Reflexiones de una ondjundju-Annobón es poesía-Juliana Mbengono

ANNOBÓN ES POESÍA

Me pregunto si es posible hablar de Annobón sin hablar del mar. Me pregunto si existe mejor lengua materna en Guinea Ecuatorial que el fa d´ambo para declamar unos versos. 

Los annoboneses que conozco, raras veces escriben sobre su quería Ambo sin hablar del mar o del lago O´pot; y todos, en Guinea Ecuatorial, sabemos que esa pequeña isla está aislada de todos por el mar, que ahí los hombres y los niños se pasan el día pescando en el mar y los vidjiles se construyen a la orilla del mar.

Más que sangre de ballena, como los llaman algunos con la clara intención de ofender, los hombres de Annobón tienen sangre de poesía. Las canciones en fa d´ambo no son tan agradables como un recital de poesía en la misma lengua, ni el mismísimo portugués puede compararse al pidging que se habla en esa isla cuando se trata de declamar. Puede que yo sí haya escuchado declamar a los mejores poetas annoboneses y que los funcionarios de la embajada de Portugal en Guinea Ecuatorial que declamaron mis poesías no tengan idea de cómo se hace.

  No me extrañan que los versos de Francisco Ballovera sean tan potentes, ni que Leoncio Marqués y Nánãy-Menemôl Lêdjam tengan varios premios de poesía: son hijos de Annobón.

De todos los poetas annoboneses que he conocido, Nánãy-Menemôl, el autor de Búdjigêl, es mi favorito. Y Búdjigêl es un precioso poemario lleno de gusanos de seda y otros bichos que ahuyentarían a muchos de los pocos lectores ecuatoguineanos que viven en Yupilandia. 

Yo soy una cría, un clon, un plagio o una copia de Búdjigêl. Después de releer esa obra que leí por primera vez en 2014, me he dado cuenta de que muchos de mis poemas en “Barro en mis pies”, ya estaban escritos en él con títulos como “La niña del barrio” o “El niño asamsé”; y no me avergüenzo ni me asusto, me enorgullezco de mí misma. Los versos de Nánãy-Menemôl me llegaron hasta el fondo, echaron raíces y germinaron como semillas.

No sabría explicar la sensación que produce leer una obra en la que se habla de ti. Miedo, alegría, vergüenza, orgullo… eso sentí cuando leí la “niña del barrio”, porque yo, de pequeña, fui la niña del barrio, antes de conocer a Nanãy. Y conozco a niños asamsé. No sabía que un buen poeta podía no ser Bécquer, ni que en las calles de Guinea había suficiente belleza para hacer poesía sin hablar de amores no correspondidos. 

Otro poeta annobonés es Leoncio Marqués, mi compañero del instituto y de aventuras como Capullos Literarios y Más Letras. Leoncio es de los que me hacen sentir que me queda mucho por aprender cuando les leo. Tenemos casi la misma edad y nos movemos en los mismos entornos, habla igual o peor que yo, pero cuando escribe… cuando escribe habla del dolor y la pena como si Bécquer hablara del amor y la poesía.

Cuando la gente habla de Annobón es muy fácil que piense en el mar y en esa isla aislada a la que el buque nacional visitaba pocas veces al año, donde se habla un pidgin del portugués, de dónde salen los hombres y mujeres del grupo étnico de Guinea Ecuatorial que se sigue marcando la piel con cicatrices para identificarse. Yo también pienso muchas cosas de Annobón, pero, sobre todo, que es de ahí surgen los mejores poetas que tenemos. 

