un gesto a Raquel que entendió de inmediato: qué le pasa. Ella me respondió levantando los hombros y las manos: no lo sé.
De repente se levantó y nos anunció su partida. Me tengo que marchar, afirmó sin más. Recogió su abrigo que había dejado en una de las habitaciones cercanas y se fue. Nadie lo intentó evitar ni dijo nada para que reconsiderara su decisión. En el fondo, a nadie le caía demasiado bien: el profesor Brauliensa, hasta el apellido pecaba de engreimiento, era uno de esos tipos que todos invitaban más bien por interés. No es que cayera mal, pero resultaba pedante y en ocasiones, no pocas, cargante con su tendencia a poner en todo momento los puntos sobre las íes y decir siempre la última palabra. Por otro lado, no es que se tratara de uno de esos eruditos a la violeta, nada más lejos, ni tampoco era uno de esos ignorantes con pretensiones siempre tan en boga en los círculos culturales. Realmente sabía de lo que hablaba, era leído, preciso y agudo, lo reconocíamos todos, pero algo había en él que nos echaba para atrás. Y algunos respiramos tranquilos al verlo abandonar aquella velada.
Al día siguiente Raquel me llamó temprano con la voz temblorosa. Qué ha pasado, le pregunté asustado. La noticia me dejó pálido: el profesor Brauliensa, titubeó apenas unos segundos, lo han encontrado muerto. El ruido de la lluvia al golpear la ventana de mi cuarto se hizo de pronto más patente.
−¿Muerto?
−Asesinado.
Salté de la cama de un salto para recibir la resumida información que me transmitía Raquel. Lo habían hallado cerca de su casa con tres disparos. Alguien le esperaba, me dijo. De inmediato, a tenor de las últimas palabras el día anterior en la fiesta, pensé en un poeta o en un músico. No puedo hablar de los músicos, pero de los poetas sí, son seres rencorosos y vengativos, lo sé por experiencia: ser hijo de poeta laureado me convierte en un experto en semejante fauna humana. No es momento para bromear, me advirtió Raquel, a quien debí de repetir en voz alta lo que acababa de pensar sobre los poetas. Además me he quedado sin director de tesis, añadió con voz amarga. Casi me emocionó su repentina y profunda sensibilidad humana, algo que se le había pegado a todas luces de él.
Me preparé lo más rápido posible y me fui al café Atlántico, lugar de encuentro universitario y cenáculo imprescindible para conocer los entresijos de la institución. Ni que decir tiene que no se hablaba de otra cosa. A tenor de los comentarios, no ambicionaba ya nada más allá del puesto que ocupaba. Tampoco tenía enemigos, siempre se había concentrado en sus temas y no destacó por ser ni un arribista ni un competidor desleal. Raquel llegó al poco tiempo y me comentó que la noticia había impresionado a todo el departamento de literatura comparada. Debió de leerme el pensamiento cuando comentó que tampoco había motivos para asesinarlo. Me anunció que debíamos pasar por comisaría, había una lista de personas a quienes querían entrevistar, nadie es sospechoso, me anunció que le comentó el policía con quien habló, es un mero trámite.
Fuimos por la tarde. Nos recibió un comisario, Iñigo Murgaín, un hombre mayor de aspecto triste y formal. Cuando me presenté en su despacho y le dije mi nombre se me quedó mirando con curiosidad.
−Es familiar del poeta –me preguntó.
−Soy su hijo –respondí.
−Lo admiro mucho –me comentó−, he leído toda su obra.
Evité sonreír: la figura de un policía con aficiones poéticas se me aparecía no sólo como algo singular, sino un tanto ridícula, sobre todo cuando se trataba de un policía que, por edad, había vivido buena parte de la dictadura. Él interpretó de otra forma ese silencio mío.
−No debe de ser fácil ser su hijo.
Las preguntas que me formuló luego me resultaron vagas, buscaban hallar un motivo más que a un autor del crimen. Cuando terminó de interrogarme quise saber si sabían algo. Me contestó que no, que todas las hipótesis estaban abiertas, que descartaban un atraco formal, los atracadores de esta ciudad no suelen ir armados, me aclaró, pero que no por ello sospechaban de mí ni de nadie de los asistentes a la fiesta del día anterior. Ni siquiera me había planteado ser sospechoso, por lo que aquel comentario me resultaba inútil.
Esperé a Raquel en un bar frente a la comisaría. Bajó sonriendo vagamente. Qué ha pasado, le pregunté, has estado de copas con el comisario. Me salió no poca socarronería. Me miró con cierto reproche, ese humor tuyo es absurdo, pareció indicarme. No, replicó, me ha estado sobre todo aconsejándome sobre mi tesis y me ha indicado cosas muy interesantes. Aquel comisario con inquietudes intelectuales y criterio atinado en temas de teoría literaria comenzaba a sorprenderme bastante. Sospeché, por otro lado, que aquel asesinato no acabaría resuelto, que en el fondo la muerte de Brauliensa no le interesaba en verdad a nadie. A nosotros en absoluto. Al parecer, ni siquiera al inspector que lo investigaba.
Sin embargo, nos equivocamos: aquel policía de aspecto triste y aficiones poéticas dio con el asesino que resultó ser un desconocido. No había mucha enjundia en el tema: se cruzó con la persona equivocada en el lugar equivocado y perdió la vida. Me lo contó el propio Murgaín unos días después al encontrármelo en un café. Le recordé sin embargo la actitud del finado durante la fiesta, ese repentino silencio y su marcha misteriosa. Murgaín mostró no poca apatía.
−Puede que vaticinara su muerte –afirmó indiferente.
−Pero no tiene sentido –no pude evitar comentarle.
−La vida misma –me respondió.
Juan A. Herrero Díez
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UN POEMITA DE AMOR
Por Rachid Boussad
Nuestro amor
A Majda Meskrot
Nuestro amor
Nació en febrero
Del ósculo aquél.
¡Febrero, febrero!
Mes del (des) amor,
Se va y se viene…
Mas nuestro amor,
(Mi flor inmarcesible)
Que se fue
Ya (no) volverá
Otra vez.
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SELECCIÓN DE POEMAS
Por Gonzalo Salesky
DESPEDIDA
Apagarás la luz para no verme
y soltarás mi mano en la tormenta.
¿Seguirás creyendo en fantasías?
¿Sabrás por fin que aquí no queda nada?
Nunca entendiste de qué trató mi vida,
fuiste el espejo mudo de mis sábanas.
Despediré tu llanto con sonrisas.
Tu furia y el hielo, con mi espalda.
No alcanzarás a volar, nunca tan alto;
despediré, sonriendo, tu nostalgia.
TE ESPERO
Condenaste al viento a ser discreto,
terminaste de abrir mis fantasías.
Te acercaste a mí desde el silencio
y allí me quedo,
en vos,
con tu distancia.
Más allá del cielo no hay matices,
tu voz me espera.
Y yo también te espero.
VIEJOS AUGURIOS
Será mi arma secreta tu pasado,
el futuro dejará mis deseos
al margen de tus ojos. Tengo miedo
de ser lo que no soy, de estar nublado.
Tengo miedo de la llovizna eterna,
de escuchar sólo viejos augurios
y ver, de nuevo, pájaros al ocaso.
AL VACÍO
Arrojando piedras al vacío,
supurando heridas que no abren,
seguiré al acecho.
El viento y tu marea dan alas al misterio.
Soñando con quimeras,
temblando como la madrugada
adivino tu sombra en mi silueta.
LEJOS DEL RÍO
Sin vos, seré un cristal que no se rompe
sólo con el sonido de tu beso,
sólo con la ofrenda de tu pulso.
Tendré un manojo vacío de ansiedad,
un rostro oculto,
una fina madeja.
Un lápiz invisible y el adiós
a todo lo perdido en el camino.
Otros eligen irse, yo prefiero
ahogarme de pie,
sufrir sediento,
buscar el Edén lejos del río.
A VECES
A veces dudas
si es mejor volar de pie que soñar bajo,
si es fugaz lo que no abruma y te libera,
si quedará entre líneas el dolor.
A veces crees
que nada será fácil en la hoguera.
Que pronto he de partir hacia otros mares,
que es tarde para ver la luz del sol.
A veces,
a veces sé que sueñas
que todo lo anhelado deja huella
y que soy tu camino, nada más.
TIMÓN
Sin paz navego
por tu valle de lágrimas
apelando a tu lástima.
Temor ausente,
vidas a oscuras,
nuestros sueños perdidos…
Indeciso timón,
sólo viendo tu faro estaré alerta.
Paso a paso,
sin brújula,
me pierdo ante las cruces del espejo.
HACE FRÍO
Hace mucho no siento como antes,
hace frío y aquí sigo, despierto.
Hace falta que brille y no me oculte,
hace poco que escribo mi silencio.
Hace tiempo que vivo sumergido
en tu recuerdo que hace olvidar mis sueños.
SOY
Soy un pasajero del fracaso,
un príncipe de espejos, una daga.
Un soñador de rubíes,
la hoz sin el martillo,
las voces en la entrada.
Las tribus, conquistadas y libres,
el eco de todo lo perdido.
Todo aparece, sin más,
frente al espanto
de volver a vivir esta miseria.
Las lámparas se rompen,
la imagen repetida del escándalo
me hace temblar en la cruz.
Quizá perdiendo de una vez
entenderé de qué va esto;
sabré que la mentira
no es la verdad a medias
y que tu vida
es sólo lo que muestras.
NO CUENTES
No cuentes con el cielo o el infierno,
no cuentes con el sol ni con la noche.
Espera que decante lo profano,
que desfilen los cadáveres ajenos.
No cuentes conmigo o con la voz
que ahora calló, junto con el verano.
FUGAZ
Los molinos de viento me arrebatan
la cordura y el sol de nuestras tardes.
Tendré mis párpados listos, mi telar
y aquel naufragio, fugaz, sólo en tu orilla.
Hace tiempo que espero estar de paso,
sentir la voz de Dios, ver la neblina.
Jugar con las palabras de tu sombra,
ser el verano y la escarcha, tu secreto.
En mi espejo deliro y te imagino
bebiendo y soñando mi dolor.
Tendré mis sueños preparados y el sonido
de aquel naufragio, fugaz, sólo en tu orilla.
PUÑAL
Soltó el puñal
y vio que la madera
convertía en cruces la nostalgia.
Su piel y su cordura fueron lejos,
testigos de la fe en lo que no existe.
Dejó de ver por él y por los otros,
soñó que todo se alejaba.
Tomó el puñal, herido en llanto,
siguió el camino
hacia el vacío, rumbo a la indiferencia.
DE VUELTA
Soy eterno al escribirle a tus raíces,
soy la verdad que impone tu certeza.
Soy el futuro en tu voz, soy el pasado
aferrándose a lo poco que le queda.
Volví, después de muchos pasos,
a volar con pena y sin la gloria.
Nunca pensé, tan pronto,
estar de vuelta.
FANTASMA EN EL DESIERTO
Veré volar la luna en tu prisión
y alada, tu sonrisa,
hará mis pasos vanos.
Como un fantasma en el desierto,
como una especie extinguida,
me defiendo de toda la nostalgia.
Con esta piel, ajada,
que deja tu verano y el dolor
de ser un poco menos, cada día.
LUNA NUEVA
En mi dilema, ausente,
el tiempo vuela,
no me espera.
Ya no sangra.
Vuelven a gritos la cordura,
los pedazos rotos del espejo,
la luna nueva.
Suelto,
suelto tu sueño,
suelto mis sueños a la par de tus pecados.
Pero no quiero ser yo ni ser la sombra
de todo lo que alguna vez fue amor.
ME DUELE
Prefiero saber que nada cambia
con el paso del tiempo. Nada
me ayuda a superar
esa vereda oculta,
lo que no puedo cruzar sin hacer daño.
Me gusta,
me importa cada vez más el vacío.
Me duele la poesía, me puede…
me puede tu perfume, como a todos.
Me escucha tu silencio y tu espejismo
me hace ser hijo, uno más,
de la nostalgia.
DE MIS PECADOS
El cielo plomizo
le agrega a tus párpados
una gran certeza:
lloverán tus lágrimas
antes que el invierno.
Antes que el camino
silbe, por lo bajo,
otra gran derrota
te irás muy lejos de mí,
de mis pecados.
LO QUE FUI
Declaro mi inocencia y, derrotado,
me siento a contemplar lo que perdimos.
Trato de ser mejor, pero no alcanzo
a ver ni la mitad de lo que fui.
La fe ya no me sirve y la esperanza
invita a despojar tus cicatrices
de mí. Pero siguen ardiendo,
repiten que la vida no nos habla.
Sólo promete, a través del olvido.
LO QUE NO FUI
Soy sólo un cuerpo sin tumba,
un desaparecido.
Pregunta sin respuesta,
plegaria sin Dios,
nunca más, silente,
en nuestro limbo.
Quizá una escuela vacía de gigantes,
un libro sin poemas.
Soy cada vez menos,
soy lo que no fui;
cicatrices, nada más,
tal vez desierto.
Sólo un espejo en la cubierta
luchando contra el mar, que igual refleja.
ELLA
A través del cielo,
de la tierra,
de sus ojos mudos,
ve pasar la historia.
Hombres y mujeres
que soñaron su corazón herido
la imitan,
la llaman,
quieren ser como ella.
Quieren saber qué duele cuando calla,
qué falta cuando sobra,
qué importa… cuando nada más importa.
LO QUE SOY
Quiero volar al fondo del abismo
y sin salir de allí, ver tu mirada.
El brillo efímero del sol,
el sueño amargo
de cada héroe olvidado,
de próceres tardíos.
De voces que lamerán tu herida.
Del placer,
del miedo,
de mis celos.
De la plegaria a oscuras.
Ahora soy lo que ves,
soy lo que sueño.
No lo que doy,
no soy tu ángel
ni un ave de rapiña.
Tu espíritu y mi cruz,
soy tu condena,
soy todo lo que alguna vez perdí.
MI ALMA NO
Vives a oscuras,
duermes en luces,
cosechas entre nubes de plomo.
Con tu carne, vacía de mis sábanas.
Con tu gemido y el silencio.
Mi silencio.
Cruzaste tinieblas, tempestades
y tus sueños te muestran lo pendiente.
Todo lo fugaz, aquello efímero
que siempre se escapa de las manos.
A la luz de otra luna te despiertas,
te sabes muerta desde siempre
y en cada siglo del tiempo,
sabrás que mi alma no te escucha.
VERSUS
Como un cretino del tiempo
desgajo citas, recortes, palabras
que me alejan del viento
y me invitan a volar, muy lejos tuyo.
Sé que no puedo atentar contra la vida
porque no es cierto,
no es cierta la locura.
La impotencia gana,
aún me destruye.
Imita sombras que no fueron condena.
Pero declaro mi inocencia
y por adelantado,
me encierro a cobijar tu sacrificio.
NO NAUFRAGIOS
¿Serán islas o montañas?
¿Deseos o mentiras?
¿Tu piel o mi fracaso?
¿Mi espada o tu condena?
Somos barcos, no naufragios,
vagando en cicatrices, en nostalgia.
En mares de mentiras, navegantes
del sol,
de nuestro ayer,
de aquel pasado,
que nunca más será lo que no fuimos.
ADÓNDE VAN
¿Adónde van los sueños cuando mueren?
¿Adónde va tu voz cuando se calla?
¿Adónde esconderás este secreto?
¿Adónde estás? ¿Por qué sigues dormida?
¿Por qué tu piel oculta mi fracaso?
Quizá el dolor tenga algo de nosotros.
Tiempos y noches atrás, en la fatiga,
supe que la condena estaba cerca.
SERÁS
Serás la fantasía del perverso.
Un vientre inútil,
tu sueño en el ocaso.
El viento sin motivos. Dejaré,
te dejaré correr a la deriva
sin miedo a tu rostro enamorado.
Siempre supe que el tiempo es buen aliado
para saber la verdad. Entendí todo,
al fin, que nada queda.
Y en la distancia
se comprende el dolor.
NO ESPERES
No esperes acallar aquellas voces
en otro idioma. No esperes a la luna
en tu guarida, no creas que el dolor
fue vano, si alguna vez fue vano.
No cuentes con el sol y con la luna,
no hay nada más allá del horizonte.
No esperes acallar aquellas voces
que gritarán mi nombre dentro tuyo.
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EL MARAVILLOSO SONETISTA
Rodolfo Leiro
EN EL ANDÉN
Pasajero de una vida depreciada,
caminante de un fracaso que me hiere,
traficante de un destino, donde muere
la utopía que acopió cada alborada,
hoy estoy en el andén, póstuma grada,
con la mano que tendí como si fuere
un corazón gigante que te quiere
a pesar del olvido que me enfada;
la eternidad me aguarda, cincelada,
quizás como una Luna enajenada
absorta por el canto en que fue mía,
sedienta en el feudal de mi sentido..
Quizás pondrá en su brillo mi latido.
¡Seré un verso rotando por la Nada!
Construido a las 10,48 del
11 de julio de 2012 para mi
Libro “Hebras de plata”
***
CATACLISMOS
Si es verdad que los grandes cataclismos
despiertan los eméritos talentos,
me sumo a las vorágines de vientos,
abrevo en la impiedad de los abismos;
me trepo a la violencia de los sismos,
explosiono en los lampos de tormentos,
me giro en el turbión de los lamentos
para encallar mi tesis en los istmos.
En el propio estupor de las procelas
extiendo en papirolas de gacelas
este parco cerebro que retoña
la vasta sensación de verme necio.
¡Es que quiero evadirme del desprecio!
¡Y ofrecerte talento en mi borgoña!
Construido a las 14,12 del
23 de abril de 2013 para mi libro
“Colisiones asonantes”
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EL GRAN BORIS GOLD
“CRUEL REALIDAD”
Cuantos sueños rotos
Y frustradas utopías,
Fantasías que no fueron
Pues hay otra realidad,
Yo creía que este mundo
Se regía con justicia,
Hoy veo con mucha pena
Que nada de eso…es verdad.
Donde están los ideales
Que portaban hombres justos,
Se los llevó la corriente
Para no volver jamás,
Tengo un cofre de recuerdos
Con momentos más felices,
Ahora se va muy ligero
Si no te pisa…el de atrás.
Observo con mucha pena
Que el esfuerzo realizado,
Por convertirme en un hombre
Con criterio y convicción,
No me sirvieron de nada
Pues han cambiado las reglas,
Y la moral anda ausente
En un tiempo…de ficción.
Pero todo no fue solo
Un compendio de fracasos,
Mis ojos han visto cosas
Muy dignas de atesorar,
Muchos también se jugaron
Por principios altruistas,
Y hubo mujeres en serio
Que me enseñaron…a amar.
Con el dolor reflejado
En mi rostro ya cansado,
Vi arrasar bosques enteros
Tras de la vil inversión,
El dinero es el supremo
Ya no hay tabla de valores,
El futuro pinta negro,
Pues va perdiendo…el color.
Hay momentos en que pienso
Que en medio de este chiquero,
Dios cansado de nosotros
No quiere más renegar,
Los de arriba a este paso
Nos arrearán como cerdos,
Por eso es que en un poema
Quiero hasta el cielo…volar.
Boris Gold
*****
LEJOS EN EL TIEMPO
Que te pasa Buenos Aires
Te veo triste y caída,
Ya no titilan tus luces
Y los bohemios no están,
Ni tampoco las tertulias
En los bares señoriales,
Y los poetas ausentes
En que nube…andarán.
Ya no hay buzones rojos
Ni tampoco compadritos,
Al chocolate con churros
Se lo tragó el pernod,
Los dueños de las esquinas
Son travestis o prostitutas,
Y las arterias transitadas
Por cartoneros…que horror.
Ya no hay barrios que cobijen
Como madres amorosas,
A los viejos habitantes
Que en ellos solían vivir,
ya nadie hoy se conoce
La gente ausente de todo,
Y hasta el botón de la esquina
Sumiso…se fue a dormir.
Si parece que el destino
Se puso de acuerdo en afearla,
Llenándola de adefesios
Apostando a la inversión,
Le llaman departamentos
A conejeras con techo,
En este estado Buenos Aires
Ha perdido…el corazón.
Es un cuadro surrealista
De una ciudad ya vencida,
Por culpa de la desidia
No tiene luz ni color,
La capital orgullosa
La que otrora fue una reina,
Hoy muestra solo retazos
De un pasado…esplendor.
Quién pudiera ver de nuevo
Caminando por Corrientes,
A dos glorias del pasado
Homero Manzi y Tuñón,
Hablarían del orgullo
De sentirse bien porteños,
Pero esto es solo un sueño
Que se fue…tras un adiós.
Boris Gold
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POEMA
Por Libia Beatriz Carciofetti
ME PREGUNTO ¿QUÉ HICIERON?
El arpegio del arpa
que cabalga en el viento
con cuerdas tensadas
aferradas al tiempo.
Música lastimera
que en mi halla eco.
Camino sin creer
prefiriendo ser ciego.
Lo que hasta ayer fue un bosque
hoy es un desierto.
Talaron los montes
y las aves huyeron
se quedaron sin nidos
donde empollar
sus hijuelos.
Hombres sin escrúpulos
dinamitaron el suelo
en arranques de ira
almacenado en el pecho.
El río no canta
impera el silencio
mientas gotas de lluvia
está llorando el cielo.
Son lágrimas divinas
y mucho desconsuelo
por convertir un paraíso
en un campo desértico.
Y dentro mío pregunto.
¿Qué hicieron los hombres?
¡Creyéndose dueños!
Mientras a mi paso
solo encuentro leños
heno y hojarasca…
que hará volar el viento.
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Nueve poemas de Rolando Revagliatti de la colección “Sopita”
Fantasmas
La infancia con canteros
los años
apretados en la corteza
Yo aprendo
con los fantasmas solariegos
a leer los avisos de los diarios
como el mejor speaker
Eros en papillas, mami
clavado a la cuchara
¡cuándo no!
Escribo con tiza
mi nombre únicamente
con qué otra cosa que no tiza
Quedó quizá en la carbonera del fondo mi triciclo
cerca de las hormigas y la menta
próximo a un caracol maravilloso.
**
¿Qué, como la…?
¿Qué, como la entrega?
¿Qué hay?
Donde la entrega, ¿qué?
Como mi hija
al sueño.
**
Acaso un poemita doméstico que se llama Pupé (solamente)
Acaso te llamaras solamente Pupé
acaso antes de que la empleada de la veterinaria de la calle Bacacay
te llamara Pupé
te llamabas Pupé
Acaso antes de que el veterinario que había asistido a Boni
cuando Boni se enfermó y luego falleció
te recogiera y vacunara y al tiempo nos tentara
con tu incorporación de gatita de un año a nuestra familia
y nos revelara cómo te llamabas
te llamabas así solamente:
Pupé.
**
Horripilante
¡Horripilante!
la caída de mis cabellos
de ángel
las palabrejas que no armé
con las letras de un paquete
de fideos
y a lo que no me atreví
con municiones
Me han seducido con crema de arvejas
parientes
cercanísimos.
**
He sido el ancla
He sido el ancla de mi mamá
y el “no se puede seguir en lo que estábamos”
de mi papá
Él, en parte, pudo
seguir en lo que estaba.
**
Marina Mercante
En mi uniforme inmaculado y mi gorra
sobriamente sonriendo y entrecano
a mi paso hubieran comentado sobre mi gallardía
mi prestancia ínsita y mi don de gentes
Sereno lobo de mar
con muchos amores y ninguno
De haber yo acatado
ese romántico designio
materno.
**
Mi gata actual
Mi gata actual duda demasiado
¡Vieran cómo duda mi gata!
No dudo de que dude
Hesita, a veces
inexpresivamente
Yo me muestro expresivo
a veces
cuando ella duda.
**
Sopita
Vos
crema de garbanzos
no sos
sopita
y sos mi sopa
preferida
Así es la vida
incluso la mía
(espesa)
aunque es también
—oh, resonancias
fulgores
distorsiones—
sopita.
**
Cansados
Los huesos están cansados
No hay modo de no estar cansados
aunque haya descanso
Los huesos están exhaustos
Por eso no hay modo de no
estar cansados
aunque haya descanso
Los huesos, además, están hartos
de soportarnos, de tolerarnos
nos odien
o nos amen
Los huesos nos expulsan
suplican que los dejemos ir
Detestan que los retengamos
que los exijamos todavía
“¡No es humano!”, chillan.
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DOS RELATOS BREVES
Por Leonardo Morgan
PENELOPE y EL LADRÓN
El gordinflón calvo y grasiento, con las orejas peludas salidas hacia fuera y mostachos como un cepillo, se le apareció como un ángel, cuando, interrumpiéndole la lectura del periódico le dijo:-Disculpe caballero, usted le permitiría a esta chica compartir su mesa? Hoy estamos desbordaos y…
Primero dijo que sí, luego la vio. No era rubia sino dorada.
Le sonrió, se sonrieron. Fulmíneamente se gustaron, como sí de toda la vida, eran criaturas que provenían del mismo planeta, o al menos de unos muy cercanos. Congeniaban. Esto es un encuentro astral, acordaron, y antes de que llegara el almuerzo, que tardó bastante más que de costumbre, ya se estaban besando.
Ella pagó una cuenta, bastante fuerte. “Será un buen recuerdo” dijo riendo, asentando que ahora todo era de ambos.
Se llevaron una botella de vino blanco helado y bajaron a la playa. La bebieron del pico, prolongando los besos sobre el vidrio. Se bañaron juntos besándose entre las olas, riendo y gritando. Se estiraron bajo el sol tomados de la mano. Haciendo planes, hablando con los ojos cerrados, con los ojos abiertos, o simplemente con los ojos y rebesándose, de tanto en tanto. Ella le dijo, vamos al mar . Pero prefirió quedarse, adormilado de júbilo, entre conjeturas y congratulaciones por su buena suerte. Se incorporó, encendió un cigarrillo. Ya la estaba extrañando. Siguió arrullándose entre pensamientos felices y al cuarto cigarrillo, apenas encendido entre los dedos, fue a buscarla. Pero había tanta gente bañándose que era imposible distinguir una cabeza de alfiler de otra. Volvió a recostarse sobre su lona. Se adormilaría hasta que lo despertara su hermosa voz cálida y grave o el contacto con su cuerpo helado y húmedo. Sobresaltado despertó. La lona a franjas blancas y rojas allí, conservaba aún la huella de su cuerpo, y resaltaba su ausencia. Fue hasta la orilla y la llamó varias veces por su nombre. La gente ya lo miraba de manera extraña. Volvió hacia las lonas y fumó otros tantos cigarrillos. Ya el sol se iba retirando y la gente de la playa con él.
Vio su bolsito de cuero con alivio. Volvería a buscar sus cosas . Tenía que volver a buscar sus cosas. Más por aburrimiento que desesperación, lo vació. Tres caramelos de menthol en un paquete algo machacado. Dos aspirinas, un paquete de toallitas higiénicas, un collarcito de bisutería, un espejito y un lápiz labial de color extraño, un monedero con 5 pesos y monedas, tickets arrugados de compras ocasionales y medio paquete de cigarrillos. “voy a dejar de fumar ya!” había dicho. Metió todo de vuelta. Sentía rencor y desprecio por esos objetos triviales e impotentes para reclamar el regreso a nadie. Pero en cualquier momento la vería , y entonces esos instantes inciertos serían unas pizquitas de pimienta verde sobre la felicidad que, abriendo de par en par sus alas, los llamaba para reunirlos en un abrazo eterno. Hasta entonces no se había dado cuenta de la oscuridad que lo rodeaba. Volver a verla, como a la luna, como al mismísimo sol, como a la contraparte arrancada de sí mismo. Ya bajaban las gaviotas a comer algunos de los restos que los turistas sucios depositaban en la arena. Y ahora estaba solo, mirando al mar, con el bolsito de ella en la mano y la lona de colores cayendo a un lado de su antebrazo. Fumó uno de sus cigarrillos, como quien comete una profanación y al mismo tiempo conjurando un sortilegio, 9 cigarrillos quedaban, y 9 días también.
Repitió religiosamente el restaurant, veía a ese gnomo feo de camarero y sabía que era inútil preguntarle. Pero un día.-No, signore, no la he visto. Era evidente que entre tanta gente no la recordaba, a pesar de su precisa descripción física y de situación.
En la playa no se bañaba, no se le ocurría; se quedaba mirando al mar y algo más allá del mar, esperando verla aparecer. Lo miraba con rabia y resentimiento, como si éste le hubiese arrebatado algo.
Al noveno día, último de sus vacaciones, ya de noche, apenas luego del último cigarrillo, dejó caer el bolsito y la lona de colores y sintió como un desprendérsele de algo muy pesado.
Sus pies descalzos imprimieron huellas profundas sobre la arena pesada; un caminar sin tiempo por la superficie de la luna. Por fin llegó al hotel en donde desde hacía poco más de una hora lo aguardaba el autobús con todos los pasajeros abordo, malhumorados e impacientes.
EL ASCENSO
La enfermera se acercó sigilosa al joven que desde hacía un rato se hallaba inclinado sobre la hierba . –Hola, Fritz, le dijo, qué miras con tanta atención?
-Ah, he hecho un descubrimiento muy importante, dijo el joven volviéndose y con un hilo de baba deslizándosele por el mentón, esto va a revolucionar la idea que tenemos de todas las cosas; tengo que hablar con el director, cada hebra de pasto tiene un nombre y esta pequeñita de aquí no estaba tan grande ayer y por eso sus amigas la están aplaudiendo, porque son sus amigas. Es una fiesta de bautismo, y las hormigas vienen de todas partes, usted está bautizada señorita Agnes?
-No.
-Ah, menos mal.
-Por qué?
-Porque el agua del bautismo nos quita la película de protección, y entonces se filtran las radiaciones de la Nasa. y desde allí transmiten los judíos, infectándole la cabeza a todo el mundo con sus porquerías de puercos. De cada prepucio cortado hacen unos pajarracos horribles y los lanzan contra la gente normal para comerles el alma….
– No empieces otra vez con eso, que después hay que inyectarte para que te duermas y no te gusta; toma la medicación, le dijo la enfermera.
– Señorita Agnes, dijo el joven depositando el vaso de plástico sobre la bandeja, cuando todo esto termine, todas las hebras de pasto tendrán un nombre y los caballos no se muevan como los perros….. usted y yo podríamos ir a una cafetería , no ésta fea del hospital, sino una cafetería linda con manteles rojos a cuadros, a comer un struddel ….
-Claro que sí! dijo la enfermera, mirándole fijamente y por un instante a unos ojos celestes acuosos y vacíos. Apartó la vista, era como asomarse al umbral mismo de la locura.
-Señorita Agnes , tiene unos ojos muy lindos, me gusta mirarlos.
La enfermera se alejó sintiendo fuertes ganas de llorar, un muchacho tan joven , tan buen mozo; se cruzó con el doctor Leiber y le comentó que Fritz le partía el corazón, y éste le aconsejó que tratara de no involucrarse con los pacientes con cuadros psicóticos irreversibles. No me involucro, respondió ella, en guardia, asumiendo una actitud profesional, pero a veces cierto contacto es inevitable. Me pregunto qué shock tan doloroso habrá recibido, para terminar así, pobrecito.
-Vaya a saber, respondió el doctor Leiber, a veces tengo la sensación que la estructura mental de cada uno de nosotros tiene la fragilidad de una partida de ajedrez, todo está bajo control pero de pronto damos un paso en falso y nuestros planes y proyectos y emociones se derrumban como una estantería llena de botellas, vasos y tazas de café. Venga, le invito uno.
La cerveza a hectolitros enfriándose en la nevera y el fuego crepitando para las salchichas y las hamburguesas, ascendido a comandante de grupo, nada menos. Teléfono. Karl había conseguido las pastillas y su hermana Erna vendría con algunas amigas; era bueno que hubiera mujeres en una fiesta; todo marchaba hacia el centro de la felicidad, las cosas no podían ir mejor. Para estrenar su graduación y lucir su cruz gamada, ya de madrugada y de postre, irían a darles lo suyo a unos inmigrantes turcos que había detectado durmiendo bajo el puente de alexanderplatz.
Los invitados llegaban. La cerveza. Las hamburguesas. La mostaza, las chicas .Las pastillas. La cerveza. Las salchichas, la mayonesa y el ketchup. Los camaradas. El ascenso. Los planes. El vodka. Risas y gritos y colegas llamándolo para que vea algo y allí en el centro del jardín “Goebbels” su rod wailer con las orejas gachas, recibía los ímpetus amorosos de un perro achaparrado manchado de negro y marrón y de largo hocico del que colgaban unas estalactitas de baba. En el centro, miraba la escena y la escena lo miraba, pero su cerebro no llegaba a decodificarla y recién, cuando Franz gritó : -“¡¡¡Esto lo aprendió de su dueño AHAHAHAHAHAHAHAHAJJJJJJJJ es él quien se lo enseñó!!!! ¡Todo el mundo sabe que los perros imitan a los amos! ¡AAAAAAAHHHHHHHHJJJJJJJJAAAAAAA!
¡Si hasta se lo deben hacer entre ellos, -bramó, escupiendo cerveza de la risa y atragantándose- cambiando los turnos AAAAAJJJJJJJJJJJJJJJJJhhhh!” y todos aullaron festejando la seguidilla de ocurrencias, cayó en cuenta de la situación. –Le enseñó a chupársela untándose leberwurst en pollaaaaaaaaaaaaaaa , escuchó desde su habitación que gritaba Otto, mientras revolvía todo, frenético, hasta que halló el bate de baseball y regresó al jardín, le dio un patadón al perro achaparrado que continuaba afanándose detrás de “Goebbels” moviendo una enorme cola en forma de media luna, manchada de grasa de auto; pero hizo falta otro para desabotonarlos; luego golpeó a su perro con el bate. Recordó que apenas a los 3 meses lo había encerrado en una bolsa con dos gatos para que aprendiera a ser bravo. Recordó como le había arrancado la mano a ese negro de mierda que por poco se les escapaba por el parque. Recordó al puto asqueroso al que le había arrancado la nariz y un ojo, antes de que tuvieran que salir volando porque llegaba la policía. Recordó cómo les había arrancado el culo a esos hippies mugrientos cuando arremetieron en el “Kultural Center” para el cumpleaños del fhürer…y a cada recuerdo le descargaba un nuevo palazo, aunque desde hacía varios minutos se encontraba apaleando a una papilla roja, inánime , rodeado de los vítores y las carcajadas de sus colegas. Luego blandió el bate contra sus amigos, derribó a Erna, a Otto y a Helm ; le partieron un botellazo en la cabeza, pero insensible, enajenado y ajeno , siguió, dando y recibiendo nuevos golpes hasta que salió corriendo hacia la calle ensangrentado y aullando desgarradoramente.
Lo encontraron unos vagabundos, con ambas piernas rotas, temblando y delirando debajo de un puente y lo llevaron al hospital. Despertó aullando y se cayó de la cama. Tuvieron que sedarlo. Entró en coma. Volvió del coma y cuando recobró la conciencia, aulló. Volvieron a sedarlo. Del hospital fue trasladado a un instituto de sanidad mental, hará ahora exactamente 3 años, este domingo.
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MADRE
Nací el día de un año que yo quise. Podría haber sido antes, pero decidí esperar el calor de tu alborada y fue mi primer batalla ganada al tiempo, el instante en que me uní a ti en anunciado susurro.
