
Todavía lo escucho y se me erizan los cabellos. Con Camarón, no sólo he ido conociendo a un artista con una voz prodigiosa, he descubierto a un Dios que sentenciaba desde su púlpito la gran verdad de los hombres.
Camarón de la Isla murió joven, pero acaso ¿no es así como deben morir los mitos? Cuando escucho una letra suya que nos dice: «Eso que haces no se hace, eso que tú haces no está bien, y continúa… Eso no está bien, eso no se hace, y sentencia…con el mayor enemiguito del mundo, mira si tu pena es grande». Estos Tangos están en su disco Camarón de la Isla en Directo, con el sello Flamenco Vivo.
Camarón lo ha cantado todo. Es un cantaor que contiene una ciencia en sí mismo. Cuenta Kiko Veneno que cuando mirabas a Camarón parecía que no era de este mundo. Hay un tema llamado Otra Galaxia que dice lo siguiente: «Cuando los niños en la escuela estudiaban pa’ el mañana, mi niñez era la fragua, Yunque, clavo y alcayata», y después repite la estrofa, y yo lo atribuyo a otro golpe de sentencia. Camarón cuando subía a un escenario era grande aunque la persona fuese pequeña. Pero lo que hacía grande a Camarón no es la voz, que también, es su carisma para mostrarnos aquello que metafísicamente no damos por hecho, pero que él lo hacía suyo y lo mostraba a la humanidad para sentenciar, para levantar el alma de los que viven en el valle de sombra.
José Monge Cruz obtuvo de su madre Juana toda una cátedra de flamencología. Cierto es que él escuchó muchos discos antiguos y cantó encerrado en un cuarto, y toda la esencia que se confirma al escucharle cantar es un verdadero deleite. Porque cuando canta Camarón se para el tiempo y se para la vida, y su voz monumental se escucha en la tierra como un efluvio sagrado proveniente de no sé qué mundo, quizá sea otra galaxia, como el título de su canción por bulerías acompañada de jaleos y palmas, esta vez sin guitarras. Porque Camarón de la Isla disfruta de tener el duende del séptimo hijo. Porque cuando canta Camarón el palo que sea, la letra es una verdadera revelación.
Me atrevo a decir que Camarón no tendrá ningún sucesor, porque es un cantaor infinito. Es un cantaor que ha cantado cosas de otros poetas, siempre con la ayuda de su productor Ricardo Pachón. ¿Cuántas veces no nos hemos conmovido escuchándole cantar por Lorca, por Antonio Machado o por Omar Khayyám? Cuando Camarón nos canta: «Viejo mundo, el caballo blanco y negro, del día y de la noche, atraviesan al galope, eres el triste palacio donde cien reyes soñaron con la gloria, donde cien reyes soñaron con amor y se despertaron llorando». Sin duda otra sentencia. Camarón cuando canta no juzga pero sentencia como un Rey Salomón mediante la palabra, palabra de gitano.

Camarón y su mujer Chispa han sido una pareja moderna y gitana. Y han vivido juntos hasta que Camarón murió. Pero nos dejó su legado, su voz de otro mundo, Camarón desde la infancia escuchaba a su madre cantar «Con la mancha que tienes en la frente, chamullas a la gente que yo soy pecadora, mientras yo me metía en mi pecho mientras que mi pecho tus traiciones lloraba, y acababa sentenciando con algo que también cantaba Camarón: Échale betún, qué betún, a la bota, échale betún, qué betún, y al tacón, eres más bonita que un tirabuzón».
Camarón es inmortal porque canta sobre las entrañas del mundo.
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No lo he escuchado, lo buscaré en YouTube, seguro me gustará, ese género musical siempre me fascinó. Me gustó conocer y lo comparto para que más personas puedan conocer.
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