Músicos Africanos: una corriente de frescura (Cecilio Olivero Muñoz)

MÚSICOS AFRICANOS: UNA CORRIENTE DE FRESCURA

Fue en Tombuctú donde nació el músico maliense fallecido en el 2006 llamado Ali Farka Touré, guitarrista y difusor de la música africana. Todos sabemos que la ciudad de Tombuctú era la ciudad a la que los surrealistas, encabezados por André Bretón, eligieron como ciudad de peregrinaje, ya que es la ciudad de los 333 santos y en ella existe la prestigiosa universidad llamada Universidad de Sankore, dicen que es la primera en el mundo. En esta ciudad ancestral nació el cantante y guitarrista maliense Ali Ibrahim “Farka” Touré. También hay otros músicos malienses como Amadou & Mariam, recuerden su disco Dimanche a Bamako y en especial el tema Djanfa, es necesario decir que éstos dos músicos son ciegos y se conocieron en el centro para ciegos de Bamako. Si nos dirigimos a la parte oeste del gran continente africano y nos vamos a Senegal nos encontramos con el músico Ismaël Lo, nacido en Dogondoutchi (Níger) aunque con  raigambre senegalesa,  ya que es de madre nigeriana y padre senegalés, en Europa se le conoce por la banda sonora en su canción Tajabone (1992) en la película Todo sobre mi madre de Pedro Almodóvar y su otro tema Jammu Africa (1996) y también es de su autoría el tema relativamente reciente Jiguen (2006). 

También es un dato curioso que músicos cubanos como Eliades Ochoa hayan publicado un disco como Afrocubismo, en él nos podemos deleitar con músicos africanos como Kasse Made Diabaté -originario de Kela, Malí-; en estos momentos Malí está en todo su apogeo musical y está abierta a la fusión de las músicas de todo el mundo. A pesar de los cambios políticos que está padeciendo el país últimamente. 

Ahora les hablaré de lo que he encontrado en Internet sobre música ecuatoguineana, ya que desconocía bastante. Pero lo poco que he ido recabando en diversas plataformas ha sido lo siguiente: 

Las Hijas del Sol (Paloma y Piruchi) no fueron las primeras artistas ecuatoguineanas en pisar España, pero lo hicieron, de la mano de la discográfica Nubenegra, con más impacto y trascendencia que el resto de grupos del mismo país. Tras un primer disco (Sibèba, 1995) claramente arraigado en la tradición de la etnia bubi (desde el idioma a la técnica vocal, pasando por los giros melódicos y las armonías), el dúo se metió de lleno en la emergente escena de “músicas étnicas” (world music en el mundo anglosajón), atrayendo la atención del público y de la prensa especializada en varios países europeos. Los dos siguientes álbumes (Kottó, 1997, y Kchaba, 1999), fruto de una extraordinaria fusión de la tradición musical ecuatoguineana con sonidos y ritmos de géneros tan variados como el reggae, el funk, el afrobeat y el highlife, deben ser considerados como unos de los más importantes trabajos nunca realizados por un grupo ecuatoguineano. Con Pasaporte Mundial (2001) alcanzaron la cima de su carrera, pero el grupo no tardaría mucho en disolverse y en caer en el olvido, dejando un hueco que ningún otro artista de su país ha podido cubrir.

Por otro lado están otros músicos ecuatoguineanos, como por ejemplo Maelé, Efamba, Bessoso, Malabo Strit Band, Luna Loca, Chiquitin, Dambo de la Costa, Ngal Madunga, Lily Afro y grupos exiliados en España como Super Momo, Hijas del Sol y Baron Ya Buk-Lu, Concha Buika y Chojín de raíces ambos ecuatoguineanas pero nacidos en España, Negro Bey, Jamin, Desmali y su grupo Dambo de la costa. 

Amadou & Mariam (Mali)

