


Alejandra Moffat
Mambo
Editorial las afueras, 2025
Ana cuenta la cotidianidad de su vida de niña. Va descubriendo los hechos que le rodean y los normaliza desde su perspectiva infantil. Nos los describe, curiosa, pero sin las claves de su tiempo, del contexto en el que viven. Es la hija pequeña de una familia que reside en el sur de Chile. Son los años ochenta, ella apenas sabe nada de lo que ocurre en el país durante aquellos años complicados. Asiste casi como si fuera un juego a los detalles de la normalidad, sea lo que sea la normalidad, que para ella es sobre todo observar, corretear y convivir con sus padres, su hermana mayor y con otros personajes que aparecen y desaparecen de sus vidas, pero también la asunción de gestos y símbolos que no puede comprender en toda su envergadura.
Pero el lector sí lo entiende, conoce el contexto, va comprendiendo a medida que avanza en la lectura la atmósfera de clandestinidad en que se hallan, los gestos que indican lo que pasa, lo que rodea a esta familia, a Mónica, al taxista, al mundo en torno a la niña.
Ella misma va creciendo y aprehende a través de las brechas de la realidad lo que ocurre. Comprendemos según nos lo narra, pero también apreciamos su descubrimiento del mundo, de su mundo real. También los significados de algunas alegorías, el dibujo del águila con gafas, los mapas que dibuja su madre, los silencios, las ausencias, los traslados. En definitiva, asistimos al aprendizaje en unos pocos años claves en la historia personal, familiar y de Chile.
De este modo, Alejandra Moffat nos ofrece el relato de una experiencia dura, tremenda, cruel, la historia de una militancia clandestina desde los ojos de la hija, la experiencia traumática de una época y un país que no podemos olvidar, un testimonio desgarrador, porque entre líneas distinguimos el horror, el miedo y la angustia. Hay mucha tristeza a medida que la historia avanza, pero también mucha calidez. Porque la voz infantil de Ana no es, pese a todo, pueril. Es la del aprendizaje, la de asunción de la vida, no siempre fácil.
Todo ello narrado de un modo elocuente y podíamos decir que afectuoso, con una prosa suave y precisa. De este modo, la novela se vuelve un relato de vida, un testimonio de la intrahistoria de ese momento trágico en la historia del país.
Publicada hace tres años en Chile, Alejandra Moffat y esta novela forman parte de ese grupo de autores y de narraciones que se agrupan bajo el nombre de «literatura de los hijos» y que se refiere a autores que afrontan la historia reciente de su país desde la infancia, dando protagonismo a la generación anterior, la que protagonizó aquel momento.
Pero también es una novela de estilo cuidado, un ejercicio narrativo plausible. En definitiva, una pequeña joya literaria que nos ofrece el encanto de su lectura.


Iván Periánez Bolaño
Un día entre los días
Habla, cuenta, canta el
Pueblo Gitano I
Ediciones Akal, 2025
El Pueblo gitano ha sido y sigue siendo el gran olvidado en España, una España que, recuérdese, por fin está reconociendo, no sin esfuerzo, su pluralidad y su variedad idiomática, cultural, plurinacional. Incluso se están abriendo camino otras variedades lingüísticas presentes en el país. Pero el Pueblo Gitano continúa al margen, sin que se preste atención a su cultura y a sus variedades en el habla, sin reconocimiento ni oficialidad del caló, sin apenas presencia de su historia en el sistema educativo, en los medios de comunicación, en los foros académicos, al menos con la importancia que le correspondería si no pesara ese rechazo todavía presente. A pesar también del esfuerzo de las muchas entidades, asociaciones y fundaciones gitanas que desde hace ya varios lustros han surgido a lo largo y ancho de España, un esfuerzo que viene de la mano de la propia conciencia gitana que clama por sus derechos, su igualdad y su cultura. Seguimos ignorando su presencia o, peor aún, cuando se les presta atención se cuelan no pocos tópicos y estereotipos, a menudo porque se habla sobre los gitanos desde fuera, a su pesar, sin su intervención.
