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Relatos cortos- Antonio Miguel Oliveros Quiroga

Pasó toda su infancia de un orfanato a otro, sus padres lo dejaron cuando no había cumplido seis años, la vida que llevaban se puede decir que no era la más adecuada para educar a cuatros hijos, con poca diferencia de edad entre ellos y las continuas peleas entre el matrimonio hacía imposible la convivencia, las penurias era lo único que les sobraba.

Lo intentaron adoptar varias veces, pero a los pocos días lo volvían a llevar al orfanato, porque no se adaptaba a la vida ordenada de una familia normal o su rebeldía lo hacía imposible.

Luego en la adolescencia ingreso en varios centros de acogida, hasta que al cumplir la mayoría de edad salió para ingresar en el ejército.

De sus padres no tenía noticia alguna, igual que del resto de sus hermanos, así que no había nada que le retuviera o por quien preocuparse y nadie lo hacía por él.

Su vida no había sido fácil, los castigos eran continuos en los centros donde estuvo y eso le hizo ser más duro con los demás, sus sentimientos estaban muy escondidos dentro de sí y no los mostraba más que para defenderse de quien desconfiara.

En el ejército viajo a varios países en conflictos bélicos, a otros en ayudas humanitarias y eso le hizo ver la realidad de la vida y aprender a valorar, se dio cuenta de que no se puede vivir sin unos objetivos y sin tener a nadie que le espere a uno.

Sentía envidia de los compañeros cuando volvían de algún permiso y lo habían pasado con sus familias, él cuando estaba de permiso no sabía dónde pasarlo, por lo general lo único que hacía era emborracharse y deambular por las casas de cita, tenía una vida desordenada sin que nadie se preocupara por él, ni la obligación de dar explicaciones a nadie.

Los tres años que estuvo lo endurecieron aún más si cabe, se hizo experto en artes marciales y el manejo de las armas no tenía secretos para él.

Así que cuando se licenció, no sabía lo que haría con su vida para cuando agotara el dinero ahorrado en los últimos años, pues no tenía estudios superiores y su experiencia anterior al ingreso en el ejército, se reducían a trabajos esporádicos.

Su afición a la vida nocturna se hizo habitual y las visitas a los clubs de alternes lo llevó a conocer ese mundo como a la palma de su mano y al cabo de una temporada lo contrataron en uno de ellos como seguridad para mantener el orden del local.

Era muy bueno en su trabajo y eso le hizo ser conocido en ese mundo, pero a la vez temido, porque no tenía piedad con quien osara pasar el límite en alterar el orden en el establecimiento, lo que le aportó muchos enemigos y a la vez rodearse de gente al filo de la legalidad.

Hasta que una madrugada al dirigirse a los aparcamientos para recoger su coche le estaban esperando un grupo de personas nada amigables, para vengarse del último altercado que tuvo la noche anterior.

Él se defendió hasta quedar tendido en el suelo sin conocimiento y cuando se despertó en la cama de un hospital, se dio cuenta que estaba esposado a los barrotes de la misma y un policía en la puerta de la habitación, que al comprobar su reanimación llamó al médico y a la jefatura para interrogarle.

Le preguntaron por una persona, que encontraron junto a él cuando acudieron al aparcamiento, tras recibir una llamada pero ésta persona yacía sin vida con un puñal clavado en la espalda.

Pasaron varios días y las heridas casi curadas le dieron de alta en el hospital, esposado lo condujeron ante el juez y después del interrogatorio lo dejaron en libertad, no antes de informarle la obligación de estar localizable y no salir fuera de la ciudad.

Él no recordaba muchas cosas de la pelea, solo que eran varios y se defendió como pudo con los puños, pues no llevaba armas de ningún tipo, recibía golpes por todas partes y él daba a quien más cerca estaba hasta que cayó al suelo, después nada hasta que despertó en el hospital.El culpable de la muerte esta vez escapó de la justicia, porque después de varios meses presentándose en la comisaría de policía todas las semanas, lo citaron para el juicio por la pelea que él se vio involucrado.