Recuerdo que ya entonces ensayaba mis primeros aleteos y si al descuido rozaba tu vientre abullonado, por su periferia, repartías dulce y cóncavo el tacto de los dioses entre dedos que escalaban mis pies diminutos y te hacían dueña de su espacio unos instantes, para insinuarme que ansiabas seguir siempre a mi lado.
¡ Tantas veces conocí el gesto de tus manos sin aristas ¡,
¡Qué murmullo de pájaros en vuelo me ganaba ¡
Disfruté de tus cuidados y tu empeño por mi peso ingrávido y ligero. Y a pesar de todo deseaba nacer. Quería conocerte y alcanzar el acólito sitial de tu sonrisa y así fue mi primer llanto un himno de alegría (aunque nadie lo supo).
Nunca te lo pregunté madre, pero creo que hasta compartiste el alma conmigo.
Esther González Sánchez
Vigo- España
Miembro honorífico de Asolapo-Argentina
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PENSAMIENTOS
Por Elsa Solís Molina
LA HISTORIA ETERNA:
Mundo de noticias, guerras, tumultuosas marejadas de alaridos que los sueños perciben en madrugadas….
¿Donde se fue la esperanza y aquel sol de las mañanas?
Ya solo escuchas lamentos y el estruendo y la metralla…..
Mirando vivir quedamos, mirando morir sufrimos,a los niños mutiladosy horizontes purpurinos!!!
Mirando morir quedamos, mirando morir…. morimos.
Detrás de los ojos viven anhelos esperanzados, ocultos párpados tibios,miedo y fervor, enlazados….
Fuerza, color y mañanas, sueños de paz. anhelados. ensoñación, sol y amores, en proyectos amarrados…
Detrás de los ojos muere la esperanza mutilada, tierra desesperanzada, tierra yerta y arrasada….
Ojos apretados sueñan, el deseo de un mañana, lagrimeando sal ocultan, la ansiedad desesperada….Solo la vida en eterna
explosión valiente reta , a guijarros y desiertos, piedras, raíces y arena….rodeando troncos y grietas, subiendo por las laderas… para que surja en las sombras vida latente y perpetua.
Vida surgente explosiva,en conjunto con la tierra….garantizando la vida, eclosiona con la hiedra, en rosadas hojas nuevas, en pétalos de azucenas… en nuevo ciclo y colores….¡¡¡PARA GANARLE A LA GUERRA!!!!
Elsa Solis Molina—-(NALÓ)
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Rejas
A Miguel Hernández.
Entre las sombras un beso, solo en su imaginación…soledad , muerte y deseo, soledad del corazón….
Las rejas sobre la luna, recortando su esplendor…rejas que hieren su alma, amargura y decepción…
Solo la luz de la luna, compañía de los dos, lejos aquel trino
claro, de su amigo el ruiseñor…
Solo su pueblo oprimido, solo su canto sin voz…
siempre lejos del camino que oculta la luz del sol.
Elsa Solís Molina
(De mi participación en la ANTOLOGÍA: Mil Poemas a Miguel Hernández).
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35º NÚMERO DE LA REVISTA LITERARIA.pdf
35º NÚMERO DE LA REVISTA LITERARIA
DIGITAL MENSUAL
NEVANDO EN LA GUINEA
NºLXXIX desde inicios/03-05-2013
EDITORIAL LXXIX
José Luís Sampedro y José Manuel Caballero Bonald
Hubo en el Renacimiento un modelo de intelectual que no sólo tenía por ocupación e interés el ejercicio de las letras, sino que se ocupaba también de otros asuntos, a veces más mundanos, y poseía además una actitud ante la vida proclive a la curiosidad, a la preocupación, al compromiso diríamos hoy –sin que el compromiso suponga la defensa de un cuerpo fijo y cerrado de ideas-, y también a la sensibilidad. Ha habido también algunos autores cuya dedicación a la literatura pudo ser hasta cierto punto marginal, no era su actividad principal, sin que por ello mengue la calidad de su obra. Hoy tal vez los llamaríamos, aunque no sea exactamente lo mismo, “escritores de domingo”, en el sentido que dio a esta expresión el profesor Alonso Zamora Vicente, nada que ver con el tono peyorativo que con frecuencia se da a esa expresión. No se trata en todo caso de dos modelos opuestos entre sí.
José Luís Sampedro tal vez quepa en las dos definiciones. Economista de formación, trabajó durante mucho tiempo en instituciones económicas y fue un fino analista en ese ámbito, lo que le llevó no sólo a analizar las relaciones monetarias y financieras, sino también a intentar entender las sociedades que muchas veces la economía ha moldeado con excesivo celo y, al estudiar las sociedades, intentó a su vez entender a las personas que las componen. Eso es lo que le convirtió en alguien cercano a esas figuras renacentistas incapaces de limitarse a un solo ámbito, con una curiosidad inmensa y una sed por ir al fondo de los hombres y las mujeres, porque a todas luces el ser humano estaba en el centro de su reflexión. Gracias a esa actitud abierta y curiosa, él mismo evolucionó como persona, no fue el único caso entre quienes vivieron con intensidad los años centrales del siglo XX que tuvieran esa capacidad de evolucionar ellos mismos, lo que desembocó en un gran humanismo, en todos los sentidos que caben en este término.
Nacido en 1917, se hizo conocido como escritor a partir de los años ochenta, aunque comenzó a publicar a mediados del siglo pasado. Publicó poco por entonces, es cierto, aunque muchas de las narraciones que escribió en esa época las sacaría a la luz mucho después. Se sabe que reunía muchos de sus escritos en carpetas que rotulaba como «palotes». Su escritura fue ganando en sensibilidad y profundidad, que era algo que caracterizaba su literatura, como muestra en una de sus novelas más conocidas, La Sonrisa Etrusca. Sin duda, si leyéramos su obra desde un punto de visto cronológico, nos daríamos cuenta que el individuo iba ganando más y más importancia en su pensamiento, sin que por ello perdiera, más al contrario, su sentido social, la relación de la persona con todo lo que le rodea, otras personas, objetos y circunstancias.
Otra de las características de su carácter humanista ha sido su intervención en muchos debates que afectaban a la sociedad entera, pero intervino no convirtiendo su narrativa en arma arrojadiza o panfletaria, sino como pensador, como ser que reflexiona y plantea cuestiones y formula preguntas, y ello por eso mismo que venimos diciendo, porque sentía una enorme preocupación por todo y ese todo estaba al servicio de los individuos que componen la sociedad.
José Luis Sampedro ha muerto este mes de Abril. Lo queremos recordar en estas páginas no sólo porque estuviéramos en gran medida de acuerdo con sus planteamientos, incluso si no lo estuviéramos tendríamos que reconocer su sinceridad y su profundo humanismo. Como siempre, el mejor homenaje es leerle. Pero tampoco sobra que mostremos por él toda nuestra admiración y simpatía.
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En Nevando en la Guinea no solo lamentamos la muerte, también celebramos la vida. Hace unas semanas, entre la polémica política y la baja estima hacia la familia real, le han otorgado a José Manuel Caballero Bonald el institucionalizado premio Cervantes. Es importante decir que Caballero Bonald no es solamente un poeta, buen poeta por cierto, es un magnífico novelista, ensayista e incluso articulista de algún diario. Pese a que el galardón otorgado no ha tenido ningún atisbo de reivindicación en su discurso de rigor, Caballero Bonald es un poeta elocuente, un novelista interesante que difiere de escritores del género en prosa lineales, artificiosos, e insustanciales, también es un gran intelectual que muchas veces ha hecho declaraciones ácidas y muy satíricas e irónicas, cabe decir que nunca sin perder su compromiso político y siempre con una visión objetiva de la situación que nos gobierna a todos. Desde aquí queremos hacer este breve homenaje hacia este otro escritor, y decimos escritor en toda regla perteneciente a la generación de la segunda mitad del siglo veinte, escritor que todavía tiene algo que decir en este siglo, siglo que está cambiando la forma en que se lee y la manera de expresarse.
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PERDONEN LAS MOLESTIAS
Por Cecilio Olivero Muñoz
PADRAZOS DANDO ABRAZOS
Volvéis del doctor de cabecera
empapelados de cansancio,
por que a vuestra hija
anginas le han diagnosticado,
vuestro cansancio
se vuelve retardo y letargo,
pues tenéis que comprar
esas caras medicinas
para que vuestra hija
(en paréntesis amargo)
reduzca el simulacro
de suplantar a sus toxinas
pues siempre sufre de algo
para luego remediarlo,
en el coche vais los tres,
con vuestra pequeña tortura china,
vosotros sois suela que camina
vuestro yo extenuado,
aparcáis el coche en una esquina,
de ese, vuestro antiguo barrio,
hoy tuvisteis suerte,
siempre os toca caminar algo,
la vida os hace purpurina y pegatina,
hipocondría arrancada
de un programa de la radio,
parecéis un relicario
de vuestra propia luz con vitamina,
luego los nietos lloran
por ese parque de extrarradio,
vosotros por si acaso se lo dais
como aquel que da un abrazo,
remedio mejor que cualquier aspirina,
o algún sustitutivo que te mengüe
algún grado, un grado,
nada más, o nada menos, que un grado
de agotada y exhausta rutina,
parecéis remediarlo,
padres de todas las cosas sois,
muy ocupados,
os convertís en nitroglicerina,
estalláis sin con nadie conversarlo,
os buscáis entre pamplinas,
os entregáis
y os inclináis a la obediencia
generosos y obligados,
vuestra velocidad se os adivina
de repente y sin mirarlo,
no sois solo un padre y una madre,
sois El Verdadero Milagro,
que sin segregar apenas endorfinas
os apartáis
de la sed que da el bocado,
paraíso de sofá y ebrios de gasolina,
dulces mandarinas y buen calzado,
sueños que se fugan patizambos
por que la vecina os alucina,
os comparáis con derrotas de telediario.
Vuestra realidad de cafeína
os recomienda tomar la vida
en descafeinado.
***
PADRES DE LA CALLE
Ella sola ha tenido un solo bebé
que le hizo un notas llamado José
y la madre de ella ni lo sabe,
al parecer la cosa parece grave,
pues en la droga los dos
patean latas por la calle,
José le da púa, le da coz,
es burro que no monta nadie
tomando su mazacote de arroz,
le hace el avión el miserable,
le da al basuco y todo le vale,
gramos de duda sin Dios,
dos y medio viviendo en un parque,
lo lava con la mano su madre,
el agua está fría, el frío es dolor,
suelta el agua que le vela
como queriendo calor del sol,
reproches como de telenovela,
pelean interpretando, dos niños son,
a ella en la calle el frío la pela,
él en su hombría no es culpable,
la culpa es toda de ella,
pues ella es mujer, ella la madre,
sin techo que los proteja,
el bebé pasa frío, y ellos hambre,
José en la droga se deja
la treta, la trepa, el equipaje,
ella aborrece a su pareja
y a veces llora lágrimas de sangre,
él llama bruja a su compañera,
ella parece hacer magia verdadera
en el fingir de poco importarle.
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La muerte del abuelo
El abuelo murió la semana pasada. No por esperado pude evitar, al decírmelo mi madre, una punzada de dolor. Durante días esperábamos el desenlace fatal, aunque inevitable. Mi madre me telefoneó temprano.
−O avô morreu.
Le dije que iba de inmediato. En diez minutos llegaría a la casa familiar. Salí de mi edificio y al ver la luz primaveral de Lisboa recordé que a mi abuelo le gustaba sobre todo ese tono radiante del aire que poseía la ciudad entera y que le apasionaba durante todo el año, pero sobre todo en primavera, cuando el brillo alcanzaba un tono especial y parecía abrazar todo lo que se encontraba, las casas y las calles, los árboles y las farolas, a los paseantes de la, él mismo decía, mejor ciudad del mundo y sobre todo el agua del Tajo, que parecía alumbrar todavía más la atmósfera y todo lo que le rodeaba, como si el río se transformara a su paso por Lisboa en un espejo.
−Aitatxi –murmuré y los ojos se me llenaron de lágrimas.
Recordé que en Mayo iba a cumplir los cien años, nada menos. Bromeaba con ello. Unos días atrás, cuando aún mantenía la conciencia y no estaba tan aquejado por su enfermedad y por el cansancio, al notar nuestra poco disimulada tristeza por lo que iba a ocurrir, nos regañó con socarronería.
−¿Qué queréis, aguantarme mil años? Acabo de hacerme viejo, ya está. No hay más que hablar y no me pongáis esas caras de pena, que quiero morirme con algo de alegría.
De hecho, pensé, esa había sido siempre su actitud ante la vida, una socarrona regañina que no impedía ocultar, por otro lado, la necesidad de mantener la alegría y el buen humor, incluso en las peores épocas de la existencia, que la realidad, nos repetía con frecuencia, no le iba a amargar los buenos momentos.
Intenté imaginar de nuevo cómo habría sido su vida antes de que yo naciera. Una y mil veces había contemplado las fotos, no muchas, que se habían reunido en casa y una y mil veces había escuchado sin cansarme nunca anécdotas e historias, muchas de ellas contadas directamente por él.
Pero en ese instante, mientras avanzaba por las calles hacia su casa para verle por última vez, no pude concentrarme en ninguna anécdota o todas pasaban por mi cabeza al mismo tiempo. Vi a Afonso que al verme a punto de cruzar por delante de su café salió para interesarse por el abuelo.
−O avô morreu –me adelanté a su interés más que evidente y sincero, lo sabía, al detenerme frente a él-, esta manhã.
La pena se dibujó en su cara, siempre tan expresiva. Mi abuelo frecuentó el café de Afonso desde que llegó a Lisboa hacía setenta años, con poco más de veinte años. De hecho, decía siempre que el padre de Afonso, António, había sido el primer conocido y amigo que tuvo en la ciudad, y su local el primer comercio en el que estuvo nada más bajarse del tren y cuando ni siquiera había ido al hostal donde se alojaría para comenzar a buscarse casa y la vida.
No hablaba una palabra de portugués, pero contaba que mantuvo en aquel primer instante en Portugal una intensa conversación con el dueño del café y que éste, al saber las intenciones de aquel navarro un tanto excéntrico de quedarse en Lisboa, le dijo todo lo que era imprescindible para vivir en ella.
Desde entonces acudía al local todas las mañanas, a veces también antes de comer, para tomarse un vino y seguir charlando con António, con quien mantuvo, creo, una única conversación ininterrumpida aunque escalonada, hasta la muerte de António, tras cincuentas años de amistad.
Muchas veces, de niño, yo les acompañaba los sábados y les escuchaba hablar, comentar los acontecimientos políticos que tanto les interesaba a ambos, y aunque se mantenían con más o menos convicción en la defensa de sus respectivas posiciones, se respetaron siempre y fueron buenos amigos. Mi abuelo era defensor del carlismo, que fue lo que le hizo salir de la España republicana y no volver tras la guerra porque no veía claro desde el principio el régimen de Franco de quien acabó directamente echando pestes, sobre todo al dar a los isabelinos el trono, y António era un comunista nada doctrinario.
Afonso me mostró todo su pesar. Me constaba su apreció y recordé que muchas veces se quedaba absorto junto a mí cuando el abuelo nos contaba historias de su Navarra natal, de las guerras carlistas y de seres mitológicos que habitaban los bosques del país. Yo ya estaba acostumbrado, pero Afonso ponía los ojos como platos cuando el abuelo soltaba parrafadas enteras en vasco, que yo apenas entendía por habérselas escuchado cientos de veces y haberme enseñado palabras y frases en aquel idioma, pero que a Afonso fascinaba por la sonoridad de la lengua y por el misterio que desprendía. Supe que años más tarde mi abuelo había actuado de consejero de Afonso para resolver sus cuitas y las angustias producto de la vida, como las llamaba él, y que también medió entre padre e hijo al brotar las naturales diferencias generacionales. Qué menos hacia sus amigos del alma.
Prometí a Afonso que le diría la hora del entierro y seguí mi camino no sin antes contemplar desde aquel rincón el Tajo, que se veía a cierta distancia. Allí, me contó mi abuelo, se quedaba siempre quieto y abstraído.
−Aquí me enamoré de Lisboa y de tu abuela –me confesó un día.
Era una mañana de otoño. Unas nubes grises y amenazantes comenzaban a cubrir el cielo lisboeta. A él también le gustaba el otoño en la ciudad porque los colores y la luz se intensificaban todavía más. Tras salir del café de António, ascendió la cuesta hacia su casa y, como era costumbre, se quedó concentrado ante las vistas. En ese instante salió una muchacha de una tienda y, al decir del abuelo, pudo más la belleza en el rostro de ella que la belleza del Tajo y de Lisboa. El resto fue un proceso de seducción que, sospeché siempre, para el abuelo, imbuido de un repentino sentimiento poético, debió de resultar fácil, lo complicado vino después, al intentar convencer a la familia de la seriedad de aquel insólito español. Sin embargo, consiguió su empeño y se casó con la muchacha. Al fin y al cabo, soltaba socarrón, él no era castellano y no se aplicaba en él lo de ni buenos vientos ni buenos casamientos.
Seguí mi camino rememorando las largas comidas de domingo en la casa de los abuelos. Le gustaba la comida portuguesa, que menos, pero algunos domingos, imbuido por la nostalgia de su tierra, se arremangaba y, sin dejar a nadie que entrara en la cocina, se encargaba él de preparar las viandas y ese día había un verdadero festín en el que el abuelo nos hablaba, además de disfrutar de los platos que nos había preparado, de espárragos, truchas, chistorras, pimientos, cochifritos, pochas, habas, estofados, quesos y tortas.
Las sobremesas se alargaban hasta la anochecida y se imponía entonces, si no tronaba, un paseo hasta el Paseo de San Jorge, en otoño e invierno, o hasta los muelles y el Rocío, en primavera y verano.
Torcí la esquina y vi el portal del edificio donde habitó el abuelo durante toda su vida lisboeta, aquel apartamento que considerábamos, y así la llamábamos todos, la casa familiar. Me acordé de las largas conversaciones con él en aquel enorme primer piso apacible y tranquilo, sus relatos cuando yo era niño y sus explicaciones sobre la historia de España que relataba sin cesar y también sobre lo que pasaba en el presente, de lo que siempre opinaba no exento de acierto y perspicacia. No ocultaba su emoción al hablarme de la Casa de Borbón-Parma y bromeaba sobre el exilio durante años, en Estoril, de los isabelinos, a los que no reconocía en absoluto, aunque hubiesen vivido a tiro de piedra. No obstante, aun cuando pareciera que se hubiese quedado en tradiciones sucesorias añejas y que a pocos interesaban ya en nuestros días, muchas de sus opiniones escandalizaban a los más conservadores y no pocas veces afirmaba rotundo y a todo aquel que se le acercara, viniera o no a cuento, que uno de los días más felices de su vida fue el veinticinco de abril del setenta y cuatro, cuando el ejército portugués dejó de matar a pobres africanos que bregaban con toda justeza por su libertad y se ocupó de darle una patada a lo dejado por Salazar, a ver si aprenden los soldados españoles, dicen que repitió durante más de un año para horror del embajador español que intentaba con él ganar adeptos hacia un régimen que, mal que bien, saltaba a la vista que iba a desaparecer de un modo u otro.
Llegué al portal y abrí la puerta. Entré en el zaguán y sentí el frío de los mármoles. No encendí la luz, la penumbra me permitía ver la escalera. Me demoré un instante antes de subir el piso. Quería absorber aquel instante antes de la última visita. Apreciaba a mi abuelo, lo veneraba. Siempre me apoyó y me defendió cuando a mí también me tocó tener cuitas y angustias por la vida. Recordé sobre todo cuando me enfrenté a mi padre, en una de aquellas comidas de domingo, porque su yerno quería que yo estudiase derecho y a mí esos estudios no me atraían lo más mínimo. Mi padre insistía una y otra vez que aquella carrera era lo mejor para mí mientras que yo ponía pegas y acudía a mis aficiones literarias, por las letras en general, para plantear que tal vez fuera mejor para mí cursar Humanidades, algo que no parecía gustarle a mis padres. De pronto atronó la socarrona voz del abuelo.
−El Derecho es cosa de burgueses y mercachifles.
Nos quedamos todos en silencio, mirándole. A todas luces la discusión quedó allí zanjada. Me miró y con la misma socarronería volvió a hablar, dirigiéndose hacia mí de modo categórico.
−Si es lo que quieres, estudiarás letras. Pero me has de prometer que vas a aprovechar tu tiempo y aprenderás lo máximo posible.
Tragué saliva antes de responder que sí, que aprovecharía mi tiempo y aprendería todo lo posible. Me apoyó también cuando en el segundo curso decidí marchar a Madrid para continuar mis estudios de hispánicas.
Subí los escalones de dos en dos. Opté por llamar al timbre y no abrir la puerta con mis llaves. Fue mi madre quien me abrió, me sonrió y me dio un abrazo reconfortante. Entra, me dijo, ve a verlo –y me lo dijo en castellano, cuando ella casi nunca empleaba este idioma con nosotros, supuse que como homenaje, una forma de estar más cerca de su padre muerto. Crucé el apartamento donde ya habían llegado amigos y familiares. Entré en la habitación y lo vi estirado sobre la cama. Estaba pálido, como dormido. Alguien había colocado sobre la cabecera una bandera con la Cruz de Borgoña, como él había indicado más de una vez que se hiciera. Me acerqué a él, acaricié su mano.
−Agur, Aitatxi, beti arte. Hasta siempre
En la cocina me reuní como mis padres, mis hermanos y mi tía Ágata. Alrededor de la mesa no pudimos menos que rememorar con humor tantas, tantas anécdotas de un tiempo que no podíamos olvidar.
Juan A. Herrero Díez
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SELECCIÓN DE POEMAS
Por Gonzalo Salesky
EN TU VOZ
En tu voz, las palabras son eternas.
En tu vientre, serás paz en mi rebaño.
En tus besos, fulgor y en el verano
mis hojas seguirán su recorrido.
Siempre estaré en tu voz
y en las mañanas,
tendré en mis manos
todos nuestros anhelos.
TANTA CULPA
En un espectro perdido
veo al pasado
atenazando mi conciencia.
En tu voz
dormida y en silencio,
escucho los fantasmas,
la pasión.
Y en cada llanto fugaz,
bebo tus lágrimas.
No dejes que el otoño se desangre
entre tanto esplendor y tanta culpa.
MENSAJEROS DEL OLVIDO
Todavía están los perros
merodeando mi súplica,
saboreando mis restos.
Soñando con mi sangre,
oliéndola en silencio,
nadando entre las lágrimas,
bebiéndolas.
Cómplices del mar y la soberbia,
no pueden sentir culpa.
Sólo son mensajeros del olvido.
Los caminos se estrechan,
los párpados se cierran.
Comparo mis fantasmas
con obras del silencio.
Allí, en cada penumbra,
no alumbra la nostalgia ni el talento.
Sólo en la ilusión de aquel pasado
sigue la aurora, jugando con el viento.
FINGIENDO ESTRELLAS
Si alguna vez me fui,
hoy estoy lejos.
Si alguna vez mentí,
no tengo nada.
Si alguna vez dejé de amar,
estoy perdido.
Me voy despierto,
si alguna vez soñé soñar,
soñar tus sueños.
Lo sé, porque no soy heridas.
Lo sé y no soy mis cicatrices.
Aunque la tarde siga fingiendo estrellas
sé que allí hay mucho más, aunque sean grises.
TAL COMO ES
Aún están
enteros
tus sueños.
Quizá tu voz
se aleje de repente.
Tu sombra sigue,
sin mí,
y en esa escarcha,
veo tu alma
tal como fue.
Vives aquí
junto a toda la nostalgia.
Me abandonaste
junto a un pequeño arrullo.
Sé que de noche
esperas por mis pasos.
Sálvame,
tu piel es la culpable de mi sangre.
Despierta de una vez
de toda tu penumbra,
todo será inmortal
por la mañana.
ABRIR HERIDAS
Mis fragmentos de memoria piden alas,
quieren que te acompañe
hacia el vuelo final, sin sentir vértigo.
Debes saber
qué triste es la mentira cuando calla,
qué ausente es la verdad que no libera.
Cómo bate las alas el silencio
cuando es mejor callar que abrir heridas.
FARO
Como un faro en medio del desierto,
una coartada imperfecta.
Una lágrima dulce,
un buen secreto.
Mi oración o tus plegarias
en el límite salvaje de lo inútil.
Tu espíritu soñando con mi aliento
y el párrafo perdido en tu memoria.
No queda aquí otra cosa que tormentas
en aquel faro, en medio del desierto.
REFLEJO
Otra vez
me permito soñar
con otro rumbo,
lejos de mis prisiones.
Se acerca el fin,
no valdré la pena
si sigo reflejándome en tu espalda.
Todos están malditos,
y tengo que alejarme
porque el miedo no espera.
Las estaciones de tren,
los postes viejos
siguen retrocediendo cada día.
En mi despedida,
no habrá flores.
Sólo el viento
arrullará tus pasos.
En aquel día,
no habrá lágrimas,
tan sólo melodías en colores.
Perdida en la llanura,
serás un día más hacia la noche.
Espero en el limbo,
sin trompetas ni máscaras.
Sin llaves,
sin suspiros,
sin dolor.
Espero demasiado
lo que no esperé nunca.
Espero ciego,
sin saber lo que sueño.
Espero el día
en que todo sea negro
y pueda ver tu alma
tal como fue alguna vez.
SOMBRAS Y OTOÑO
Las sombras y el otoño serán piel en tus huesos.
Tendré una copa de vino en la batalla,
un sombrero por cada pensamiento.
Una sonrisa inútil que nadie más verá
porque voy solo, navegando en tus lágrimas.
¿Para qué seguir callando? Una verdad
se ocultará en la cruz de tus ojos.
No podrás jugar con tu sonrisa,
mi vida no te espera. No podrás.
Poemas ausentes
me llevan de la mano a mi temor,
a aquella fortaleza del comienzo.
Daré gracias que no siento,
devolveré mis sueños a la aurora
porque ya no tengo nada.
Nada,
porque el rebaño se ha ido.
Porque las flores me encuentran
desde arriba, perdiendo mi reflejo.
UN POCO MENOS
Salva tu piel de toda aquella angustia,
deja que el árbol suene y traiga piedras.
Tira del mar, que pronto habrá un desierto
y en tu refugio, cansado, estaré alerta.
Trataré de soñar un poco menos
si me abandonas y dejas tu maleta.
Como el dictado invisible de un poema,
como el tejido sangrante de una mueca,
prefiero ser la voz que te acaricia
aunque disfrace el dolor de un alma inquieta.
Afuera, la lluvia se ha llevado
por siempre lejos, las noches y la angustia
de saber que nada es fácil, de saber
que todo muere, que todo se marchita.
DUDAS
Madera fútil,
ceniza de la aurora.
Pasado atroz
que anuncia tus preguntas.
Pienso que el viento sabrá de lo que hablamos
y en esa escarcha, en tu voz, verás mis dudas:
¿Por qué tu Dios disimula un presagio?
¿Por qué el fulgor precede a la derrota?
¿Me invitarás a salir de mi encierro?
Cuerpos sin manos me esperan y, de a poco,
entierran lo que queda de mi boca.
DESDE ADENTRO
Desde adentro,
respirando profundo
porque el aire es poco,
el cielo no es azul y cada noche…
cada noche es más larga que la noche.
Sueño con verte otra vez,
con ver la luna
que desde aquí no sonríe.
Sueño que un día
volveré a encontrar viejos caminos,
un nuevo hogar, una nueva esperanza:
poder valerme de mis manos,
de mis sueños.
Miro mis pasos hasta aquí
y, desde adentro,
siento que el alma se me escapa,
que puedo volar cada vez más alto.
Que falta poco para ver la luz del sol
y mi futuro, hecho presente,
entre tus brazos.
DESIERTO Y CICATRICES
Esta noche perfumarás mis sueños,
esta noche me fundiré en tus brazos.
Fui tanto tiempo desierto y cicatrices…
Espero ser oasis, primavera,
puesta de sol. Dejar de ser naufragio.
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SELECCIÓN DE POEMAS
Por Francisco Jesús Muñoz Soler
RECONOCIMIENTO A UN SER QUE VIVE Y VIVIRÁ
ENTRE NOSOTROS
La voz del poeta se quebró
sus ojos casi ciegos se humedecieron
todo había valido la pena
ahora que presiente el final de su vida.
Jorge Luis Borges el poeta
que embargado por la emoción
emanó lágrimas de gratitud de sus ojos
casi ciegos en el momento de expresar
con su voz trémula que su vida
había tenido sentido porque su ser
su poesía ha arraigado en los corazones
de sus semejantes
se sentía realizado al recibir él
solitario poeta en el último trazado
de su existencia la confirmación
de haber cumplido su objetivo como hombre
a pesar de tu solitaria existencia
siempre estarás acompañando
a tus semejantes a través de los tiempos,
ese era tu destino Jorge Luis Borges,
poeta.
CONCLUSIONES DE UNA VIDA SANTA DEL MEDIEVO
Amar la vida sin temor, amar a nuestros semejantes,
Amarnos a nosotros mismos, es amar a Dios.
-I-
Lo dice la leyenda, lo escribió Don Gonzalo,
que hubo un santo en las Españas
de nombre Santo Domingo natural de Cañas
mas adoptivo de Silos donde lució su halo,
de infante graves sentencias tomaba
para el cuerpo creyendo que así se suministraba
la gracia de Dios pues de la vida dada desconfiaba
porque en ella veía al demonio que le rondaba,
la vida con sus prójimos le tenía aterrorizado
porque si en él pecara otro se sentía culpado,
temeroso de Dios prefería vivir apartado
desdeñando el amor de los hombres por ser pecado,
acumulaba sufrimientos, su cuerpo marchitaba
renunciando a los dones que la vida le otorgaba
así creía servir al Señor al que tanto amaba
cuanto más dolor hallaba, más santidad lograba,
más entendió que había seres que debían ser ayudados
pues en esta vida hay muchos desgraciados
que sufren flagelaciones y merecen ser amados
y ayudó a sus semejantes sin descanso como buenos heredados.
-II-
Heredados de una vida que hay que vivirla
en la que es tan gratificante el amor cristiano
porque nos une como verdaderos hermanos
pero donde los yugos y las mordazas envilecen las almas,
porque en Dios que tanto nos ama
no busquemos nunca castigo que el temor
es un arma arrojadiza contra su comprensión
que mayor dolor que causar miedo con el amor celestial.
Vivamos la vida, amemos como hermanos,
sintamos por nuestros poros la vida
queriéndola, buscándola, soñando con ella
porque nos la ha dado Dios como seres humanos.
CARTA A CÁNDIDO DE VOLTAIRE
Cándido a ti que naciste en un paraíso de Wesfalia
que fuiste apartado de el
por conocer los olores del amor
correspondido de Cunegunda, flor inocente,
a ti, que te cubrieron con uniforme
por la fuerza de unos grillos
y por creerte el privilegio
de tu libre albedrío cual animal eres
te fustigaron a baquetazos generosamente
y al pedir la muerte hallaste clemencia
de un soberano que cuidaba celosamente
de ser justo con sus vasallos que mueren en batallas
llenas de heroicas matanzas engalanadas
por los cánticos del Te-deum, incendios,
muchachas tomadas por héroes y saqueos.
A ti, que sobreviviste a las desventuras
de tempestades, naufragios, terremotos
y al sambenito en un auto de fe cristiana
donde te azotaron en cadencia con los cantos,
a ti, que mataste a pesar de tu condición
amable y apacible
por la ex flor inocente Cunegunda
y por salvar tu vida de manos de un inquisidor,
a ti, que huyendo del derecho público
a la justicia de los hombres cruzaste
el océano Atlántico hasta donde te siguieron
razón que te separó de tu flor silvestre.
Te refugiaste en el Paraguay de los padres
jesuitas, nobles gobernadores y celosos
guardianes de los bienes de Dios
en la tierra y de sus hijos a su libre entender,
de donde huiste bajo el ropón
de un reverendísimo padre coronel
que atravesaste hasta la guarnición
llevándote el olor de su noble sangre,
a ti, que gozaste el vivir del Dorado
donde se entonan solemnes alabanzas
en reverencia al Señor en armonía
lejos de hogueras, auto represiones y miedos,
donde existen inmensos edificios públicos
y carecen de tribunales de justicia
cárceles y establecimientos correctivos
para la moral de las personas,
a ti, que abandonaste el Dorado por la desmedida
ambición de ser más opulento que todos los reyes
esperando así tener la seguridad de no temer
a inquisidores y rescatar a Cunegunda,
a ti, que perdiste tu fabulosa fortuna
entre engaños de los hombres de mundo
y tu extremada y dulce ingenuidad
más te viste con tu idolatrada Cunegunda casado,
dime ahora que gozas acompañado
de tus seres queridos y cultivas la tierra
alejado del fastidio, el vicio y la necesidad
¿qué debe hacer para ser feliz, un hombre como yo?
LOS HUMANOS
La humanidad busca el porqué de su singular existencia
y espera que su voz esa que no calla ni en sueños
no se apague después de esta vida tediosa y desplazada
del eje que trata de equilibrar sin éxito
aunque pone todo su tesón e ilusión amanece
con el mismo desasosiego con que el ocaso
del día anterior le dio las buenas noches
y con la misma amargura con la que ve irse el amor
en destellos de gestos, miradas y pensamientos hacia la muerte
donde espera que su voz, incansable y única
tenga la resonancia y la verdad que le negaron
en su ambigua e impuesta existencia humana
a él, ese ser único que lleno de sentimientos
que igual que su voz espera amanezcan
después de su muerte física, esa que ve en otros
y le parece ajena, esa que sesgará su vida
y tal vez su voz….
MONOTONÍA RAMPLONA Y VACUA Y RABIA CONTENIDA
La verdadera infelicidad viene cuando no se tiene ninguna esperanza
y entonces de nada sirve estar bien y no necesitar nada.
Alberto Moravia
Por las noches al acostarme
no siento ninguna ilusión
ni tengo ningún deseo inmediato.
Me levanto ahíto de dormir
no de soñar, pero sí de postrar
mi cuerpo en un no vivir
de mi espíritu envuelto en tinieblas
de ensueños borrosos y lánguidos,
mis días rezuman pensamientos ramplones y vacuos,
y mi vida monotonía en su continente
encadenado al carro de la vida
deslizándome con el por el tubo
del tiempo voy contando las ranuras
por donde atisbo luz del mundo
soñado, del que pudo y puede ser,
del que repele el convencionalismo,
la monotonía, el tedio, el interés,
el egoísmo, la represión y el cinismo.
Mis días pasan inconsecuentes
sin el más mínimo alarde de importancia
con el más absoluto desinterés
en la más repugnante de las indiferencias.
Sólo queda un poco de esperanza
para llenar mis pensamientos
y una rabia contenida
que oprime mi pecho.
LA JUSTICIA ACABA DONDE EMPIEZA EL PODER
La justicia acaba donde empieza el poder.