De ahí que sea tan importante hablar, contar, comprender y habitar la casa-mundo, como afirma Antonio Ortega en uno de los dos prólogos, el otro es de Noelia Cortés, desde la realidad propia, desde su gente, los dos prologuistas o el autor, Iván Periáñez, por ejemplo, y tantos otros que ahora mismo están consiguiendo abrir una brecha por la transmisión cultural del mundo gitano. Es fundamental que se conozca la cultura gitana en España, uno de los pilares de este país, y que además que sean los gitanos y gitanas quienes nos cuenten sus relatos, sus símbolos y su mirada. O miradas, porque al igual que ocurre en otras expresiones culturales, la gitanidad no es uniforme. Sin este reconocimiento y sin este intercambio, el mapa cultural español no estará completo.
Iván Periañez Bolaño nos ofrece en este primer volumen, el segundo está en preparación y se publicará en breve, una serie de relatos e historias de vida que nos permitirá conocer nuevos aspectos del mundo gitano, desconocidos para muchos, sabidos por otros, los más atentos y curiosos por su realidad. Nos hablan del mundo del trabajo, de la cotidianidad, de la fantasía que forma parte de esa misma realidad, la de los gitanos y la de tantas otras comunidades. Se trata de una versión nueva de los patrins clásicos, esas señales que los romaníes dejaban por los caminos, pero que ahora, con este libro, se depositan por las sendas emocionales y culturales de nuestra sociedad.
Cada relato nos transmite una mentalidad. Descubrimos una vida en cada una de las píldoras de sabiduría gitana, también una forma de hablar, un idioma salteado de caló, una visión del mundo. Como se afirma también en un momento dado del libro, recopilar estas narraciones es una forma más de lucha contra el olvido, y no olvidar es devolver a nuestra sociedad una parte fundamental de sí misma, una manera de convivir, algo fundamental en estos tiempos de divisiones y de rechazos anómalos en los que volvemos a luchar contra la intolerancia y el racismo.

Basim Khandaqji
Una máscara del color del cielo
Traducción de Alberto López Oliva
Hoja de lata, 2025
Nur el-Shahdi es un joven palestino que vive en un campo de refugiados y está escribiendo una novela sobre María Magdalena. Se busca la vida como puede y ansía acudir a un campamento arqueológico para recabar más información que le permita la composición de su relato. Pero se enfrenta a un conflicto político en el que la identidad es clave y él forma parte del pueblo colonizado y oprimido, es consciente de ello, lo vive en su contexto: su propia familia y sus conocidos, al igual que él, se mueven restringidos, física y mentalmente. Aunque su apariencia le permite pasar desapercibido. De hecho, de niño se burlaban de él por su parecido a un askenazí. Encuentra por casualidad un documento de identidad israelí que le permite convertirse en Or Shapira, ciudadano israelí, por casualidad askenazí, entonces su vida cambia porque esa identidad fingida le permitirá acceder allí donde no hubiera podido llegar de otra manera, pero pronto ésta se contrapondrá a su propia identidad real.
Este es el punto de partida de este relato. El joven palestino sabe quién es, tampoco puede ser neutral o equidistante, como palestino ha de resistir para liberarse de ese yugo colonial, pero debe vivir bajo la máscara del opresor, simular ser quien no es y actuar en consecuencia, con el fin de poder participar en el campamento arqueológico.
El conflicto externo se convertirá también en un conflicto interior.
De este modo asistimos a una situación que admite una enorme variedad de grises. Como ocurre en el conflicto que está en el trasfondo del relato, por desgracia recrudecido estos dos últimos años. Las cosas nunca son tan evidentes, como suele parecer cuando las contemplamos desde lejos. No podemos tampoco olvidar, es algo que puede pasar al albur de la inmediatez informativa actual, que el conflicto no se inició hace dos años con el atentado execrable, sino que comenzó en 1948.
En este sentido, la literatura permite una vez más acercarnos a la intrahistoria, a darle la vuelta a la realidad y contemplar los hechos de otra manera. Asistimos a las reflexiones de un personaje que contempla atribulado una realidad que desborda los límites de lo aceptable. Vemos además como la situación de la región afecta a la vida cotidiana, envenena las relaciones, nada es evidente. Todo resulta confuso tras el desasosiego de las máscaras y ante los reflejos que nos devuelven los espejos.
Con su novela, Basim Khandaqji ganó el año pasado el Premio Internacional de Ficción Árabe. Una novela, por cierto, que escribió el autor durante su estancia en la prisión de Gilboa, donde se le retuvo por su militancia progresista.