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El reencuentro-Antonio Miguel Oliveros Quiroga

Hacía poco que habían inaugurado el local y él había estado fuera todo el verano, así que estaba decidido a comprobar lo que le habían contado y para eso el mejor día para hacerlo era este. No solía ir por este tipo de locales pues el baile no era su fuerte y para tomar una copa con los amigos prefería otros sitios más tranquilos, pero sabía que ellos estarían allí y quería celebrar su vuelta del veraneo. Para el día de la semana que era le sorprendió la cantidad de gente que había, sus amigos le esperaban junto a una de las barras del bar, porque no habían conseguido mesa por estar todas reservadas, así que se dispusieron a tomar algo y cuando se cansaran saldrían a alguna de las terrazas existentes en el exterior. Así fue como coincidieron con un grupo de chicas que como ellos habían salido a la terraza para descansar y tomar algo al aire libre. Estaban en mesas contiguas y él se quedó mirando a una de las chicas a la que no tardó en reconocer pues era una antigua compañera de instituto, pero que hacía varios años que no la había vuelto a ver El cambio que esos años habían realizado en su cuerpo fue lo que más le impresionó, era guapísima, su melena morena, los ojos grandes, alta y un cuerpo exuberante.

Ella se dio cuenta que la miraba y al cruzar sus miradas le sonrió, lo que le confirmó que también le había reconocido, eso le sirvió para levantarse de su silla y dirigirse a saludarla. Él se acercó un poco cortado y no sabía cómo expresar su alegría… ¿con un beso en la mejilla y cómo estás? ¿darle la mano y qué tal?… en ello pensaba cuando llegó a su altura y cuando reaccionó estaban abrazados con sus cuerpos estrechados, tras un fuerte abrazo por parte de ella su corazón latía como un caballo desbocado. A continuación empezaron con las preguntas y los recuerdos durante un buen rato, que se despidieron de sus respectivos grupos de amigos para irse a otro lugar donde estuvieran más tranquilos y disfrutar del reencuentro con más calma, pues ella también se había quedado sorprendida al reconocerlo y el volver a encontrarse prometieron no tener que estar tanto tiempo sin verse. Han pasado muchos meses desde aquel reencuentro y las cosas no pueden ir mejor, al cabo de unos meses se habían ido a vivir juntos, y cada día eran más felices, pues sus vidas se habían adaptado incluso tenían en mente pasar por el altar, pero antes pensaban pasar unos días de descanso antes de la época estival y que tenían planeado hacía tiempo. La casa rural estaba en un pueblo de montaña y como era primavera el campo estaba como un jardín lleno de flores y rebosante de colores, por los arroyos corría el agua transparente y fría del deshielo de las montañas cercanas que habían estado nevadas durante todo el invierno. Era como la estampa que les había hecho elegir ese lugar para celebrar el primer año juntos y todo estaba saliendo como ellos habían planeado, los días que llevaban allí eran los más felices que podían imaginar y así fue hasta la última tarde que después de comer decidieron dar un paseo por los alrededores antes de partir y dejar la casa. A la vuelta para recoger sus cosas de la casa vieron que la puerta estaba abierta y la habitación de la entrada toda revuelta, oyeron un ruido en el piso superior que los sobresaltó, e intentaron salir de la casa pero al volverse se dieron cuenta que había una persona en la puerta de la entrada que les impedía el paso con un arma en la mano, esto les hizo retroceder hasta la mesa que estaba en el centro y parar en seco.

