Irene Vallejo-El infinito en un junco

Alejandro Zambra-Autor de Poeta Chileno

Nevando en la Guinea les desea un feliz año 2025

Aquellos años 90-Cecilio Olivero Muñoz

AQUELLOS AÑOS 90

 

Recuerdo bien aquellos años noventa. 

 

El 1992 fue año olímpico. Pero el que recuerdo mejor fue aquel en que se bailaba rumba. Hasta llegar 1993 (el siguiente año sería fatídico), el lema era Amigos para siempre de los Manolos y también vete de los Amaya, Era el año que se emitió también el MTV unplugged in New York de Nirvana. Todo parecía tambalearse en los noventa.

 

 Cuentan que Kurt Cobain y su grupo dudaban si tocar para un sello corporativo. Pero al final aceptaron. 

 

En el 1994 aquel escenario haría historia por el álbum y el vídeo de la grabación en directo que se vendería más que los churros. Kurt pidió fervientemente que decoraran el escenario con velas encendidas y con lirios del tipo Stargazer. 

 

Y el productor, Alex Coletti, le insinuó: — como en un funeral, y Kurt dijo: —Exacto. 

 

Nadie presagiaba lo que aquellos años deparaban en un futuro temprano, demasiado temprano. La muerte y la calamidad.

 

Kurt Cobain se pegaba un tiro con una escopeta en su casa. 

 

Se acababan entonces los años 90. Entre aquellos años se podía ver en VHS la película Trainspotting (1996) basada en la novela de Irvine Welsh, muy acertada como mensaje para la juventud de entonces. Pero el suicidio de Cobain cerraba un amplio capítulo negro en la generación X. Kurt estaba en las garras de la heroína y no pudo soportar la noria. O el tiovivo de subes y bajas constantes. 

 

Entonces era la edad de piedra para la tecnología que nos marcaría a todos en un futuro más milennial.  Entonces el arte eran los ideales que cada uno tuviese y la época grunge que abanderaba Kurt Cobain. 

 

A los admiradores del flamenco, entonces, nos ocurrió otra fatalidad: se nos fue el rey del flamenco, Camarón de la Isla. Y se publicaba su obra última Potro de Rabia y Miel (1992). Álbum que evidenciaría la adicción a la heroína de José Monge Cruz, el divino Camarón.

 

Y otros que nos dejaron por sobredosis de heroína fueron Ray Heredia y Enrique Urquijo, de la banda Los secretos. Sin duda, toda una generación perdida. El cine patrio cerraba ese capítulo con el film Báilame el Agua (2000), protagonizado por el actor vasco Unax Ugalde junto a Pilar López de Ayala. Tiempo en que el viento se llevaba el espíritu de las dormideras dobles. 

 

Las madres luchadoras obedecían su instinto cuidando a sus hijos, tanto de las drogas como de todo lo demás. Así en el año 2000 se cerraba un ciclo y era el comienzo para la generación Z y en el 2002 los años del euro.

 

De todo aquello reparo en una conclusión. Y es que todos aquellos años fueron fatales. Para algunos era como luchar contra un potro de rabia y miel, y otros no llegaron a contarlo. Pero fueron unos años en los que la juventud no tomaba drogas de diseño, aunque sí cocaína y heroína. Aparte de la hierba, que no la considero droga. Atrás quedaron unos años que nos marcarían para siempre a muchos. Y puedo decir que ojalá volvieran, hubiese querido evitar de un modo más enérgico alguna muerte.

 

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Entrevista a Joaquín Sabina por Fernando Sánchez Dragó

Book trailer de libro que se publicará próximamente LiooLi’s Wanted de Cecilio Olivero Muñoz

Madregilda (un retrato de la posguerra) Cecilio Olivero Muñoz

MADREGILDA

UN RETRATO DE LA POSGUERRA 

Sólo una película que no te hable a ti directamente puede ser un retrato que comprendes a la perfección. Las historias de la posguerra han ido de boca en boca desde su inicio hasta los veinticinco años de paz, en los años 60. Todavía se siguen escuchando en tiempos de democracia. Pero fue en aquellos años cuando se realizó el bodrio de película que da culto a la personalidad de Franco. La película es Franco, ese hombre. 

Recuerdo que en los primeros años de la transición vivía en mi barrio un hombre represaliado por la guerra y afectado por la posterior miseria de las cartillas de racionamiento, también de paseos marciales de la posguerra donde los más pobres son los más perjudicados, como siempre.

El hombre, al que llamaban Marcos, cuando de chiquillos soltábamos la consigna maldita de ¡viva Franco!, él nos replicabacon gran libertad y rabia enajenada: ¡Hijos de Putaaaa! Nosotros entonces no lo entendíamos, solamente reíamos. No sabíamos ni quién era Franco. Pero el hombre este debió de pasarlo realmente mal. Era evidente dada su reacción. 

