2º EDITORIAL: NORTE-SUR

 

EDITORIAL

NORTE-SUR

 

Nos hablan de Norte y de Sur, nos hablan de Civilizaciones enfrentadas y de Alianza de Civilizaciones, nos hablan de Culturas opuestas y de diálogo de Culturas, nos hablan de Primer Mundo y de Tercer Mundo. Nosotros preferimos no guiarnos por conceptos que separan a los seres humanos en grandes concepciones interesadas -Norte y Sur, Primer y Tercer Mundo- o en conceptos que en principio nos gustan -Civilización, Cultura-, pero que, al emplear como términos excluyentes, pretenden desdibujar a la humanidad en su conjunto.

 

Porque consideramos que sólo hay una única civilización que se manifiesta en formas variadas, ya que todas responden a un patrón humano, y creemos que la cultura es ante todo conexión entre seres humanos. Sólo así se entiende que nos conmuevan poemas y relatos de otros pueblos y tradiciones. Don Juan Manuel recoge, en la tradición española, relatos de reminiscencias indias, persas y árabes, los reconstruye y crea una obra cumbre de la literatura castellana. En América Latina se forman pueblos con elementos múltiples. No podemos negar, es cierto, que algunos de esos elementos fueron fruto de la violencia. A nadie se le debería ocultar la tragedia de la esclavitud, por ejemplo, millones de negros transportados como bestias por la codicia de los mercaderes. Pero la cubana Lidia Cabrera se acerca a la negritud con interés, respeto y deseo de comprender lo que hay de negro en el mundo cubano, y por extensión en otros países de América, cualquiera que sea el origen de la mezcla, aunque sin olvidar tanto sufrimiento. Nada podemos hacer por soliviantar todo ese dolor de la Historia, tan sólo reconocerlo y asumirlo, aprender de la ocurrido, aunque a tenor de lo que vemos hoy parece que poco o nada se ha aprendido. Del mismo modo es como algunos autores blancos se acercaron al indigenismo, otras víctimas de la colonización, y de ahí hayan surgido autores como Manuel Scorza, Ciro Alegría o José María Arguedas, entre los más conocidos.

 

Amin Malouf, autor libanés que escribe en francés, es cristiano y escribió un libro sobre las cruzadas desde la perspectiva de los árabes, escribió un ensayo Identidades Asesinas, título este que nos parece ya de por sí una referencia al peligro de querer segmentar a los seres humanos en culturas y civilizaciones diferentes. Colocas una etiqueta a un lugar y conviertes a sus ocupantes en parias sociales. Estableces una sencilla frontera, Norte y Sur, y a partir de allí unos podrán gozar del (des)orden de este mundo y otros lo sufrirán. Sin embargo, no debemos tampoco ser simplistas. Del mismo modo que Norte-Sur han dejado de ser conceptos geográficos para volverse símbolo de la ignominia humana, hemos de abrir los ojos para mirar realidad que no son como las pintan. Todos nos dolemos con la versión que nos dan de África: miseria, violencia, desesperación. Pero existe otra África, la del arte, la música y la literatura que explican sus propias realidades y se proyectan al mundo para influir y crear. Picasso no hubiera sido el mismo sin la influencia del arte africano. La música actual tiene influencia africana y su forma de crear música da pie a nuevas mezclas cuyo reflejo se proyecta a través de grupos como Qbamba o 08001. Lo mismo podemos decir de América o de Asia. Sao Paulo o Buenos Aires, Nueva Delhi o Ulan Bator son espacios en los que artistas, escritores, cineastas, músicos o actores también crean, desarrollan y ofrecen al mundo su modo de entender el mundo, su cultura.

 

La cultura es ante todo mezcla. Pero una mezcla que se lleva a cabo con normalidad. La constante propaganda de multiculturalidad que a veces formulan algunas administraciones nos resulta sospechosa de otras cosas (dime de lo que alardeas y te diré de lo que careces, expresión popular con un trasfondo real enorme en muchos casos). El mejor compromiso para conocer al otro, para entenderlo y enriquecernos es que podamos conocer lo que se crea en todo el mundo, sin cortapisas. Incluimos en ello la simple charla con el vecino, cualquiera que sea el lugar de donde provenga. No hay más misterio, no es nada nuevo, siempre ha sido así y siempre será. Cuando leemos autores de otros países, escuchamos músicas del mundo, cuando vemos películas de otros continentes y contemplamos sus cuadros, estamos dando un paso por la mejora de todos, de ellos y de nosotros. Hasta es posible que dejemos de hablar de ellos y de nosotros, y pasemos a decir simplemente todos.