Al momento otro individuo salió de la habitación dirigiéndose al del arma y le dijo que no había encontrado nada de valor y que lo que tenían no era lo que buscaban, mientras el primero seguía amenazándoles, el otro les ató las manos atrás pidiéndoles todo lo que tuviesen de valor y una vez que se lo entregaron a él le golpearon en la cabeza dejándolo aturdido y lo sentaron en el sofá, a ella la violaron una y otra vez en la alfombra mientras gritaba de dolor y a él le apuntaban con la pistola en la frente. Así durante un tiempo que se les hizo interminable hasta que por fin los asaltantes decidieron marcharse y dejarlos tirados en el suelo. Estaba ya anocheciendo cuando ella pudo quitarle las ligaras de las manos, estaba bañada de sangre y no dejaba de llorar, él una vez libre la llevó al baño y ayudó a que se aseara un poco, no deba crédito a lo ocurrido intentaba consolarla pero era tanto lo sufrido que no podía tranquilizarla, buscó entre el desorden de la estancia la llave del coche para llevarla al hospital más cercano, cuando por fin dio con ella se dispusieron a marchar sin recoger nada pues los habían dejado sin los teléfonos móviles y sin el dinero. El estado de nervios que llevaba él y el desconsuelo de ella eran muy grande y la carretera estrecha llena de curvas se hacía interminable, cuando ya se divisaban las primeras casas de la población el coche se salió de la carretera y se precipitó por un terraplén dando varias vueltas de campana. Él salió despedido del interior del vehículo sin darse cuenta de lo ocurrido, perdió el conocimiento y no lo recuperó hasta pasadas varias horas en la habitación de un hospital. Ella quedó atrapada en el vehículo y sin vida, a causa de los golpes como consecuencia de las vueltas que dio el coche hasta el fondo del barranco y cuando llegaron las asistencias no pudieron hacer nada por ella. Desde entonces él no puede con la pena por la pérdida de la persona que más quería y que nada pudo hacer por ella cuando tuvieron el fatídico accidente, por culpa de unos indeseables para robarles sus vidas y la felicidad de dos personas que se amaban. Ahora con la caída de la noche le llega la tristeza, cuando duerme las pesadillas le hacen despertar con sobresaltos y miedos que no puede controlar, esto le pasa desde recobró la conciencia en el hospital donde estuvo ingresado y desde entonces vive con una gran amargura, por haber perdido a la persona que más ha querido. Desde el fatídico accidente deambula cada noche por los barrios más problemáticos de la ciudad y no sabe muy bien lo que busca pero tampoco se lo ha planteado nunca, se limita a dar vueltas por las calles y de vez en cuando entra en algún bar a tomarse una copa y observa a los clientes que hay, porque sus pensamientos siempre están los asaltantes que por su culpa perdió su amor y trágico final que tuvo. No se le borran las caras de los dos agresores y el sufrimiento al que les sometieron con el bárbaro y salvaje abuso sexual a ella, nunca lo podrá olvidar porque es como un puñal clavado en su pecho. No ha imaginado cómo reaccionaría si se los volviera a encontrar, pero tiene la esperanza de que algún día se hará justicia aunque el tiempo pasa y las autoridades no han avanzado en sus averiguaciones a pesar de tener las referencias personales del aspecto físico de los asaltantes. A ellos les podrán juzgar por el asalto por la violación cuando los detengan, pero él mismo también se siente culpable por no haber tenido calma en la conducción en una carretera tan peligrosa que apenas conocía, los nervios y la rabia le jugaron una mala pasada con la precipitación que le condujo el asalto y trágico final. En esto pensaba mientras caminaba por una calle cuando de uno de los locales salían gritos de auxilio y el sonido de un disparo le llamó la atención, corrió hacia la puerta de entrada, pero al llegar algo le detuvo en seco y cayó al suelo, le paso una persona por encima apresuradamente y acto seguido un nuevo disparo sonó en el interior, pero no llegó a dar en el blanco, pues a quien iba dirigido ya había escapado corriendo y giraba la esquina. El hombre con el arma en la mano se paró en la puerta y al verlo en el suelo, le ayudó a levantarse mientras no dejaba de mirar al que yacía en medio del local, se fue hacia él y comprobó que aún vivía, inmediatamente llamó a la policía y se aseguró que no podía escapar. No tardaron en llegar policías, ambulancias y curiosos, que se acercaron al escuchar el jaleo… pero la sorpresa fue cuando las asistencias giraron la cara del herido él no lo podía creer… era uno de los asaltantes de su desgracia, así se lo comunicó al policía que le estaba interrogando como testigo, era el que le ató las manos y vigilaba mientras el otro violaba a su novia…En la declaración del dueño del establecimiento contó que estos dos individuos eran muy conocidos en la zona y aprovecharon en el momento que no había nadie en el bar para intentar robarle , le encañonaron con la pistola pero en un descuido él se la quitó de las manos al que parecía llevar la voz cantante el otro intentó apuñalarle y por eso disparó, al verse desarmado el primero, salió corriendo y tropezó con el que acudió al auxilio pero consiguió escapar antes del segundo disparo. Al herido consiguieron reanimarle las asistencias aunque la herida era grave y tardaría en recuperarse. En su pensamiento ahora está el saber qué pasará con su caso, la policía ya sabe quiénes fueron sus asaltantes, el herido está detenido y el cómplice en busca y captura, es cuestión de tiempo su detención según la policía. Estos dos individuos no son ajenos a los arrestos por pequeños robos y asaltos a viviendas, pero nunca habían utilizado armas de fuego ni habían sido denunciados por violación, así que en esta ocasión pasarían varios años en la cárcel. Pero a él… ¿quién le quita la pena y el sufrimiento de su corazón?

