MUJERES PARIDAS POR MUJERES
Las mujeres lucen sus risas jadeantes de maravillosos collares.
Con alegrías efervescentes dan sus pechos entre la lucha y el cariño.
Cuidan de sus hijos caprichosos y exigentes con piel curtida de
paciencia. Y con el empuje de la valentía dan su sabiduria con exquisito criterio y sufrida experiencia. Y firme respuesta es su temple del as al comodín en cuestiones tan poco resueltas y dificultades que solas ellas regresan.
Llevan en sus corazones la reinante palmada al muslo de la vida. Que es amar a sus semejantes en pos de la bondad de la tierra.
Se hacen las paces entre ellas y ellas mismas se las deshacen.
Son primaveras sus alegrías y son nidos sus corazones.
Son virtudes las patrias suyas y llevan su tímida entraña tan viva… con esa risa de euforia y ese desgarro agudo en sus voces.
Cantan sus nanas entre sollozo e instinto.
Cocinan recetas de tiempos remotos.
Conectan y desconectan sus sinsabores y se desmayan en la desgracia.
Cumplen con voluntad en sus pasiones y son brasa pura, en esos, sus galácticos y extenuantes orgasmos.
-(Son suspiros subidos en aviones de gozo)-
Son la manteca y la hogaza de pan y templan con garra en sus ensueñaciones.
Se apartan tenaces del atormentado y sus cavilaciones y en el amor hayan reposo.
Nacen para ser madres y otras son hijas, y por el lamento del viejo (garbanzo negro) y la arruga de la vieja (llaga del tiempo) se les refleja un espejo yermo en sus ojos (vacíos de sueños azules).
Nacidas las mujeres con grandes virtudes de los pies a la cabeza. (Desde la quijada al delantal).
Guardan sus secretos en el escote, y en sus montes de venus encierran calor de rosa de madre , esposa sufriente y amante querida.
Sufren desde el sudor de las palmas de sus manos y se les eriza el cabello cuando su amado las roza con la suavidad del viento entre sus dedos. También cuando se les susurran palabras de amor al oido sienten la cosquilla plácida de la caricia al orgasmo. Y cuando se les besa el cuello, con rastro suave, se les florece la rosa de álmibar y pulpa del laberinto en vilo. A flor de piel se estremece su bajo vientre de seda y huella empapada.
Sus risas y ademanes, jadeos y lamentos, sus suspiros y griterios son la esencia de la vida y su esperanza respira a pulmón abierto la lírica brava de sus caminares de ola entre la espuma.
-(Femeninos como una guitarra)-
-(Como una esfinge)-
-(Como la brisa de la mar)-
-(Como la aurora)-
-(Como la forma)-
Cumplen sin arduas limitaciones las cosicas del hogar en sus circunstancias y llevan con ellas su gozo por el sendero de la bella e infinita esperanza.
Son madres, abuelas e hijas, y también ellas son hermanas.
Son ellas las fuentes vivas con noses tajantes de calentura. Y son sentimiento dulce al sentirse madrazas por vez enésima. En el supremo y vehemente capricho se les escapa como el agua deshecha la mala andanza. Se les engarza la añoranza con la nostalgia y la cautivadora presencia de su belleza hace temblar al hombre y toda ella es su tesoro sencillo.
Se llevan el pan fértil de cada día a la axila y en la entrepierna sus jugosas almas de amantes suspiran en los balcones de en otoño en otoño.
Se desviven por sus retoños y les crujen las entrañas como hogueras de sufrimiento, y son ángeles sin cielo y sin nombre tan viscerales, que en su cariño pongo mis ojos y los racimos granates del caldo de mi noble sangre.
Así es mi madre, así es la tuya y ellas llevaron mi amor en alza.
Y si no amas con pasión desnuda y respeto solemne a una mujer de pulso, coraje y consuelo, con esa fuerza de enérgica estirpe, es que no comprendes o no quisieras saber que ellas son mujeres paridas por otras mujeres, que nutren de vida a la vida y se merecen altar negro de cirios de súplica, anhelo y rezo.
Por ser manantial de providencia elegida por la naturaleza en el magnánimo paseo del preñante magma.
O quizás perviertas la temperatura blanca del solitario suspiro y la herida infectada de la soledad. Que debiera y no es santa. Y es por puro sentido de la supervivencia tozuda que araña a todas las frentes.
O quizás no quieras respetar por ingrata postura o por orgullo tan pobre de humanidad. Y tan pobre hombre debes ser por corto de luces o por mediocre de cumbres. Al no ser tu cumbre dar esa merecida y justa verdad.
Por Cecilio Olivero Muñoz
agosto 23, 2008
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