(sensación que experimentó el pueblo romano
durante la dictadura de Sila, 84 a.d. Cristo)
Si el destino de un hombre va asido
a la voluntad o capricho de terceros
que utilizan para su mayor provecho
qué será sin duda la penuria
del necesitado, de poco valdrán
sus ingenios, esfuerzos y sudores
porque sus necesidad ha sido dada
precisamente por el mayor poder
de sus segundos y terceros semejantes
que se la han creado para acrecentar
la base de su privilegiada situación social
esa que ha de mantener a costa del hombre
más débil en la sociedad que ellos
regentan y que no cesaran de expoliar.
El hombre ese animal evolutivo
ojalá se dirija hacia la vía
que desemboca en el sendero
donde el poder pierde su trascendencia
y donde esa maraña de normas
represivas del hombre hacia el hombre
que perpetua su propio cáncer
deje de representar a la justicia.
BUSCO UNA RESPUESTA
La muerte, la vida, la sombra, la luz, lo irreversible.
Ilusión de vida es la fecundidad de las madres.
He conocido en unos días a dos ángeles
de madres abatidas por el irreductible cáncer
viajaran inmediatamente hacia la muerte
dejando el germen de sus vientres en su estación más celeste
en la más ingenua de las etapas de la vida de los hombres
en la infancia, más dolidas por la separación inevitable
de sus hijos, más preocupadas por las atenciones
que ellos necesitaran en el peregrinar ineludible
de sus existencias terrenas que por el dolor persistente
e irresistible con que la cruel enfermedad absorbe sus fuerzas.
Quisiera tener la lucidez para decirles a esas madres
que saben su destino cercano e inamovible
la razón por la cual ellas
en plenitud de su amor hacia sus hijos
dejarán este mundo,
cuando la flor de sus vidas tenían el talle lozano y esbelto
y sus pétalos tienen guardados aún sus mejores perfumes.
Yo no tengo la respuesta a esa sinrazón:
quisiera que mi mente se acercara a mi fe
aunque fuera solo un instante y poder explicarles y explicarme
el porqué la muerte llega de una forma tan cruel
e inoportuna a los corazones benditos de las madres
y por qué sus tiernos hijos serán padres/madres
habiendo crecido sin el cariño que nunca debieron perder.
La vida, la muerte, la luz, la sombra, lo inexplicable.
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NUEVOS POEMAS
Por Rachid Boussad
Azucena inmaculada y rocío dolorido
Tu pénsil sabe a albahaca y hierbabuena,
Y tu fragancia huele a flores amadas.
Éstas nos hacen cómplices amadores.
La mariposa de tu rostro encendido,
Una promesa de placeres tan deseados.
¡Qué paisaje tan bien afiligranado!
Es más que un acto de fe,
Un don del Demiurgo Justiciero.
Tu pénsil, un poema tan sentido.
Tu fragancia, un verso,
Sí, un verso amadamente compuesto
Para que en ti me mire
Y conmigo mismo me rime.
¡Oh flor gauchesca, indomeñable e inmarcesible!
T me mueres de azucena inmaculada,
Y me arrobas con tu rocío afligido.
El néctar ponzoñoso de tu pasión
“De la contemplación
Nace la rosa; De la contemplación, el naranjo
Y el laurel: Tú y yo del beso aquél”.
Miguel Hernández
¿Cuántos campos de recuerdos
Te guardas del ósculo aquél,
Socorrido por alambradas, ejércitos
Y ametralladoras?
Y entre mis amorosos navajazos,
Te derretías cual rocío,
Rocío entre las densas arboledas,
Agredido por los colmillos del sol.
¡Ay princesa de los siglos y sus siluetas!
¿De qué sombras, de qué estrellas,
Amapola y gloria de verano,
Te olvidas y te escapas?
¡Oh, planta sagrada! ¡Ven a mí!
Déjame regar mi cráter vulnerable
Con aquel néctar
De fuegos salvajes.
! Ven a navegarnos!
A Majda Meskrot
¡Ven a navegarnos esta tarde a mi puerto!
El capitán está dormido,
Y de la jornada muy agotadora,
Los marineros, tremendamente fatigados.
¡Ven a hundirnos un poco!
Quizá esta noche sea mi consuelo
De viejas canciones tediosas,
Y de la tristura de estelas imborrables.
¡Ven a llovernos!
¡Ven a florecernos!
¡Ven a germinarnos leyendas!;
Leyendas de primavera sin otoño.
¡Ven a navegarnos a mi puerto!
Ya los párpados de esta tarde
Acarician tímidamente los pómulos de mi silencio,
Y me sintetizan en palabras.
¡Ven a navegarnos esta tarde!
De mucho tiempo el viento no dispone
Para que nos reúna,
Y el vacio nos lo llene.
¡Ven!, ¡ navega en mí!
Pues, mi amante puerto anhela:
tu preciosa bengala mirar,
Y tu misteriosa sirena escuchar.
El cenzontle embalsamado
Te fuiste de un reflejo,
Dejando en mi ojo
Desdichas a manojo.
En aquellos ayeres memoriosos,
Tu presencia desvanecióse,
Y así de lánguidos se quedaron
Mi cenzontle y mi caverna,
L
A
G
R
I
M
E
A
N
D o sus hoyes jubilados sin tiempo.
y allí en el pecho,
Pervive afónico el canto
Y SE R E V U E L C A implícitamente
En mañanas prisioneras aún
En las garras decididas de la medianoche.
¡Oh Majakech, palmera frondosa!
Ten por bien sabido
Que la luz me habita
Pero de espaldas;
Que tu presencia se olvida
Mas intensifica tu existir,
Y tan solo la Luz Inigualable,
Y altamente calificada,
Es mi único elixir.
Madrid, 2012
El arpa de sueños suicidas
A Majda Meskrot
En las membranas de mi corazón
dolor hay en cada palpitación
Y en todos los ángulos de mi mente
efigie suspendida en cada instante. .
(Ardiente, ardiente,
cual picadura de la serpiente).
En mi corazón fontanoso
dolor venenoso
donde fluyen mares
de pesares y sinsabores.
En las aceras del tiempo
Y los balcones de mi pasatiempo
Recuerdo en mi mente
dolor tan punzante.
! Ay del arpa que fatigas mi amante mente,
y que los himnos de mi alborada extenúas a cada instante
Y sin átomo de compasión,
tus colmillos clavas en mi exangüe corazón.
En las membranas de mi corazón
dolor hay en cada palpitación
Y en todos los ángulos de mi mente
efigie suspendida en cada instante.
Alhajas de primavera
A Majda Meskrot
Las hojas de otoño
Se curvan hacia abajo,
Y se suicidan a regañadientes.
Los recuerdos de antaño
Encandecen los filamentos,
Los filamentos de mi memoria.
El cielo desnudo
Encanece lúgubremente
El paisaje arropado
Por mis soledades crónicas,
Aislamientos depresivos,
Y ostracismos vistosos e invisibles…
Aunque parezca cierto,
La brisa de alguna ribera,
Pronto reverdece el campo
Y me hablará confidencialmente:
¡Despierta tu plantío,
Es un milagro abierto,
Ya llega la tan esperada primavera!
El Hoyo y yo
¡Qué poema tan libre eres tú!
Libres somos tú y yo.
“Oum Er- Rbia”, tu verso
Yo, tu fiel conejillo, buscón;
Tahúr y vagamundo.
En la Cueva del Bohemio
Te canto y te cuento,
A bombo y platillo.
Te miro, te admiro y te rimo
A solas, y las estrellas se sustentan como testigo,
Y aun desde lejos, desde muy lejos
La Roca del Gigante además.
Dime, ladrona de vidas, di
¿! Cuándo te me adentras!?
¡Yo qué sé!
¿!Cómo formas parte de mi,
Y a qué confines infinitos me llevas!?
Las vidas me robas,
Y el alma entera me arrobas.
Dime, ladrona de anhelos, di
¡Cuéntame tus andares, tus lejanías!
¿Por qué en tus cipreses?
¿Por qué encinas, y eucaliptos?
Escucho yo tu mutismo,
Tu mutismo cómplice y sensato.
¿Por qué motivo les pones candados de plomo
A tus oídos?
Dime, ladrona de vidas y anhelos, di
¿!Te enorgullecen este regimiento,
Esta brigada de monos,
Que de tus altos y gigantes cedros frondosos,
Baja con gestos y gimnasias
A gozar de la limosna del turista perezoso!?.
En tus montañas, éstas que te abrigan
Hay una leyenda que alucina y no engaña.
En tus lagos abondosos,
De aguas diáfanas y luciérnagas,
Hay un manantial de secretos que fascina.
¡Qué pera tan fresca eres tú!
Fresca como una lechuga,
Y mermelada rojo carmesí
(Eso pienso yo).
¡Qué poema tan libre eres!
Libres somos tú y yo
Pero, cuando de noche,
Paseando y los perros por compañía,
Mi pobre corazón y aliento,
Inseguros y sin tarjeta,
Bien seguro de bruces caerán
En algunos de tus hoyos;
Hoyos indeseables y sin luces.
Y el temor de que la cordillera despiadada
Me delate a algún verdugo
De aspecto un tanto excéntrico,
Algún guardia imbécil indeseable y sin luces
Khénifra, 2011
Tacita de plata
A Majda Meskrot
Cádiz es más que un espacio geográfico,
Es arte y parte ingente en mi vida.
Aquí he dibujado una hoja de ruta idílica.
¡Ay, Cádiz, Cádiz,
Cómo te tengo en alta estima!
Tu recordar en mi revive
Las fisuras del espejo de un pretérito;
Pretérito idílico esculpido
En estos remiendos viejos
Que en mi alma enamorada llevo.
Cádiz, 2010.
Deliquio
A Majda Meskrot
Al son y al tono del Destino,
-Grandiosa obra etérea-
Bella muchacha surgiste.
Con amor acendrado,
Proyectaste tu luz verde
Sobre mi cansado cuerpo.
Fieros combates, luchas encarnizadas
Y sombras sonoras
Erraban sin ponientes y sin levantes;
Y constantes inquietudes
Yacían en un ponto;
Un ponto de mutismo amador.
Al son y al tono del Destino,
-Grandiosa obra etérea-
Bella muchacha surgiste.
¡A Dios doy gracias…
…Gracias sean a Dios!
Tedio
A Maily Esparza
El sol se despidió a regañadientes.
La luna, con tono imperioso, se impuso.
Dios sujetó el sol y la luna,
Prosiguiendo los dos su curso,
Hacia un término fijo.
Algunas facciones recientes
De una transeúnte tan inocente y decente;
Dulce compañía me hicieron.
Con tiritas de su ternura,
Tapó las brechas de mi tristura.
Entre el ayer y el hoy
Pocas sonrisas,
Mucha simulación,
Y demasiado tedio.
¿Por qué tu Edén mandó recluirme
En este Erebo de claras tinieblas?
La calma y la tormenta
A Majda Meskrot
En el café Ouzoud estoy.
¡Qué calor tan vengativo!
Lejos de ti, algo soy:
Erebo pasional, o Edén fugitivo…
Una errante brisa de brasa
Las mejillas de mi memoria
Acarició tímidamente,
Sacudiendo terriblemente
El ponto aletargado
De mi amor desmesurado.
Pénsil eras tú
A Majda Meskrot
Yo antes con alma de poeta,
Deponía que pénsil ignoto eras tú;
De flores impolutas perlado,
Y de suntuosas fragancias pululado…
Mas ora, determiné
Tus flores traicioneras,
Y tus espurias fragancias.
¡Qué desazón sin tregua!
Yo antes te veía vistosa.
Ahora, viciosa,
Porque flores de tu pénsil
Algunos olieron y cortaron.
El día catorce de febrero
A Zaki
El día catorce de febrero
Fecha de mucho esmero.
Estado de zozobra
El verbo sobra.
Razón murrio
Corazón amatorio.
Ingente esfuerzo hago
Este día radiante y de órdago.
Buscar no me canso
Regalarte demasiado pienso:
¿! Una rosita!?
Mas marchita.
¿! La vida!?
Mas es ida.
¿!El sol del amanecer,
o tal vez, la luna del anochecer!?.
Mi Esperanza te regalo eterna,
Es mi lengua sempiterna.
Con ella mi querer inconmensurable,
De tu amor se nutre incansable.
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EL GRAN BORIS GOLD
CON SUS NUEVOS TEXTOS
LOS ORGASMOS VAN AL CIELO
Peno por aquellos
sedientos de guerras,
que tan solo piensan
en matar, nada más,
lo digo y lo confirmo
que un buen orgasmo,
es la gran cruzada
a la ansiada…paz.
Sentirán que la vida
tendrá otro sentido,
cambiarán las formas
de ver y razonar,
hagan caso de esto
fruto de experiencias,
súbete a un orgasmo
y después…a volar.
No hay academias
que nos dé diplomas,
ni gente que diga
que poses usar,
tu cierra los ojos
métete en la cosa,
apunta con ansias
y déjate…llevar.
Que jamás las armas
tengan voz ni voto,
el amor tan solo
es la gran verdad,
si el flaco mimoso
empuja adelante,
es un bien valioso
que hay…que cuidar.
A veces me pregunto
donde se refugian,
todos los orgasmos
después de gozar,
yo creo que ellos
se van hacia el cielo,
cuidados por ángeles
que saben…de amar.
Estas son ideas
de un viejo guerrero,
que con gran cariño
lo quiere homenajear,
a ese que me ofrece
orgasmos de ensueño,
por eso mi flaco
será…eternidad.
***
Mi humilde homenaje a los anónimos “hacedores de milagros”
Al doctor Adrián Gold y a todo el equipo de terapia intensiva del hospital RAMOS MEJÍA
“HOSPITAL PÚBLICO”
Son las dos de la mañana…o las tres, a quién le puede importar, aquí el tiempo es parte integrante del inventario, los médicos de guardia haciendo su habitual recorrido, siempre acompañados por alguna abnegada enfermera, ángeles guardianes haciendo milagros, uno de ellos: que estos sufrientes seres puedan recuperarse y salir al ruedo nuevamente. La habitación en penumbra, se vislumbra una silueta acostada, una sombra alta con la cual pareciera hablar el ocupante de ese habitáculo, sería por demás interesante saber que le estará platicando.
Cuando la vista se va acostumbrando a la oscuridad, uno se sorprende al darse cuenta que la susodicha sombra, es un tubo de oxígeno que a su vez soporta una sonda de plástico, perdiéndose en las fosas nasales del paciente, ¿quién es? ¿porque está allí?¿qué le pasa?.
El nombre del individuo ¿a quién le importa? Solamente a los médicos, que pasan a ser para ellos algo así como Dios (pues esperan el milagro de salvarlos de sus males). Esto es algo personal entre él y la “parca” que siempre espera a algún “cliente” este es el pedazo de vida que la está peleando , ¿su vida? bueno, de alguna manera debemos llamar a esos ojos sin luz y a ese respirar como auto que le falla un cilindro.
Me interesé por él en particular y me dijeron: “ES EL DE LA CAMA NUEVE DE TERAPIA INTENSIVA, aferrado a la existencia gracias a un respirador, gambeteando la muerte en un desigual combate, que nadie sabe como terminará, que destino cruel para alguien que es simplemente ¡UN SER HUMANO!.
Mientras observo esa figura inerte, me pasan por la cabeza infinidad de pasajes que muy bien podrían ser la de ese hombre: un hogar, esposa, hijos, problemas cotidianos, tal vez un jefe que pretende lo que no puede ser, al fin de cuentas…cosas que nos pasan a la mayoría de los mortales, ¿sabremos entender que es diferente?, es el anónimo propietario de su bien más querido: LA CAMA NUEVE.
Me quedé escuchando el tic tac de un reloj, que va desgranando las horas que le faltan para despegarse de ese aparato, que ya parece un apéndice natural de su cara, o las que le faltan para irse a morir al cruel cemento de la ciudad.
Fue pasando el tiempo y un día cualquiera en que a bordo de mi automóvil, realizaba mis tareas habituales ,sucedió algo que también ya es por demás cotidiano, un piquete de gente protestando me obliga a desviarme de mi camino y en ese trajinar en busca de una salida, desemboco en la calle .Urquiza a dos cuadras del hospital y me dije: ¿qué será de la vida de ese internado? y hacia allí me fui..
Observé la marea de gente dirigiéndose a los distintos consultorios, en fin, lo de siempre, me introduzco en el edificio y a lo lejos lo veo con un bagallito de ropas en las manos, lo seguí hasta la recepción donde un joven con un libraco enorme frente suyo, estaba preparado a escribir los datos del paciente que se iba de alta y alcancé a escuchar lo siguiente: ¿nombre? CAMA NUEVE DE TERAPIA, ¿apellido?.RAMOS MEJÍA.
Mientras se perdía en esa serpenteante aglomeración de seres que buscan la salida, como si allí estuviese esperando alguien para decirles: ya todo pasó, ahora salgan a disfrutar.
Pero desgraciadamente el destino es el que mezcla las cartas y decide quién va al cielo…o al infierno.
El que lo iría a recibir son los brazos de una gran ciudad , que al no tener corazón no se conduele con nadie, menos con él…SIMPLEMENTE UN PARIA.
En tanto, yo notaba que la vista se me nublaba cada vez más, era un cúmulo de lágrimas que pugnaba por salir de mis ojos y no hacía nada para contenerlas…
“ME HACÍA MUY BIEN DESPRENDERME DE ELLAS”
Boris Gold
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SELECCIÓN DE POEMAS
Por Ana Romano
Intermediario
Perforan escondites
los astronautas
¿qué sostienen los débiles
en su tribulación?
El poema los enlaza
en versos
que obsequia
al lector.
Escoriación
Fragmentan
dormidas
Acordonan
antiguos
Y la realidad
¿qué despide?
Es en el ahora
que naufraga
la voluntad
Glotón
el sopapo
zurce
los instintos
¿Y la cabriola
dónde
espolea?
Escape
En busca de pruebas
quebrada
descalza es
que camino
En silencio
corren
El frío
es
precipitándose
¿Qué esconde
-aun sabiendo dónde-
la pena?
Elevación
Como notas
resbalan
barriletes
Un crisol
Y es que flotan
los cuerpos.
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POEMAS SELECTOS
Por Rolando Revagliatti
“The adventures of Baron Munchausen”
Airearse de Quijote
mecerse con arañas
telón que decapitas
después
pero también durante
el tic-tac de la arena
de nuestros relojes
(y en trance de sultán
tanta pasión
el oro)
aletargados
por la Infausta y su Tradición
de consistencia incuestionable
¡Mi reino por mis funciones!
Bucéfalo, ¿me hallas acaso
abandonándote?
“The adventures of Baron Munchausen” (“Las aventuras del Barón Munchausen”), filme dirigido por Terry Gilliam.
Divina
Divina
Para el gran público
fue un éxito
Divina
Para los críticos
el filme abusaba
Divina
En la trama
el Maldito se consumía
odiándola
Divina
Ese Maldito
la odiaba
y la odiaba
Divina
Y apuraba el vino
añejo de su odio
Divina
No sería suya
Divina.
“Down by law”
Apuntan muertos
desde encierros
y repugnantes
encerronas
Apuntan fugados
al halo
de la justicia
Apuntan canes
a parias
naden y fuguen
o no naden.
“Down by law” (“Bajo el peso de la ley”), filme dirigido por Jim Jarmusch.
“Amantes”
Rompan filas
rompan cirios
rompan trenzas
rompan Victorias
rompan derrotas
rompan guarradas
rompan Arbolitos de la Navidad
rompan Trinis
rompan Nochebuenas
rompan frentes
rompan Santas Pascuas
rompan
El Cuento del Novio.
“Amantes”, filme dirigido por Vicente Aranda.
“Gothic”
Realizo al poeta
sobre la agitación de las alas
del pajarraco que se lanza
a los relámpagos
Realizo al poeta
en el pajarraco de los fogonazos
Realizo al relámpago.
“Gothic”, filme dirigido por Ken Russell.
“Naked tango”
Guapo túnel
de contraluces colorados
consuma el florilegio
Guarda la debida memoria
y el Cholo no la mata
Vendas para el artificio:
mis testículos.
“Naked tango” (“Tango desnudo”), filme dirigido por Leonard Schrader.
“Roseland”
No te duermas
en los espejos
Confluye
Huérfanos
los zapatos
en la pista
En el cielo
los pies
danzaban como números.
“Roseland”, filme dirigido por James Ivory.
“Mr. and Mrs. Bridge”
La vida sirve
La vida sirve
aun cuando cimbra
La vida sirve
a fines desproporcionados
Se nos queda
desproporcionándonos.
“Mr. and Mrs. Bridge” (“Señor y señora Bridge”), filme dirigido por James Ivory.
“Let him have it”
Ahora mismo
es ahora cuando lo hacen
con nuestro hijo
y hermano
Ahora mismo
mientras
nos abrazamos
Es también ahora
cuando ellos
son eficaces
Funcionarios
deciden y lo hacen
Ahora mismo ratifican:
lo están
ahorcando.
“Let him have it” (“La muerte cumple condena”), filme dirigido por Peter Medak.
“Zabriskie Point”
A la parrilla modernista
las cadenas de mandos
En las parrillas modernistas
ni horizonte
Los bronces
de la inmortalidad
A la parrilla
le han explotado los desiertos
Y mañana serán
restos los hombres
Vuelan los explotados
y alucina (dinamita)
una chica.
“Zabriskie point”, filme dirigido por Michelangelo Antonioni.
“Passion fish”
Usted baila, ríe, llora
eso sí
a riesgo del mundo real
Yo revelo mis fotos, perduro
sobre las ruedas de mi silla
al fin
apasionadas
¿Logrará usted que vuelva yo a lograr?
¿Cómo es así lograr?
¿Lograré yo que usted me necesite?
“Passion fish” (“Escrito en el agua”), filme dirigido por John Sayles.
“La double vie de Veronique”
El anillo y el ojo
y las coordenadas
Primera persona del remolino
que desfallece
Segunda persona de la culminación
de las campanas
Se corta por la voluptuosidad
su electrocardiograma
y por lo más delgado
A mí recurren los reflejos
La otra es ardua
cuando río
en mi madera.
“La double vie de Veronique” (“La doble vida de Verónika”), filme dirigido por Krzysztof Kieslowski.
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EL MARAVILLOSO SONETISTA
Rodolfo Leiro
LITURGIAS
Yo abrevé en la liturgia soberana
entre duelos, crespones, desafíos,
enfrenté los fracasos y desvíos
trizando en el cristal de mi ventana;
fue el acíbar que urdió cada mañana
con su azufre de nérvidos deslíos.
¡Así fueron rodando sueños míos
en el plato infeliz de mi romana!
Y a pesar de la túrbida otomana
que envolvió con su pátina bardana
cada sueño de jónicos bravíos,
desde el invierno azul de mi fontana
siembro mi verso grana en mi besana.
¡Pues que truenen sonoros mis estíos!
SONETO EN AZUL
A mi hijo Eduardo Oscar Leiro (1992)
Yo no tengo un azul en mi retina,
ni es azul el color de mi ventana,
no es azul el color de mi mañana
ni hay azul en la tarde que declina.
No hay azul en mi noche de desvelo
ni en la vasta planicie de mi día,
no dibujo en azul mi sinfonía
ni gesto algún azul del azul vuelo.
No dispongo de azules compañeros
que surcando la mar, azul maderos,
flotando en un azul de mi azul viaje,
me arrojen sus azules esplendores
para pintar de azul mis viejas flores
con el azul pincel de mi coraje!
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*GRITO DE MUJER*
Grito de mujer que brama
como cierva en un desierto
por corrientes de agua clama
con sed, al que esté despierto.
Instrumento descartable
de una sociedad machista
deja de ser codiciable
presa de amor egoísta.
Grito de mujer ¡reclama!
solamente sus derechos
ser mujer, esposa y ama
de lo que criaron sus pechos.
Culturas que hicieron de ella
un objeto deleznable
siendo en perlas la más bella
para ella no hay trato amable.
Grito de mujer que espera
ser tratada como igual
que halle el eco en la frontera
su distancia es abismal.
La lucha será constante
no hay que temer al rechazo
ni al poderío arrogante
pie con pie brazo con brazo.
Grito de mujer hay auroras
que juntas descubriremos
Dios nos hizo «coadjutoras»
Y con EL transitaremos.
¡BASTA YA! Es suficiente
queremos se haga justicia
quita el velo ¡Se valiente!
en vez de azote, caricia.
Libia Beatriz Carciofetti // Argentina
Derechos reservados para compartir Nº 452298
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MUJER DESCONOCIDA
Me hubiera gustado conocerte,
recoger tus manos abnegadas
y pedirte perdón por las mías,
pero ibas ajena, vencidos los ojos
acaso ensimismada en el paisaje de otros ríos,
de otras tierras que no nos pertenecen
y traía anclados tu mirada.
Niña mujer o mujer niña de arenas sin parques
te leías triste en un siento;
yo iba contigo
pero no pude encontrarte: tu cansancio
viajaba lejos, mucho más lejos que el mío.
Lo siento.
No pude regalarte una sonrisa.
Esther González Sánchez
Vigo-España
Miembro Honorífico de Asolapo-Argentina
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34º NÚMERO DE LA REVISTA LITERARIA.pdf
34º NÚMERO DE LA REVISTA LITERARIA
DIGITAL MENSUAL
NEVANDO EN LA GUINEA
NºLXXVIII desde inicios/03-04-2013
EDITORIAL LXXVIII
Pueblo Gitano
El 8 de Abril se conmemora el Día Internacional del Pueblo Gitano. Ese mismo día del año 1971 esta comunidad se dotó de una bandera y de un himno. Pueblo sin territorio y sin Estado, el nomadismo ha sido una de sus características, lo que ha determinado sus rasgos culturales, su forma de vivir durante siglos. No obstante, podemos decir que desde hace ya años ese nomadismo es en gran medida un tópico del cual nos debemos desprender: en muchas ciudades de Europa –donde viven la mayoría de los gitanos del mundo- y de América los gitanos se asientan en barrios o pedanías y llevan una vida sedentaria.
Pero los gitanos son mucho más que un pueblo de pasado nómada, hay una cultura amplia y también diversa, como ocurre con todos los pueblos, más diversa aún al tratarse de un pueblo disperso, con un idioma, el rom o romaní, en algunos lugares ya muy menguado, como por ejemplo en España, donde la variante local de este idioma, el caló, estuvo a punto de perderse y en la actualidad, mal que bien, se recupera, y también con unos usos sociales y costumbres propios de este pueblo y unas formas de expresión que han de mantenerse como una expresión cultural más de la humanidad.
Las relaciones entre las comunidades gitanas y las comunidades de los territorios a los que aquellas se dirigieron y en las se establecieron no fueron fáciles. Se data en el siglo XV la llegada de los gitanos a Europa –antes se establecieron en otros lugares, como Persia o el Magreb-, cuando los Estados modernos iniciaron su proceso de construcción, lo cual requería un proceso de homogenización de la población, lo que mal casaba con la presencia de pueblos, idiomas, religiones, costumbres y cosmovisiones diferentes. Los gitanos, como minoría que eran, como cualquier minoría, fueron blanco de la persecución y la criminalización, comenzaron a ser vistos no como eran, sino como el poder y por ende la mayoría querían verlos. En España en 1539, bajo el reinado de Felipe II, se aplicó la pena de galeras para los gitanos y dos siglos más tarde, en 1749, el Marqués de la Ensenada llevó a cabo la prisión general de los gitanos. España no fue, por desgracia, el único país donde esto ocurría, se les marginó y persiguió con gran dureza en todo el continente, incluso fueron masacrados por el régimen nazi alemán y sus satélites a mediados del siglo XX.
Sin embargo, nadie puede negar la aportación gitana o romaní a la cultura de los países donde residen. La aportación sin duda más evidente se da en el ámbito de la música, con estilos como el flamenco, las rumbas portuguesas, las rumbas catalanas o la fanfara balcánica, que Emir Kusturica dio a conocer como banda sonora de sus películas. Todos esos estilos son fruto del intercambio, de la fusión, con una aportación enorme de la música gitana. Ni que decir tiene que se extiende esta influencia al baile y al cante, con personalidades que se han ganado el aplauso y el prestigio incluso internacional.
Pero este reconocimiento público de artistas gitanos de renombre no quita a que las diversas etnias que componen el pueblo gitano sigan sufriendo marginación y con frecuencia una violencia simbólica que pervive en la mentalidad general, porque existen prejuicios que los estigmatizan como comunidad y como individuos, levantando muros en ocasiones difíciles de franquear. Son necesarias normas que reconozcan y amparen la pluralidad existente en todos los países Llama la atención que Colombia haya establecido la resolución n.º 22 de 2 de septiembre de 1999, de la Dirección General de Etnias en el que se reconocen sus derechos mientras que en España ni siquiera reconoce el caló al mismo nivel que las otras lenguas del Estado. Pero además también, el pueblo gitano debe mostrar toda su riqueza cultural, social y humana, y para ello debe reforzar sus propias organizaciones asociativas, cuya labor es fundamental.
Existen un gran número de entidades en muchos países, entre ellas, en España, Unión Romaní (www.unionromani.org), la Federación Secretario Gitano (www.gitanos.org), la Asociación de Mujeres Gitanas (www.dromkotar.org), la Asociación Cultural Gitana del País Vasco (www.kaledorkayiko.org), entre otras, y en América Latina hay una federación que agrupa a asociaciones romaníes nacionales, el Consejo de Organizaciones y Kumpeniyi Rom de las Américas – SKOKRA. Estas organizaciones permiten que el pueblo gitano o romaní tenga su visibilidad en los países de lengua española, a la que se ha incorporado, por cierto, palabras romaníes, y en todos los países donde habiten y se asocien, no sólo un día concreto de mero recuerdo, sino todos los días del año para una sana y benéfica convivencia.
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POEMA BASADO EN HECHOS REALES
Por Cecilio Olivero Muñoz
ZOZOBRA LA VIDA
Cuando la vida austera sentencia
te conviertes en mera sombra,
te piden todos mucha paciencia
ante la broma macabra y la penitencia,
sin desayuno a tu hora particular,
las medicinas se vuelven placer,
gasolina un lujo que no te das,
tener coche sin seguro para qué,
ya no sales ni al umbral del portal,
vacía mesa donde la usaban tres,
miga que nadie quiere migar,
lujo es fumar cigarrillos cada mes,
itv sin pasar, plena clandestinidad,
el cine te dice lo que ya no te crees,
ni libros, un derroche que no te das,
date un capricho solo esta vez,
date derroches como comer pan,
miedo le tienes al mes a mes,
miedo también al estatus de cristal,
más miedo imposible no lo es,
miedo que sacias con tu dignidad,
pilas recargables a poder ser,
tus bolsillos fríos de precariedad,
pobre, pues casi tienes para comer,
ya no pisas el comedor social,
un litro de vino a granel osas beber
para no arruinarte la poca paz,
se ahorra para mañana tener y tener,
te privas de noche con electricidad,
debes el agua de este mísero mes,
también debes el superfluo gas,
gas cada dos meses, agua cada tres,
se vive por que hay que trabajar,
trabaja, hay paro, pórtate bien,
resuelve un carajo, parasitas fatal,
una juerga al mes abre el plantel
pues la diversión no te hará mal,
si gastas en juerga piensa también
que para días de ayuno lo necesitarás,
mejor tomar sacarina que es miel,
mejor toma leche para cenar,
se toma la vida tan bien
teniendo recibos aún por pagar,
se vive flotando como raspa de pez
si posible es vivir en tu propio hogar,
con víveres, tabaco, soledad y café,
con simientes aún por sembrar,
pues siembra uno para recoger,
siembra miseria y mugre recogerás,
carroña de banco hurga en usted
le dejan con sobras y restos, no más,
hace tiempo no me llaman de usted,
desde que empezó esta crisis brutal,
por que lo que sólido era ya no lo es,
el ahorro podrido que no tendrás,
lo que te quitan un tanto después
es dígito y cómputo de triste orfandad,
que en el invierno es de hielo tu piel,
entre sabayones es dura tu realidad,
amigos que lo dejan de ser
por que nunca pagas y luego te vas,
te vas por que lo tienes que hacer
si sucia ausencia te dejas brotar,
un adiós no dicho con mucho buqué
que apenas se aprecia en el paladar,
a la francesa las cosas no se ven
y aprendes a hacerlas por necesidad,
bares vacíos que te dejas perder,
vida de pícaro que aumenta en edad,
cosas imposibles que vas a tener
si no te curas la gana y la sed sin sal,
números imposibles huyen del papel,
ellos prefieren volar y volar.
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MANUAL DE REVERENCIA
No pudimos evitar una leve sonrisa al verlo avanzar hacia el despacho de la Directora General. Mientras caminaba, estiró su cuerpo espigado al máximo, tiró sus hombros hacia atrás, removió el cuello y amagó una sonrisa que procuró amable y confiada, pero que a todas luces se vio servil.
Mario, lo sabíamos todos, era ante su jefa servicial y sumiso, un lacayo lisonjero y adulador, un pelota que extendía ante ella, su adorada directora, un amasijo de elogios y loores que ni el más preciado rapsoda hubiera podido imitar. Como la directora, además, le seguía el juego y hasta parecía gustarle que su empleado le lijara la verba con tanto desparpajo y reverencia, evidente sutiliza mediante le invitaba incluso a aumentar la dosis de retórica prosopopeya, entonces cada una de sus recepciones devenía, mucho más que reuniones de trabajo, alegres pláticas de tono más que festivo, porque él asumía el reto y a cada sesión de sometimiento añadía más kilos de histrionismo marrullero que ya ni siquiera disimulaba ante los demás.
Se detuvo unos segundos ante la puerta que le separaba del objeto de sus lisonjas. Se concentró muy serio. Se dibujó la más amable de sus sonrisas y llamó a la puerta con cuatro nudillos de su mano derecha, ni demasiado suave para que no se le escuchara ni demasiado fuerte para no sorprender o asustar con el ruido seco de los golpecitos en cuestión. Pase, se escuchó al otro lado. Mario colocó la mano izquierda en el pomo como si pretendiera acariciarlo, pareció pensárselo antes de proceder, y empujó al fin hacia abajo, abrió la puerta apenas unos centímetros, lo suficiente para que cupiera su cabeza apenas introducida entre la puerta y el sencillo jambaje oficinesco. Se puede, preguntó con voz pedigüeña. Entre, se escuchó apenas desde la cueva devenida despacho. Y entonces Mario, convencido ya de ser aceptado y confiado por la previa admisión, abrió por completo la puerta y se introdujo en la sala, cerrándola no sin antes mirarnos y parecer con su mirada que nos exhibiera la confianza que la máxima autoridad terrena y cuasi celestial proyectaba hacia él, simple mortal ensalzado por voluntad de la gran dueña y señora, y diosa inclusive, de aquel mítico y místico Olimpo administrativo.
Nuestras sonrisas abandonaron a todas luces la levedad y devinieron francas y mordaces. No nos costaba imaginar la escena que se desarrollaba en ese instante en el despacho y veíamos, como si las paredes fueran transparentes, el constante movimiento del lomo de nuestro compañero al doblegarse ante la majestad máxima y expresar en todo momento su aceptación de los encargos que le dirigía la dueña de voluntades de ocho a cuatro.