Un paseo imaginario-Antonio Miguel Oliveros Quiroga

UN PASEO IMAGINARIO

Saliendo desde el pozo roero, por delante de las escuelas, hacia las “cañadas” de la médica hasta la finca del “Hoyuelo”.

En la entrada de la finca encuentro una cancela (a pesar de que es camino real) con un cartel que dice… “atención reses bravas”, paso y vuelvo a cerrar la cancela, al principio voy con precaución, pero conforme avanzo veo que por allí no hay más señales en el suelo, que las de haber pasado algunas ovejas o cabras.

 

Continúo caminando entre encinas centenarias, hasta llegar al barranco el “molinillo”, descanso un momento y giro a la izquierda siguiendo su cauce, salvando los obstáculos que encuentro, dirección a su desembocadura en la “Ribera de Huelva”.

 

El margen del arroyo está cubierto de grandes adelfas, acebuches y chaparros, los juncos y el poleo cerca del agua, son refugio de ranas y pececillos, en algunos recodos se forman pequeñas charcas, (que suelen haber sanguijuelas) y se ven huellas de animales en la orilla del agua.

 

Este arroyo me trae muchos recuerdos, pues la primera vez que lo atravesé, fue con mi amigo Quico Collado (el guitarra) camino del cabezo, en el “burro” donde su familia estuvo guardando ganado una temporada.

 

También recuerdo cuando mi madre iba a rebuscar cascarillas de carbón, una vez recogidos los “boliches” o carboneras, mientras yo me entretenía cazando ranas en el arroyo o buscando pájaros por las encinas.

 

Pero algo que me gustaría saber, donde fue apresado mi padre, junto a varios paisanos mientras cogían bellotas del arroyo, antes que la corriente las llevara a la ribera, para sacar algún dinero en unos tiempos que había más necesidad que trabajo.

 

Cada recodo, charca o grupo de adelfas y juncos, los imagino con el agua hasta la cintura, de noche y rodeados de guardias civiles apuntándoles con las armas para que no escaparan.

 

¿Qué crimen estaban cometiendo? Cuando lo hacían para poder dar de comer a sus familias, con el dinero que sacaran de vender las bellotas, que se llevaba la corriente y se perderían en la ribera, donde solo servirían para alimentar a los peces…

 

Con lágrimas en los ojos, continuo bajando con el corazón encogido, hasta llegar a la ribera cerca del puente del empalme, en la antigua vía del tren de Cala, donde desemboca este arroyo.

 

Sigo ribera abajo y tras pasar dos cancelas que cortan el paso, llego a la carretera de cantarranas, descanso en los merenderos junto a los aparcamientos, para comer y refrescarme un poco, antes de emprender la subida de casi cuatro km. hasta el pueblo.