Y toda esta perorata, sin más preámbulos, me invita a hablar de la película por antonomasia de la posguerra. La película es (Madregilda, 1993). Es una tragicomedia que retrata muy bien esos años de inviernos interminables y de colilleros de cigarros puro como de reuniones clandestinas de los vencedores.

Es una película que, aunque refleja en cierta forma la posguerra y una tragicomedia, hace gracia a ratos. Militares chusqueros, unárabe lameculos y mamporrero, España negra, ya no gris, invernal total. 

El elenco de actores es una gozada. Lleva a cabo un paralelismo de la España beata y aburrida de aquellos años a la sombra de su eterna noche de vaho en los cristales. 

Aunque nada fiel en el aspecto físico, muy gracioso en el marco de una partida de Mus que tiene fijada la fecha todos los primeros viernes de cada mes por cuatro militares, uno, un cura artillerointerpretado por Antonio Gamero, Millán Astray interpretado por Juan Luis Galiardo, y el personaje interpretado por José Sacristán, llamado Longinos y el Franco que refleja lo absurdo de una dictadura. Juan Echanove le quita negritud al film con su gran habilidad interpretativa y una gracia que se desarrolla en toda la cinta trasmitiendo a través de un caudillo cómico y a la vez pueril. 

A través de los rojos, víctimas todos ellos, y por medio deltrasluz, se crea una perspectiva de la posguerra gracias a la buena dirección de Francisco Regueiro quitándole hierro mediante la parodia a los duros años del hambre después de nuestra guerra.

La protagonista en Gilda es Rita Hayworth (interpretada por Bárbara Auer) que hace de madre del niño matutero Manuel, la película Gilda no es más que una mirada atenta a los huérfanos y a los niños abandonados. Toda una metáfora donde Gilda es la madre de esta película y de la posguerra franquista.

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Vídeo sobre Fernando Pessoa—Escribir Poesía-Cecilio Olivero Muñoz

ESCRIBIR POESÍA

Por Cecilio Olivero Muñoz

¿De dónde he heredado el hecho de ser poeta? Quizá ni lo sea, quizá sea un impostor, quizá no sea ni lo uno ni lo otro. Porque ¿para qué sirve la poesía? No te da dinero, te hace vulnerable como en este post publicado al desnudo, a corazón abierto, desde la piel al tuétano.

 La poesía es un lastre, una pesada carga, las humanidades hoy por hoy son inhumanas. ¿Dónde está agazapado el genoma en mi ADN que me dice y me da la razón en el hecho de ser poeta? Eso si lo fuera. Porque dudo a todas horas. Me desnudo ante una caterva de desconocidos que no saben si es real o ficticio lo que escribo, o quizá sea una exageración. Una manera más de hacerme notar. ¿Vanidad? Puede valer. ¿Romanticismo empalagoso a veces? También. Los poetas nacen del fracaso y de la derrota, uno es masculino, y la otra femenina.

Pero los dos son la misma cosa. Yo como poeta me declaro ausente, una incógnita, no quiero ser petulante. A veces no soy yo quien escribe, es una fachada de cara a una plaza pública donde nadie me conoce, no me conoce y me juzga.

 Afuera está la primavera, pero yo no la logro ver ni la consigo entender. Ya no me sirven en los bares y molesto como un grano en el culo. ¿Ganar un concurso te hace poeta? No. Simplemente te colmas de ego y presumes que has ganado esto o aquello, pero los corazones todavía se rompen en pedazos.

No soy un poeta de concursos, tengo miedo escénico, y no me considero un poeta en toda regla. En este mundo de la poesía hay mucha envidia, celos, malentendidos, escarnio, y te aconsejarán aquellos que, de los cuales, tienes que decantarte por el lugar contrario al que te dicen que te dirijas. En el modernismo se ha hablado más de palomas y de proclamas políticas, que es pura obsesión, que alguna poesía es aburridísima. Algo parecido a lo que pintaba el Padre de Pablo Picasso, que pintaba siempre palomas. Yo no envidio a nadie, quizá mienta, ya que si alguien gana un concurso me da envidia, sin embargo, si alguien es un derrotado total que se lanza a la escritura como modo de supervivencia me da pena, o quizá sea yo quien dé pena.

Gastarás un montón de dinero. Y aún así los objetivos marcados son presuntamente quimeras y sólo eso. Bueno, que no, que no, no soy un poeta en toda regla. Mi ambición es otra. Mi ambición es la de amar, una experiencia sexual y dejarme de gaitas.