MUJERES PARIDAS POR MUJERES

 

MUJERES PARIDAS POR MUJERES

 

Las mujeres lucen sus risas jadeantes de maravillosos collares.

Con alegrías efervescentes dan sus pechos entre la lucha y el cariño.

Cuidan de sus hijos caprichosos y exigentes con piel curtida de

paciencia. Y con el empuje de la valentía dan su sabiduria con exquisito criterio y sufrida experiencia. Y firme respuesta es su temple del as al comodín en cuestiones tan poco resueltas y dificultades que solas ellas regresan.

Llevan en sus corazones la reinante palmada al muslo de la vida. Que es amar a sus semejantes en pos de la bondad de la tierra.

Se hacen las paces entre ellas y ellas mismas se las deshacen.

Son primaveras sus alegrías y son nidos sus corazones.

Son virtudes las patrias suyas y llevan su tímida entraña tan viva… con esa risa de euforia y ese desgarro agudo en sus voces.

Cantan sus nanas entre sollozo e instinto.

Cocinan recetas de tiempos remotos.

Conectan y desconectan sus sinsabores y se desmayan en la desgracia.

Cumplen con voluntad en sus pasiones y son brasa pura, en esos, sus galácticos y extenuantes orgasmos.

-(Son suspiros subidos en aviones de gozo)-

Son la manteca y la hogaza de pan y templan con garra en sus ensueñaciones.

Se apartan tenaces del atormentado y sus cavilaciones y en el amor hayan reposo.

Nacen para ser madres y otras son hijas, y por el lamento del viejo (garbanzo negro) y la arruga de la vieja (llaga del tiempo) se les refleja un espejo yermo en sus ojos (vacíos de sueños azules).

Nacidas las mujeres con grandes virtudes de los pies a la cabeza. (Desde la quijada al delantal).

Guardan sus secretos en el escote, y en sus montes de venus encierran calor de rosa de madre , esposa sufriente y amante querida.

Sufren desde el sudor de las palmas de sus manos y se les eriza el cabello cuando su amado las roza con la suavidad del viento entre sus dedos. También cuando se les susurran palabras de amor al oido sienten la cosquilla plácida de la caricia al orgasmo. Y cuando se les besa el cuello, con rastro suave, se les florece la rosa de álmibar y pulpa del laberinto en vilo. A flor de piel se estremece su bajo vientre de seda y huella empapada.

Sus risas y ademanes, jadeos y lamentos, sus suspiros y griterios son la esencia de la vida y su esperanza respira a pulmón abierto la lírica brava de sus caminares de ola entre la espuma.

-(Femeninos como una guitarra)-

-(Como una esfinge)-

-(Como la brisa de la mar)-

-(Como la aurora)-

-(Como la forma)-

Cumplen sin arduas limitaciones las cosicas del hogar en sus circunstancias y llevan con ellas su gozo por el sendero de la bella e infinita esperanza.

Son madres, abuelas e hijas, y también ellas son hermanas.

Son ellas las fuentes vivas con noses tajantes de calentura. Y son sentimiento dulce al sentirse madrazas por vez enésima. En el supremo y vehemente capricho se les escapa como el agua deshecha la mala andanza. Se les engarza la añoranza con la nostalgia y la cautivadora presencia de su belleza hace temblar al hombre y toda ella es su tesoro sencillo.

Se llevan el pan fértil de cada día a la axila y en la entrepierna sus jugosas almas de amantes suspiran en los balcones de en otoño en otoño.

Se desviven por sus retoños y les crujen las entrañas como hogueras de sufrimiento, y son ángeles sin cielo y sin nombre tan viscerales, que en su cariño pongo mis ojos y los racimos granates del caldo de mi noble sangre.

Así es mi madre, así es la tuya y ellas llevaron mi amor en alza.

Y si no amas con pasión desnuda y respeto solemne a una mujer de pulso, coraje y consuelo, con esa fuerza de enérgica estirpe, es que no comprendes o no quisieras saber que ellas son mujeres paridas por otras mujeres, que nutren de vida a la vida y se merecen altar negro de cirios de súplica, anhelo y rezo.

Por ser manantial de providencia elegida por la naturaleza en el magnánimo paseo del preñante magma.

O quizás perviertas la temperatura blanca del solitario suspiro y la herida infectada de la soledad. Que debiera y no es santa. Y es por puro sentido de la supervivencia tozuda que araña a todas las frentes.

O quizás no quieras respetar por ingrata postura o por orgullo tan pobre de humanidad. Y tan pobre hombre debes ser por corto de luces o por mediocre de cumbres. Al no ser tu cumbre dar esa merecida y justa verdad.

                                  Por Cecilio Olivero Muñoz