Carmen M. Cáceres
La ficción del ahorro
Gatopardo Ediciones, 2025
El dinero no da la felicidad. Solemos decírnoslo a menudo. Pero tenerlo tranquiliza bastante, no nos cabe ninguna duda: aporta algo de sosiego, lejos de la angustia que supone no tenerlo, esa preocupación que corroe cuando nos falta o cuando nos enfrentamos a una de esas crisis que nos afectan cada poco tiempo, cada dos o tres años. Lo estamos comprobando en este primer cuarto del siglo XXI tan poco estable y lo conocen bien los argentinos, que vivieron aquel periodo del corralito que puso patas arriba a todo un país, sobre todo a la tan nombrada clase media de límites siempre tan inconcretos, que parece haberse agrandado en los últimos decenios, pero que puede que sólo sea un mero concepto indefinido, un invento de cierta sociología posmoderna.
La escritora argentina Carmen M. Cáceres nos presenta en esta novela corta, tan irónica como aguda, una anécdota de ese espejismo que es el dinero. Una zagala y su padrastro, su «segundo padre» lo llama ella, acuden al banco para llevarse el dinero ahorrado en las cajas de seguridad de la sucursal, temerosos los padres de que el corralito se extienda a otros ámbitos financieros más allá de las cuentas bancarias. La muchacha ha de trasladar el dinero pegado a su cuerpo, a quién se le ocurriría robar a una adolescente, casi una cría, y la anécdota le llevará a la joven a reflexionar sobre su vida, su pasado, sobre ese lugar llamado futuro y sobre esa realidad que es «una puja de distintos planos como placas tectónicas (…)».
Asistimos de este modo a un relato emocional, pero también reflexivo de un momento concreto en el que el dinero se vuelve no lo que hemos considerado siempre, esto es, lo que nos permite un mínimo bienestar material, sino algo etéreo, más bien fruto de la fantasía colectiva y al que hemos atribuido en cierto modo la condición de masilla social. Determina las relaciones en la comunidad, el trato entre vecinos que comparten un espacio físico, pero no un espacio mental, y sobre todo un modelo social homogéneo, el de la clase media antes mencionada, aunque todo indica más bien que el concepto clase media es el nuevo estándar al que tender.
De este modo, la novela, directa, sin ornamentos, cáustica en sus retratos de los personajes, las relaciones y las circunstancias, nos muestra esa intrahistoria que nos permite entender no pocos mecanismos sociales. No en vano, Marx afirmó que fueron las novelas de Zola la que le permitieron entender la economía de su época, sin duda porque introducían elementos que los estudios sesudos de economía no suelen incorporan. Así, esta novela, como insinúa el título, se vuelve una reflexión sobre la realidad tan ficticia como actual de las clases sociales, explicando en gran medida lo que es el ahorro, los caprichos de la economía o el origen de las fortunas familiares.

Aroa Moreno Durán
Mañana matarán a Daniel
Random House, 2025
Estamos a cincuenta años de distintos hechos en España que han tenido una repercusión enorme en la evolución del país. Cincuenta años de la muerte del dictador, por ejemplo, sin ruptura, una transición que sin duda comenzaría ya a prepararse unos años antes del fallecimiento mencionado. Cincuenta años sin que se haya investigado del todo, apenas una parte mínima, los efectos de la represión, ni siquiera se conocen los detalles de la ubicación de muchas de las fosas donde se hallan los cuerpos de los ajusticiados en aquella larga noche. Cincuenta años también de los últimos fusilamientos del régimen, dos militantes de una facción de ETA y tres militantes del FRAP.
Un hecho casual descubre a la narradora de este relato, entre el relato ficcional de un capítulo de la historia española y la propia investigación del mismo, el lugar donde se fusilaron a tres de los últimos sentenciados a muerte, de cuya existencia apenas sabe nada, tampoco de su militancia ni de las circunstancias que les llevaron a ella. Comienza así un peregrinaje a archivos y registros, a conversaciones con familiares y conocidos, a leer notas de prensa de la época y a encontrarse con correligionarios de los ajusticiados que puedan hablar de ellos, todo ello en otro paisaje apocalíptico, el de la postpandemia, y para rememorar aquel momento pasado, esa anécdota nimia, una más de lo muchos hechos ocurridos, que ya es, poco a poco, objeto del olvido, ese olvido colectivo tan propio de este país.