También, y volviendo a Malí,  está el músico maliense albino Salif Keita considerada la voz de oro de la música africana, un dato curioso es que es familiar o descendiente del rey Sundiata Keita, fundador del imperio de Malí. También es importante decir que la Orchestra Baobab es un grupo senegalés con reminiscencias en su música cubanas, hacen o crean una música multiétnica y multinacional. También podemos hablar del músico Ugandés fallecido en 2018, su nombre es Geoffrey Oryema, un músico con talento y podemos destacar su canción Ye Ye Ye. También hay música de un cantante de Angola llamado Bónja y musicalmente nos trasmite en Folk y Semba de Angola. Echen una ojeada a su tema Mona Ki Ngi Xica, sin duda es un músico con una gran personalidad, tiene su propia versión del Sodade de Cesárea Évora. También quisiera resaltar la figura de la cantante de Burundi, Khadja Nin y su tema famoso en España, llamado Sina mali, Sina deni (FREE). No están todos los músicos de África, pero sí los que he creído más relevantes. Agruparlos todos sería una labor intensa que seguramente dejaría músicos en el tintero, espero los escuchen y se deleiten con estos grandes de la música. Algunos conocidos, otros, no tanto, pero en definitiva son músicos que merecen nuestro lugar en las playlist personalizadas. Siento no haber añadido a otros músicos de otras latitudes, aunque siempre África. Siempre África. Aunque a veces nos salgamos del mapa del continente africano para reencontrarnos que el africanismo es un amplio mundo que, de manera global, nos lleva a encontrarnos con músicos afrodescendientes esparcidos o diseminados por cuestiones pasadas, de años pasados de esclavitud, y de una anómala época de oscuridad como en los magnolios del strange fruit, nos narran dos divas de la canción en clave de jazz. Que tan bien nos cantaron Billie Holiday y Nina Simone. 

Parece que lo africano, sea de la nacionalidad que sea, tenga en su impronta una clara armonía en son con el arte de danzar, de cantar, de tocar música, en fin, que es todo una manera de vivir. Desde el blues de Muddy Waters, a la elegancia melódica de la voz de Ella Fitzgerald, al Respect de Aretha Franklin, como a las Four Women de Nina Simone al piano, todos han demostrado su talento arraigado al África moderna. 

Escuchen música, interpreten música, también escríbanla. La música empieza donde terminan las palabras decía Beethoven, pero yo añadiría que mejor si esa buena música va ligada a unas bonitas y certeras palabras. Como diría el colombiano Andrés Caicedo: ¡Viva la Música!

Fuentes: Google, Wikipedia, YouTube, Spotify. 

Reflexiones de una ondjundju-Escritores ecuatoguineanos-Juliana Mbengono

De “Cuando los combes luchaban” a “Suspéh”: fotografiando Guinea con letras

La nueva generación de escritores ecuatoguineanos es tan atrevida que ha decidido hacer capturas más fieles del presente utilizando jergas locales y expresiones en lenguas vernáculas pese a la falta de editoriales, la barrera del español, el coste de la publicación en el extranjero, etc. 

Hablando de literatura ecuatoguineana, si nos alejamos de las obras populares o anónimas, sería difícil hablar de ficción al 100%. Los escritores siempre usamos el escudo de “todo parecido con la realidad es casualidad”. Pero, por aquí se cuenta que “la tortuga dijo que la bestia que mató a su madre tiene manchas y el guepardo se sobresaltó; por lo que la tortuga le preguntó si era el único animal con manchas”. Y como se dice por ahí, quien nada debe, nada teme. Y los escritores de Guinea tenemos mucho miedo al contexto social.

La primera obra ecuatoguineana con un autor reconocido fue “Cuando los combes luchaban” (1953) de Leoncio Evita Enoy. Y la segunda fue “Una lanza por el Baobí” (1962) de Daniel Jones Matama. Ambas, publicadas durante el periodo colonial, han sido catalogadas como literatura de consentimiento debido al rechazo que los autores manifiestan sobre su propia identidad, presentando lo negro o africano como salvaje en comparación con la “civilización” de los colonos.

El hecho de que ambas obras sean clasificadas como literatura de consentimiento puede deberse al contexto en el que se escribieron: el negro debía transformarse en todos los aspectos por la necesidad de parecerse al civilizado colono y ser aceptado por él. Desde aquí, ya vemos como la literatura ecuatoguineana, desde sus inicios durante la colonia, es un espejo social; quizás no siempre de los acontecimientos históricos, sino también de las ideologías, costumbres y sentimientos de la sociedad.