Volvimos a la acostumbrada seriedad cuando escuchamos y vimos que la puerta se volvía a abrir. Mario salió con la misma sonrisa celestial, se encorvó de nuevo como último homenaje y cerró la puerta, tras lo cual volvió a su posición habitual, su cuerpo regresó a su rectitud espigada, igual que su boca a su horizontalidad un tanto enervada, crispada tal vez, y avanzó por el pasillo hacia su mesa, justo la que se hallaba a mi lado. Se sentó, comenzó a reordenar los muchos papeles que poblaban su puesto en torno al limpio ordenador y apenas escuché un murmullo, «hija de…». No pude entender el epíteto final, pero no me resultó difícil intuirlo, devolviéndole a nuestro colega toda esa humana carnalidad de la ramplona rutina cotidiana a la que, sin duda, nunca había escapado.
Juan A. Herrero Díez
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OTROS POEMAS
Por Gonzalo Salesky
DE QUÉ SIRVE
¿Quién vio a los vencedores y vencidos?
¿Quién dijo que la victoria es nuestra?
Va el mundo, de a poco, derrotado
y en mi reflejo explotan las tormentas.
No veo los corazones, sólo almas apuradas
por tener lo mejor, por dar de menos.
Para dejar de ser y sólo verse
cada segundo, mejor en los espejos.
¿Habrá un antídoto para esta soledad?
¿Cómo explicar de qué sirve el dolor?
¿Podré salvar tanta desilusión,
tanto soldado herido, tanta pena?
ESPEJISMO
Volveré a mi tierra prometida,
volveré en secreto a ver la luna.
No pisaré dos veces mi camino,
volveré por otro rumbo y otra alcoba.
Tendré que ser la huella de mi tiempo,
un dios que apaga la luz y espía a oscuras.
En el desierto, tan sólo un espejismo
y en madrugada, semilla en la penumbra.
DE LUTO
Sabes que un día, al fin, no volveré.
Sabrás que la nostalgia es buena consejera.
Sabíamos qué poco iba a durar.
Supimos que la aurora,
en soledad, no sirve;
sé que la luna
no sabe de mi luto.
YA NO ESPERA
Quisiera ver que el tiempo se congele
y que mis años no pasen. Es verdad
que nada nunca llega a su momento.
Deseo encontrar en otra piel
el bálsamo de todas mis heridas.
¿Será más fácil soñar en soledad?
Tu miedo y mi silencio nos retrasan,
aún es temprano para tocar el cielo
con las dos manos. Mi sombra ya no espera.
Porque el invierno dura más que una estación,
la vida pasa. No encontrarás tus sueños
si haces de cuenta que no existe el dolor.
VOCES
No quiero evitar la madrugada.
Acallaré las voces
que dentro de mí gritan tu nombre.
Sueño con algo más
que este gris sin matices,
con esta imagen ridícula
de mí. Verás,
yo sé que siempre puedo
caer mucho más bajo,
aquietando las voces
que susurran tu nombre.
Despierta,
la noche sigue lejos.
Tus pasos
vendrán por mi plegaria.
Te insisto,
tendrás que ver la luna
sin voltear, esta vez,
ningún espejo.
¿Sabías que siempre vivo
latiendo sin alma,
secando mi sangre con mis lágrimas?
Trato de ser menos y no puedo.
Trato de ser pena sin nostalgia.
ALGO MÁS
¿Para qué piden un signo?
El ritmo de la historia se detiene.
Las hordas se dispersan,
se acabará el vacío.
¿Da más temor un hombre que no sueña?
Seré algo más que el coraje del viento:
un talento y un don,
un par de lágrimas.
Un poco más de tiempo…
un corazón.
ANTES DEL INVIERNO
Vida y muerte,
letra y cava.
Mirada cerril,
ceniza ausente.
Espíritus que tocan mi cabeza
prefieren la noche
para no dejar huella.
En mí,
cada vez más,
pequeñas sombras
perciben el invierno antes que llegue.
Encuentro las máscaras
de noche, por el suelo,
y todo, como siempre,
me lleva a tu miseria.
Lucho por vivir sin recordar,
borrar de mi retina
lo que no valió nada,
todo lo que no supe decir basta.
Ignoro si es inútil
pero me alojo en tu sed y en mi nostalgia.
LOCO
Cuando me nombres
volveré a ser en tu vida
algo más que un loco en mi cordura.
Algo menos de lo que siempre esperas,
otra lágrima gris,
otro fracaso,
un suburbio alejado de la aurora.
Cuando suspires mi nombre volveré
a ser la tierra en la que siembres tus heridas.
Seré el culpable del coraje del viento,
un manto negro de piedad, una vasija.
HACIA NINGUNO
Botellas vacías después de la fiesta,
del ruido,
del mar,
del grito obsceno.
De tantas noches perdidas sin mis sueños.
De cada paso dado en la oscuridad
hacia ningún lugar,
hacia ninguno.
Premura ausente,
silencios que no llegan.
En la distancia, nostalgia. En el perdón,
un poco más de luna y madrugada.
En el olvido,
mar calmo y el dolor
de ser un poco menos,
cada día.
AUNQUE NO HAYAS PARTIDO
Seré, una vez más, secreto a voces,
la noche en que los ángeles se vayan.
No creas que tu Dios te ha abandonado,
que deja todo a suerte,
que pierde su tiempo en otros soles.
No pienses que el presente
es peor que lo pasado.
Esperaré, aunque no hayas partido.
ANTES DE PARTIR
El horizonte previo a la tormenta
quiere olvidar adónde he abandonado
mis sueños. ¿Adónde habré sembrado
las huellas que vi, antes de partir?
Antes de partir, tuve el consuelo
que hoy ya no tengo. Fueron mil fantasías,
y esa seguridad que había en mi vida
ya no me encuentra. La noche me ha vencido.
Como dicen los sabios o los locos,
el bien se vuelve mal desde el pasado.
El viejo resplandor sigue asomando
aunque el día esté gris. Aunque la luna…
aunque en la oscuridad, yo siga vivo,
te llamo, descalzo y en silencio
para que veas cómo quedó mi alma.
AL BORDE
Como un boxeador ciego
esquivo y lanzo al aire
los últimos suspiros de mi sangre.
Miento si pretendo excavar mucho
en mí. Tu alma siempre estará
al borde de la mía, siempre al borde.
Tendrás que estar atenta,
la vida es mucho menos.
El cielo estará lejos si lo llamo.
El camino hacia la libertad
es algo más que un banquete vacío.
Las perlas del collar siguen cayendo
alrededor del llanto, del sudor.
Tus sueños, mis sueños, nuestra vida
hoy se parecen menos a la aurora.
Habrá una apuesta más, una señal
para saber si todo está en el viento.
DISTANCIA
Detente,
no sigas.
El vértigo te llama pero no,
no esperes demasiado.
Despacio.
Hoy no sabrás
que nada nunca llega a su momento,
que todo cuesta cada día más.
No escuches.
Sólo adentro
tendrás esa respuesta.
Y el llamado,
mi llamado,
te seguirá de lejos.
Las horas que quedan
esperan sin suerte.
Tengo en mis puños dos llagas,
mis ojos nublados
y esta risa, temblando por lo bajo.
Los días que restan
castigan,
contagian.
¿Qué vas a llevarte contigo?
LAS HORAS QUE QUEDAN
El fuego no se apaga,
mucho menos de día.
Tampoco el sol deja ver las estrellas.
Tus ojos y la brisa,
mis látigos de hielo.
Afuera, nada salva,
nada queda
fuera de la agonía.
¿Y el dolor?
Tendrás que ver
cómo sueño despierto,
cómo paso mi vida deseando,
perdiendo y encontrando
las horas que quedan.
No te inquietes por mañana,
ya no sufras
si me ves doblando en otra esquina.
No puedo hacer nada más que prepararte
para el camino más largo, para el tuyo.
Será duro como nunca
y aunque cierres los ojos
estaré, como siempre, en mi tibieza.
UN BUEN SECRETO
Un viejo hechizo
parece arrebatarnos la cordura.
Aunque la tentación sea tan fuerte,
aunque el veneno…
Un buen secreto jamás se ocultará,
nunca se ha dicho.
Habrá una imagen más de aquello, inútil:
un viejo souvenir de la tristeza,
un accidente en la ruta,
una quimera.
Camino por sombras
buscando en la arena
restos de tu brisa.
Siento en la marea
el vértigo enfermo de lo que no olvido.
Aquí, estarás siempre
aunque empiece a odiarte.
Fuiste lo que nunca
supe, lo que pude amar.
¿Lo que di de menos?
Mirando los caminos que marca la luna,
contesto, una a una, tus respuestas.
En un recorrido tan vano,
no hay certezas, y la rutina asalta.
La piel siempre descubre el engaño
y la canción es la misma, aunque no quieras.
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SELECCIÓN DE POEMAS
Por Rachid Boussad
Iras y derrotas
A Mohammed Kirsit
¿Cuántas pasiones fogosas
Yacen desgraciadas
Bajo las medievales cenizas;
Cenizas cretinas de la indiferencia y la displicencia?
¿Cuántos tesoros de glorias
Yacen inservibles
Bajo las medievales cenizas del descuido?
Por las mañanas y por las tardes,
Corren prisas y jadeos,
Caras ensucias de vidas,
Caras mustias, pálidas,
Consumidas y sin sonrisas,
Y nunca jamás se sabe
Con qué sedes salen,
De casuchas destartaladas,
Con qué hambres menos pensadas se nutren,
Y con qué aires extraordinarios respiran.
¿Qué neblinas vagan por sus entornos?
¿Qué luceros las iluminan y qué lunas?
Pintan sus días a lo suyo,
Las horas y los años.
Los atuendos, ni de majestad impregnados,
Ni de simplicidad saciados, ni calmas,
Ni de placeres amantes,
Ni sus parientes se atreven
A interesarse de si sus amores
Acontecen en primaveras,
Éstas de goces, jazmines y azucenas,
O en singulares febreros,
De sombras acuáticas y nevadas.
Las sendas por donde andan de por vida
Se les ofrecen galantes y sin extremos,
Y más aún pedregosas y empinadas.
Quizás les sorprendan, o tal vez les estrangulen
Sus horas de últimas palabras
Y mortajas.
Quizás les salga de repente el camino
Llamando a chubascos, riadas y truenos.
¡Ay! Dense por bien firmadas,
Las postreras sentencias y con récord
Entre las innatas certidumbres y las dudas.
¡Ay de la muchedumbre desprovista de ilusiones!
Distraída y abstraída
En el cavarse las mudas moradas,
Con los picos entristecidos y onustos,
Y con el hurgarse los dedos en las narices,
Se desgasta.
¡Ojalá no desparrame
Su último brindis y trago
De su jarra impasible y silenciosa!
¡Ojalá no se hubiera enterrado
A sí misma desde tiempos longuísimos y envejecidos!
Quédense toditos sabedores
De que nunca jamás se sabía
Que a un tal señor de burro
Se le antojaba alguna vez
Darle a la buena de su noria heredada
Alguna vueltecita al revés.
La noche y yo
Fatalidad, fatalidad…
No tengo tu amor
Nada si no tengo tu amor
Sólo un corazón envuelto en llamas
Miguel Mateos
La noche y yo,
Dos estrellas solitarias
En el inmenso e infinito firmamento.
La noche y yo,
Un silencio cómplice y sensato,
Silencio de mi esencia,
De su presencia,
Y de tu ausencia, amor mío.
La noche y yo,
Simetría y armonía entre lo real y ficcional,
Hermanamiento emocional,
Homogeneidad y complementariedad incondicional.
¡Oh noche serena de abril!
En tus ojos diviso mi alma rota
Mas, tu venir aguardar me fascina,
Tu llegar imperioso al sereno tanto me consuela,
Para navegar cual barco
En el océano de tus párpados,
Mirar y admirar tus palpitaciones rítmicas,
Abrazar tu sombra y penumbra,
Escuchar tu mutismo absoluto…
Cierta vez, la noche el silencio rompió
Era muy pero que muy atrevida
Tal vez, la curiosidad sus entrañas carcomía
Para saber lo que yo padecía
Y a preguntarme se ponía:
“¿qué te ha pasado, que aún no te veo sonreír?
¿Qué disgusto has traído?
Un susto me has dado:
¿Qué tendrás?
¡Qué alicaído se te ve!
La tristeza se escapa de tus labios de fresa
Tu boca de rosa sabe a sinsabores,
Tu voz de azucena huele a pesares,
Tus dos soles; dos astros decrépitos y llorosos,
Tu corazón, un río nostalgia fluir:
Cierto un idilio sufrir”.
Desahógate.
Fíate.
De mí, no tengas sospecha
Ama, ama y el alma ensancha.
Yo siento,
Yo siento en el alma un calvario truculento.
“Contigo platicar solicito
Contigo desahogarme necesito.
Ya no pido ni anillos ni castillos,
Ni astros ni estros.
Serenidad espiritual tan solo deseo”.
“Nada te turbe
Alégrate la cara
Tan linda está la vida
No te entristezcas. No te apenes.
Yo soy el bálsamo de tu desdicha,
El elixir de tus congojas.
Ten anhelo. Tenlo más que nadie
El mundo es un pañuelo
No te salves. Lucha y además lucha
Ya volverás con tu muchacha”.
A la soledad
“la tinta en el papel.
El pensamiento
Deja su noche”.
Javier Sologuren
Óyeme, soledad, oye
Pues tú eres mía
Y yo soy tuyo.
Soy tu suelo natal.
Tú eres mis vestigios perennales.
Mas, en el aire de tu mutismo,
Ardor de tristuras e inquietudes
En mis facciones se patentizan.
Sonrisas ahorcadas
En la muralla de mi semblante
Trágicamente se pintan.
¡Qué crueza tan cruel!
¡Oh soledad, soledad!
¡Piedad, y más piedad!
¡Sé un bálsamo de mis angustias!
A paladinas, a paladinas
Yo mal no obro contigo,
Y que yo sepa,
Es la más alta crueza,
Ésta, ésta que puedes usar conmigo.
¡Qué desazón del alma!
¡Oh soledad, sombra adlátere!
En mis soles y lunas,
Levantas tu bandera bordada
De mis nostalgias vulneradas;
De tormentos, terremotos, titubeos y sorpresas.
¡Oh soledad, sombra acompañante!
Algunos recuerdos vetustos emergen
En tu sombra diáfana y desnuda.
Si tienes oídos, que oigas:
Los recuerdos nacen y nunca jamás fenecen
Solo de lugar en la memoria mudan.
La ausencia no se da a la olvidanza,
Ni siquiera causa olvido.
La verdadera amada,
Sólida firme duradera,
Cuando ya bien ausente o perdido está.
Óyeme, Majakech, oye
¿Sigues marcando aún las sendas con tus pasos,
O si por debajo de la tierra
Un silencio elocuente envuelve tu calavera?
La reclusión solitaria
«Le grand mal de la vie, c’est l’ennui».
Stendhal
En aquesta serpiente de vapor,
-Depredadora de carne humana,
Ávida de sangre inmaculada-,
Que tediosa su marcha reitera;
Cuitado yo y bien depredado,
Por ayeres de pesares y sinsabores.
Desollado de mi propio yo
Buscando incesantemente
pero no sé qué.
Vacíos me envuelven,
Me despedazan anhelos
Y carencias me transportan
Hacia no se sabe dónde.
¡Qué descarrío flagrante!
¡Qué desorientación acompañada!
¡Qué mañanas tan amedrentadoras!
¡Qué sonrisas la mar de amonestadoras!
Desesperanza, desesperanza, desesperanza.
La esperanza se va, se va, se fue.
Acaso Dios El Observador y El Todopoderoso,
Condenó a esta serpiente de vapor
A la misma imagen cotidiana y rutinaria;
Y yo a la sempiterna reclusión solitaria.
Oscuridades y caídas
A Majda Meskrot
Es un pecado capital ser:
Un ángel con alas de polvo,
Una abeja neutra hallada
En un macón,
Un desierto con dunas espinosas,
Y con oasis de sangre y veneno,
Una charca de agua estancada,
Y putrefacta… ¿!y sin más!?
Un ruiseñor enmudecido
En un árbol imperio de arrugas,
Un largo túnel preñado
De promesas yacentes,
Ausencias perniciosas, sonoras y silencios;
Un inmenso ponto colmado
De estelas engorrosas,
Y Baratarias de congojas.
¡Ay! ¿De qué otros pecados,
Sí, sí, otros más capitales guardar el bulto?
Vivencias sin la miel de tus presencias,
Convivencias con la hiel de tus ausencias.
Gritos silentes
“Écrire, c’est hurler en silence !”
Pénélope Damman
En los pómulos de la luna,
El firmamento populoso de estrellas infinitas,
Dibuja sarcásticamente…injustamente…
Tu óbito escamoteado.
En la cuna de estas sombras sonoras
Saltan y resaltan mis desmadres,
Nacen y fenecen mis manantiales,
Y mora mi vida sufrida, desdicha imperecedera.
¡Ay, qué ayeres y qué hoyes tan reñidos
En este mar de bramido proceloso!
¡Ay, qué bravías luchas huérfanas entabladas!
Todo falta do faltan las fragancias de tu palmeral.
En el santuario de mis noches de insomnio,
Deseos suicidas el alma entona.
Recuerdos de arco iris y relámpagos
Yacen sin soliloquio.
En el umbral de mis hoyes insurgentes,
De rayos y truenos sobrantes,
El céfiro circula asaz curioso
Queriendo rastrear mis silencios sonantes y tonantes
Y con voz urgente me echa a la cara:
¿! A quién embalsamas decentemente
Estos gritos callados, estos barrancos amigables!?
A Majakech, eterno nombre. Idilio sempiterno.
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EL MARAVILLOSO SONETISTA
RODOLFO LEIRO
CIERRO MI VENTANA
Y cierro mi ventana, esta ventana mía,
tan amplia y tan humana, que tiene
la desgracia de dar sobre la vida
Luis Bernardino Negreti
Como el genial poeta que menciono
decido que se cierre mi ventana,
desde el postín feraz de mi mañana
al verbo que en mi verso promociono;
ya no encuentro la paz, no me emociono
observando tu rostro en la fontana,
era el tiempo feliz, el que me llama
después de tu polígamo abandono;
quisiera hoy entonar y desentono
como llegando a fiesta en un kimono,
bien pintada mi cara de hombre viejo:
es mi forma de ser donde despisto
el momento de azar en que te he visto.
Se ríe del disfraz mi loco espejo.
Construido a las 14,40 del
2 de septiembre de 2012 para mi
Libro “Renglones desprolijos”
***
YO NO
Yo no transo con la usual utilería
y su infausto proscenio de falacia,
no me apoyo jamás en la desgracia
para ensayar el rombo de mi día;
también surca el dolor mi poesía
empeñado en untarle paz y gracia;
la quiero, ya provenga desde Tracia
o de la milpa astral de mi osadía;
y la ofrezco sensual, en sintonía,
con el lampo vital de mi energía
o el corazón gigante que me mueve;
ya dibujo un soneto en geometría
y llevarlo al Parnaso, como estría
que te enrola, deleita, te conmueve.
Construido a las 9,47 del
5 de septiembre de 2012
para mi libro “Renglones desprolijos”
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SELECCIÓN DE TEXTOS
Por el Gran Boris Gold
“LA MUJER”
No tengo palabras
cuando me dirijo,
hacia lo más grande
de la humanidad,
la que con dulzura
es bálsamo divino,
y a su vez conmueve
con …su lealtad.
Es el fiel soldado
que antepone todo,
en bien de sus hijos
marido y hogar,
siempre en movimiento
en pos de la causa,
es como una playa
en un manso…mar.
Quién puede hacer esto
y a su vez ser diosa,
solo la sublime
y preclara mujer,
que nunca nos falte
su acertado criterio,
por eso y mil cosas
las he…de querer.
Santa, más que santa
por hacer que todo,
sea como un cuento
de magia y placer,
yo andaba a los tumbos
y perdido el rumbo,
ella entró en mi historia
y me vi…renacer.
Me cuesta creerlo
que andando muy solo,
creí en un momento
en esa realidad,
me causa hasta miedo
cuando pienso en eso,
ella me ha enseñado
que hay otra…verdad.
No interesa como
ni donde ni cuando,
un altar merece
ese amado ser,
en ellas hay pedazos
de Dios y de cielo,
mil veces benditas
las honro…MUJER.
Boris Gold
(simplemente…un poeta)
***
HASTA LOS FANTASMAS TE TOCAN EL TUJES
Buenos Aires es un hervidero de gente y a cierta hora es como patear un hormiguero y yo como muy normal no soy, me gusta salir a caminar a esa hora, a lo mejor es de puro retorcido nomás, porque mirándome en el espejo de sus caras, me doy cuenta que para el psiquiátrico todavía no estoy.
En medio de mi deambular y a lo lejos, vislumbro una sombra venir hacia mi, es una figura borrosa, si digo que se apareció de la nada, corro el riesgo de pasar por mentiroso, sigue acercándose y a medida que lo hace, se va pareciendo cada vez más a un ser humano.
La gente siempre apurada va de aquí para allá, sin darse cuenta siquiera de esa presencia y en ese instante me atacó el temor por lo siguiente, ¿acaso el único que lo veía era solo yo?, no lo podía creer.
De golpe y porrazo se presenta en todo su esplendor y caminando a mi lado, pero ignorándome olímpicamente.
Al estar tan cerca mío lo pude observar “de cuerpo entero” y lo que ví no me agradó precisamente, si lo tuviera que definir diría que era una figura fantasmal con todo lo que ello implica, pareciera que no tuviera los pies en la vereda, flotaba sobre ella y su atuendo era muy antiguo.
Observaba todo con mucha curiosidad, tanto los edificios como la ropa de todos los caminantes, moviendo la cabeza en un gesto de no entender nada.
Pero de golpe se comportó algo errático, fue como si se hubiera dado cuenta que estaba a su lado y noté con mucha bronca la cara de tujes que puso al hacer el recorrido por mi vestimenta.
Primero miró mis zapatillas, luego mis bermudas, deteniéndose en mis piernas peludas y por último en mi camiseta que tenía escrita Y LOVE y finalmente posó sus ojos en mi cara, juntó sus manos miró hacia arriba y noté que de sus ojos brotaban un par de lágrimas.
Yo andaré falto de neuronas, pero hay ciertos momentos en que mi cabeza trabaja casi humanamente y me doy cuenta de algunas cosas, en este caso que yo era para él, un gran pelotudo digno de la cinta azul de la popularidad,
Siempre envidié a los que decían que vieron o se les habían aparecido algún fantasma, pues es una experiencia por demás extraordinaria, pero esto que me pasó a mi, habla elocuentemente de mi reputísima vida.
La única vez que veo un fantasma y el vago se dedica a sacarme el cuero y para colmo de males al mirar hacia arriba escuché en un susurro que decía:
PADRE SANTO, ESTE BOLUDO ES UN FIEL EXPONENTE DE CÓMO SON TODOS LOS HUMANOS.
Como verán lo mío no es nada fácil, para mi señora soy del inventario, a los reyes magos nunca les interesó pasar por mi casa cagándome mi infancia y ahora esto, tener que irme con el rabo entre las patas por “esta cosa” que ni siquiera se que carajo es.
Pero a esta historia le falta la última parte, fue cuando frente a nosotros(eso y yo) apareció otro engendro parecido al antedicho y enojadísimo le dijo: dejáte de joder Pancho, y hagámonos humo cuanto antes, te dije mil veces que aquí
en la tierra no ibas a encontrar nada bueno y que los humanos después de tantos años, no aprendieron nada.
Y siguió con su perorata, de esta gente no vas a aprender un pomo, son todos iguales, inclusive el viejo loco que tenés al lado, que por lo rarito que es …no me extrañaría que sea poeta.
ESTAMOS TAN DESCREÍDOS DE TODO, QUE HOY POR HOY ¡NI EN LOS FANTASMAS SE PUEDE CREER!.
Boris Gold
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Textos concebidos por Rolando Revagliatti a partir de “Rol de Cornudos” de Camilo José Cela, “El cuerpo lesbiano” de Monique Wittig y “La pipa de Kif” de Ramón del Valle- Inclán.
A buscarse en la resumante especificidad
y exquisita consistencia
en tal constelación y refriegue
humanísimos
al principio aflora el acaponado
y florece luego el bragazas
y no nos damos cuenta y pisamos un poquito
al floripondioso cagón
Sí avisamos al de confiada evidencia:
en el fabuloso jardín no faltará el escamoteado
el fogueteiro, el gótico flamígero
en sus macetas, sin salirse, predestinados
retoñantes, en sus canteros, con las respectivas
y confusas o epigramáticas traducciones al
[pima-papago
al familia ges, al charrúa, al familia tupí-guaraní
en carteles retorcidos por el sol
expuestas las variedades a miradas
[serviocroatas y rumanas
y tropezones escoceses, indodravídicos y suahelíes
en venta, en alquiler y hasta en conquista los
[variopintos
hurtables, coleccionables
para eventualmente exhibirse en paquetas vitrinas
Aun el más suburbano
cada cual un espejo florido
hiperclorhídrico
inasequible al desaliento allí lo posee
si sociable, el jonjabero
(podrá con él reírse a sus anchas)
si conciliador, el krausista
si olfateable, el lavándula
Hay variantes de las variaciones
castizos desde luego muchos
y con motes tales: meapilas
(y van por lo menos dos con deyecciones)
nazi, ñiquiñaque, otorrinolaríngeo, por
[usucapión
o prescripción adquisitiva
Ya lo veis, nadie podría quedarse sin alguno
nadie podría quedarse sin ser por accidente,
[alguno
alguno es vuestro o alguno sois
por transparencia o por desidia
o por tantas y tantas
hay que encontrarse
insisto, estetas
podéis recrear modelos, tomar de aquí y de allá
añadir, comprimir, suturar
Trazo para los cronistas este mapa gentil
conoceréis más tarde el exhaustivo
que encararéis lineal o atravesadamente
libres sois para pecar y comprender
(atados por vuestra inalienable condición)
sois vosotros mimados en este jardín interesante
que devino museo por el quiritario, el
[reconcomido
el susceptible de contagio de amor
el tránsfuga del buen sentido
para obsequiar a celosos y celados os
[recomiendo al ultra
(en dosis morigeradas)
el vivalavirgen (por ese no sé qué de equívoco)
el wagneriano (señero)
el xifoide (ver página doscientos siete)
el yambo (ver página doscientos once)
y el zurriburri (ver página doscientos dieciséis).
*
Las ingles
en las encrucijadas
(y en la actualidad
de estas mismas arenas)
Los talones
por preciosismo
de esos miembros del ala
a cargo de la ambulación
La sangre
por inherente a lo conectivo
entre las regiones convalidadas
por sus
secuaces representativos
La lengua
por desplazamiento de su población
persuadida de la necesidad
de los desmanes
El clítoris
por arraigo
la linfa
por sistema
las supuraciones
por energía
los brazos
por destino.
*
En este libro de lona
crea un circo
En este circo crea
y administra
su libro
18 poemas en la arena.
*
Julio 2012
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SELECCIÓN DE TEXTOS
Por Irene Mercedes Aguirre
Miré mis manos
Y me miré las manos y he notado
la huella de caricias repetidas.
Por los años la piel envejecida
acusa, aquí y allá, tiempo pasado.
Y me miré las manos y he pensado
que cuando van a tono con la idea
dan perfección y encanto a la tarea
en la sublimidad de lo logrado.
Y me miré las manos y he sentido
sus curvaturas y su movimiento
como afinado y prístino instrumento
que explicita la acción con su sonido.
Y me miré las manos y he palpado
cada arruga y sus líneas perfiladas.
En brumas de milenios, condensadas
encierran los ensueños apretados.
Y me miré las manos y he soñado
con un mundo mejor. Con diez perfectos,
magníficos apoyos, firmes, rectos,
¡a diestra y a siniestra acompasados!
***
DISOCIACIÓN POÉTICA
Brote y rebrote
que me acaricia cada mejilla
cuando aparece con sus espejos
y me disocia todos los tiempos.
Donde se acoplan
uno por uno, fantasmas mudos,
coros de anhelos.
Como una música,
como sonidos de altas esferas
se contonean paso tras paso,
y se introducen
músculo a músculo,
por mis arterias.
Látigo y risas,
cantos, sollozos, por esas puertas
que se entreabren
como una marcha de otros destinos,
hacia otras rutas que no son éstas,
y que conducen a no sé dónde.
Parece a veces que es hacia abajo,
que por abismos camino sola
tras laberintos de ásperas grutas
que están muy lejos y a la vez dentro.
Como gemido del ser desnudo
que se interroga
sobre infinito
¡Como un lamento!
Y otras parece que fuera el mundo,
éste, presente, por el que fluyo,
con recovecos de imperceptibles,
altos ensueños,
que me recorren, que nos recorren
a los humanos, la vida en ristre,
¡Cántaros plenos!
Pero otras veces
por áureo espacio subo, gozosa,
y a Gea percibo,
siempre preñada con los mil brotes
de imperceptibles, ocultos sueños.
Son los esbozos de nuevas metas
del transcurrir y del develar.
¡Brote y rebrote,
péndulo al cielo,
y en el gran Tiempo, todos los tiempos!
® Irene Mercedes Aguirre, Buenos Aires, Argentina
***
MEMORIA DEL OCÉANO
El hallazgo del viejo baúl lo había conmocionado. Permanecía, casi ignoto, olvidado, en el cuartito del fondo, donde se guardaban las cosas en desuso. El hecho había acontecido hacía ya unos días. Entreveradas, como en un bazar persa del sentimiento, sus manos tropezaron con los escarpines de Lucía, su hija mayor, ya casada y con hijos; el primer cuaderno de Francisco, hoy en Estados Unidos, y el vestido de novia de Ramona, su difunta esposa. Debajo, muy al fondo, un manojo de cartas amarillentas, recibidas a través de los años, desde el otro lado del Océano.
Fue como reencontrar el pasado, así, todo de golpe, bajo la tapa del vetusto arcón.
Releyó palabras de su madre, de trazo grande y desparejo, por donde circulaban, como torbellinos, el amor y la nostalgia por el hijo lejano. Repasó los consejos de su padre, escritos con aquella letra alta y apretada que le era tan propia. Volvió a verlos de nuevo tal como los conservaba en la memoria, grandes, fuertes, llenos de energía y calidez. Ambos habían muerto hacía mucho tiempo, pero en ese momento, se irguieron frente al hijo emigrado como si estuvieran presentes, con una plenitud de presencia que sólo pueden alcanzar los seres que se han amado profundamente.
Los signos gráficos, algo desdibujados, le decían en una de las misivas: “Y recuerda que tu madre y yo rezamos siempre por ti. Confiamos en poder verte algún día, cuando la economía lo permita”. Una rebeldía inusitada se le fue infiltrando en su espíritu con esas invocaciones y evocaciones tan hondas ¿Dónde quedó su antiguo hogar, la estructura familiar de la que había emergido? ¿La existencia era esto, sólo esto? ¿Todo consistía, simplemente, en nacer, crecer, construir lazos, perder lo construido, y volver a comenzar? Se resistía a pensar así. Buscaba, sin darse cuenta, algún punto de apoyo, sólido, invulnerable, al cual aferrarse, ya en su vejez. Año tras año, sus movimientos se iban volviendo más débiles, y su estructura ósea se resentía visiblemente. Un poco encorvado, las manos sarmentosas, y el rostro, anguloso y cuarteado por los años, esa era la imagen que el espejo del lavabo le ofrecía cada mañana.
Matilde, su hija menor, seguía soltera. Vivía en la casa con él. Juan trató de disimular en lo posible su estado de ánimo por el hallazgo, para no preocuparla. Esa tarde, aunque desganado, se fue a jugar un partido de bochas al club. No quería perder el dominio de sí mismo.- ¡Basta de sensiblerías!- se dijo. Por lo menos a la vista de los demás. Reconocía su carácter reservado, testarudo y un tanto patriarcal. ¡Y bueno, qué se le va a hacer! A él también lo habían criado así. – como Dios manda- no como la juventud de ahora que anda toda revuelta- sentenció para sus adentros.
Había hecho lo posible para inculcar férreos principios a sus hijos, pero no le fue fácil. La mansedumbre y paciencia de Ramona, que siempre los “apañaba”, disculpando y no pocas veces, disimulando sus travesuras desde pequeños, le había dificultado dicho propósito.
Quizá esa actitud era producto del propio ambiente argentino, que llevaba a conductas más sueltas, menos rigurosas. Porque aquí todo era enorme, extendido, difícil de aprehender y someter a moldes más o menos rigurosos.
Visualizaba el país como un territorio provisto de una vastedad impensada en el suyo, pero a la vez reconocía un sinnúmero de semejanzas entre ambos.
Eran parecidos y diferentes, más allá de las apariencias, debido a los sincretismos tácitos, los potenciamientos y la obcecación comunes, llevados a la quintaesencia de sus aspectos positivos o negativos. Un aquelarre cultural, desosegado y fascinante, que nunca terminaba de entender del todo. Los argentinos poseían, a su juicio, una fórmula secreta para conjugar la Babel que los conformaba.
En su propio barrio, en ese sentido, podía constatar un mosaico inmigratorio realmente sorprendente. Sus vecinos de la derecha, eran descendientes de japoneses, los de la izquierda, de italianos. Enfrente, se alojaba una familia de raíz caboverdiana y en la esquina un matrimonio de judíos emigrados de la última guerra mundial. Completaban el complejo cuadro interracial un paraguayo y dos peruanos cerca de la esquina opuesta -¡Vaya mezcla!- suspiró.
Claro que en su pueblo natal, cercano a las montañas, tampoco faltaron ocasiones en la historia para la presencia de grupos diversos de toda clase, cultura y coloratura. Sólo que en Argentina todo era aluvional y reciente, mientras que en su tierra originaria las mezclas habían ido decantando en una población que estabilizaba sus rasgos culturales y sus costumbres con mayor firmeza, según él creía.
Contaba, entre sus coterráneos, con “un amigo de ley”, como se dice en Argentina. Se llamaba Martín Pérez. Existía entre ambos una estrecha amistad y solidaridad, dado el trasfondo común que los hermanaba. Era con él con quien Juan recuperaba los aromas, los olores, esas sensaciones del animus de un ambiente que sólo pueden comprender aquellos que han vivido las mismas experiencias y han compartido emociones similares de vida. Los unía, asimismo, la sutil melancolía del exilio autoimpuesto.
Reconoció que todos esos pensamientos tenían que ver con el episodio del baúl. Porque el desasosiego que le provocó lo llevó a replantearse quién era él en realidad.
¿Podía considerarse un español, por haber nacido allá, en la península, donde pasó su infancia y primera juventud? ¿O era casi un argentino, por los largos años transcurridos aquí? El océano volvió a su memoria, iluminado por la nostalgia y las aprensiones de aquel gigantesco cruce de una a otra de sus orillas, junto a tantos otros seres doloridos como él. Provisto de una valija de cartón y algunas escasas pertenencias, sus emociones durante la travesía oscilaron entre el deseo de echarse al agua (como los marineros de Ulises ante el canto de las sirenas) y nadar de vuelta a su patria desolada, y la esperanza de una vida mejor en la mítica tierra rioplatense. Se mantuvo melancólico durante el viaje. Pero era joven, y lleno de esperanzas. Al acercarse a Buenos Aires, se sintió más animoso. Tenía la vida por delante. Por entonces, no se cuestionaba tanto las cosas. Aún no sabía de la amargura que provoca la muerte de los seres queridos, la vejez, la soledad cada vez más solitaria….