 

Este último trayecto podría hacerlo con los ojos cerrados, por las veces que lo hice desde niño y cada vez que visito el pueblo.

***Una vez me llevó a una mina donde trabajaba, en el camino vimos subiendo por una loma, a una loba y sus cachorros, cuando yo me di cuenta le abracé muerto de miedo a él, pero me dijo…

¡No temas, porque la loba no nos hará nada, solo quiere irse para proteger a sus cachorros!

 

Los lobos solo atacan cuando tienen hambre y van en manada, a los animales más débiles e indefensos.

 

¡De los que tienes que temer, es de las malas personas, que te encontraras en la vida, ellas son las que te pueden hacer daño, si no sabes con quien te relacionas, no te fíes nunca de aquellos que te dan algo, que no hayas ganado honradamente!

 

Estas palabras no las olvidare nunca, aunque tengo que decir que las he llevado siempre muy presente, aunque no he sabido transmitirlas de forma que otros las tengan en cuenta.

 

*** Cuando volvía de sus continuas ausencias me gustaba mirar en las alforjas, por si me tría algo que hubiese encontrado en el campo, alguna chuchería o los cortadillos de azúcar que iba reuniendo del café que tomaba y que él solo le ponía la mitad.

 

Recuerdo cuando mi madre me mandaba algún domingo, al salir de misa a buscar a mi padre para comer, iba recorriendo por los bares del pueblo, hasta que lo encontraba, (normalmente en La Punta el Verde) me gustaba el olor que salía de las distintas cocinas, de las tapas que ofrecían a sus clientes para comer o acompañar las bebidas, en cada sitio tenían su especialidad.

 

Me encantaban las costillas fritas de la Punta el Verde, mi padre cuando me veía entrar le pedía a su primo José «el cateto» que me pusiera un platito, que siempre me sabía a gloria.

 

Si tengo que decir como recuerdo a mi padre, diría que fue un hombre con dos personalidades muy diferentes.

 

La primera que era una persona buena y cariñosa con nosotros.

Pero cuando estada ebrio cambiaba totalmente el carácter y se volvía irritable por cualquiera cosa y no se le podía contradecir.

Él estaba acostumbrado a frecuentar lugares de todos los ambientes, a tratar con gente de toda índole y no dar explicaciones a nadie, durante toda su vida había sido así, por pasar mucho tiempo fuera de casa.

Eso me hizo comprender su forma de ser y las, consecuencias que le acompañó toda su vida.

Nostalgia-Por Antonio Miguel Oliveros Quiroga

¿Es malo ser nostálgico? Después de toda una vida fuera de mi tierra, de haber recorrido diferentes lugares en la distancia, conocer a personas de muy diferentes clases sociales y haber creado una familia, mis recuerdos siempre van en la misma dirección, estar agradecido y no olvidarme de la tierra donde nací.

                                              

Las nuevas tecnologías son el medio que me hacen estar más cerca de mi tierra y la gente que hace tantos años dejé, las noticias, las actividades y cambios, que me proporcionan son un apoyo para estar al tanto que hacen me sentirme en el pueblo y contacto con las personas a través de las redes sociales.

                                      

Nunca pensé tanto en mis orígenes ni imaginé que pudiese recordar los lugares que recorría a diario en mi infancia, los parajes y los campos del entorno donde con frecuencia íbamos a jugar, a bañarnos en verano o simplemente a saciar la curiosidad infantil por descubrir sitios nuevos.

                           

Añoro a los amigos que se quedaron allí y a otros que como nosotros tuvieron que salir con sus familias hacia otros lugares donde poder tener mejor vida y recuerdo a aquellos que ya no volveré a ver porque se han ido para siempre.

                                                                                   

Recuerdo a las personas mayores con las que tenía contacto a diario y de los que aprendí como discurrían sus vidas, el trabajo y las vicisitudes que tenían que pasar para sobrevivir en unos tiempos tan difíciles, las pocas salidas y las muchas necesidades que existían, pero también la solidaridad y ayuda con quien tenía alguna desgracia o problema, igual que el júbilo y la alegría cuando había cualquier celebración de buenas nuevas que eran compartidas por todos los amigos y vecinos como algún miembro de la familia.