La autora, de este modo, se centrará sobre todo en uno de ellos, José Humberto Baena. Ubicarlo en su contexto, narrar sus pasos previos a la detención y a un juicio sin garantías, decidida ya la sentencia de antemano, será ésta la labor de esta indagación y dará lugar a su vez a una reflexión de la época, un momento que es clave para conocer esos años, pero también el punto en que estamos, al fin y al cabo cincuenta años tampoco son nada y todo deja su poso en toda historia que es también presente.
El resultado es este libro, un relato en el que no se juzga ni se opina, bastan los hechos tal como ocurrieron, descritos con ese estilo afilado al que nos tiene acostumbrado Aroa Moreno Durán, puro impresionismo literario. De este modo, la literatura nos sirve de nuevo para conocer la realidad, conocernos a nosotros mismos como sociedad. Queramos o no, vivimos las consecuencias de aquel tiempo, somos parte de la historia y tal vez debamos plantearnos cómo hubiéramos reaccionado o qué habríamos pensado de vivir aquel momento. A todas luces una reflexión necesaria para afrontar los retos del presente, que se nos ciernen a menudo con toda su crudeza.

Rubén González Tuero
Gijón 2085
Menoscuarto Ediciones, 2025
Aparece un cadáver en las turbinas de una central energética en un Gijón de finales del siglo XXI. La ciudad se ha convertido en un centro fundamental tanto en lo que respecta al desarrollo tecnológico como a la actividad económica en el Cantábrico. Se lleva a cabo una investigación policial, pero también un periodista presente en el levantamiento del cadáver y que conoce al dedillo las interioridades de la sociedad local comienza a indagar sobre dicha muerte.
Se inicia así un relato en el que se despliega una historia repleta de pliegues, pero sobre todo se nos aparece un futuro cercano en el que todo parece haber cambiado, aunque no en esencia. Distinguimos detalles que reconoceremos enseguida porque son el desenlace mismo de nuestro presente. España ha cambiado por completo, sin embargo sus instituciones y su organización territorial parecen ser una posible consecuencia de lo que vivimos en los tiempos actuales. La tecnología, por su parte, ha mantenido su desarrollo, con instrumentos novedosos, aunque no nos resulten disparatados. Pero además, se nos muestran bien a las claras los efectos de la crisis medioambiental, con una ciudad que ha perdido parte de su lado marítimo debido al ascenso de las mareas y que sufre fenómenos atmosféricos extremos.
Persisten por otro lado no pocos problemas actuales: la marginalidad, el sistema educativo que se ha degradado por completo, se dan focos de resistencia a un modo de vida que no satisface a todo el mundo, la violencia cotidiana, la de las bandas o la de género, continúa existiendo, la burocracia estatal está todavía más inflada, con corruptelas varias evidentes y el sistema de clase tiende al establecimiento de actividades no siempre claras, como la que investigan el inspector Omar Casas Chen y el periodista Marley Castaño García, con la ayuda de personajes secundarios fundamentales, bien construidos, al principio los dos protagonistas cada uno por su lado, pero al final coincidentes ambas pesquisas.
Como ya ocurría con la novela policial clásica, la sociedad se convierte en gran medida en objeto de análisis y de reflexión, un protagonista más del relato, algo que se ha perdido por lo general en la novela policial actual. Se nos retrata ese Gijón del futuro cercano, pero en el que no vemos retratados. De este modo, la novela nos permite reflexionar sobre nuestra propia realidad porque al fin y al cabo todo lo que describe Rubén González está anclado en nuestra época, lo vemos entre líneas. Además, el autor es minucioso en los detalles, nada de lo que nos cuenta, lo más nimio, es ajeno a nosotros. Como si al tiempo que nos cuenta un caso policial, nos confronte a la posible evolución de nuestro modelo de vida.
La narración resulta también muy atinada también en otros pormenores, como el de la evolución del propio lenguaje, se impone el tuteo o varían las formas de saludo. Apreciamos los pequeños cambios en los usos y costumbres sociales. No pueden pasar desapercibidos, aportan al relato un acierto evidente.
Por lo demás, Rubén González Tuero obtuvo con su obra el Premio de Novela Ateneo ― Ciudad de Valladolid en su 75ª edición.