Pronto recibió el mote de “gallego”. -¡Estos argentinos, que creen que todos los que venimos de España somos gallegos! ¡No conocen nada de nuestra geografía! -criticaba con sus
compatriotas . Lo cierto es que estaban a la recíproca. Tampoco conocían ellos demasiado de este país y sus provincias.
Consiguió trabajo de dependiente de almacén por la zona de San Telmo. El sitio le agradaba. Con sus calles angostas, sus plazas recoletas y las viejas arquitecturas circundantes, le traía una vaga recordación de su terruño. Tomó la costumbre de visitar seguido el Parque Lezama, cubierto de frondosos árboles centenarios, en la barranca que delimitaba, durante la época colonial, el río y la ciudad de Buenos Aires. En el extremo norte, sobre la calle Brasil, se alzaba el museo Histórico Nacional, y, como la entrada era gratuita, lo recorrió en múltiples oportunidades. Le agradaba sobremanera la semipenumbra del lugar, los pisos relucientes y las numerosas vitrinas que conservaban valiosos objetos del ayer.
Se detenía largo rato frente a los cuadros, y meditaba sobre las escenas representadas. Procuraba interpretar el sentido de la obra de cada autor. Gustaba incorporarse imaginativamente a la situación presentada. Así, junto a Cristóbal Colón, el gran Almirante de la Mar Océana, compartió la emoción del desembarco en Guanahani, y revivió el asombro mutuo de navegantes e indígenas al verse por primera vez. En la pintura de las Invasiones Inglesas, se ubicó al lado de Santiago de Liniers para recibir la espada del vencido Guillermo Carr Beresford. Se sintió orgulloso del valor y del heroísmo de los criollos en la defensa de la ciudad de Buenos Aires.
Frente al óleo referido al Cabildo Abierto del 22 de mayo de 1810 se vio envuelto en un conflicto difícil de solucionar. Finalmente se posicionó, como era dable esperar, junto a los que exigían la continuidad del virrey Cisneros – ¡Estos revolucionarios! -se indignó. A cada mueble u objeto lo ubicaba, durante sus habituales visitas al Museo, en aposentos imaginados, animando las escenas con los personajes de los óleos o bustos circundantes. Eso sí. Él, siempre él, como protagonista o como acompañante, pero integrado sin vacilaciones en la mismidad de la representación respectiva.
No comprendía entonces que esos juegos inocentes a los que se entregaba, eran un intento de rescatar su entorno sin pérdidas de identidad. Quería, casi sin darse cuenta, reencontrarse con sus raíces, vincular a la nueva patria con la de origen. Su fantasía trabajaba en ese hueco de tiempo suspendido que le brindaban las salas del lugar, y donde podía religar el trasfondo común que unía a España con Argentina.
Al paso del tiempo, otras experiencias vitales lo reclamaron más. Noviazgo, casamiento, hijos, un negocio de almacén propio, en fin, la esforzada vida de un hombre honrado y sencillo, que luchaba arduamente para conseguir la felicidad.
La muerte sorpresiva de su esposa lo desmoronó. Fue por un infarto. El año pasado. Se quedó con el peso de la soledad sobre sus hombros. Extrañaba a “su” Ramona, criolla, querendona y comprensiva como pocas. Siempre había sabido perdonarle sus arranques temperamentales. Lo entendía muy bien. Incluso después de una discusión, sabía dejar a un lado rencores y se daba tiempo para cebarle unos mates de reconciliación ¡Esos mates de los dos, bajo el cómplice silencio nocturno, mientras los niños dormían, los unían a través de un grato vínculo de afecto y distensión! -Qué tiempos!¿Por qué debe acabar así la felicidad?- se lamentó.
Matilde notaba que su padre era presa de la melancolía. Lo veía cada vez más abismado en sus pensamientos y más callado que de costumbre. Para animarlo, lo instó a realizar una excursión al noroeste argentino a través de la institución que nucleaba a los jubilados. Los precios eran accesibles y el costo se descontaba en módicas cuotas mensuales.
La novedad del viaje lo distrajo un poco de sus lucubraciones. La mañana del 5 de enero subió al autobús que lo llevaría a la Quebrada de Humahuaca, no sin antes atosigar a su pobre hija con mil recomendaciones y advertencias a tener en cuenta durante su ausencia.
Cuando llegó al lugar, después de un largo trayecto, debió reconocer que el paisaje era soberbio. Le agradó sobremanera el pintoresquismo de las ciudades enclavadas en los valles, llenas de tradición indígena y de edificios coloniales. Pudo observar a los nativos, descendientes de las antiguas civilizaciones del lugar, diezmados cada vez más por los continuos mestizajes o desplazamientos.
Al verlos en su hábitat, todos sus preconceptos se esfumaron como por encanto. Comprendió la grandeza de esa cultura que había conocido sus días de gloria y admiró la silenciosa altivez y sobriedad de que hacían gala. Aún en medio de su pobreza extrema, eran discretos y educados con el forastero.
Lo conmovieron los chiquillos, uno de ellos vagamente parecido a su nieto menor, claro que más moreno. Trató de calcularle la edad, pero la desnutrición que se percibía en él lo hacía ver más pequeño de lo que en realidad debía ser. Le quedó grabado en su memoria el rostro sufrido de la madre, su expresión triste y resignada frente a una vida sin mayores perspectivas. Con sus polleras superpuestas, su sombrero pequeño y el cuerpo moreno, se confundía casi con el paisaje circundante. La mujer repercutió en sus sentimientos con una fuerza impensada y visceral, tal como si cayera una venda de sus ojos y supiera, por fin, que no había nada humano que otro humano no pudiera sentir y comprender. Porque el desasosiego que él tenía era similar, en el fondo, al de la colla con su drama a cuestas. ¡De tan lejos venía él! ¡De tan lejos era ella! Y sin embargo, allí estaban, frente a frente, ambos sin hallar su lugar, su sitio, su locus. El uno , por haberse trasplantado de su país, la otra, por no ser reconocida en el suyo. Eran dos caras de una misma moneda y a los dos los perseguía la misma inquietud: saber quiénes eran y para qué.
Un acontecimiento fortuito trajo nuevas respuestas a los interrogantes de Juan sobre su identidad. Unos meses después, a comienzos de octubre, Martín lo invitó al club para escuchar la conferencia de un famoso historiador que se referiría al V Centenario del Descubrimiento de América. Al cierre, habría música y cantos alusivos a la conmemoración. -¡No podemos faltar, Juan- enfatizó -¡Tenemos que sumar españoles para esta noche! ¡A ver si los italianos, que son mayoría en la zona, quieren birlarnos nuestro aporte, anteponiendo la figura de Cristóbal Colón a la de los Reyes Católicos!- enfatizó .Debió convenir que era verdad lo que su amigo le decía y, aunque a regañadientes, aceptó ir.
A las 7 en punto, apareció en el salón. Era temprano, pero él siempre tenía la costumbre de llegar temprano al trabajo, y no la modificó ni aún de jubilado. Se lo veía distinto. Traje dominguero, zapatos lustrados, camisa blanca. Eso sí, no transigió con lo de la boina. La llevaba puesta, imperturbable a las críticas de Matilde que la consideró inoportuna para un atuendo formal. Se sentó en la segunda fila. La primera era para las autoridades y visitantes expectables. Allí aguardó pacientemente la presencia del resto de los concurrentes. A las 8 apareció el orador. Lo flanqueaban, solemnes, el Presidente de la institución y un Concejal municipal. Una jarrita con agua presagiaba, sobre la mesa, la exposición del estudioso.
De manera amena y didáctica, el especialista explicó, entre otros temas, por que a estas tierras se las denominó “Las Indias”. América era considerada por entonces como parte integrante de Asia, dividida así en cuatro partes: La India Infragangética; la India Pregangética; la India propiamente dicha o Gangética y la India Posgangética u Oriental, que es en realidad esta en la que vivimos. – Por eso éramos “Las Indias” – aseveró. Se sabía que navegado cierto tiempo hacia el Oeste se llegaría a esta India Oriental, tal como antes los viajes al Lejano Oriente lo hacían, desplazándose hacia el Este. Dado que esta última ruta se había vuelvo imposible por la presencia de los turcos que cerraban ese camino, no hubo más remedio que realizarlo por el extremo opuesto, cruzando el Mare Tenebrarum , hoy Océano Atlántico- expresó.
Al escucharlo, una emoción inexplicable invadió a Juan. -¡Yo también crucé el Océano!- pensó. Entonces, este no era un país perdido, allá, en el sur, desvinculado del mundo del que provenía. Los contactos habían existido desde tiempo inmemorial, de cabo a rabo.
El historiador abordaba ya otro tema crucial: ¿Con qué objetivo navegó Colón hacia el Oeste? Pues para llevarle unas cartas al Gran Khan de Mongolia de parte de Fernando e Isabel. Actuó como un diplomático con una misión singular: construir la alianza con los Tártaros contra el Islam. – No olvidemos que en aquella época los musulmanes eran una tremenda preocupación para la Cristiandad. Dominaban el Mediterráneo, habían tomado posesión del Santo Sepulcro de Jerusalén y en 1453 se apoderaron de Constantinopla, la hermosa ciudad capital del Imperio Romano de Oriente – señaló el orador.
– ¡Ni que hablar de la lucha dentro del propio territorio español1- enfatizó. Largos siglos de ocupación y reconquista, de puebla y repuebla, obligaron a los españoles al ejercicio permanente de la defensa y el ataque contra el invasor –. Aún más, esa contienda de cientos de años fortaleció particularmente la fe y el espíritu de lucha de los hispanos. Por eso, sus monarcas fueron capaces de expulsar a los moros del territorio en forma definitiva pocos meses antes de la epopeya colombina-, recordó.
-Animados por ese espíritu ecuménico, también concibieron la posibilidad de concertar la alianza con el Lejano Oriente, como antes les mencioné- remarcó el distinguido profesor.
-Como pueden comprender, mucho antes de la existencia de los mass media y de los satélites, el hombre ya concebía emprendimientos planetarios, que hoy no se recuerdan a menudo. Como hacen la mayoría de los historiadores, remató su conferencia con la consabida conclusión que usan como latiguillo: -Si entendemos el pasado, actuaremos mejor en el presente y nos proyectaremos con más posibilidades hacia el futuro- aseveró.
Juan se levantó transfigurado. Sus antepasados eran aquellos hispanos que tanto habían hecho por la fe y la libertad. Ellos pusieron en práctica la concepción abarcadora de todo el planeta. Vaya, vaya, resulta que lo de “aldea global” ya nos la sabíamos nosotros!- fanfarroneó con Martín a la salida del club. Sintió el ramalazo emocional de su identidad. No de una identidad personal, egoísta, individual, tenazmente aferrada a un entorno fijo. La suya era la gran Identidad Humana. El también, como los grandes españoles del descubrimiento, había cruzado el océano, siguiendo la ley humana de búsqueda de nuevos y esforzados horizontes. Ley que recién ahora entendía. Ley del cambio, del movimiento y de las transformaciones. A Las Indias había llegado él. A una de ellas. Y por eso, para siempre, formaba parte indubitable de esa estirpe generosa y aventurera, volcada hacia todas las regiones de la Tierra. Él. Juan Abaurre. Sí señor.
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TEXTOS DE LA MANO
DE LEO MORGAN
23-ESPECTROS ANDANTES SOBRE UNA PASARELA SIN FIN
¿Qué importa la dirección
en la que miran sus senos?
y qué si sus ojos son verdes
o sus cuencas están vacías?
Lleva una falda floreada
prepara una mermelada de moras
y canta una canción
que habla de una nena
que halló un poroto mágico
en la oreja de un monigote de nieve.
Un auto destartalado
se detiene ante una casa
que parece ser su novia
llega un hombre
¿ importa si es gordo o flaco,
o si los pelos
marchitaron en su cabeza?
Lleva un gorro de lana
y se le apagó la pipa
trajo harina y manteca
café, miel y tabaco,
y unas cuantas manzanas
en un bolsillo
tiene una pequeña cajita
envuelta
en un coqueto papel azul,
besa con cariño
a la mujer de la falda floreada
que continúa cantando
parece que la niña prospera
contrabandeando paraguas
hacia el mundo de los sueños
en tanto los perros
ejecutan la danza de la alegría
y todo es tan hermoso
que revienta el corset
de los parámetros
y a los necios incendia su pijama.
24-COLORINCHES
La belleza de Ámsterdam
es una belleza de cuento de hadas
es la ciudad helada de chocolate
y de almendras
sin esa indigesta bruja
que cuando asqueada se arrancó
la máscara de la virtud
se tornó más tremenda y repugnante;
En vez de brujas hay hermosas chicas
vestidas de colores estridentes
cubiertas de caramelo y vainilla
guiando con destreza sus bicicletas
através de los canales y los puentes.
Jan es un gigante bondadoso
armado con un saxofón,
que ha decidido adoptarme
hemos pasado la tarde
en su casa, inclinada
borracha y surreal
como las casas de Amsterdam
comiendo pan de centeno esponjoso
y quesos amarillos, blancos y azules
bebiendo cerveza fuerte
y jugando al ajedrez
-Hoy es Queen’s Day
la fiesta de la reina, me dice Jan
-Ah, ¿tienen una reina?
-Sí, y hoy es su fiesta, jaque.
Hay una energía en el ambiente
una embriaguez clara y bendita
que juega haciendo danzar
divertidos grupos de átomos
De unas máquinas marca “Febo”
Jan saca unas croquetas
“es mejor que comas algo
porque si el día ha sido largo
la noche lo será aún más”
Exquisitas primogénitas de Apolo
garganta abajo
exacerban mi sentido del gusto
y por si fuese poco
también recibo una especie especial de hongo
que mastico con pura conciencia.
Fiesta sobre las barcas iluminadas
fiesta sobre las fiestas
músicas que se entrecruzan
bailando una música total
en un bote una chica toca el violín
y un tipo canta ópera con voz tonante
un gaitero
secundado por unas damas medievales
con antorchas
y un juez con peluca blanca
nos impiden el paso a otro canal
debemos golpear una pelota con una maza de cricket
hacerla pasar por un tubo,
que caiga en un inodoro rojo
y luego en un minuto
pinchar 3 globos con un paraguas.
Jan está del otro lado
justo en el tiro 88.888.881
y cuando ya creo que
me voy a pasar la noche allí
la pelota emboca al inodoro
hago con los globos
lo que un gallo a 3 granos de maíz
pum pum pum
y por fin, entre hurras, paso
llegamos a unos canales que se han congelado
seres extravagantes, con sombreros
y bufandas rayadas
patinan sobre el agua sólida:
¡QUIERO PATINAR, LO NECESITO!
-No, Morgan, me dice el gigante
patinar sobre hielo no es nada fácil
y podrías romperte una pierna.
-¡Menefrega!
Necesito unos patines ¡Ya!
a gritos les ruego a los patinadores
que me presten los suyos
pasan riéndose, diciendo cosas que no entiendo
me siento el peor de los mendigos
desesperado
excluido de la maravilla
Jan me consuela
diciéndome que encontraremos patines de alquiler
y por ellos pagaré
toda mi fortuna, sin retacear un centavo
pero son pasadas las 2 de la mañana…
cuando vislumbro una palangana naranja
que junto a un sauce, apoyada aguarda
deslumbrante y misteriosa
el Hada Helada la ha depositado para mí
lo sé y se lo agradezco
Bajo al canal y le digo a Jan que me empuje
Zuuuuuuuuuuuuuummmmmmmmm
su fuerza celestial me lanza al más allá
Wwwwwwwww esto es fenomenal
todo pasa hacia atrás , todas luces y colores
suspensión y velocidad
gravedad cero
voy volando
llueven cerezas
inclinándome hacia uno u otro lado
puedo girar agarrando la palangana de los bordes
Iiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiijaaajjjjjjjjjjjjjjjjyyyy
grito, salvaje, aborigen
un mapuche en la fiesta de la reina
¡God save the queen! ¡God save the queen!
Aullo, estoy bien loco
God save the queen, me grita otro borracho
con aires de que la salvación de la reina
le tiene tan preocupado
como a mí los puntos de ebullición completa
de los pesados metales
Iiiiiiiiiiiiiiiiiiiaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaajjjuuuuuuuuuuu
el culo a medio congelar, indiferente
dentro de la palangana naranja.
así , me deslizo dentro del Paraíso
:-Che, san Pedro, vení vamos a dar una vuelta,
avisále a Pablo.
25-CANTANDOLE A LOS ANGELES en la Santa Madre Rusia.
Várvara Mijailova………….
asintió con los párpados
su corazón me golpeó en la nariz
y el mundo giró tres veces
salto a mi trineo
azuzo a la yegua negra
hacia el infinito
Várvara Mijailova dijo sí con sus ojos
y todo lo transforma
fluyo sobre la alfombra de Aladino
para colmo júbilo
mi mano tropieza
contra la botella de buen vodka
que me traje
por si acaso la tristeza
Hecho la cabeza hacia atrás
en los labios de Várvara Mijailova
estampo un beso larguísimo
viendo guiñar sobre mí
a todas las estrellas del cielo
una calidez bendita se derrama
y esparce en mi interior
¡Hurra!, estallo en la gloria
¡Pruf!
un puñado de grullas se eleva de pronto
un mendigo violinista toca
apostado contra un farol
le tiro 3 pesados rublos de oro
y canto
conozco esa vieja canción campesina
“el trigo está segado
y guardado en el corral
los cuervos que pasaron
ya no van a cenar
San Vladimir bendito…
no me hagas enojar
cuida de los cerditos
pon leña en el hogar…”
Rodeo la catedral de San Petersburgo
las cúpulas brillan tanto
soy un insecto atrapado en la luz
otra vuelta más
y otra
cantando alegremente
Várvara Mijailova dijo ¡Sí!
y aquí nos casaremos
nieva
ángeles alborotados
caen en copos sobre mi barba
sobre mi gorro de piel
sobre mis guantes
y están doblando las campanas
salgo disparado en línea recta
derritiendo la blancura helada
un rayo negro que escapa
pero una felicidad rampante
pronto me da alcance
clava sus garras en mis hombros
y me lleva.
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SELECCIÓN DE POEMAS
Por Adriana Delfini
En el silencio…
Silencio…guardas silencio
bien guardado, como un tesoro
atesorado, sin sembrar
nada aún, ni cosechado.
Palabras que no nacen,
palabras que ensordecen
como un grito sordo,
te enmudecen.
Callas a la vida, a tu entorno
¿qué dolor o alegría no compartes?
sin omitir palabra…no hay retorno,
susúrrame algo…vengo a invitarte.
Omitir la voz…a veces es discreto
adivinar qué piensas es en vano,
sabiduría hay en el silencio…(el Tao)
el poder de la voz…es enclaustrado
***
Lazos invisibles
Lazos invisibles que nos atan,
faliblemente al amor sofoca,
almas sin domar, que se desbocan
desdichas que se sueltan, se desgraban.
Reliquias de la caja de Pandora,
que reprime virtudes en el fondo,
necesidad de hurgar, algún despojo
de encontrar una voz, algo sonora.
Impredecible afán de perder velos,
que la lujuriosa intimidad sonroja,
amar lentamente…sin recuerdos.
¿Virtudes o defectos?…paradoja
amor de seres imperfectos,
soltando pétalos de amor, que se deshojan.
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POEMA
Por Teresa Palazzo Conti
POEMA DE BÚSQUEDA
Dónde fueron mis piernas
a enredarse en caminos.
Adónde la armonía de mis ojos lineales y perfectos.
Me quedé sin palabras en las manos
y en mi vientre,
apenas un mendrugo de humedad.
Adónde se volaron
los labios que en la noche,
en cruz sobre tu boca
dibujaban el mundo.
Ya no tengo recuerdos
de haber sido cercana;
de encontrarme
y armar sobre tu historia
el otro abecedario.
Si alguien sabe de mí,
que me rescate desde la fosa impura.
La recompensa,
sólo un latido desarticulado
y la memoria andrajosa
de mis candados principiantes.
Si alguien sabe de mí,
que ponga mi destino entre paréntesis
y me busque algún nombre mentiroso.
©Teresa Palazzo Conti
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33º NÚMERO DE LA REVISTA LITERARIA.pdf
33º NÚMERO DE LA REVISTA LITERARIA
DIGITAL MENSUAL
NEVANDO EN LA GUINEA
NºLXXVII desde inicios/05-03-2013
EDITORIA LXXVII
Cultura y Espectáculo
Este mes de Febrero hemos asistido a dos galas del cine ya convertidas en tradicionales por esta época del año, una de ámbito universal, los Oscar, no en vano los Estados Unidos pueden considerarse en buena medida el país del cine (y de cine, por la amplitud de sus temas, sus paisajes, su narrativa), y otro más local, los Goya del cine español.
Y siguiendo el canon, las dos galas se desarrollaron según el fastuoso guion tradicional y en el que por desgracia, a nuestro parecer, se desenvuelve la cultura en estos tiempos, esto es, la cultura como espectáculo, donde incluso la crítica política y social se incorpora al libreto, se espera incluso como un ingrediente más de morbosas pinceladas agridulces.
Ni qué decir tiene que podemos estar conformes con un reconocimiento a la labor desarrollada en el cine –como en la literatura, las artes plásticas o el teatro-, reconocimiento tanto a los creadores –directores, guionistas, autores, poetas, pintores- como a los actores y otros especialistas que intervienen en la creación, pero mostramos de nuevo nuestro rechazo a la banalización de la cultura, a concebir el arte como algo superfluo, un mero entretenimiento, un lucimiento inútil.
«Lo verdadero, lo bello y lo bueno se encuentran unidos a lo útil», afirmaba Humboldt y nosotros estamos completamente de acuerdo. Útil porque la verdad, la belleza y la bondad que hay en el arte nos sirve para vivir, incluso en época de crisis como la que sufrimos. Ojo, no es una ayuda para sobrevivir, para superar los problemas, el arte forma parte de la comprensión de la realidad y con esto no rehuimos del divertimento tan necesario con frecuencia, la diversión es también, como el juego para los niños y también para los adultos, una forma de afrontar la realidad.
El capitalismo salvaje ha convertido todo en mercancía, incluso a las personas. La cultura no ha quedado al margen. Por eso hemos de dar la vuelta a las cosas, a la realidad, y luchar por una cultura útil, que no utilitarista. Útil para entender lo que nos rodea, comprender la vida, reflexionar y también como medio de superación, es el concepto que queremos dar a la utilidad de la cultura. Que no quede en un mero espectáculo del que somos mero público, que seamos partícipes con todas las consecuencias. Éste es nuestro deseo.
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UN BUEN RATO DE BUEN ROLLO
NO NOS HARÁ NINGÚN DAÑO,
PERO MEJOR QUE SEA PARA SIEMPRE
Por Cecilio Olivero Muñoz
SOY LO QUE NO SE VE
LO QUE NO PARECE
Soy el yerno aquel
que no quieren las suegras en casa,
soy el raro fiel a la causa inexacta
que cruza todas las rayas,
soy el solitario ese
al que le escuecen
todas esas cosas
que se le escapan,
soy el outsider ese que se rasca
hasta salirle sangre
sobre su antigua sarna,
soy, aunque os pese,
lo que florece cuando en el erial
abre semilla la helada,
soy la mala peste,
la mala sombra también,
y la malaria,
soy un ser oscuro
y levanto muros
allí donde hubo la calma,
soy el escorbuto,
el bicho crudo
y la tela de araña,
soy un estornudo en toda la cara
de aquel que tuvo una gripe curada.
***
POEMA EN PROSA
LA SOLITARIA PRESENCIA DE LOS DOS
Me da pena de ti y de mí, tú que cada mañana respiras de una ilusión nueva, de una nueva ilusión, se renueva tu esperanza sin rastros de hojarasca tras el suspiro del tiempo, me da pena de mi, por que guardo una pesada ancla en mi pensamiento libre dispuesto a saquearte, los dos amputados de pureza andamos subiendo los escalones del piso de arriba, buscando una respuesta al enigma de las constelaciones grabadas en nuestro sueño pesado, sueño que no quiere marcharse de nosotros, tú y yo somos las víctimas del desorden del poema, vemos un horizonte que se duerme en la costilla vieja de Caín, rastreamos nuestros nombres de liberados en la arena del asfalto colindante a los retornos, nos duelen a todos los pies de andar por las cloacas para que no adivinen que nuestras esperanzas aún no han terminado, han acabado desnudas en los bares apoyadas a una barra, y deseándose la victoria como hermanos que parten hacia una misma guerra, nos queda la fiesta de los contrastes, allí bailaremos el último tango y diremos adiós a donde el corazón nos lleve.
***
TÚ CREES
Crees, tú crees, bang, bang,
Tú crees que no lo sé,
Bang, bang, tú crees,
Cuando el sulfuro se hace yodo,
Bang, bang, tú crees,
Tú crees, bang, bang,
Que el agua no se pudre,
Bang, bang, tú crees,
Tú crees que no sé
que el futuro tiene un ojo,
Bang, bang, lo sé, lo oigo,
Lo indago, bang, bang,
Tú crees, que de vicio no sé,
que no entiendo la sarna,
que no conozco la pólvora,
que ignoro el por qué,
Bang, bang, tú crees,
Tú crees, bang, bang,
que el agua nace quieta
y no se pone enferma, lo sé,
de tanto volver, volver, tú crees,
Bang, bang, tú crees,
Tú crees que no lo sé,
Tú crees que lo que no se ve
No tiene cómo ni por qué.
Bang, bang, ciempiés,
Si le falta uno al viento
le faltan los cien, bang, bang,
lo sé, que de ciento
sobran cien, quién, quién es,
lo que vuela o va a pie.
Bang, bang, lo sé.
Me subyace aquí en la sien.
***
PRESENTE
Estoy en este minuto quieto sentado
ciego de futuro y porvenir,
estoy aquí postrado
sin la ansia del devenir,
busca verdad en el pasado,
ese no es lugar donde vivir,
si quieres, hermano,
yo tengo un lugar adonde huir,
es el sueño, tránsito vano,
sustancia de negra matriz,
estoy en este minuto quieto sentado
viéndolas todas venir,
acomodarse aquí a mi lado
sin que me eviten a mí,
estoy quizá asustado
pues el pasado causó en mí
presentes de canto afilado
con una sombra a ras de sí,
pasado que me ha manchado
e hizo lo que soy sin ti,
pasado con el presente ha topado,
tedios y bostezos en yermo jardín,
jardín de flores mutilado,
mutiladas en la piedra que resentí
caer en el fondo usado
de tan manoseado sentir.
***
DIME TÚ A MÍ SI NO
Dime tú a mí si no es buen corazón
aquel que ríe contigo, bromea, comparte mesa,
aquel que te da abrigo, roce, y sonrisa lesa,
dime tú a mí si no es buen corazón
ese que ciego ante ti una esperanza sopesa,
aquel que siempre contigo tantea, y conversa,
no te pide nada a cambio, sabe de tu pureza,
dime tú si no es buen corazón
aquel que contigo respira de una esperanza nueva,
aquel que es tu amigo y no te conoce,
no sabe si odias, si amas, a qué santo rezas,
dime tú a mí si no es buen corazón
aquel que ve un mismo sol abra o cierre flaquezas.
Dime tú si no es lo mismo
aquello que sonreía antes y ahora, y más ahora,
y antes, igual que antes, da lo mismo,
si sigues tu camino, te apartas de destino
o destinada le besas.
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Porque estamos en guerra
−No pareces guardia.
Vuestras miradas se cruzaron y por un instante estuviste a punto de sonreír. No era la primera vez que te lo decían y tal vez, viniendo de ella, se trataba de un intento por romper el hielo, por variar la aridez que había mostrado hasta ese momento, pero te mantuviste seria, aunque tus rasgos se tuvieron que suavizar por fuerza y la mujer se dio cuenta de ello porque te sonrió amable. Para ella no debe de ser fácil tampoco, pensaste. Al fin y al cabo os consideraría desde siempre el enemigo, el invasor, la txakurrada, habría vivido toda su vida en una larga noche de miedo y opresión, de violencia, rabia desatada en forma de rebeldía y victimización, claro que maldita la gracia que te hacía sufrir una aparente guerra que no era ni de lejos la tuya, ¿acaso no dejaba de ser todo aquello consecuencia de lo que pasó hace ya más de treinta años, cuando tú ni siquiera habías nacido?
−A mí marido lo matasteis –con que gusto le responderías, si pudieras o quisieras polemizar, que tú no habías matado a nadie, pero preferiste guardar silencio, no seguir el juego o aceptar, en un acto de distanciamiento o incluso de empatía, que en modo alguno significaba debilidad ni renuncia, que la otra parte podía tener razones, aunque estabas segura que no era el caso, por muy esposa y madre que fuera, por muy cierto que hubiera una muerte, la del marido, en una guerra o durante una dictadura con las que tú no tenías que ver, había ocurrido todo eso hacía mucho tiempo, o tal vez sí que lo tuvieras, algo que ver, porque a lo mejor no dejaba de ser cierto que las consecuencia eran los compañeros acribillados a balazos o despedazados por las bombas trampas-, ahora venís a por mi hijo –y su voz volvió a ser árida.
Su hijo era miembro de un comando. Seguían mitificando una guerra que sólo existía, estabas segura de ello, en sus cabezas, y que les llevaba a considerar como políticos el asesinato porque políticos consideraban a los presos condenados ya por sentencia firme. Vuestras miradas se volvieron a cruzar. La mujer tenía unos ojos azules muy claros, casi transparentes, muy distintos a los tuyos, tan negros. Pensaste que podría tener la edad de la tuya, de tu madre, y que ellas podrían ser incluso amigas, al fin y al cabo tu madre había tenido amigas como ella, de nariz aguileña, de carácter recio y opiniones no muy diferentes.
Oíste ruido en la escalera y te diste la vuelta un momento para ver a un par de compañeros bajando cajas de cartón. Viste tu reflejo en el espejo del aparador y consideraste que, en efecto, tu aspecto no era el de una guardia civil. Vestías de negro, unos tejanos y un jersey de cuello largo, estabas muy delgada, habías adelgazado bastante en las últimas semanas, tu pelo estaba revuelto y las greñas caían sobre tus hombros, tapaban tu frente, podías pasar por una de esas jóvenes que frecuentaban los bares del casco viejo, la hippie te llamaban en el cuartel, lo sabías, de buen rollo, eso sí, porque te apreciaban, te respetaban, siempre habías cumplido bien el trabajo, nunca un fallo ni un desatino, hablaban de un gran porvenir profesional, el tuyo, pero era cierto que no resultabas nada marcial y hasta el bulto de la pistola a tu espalda, bajo el pantalón, el mango a la vista sobre el jersey, parecía ajeno a ti por completo, como si fuera de juguete.
Sonó tu apelativo entonces en el walkie-talkie que había dejado sobre la mesa. Contestaste.
−Ha llegado el hermano de la mujer, está subiendo –te anunciaron.
−De acuerdo –respondiste.
No hizo falta decírselo, lo había escuchado y se había movido del sofá para poder mirar cómodamente hacia la puerta de la sala de estar. El hombre no tardó en llegar, vestido aún con la ropa de faena. Era agricultor, sin duda en alguno de los caseríos cercanos, sobre la que llevaba una pelliza. Se pusieron a hablar en vasco y te miraron de reojo, tal vez convencidos de que en un momento dado les pedirías que hablasen en castellano para poderlos comprender, para que nada quedara fuera de control, de vuestro control, pero no les dijiste nada, miraste hacia el suelo como si les indicases que respetabas su intimidad. Claro que no sabían, ni se lo imaginaban siquiera, que les entendías, que tú hablabas su lengua que en parte era la tuya también, hasta cierto punto lengua materna, nunca mejor dicho, a pesar de que formaras parte de ese enemigo que, creían ellos, perseguía todo lo suyo.
El hombre le preguntó qué estaba pasando y la mujer le explicó la detención de Julen, el hijo, el sobrino, cuando aún no había amanecido todavía, y ahora honek, «éstos» -notaste de nuevo el desprecio en su voz- registraban el caserío. El hombre te miró entonces y te extrañó que no hubiera rabia en su mirada, ningún reproche, nada que ver con el odio que mostraba la mujer.
−¿Por qué? –te preguntó a ti en castellano, para que no te cupiera duda de que te tenía por interlocutora, como si tuvieras todas las respuestas o fueras tú quien dirigiera aquella operación policial, quisiste creer que los nervios le empujaban a formular una pregunta a todas luces absurda o innecesaria, dado el contexto, aunque seguías notando que no había en él ese desdén de la mujer-, Julen no, no puede ser.
Sabías que había otro hijo preso. Tuvo dos causas, pero una se anuló porque la confesión de un detenido que imputaba al otro hijo se obtuvo mediante malos tratos. Hubo malestar en el cuartel, malas palabras hacia los jueces, se creen más a esos asesinos que a nosotros, dijeron, pero no siempre las cosas funcionaron como debían, era lo que tú pensabas sin que te atrevieras a decirlo, no sería entendido, claro que tú nunca habías visto nada y, vale, somos humanos, pero las cosas estaban así, y pensaste que para aquella mujer las cosas resultaban duras y la miraste de nuevo, se cruzaron vuestras miradas otra vez, y aunque no tenía razón, de sobras sabías que no la tenía, te hubiera gustado entender y que ella entendiera. Por qué, volvió a preguntar el hermano, su hermano, como si fueras tú la sola destinataria posible y por tanto quien tuviera que responderle. Pero fue la mujer quien contestó, tajante, categórica, de un modo que te impresionó porque aun cuando contestara en vasco, sin saber ella que tú lo hablabas, parecía que te dirigiera a ti sus palabras de reproche, de odio.
−Hau guda bat dalako eta denok guda hontan gaude.
Porque esto es una guerra y todos estamos en esta guerra. Era como aquellas canciones antiguas en las que las madres lanzaban a sus hijos al fragor de la batalla para convertirse en héroes y volver como hombres. Te estremeciste y por un momento deseaste no estar ahí.
Juan A. Herrero Díez
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SELECCIÓN DE POEMAS
Por Gonzalo Salesky
CADA PALABRA
Sólo buscaré el destino eterno,
el manto vacío y el milagro
de saberme vivo a cada instante.
Tendré mis páginas listas,
mi sudario, hoy lleno de preguntas
y aquel reloj, sin ninguna respuesta.
Sabré que aún falta lo que sobra,
por siempre me esperará la luna
y en tu voz, soñaré cada palabra.
SILENCIO DORMIDO
Debajo de mi vida encontraré
tu velo y tu augurio, tu vacío.
Tu carne hecha sangre, tu regreso
y aquel silencio dormido en tu canción.
Debajo de vos, no buscaré.
Sé que el incienso perfumará tu historia
y así sabrás que no vale estar despierto,
no sirve ver la luz con otros ojos.
¿Para qué estar atento a los detalles?
Debajo del amor, está el olvido.
LEJOS DE MI PERDÓN
Oirás mi voz, desde lejos.
Sólo seré tu adiós, tu vida entera,
lo poco que no fui. ¿O fui tu meta?
La nada que di, tu corazón.
Te veré llorar cada vacío,
cada promesa al viento, cada nudo.
Y en esa oscuridad,
estarás siempre lejos
de mí,
de mi perdón,
de mis plegarias.
VOCES EN SILENCIO
La incertidumbre juega con mis sentidos.