                 

Por repetirlo que no quede…

Todo lo que escribo sobre mi pueblo, mi vida en él durante mi niñez, la nostalgia y mis deseos de poder ir a visitarlo, para saludar a las personas que conocí y aun puedo hacerlo, creo que no es para que nadie se moleste, lo hago porque me gusta y a quien no le guste que no me lea.

Son mis recuerdos, mi cariño hacia la tierra donde nací y sobre todo como homenaje y gratitud a las personas a las que hago mención.

A quien no le parezca bien mis escritos está en su derecho que opine y yo seguiré sintiendo lo mismo sin ofensas ni mal rollo, si alguien se siente ofendido lo siento no está en mi intención.

A propósito de Cecilio Oliveros Holgado- Por Antonio Miguel Oliveros Quiroga

Fue un hombre hecho a sí mismo, creció y vivió en libertad sin tener que dar explicaciones a nadie, esa misma libertad marcó su existencia, era serio, leal a sus principios, y orgulloso.

Se había quedado sin padre muy niño, su madre le puso a trabajar en lo que salía y por las noches tenía que ir a la escuela.

Siempre anduvo de un sitio para otro, tratando con toda índole de personajes, visitando ventas y tabernas donde se realizaban todo tipo de tratos… (trabajos, cambios, compras, etc.) siempre delante de una botella de vino, rodeado de gente que iban con engaños o malas intenciones, unas veces salían bien las cosas, y otras no, pues en más de una ocasión podían terminar en riñas y peleas que le hicieron tener muy mal genio cuando se enfadaba.

Las injusticias de la guerra y los años posteriores aún empeoraron su carácter y lo hizo más desconfiado e independiente, ni el hecho de contraer matrimonio le hizo encontrar una estabilidad y atención hacia su familia.

¿Se casó por amor? Eso nunca lo sabremos porque incluso estando comprometido nunca dejó de hacer aquello a lo que estaba acostumbrado, y si tenía que irse varios días fuera del pueblo se iba sin dar explicaciones, como siguió haciendo una vez casado y después de que llegaran los hijos.

Su forma de ser y orgullo le dieron muchos problemas, nunca consintió la humillación de caciques, capataces o con quienes les contrataban el trabajo.

Solía trabajar por su cuenta y no soportaba que alguien le controlara o le mandara hacer algo con lo que no estuviese de acuerdo. Jamás se le vio de paseo con su esposa o los hijos, los días que no trabajaba los dedicaba a reparar o acondicionar los aparejos de los animales que utilizaba para trabajar, o en las tabernas de “tratos”.

Era delgado con un cuerpo menudo y cuando llegaba borracho a su casa apenas comía, si las cosas no le habían salido bien su mal genio lo pagaba con la familia, hasta que se quedaba dormido y cuando despertaba se volvía a marchar, a trabajar o a la taberna para seguir bebiendo.

¿No quería a su mujer ni a sus hijos? No les tenía maltrato físico pero con su mirada infundía mucho respeto, en una época de tanta necesidad no parecía que le importara mucho las de su familia, cuando tenía dinero antes de pagar las deudas de la casa, pagaba las contraídas con los proveedores de piensos y aperos para sus animales, le daba mucha importancia a su cuidado y siempre decía que “eran lo que tenía como medio de vida y no les podía faltar de nada”.

Las necesidades del hogar siempre eran problema de la mujer, el mantenimiento de la casa y los hijos para él pasaban a un segundo plano.

A veces se iba del pueblo durante varios días o semanas a trabajar y cuando volvía podía ser que llegara sin dinero o con el que apenas cubrían algunas deudas.

No era mala persona ayudaba a quien le pidiese cualquier favor, aunque le faltase para él o su familia.

Por estar trabajando desde muy joven conocía infinidad de actividades del campo… agrícolas, ganaderas, o la minería, también conocía toda la comarca próxima y las provincias limítrofes.

