
OTRA EVA Y LA MISMA HISTORIA DE MISOGINIA
Cuando Cirilo Ondó Abaga, estudiante de Sociología en la Universidad Nacional de Guinea Ecuatorial, publicó su libro “El Diablo existe, la mujer es la prueba”, las críticas, más negativas que positivas, no tardaron en convertirlo en uno de los libros más conocidos en todo el país. Parecía que Cirilo es la persona más machista de toda Guinea Ecuatorial cuando él sólo expresó un pensamiento fang misógino en voz alta: la mujer es la portadora del demonio.
Para decir satanás decimos satán, y deble para decir diablo; ambas palabras, satan y deble, parecen derivar directamente del español, algo similar ocurre con la idea del infierno, que en fang se llama, literalmente, hoyo de fuego. Esto no significa que desconocemos la idea de un lugar aterrador gobernado por un ser con poderes divinos cuya existencia depende del daño que le causa a quienes le rodean. Este ser malvado es el Evu, (se dice que se parece a un cangrejo; de hecho, cuando se cree que un niño muy pequeño es poseído por este demonio se dice que tiene “Oquicara”, que quiere decir “cangrejito) y, según las creencias fang, anteriormente vivía aislado en el bosque con una dieta basada exclusivamente en la sangre de los animales.
En la religión cristiana se cuenta que Satanás, convertido en serpiente, convenció a Eva para que desobedeciera a su creador y esa convenció a su marido para que hiciera lo mismo. Al probar el fruto prohibido, a Eva se le abrieron los ojos y fue capaz de convencer a Adan para que hiciera lo mismo. La creencia fang, por su lado, dice que la mujer salió de casa y se adentró en el bosque prohibido donde habitaba el Evu; y, a pesar de todos los horrores que encontró, volvió un par de veces más hasta que se encontró con ese bicho y fue ella quien le propuso mudarse a la aldea entre los humanos alojándolo en su útero; precisamente por eso, porque la mujer tiene al Evu alojado en su útero, es que solía tener dolores bajo vientre y si ese demonio llegara a ser un glotón, también se comerá a los hijos de esta mujer: así quedaban explicados muchos problemas de esterilidad y los horribles dolores de enfermedades como la endometriosis y la dismenorrea. Todo era por el diablo que las mujeres alojan en sus úteros.
Nunca se han explicado las razones que llevaron a una supuesta mujer a adentrarse en un bosque temido por todos los hombres, de donde se decía que nada ni nadie regresaba con vida. Parece que ella decidió ir a por el demonio para traerlo a la aldea y volverse poderosa. Esto, a veces, me hace pensar que la mujer fang no eran tan sumisa y tímida como se nos cuenta ahora; ya que, las personas de las que se dice que alojan un Evu en su vientre suelen ser rebeldes, tercas y decididas. Por otro lado, para emprender una aventura como esa hace falta mucha más valentía de la que se necesita para mandar a un marido maltratador a freír malanga.
Según la mitología fang, no conocíamos la muerte. Esta llegó a través del mal, el mal se presentó en forma de brujería que convertía a algunos hombres en sabios malvados (al igual que la fruta prohibida del jardín de Edén le habría los ojos a quien la probara), la brujería llegó con el Evu y el Evu llegó a la aldea gracias a la mujer que lo quitó de la selva y lo alojó en su útero.
Tanto la historia de Eva y la Serpiente como la del Evu y la mujer terca dejan el origen de la maldad entre la humanidad en la mujer: ella es la responsable de todo el mal que hombres y mujeres, sobre todo hombres, han causado a lo largo de la historia por ambición, ignorancia, envidia y odio entre otras tantas razones injustas. Por lo tanto, se podría decir que el libro del compañero Cirilo no se limitaba a poner por escrito lo que piensan los fang, sino una de las ideas que les dificultan la vida a las mujeres a nivel mundial, la creencia de que el origen de la maldad está en las mujeres.

3 comentarios
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[…] Reflexiones de una ondjundju-misoginia desde Eva-Juliana Mbengono […]
Muy bueno e interesante lo que cuentas, Juliana. Ya se ve que todas las culturas tienen historias e imágenes parecidas.
Gracias a ti, Ana, por dedicarle tiempo.