Creo reencarnar,
veo mis cenizas,
volaré muy alto
pero el final no llega.
No llega, no existe,
no viene a buscarme.
Algo me dice
que estuvo entre nosotros,
que pronto volverá
y le daré la espalda.
Que rumbo a mi historia
hay voces en silencio.
Que en el dolor
no queda más que sangre
y que en la noche,
sólo en esta noche,
voy a tropezar con mis secretos.
POCO Y NADA
Seré sólo la mitad
de un espacio vacío.
De una sonrisa al viento,
de mi espalda.
La triste quimera de un sediento,
la suma de todos mis fantasmas.
Verás que no es difícil.
Adivinar detrás de los espejos
no tiene precio, siendo tan poco y nada.
Esa tormenta anunciada desde siempre
no existirá solamente en tus sueños.
El campo de batalla no es el cielo,
tampoco la nostalgia.
No es tu mirada quien nos cubre,
borrando todas mis huellas con lava.
Tampoco es el deseo quien nos guía.
Somos ángeles perdidos,
entrañas sin dueño,
sables del pasado que se aleja.
LA VERDADERA HISTORIA
Es triste ser uno más
de los que extienden la mano
sólo para arrojar primeras piedras.
Que olvidan el pasado y su destino,
que borran con el codo
lo escrito con la sangre.
Es cruel ser uno más de tantos
hipnotizados por sueños,
con vidas felices pero ajenas.
Degustando ese placer ajeno,
viendo pasar la verdadera historia.
PODRÍA SER
Brindaré por esta vida vana,
por tu refugio y mi armadura. Por el cielo
y aquel castillo de arena en tu mirada.
Podría hablarte de tanta indiferencia…
y ser aquel que irrumpe en tu silencio,
el que te escribe a oscuras, quien te cela.
Podría ser quien cierra tus heridas
pero no elijo ser yo, ni ser la sombra
de todo lo que alguna vez fue amor.
Me quedo… con la nostalgia pura.
UNA VEZ MÁS
A veces dudas… y es lo mejor.
Si no te escondes
voy a tu encuentro.
Quizá el destino sea el de siempre
y nos despoje del misterio,
de la brisa.
¿Salvas mi piel de tanto orgullo?
No te arrepientas jamás de tu pasado.
Miles de noches pensando en lo prohibido,
en cada manzana dispuesta a morir
sin tanto pecado.
Esquivo los golpes de la culpa
y pienso que no he perdido todo.
Habrá otros arco iris y, de noche,
el sol verá la luna una vez más.
NUNCA LLEGA
Como la magia de espejos, como el vino
que duerme y encarcela tantas vidas…
sueño con el vértigo,
con mapas sin nombres
como ese tren que nunca,
nunca llega.
En cualquier momento tendrás algo de mí
y no habrá más matices, más preguntas.
Sólo tu voz escuchará mi aliento
que nunca llega a hablarte,
nunca llega.
Estaré dos mil años
susurrando tu nombre,
soltando en el viento mi tristeza.
Se acumulan las cruces,
quisiera elegir una,
pero la lluvia en el mar no deja huella.
AUNQUE NO ENTIENDAS
Vi negro sobre blanco,
vi estaciones.
Vi trenes subterráneos,
vi poesía.
Allí donde no hay nada más que sombra
hay bruma, hay nostalgia.
Está tu orilla.
Están tu sueño y el mío,
está la brisa clavada en los rincones.
Va el dolor,
susurrando mi adiós,
dictándome estas líneas al oído.
Leyéndolas en vos
(aunque no entiendas).
En el mismo rincón sigo esperando
como un beso apagado,
como una vieja lámpara.
Como un sombra fría,
te cansaste de verme,
atada a aquellos tiempos
en que todo era nada.
El mañana llegó:
no somos la esperanza,
sólo el pasado a prueba.
¿Y qué más da?
Si lo eterno no existe,
si el hoy se va en segundos
y este mundo, sin vos,
no vale nada.
YA ES TARDE
Me hablás del tiempo perdido,
de la noche.
De tu promesa y final,
de lo que fuimos.
Susurrando mi nombre en otro idioma,
me dejarás caer.
Ya es tarde para crear otoños,
para abrigar silencio.
¿No lo ves?
Hablás de la vida y de la muerte,
del vacío que quedará en tus días.
Y esa puerta…
tu puerta no me abre.
Igual voy a escapar:
ya es tarde,
aunque tu corazón no quiera verlo.
SERÉ
Seré tus ojos durante la batalla.
Seré tu aldea.
Seré la nada y todo lo que quieras,
seré las voces que susurran tu herida.
Seré la música en colores
para que cada sol y cada luna,
sepas que estás en mí desde aquel día.
MADRUGADA
Su santo y seña, mi vida y mi cordura.
Su espíritu y su Dios sobre mi espalda.
Su llanto y su veneno, mi condena
y aquel delirio, fugaz, en madrugada.
Aunque sigan callando tantas voces
sabré salir, de frente, a la tormenta.
Tu adiós hablará de mi locura
cuando el sol salga, fugaz, de madrugada.
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SELECCIÓN DE POEMAS
Por Rolando Revagliatti
Entre estimados
nos turnamos para espiar
tu libro
entre congéneres
nos espiamos por riguroso turno
Entré en tu libro
A cinco minutos de concluida la lectura
de tus discursos dedicados
estamos
a cinco minutos de apaciguado el certero despliegue
Me asaltó tu ciudadanía
¿cómo no tentarme?
si fui también un comensal
durante todos
estos
años.
*De “Leo y escribo”
Absorbidos por su cámara
los apuntados por su cámara
revelados
éramos descriptos
ya desligados de su cámara
Lucíamos como perros
flores y personas
asediados por detalles
circundados por la descripción
y en evidencia.
*De “Trompifai”
“Repulsión”
La manicura se come
las uñas
Los crepusculares crescendos de la enormemente deseada
y devastadoramente deseante
ya en su mirada infantil
Grieta a la vista
agrietando la vista
Tendida
taladrándole también los oídos
la manifestación sonora de un crescendo
fraterno
Máculas a la vista
desinmaculando
Son los sentidos invitados a esta cena
con plato único:
conejo.
______________
“REPULSIÓN”, filme dirigido por Román Polanski.
De “Fundido encadenado”
Sabrás de la garrapata de mis versos
o si no
no sabrás nada.
*
Las margaritas que tiraron
a tus chanchos
mis vacas
se las comen.
*
De “Del franelero popular”
Altas cumbres
Al macanudo tótem de la monogamia saludo
despego desde célibe sin par hasta amante esposo
de lo cual laboriosamente me impregno cada día
Pecador en el llano y en mi juventud
desde las altas cumbres de la madurez
yo me solazo
con picarona repugnancia.
*De “Corona de calor”
Nos estamos cayendo en el dos mil
y el pescado sin vender
gaucho entre los gauchos
y atraviesa el malón la polvareda
el buenón en cambio juega solo a la taba
crisis de identidad la del buenón
que poco capea sus contradicciones
del todo contraindicado el buenón
aires de pampa mía cavándole el hoyo
pa’ quel hueserío haga hito
como la traición entre las tradiciones
y el esmero del inveterado malón
al pervertir a las infamélicas y consanguíneas
hembritas insosteniblemente vaporosas
y a las regionales y desencantadas esposas de los intendentes
meta rasgueos de guitarras
Y aunque el mate esté frío, doña Dominga
doña Venancia, doña Azucena, doña Hilariona
no dejo de payar en estas circunstancias
confusas para este acreditado paisajista
de acendrado calar nacional
y popular
Síganme
pobretes y ricachos a las puertas del amor de un día
por la inmensidad tanto como por la circunscripción
que no los voy a defraudar
macho
gaucho
y guacho
que no los voy a fotografiar con zoom en la estaqueada
en esta superproducción reproductiva.
*De “Desecho e izquierdo”
Febo
La cucharita que Flavia aferra
dentro del pocillo vacío
es tratada
con la energía cómica
que asoma
ya sus rayos
iluminan
nuestra historia.
*De “Sopita”
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SELECCIÓN DE POEMAS
Por Francisco Jesús Muñoz Soler
QUIÉN ESTÁ CUERDO
¿Quién está cuerdo en este mundo de locos?
yo, ustedes, es algo que me gustaría saber
descubrir quiénes son cuerdos
los sanos, los hijos de la sonrosada tez.
Estamos en un mundo gobernado por reglas
costumbres e intereses imperturbables
generadores de tabúes en serie
emblema declarado de la cordura sana.
Todo se ha de hacer como más convenga
a la sociedad dentro del orden establecido
por la bendecida tradición oficial.
Anoche soñé que un loco recogía un clavel
en un cruento campo de batalla ¡entre bombas!
en un campo lleno de muerto, de alienados héroes.
DICIEMBRE
Diciembre última hoja prendida
de un alicaído y ajado calendario
que triste se despide en su caída
con la llegada del invierno áspero.
Se desearán las clásicas bienaventuranzas
se regalarán millones de obsequios
pero no se remediará
el frío y la prisión de unos forzados.
La nostalgia del calor de sus hogares
es el mayor anhelo de esa juventud violentada
que se pregunta las razones que le apartaron
del gozo de sentirse persona.
AL VIAJE
Al viaje… que absorbe mis sueños
mantiene viva la llama
de mi azarosa vida, me transporta
a las llanuras del consuelo.
Al viaje… que castiga mi cuerpo
mi cansada y soñolienta presencia
portadora de mi alma y mis instintos
cada viernes camino por la libertad.
Al viaje… que se clava en mis entrañas
cada vez que me reclama, imperturbable
me llama y me lleva, sistemáticamente
pellizca mis doloridas vísceras.
Al viaje… que se introdujo en mi vida
lo exalto con sinceridad solemne
por la belleza de su paisaje
y por la angustia que me produce sin cesar.
AQUÍ ESTOY QUÉ PUEDO DECIR
Aquí estoy qué puedo decir
que me persigue la mala suerte
que soy simplemente un necio
balanceado como una cometa inútil.
Que tiene como destino vagar
sin remedio, inconsecuentemente
al son de sus sueños estériles
y al zumbar del viento que lo azota.
Desorientado con vaivenes de cometa
aturdido pero íntimamente consciente
de que no soy material sin lucidez
sino un ser humano que busca su realidad.
LA VIDA ES ESPERANZA
Que lánguida es mi vista
que vacuo es mi pensamiento
sólo lo puebla el hastío
y la obligación de una promesa.
Que corto el recorrido
por donde pululan mis piernas,
que reducida la esfera
donde gravita mi destino,
que grande es mi pecho
que profundas mis venas
ay, que gruesas mis cadenas
que sombrío es mi horizonte
solo diviso sombras y vacío
lleno de aburrimiento, necedad y abismo,
y al final la inquietud de la muerte.
(Mi vacío
lleno de aburrimiento,
necedad y abismo,
no lo llenaría ni todas
las aguas de la mar.)
No todo es hastío y tristeza,
que febril es mi imaginación
que álgidos mis sentimientos
que fecundos los huertos de mi alma,
rotundamente no todo es tristeza
no son solo tristezas las sensaciones
que perciben las vísceras de mi ser
además hay una vida por amar
una luz perenne por encontrar
una dicha que me llega y se desvanece
que me embarga y me seduce
una dicha llamada felicidad
además está mi firme voluntad
que alienta mi decaído pensamiento
que aviva la llama de mis deseos
la firme voluntad de realizarme como persona.
(Todas
las aguas de la mar
no llenaría la alberca
que riega continuamente
los huertos de mi alma.)
Cómo describir, cómo desglosar
la celestial corporeidad, la sublime sensación
que inunda mi espíritu, mi alma, mi cuerpo,
cómo transcribir su nombre con palabras,
Sin ella no puede haber un mañana
ni peor ni mejor, ni siquiera mediocre
representa la ilusión del presente
y la fe de un futuro lleno de humanidad,
es el palo mayor de mis velas
punto y guía de mi destino,
sin ella mi vida carecería de sentido,
de dirección, de ilusión, de armonía,
a ella me encomiendo noche y día
en torno a ella me concentro aglutinando todo mi ser,
renovando y fortaleciendo mi espíritu celeste
porque es la esencia de mi existencia.
(Todas
las células vivas
de la Naturaleza
se nutren de nuestra Madre
Esperanza.)
RAÍZ
Desde mi esencia
lucho por superarme cada día
para ayudar mejor a los demás
origen de gran gratificación.
CARTA DIRIGIDA A MÍ MISMO
A todas las esencias de mí mismo
escribo esta carta
para que me guíen en mis dudas
y fortalezca mi ánimo
para que enciendan en mí un fuego
que ahuyente la zozobra
que me ocasiona las sombras
frías y mórbidas del tedio
para que me prevengan de los falsos
orgullos senos fieles que amamantan
la hija mayor de los pecados: la envidia
para que den luz a mis sentimientos
y templanza a mis sentidos
ante serpenteante amenaza
que nos acecha sin descanso: la hipocresía
para que me guarden de seres enanos
llenos de complejos y resentimientos
que no dudan en aplicar en su provecho
para que aparten de mi corazón
la más dolorosa y cruel de las heridas:
la insensible indiferencia
hacia todo amor
para que mi vida
se complazca en el espíritu de la belleza
que satisface a sus hijas que ahítas de ella
contemplan el mundo
esta realidad llena de escarnio
displicente desamor y amarga retórica
pero sobre todo lleno de integridad
armonía, luminosidad y amor.
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LES PRESENTAMOS AL MARAVILLOSO
Rodolfo Leiro
¡DESPIERTA!
Si al despertar tu póstumo coraje,
ya cerca del final irreversible,
encuentras en tu arteria irrepetible,
la fibra de tu místico engranaje;
y ya estando yacente, tu ropaje,
de un antiguo valor inextinguible,
levantas ese puño indestructible
ajeno a todo signo del ultraje;
pues si debes morir, tu fiel cordaje
elevará hacia el cosmos tu celaje
que fuera prisma y luces de tu estío.
En el postrer suspiro, virtual tatuaje,
dejarás como emblema tu voltaje.
¡Tu canto irá a enrolarse con el mío!
Construido a las 19,10 del
20 de octubre de 2012 para mi Libro
“Renglones desprolijos”
***
SONETO EN AZUL
A mi hijo Eduardo Oscar Leiro (1992)
Yo no tengo un azul en mi retina,
ni es azul el color de mi ventana,
no es azul el color de mi mañana
ni hay azul en la tarde que declina.
No hay azul en mi noche de desvelo
ni en la vasta planicie de mi día,
no dibujo en azul mi sinfonía
ni gesto algún azul del azul vuelo.
No dispongo de azules compañeros
que surcando la mar, azul maderos,
flotando en un azul de mi azul viaje,
me arrojen sus azules esplendores
para pintar de azul mis viejas flores
con el azul pincel de mi coraje!
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DOS POEMAS
Por Adriana Delfini
Alas derretidas
Con tus alas de cera derretida
te escabulliste anoche de mi sueño
furtiva y ágil fue la despedida
entibiada de amor como un ensueño.
Amada por tus alas encendidas
con lumbre de cristales transparentes,
aturdido, pícaro aletear de ida
fragante resquemor entre la gente.
Armaré con tus alas de agonía
y panales de dulces mieles
transmutando en hilos de ambrosía
Vagones de locuras sobre rieles
emulando al Dédalo volátil,
dime al oído lo que quieres.
***
Carta a Dios…
Le he escrito una carta a Dios
para ponerlo al tanto…
porque El a veces está ocupado,
y yo agradezco con bríos.
Siento que el deber es mío,
contarle de mi alegría
las bondades de la vida,
desde que te conocí a vos…
Él fue siempre el portavoz
honorable y sencillo,
que con luminosidad y brillo
sigue acompañando mi voz.
Quería con amor sugerirle…
si no es mucho pedirle
si un día al cielo ha de llamarte
no se olvide de mí…
y me permita acompañarte.
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SELECCIÓN DE POEMAS
Por Rachid Boussad
El vate…
«El Poeta es un pequeño Dios»
Vicente Huidobro
Es un nómada infatigable,
Y un ubicuo movible.
En todas partes presente
Acá y acullá siempre oyente
Por cuestas abajo y por arriba sudando.
¿Qué vientos terribles lo arrastran más allá de sí…, y de los mares?
¿De dónde hubiera sacado lo divino en él abrigado?
Dos veces cantor:
Versos de miel, de cara a la aurora,
Y aquéllos de hiel, con el crepúsculo platicando.
En su balanza encinta de seda y marfil,
Van desparramadas sus quimeras y sus inquietudes.
Soñador de soledades, misterios y madrugadas.
Fontanar de aires y aguas incesantes.
Relámpago de suspiros alumbrando abismos.
Dueño de fuegos encendiendo patrias sin visado.
Las sombras persigue de amores fugaces,
Y el hálito de las brisas nocturnas acompaña.
¡Alma cándida y oficio ahogado en las penumbras
De su ocio hortelano y duradero!
¡Oh bajel de alegrías hacia puertos nebulosos!
¡Oh jardinero llorando por árboles deshojados,
Sus almas dolidas, y sus rosas mustias y polvorientas!
Ensánchate y aférrate a tu voz ¡oh Poeta!
Yo te tiendo la mano y yo te pregunto:
¿Qué sería de los paisajes tétricos,
De los pajaritos lúgubres,
De las sonrisas lánguidas,
De los rostros héticos,
De los corazones taciturnos,
De las lágrimas derramadas,
De los mares embravecidos,
Y de los cielos entristecidos,
Si de mis orejas viniesen a faltar tus sombras sonoras y quijotes?
¡Ay de ti, demiurgo de tinieblas y recovecos!
¡Ay de ti si te acaban en basura de dejamientos y olvidos!
Si tú te murieras en soledad y sin testigos,
¿Qué sería de las voces “escasas”,
Pletóricas de orfandad mortuoria
En aquellos oídos nutridos de sombras y fantasmas de arena?
***
El heraldo deseado
A las santas piedras,
A las manos atrevidas.
Mientras las palomas vuelen intrépidamente
Entre balas y cohetes;
Mientras las manos impávidas e impertérritas luchen
Con piedras y hondas y tirachinas;
Mientras se vea que las flores se destruyan
Con sus sépalos y pétalos,
Sin que algo de nuestras callejuelas
Se mueva y se conmueva;
Mientras haya pueblo desflorado,
¡Habrá sombras sonoras y gritos ígneos!
Mientras se observe que los fusiles
Repartan muerte en perdidos arrabales;
Mientras los aviones dejen calles ensangrentadas;
Mientras los cañones arenguen al averno
En la franja aquélla,
Aquélla que los sucios vampiros defraudan;
Mientras haya cuerpos descuartizados:
Almas derruidas acá,
Y destinos envenenados acullá,
¡Habrá sombras sonoras y gritos ígneos!
Mientras se ensanchen las piedras;
Mientras las vistas apunten,
Apunten hacia más adelante,
Y en los ojos haya lágrimas rebeldes y ufanas;
Mientras no se obstruyan las sendas;
Mientras haya madrugadas y ruiseñores, siempre
¡Habrá sombras sonoras y gritos ígneos!
***
Entre el cariño y el daño
“Es tan corto el amor,
y es tan largo el olvido”
Pablo Neruda
Un viernes tan flébil de abril,
La tristura…taurina,
En mi lengua anidaba
Por haberme perdido la mujer
Que tanto yo amaba…
Tan corto fue…fue
Con ella el veraz cariño,
Y tan largo es…, pero es
Sin ella el tenaz daño y movedizo.
¡Qué ayeres y qué hoyes tan reñidos!
Un calvario sañudo
Que nunca jamás sella en mi pecho
Idas y abandonos.
¡Qué desvelo eternal!
***
Mi cumpledaños
Adiós quizá para siempre!…
Te digo este adiós llorando
Desde la orilla del mar.
No olvides tú mi amor
Si muero de soledad…
Rosaría de Castro
En mi cumpleaños
De mariposas alegrosas;
Fuiste un “cumpledaños”
Y perdidas lloré tus rosas.
En la opacidad de la noche
Aguardé en balde tu ángel fugaz.
Y entre las estrellas apagadas,
Saludarte, ufano yo y maestro,
Por las espaldas largo tiempo tranquilizadas,
Veía yo pardo lejano y nocturno.
¡Ay! ¡Qué pedregosos
Se han puesto mis nubes,
Y qué páramos mis cielos!
He aprendido como sufrir
Sin sufrimiento
Como llorar
Sin derramar lágrimas.
Adiós, Gloriosa! vestigios indelebles,
Sueños…sin dueño,
Delirios desencadenados y desbocados sin poniente,
Praderas sin fragancia sin azahares.
¡Adiós hasta que amanezcamos,
Y anochezcamos con las luces de la podredumbre!
¡Adiós quizá para siempre!
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POEMAS DE LA MANO
DE LEO MORGAN
14-GRATITUD, ALLA ARRIBA Y EN LO ALTO
Pocas cosas hay tan nobles
como trabajar en la casa
de un amigo que construye su casa.
Con “Zinzetto” tomamos cervezas
sudando fuerte
bajo el sol de Caprarola
reímos y contamos historias
y al final del día
el trabajo ha sido hecho
y lo hemos pasado tan bien
que muchos domingos me sorprenden
aguardando la llegada del lunes.
.
Sentados en el tejado
descansando y fumando un cigarrillo
vislumbramos un palacio de mármol
que se hizo en la montaña el Papa Farnese
Pero de pronto
“Zinzetto” se ha puesto serio:
“Morgan, hay algo que debo decirte:
supongamos que, Dios no lo permita,
tuvieras un accidente…
yo haría un buco en la tierra
y te enterraría aquí
arriba te plantaría
una planta de limones
para disimularte, je je
nadie encontraría al “aryentino”…
poeta ispiradíssimo
¡Tragado literalmente por la tierra… eheheh!
Porque si se te ocurre morirte
en mi casa, Morgan del cazzo…
un extranjero ilegal….
¡A mí se me combina
un “casino” infernale !
Pensé——————–
en las raíces del árbol
cosiéndose en mis costillas
en una fioritura blanca
silbada por la madre naturaleza
y ciempiés y gusanitos limpios
de tierra negra
jugando escondidas
por entre mi ausencia de nariz
y ojos,
proyectándome
verde invencible
hacia mis ramas abigarradas
de limones fragantes y rotundos,
balanceándome plácido
en el viento de un verano italiano
mientras me salpican
6 mariposas amarillas
rutilantes de ácida felicidad.
-Bueno, no está tan mal.
-Grazie tante Morgan,
¡sabía que lo entenderías!
-“Zinzo” querido,
ya va siendo hora
de que sea yo
quien te dé las gracias,
por todo, gracias.
15-DOS CANGREJOS Y MEDIA BOTELLA
Para entonces ya había rodado suficiente
y creía haber aprehendido todo
acerca del oro, los vidrios de colores
y el trueque.
Por eso cuando bajé a la playa de Natal
les hice un gesto displicente
a los tres muchachos negros que me llamaban
“estos ilusos creen que soy un turista
y que me van a sacar plata
más les valdría intentarlo
con esas rocas, jejejejejj”
pensé, metiéndome en el mar.
Me seguían llamando insistentemente al salir,
fastidiado y alerta
me acerqué a ver qué querían
estaban hirviendo dos cangrejos grandes
en un tachito
y les quedaba media botella de cashaça
querían compartirlo todo conmigo.
Eso querían .
Cashaça en ayunas y bajo el sol del mediodía…
¡auch!
pero ciertas cosas
no deben ni pueden rehusarse,
tomé la botella del cuello
bebí y la pasé…
quisieron darme los 2 cangrejos
pero avergonzado por tanta generosidad
sólo quise tomar mi parte
mas me obligaron a aceptar el doble.
Luego la cashacita
me aflojó la mandíbula
y reímos.
Vestidos de reyes
acostumbran trepar por mis recuerdos
ciertamente, no los olvidaré jamás
ellos en cambio
me tienen anclado
en las aguas del olvido
más profundo y más lejano
hasta puedo sentir las algas
enredadas en mis pelos
después de todo
yo no fui apenas más
que otro gringo carapálida;
un caminante que pasó
a quien colocaron en el morral
una lección de vida;
dos cangrejos y media botella
pal’ camino, de yapa.
22-CHACHALOVE Y LAS BOLAS DE CRISTAL.
(El literato,
el señor cabrón
y el religioso.)*
Hoy toca limpiar la casa
¡por Dios!
fuera la mugre
hoy sí que toca.
Y ahí abajo
en la mazmorra
todos nosotros
dentro de mí
aullamos
¡Oh Cielos qué horror!
esto es peor
que luchar contra la Hidra
¡Socorro!
¡Piedad!
entonces aparece:
no Míster Músculo*
con más culo que cerebro, sino
el Hada de la Claridad
reflejando azules transparecias
pintándolo todo
con nieve:
“Cuando hayas conluído
lloverá para ti una gracia.”
FFFFFFFFFFFFFFFFF
ffffffffffffffffffffffffffff+
Me pongo en el asunto.
Eternidades después
hasta el inodoro
reluce sonriendo
en espera de sus desatentos huéspedes.
Reclamo mi premio
El hada rodea el espacio con los ojos
y dice al fin:
–Ahora parece un chiquero adorable,
y supongo que un poco de polvo
no le hará mal a nadie.
Recibe mi merced:
limpus volimpus
zacah latrakah:
“que la casa quede
más o menos siempre así!”
la varita dibuja
un círculo brillante por el aire
y una melodía
me cubre dulcemente:…..
mientras me balanceo al compás
con los ojos cerrados
como una serpiente
fuera de la canasta
“no tendrás que limpiarla
nunca más……..
no…..no……no…
nunca jamás,
Que lo disfrutes……”
¡Oh my Lord !
Estremecido por un rayo amarillo
y plateado del más puro amor
de rodillas, postrado caigo
de feliz emoción llorando:
¡Oh bendita tú seas entre todas
las hermosas hadas del Paraíso,
tú la más hermosa……………………………
¡Oh, Hada de la Claridad
aún entre las sabias, afortunada!
Velas, rosas y bombones
para tu santo
por fiel y por seguro.
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EL GRAN BORIS GOLD
“Y SERÁ JUSTICIA”
Si existen feriados
Y días alusivos,
Para recordar a héroes
O a alguna deidad,
Me parece justo
Que esto así sea,
Honremos a los justos
Y a…la libertad.
Hay fechas recordadas
Como las del buen cartero,
A los muertos queridos
Y a nuestro señor,
A pesar que hay muchos
Problemas cotidianos,
Mostremos al mundo
Que nos sobra…amor.
En el día del niño
Se imponen los juguetes,
Y en el de la madre
Pedestales de fe,
Un homenaje válido
A la escarapela,
Y yo me pregunto
A los viejos…¿Qué?.
Se inventan seguido
Los feriados largos,
Y nadie que se precie
Sabe el porque,
Estos son recreos
Para la gilada,
Y las gracias le damos
A vuestra…merced.
En serio lo pienso
Que llegó la hora,
De honrar al que nunca
Pelota les dan,
Yo voto por un premio
Acorde a sus años,
Pues no solo hermano
Se vive…de pan.
Que Dios mande un regalo
Para todos los abuelos
Y que al unísono tengan
Una gran erección,
Que las viejas tiemblen
Al ver a estas bestias,
Babeando de ganas
Y mostrando…el cañón.
***
“ACARICIANDO RECUERDOS”
Entre las mil cosas
Que nos da la vida.
Las hay muy variadas
Y de todo color,
Las malas y buenas
No se discriminan,
Hoy risas y alegrías
Y mañana…dolor.
Soy y siempre he sido
A pesar del tiempo
Un tierno a ultranza
No lo puedo evitar,
Si elegir debiera
Lo que más aprecio,
Un par de recuerdos
Que me hacen…palpitar
Mi memoria guarda
Como algo sagrado,
Cosas que he grabado
En el corazón,
La calle de tierra
Del barrio perdido.
Y un patio con glicinas
Que las cuidaba…Dios.
Era un cuadro hermoso
Pintado quien sabe,
Por las manos mágicas
De un sensible pintor,
El mate entre amigos
Y un chico corriendo,
Tras una mariposa
De un lindo…color.
Doy gracias sinceras
Por guardar intactos,
Los bellos recuerdos
Del lejano ayer,
Tiempo de inocencia
Y altivos principios,
Yo soy ese pibe
El que quise…ser.
Que lindo sería
Que el día señalado,
Para mi partida
Me pudiese llegar,
Hasta la calle soñada
Recostarme en mi barrio,
Y con olor a glicinas
Al cielo…volar.
***
SENTIDO Y VÁLIDO HOMENAJE A UN
VETERANO DE GUERRA
Todos los países democráticos del mundo que se precian de tal, tienen destinados un día específico del año para recordar a aquellos que ofrendaron todo, hasta su vida por una causa por demás sagrada.
Y cada uno a su manera y a su buen sentir prepara su recordatorio, acordes a los usos y costumbres del lugar.
Hasta aquí estoy completamente de acuerdo en tenerlos presentes y también apoyo los justos homenajes que les ofrecen, en mi vida he conocido varios de esos valientes que en el fragor de la batalla murieron gritando viva la patria.
Esto es altruismo puro, digno de imitar por nuestros jóvenes, que con sus vidas disipadas, lo último que harían seguramente es jugarse enteros por algo tan puro, les interesa tres pitos su nacionalidad.
Sin desmerecer en absoluto la valentía, el coraje y la abnegación de estos mártires, hay que reconocer que la mayoría de ellos han sido partícipes de una sola guerra y nunca que yo sepa nadie se acordó, ni siquiera con unas líneas en algún diario de los que pasaron su existencia en miles de batallas, sin dejar a su paso lágrimas ni dolor.
Y no solamente batallas donde las dos partes salían victoriosas, a veces eran verdaderas guerras en pos de penetrar por algún flanco al adversario.
No seamos egoístas ni mezquinos a la hora de recordar, con cuanto amor y dedicación
estos soldados olvidados por la historia nos dieron todo sin pedir nunca nada, al contrario, siempre buscaban alguna otra batalla para estar en forma., eso habla de su idoneidad.
Por eso yo, desde el humilde lugar que me toca bajo el sol, propongo una masiva marcha hacia el congreso para exigir que de una vez por todas, los diputados salgan de la inercia en que se encuentran y voten ya, una ley que revindique por fin a estos veteranos de “GUERRS MEMORABLES”
Para comenzar esta campaña de recordación, he colocado sobre una tarima en la puerta de mi habitación, dos fotos grandes de mi querido combatiente…UNA DE FRENTE Y OTRA DE PERFIL.
¡QUE ASÍ SEA!
Mi intención con esta líneas, es que no se aPENE nadie con ellas.
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TEORÍA Y PRÁCTICA DE LA MARIPOSA
Aleteando a contraluz es oscura,
en plenitud de sol es naranja
junto al verde que la sustenta.
Si se posa en un tallo, gozo
el manso lienzo de sus colores.
Cuando parte hacia la sombra de un árbol
sé que no la volveré a ver
la mariposa es un instante.
Mariano Shifman
(Del libro “Material de interiores”, Proa Ediciones, Buenos Aires, año 2010).
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TEXTO ESCRITO
Por Susana Falcón
Se dice que la Fe mueve montañas, la Fe es ciega, la Fe lo puede todo…
La pregunta es: en todas las circunstancias de la vida?
Crecemos amparados por esa lógica de la Fe, que nos ayuda a transitar los momentos constantes del vivir.
Mientras recorremos ese camino, vamos adquiriendo experiencia y abrumadores choques existenciales, cuando contabilizamos años, alegrías, sinsabores y dolores profundos, tu universo cambia, se transforma, y vos con él…
Y te das cuenta entonces que eso que llaman Fe…SOS VOS MISMO… solo vos.
Convertido en el artífice de mover montañas, de ser ciego ante cualquier elección personal, o creer que lo puedes todo… o no…
Cuando aparecen las preguntas sobre la muerte, descubrís que se nutre de tus pensamientos… trascender?, ir hacia otro plano?, el temor ante ese evento?, la negación a la ausencia definitiva tuya o de tus afectos?
Cuando sucede…desapareces… eso es todo… ni el libro, ni la calle con tu nombre, ni la sangre generacional…simplemente desapareces… No generalizo, expongo hechos solamente. Es mi pensamiento…
Mi padre decía una frase que para mí lo resume todo, “Pobres lo que se van, porque los que quedan, entre lágrimas y sonrisas…”
Y es así, se sigue con la vida…
El recuerdo pasa a ser efímero en su accionar…
Cuando la muerte te arrebata un ser, es definida, cuando la vida te despoja de un amor que se va, es también una manera de muerte definitiva, cuando la muerte llega sesgando una joven vida, es más definitiva aún…
Es en esas circunstancias es donde para uno, o para mí, no existe la Fe, no existe Dios, no existe el consuelo…menos las palabras… necesitas solo el silencio…
Ese dolor negro que casi no te permite respirar, te sumerge en una gran nada…cuando esa negrura se apiada de vos y te regala un resquicio de luz para ascender… o no…, entonces nuevamente al aferrarte a la existencia, sos nuevamente tu propia Fe… VOS… Y de nuevo el mundo gira…
Evolucionamos, y en el camino vamos desarmando el andamiaje que estructuró nuestra mente con diferentes slogans que nos inculcaron desde nuestra niñez y adolescencia: BUENO-MALO, CIELO-INFIERNO, VIRTUD-PECADO, DESCREER-FE.
Comienzas a diferenciar y a sostener tus propias reglas y en lo cotidiano integras lo bueno y lo malo como un todo, modelàs tu propio cielo y lo adornas con lo que tienes ganas, con un Ser supremo… o lo dejas desierto y es simplemente tu cielo vasto…
Y parís tu propio infierno con esa fibra tortuosa que tenemos todos, pero es tu infierno sin fuego, no quema, te regenera en su caos…al pecado lo transformas de una palabra nefasta, en goce, sexo, felicidad, amor, sensualidad, sentimientos plenos…
Ahí tenès tu virtud-pecado enaltecido por vos…
(Yo amo la palabra pecado, me hace sentir INTENSA…)
Regresamos al significado de la Fe, creo o no, la tengo o la repudio…
Al reflejarte en tu yo más profundo, al ser tu lucha constante con él porque eso es la vida, ahí habita la Fe, o como quieras llamarla, resurgiendo siempre…Vos le das existencia…
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POEMA DE ROLANDO REVAGLIATTI
Tonadas
El dinero, cuando no alcanza, tiene una tonada
Cuando alcanza con lo justo, tiene otra
Cuando alcanzando te deja unas monedas o unos
/pesitos
es otra la tonada que tiene
Como es otra cuando te sobra mucho y empezás a
/ahorrar
o a invertir o a viajar por el mundo
Pero cuando lo que te sobra es muchísimo
no hay tonada en tu montaña de dinero
tu dinero es áfono, infecta
nos infecta
y enmudece.
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En el mes de mi cumpleaños, tributo a mi Madre.
Febrero azul y verde,
piernas abiertas y el grito redondo;
fuerza en las costillas de la tarde.
Zulema,
quizás Magdalena o María,
quién sabe,
nadie anotó por ella
la cascada de sangre amarillenta y dura,
las aguas de su cuenco en mi garganta,
los dientes apretados
y la sonrisa escondida.
El parto
de las voces
bajo el sol,
adentro mío;
yo en su adentro.
