
EINSTEIN FUE UN BRUJO PARA LOS FANG
Mi amiga y profesora Adelaida Caballero me dijo una vez que la brujería sí existe porque creemos en ella y actuamos en consecuencia. Que es una construcción social. Que el simple hecho de ser capaz de asesinar a un familiar porque creemos o estamos seguros de que mató a otro familiar “en la brujería” para hacerse rica o lo que sea, ya hace que la brujería sea real (el fang entiende que quien conoce la brujería es capaz de viajar a un mundo paralelo que es la brujería, por eso decimos que uno suele irse o se ha ido alguna vez a la brujería. Si en algún momento, un no iniciado llegara a ese mundo sin estar acompañado por un brujo se moriría de inmediato, quizás por eso, cuando alguien recibe una noticia o vive una experiencia que le provoca emociones fuertes que desembocan en paros cardiacos o desmayos, en fang solemos decir que esa persona era un no iniciado que ha llegado a la brujería de manera repentina, y así se explica su muerte, en caso de que se muera del disgusto).
Cuando una persona a la que quiero un montón fue ingresada en una curandería tras un brote psicótico diagnosticado como posesión por el espíritu de su recién fallecido padre, veía cosas relacionadas con la brujería en todas partes y me parecían terroríficas al mismo tiempo que absurdas. Quizás siempre estuvieron ahí y nunca las presté mucha atención; pero, abría un libro y me hablaban de espíritus, encendía la tele y me encontraba con una película de brujería o magia, me conectaba a WhatsApp y me encontraba con un amigo que quería hacer un trabajo sobre los dioses mitológicos de Guinea… No lograba entender cómo se podía estar tan absorbido y bombardeado por el concepto de la brujería ni mucho menos porqué la gente creía tanto en lo que decían los brujos y les tenían tanto miedo. Aunque siempre lo he sabido, en aquel momento no quería reconocer ni recordar la lógica con la que funcionaban las mentes que me rodeaban porque la mía sólo encontraba la solución de nuestro problema en las manos de un psicólogo y los fármacos.
Entre los fang, al igual que entre otras etnias africanas, llegada cierta edad, los jóvenes eran iniciados en la brujería, se les daba a conocer la brujería para que usaran ese conocimiento a favor de la comunidad; desgraciadamente, lo que se sabe es que la gran mayoría lo usaba para “hacer envidia” y perjudicar a los demás. Sólo las curanderas y los abuelos usaban su conocimiento sobre brujería para bien, las primeras para sanar a la gente y los segundos para bendecir y proteger a sus nietos de otros brujos, cuando ellos mismos no tenían ninguna deuda o evú (demonio antropófago que vive como parasito en el vientre de un brujo fang) que les exigiese la sangre de algún nieto. Actualmente, con la globalización del cristianismo y la urbanización, esas prácticas se han quedado en simples historias de lo que fueron la cultura y la tradición; pero eso sí, mucha gente sigue atribuyendo el éxito del esfuerzo de otros a la fuerza de sus amuletos y a rituales de preparación en el momento de su nacimiento; mientras que el éxito repentino de otros conocidos como vagos o ineptos se atribuye a la fuerza de los sacrificios humanos que hacen para ascender al poder.

El universo fang gira entorno a la brujería; lo ilógico, lo que no se comprende y lo desconocido se califican fácilmente como brujería. “La ciencia es brujería de los blancos”, solían decir. La brujería es el conocimiento máximo para el fang, de tal modo que al brujo de élite se le dice nyem y a los brujos de élite se les llama “beyem” que viene de “be” (los, las
les, ellos, ellas) y el verbo “ayem” (saber, conocer, entender) por lo que, los brujos de alto rango son conocidos entre los fang como sabios, conocedores, entendidos; en este sentido, Eintein y Edison y otros serían considerados como los mayores brujos de la historia. Pero el brujo de tres al cuarto que se limita al vudú es, simplemente, mbumbuó o mbwo (brujo, practicante de brujería) y en el peor de los casos, se le llama nnem (brujo malvado) cuando se cree que hace daño a otros por placer o por tener el corazón oscuro y sin obtener beneficio económico.
Al llamar beyem (sabios) a los brujos de élite, se reconoce su poder y el conocimiento se condiciona. Si no conoces la brujería no sabes nada, no puedes decir nada entre los ancianos que, por lo general y de manera automática son considerados brujos de élite y maestros de ceremonia en los rituales y encuentros de brujos, cosa que también les lleva a la marginación cuando más lo necesitan por el miedo que se les tiene.
Una persona instruida en la escuela u otro sistema educativo alejado de la brujería será nyeman (instruido, que ha aprendido o estudiado), ese nyeman nunca tendrá la mentalidad de Einstein o Edison, más bien la de un profesor de la universidad o el bachillerato. A quién es perspicaz o inteligente se le dice que a bele ken o anne a ken (tiene capacidad de raciocinio, tiene buen juicio, tiene razón, es inteligente). Pensando así, y recordando todo eso que siempre he sabido, acabé entiendo por qué mucha gente sigue prefiriendo llevar a sus enfermos a los curanderos antes que al psiquiatra; además de que se sigue pensando que las tarifas de los curanderos y brujos son más económicas que las de un hospital.
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