La literatura producida en Guinea Ecuatorial a partir de 1968, año en el que el país obtuvo su independencia un 12 de octubre, día de la hispanidad, puede subdividirse en dos partes: la producida durante el gobierno del primer presidente, Francisco Macías, y la producida durante el gobierno del presidente actual, Teodoro Obiang.

Al investigar sobre los escritores del primer gobierno, veremos que gran parte de la literatura ecuatoguineana producida entre 1968 y 1979 se produce en el exilio. Muchos de los escritores ecuatoguineanos se exiliaron en España. Esta generación de exiliados ha recibido diferentes nombres por los mismos escritores. Juan Balboa se refiere a ellos como la generación perdida, mientras que Ciriaco Bokesa llama a ese periodo la Época del mutis y Donato Ndong la ha llamado Once años de silencio. Al igual que los otros, las obras de los exiliados también reflejan su presente: su deseo de volver a casa y sus sentimientos hacía Guinea.

El tercer periodo para la literatura ecuatoguineana, después de la colonia y el gobierno de Francisco Macías, comienza con trabajos como la antología de la literatura ecuatoguineana y la creación del Centro Cultural Hispano-Guineano (1982) desde el que se fomenta la literatura ecuatoguineana a través de herramientas como la revista África 2000 y una emisora de radio homónima. Unos años después, en 1985 la Universidad Nacional de Educación a Distancia publica la novela “Ekomo” de María Nsue, conocida como la primera novela escrita por una mujer ecuatoguineana. 

Tanto en Ekomo, como en otras obras aparecidas en la revista África 2000 y otras de la misma época archivadas en los documentos del Centro Cultural Español de Guinea, también se refleja la realidad ecuatoguineana, a veces de manera simbólica.

El autor de la obra “El párroco de Niefang”, Joaquín Mbomío, ha clasificado a los escritores ecuatoguineanos en corrientes como la Corriente Popular, la Corriente Independiente y la Corriente Neoguineana. En las obras de los autores de todas esas corrientes, como “Tres almas para un corazón”, de Guillermina Mekuy o “Avión de ricos, ladrón de cerdos”, del escritor ecuatoguineano más prolífico de todos los tiempos, Juan Tomás Ávila Laurel; seguimos viendo un esfuerzo constante por capturar la realidad y el presente entre papeles o simplemente hacer un esbozo de lo que se vive o se ve.

Los autores de la literatura ecuatoguineana actual, nacidos entre 1980 y 2000, podrían considerarse como la cuarta generación debido a sus particularidades. Aunque esta nueva generación también captura el presente en sus obras y utiliza la escritura como medio de expresión, tiene ciertas particularidades que la hacen única. Por citar un ejemplo: “Suspéh” es el título de la última obra del autor de “Barlok, los hijos del gran Búho” y “El albino Mico”, Estanislao Medina Huesca.

Aunque Trifonia Melibea, activista LGTBQ+ y la escritora más prolífica del momento, ha llamado “escritoras rebeldes” a las escritoras contemporáneas. Esta rebeldía es una característica general de la nueva generación que, al parecer, no se ajusta a los requisitos del público internacional e intelectual, en vez de eso, dirige sus obras a los propios ecuatoguineanos y en especial, a la juventud. 

Este afán por describir el día a día y la realidad de cada uno, nos permite ver diferentes panoramas del país. Mientras que en “Suspéh”, Estanislao nos permite conocer un poco de Guinea Ecuatorial a través de los delincuentes juveniles; en “Juntos antes que anochezca” de Chris Adá y en “Yo no quería ser madre” de Trifonia Melibea se nos permite conocerla a través de los testimonios de jóvenes homosexuales; en “Ebihi Nga Mbot” de Isabel Rope se nos acerca al infierno que supone la poligamia para muchas mujeres y en “Mbura Mbot” Matías Elá, al igual que Maximiliano Nkogo en “Nambula”, expone el perfil de los funcionarios públicos, su incompetencia y muchas cosas más que descubriremos dejándonos llevar por estas joyas.

Por lo tanto, la literatura ecuatoguineana es un medio excelente para conocer esta pequeña excolonia española.