El parto de la carne tibia
en el ardor desigual,
impertinente.
Nadie la vio retorcerse y esperarme;
secaron la piel lisa, acalorada,
sola.
Yo en los lagos de su verano.
Zulema,
quizás Magdalena o María,
ahora más madre
pariendo a quien seré desde sus ojos
en el otro febrero de mi olvido.
Ángeles.
Copyright Teresa Palazzo Conti
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POEMA
Por Libia Beatriz Carciofetti
*SOY LA VOZ*
Soy la voz de los que tienen
por sufrir…
la garganta enronquecida.
Sufren hambre, frío
están sin techo
y en el alma
tatuadas las heridas.
Les robaron sueños, esperanzas
y ya no saben
lo que es esbozar una sonrisa.
Son esos “jóvenes viejos”
que deambulan por las calles
sin premisa.
No tiene apuro por llegar
porque no los espera una familia.
Son los surcos sin arar
porque nadie a plantado una semilla.
Crecen al completo desamparo
en una sociedad materialista.
Sin fuentes de trabajo ni esperanzas
que los incentive
en el duro trajinar de esta vida.
Hoy me hago eco ya que al verlos
entrar sin pudor a una comisaría
desafiando a las autoridades competentes,
me pregunto: ¿Qué pasó con nuestros niños?
y con tanta inocencia perdida.
Si no tomamos carta en este asunto
el mundo se convertirá en una isla.
La PAZ se convertirá en utopía
y el AMOR dejará de ser
PALABRA DIVINA.
Libia Beatriz Carciofetti // Argentina
Derechos reservados N° 452298
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32º NÚMERO DE LA REVISTA LITERARIA.pdf
32º NÚMERO DE LA REVISTA LITERARIA
DIGITAL MENSUAL
NEVANDO EN LA GUINEA
NºLXXVI desde inicios/02-02-2013
EDITORIAL LXXVI
Tombuctú
La guerra de Mali a lo largo de 2012 y en este primer mes de 2013 nos llena de horror. La barbarie, el fanatismo, los intereses mercantilistas de las grandes potencias ansiosas por llevarse los bienes de otros pueblos, todo ello desemboca en un magma cuyas principales víctimas son los seres humanos, personas con nombres, con vidas, con deseos y ambiciones, ya sea en Mali o en cualquier otro lugar del planeta, llámese Irak o Afganistán, en ese primer decenio del siglo XXI, llámese con otros muchos otros nombres a lo largo de la historia.
Pero hay otra víctima, sin duda importante, y que afecta también de un modo intenso, esencial, a la vida humana: la cultura. Porque consideramos que la vida humana no es sólo un corazón que late y unas constantes vitales, es el pensamiento, la búsqueda de la belleza, la palabra, la música, los objetos, los ornamentos, la poesía, el relato, la pintura, el debate. Y ningún lugar como Tombuctú, una ciudad con historia, un centro cultural importante –la Universidad de Sankore o la Mezquita de Sankore, financiada por una mujer tuareg-, un nombre evocador, un punto de encuentro entre el mundo árabe y tuareg, por un lado, y el mundo negro por el otro, para simbolizar ahora mismo todo el horror.
Mali no es un lugar perdido de África, se trata de un país con una historia intensa y con una cultura inigualable. Los amantes de la música lo saben y les sonará nombres como el de Salif Keita, Toumani Diabaté, Rokia Traoré, Bubacar Traoré o Ali Farqua Touré, entre tantos otros. Los griots o Jeli mantienen viva la llama de una literatura que ha rebasado la oralidad y que entra con pleno derecho en la literatura mundial, combinando las letras y la música, y un instrumento de una sonoridad encandiladora, la Kora. Esta es la Mali que queremos recordar y mantener viva hoy y siempre, no el país que conoce, hoy, la barbarie de la guerra.
Pero Mali representa hoy, además, otros escenarios, a otros pueblos, a otros seres humanos que murieron por intereses indecentes y asesinos, pero también representa otras culturas que se vieron menguadas y perseguidas hasta verse afectadas en ocasiones de un modo irreparable, como aquellos monumentos budistas perdidos para siempre en Afganistán, y no sólo en escenarios lejanos a los centros imperiales, no en vano la historia europea no es ajena tampoco al horror, como bien saben ciudades como Praga o Varsovia, culturas como la gitana o la judía, países como España o Alemania. Cualquier cultura, incluso la más apartada del planeta, supone una riqueza inmensa para toda la humanidad.
Rechazar hoy la guerra no es sólo luchar por la vida, supone un compromiso con la cultura de todos los países y todos los pueblos. Y Tombuctú es para nosotros el sonoro nombre con que evocamos la libertad.
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LA VERDADERA HISTORIA DEL NO
Por Cecilio Olivero Muñoz
CUANDO ME DICES TE QUIERO
¿Por qué cuando me dices te quiero
lo dices como si nada?
Como el que se sacude con esmero
bacteria que se contagia,
¿por qué me dices tú te quiero
como quien quita aquello que daba?
¿Por qué me dices te quiero
como el que pide y luego lo paga?
¿Por qué me suena a embustero
ese sentimiento en dos palabras?
Mejor di, yo me arrepiento
de comer tu bocado sin ganas,
mejor di, sin hacer aspaviento
que tú por mí no sientes nada,
tú dices te quiero con el portento
y la valentía que da el cubata,
tú dices yo a ti te quiero pero
suena a zarandaja, es mera migaja,
como quien regala unos restos
de usada piñata y mera patraña,
tú dices te quiero sin esfuerzo
y se nota anzuelo y artimaña,
das te quieros como dando dinero,
das amor hoy para ofrecerlo mañana,
regalas cariño dejándome sin resuello,
nada son las sobras que te faltaban
y tu te quiero es como tirar caramelos
a los chiquillos de clase muy baja,
a tropel todos y por los pelos,
ciegos y repletos de maldita ansia,
lo haces con señuelo y camelo,
es como subir por una cucaña
con esperanza de rozar un cielo,
esperanza que da a parar a un subsuelo
donde espera ancha la sucia cloaca.
Sucia cloaca de ratas y vil trapicheo.
***
LA MUCHACHA DE LA SONRISA
La muchacha de la sonrisa eterna
me dice que salga por ahí de farra,
si no tengo por qué ni cómo,
si no tengo ni fe ni ganas,
si no tengo para bailar yo combo,
si cuando llega dizque se achanta,
si no conozco el pétreo colmo
del caracol que me adelanta.
La muchacha de la sonrisa eterna
me dice que la vida es grata,
que quien aspira al hambre merma
su pan migado pateando lata,
la muchacha de sonrisa eterna
me dice que la vida escapa,
me dice que la vida sempiterna
a los atontados del culo atrapa,
me dice que no le dé yo tregua
al trampantojo y a la trampa,
dizque en la calle se ve a leguas
la inmunda piel que destapa
sueños en flor y madres de tierra,
en sueños de séptima etapa,
mañanas felices que han de brotar
como brotan al sol las legañas,
mañanas absurdas por concretar,
mañanas por ser por ser mañanas,
mañanas no sé, no sé, si la verdad,
mañanas en esa enfriada jaula
pía de lisa y ciega contrariedad,
que quiere y no puede ser,
por que no se conforma con ser el mundo
naturalidad de salvaje mar,
mañanas todas ebrias de soledad,
mundo en mañanas contra la pared,
sí, pared, pared contra pared,
mañanas para dejarme ser
y no poder serlo ni esta ni ninguna vez,
serlo, serlo, por ti yo sí lo sería,
ser por ser y no poderlo ser,
mañana que yo tanto quería
y ahora la quiero todavía también.
La muchacha de la sonrisa eterna
no sabe de mi ligera y sola pared,
y si sabe en ella no tropezaría
su vida en un triste traspié,
por que ella y su sonrisa eterna
son mañana que ni suponía
la noche en que yo madrugué.
Mañanas en las que algo yo abriría
y al no poderlo yo hacer,
mañanas de esta maldita manía mía
y no serlo para ella también.
Y no serlo y no porque no lo quería,
querer, querer, y no poderlo yo ser.
Antojo profundo de esta noche tan mía,
antojo, ilusión y un no rotundo
que desembocan en la locura fría
de este mal del día a día sin quién.
Ni para mal ni para tampoco bien.
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¿Has oído a Charlie Parker alguna vez?
−¿Has oído a Charlie Parker alguna vez?
Miré a Ernesto irritado de nuevo por ese repentino cambio de tema que solía dar a las conversaciones cuando las cosas parecían ir en su contra o contradecir sus argumentos tan ilusionados e ilusionantes. Y en su contra estaba esta vez ese optimismo, yo diría que casi infantil, que le llevaba a afirmar, y tal vez a creérselo, que Europa iba a hacer alguna cosa por España.
−Han pasado tres años desde que acabara la guerra –le acababa de recordar yo-, diez desde el final de la nuestra.
−Para ser vasco careces de tozudez.
−Por tozudo no me gana nadie, pero con eso no voy a derribar al gallego.
Llegamos al final del Boulevard Sebastopol y torcimos a la izquierda, por el Quai de Gesvres. París estaba espléndida esa mañana de sábado. El otoño aún no había iniciado ese lento devenir hacia el invierno, tan frío siempre, y vivíamos una dilación del verano, de tan suavizado y agradable.
Sin embargo, las bondades del tiempo no acompañaban a mi estado de ánimo. Me había despertado pesimista, fatalista incluso, consciente de que en los últimos trece años casi no había vivido un día de sosiego y ahora necesitaba ver un poco de luz a un exilio que desde luego nada tenía de dorado.
Si miraba hacia atrás, no podía menos que dividir los últimos trece años por bloques: Revolución, Mayo del treinta y siete, clandestinidad en la República, derrota de la Guerra, campos de refugiado -¿por qué no llamarlos ya claramente de concentración?-, ocupación alemana, resistencia, fin de la guerra y vuelta a esperar a que el mundo hiciera algo, algo de verdad aparte gestos simbólicos. Lo que para mí como individuo significa: militancia en el POUM y compromiso firme con la Revolución, participación en Barcelona del caos absoluto, derrota de la revolución, persecución y muerte de amigos y conocidos, ver a los fascistas triunfantes, escapar a Francia para salvar el pellejo y ser tratado como un apestado, por los demócratas y por los estalinistas, de nuevo la guerra y vivir al día, sin saber si habría un mañana.
Desde luego, no quería ponerme dramático, pero no era para menos, y no tenía nada que ver con el tremendismo vascongado que Ernesto, tan mediterráneo él, me achacaba con harta frecuencia. Pero nada más justo que esperar a que ahora cambiaran las tornas y ver que las cosas mejoraban. No me ponía radical ni intransigente, me bastaba y me sobraba con que Europa y el mundo consiguieran que el General depusiera su pomposa jefatura del Estado y volviera un ápice de democracia en España, no me importaba que fuese de nuevo una democracia burguesa, valía cualquier cosa que nos permitiera regresar, ya veríamos luego si cabía un espacio para volver a nuestra revolución pendiente.
Habíamos recompuesto la organización del POUM. Solano, Rovira, Molins, Masó, quien ya hablaba de irse a Venezuela como Fernández a Chile, entre otros, comenzaron a reagrupar a los militantes que estábamos en Francia. Entre ellos Ernesto y a mí. A decir verdad, era Ernesto quien había comenzado a frecuentar a los compañeros y quien me llevaba para ver si yo salía, y se lo debo de agradecer, no digo que no, de mi fatalismo que rayaba la desesperación, por no decir la depresión. Sí, habíamos vivido la historia con intensidad, cierto que habíamos asistido a una derrota aplastante, cierto que habíamos visto lo peor del ser humano, pero habíamos ganado. Al menos en parte, no la guerra, pero una batalla, lo que no era poca cosa. Es lo que me repetía Ernesto una y otra vez, sin que yo se lo negara, no, sin embargo había dejado, por decirlo de un modo tremebundo, parte de mí en el camino.
Llegamos al edificio del Ayuntamiento mientras Ernesto no paraba de hablarme de los planes del Partido para reorganizarse y participar en la lucha. Yo le escuchaba, al fin y al cabo no me cabía más opción, no se trataba sólo de derribar el fascismo, me decía, hablaba de lo que a todas luces era obvio para él y también para mí, no digo que no, teníamos que decir bien claro que España seguía bajo un gobierno criminal, afirmaba rotundo, aunque tampoco podía dejar de sentir cierta distancia por mí parte, había además que contribuir a la revolución, reiteraba él, por mucho que tuviera yo simpatía por la causa, nadie podía negármelo, volveríamos a levantar a los trabajadores del mundo, declamaba, porque en el fondo creía o intentaba también yo creer en un futuro mejor, los pueblos de todos los países lucharían de verdad por un mundo diferente, aseguraba, yo sabía que debía salir de mi pequeño pozo de angustia y desasosiego, y construir así una sociedad mejor, pero mi esfuerzo no siempre tenía resultados, porque teníamos que levantar un mundo mejor, concluía, no dejaba de ver el lado siniestro que mi experiencia me mostraba y que me hundía en aquella zozobra convertida en habitual.
−He quedado aquí con Claire –me dijo de pronto, deteniendo así su intensa perorata política.
Entre tanto caos y proyectos y batallas y reuniones y planes, había hueco para el amor. El revolucionario tiene corazón, pensé no sin ironía y de inmediato me sentí culpable por burlarme, aunque fuese de pensamiento, de Ernesto. Yo era el que estaba más solo que la una, sin amor, sin creencias ni objetivos, sin alegría ni esperanza. En ese instante supe que Ernesto tenía razón, toda la razón y era yo quien sucumbía al derrotismo más absoluto.
Pero, ¿qué hacer cuando te vence el fatalismo? La amargura se había impuesto en mi vida y allí es donde se daba mi batalla personal e intransferible. Lo de España no va a cambiar, le dije de pronto, lanzando contra él toda mi desesperación y mi desánimo profundo, quieras o no asistimos a una política de gestos sin trasfondo y hasta los estalinistas están desmontando su maquis y han aceptado la política de hechos consumados, dicen que a la espera de tiempos mejores o cuando le convenga a su egocéntrico Zar.
−¿Has oído a Charlie Parker alguna vez?
En ese momento llegó Claire. Le besó, me saludó con su más bella sonrisa y de nuevo tuve que aceptar que el problema estaba en mí. La vida seguía pese a todo y a todas luces era mejor la esperanzadora actitud de Ernesto, aunque fuese de cabeza a la derrota más absoluta.
−Toca esta noche en París. Vamos a ir. Los tres.
No, nunca había escuchado a ese tal Charlie Parker, le dije y era cierto, no sabía nada de él. Sonrió irónico.
−Siempre hay una primera vez.
Juan A. Herrero Díez
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SELECCIÓN DE POEMAS
Por Gonzalo Salesky
DEJAR DE VER LA LUNA
Sé que en cada paso,
vos me darás la espalda
y el corazón no escuchará lo que vivimos.
La sombra del tiempo me descubre
tímidamente, tal vez sin la coraza.
No creas que es fácil
dejar de ver la luna.
¿No te das cuenta
que muero en cada espejo?
ESPACIOS VACÍOS
Nunca me llevé bien con el tiempo,
a veces lleno los espacios vacíos
con sangre. A veces los esquivo
callando como un tonto, sufriéndolos.
Nunca pude competir con esa angustia
porque jamás no existe,
porque el hoy se va cada mañana…
Porque mi ayer, sin Dios, no da consuelo.
DAGAS EN SILENCIO
Me siento bien sin entender al mundo,
a esa utopía vacía de sentido.
¿Por qué tanto desvelo en simular?
¿En negar todo?
No creo que el dolor siga acechando;
lo evito a toda costa, aunque no sangre.
Serán mi patria las dagas en silencio,
tu cómplice cansancio, la poesía
y la seguridad de amar mis días
haga lo que haga, aunque no sangre.
Jaurías hambrientas me cierran el paso,
me acosan y buscan esa herida.
La mano descalza del pasado
intenta arrebatarme todo lo que no fui.
¿Habrá un camino eterno? ¿Abrirás
tu corazón después de cada duda?
No sé dónde va mi alma y es inútil
peregrinar detrás de las promesas.
TUMBAS SIN NOMBRE
Abrazo las flores de tumbas sin nombre
y en la pesada nostalgia, en cada lágrima,
buscaré tu foto, gastaré tu aliento,
sin tener la prisa que otros esperan
de mí. Tu voz se va, lejana,
y no estará oculta en mi pasado.
¿La libertad será algo más? En tu agonía
verás al viento, soplando en cada página.
DE REOJO
No me digas nada, no es verdad
que sólo somos cristales en el viento.
La edad oscurece a quien no llega
a contemplar, en silencio, su vida.
No hables ahora,
mejor seguir callando,
mejor seguir mirando de reojo
a todo los que van, sin sus raíces,
muriendo en cada verso,
callando sus heridas.
POR TU SOMBRA
A pesar de las caídas, la lanza en el costado,
la cruz en mis espejos.
La corona de espinas, la fe y el sacrificio,
la subida al calvario.
Del látigo y el manto que cubrirán mi vida
aún sigo, por tu sombra, caminando.
Desafiaré los vientos, la marea.
Tu barca y la tormenta,
mi espíritu y su voz en el desierto.
No soñaré tu aliento
y el dolor… nuestro dolor
se irá muy lejos, después del tercer día.
ESCRIBIR FINALES
Las cartas de marfil ya no son mías.
No creo en la mentira y mi horizonte
se pierde, se oculta, sin tus ojos.
No cambiará más nada en el camino.
Sé que es muy pronto para escribir finales,
en nuestra voz se irá la piel y su reflejo.
AMNESIA
Un poco más de viento,
una canción y un lúgubre pasillo
impiden que abra tu ventana.
Cerró la oscuridad y ahora eres otra.
La amnesia nos persigue y otra historia
ha dejado de crecer en cada herida.
Rasgando pedazos del infierno,
encontraré el camino y los atajos
para llegar, sediento, hasta tu alma.
¿Me dejarás dormir en pesadillas?
¿Me buscarás despierto en madrugada?
Me soñarás vacío por las noches,
tal vez la luna te enseñe la nostalgia
y poco a poco, nada me importará;
la vida es mucho menos que un delirio.
ESTRELLAS FUGACES
Besando tu silueta en la pared
me vuelvo loco, y sangro, y no te espero.
No pude darte más que pesadillas.
En las calles, hay tan poco silencio,
palabras repetidas sin sentido…
Me escapo, ya no sangro, no te espero.
Las lágrimas me cuentan de tu ausencia,
me alojarán por la noche cuando vuele
por mis venas, entre estrellas fugaces.
RÍO ABAJO
Palabras que no dicen lo mismo,
que encuentran un sentido y ven la muerte
de tantos enemigos sin batallas.
Del sueño fugaz de los gigantes,
de mí y de mi plegaria,
ausente de nostalgia.
La sangre sigue yendo río abajo
y así tu vida caerá, detrás de mí.
AQUELLA NOSTALGIA
Palabras nuevas, lenguajes descubiertos
nos unen y separan tantas veces…
El mundo te esclaviza, nada va a liberarte.
¿Cómo arrodillarme una vez más
si estamos cediendo desde siempre?
¿Cuánto tiempo negaré lo inevitable?
No deberías llevar tantas promesas
a flor de piel, hacia aquella nostalgia.
LUZ DE LÁGRIMAS
Encontraré tu cuerpo en la ventana,
en la corteza del mar que no se rompe.
Entenderé, al fin, que nada salva,
si estás dispuesta a condenarte,
a no vivir…
A perderte para siempre
en esta luz de lágrimas,
a preferir la huida a la batalla.
El tiempo no sirve para ocultarse
ni redimir. Al fin, nada nos salva.
OTRAS VIDAS FELICES
¿Por qué evitar el trueno que libera?
Imitaré otras vidas felices.
Tal vez mi estancia en el valle de lágrimas
se haga nostalgia en tu voz y en mi maleta.
El tiempo me descubre
detrás de aquella estampa.
Los sueños no se apagan de golpe.
Bifurcando para siempre el camino,
la penumbra asoma. ¿Es verdad
que nada nunca llega a su momento?
¿Qué todo cuesta cada día más?
Soy desagradecido igual que cada hijo,
renegando de lágrimas paternas.
Oír, soñar, reír, no es nada fácil;
no creo que el destino se descubra
en la primera noche. Y en mi alma,
habrá más de un motivo para amar.
ADÓNDE VAN LOS SUEÑOS
Borraré espacios sin letras, y silencios
escritos con el codo. La arboleda
me tapará la vista. ¿Y tu verdad?
¿Será un presagio, más allá de todo,
lo que me alcanza al volar? ¿Es el dolor
que reconozco mío a cada instante?
Creo que el viento elige los recuerdos
y el corazón sabrá, tarde o temprano,
adónde van los sueños cuando mueren.
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SELECCIÓN DE POEMAS
Por Rolando Revagliatti
“ED WOOD”
Descreemos que logren ustedes resistir
la estética hórrida, urticante, pingüe
que los incitaría a ulular, persignarse, contraer
en menos de lo que tardarían en aterrizar
nuestros ígneos platillos voladores
o en menos
de lo que cede al trueno el relámpago
Cualquiera de nuestras enrarecidas atmósferas
los liquidaría rara y atmosféricamente
cualquiera de nuestras polvorosas estampidas
los pulverizaría en sus butacas
Jalamos los hilos, cortamos:
¡ESTUVO PERFECTO! :
casamos en una alta iglesia cósmica
a la travesti Angora, fresca, repentista
con el cavernario Metadona, talentoso, ubicuo
(cualquiera de estas mancomuniones
inasumidamente
los conmovería)
El Emperador Galáctico oficiaba
con nuestros bautistas.
De “Tomavistas”
“L’ ete prochain”
No te amo
no se me esfuma la vida en este último abrazo
no temo no temeré
no mando
no caemos de una cama
no te recuerdo no disputo
no sondeo mi aburrimiento
no tengo frío
no temería no temí
no vacilás ante mis desaires ni ante mi influencia
no soy un canalla
ni un imbécil.
“L’ ete prochain” (“El próximo verano”), filme dirigido por Nadine Trintignant.
De “Picado contrapicado”
de mi mayor estigma
¿romántico permanezco (pertenezco)
o evitaré ser lo que me digo?
*De “De mi mayor estigma (si mal no me equivoco):
1
Ex Pablito afirma que los papás queman después de cenar
ex Norita no tiene dudas sobre que los papás queman cuando se van a ver a un enfermo
ex Germancito con rudeza increpa a todos los papás que queman
ex Clarita asevera que los papás queman poco antes del mediodía del domingo
ex Olafito, ex Beatricita y ex Cecilita con facies compungidas arguyen que los papás
[queman en almíbar
ex Virginita atesora la certidumbre de que los papás queman porque amanecen más temprano
y ex Rolandito declama que los papás queman de viaje o muertos, antes o después de haber nacido
2
A ex Isakito se le pliega el alma porque sus papás queman desde sus hermanos
ex Alicita no quiere creerle a sus pechos enardecidos cuando los mustios papás le queman
ex Hilarito
hila finito
que los papás queman cuando muelen a golpes
o se deshacen a cariñitos
ex Andreíta funeraria y ex Joselito se dan con sangre de horchata cuando los papás queman por contigüidad
y ex Gabrielita se aprieta las puntas de los dedos con la ventana a través de la cual los
[papás no cesan de quemar
3
Ex Palomita se arrellana en la contemplación de los papás que queman al horno
ex Miguelito, piromaníaco, aduce que queman y queman los papás que queman los papás
ex Silvita añade que los papás queman con mesura, con concupiscencia, con delicadeza, con suspenso, con salvajismo
mientras ex Leopoldito recalca, sobreimprimiéndose, que los papás queman abnegados,
[grandilocuentes, ahítos, formales, posesos, desmadrados, despadrados, cachonderos,
[lóbregos
ex Estelita sufre porque los papás queman en prosa o con ademanes, descalzos y aun en
[chinelas
ex Rodolfito sonríe con afectación porque los papás queman con tan extremada independencia de la temperatura
así siguiendo, ex Lilianita y ex Danielito no accionan con prontitud en pos de salvar el honor de los papás que queman cuando maman o papan
y ex Mirtita…: sólo ella se petrifica admitiendo el pudibundoso grado de inflamabilidad
[hijística.
*De “Obras completas en verso hasta acá”
Amadeo Modigliani
Madame Pompadour y su puntualidad a la hora de la ironía
vino áspero en el vaso del compañero
amigas atravesándote con sus enyesados fuegos recónditos
amigos en los trazos de ternuras y vigores
Y tu Juana Hébuterne también ella gestando.
*De “Pictórica”
Me apego sonoramente
a tus fantasmas
Un buen tiempo
los interpreto
Pero después
no sueno.
*De “Propaga”
Se infiltran
Se infiltran en las pesadillas de tus personajes
unos que embadurnan con plumas fascistas del Ku-Klux-Klan
y sellan con sus orgías crucificantes
el colapso
Así como antes esos personajes
se infiltraron
en tus pesadillas.
*De “Ripio”
te decepciono
Deberé trasuntar que no sé
lo que aprendí
lo que siempre intuí
y luego confirmé
Seré dichosa si no
te decepciono.
*De “Ardua”
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TEXTOS DEL GRAN BORIS GOLD
“ESTOY ESPERANDO
EN LA ESQUINA,
AL PIBE QUE…
UN VEZ FUI”
Voy recorriendo lugares
que alguna vez fueron míos
los busco en el tiempo ido
con cosas que compartí,
mi inocencia ya perdida
y un duende de compañero,
estoy esperando en la esquina
AL PIBE…QUE UNA VEZ FUI.
Casi llego con mis ganas
hasta ese mundo lindo
con un rey de larga barba
y arrodillado le pedí,
buen señor haz que se cumpla
lo que con ansias deseo
espero en esta esquina
AL PIBE…QUE UNA VEZ FUI.
Se que vos vas a cumplir
mi pedido tan sincero,
te agradezco de ante mano
hazlo tan solo por mi,
esto es algo que me urge
compréndeme te lo ruego
espero en esta esquina
AL PIBE…QUE UNA VEZ FUI.
Hoy camino el pasado
insertado en el presente,
con un ojo en lo que veo
y con otro en lo que vi,
amalgama de recuerdos
peloteando en la canchita,
espero firme en la esquina
AL PIBE…QUE UNA VEZ FUI..
Llegará y caminaremos
los dos juntos de las manos,
recorriendo aquellos años
que a su lado compartí,
nos daremos unas vueltas
en la vieja calesita,
lo espero, ojalá venga
AL PIBE…QUE UNA VEZ FUI.
Boris Gold
Y FUE UNA NOCHE
La tarde somnolienta y cansada de una jornada agitada está lista para irse, prepara el recambio de todos los días y le da el mando a su amiga…LA NOCHE.
Y yo, cual ceremonia sagrada, salgo de mi guarida de hombre solo para penetrar ese manto mágico y disfrutarla con tantas cosas que salen al paso de mi recorrido.
En mi deambular voy buscando el centro de la ciudad para meterme de lleno en esa vorágine de gente, donde paso de ser un solitario a ser uno más de la jauría.
Pero lo bueno de todo esto, son los personajes con los cuales me choco en el camino, al primero que diviso es a Pancho, el viejo linyera que bajo el toldo de un local abandonado hizo su mundo.
Me paro como siempre a intercambiar unas palabras con este filósofo de la vida, donde en cada plática con el susodicho, salgo a punto para preparar una tesis doctoral.
Lo saludo amablemente y continúo mi periplo, ya más predispuesto a lo que pueda encontrar, doblo en la esquina y en la vidriera de ese bar veo una cara conocida, don Esteban, me hace señas para que entre, me invita a su mesa donde de destaca como un ícono el infaltable vaso de ginebra, él dice que es por prescripción médica.
Este personaje es un viejo poeta que en sus sueños de versos y alcohol, hace los viajes más fabulosos a bordo de su imaginación, para contarles después a quién quiera escucharlo, como por ejemplo a mí, que ayer tuvo un encuentro con Rubén Darío, al que le leyó uno de sus poemas ( siempre dije que gente como don Esteban, eran patrimonio exclusivo de BUENOS AIRES.
Mientras me desplazo de un lado a otro, la noche amiga me va introduciendo en historias de vida dignas de contar, en la cual muchas veces paso a ser intérprete de algunas de sus obras.
Para muchos la noche tiene mala fama y que todo lo malo sucede cuando cae el sol, para mi son patrañas de quienes no la han transitado.
Bajo un cielo salpicado de estrellas y con una luna cómplice conocí a Jana, la inolvidable Israelí, la que me hizo sentir el verdadero milagro de amar, tan solo recordarla y siento como un soplo de juventud que llega de ese hermoso recuerdo, nuestro encuentro fue algo gracioso.
Al acercarse donde yo estaba, noté que llevaba entre las manos lo que supuse era un catálogo de la ciudad y andaba buscando un lugar determinado, eso imaginé y no me equivoqué, pues en un mal castellano me preguntó por un restaurante que le habían recomendado.
Era tan bella, irradiaba tanta simpatía y esa jeringonza de castellano que balbuceaba, hicieron que me quedara prendado de ella, metí la mano en el bolsillo y noté que solamente tenía unos mísero pesos, que podrían hacer la vergüenza o la alegría por lo que se me acababa de ocurrir.
Después de agotar todas mis artimañas de seductor logré convencerla de acompañarla a “ESE RESTAURANTE” que por supuesto era carísimo y me dirigí sin pensarlo a otro acorde con mi economía.
Apenas llegamos a la entrada y la Israelí me miró como con signo de interrogación, mientras leía el nombre del lugar, noté que de sus labios brotaba una sonrisa que quería decir muchas cosas y a continuación me preguntó con inocencia…¿Qué QUIERE DECIR PIPO?.
Pero la sorpresa mayor, fue cuando el mozo puso como mantel dos papeles blancos comunes, creí que con razón me iba a mandar al carajo…y para colmo en hebreo.
Acto seguido me dijo las palabras más esclarecedoras, que me indicaron que yo también le gustaba…NO QUIERO QUE ME MIENTAS NUNCA.
Yo creía que de amor sabía mucho, me di cuenta que no sabía nada, al lado de ella aprendí en todo su esplendor “ lo que es querer y ser querido”.
Después el tiempo, disolvente artero que todo lo destruye logró su cometido, fue el día que mi amor me dijo: me estoy enamorando profundamente de ti…ES HORA DE PARTIR, mi libertad está por sobre todas las cosas.
Y a pesar que mucho no entendí ese planteo, tuve que aceptar que mi vida tomaba otro rumbo y mi dulce Jana, la inolvidable Israelí…pasó a ser un lindo recuerdo.
Más el mundo siguió girando cual ruleta eterna y la misma ciudad que me dejó huérfano de ese intenso amor, me trajo otros amores, distintos, pero muy apreciados.
A lo largo de mi trajinar fui cosechando amigos, que en mayor o menor grado fueron dejando en mi grandes enseñanzas, pero lo que más le debo a mi Buenos Aires, es que a su amparo conocí a gente entrañable que llenaron mi vida de alegrías, fueron mis pares…LOS POETAS, que llenaron mi alma con esa luz que acababa de perder.
Entre ellos quiero rescatar algunos de los nombres que tengo grabados entre muchos más …”la” Bermudez, “la”Delfini “la” Siguelbaum “la” Cortéz “la” León, Badaracco, Leiro, San Román, Santos,
Pássaro, Muñoz…y la lista sería interminable.
Así es la noche de mi Buenos Aires, te da y te quita por igual, pero en definitiva…EL SALDO ES POSITIVO.
Buenos Aires fiel amiga
Sos la amante más deseada,
La que encandila mi alma
Al contemplar tu esplendor,
Vas sembrando con tu magia
La amistad y la bohemia,
Sos la musa inspiradora
De este poeta…soñador.
Boris Gold
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SELECCIÓN DE POEMAS
Por Leonardo Morgan
PAISAJE ADENTRO.
Mi barca “Helena” se mece
en las tranquilas aguas del Peloponeso
por primera vez he salido
a pescar con mi nieto
todo se ha vuelto novedoso
mi corazón es una isla feliz
en los océanos del Paraíso
La pesca ha sido buena
nos hemos divertido
atrapando a los escurridizos peces
freímos un pulpo
en la pequeña cazuela
verdes burbujas de aceite de oliva
revientan perfumando el aire marino,
tenemos pan y también
aceitunas de colores y queso
un vaso de retsina para él
y otros para mí,
de mis infinitos bolsillos de abuelo
brotan unos higos secos
enciendo mi pipa
historias de navegantes
divagan por el humo blanco
es la hora del ocaso
todos son colores amarillos
dorados y ámbar
no contemplo el paisaje
formo parte de él.
LA LLUVIA SUSPENDE TODO.
El ogro vigilante
arroja un despertador
contra los cristales del sueño,
la cama es una tostada caliente
y yo soy la manteca
que se derrite
y la mermelada de damascos;
abandonarla será
ser expulsado del paraíso
al infierno frío y feo
de la escuela…
Llega mamá en una nube y dice:
está lloviendo mucho
mejor quedate acá…
es viernes y el lunes feriado
cómo no voy a amar a
la lluvia y de paso
a mi mamá?
VOLVER Y GRACIAS.
Lo que me ocupa es llegar
volver, siempre vuelvo
de una u otra manera,
Vuelvo
pero ya llevo tiempo en Manaus
y el dinero
apenas si llegaría hasta la mitad
de un largo camino:
puedo bajar hasta Porto Velho en barco
hacerme un taparrabos
con una hoja de parra
y auto stop durante semanas
hasta Foz, la frontera
para seguir haciendo auto stop
durante días.
Y no aparece
como un programa tentador.
En la cubierta del barco
se me caen unas lágrimas
monedas fugitivas
de los bolsillos del alma.
No me entiendo:
he cruzado El Amazonas en barco
he cumplido otro sueño de mi vida
pero siempre fui fiel a mis sueños
y los años no me han vuelto
un cocodrilo llorón
que se embelesa en sus reflejos.
No sé qué es
hay gente que cuando les pregunto
por tal o cual ciudad
creen decírmelo todo con
“es muy limpia”
a esos les diría
nunca vayas a Manaus
“es muy sucia”
hay ratas que parecen gatos
y gatos que parecen hombres.
Si fuéramos a comer
pescado frito en el mercado
y tuviera la precaución de hacerte entrar
por un costado que yo me sé
los anfibios hedores
peleando su supremacía
te darían tal coletazo en la nariz
que tendría que acabarme
tu plato casi intacto.
No sé qué es
será que los nativos
me cubrieron
de maldiciones inversas
“ tú nunca te irás de aquí”
“te harás rico aquí
te casarás y serás feliz, aquí
nunca podrás irte de aquí”
o quizás que Manaus
parece decirte
yo soy el centro y de mí todo se aleja
mis visitantes son pocos
por eso ahora
yo seré tu Diosa Madre
y tú, mi mascota querida
estás protegido
ya nunca te faltarán
amor, abrigo y alimento.
Y sin embargo me voy
y estoy llorando en la cubierta del barco
debo ir al sur y por eso
tengo un pasaje hacia el norte
a Belén de Pará
he hecho bien
encuentro una de las ciudades
más bonitas de la tierra
arquitectura colonial portuguesa
y vegetación selvática
de reojo la miro
mientras despliego mi mapa
estudio mis próximos destinos
Fortaleza, Natal , Recife.
cada uno de estos nombres
es un gonggggggggggg
en mi caja de resonancia emocional.
cual si fuera un mantram
repito escuchando mi voz
Fortaleza, Natal, Recife….