Igual que conocía las ventas y tabernas donde eran habituales todo tipo de personas, que eso le dio una visión de la vida diferente al resto y no fiarse de lo que le dieran sin haberlo ganado con su esfuerzo, no le gustaba los juegos de cartas o similares donde el interés por ganar se convierta en adicción, su único vicio era la bebida que no la dejó hasta su muerte.

Nostalgias de un emigrante-El niño y el enterrador-Antonio Miguel Oliveros Quiroga

El niño después de hacer un recado a una vecina, recibió como compensación una perra gorda (10 cm. de peseta) y con ella se disponía a comprarse una chuchería en la tienda de caramelos. Al entrar no había nadie, el dueño había entrado a la trastienda y dejado solo el mostrador, donde tenía en varios botes de cristal con todo tipo de golosinas. El niño llamó varias veces al tendero y este no contestaba, el chiquillo insistía, pero sin resultado alguno, así que alargó la mano hacia uno de los botes que tenía más cerca, pues apenas llegaba al mostrador y cogió una bola de caramelo, con la mala fortuna de ser descubierto por el dueño, que en ese momento aparecía de detrás de la cortina, cuando aún tenía la mano dentro de dicho bote… ¡hay ladrón! ¿qué pretendes robarme? El pobre niño se quedó sin palabras, no sabía qué decir y soltó lo que tenía en la mano sacándola de inmediato. – ¿no te da vergüenza robar a un pobre hombre que se gana la vida honradamente con su tienda? – ¿qué educación te están dando tus padres? -Voy a llamar a la guardia civil para que te den un buen escarmiento… Todo esto se lo decía mientras lo tenía cogido por un brazo y lo sacaba hacía la calle gritando… ¡¡ Guardia!! ¡¡guardia!! El niño mientras tanto lloraba y le pedía que lo soltara, que él no pretendía robar nada, que tenía el dinero para pagarle (y le enseñaba la mano donde tenía el dinero) pero aquel hombre no se calmaba y cada vez gritaba más alto, como si quisiera que todo el mundo se enterara del «crimen» que había cometido aquel niño. ¡Perdóneme! le rogaba entre sollozos… le prometo que no volveré a hacerlo más… quédese con el caramelo y el dinero… -pero deje que me vaya y deje de llamar a los civiles. Pero no había manera que dejara de gritar y zarandearle ¿tan grave era lo que había hecho? ¿era normal el tratamiento que estaba recibiendo? el pobre niño no salía de su asombro y se orinó encima. El hombre cuando se cansó de gritar y no aparecía nadie lo soltó, el chiquillo dejó su «perra gorda» en el mostrador y salió corriendo hacia su casa, sin su dinero ni la chuchería que quería comprar.

Nunca más volvió a entrar en aquella tienda y cuando veía a aquél hombre procuraba no cruzarse con él y cambiaba de acera.

Del enterrador no era miedo lo que le tenía, pero no le gustaba cruzarse con él, cuando veía a aquel hombre con barba sin afeitar en varios días, el pitillo en los labios y la boina negra de medio lado en la cabeza, la camisa descolorida medio remangada y los pantalones de pana manchados de cal, igual que las alpargatas en su día serian negras, pero ya no se sabía el color que tenían, era el enterrador que bajaba por la calle.

Cuando iba con la pequeña escalera de madera al hombro, camino del cementerio a las afueras del pueblo, seguramente a preparar la sepultura de alguien que se había muerto, pues se oían doblar las campanas igual que cuando murió su abuelo. Siempre lo miraba con recelo, pero desde la muerte de su abuelo había ido en aumento, pues solo con recordar como tapiaba el nicho, le culpaba de no poder volver a verlo. A él le dijeron que su abuelo estaba dormido, cuando lo vio tendido inerte en la caja, que luego metieron en aquella pared del cementerio y ese hombre tapó con ladrillos.

No comprendía porque la gente le saludaban, pues te quitaba a los que más querías y le metía allí dentro, que cuando despertara no podría salir. Lo peor fue el día que con un grupo de niños, entraron en el cementerio y vieron en un rincón, un montón de huesos dispuestos para incinerarlos, cogieron algunos para bromear entre ellos y el enterrador los vio, salió corriendo tras ellos increpándoles (con intenciones que ellos desconocían) hasta el centro del pueblo.

Desde entonces este niño no entró al cementerio, hasta después haber pasado muchísimos años, con el enterrador no se volvió a encontrar.

Nostalgias de un emigrante-La dignidad de un hombre-Antonio Miguel Oliveros Quiroga

Fue un hombre hecho a sí mismo creció y vivió en libertad, sin tener que dar explicaciones a nadie y esa libertad marcó su existencia, era serio, leal a sus principios y orgulloso. Se había quedado sin padre muy niño, su madre le puso a trabajar en lo que salía y por las noches tenía que ir a la escuela. Siempre anduvo de un sitio para otro, tratando con toda índole de personajes, visitando ventas y tabernas donde se realizaban todo tipo de tratos… (trabajos, cambios, compras, etc.) siempre delante de una botella de vino, unas veces salían bien las cosas y otras no, pues en más de una ocasión podían terminar en riñas y peleas, rodeado de gente que iban con engaños o malas intenciones, le hicieron tener muy mal genio cuando se enfadaba . Las injusticias de la guerra y los años posteriores aun empeoraron su carácter y lo hizo más desconfiado e independiente, ni el hecho de contraer matrimonio le hizo encontrar una estabilidad y atención hacia su familia. (¿Se casó por amor? Eso nunca lo sabremos, porque incluso estando comprometido nunca dejó de hacer a lo que estaba acostumbrado y si tenía que irse varios días fuera del pueblo, se iba sin dar explicaciones, como siguió haciendo una vez casado y después de que llegaran los hijos. Su forma de ser y orgullo le dieron muchos problemas, nunca consintió la humillación de caciques, capataces o con quienes contrataba el trabajo. Solía trabajar por su cuenta y no soportaba que alguien le controlara o le mandara hacer algo con lo que no estuviese de acuerdo. Jamás se le vio de paseo con su esposa o los hijos, los días que no trabajaba los dedicaba a reparar o acondicionar los aparejos de los animales que utilizaba para trabajar, o en las tabernas de “tratos”. Era delgado con un cuerpo menudo y cuando llegaba borracho a su casa apenas comía, si las cosas no le habían salido bien su mal genio lo pagaba con la familia, hasta que se quedaba dormido y cuando despertaba se volvía a marchar, a trabajar o a la taberna para seguir bebiendo. ¿No quería a su mujer ni a sus hijos? No les tenía maltrato físico, pero con su mirada infundía mucho respeto, en una época de tanta necesidad no parecía que le importara mucho las de su familia, cuando tenía dinero antes de pagar las deudas de la casa, pagaba las contraídas con los proveedores de piensos y aperos para sus animales, le daba mucha importancia a su cuidado y siempre decía que “eran lo que tenía como medio de vida y no podía faltarles de nada”. Las necesidades del hogar siempre eran problema de la mujer, el mantenimiento de la casa y los hijos para él pasaban a un segundo plano.

A veces se iba del pueblo durante varios días o semanas a trabajar y cuando volvía podía ser que no llegara con dinero y apenas cubrían algunas deudas.

No era mala persona, ayudaba a quien se pidiese cualquier favor, aunque le faltase para él o su familia.

Por estar trabajando desde muy joven, conocía infinidad de actividades, del campo… agrícolas, ganaderas, o la minería, también conocía toda la comarca próxima y las provincias limítrofes. Igual que conocía las ventas y tabernas donde eran habituales todo tipo de personas, que eso le dio una visión de la vida diferente al resto y no fiarse de lo que le dieran sin haberlo ganado con su esfuerzo, no le gustaba los juegos de cartas o similares donde el interés por ganar se convierta en adicción, su único vicio era la bebida que no la dejó hasta su muerte.