Fortaleza , Natal, Recife….
Fortaleza, Natal, Recife….
y hacia los dos costados
se corre la cortina de la precariedad
huyen los gemelos del hambre y del frío
y entra una luz de mujeres-centauro
una espuma sirenas negras
y de calles
y callejones
y barsuchos
y comidas y frutos ignorados
de extrañas casas con historia
asomadas entre árboles gigantescos,
y borracheras
con alegres desconocidos,
Y el mar
enmarcando mis visiones
Fortaleza, Natal, Recife…
no sé cuando ni cómo he de volver
y ahora estoy mucho más lejos
apenas me quedan
unos cuantos collares y pulseras
que a los indios les compré
para trocar por el camino
Fortaleza, Natal, Recife….
Ni cuando ni cómo
Gracias Dios mío.
EL TELEFONO DE LA REINA.
Por los resquicios de las ventanas
disfrazado de temporal
ruge un dragón impotente
los gatos están adentro
y la casa calentita
Flotamos arriba de la enorme cama
comiendo sanguchitos
y viendo una película de espadachines
dispuestos a dar la vida
por amor a la reina
descorcho otra botella de vino
por amor a la reina
suena el teléfono
¿Señor Finkelstein
quiere comprar un Volkswagen?
-Noooooooo señoriiita para qué?
lo que sí le compraría
por amor a la reina
son otros 1001 momentos como éste
y más amor por la reina
Sí!
no, desde luego
no pretendo que lo entienda,
tampoco se lo voy a explicar
pues… porque estoy en mi casa
y ahora si me disculpa
tengo que ir a arrodillarme plebeyo
y erguirme caballero, adiós.
TOCAN EL TIMBRE
Por la ventanita de la puerta
aparece una cara
no es un vendedor
de bolsas de residuos
o el miembro de alguna secta
intentando salvar mi alma peligrosa
es un viejo amigo
al que no veo hace temporadas
mi cerebro tarda en acomodar la imagen
ahora tiene el pelo azul
o no tiene pelo
o parece estar mutando
en un puercoespín intelectual
un jabalí amanerado
una rata humanoide
o un zorro sarnoso preocupado
en conseguir una cueva
pero es mi amigo querido
un abrazo
un día normal se viste de fiesta
metemos un pollo en el horno
de todos modos
el pobre muchacho
ya no tenía a donde ir
comemos con las manos
reímos
partimos el pan
nos pasamos la sal
baja el vino
sube la alegría.
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31º NÚMERO DE LA REVISTA LITERARIA.pdf
31º NÚMERO DE LA REVISTA LITERARIA
DIGITAL MENSUAL
NEVANDO EN LA GUINEA
NºLXXV desde inicios/02-01-2013
EDITORIAL LXXV
Sobre tiempos circulares y fines del mundo
Superado una vez más sin pena ni gloria el recurrente vaticinio de un final del mundo –qué razón tenía Chesterton de que cuando se dejaba de creer en Dios se creía en cualquier cosa-, atravesamos un nuevo final del año y nos enfrentamos a otro año que, visto lo visto, no parece que nos vaya a deparar muy buenas noticias en lo económico. La crisis ha coincidido con ese final del calendario maya que no ha creado, por suerte, grandes histerismos, aunque se habla de una nueva etapa de la humanidad, algo que parece más un deseo que una realidad.
Nosotros desearíamos que el año que ahora empieza nos ofreciera un cambio de rumbo en lo cultural, una nueva etapa de verdad ajena a los abusivos exhibicionismos a los que hemos asistido, en ocasiones con intensísima vergüenza ajena, y que la crisis, si algo bueno aporta es justo eso, ha detenido por completo. Hablamos de un modelo cultural que se ha dejado llevar por lo faraónico, como esos grandes museos construidos para gloria propia de gestores enaltecidos y enaltecedores de su propio ego, sin importar mucho el contenido.
No nos cansaremos de repetirlo: creemos en la cultura próxima, la que se hila con nuestra vida cotidiana y nos acompaña día a día, la que nos permite entender lo que nos rodea y nos brinda también momentos de diversión o de goce. Creemos en un arte ajeno a los museos –templos mortuorios de toda obra- y que embellece cualquier rincón, incluso el más árido. El arte debe salir de los museos y habitar entre nosotros. Buscamos una prosa y una poesía chispeantes, que nos permita vivir muchas vidas y también crecer con otros mundos. No por ello rechazamos lo conocido, somos enanos a hombros de gigantes y no pretendemos mucho más, sólo poder ver un poco mejor el paisaje.
Las crisis tienen que ver con el cambio y superarlas nos hace más fuertes. Claro que nos empieza a asfixiar un enorme fatalismo que puede matar la creatividad que podríamos desarrollar. El miedo puede conducirnos a normalizarnos y nada más lejos de la libertad que lo normal. Esto lo pudimos aprender en el 2011 con ese movimiento que se desarrolló en el mundo árabe, que continuó en España con el 15M y siguió en los Estados Unidos con el movimiento que procuraba ocupar las calles. El mundo del arte y de las letras ha de saber aprovechar toda esta marea de rebeldía y pretender también darle la vuelta a las cosas.
No sabemos si este año que se inicia ahora traerá algo de todo esto. Nada está escrito. O quizá sí, no seremos nosotros quienes deshojemos la margarita del sentido de la vida. Esperemos en todo caso que lo que leamos nos sea propicio.
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BREVE RUMOROLOGÍA SOBRE LA NAVIDAD
Por Cecilio Olivero Muñoz
CANCIÓN PARA NAVIDAD
(2012-2013)
Esta Navidad será distinta,
será sin frío y sin calentura,
aunque el futuro muy mal pinta,
arderé en la tinta de esta lisura
con muy baja temperatura,
viene el rollo enrollado en su cinta,
viene Juan Lanas sin dentadura,
viene un caracol babeando sin prisa,
babea de rabia la mordedura.
Una generación que transita
en el caminar andando,
una juventud que rechista
ante plutócratas del mercado,
el futuro del mañana despista
entre satélites y parásitos,
pasar el mes es de malabarista
y alquimista se es para cruzar un año,
arriba los arribistas,
abajo los circuncidados,
a un lado los fatalistas,
y al otro los eurodiputados,
nos quitan buey y mula
en este belén mal montado,
pues vienen de tierra andaluza
la Cruzcampo y los Reyes Magos,
dicen que crisis hay mucha,
la prima de riesgo hace estragos,
el pobre paga dos veces multa,
paga intereses y lo prestado,
yo soy pobre dos veces,
dos y dos son cuatro,
cuatro paredes mereces
por no pedir y por insensato,
si bebes trago tanto lo padeces
en estos tiempos de mambo,
malos tiempos para el mambo,
y para la sequía de siempre.
Malos tiempos que yo acato
por no montar el pesebre,
malos tiempos para el gato
se llame o no se llame Pérez.
***
MONÓLOGO PARA NAVIDAD
(2012-2013)
El mundo desde antaño viene siendo una mentira.
Vamos, una mentira que solamente la creen
los sanos de espíritu, los niños, y los inocentes.
Los envidio, los envidio veteranamente.
Por que el mundo es mentira
desde que el hombre comenzó a pensar.
Es como la ilusión de creer en Santa Claus,
o en los Reyes Magos.
Muchos sabemos que es una burda mentira,
una mentira descarada,
pero solamente lo sabemos algunos,
no todos,
los que no lo saben tienen la ilusión alegre
de creer tan a flor de piel en la Navidad
que romper el cristal les traumatizaría,
el escenario es diabólicamente inocente,
parece un tramo oculto de sombras perversas,
pero mentimos con un niño de la mano
para sentir en espejos de memoria la ilusión feble.
Ilusión feble que se va doblando como un junco.
Se recobra la esperanza dando un suspiro
y se sigue hacia delante por ellos.
Por los sanos de espíritu, los niños y los inocentes.
¡Que nadie se atreva a decir la verdad!
Para que sigan creyendo lo bueno que es
las luces de Navidad, Santa Claus, los Reyes Magos,
el portal de Belén, el turrón duro, y el panetone,
el jodido panetone, me remueve las entrañas.
Ya rendidos, se agrisan los colores.
Las luces se hacen oropel que brilla estéril,
los villancicos recobran un aire absurdo.
Pero con un niño de la mano
paseamos testarudos por este mundo cruel
haciendo el consuelo de muchos mal de tontos,
lo jodido es lo contrario: -Sí hombre,
mal de pocos, consuelo de nadies.
Al niño que llevamos dentro yo lo mataría
unas trescientas veces por minuto,
el bendito niño bueno que llevamos dentro.
Y no lo queremos soltar por más que sepamos
que todo es una triste realidad.
Por que, tal vez, ese niño sea un niño en país rico
y nos dolería mucho, quizá hasta la depresión,
creer que la ilusión se esfuma con los años.
Pero por ahora es el niño que me queda
y al único que conozco en profundidad.
Llegar a la vejez e ir perdiendo la ilusión
me llevan a recordar un proverbio guineano:
Los cuentos más reales son contados por ancianos.
***
SIENTO
Siento pena por todos los niños de este mundo,
me da pena la pérdida de su frágil sueño de pétalo,
siento pena por esos niños de ochenta y tres años
que perdieron su sueño a base de perder,
siento pena por mí que fui niño que perdió
un paraíso de agua cristalina y arena blanca,
siento pena por mi madre de sesenta años,
que todavía es niña y tiene que renunciar a serlo.
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La primavera del cancionero
La necesidad de recogimiento no impedía que sintiéramos bullir de pronto toda la vehemencia de la primavera y que poco a poco nos fuera dominando con extraordinaria intensidad, ya de camino a la iglesia de Santa Clara, en aquel día en que forzoso era meditar sobre el sacrificio de Nuestro Señor que dio su vida por nosotros, inmerecidos destinatarios de su amor. El sol salió tras la llovizna al permitir las nubes con su retirada que sus rayos llegaran hasta nosotros, mientras avanzábamos hacia el mentado templo por calles estrechas, frías y un tanto solitarias de un Aviñón devenido cenagoso foco de tormentosas polémicas. Faltaba poco para que se iniciara el lento atardecer previo a la anochecida. Brotaron lóbregos matices en los grises nebulosos, en los pedregosos marrones de los edificios, en los verdosos tonos de yerbas y hojas que surgían con sedicioso arrebato, en el apagado azul de un cielo que pronto, aunque con lacónica lentitud, devendría noche, obscuridad esta que sin embargo no apagaba la inundación de los colores por medio del recuerdo insuflado a través de los ojos y las miradas. Los florentinos, así llamábamos a los dos hermanos que nos acompañaban ese Viernes Santo y que compartieron tantos juegos infantiles y tantos apasionados y juveniles diálogos, encauzaron a tiempo nuestro deseo de belleza y afirmaron apenas en murmullos que aquel estallido de la primavera presagiaba la resurrección y por tanto la salvación de la humanidad.
No pudimos menos que sorprendernos de la repentina espiritualidad de ambos. Se habían dejado llevar hasta bien pocos meses atrás por una vida acomodada, fácil y un tanto superflua, aun cuando conocíamos en ambos, en Francesco y en Gherardo, una vastísima cultura fruto de una formación cuidada y puntillosa. Sabíamos de su dominio de las palabras, de su capacidad de hilar éstas hasta conseguir un manto prodigioso de sonidos y conceptos, a pesar de lo cual parecían alejados de la sencillez reclamada por musas e inspiraciones, atraídos por el boato de una vida de oropel. Nada es lo que parece, era lo que de pronto reclamaban a gritos los dos hermanos, no sin justa razón, no juzguéis no sólo para no ser juzgados, mas sobre todo para no errar en la opinión de cada uno y de los otros.
Huelga decir que yo no podía menos que envidiarles, a pesar de mis esfuerzos por alejar insanos sentimientos de mi corazón. Consciente de la sinceridad de su amistad, mi vida se urdía de un modo bien distinta a las suyas, yo jamás disfrutaría, estaba convencido de ello, de las comodidades materiales ni tendría ni tiempo ni acceso a una cultura que, sin embargo, ansiaba, ni podría gozar del bien de la belleza ni del don de la seducción que ambos hermanos, mal que bien, poseían sin apenas esfuerzo. Procuraba huir de odiosas aflicciones y luchaba por que no me dominara la peor de las envidias. Lo lograba a veces, quisiera afirmar que con frecuencia, aunque no sé si mentiría al dejar aquí constancia de tal éxito.
Entramos en la Iglesia de Santa Clara imbuidos de esa explosión de sentimientos producto de una naturaleza desatada y que en mi fuero interno no pude menos que calificar de impía y peligrosa. La penumbra del templo y el recato de los presentes nos devolvieron en parte la sobriedad necesaria. Nos salvaron sin duda, tuve para mí, del pecaminoso alejamiento espiritual del Cordero sacrificado para perdón de los pecados. Compungido por completo ante el dolor del Salvador, ¿cómo podía haberme dejado llevar por la irritante envidia que me empujaba al desprecio, no al desprecio hacia ellos, hacia los dos hermanos, mis amigos aun cuando nos separaran invisibles muros interpuestos por el mundo y que ellos fueron los primeros en rechazar, sino al doliente desprecio por una vida que no deseaba pero de la que, empero, no podía despojarme? Yo era, lo sabía, mi peor enemigo, dominado por la doble incapacidad de someter mi vida al orden o de rebelarme antes los infortunios y así superar los obstáculos colocados en mi camino a modo de prueba.
Las lágrimas no derramadas añadieron mayor penumbra si cabe, a pesar de lo cual no pude evitar distinguirla entre los presentes. Ahí estaba ella, la reconocí de inmediato, pese a su ropa negra y a su rostro cubierto por un velo, apenas destellada por la luz de las velas. La conocía pese a nunca haber hablado con ella. La recordaba por las noches, aun cuando los rasgos de su rostro se diluían en mi memoria. Las lecturas solitarias y nocturnas o las coplas y rimas de los juglares, rememoradas de repente pese a mi dolor y a mi intento de recogimiento, reverdecían los detalles de su cuerpo. Luché contra esa insana atracción porque me supe no merecedor del más mínimo aprecio de aquella dama, inspiradora sin duda de más altas metas. Abandonado de toda aspiración, seguía empero atraído por su figura enhiesta y sublime, encumbrada de beldad y magnificencia. No puedes sentir lo que sientes, me había repetido más de una vez, cuando me cruzaba con la propia dama por calles y plazas, por travesías y sendas, me lo repetía sintiéndome inmundo, derrotado sin haber iniciado la batalla, y me lo volví a repetir aquella tarde.
Descubrí con horror que Francesco el florentino observaba a la dama no sin disimulo, como si en medio de aquella iglesia, en medio de todas aquellas gentes que, contritas, oraban, pedían perdón y se dolían por la más injusta de las muertes, en medio de un mundo que se afligía ante el mal de la carne, de la enfermedad, del odio y la angustia, en medio de las tinieblas que nos envolvían, ella, la dama por cuyo olvido yo bregaba, la dama que no merecía ser blanco de mi mirada, lucía a través de los ojos del florentino como un sol y alumbraba las penumbras del mundo y de las almas. No pude menos que sentirme celoso. No pude menos que sentirme profundamente dolorido, la herida se abría por dentro todavía más, supe sin necesidad de meditarlo que nada iba a conseguir, ni siquiera sería capaz de dirigir las palabras más hermosas, renunciaba antes de emprender el camino a alcanzar el destino que una y mil veces hubiera deseado merecer.
Ambos mirábamos a la dama: Francesco Petrarca con los ojos del poeta que sería; en cambio yo con la mirada de quien se sabe de antemano derrotado. Fue entonces y sólo entonces que ella, la dama, la amada Laura, desvió su rostro hacia nosotros, nos miró tal vez sin vernos, después intensificó su mirada en nuestra dirección, sus ojos si cabe se iluminaron como estrellas y sonrió como sólo los nunca contemplados ángeles pudieran ser capaces de sonreír. Nunca sabremos ciertamente si la sonrisa estaba dirigida al poeta, a mí, o a la nada más absoluta.
Juan A. Herrero Díez
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EL POEMA DEL AÑO
Por Pablo Goldenberg Perelman
Un año nunca es julero…
Un año nunca es julero
ni tampoco tan pulento
como con los vinachos asevero
que no hay vinos ni esperpentos
solo vinos más mejores
de curaderas más lentos!
Con los años pasa lo mismo
que se vaiga éste con sus andanzas
y que se venga el próximo con desafíos
no pa parar las chalas
pues eso ya no es lo mío!
Ni menos pa apotingarse
mirando pal lao como si na
y que si quieren quedarse
sepan
que todo logro depende
del tamaño de la verdá!
Los inventos calendáricos
fueron para ordenar las cosas
como los apellidos tan siúticos
de tan poca imaginación
que pa nombrar los elementos
dependen siempre del patrón!
Y pa hacer el quite al laberinto
prefiero tener el propio
y también tomarme un tinto
que en año nuevo o año viejo
de lo mío yo me acopio
pues no pienso poner en orden
lo que dios hizo en desorden!
Sigo siendo un Verdejo
los digo sin un desdén
que al final todos los años
me despido de una querida
en el borde de un andén!
Y si de amigos se trata
los abrazos de hoy y mañana
serán siempre los mismos
sin trampas ni menos mañas
con tristezas y alegrías
como el pan nuestro e cada día!
Bueno aquí mesmo me apeo
sin seguir la perorata
no quiero darles más lata!
(Pablo Goldenberg Perelman)
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SEÑORAS Y SEÑORES, CON NOSOTROS
EL GRAN SONETISTA: RODOLFO LEIRO
NOCHE
Con Esther González Sánchez
El murmurio y su noche sugería,
a mis plenas pupilas andariegas,
un sembrado de trigo entre fanegas
que mi propio silencio repetía,
y era de oro calzada estantería,
bastión de un dorado haciendo entregas,
igual que en el oscuro, un grito a ciegas
de tránsito en vivaz mensajería.
La lengua de las horas recorría
los binomios del sol y de la espiga,
requeridos en gárgolas entregas;
Fue un dopaje de luz en romería
que entre estambres de gozo y maestría,
subastaba la umbría en mis bodegas.
Rodolfo Leiro.
***
EL PIBE
Estoy esperando en la esquina
el pibe que …que una vez fui – BORIS GOLD
En un tren de arlequín imaginario
se diluyó mi efigie de purrete
o en el espacio azul del barrilete
trepando en otro añil itinerario;
hoy lo indago desde el púlpito nectario
de una vejez que encierra un cubilete,
donde brincan euforias de pebete
con un tejo de lato silabario.
La nostalgia me acerca su incensario,
la rayuela del tímpano primario
que contiene mi vida en un sainete.
Y al recoger el lapso lapidario
me veo en el pasado cinerario,
urdiendo de las glebas mi juguete.
Construido a las 14,29 del
23 de diciembre de 2012, para mi libro
“Renglones desprolijos”
Rodolfo Leiro.
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NADIE
Nadie pide venir, a pocos llaman, a esta farsa de Vida y de suspiros
nadie decide ser ceniza o llama , héroe , farsante , flor o espinos
Ya que estamos aqui,muro o montaña, ya que entre células venimos
que somos venas y piel y nadie, nadie, adelantó jamás nuestro destino….
Es mejor no pensar en las mañanas,el porqué de la lágrima , el suspiro
tormenta que se instala en madrugadas,sin calor, ni respuesta , ni caminos
y que nadie es testigo y acompaña, mejor es «adecuar tu paso y tus latidos»
y seguir como araña entre las nubes, tejiendo hasta ese sol tibio y vacío…
Las tormentas de aromas y campanas, los caminos de vides y de olivos
son el aroma azul que te acompaña, son la esencia vital de los vencidos
Y si a alguien acompaña mi palabra , y si a alguien arrullo entre gemidos
mi presencia justifica la charada de juntar…: Paz, Amores y Sentidos….
Elsa Solís Molina
(poesia de Naló) inspirada en un soneto enviado por Rodolfo LEIRO.
¡Nadie!
Nadie como tú para firmar esta glosa impresionante!
Yo te beso la mano de tu acierto
Rodolfo Leiro
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«SEÑORA TRISTEZA… DE MI MAYOR CONSIDERACIÓN»
En un penumbroso rincón del viejo bar, un poeta escribe sus versos, no hacen falta leerlos, dan la impresión que brotaran de sus ojos, ellos parecieran estar diciendo que la musa inspiradora de esas letras, es ese gran amor que se convirtió en pasado.
Un rayito de luz ilumina el raído mantel que alguna vez orgullosamente fue cursi, en el centro de la mesa y dentro de un pequeño florero, se ve una rosa ya mustia que colgando y desvanecida, pareciera quererse escapar de ese cubículo, tal vez decidió suicidarse solidarizándose, con los pesares del pobre soñador, él llegó a la conclusión que la tristeza de esos pétalos, volaron al cielo de las flores… pensando en un ballet de mariposas.
En un momento en que la inspiración se hacía rogar, entrecerró los ojos y se convirtió en una cometa, que en un feliz paseo lo llevaba a todos esos lugares, en que junto a ella, habían fabricado algo único… UNA HISTORIA.
Cuando está a la altura de ese parque, oye una voz que le susurra a esa mujer, que parada a su lado lo mira embelesada y escucha con toda claridad que el joven le dice: mi deseo más ferviente sería… DESPERTARME Y VER QUE ESTÁS JUNTO A MI.
Sintió un estremecimiento en todo su cuerpo, al darse cuenta que la voz que escuchaba… ERA LA DE ÉL. Lo invadió el miedo y una infinita tristeza, cuando se fueron clarificando todos los acontecimientos, notó que peligrosamente se estaban cumpliendo las cosas que siempre temió, ver llegar el día en que LAS QUIMERAS… SE APODERARAN DE SUS SUEÑOS.
¿Acaso la máquina de los deseos que llevamos muy dentro nuestro, no se alimentan primordialmente con las ilusiones dadas, por nuestra íntima voluntad de deseo?.
Que reinen por siempre los recuerdos que supimos conservar, apañemos y defendamos eso que nos ayuda a mantenernos vivos… EL PASO DEL TIEMPO, YA SE ENCARGARÁ DE CONVERTIRLO EN CENIZAS.
Autor: Boris Gold
Buenos Aires – Argentina
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“CONFESIÓN”
Las páginas mustias
de mi viejo libro,
que son cual ventanas
donde puedo ver,
pedazos de vida
mechados de sueños,
y mil esperanzas
que he visto…caer.
A veces en una
de tantas historias,
hechas con vivencias
en mi deambular,
me encuentro de lleno
tropiezo con ella,
y en mi desespero
me pongo…a llorar.
También he guardado
entre esas hojas,
momentos de dichas
que supe tener,
envuelto en los pliegues
de mis utopías,
no había imposibles
y el mundo…al revés.
En letras sentidas
leo que allá lejos,
hubo días duros
de lucha sin fin,
en que no era fácil
mantener principios,
en un medio donde
primaba…lo ruin.
Pero era un joven
que gastaba amores,
siempre acompañado
de mi amiga, la ilusión,
íbamos en busca
de antiguas quimeras,
en un vuelo poeta
rumbo…a la emoción.
Y así voy cerrando
esta historia mía,
dándole las gracias
a lo que viví,
al buzón amigo
le dejo una carta,
para un gran cariño
que nunca…más vi.
Boris Gold
***
UN MILAGRO EN NAVIDAD
Boris Gold
A pesar que alguien
ya lo dijo antes,
que los viejos tiempos
no han de volver,
estoy muy seguro
que existen milagros,
son los que alimentan
a mi buen…creer.
Yo me veo andando
en la ciudad soñada,
donde cada uno
tiene su verdad,
pues el ser Judío
Musulmán o Cristiano,
no es impedimento
para…la amistad.
Los problemas ciertos
ya se irán sorteando,
y la bomba artera
no explotará jamás,
si hay diferencias
habrá algún modo,
de sentarnos juntos
nunca más…pelear.
Sería tan lindo
que allí, en Medio Oriente,
por sus calles santas
se pudiera ver,
tomados del hombro
como a dos hermanos,
a Judíos y Árabes
querer…es poder.
Si esto se cumple
y apuesto a ello,
en un lugar sagrado
se iría a rubricar,
Jerusalém es el punto
ella nos hermana,
y hasta los patriarcas
de gozo…bailarán.
Camina a mi lado
un viejo Judío,
también un Cristiano
que a Cristo rezó,
en un burro lento
cabalga un Beduino,
quisiera gritar fuerte
que este sueño…se cumplió.
***
No podía dejar pasar por alto
Este para muchos fatídico día 21/12/12
Sin decir unas palabras.
MIRÁ COMO TIEMBLO
Allá lejos y hace mucho
El mundo escuchó atento,
Que un día muy lejano
El mundo se morirá,
El pueblo de entonces
No le dio bola ninguna,
Pues con ellos no era la cosa
Y a otros…joderán.
El tiempo se fue volando
y pasaron muchas cosas,
Y de la profecía
Ya nadie más se acordó,
Hubo cambios en el clima
Hambrunas crueles y otros males,
Hasta cambiaron las modas
Más nada raro…sucedió.
Pero el bueno de Pirulo
Mi querido amigo del alma,
Erudito como hay pocos
De estudiar la realidad,
Me contó que ese rey maya
Cuando a veces se mamaba,
Se rascaba el higo con ganas
Y gritaba…su verdad.
Y así como en un soplo
Llegamos hasta estos días,
Y vemos como el mundo
Está lleno de temor,
Por esos augurios
De un caos tremendo,
Y hasta yo tan macho
Comencé… a dudar.
Veo con asombro
Que el planeta entero,
Espera con angustia
El momento fatal,
Hasta mi señora
Tan pulcra y decente,
Me dijo que unos cuernos
No me vendrían…mal.
Y yo que siempre anduve
Mordiendo la banquina,
En un gesto heroico
Me puse a pensar,
Que siendo Argentino
Vivíendo entre kilombos,
Les digo a estos mayas
Que se vayan…a garcar.
Boris Gold (después de un baño de asiento)
PD: Hoy a estas alturas se ha descubierto, que en cuanto a la profecía del fin del mundo,
Hubo un error de concepto en cuanto a la profecía del fin del mundo, cuando
Se escribió que el mundo se iba a parar, debieron decir que al mundo
¡SE LE IBA A PARAR!
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Gabriel Alejo Jakovkis
El hombre dormido
En el fondo de un mar
sin certidumbres
el hombre duerme
su sueño de alquiler.
Un ojo abierto sobre la calma lluvia,
el rostro libre entre canales yermos
y un lejano beso en su boca de fumar.
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SERIE DE POEMAS
-Un gato negro en Paris, 1953-
Por Leonardo Morgan
I –los demás.-
Los envidiosos
y los cortos de genio
perpetuamente acomodados
a suposiciones necias
jurarían
que trabajo en este restaurant
cazando roedores…
¡ qué horror!
motivos más altos poseo
y en cuanto a lo demás,
me limito a rociar con mis orines
algunos puntos estratégicos,
Y todos en paz.
II- lo que hay que hacer.-
Frotando mi cola
contra sus pantalones blancos
celebro a mi amigo Vito, el cocinero
él me arrea una patadita
-su cariño es de los rústicos-
“ ¡cabrón, porquería de 4 patas!” me llama
y como al descuido deja caer
alguna gamba de buen tamaño
o un jugoso trozo de lomo,
por mi parte, le hago algunos malabares
con una arveja perdida
o lo que encuentre, para divertirlo,
después descanso
sobre unos diarios viejos
aplastando una pila
de malas noticias.
III-el arte-
Cuando aparezco triunfal
entre las mesas
cojeo de una patita
y voy plañendo lastimeramente
mientras me carcajeo y felicito
para mis adentros,
Los niños se fascinan
los ayudo a terminar sus platos
me adoptan
me colman de atenciones
mimos y cuidados
como aquellas trillizas preciosas,
rubias…
lástima que la madre mencionó
algo referido a cortarme los testículos
para que me quede siempre en casa
pero larga es la noche
y mis planes no son pocos…
ni apocados.
III -sobre gustos.-
Adoro a las gatitas muy jóvenes
que nada saben de la vida
y pretenden ser muy intrépidas
unas ases por las avenidas del aire,
y también a esas gatas regordetas
que todo lo saben
porque consiguieron una vieja chocha
despeinada, desdentada y desaseada
que mientras les llena el plato
alucina que la raptó un faraón
y reina en un palacio bajo el río Nilo….
Yo, estiro mis orejas y escucho
suavemente les digo que sí a todo
y poseído por la luna, salvaje
me las garcho sobre los tejados
galopando mi propia demencia
aullando locuras de loco.
IV-del más allá-
Ingreso en otro mundo
por la ventana de madame Grivot
la tarotista
salto sobre la tibia mesa de roble
doy unas vueltas
y me siento sobre algún arcano
ella abre mucho sus ojos
de esmeralda profunda
luego me besa y aplasta
contra su tetamen de globo terráqueo
me dice que soy un ángel
y dispone para mí
una lata de atún
en un plato de porcelana
¡oh la lá!
V- del amor-
Ella es blanca.
VI-sociales.-
Cuando me da la gana
me cuelo por la claraboya de Eugenne , el pintor.
Eugenne pinta muy mal
y jamás me da algo de comer
pero siempre está despierto
fuma marihuana
y pone viejos discos
de Louis Armstrong
Cab Calloway y Thelonius Monk,
cuando sus amigos hablan de mujeres
escucho
cuando hablan de arte
dejo de escuchar,
Flotando entre almohadones,
me adormezco disuelto en plácidas ondas
de piedra sobre un pozo de agua.
VII-de la amistad y del pecado.-
Al nuevo día
me desperezo satisfecho
doy una meadita spray
sobre los cuadros
para asentarles el color,
visito mis nuevos hogares
sin descuidar a Vito, el cocinero
porque una vez
supo decirle al patrón
“si se va el gato me voy yo”
Esas fidelidades
necesitan de reflejos
pues la Ingratitud
es la reina asquerosa del pecado
en tanto que la Gula, la Lujuria y la Pereza
son tres señoras graciosas
que bailan en círculos
proporcionando
unas cosquillitas muy ricas.
VIII- la verdad.-
Un mundo cabeza abajo
todo patas arriba
nada en su justo lugar…
En fin,
si alguna duda te aqueja
si quieres preguntar algo
aprovecha ahora,
tengo soluciones para todos,
Si dejas pasar esta oportunidad
tendrás que esperar
a que complete otra ronda.
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CINCO GUERREROS
Por Gonzalo Salesky
Llegaremos a Brasilia en dos horas. Nos aprestamos para la gran batalla. Hace décadas que la opresión viene forjando nuestro deseo de luchar y de ser libres.
Ajusto mi cinturón y me preparo para el lanzamiento. Mis cuatro compañeros de cápsula están listos. Alfa 9810 tiene los ojos cerrados, quizá por los nervios, quizá por la emoción. Es su primer vuelo fuera del continente. El resto de nosotros tiene algo de experiencia, pero no más valentía.
Mi nombre es Beta 4791. Nací el día doce del primer mes de 2083 en la base europea Esperança, cerca del país que antes llamaban España. No tuve la suerte de conocer a mis padres. Tal vez ellos también estén viajando en alguna de las miles de naves que nuestro Líder ha enviado hacia el Imperio.
Allí, no nos esperan. No conocen nuestras nuevas armas. Ni siquiera saben de nosotros, encerrados en sus enormes burbujas, distraídos por sus pantallas, alienados por sus medios de comunicación… no imaginan que vamos a invadirlos.
*
En mi infancia escuché una hermosa leyenda. Relataba la cruzada de grandes hombres, que liberaron Eurasia de un oscuro tirano.
La comparto para animar a mis compañeros. Delta 0462 me asegura que la historia es cierta y que ocurrió hace unos doscientos años. ¡Doscientos años! ¿Será así? Ojalá recuerden esta gesta durante tanto tiempo.
Por ahora, no sé nada de Gama ni de Omega. Ni sus números de serie, ni su edad… Pero en sus rostros veo el mismo maltrato que hemos sufrido como pueblo.
Pese a todo, pudimos adaptarnos. Siempre lo hicimos. Estamos decididos a ser libres. Acabo de cumplir dieciocho años y nunca pude decir lo que sentía. Me acostumbré a hablar en voz baja, a no mirar a los ojos, a callar, a no pensar distinto.
Con Alfa fuimos compañeros de escuela-cárcel. Doce años completos levantándonos de noche, picando roca, limpiando el excremento de nuestros dictadores de América del Sur. Setecientos metros bajo la superficie, casi sin luz ni agua, con poco aire…
La esclavitud ha moldeado y templado nuestro espíritu. Así, aprendimos a compartirlo todo. No lo que sobraba, lo que faltaba y apenas alcanzaba.
Día tras día, creció en nosotros el sueño de libertad.
*
Pasan los minutos y siento que mi traje me ajusta bastante. Acostumbrado a la escasez, llevo pocas provisiones. Sólo guardo dentro de mi ropa una foto- móvil de mi futura esposa, que una y otra vez me saluda y alienta. Eso me hace más fuerte y me asegura que esta guerra… esta guerra valdrá la pena.
Seguimos volando, cada vez más rápido, en una de las naves que la Resistencia ha lanzado rumbo a la capital del Imperio Suramericano. Aquí, como en las otras, hay cinco guerreros dispuestos a todo, uno de cada raza europea. Kilómetros y kilómetros de orgullo y valor me rodean.
En este momento, en mi pantalla-facial aparece la imagen de nuestro Líder, que nos repite, con voz serena pero firme:
VAMOS POR TODO. QUEREMOS SER LIBRES…
VAMOS POR TODO. QUEREMOS SER LIBRES…
VAMOS POR TODO. QUEREMOS SER LIBRES…
Con la tranquilidad del que es capaz de dar la vida por lo que ama, me
recuesto sobre la ventana que muestra las estrellas y trato de descansar un poco.
*
Sólo faltan cuarenta segundos para llegar. Me siento feliz. Veo a través de mi casco que la batalla final ha comenzado. Y estoy seguro… la victoria será nuestra.
¡Viva la Gran Eurasia! ¡Viva!
Cinco guerreros – Finalista del II Premio de Relato “Taller de Escritores” (Barcelona, España)
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LOS ÚLTIMOS SERÁN LOS PRIMEROS
Por Rolando Revagliatti
Inspirado en un largometraje de Alfred Hitchcock:
“YOUNG AND INNOCENT”
La resolutiva hija del Señor
Jefe de la Policía, tan moderna
tan ella misma, se prendó
de un sospechoso, el único
de un crimen en la playa por
estrangulamiento de un fino cuello de actriz
hollywoodense, con el incriminante cinturón
del impermeable de él
quien la caldea en platonismo insufrible
Así es él, de mundo, aun en las malas
huyendo, ocultándose, tan sádico
e impermeable.
***
A partir de un largometraje de James L. Brooks:
“AS GOOD AS IT GETS”
Tener una vida
por fin y sin embargo
Hacernos una
para otro zarandeo
Propensos a juntarnos
cambiar de zaranda
Desvencijado el sarcasmo
humildemente
acaso reste
gozar.
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