A propósito de Camarón de la Isla-Por Cecilio Olivero Muñoz

A finales del siglo XX se publicaron tres discos inigualables en la historia del flamenco. El primero, Nuevo Día, de Lole y Manuel; el segundo, Omega, de Enrique Morente; y el tercero, el más importante, La leyenda del Tiempo de Camarón de la Isla.

Camarón de la Isla es sin duda el cantaor por antonomasia. Cuando cantaba Camarón el mundo se paraba para escucharle. Camarón se ganó el respeto de payos y gitanos, de ortodoxos, de puristas y de flamencos. Cuando cantaba Camarón percibías que su voz era una fuente inacabable de eternidad. Cuando escuchas a José escuchas las voces de la eternidad de los gitanos.

Camarón de la Isla es de La Isla de San Fernando. Es el séptimo hijo de una familia de canasteros y de fragüeros. Su padre, Luis, y su madre, Juana. Esto es lo que todo el mundo sabe.

Pero lo que nadie sabe, pues es algo personal, que Camarón a mí me ha enseñado el lenguaje de la vida. Gracias a él entendí, a la par que escuchaba sus discos, la metáfora alentadora de la vida. Conocí metáfora a metáfora el idioma negro que paró el reloj.

Mientras escuchaba los discos de Camarón iba aprendiendo un mensaje que me hizo conocer el detalle entrelineado de las canciones lorquianas y el eterno hablar de los ancestros que se origina en las entrañas de la tierra.

Camarón no es sólo un cantaor flamenco, es un amigo que me encontré al tiempo que descubría el resplandor entre los esplendores del destino. Camarón es la eternidad hecha metáfora. Es un coleccionista de antiguos referentes flamencos y él consiguió hacer un flamenco heterodoxo y un camino para la nueva juventud.

Camarón de la Isla se llamaba José Monje Cruz, y bajo su nombre sólo pudo rescatar la autoría de cincuenta temas flamencos, que grabó en su momento, junto con Paco de Lucía, Tomatito y Raimundo Amador. La obra de José es más extensa, pero después de un perseverante litigio ante la justicia por parte de la familia de éste, pudo reconocer esas cincuenta canciones, aunque su repertorio era y es más extenso.

Dicen los que lo conocieron que era una persona entrañable, quizá confiado, pero lo que era Camarón es un precursor. Un artista y un mito. Un hombre bueno. El cantaor del pueblo gitano.

Ahora su tumba en San Fernando es un lugar propicio donde la gente peregrina como si de Jim Morrison y de Jimi Hendrix se tratara. En paz descanse Camarón de la Isla, pueden visitar un museo espléndido regentado por su mujer e hijos en La Línea de la Concepción (Cádiz). Viva Camarón, viva José. La verdadera voz de un mito gitano y revolucionario.

Porque José Monje Cruz es inconfundible, porque canta desde un abismo. Ya saben lo que decía Nietzsche al respecto, a veces el abismo mira a la vez dentro de ti. Cuando cantaba Camarón es todo un abismo insondable que busca, que indaga, mirando desde su interior. Y algo que mira desde el interior busca un refugio de paz desde una esperanza enjuta, sin ambages siempre sola, y callada, como bien dijo el poeta, en las sillas del lugar preciso.

 

31ºNúmero de la revista literaria Nevando en la Guinea.pdf

Enciclopedia de Nekhdoum-Por Roberto M. Baldoiz

GEOMETRÍA SAGRADA: La Cifra Inmanente y el Verbo Oculto del Cosmos

  • (Según el Tetrabiblos de Filolao de Crotona, Canto III: De la Forma y la Causa. Extracto de la Tradición Esenia.)
  • La Geometría Sagrada no es una mera disciplina de la medida; es el lenguaje secreto del Universo, el código inmutable que organiza el tiempo, la materia y el despliegue de la consciencia. Sus figuras y proporciones fundamentales —el Círculo, la Tríada, el Pentagrama, la Espiral Logarítmica— se manifiestan tanto en los santuarios de la antigüedad como en la naturaleza, desde la filotaxis de las plantas hasta el locus de las galaxias espirales.
  • Más que teoremas y reglas de composición, la Geometría Sagrada es una de las grandes vías de trascendencia. Quien contempla un patrón geométrico perfecto no solo observa un símbolo: entra en resonancia armónica con el Verbo del Mundo, reconociendo que la misma lógica formal que rige el movimiento de los astros se inscribe también en la arquitectura de su propia mente.
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I. La Revelación del Número y la Sabiduría Sacerdotal

  • Desde la tierra Kemet hasta la Magna Grecia, la geometría no fue un instrumento utilitario, sino una ciencia sacra y filosófica. Los arquitectos-sacerdotes custodiaban el saber de que ciertas proporciones y sólidos transmiten en sí mismos el equilibrio, la belleza y la potencia espiritual del creador.
  • En el Kemet, los monumentos y pirámides no eran solo estructuras funerarias; eran réplicas en piedra del Principio Formal, basadas en alineaciones astronómicas y proporciones matemáticas que reflejaban la perfección de la inteligencia divina. En la Hélade, los discípulos de Pitágoras dedicaron su vida al estudio de los sólidos perfectos, desvelando cómo el Número y la Forma revelaban la armonía del alma (Psiqué) y del Universo (Kosmos).
  • Cada línea trazada y cada ángulo definido poseía un significado teológico. La Geometría Sagrada instruía que la belleza no es superficial, sino el reflejo de la coherencia interna del ser y de la verdad universal.
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II. Arquetipos del Verbum y las Claves del Orden

  • El círculo representa la Totalidad No-Manifestada, la unidad indiferenciada. El triángulo simboliza la tríada del espíritu, el alma y la sustancia. La espiral logarítmica refleja el movimiento eterno del devenir, la expansión de la conciencia y el ciclo orgánico de la Naturaleza.
  • Estos arquetipos no son meros ornamentos; son claves del orden mental y espiritual. Quien los interioriza puede estructurar su pensamiento, alinear su acción con principios inmutables y acceder a un estado de profunda armonía interna, la Eudaimonía.
  • La Geometría Sagrada es, por tanto, vestigio del lenguaje primordial, la distancia entre la idea del creador y su obra, entre el pensamiento de dios y el cosmos.
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III. El Canon Materializado: Naturaleza y Arte

  • No solo la conciencia humana aplica esta Geometría: la Naturaleza misma es su primer y más vasto reflejo. La disposición de los pétalos, la estructura cristalina, la espiral del nautilus o la forma de una galaxia: todo obedece a patrones que combinan belleza, eficiencia energética y armonía.
  • El Arte, en sus diversas expresiones, es igualmente un espejo de estos principios. Pintores, escultores y músicos han recurrido inconscientemente a las proporciones geométricas para organizar el espacio, el tiempo y la percepción. Así, la Geometría Sagrada se establece como el puente entre ciencia, arte y espiritualidad, recordándonos que toda existencia está interconectada.
  • Los templos, las catedrales góticas y los monumentos antiguos son la materialización física de este Canon Geométrico. Desde la proporción áurea del Partenón hasta la fractalidad de la Alhambra, cada trazo obedece a principios subyacentes que evidencian la conexión de lo humano con lo divino.
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IV. Unidad del Verbo y la Cifra: La Espiral Dorada

  • La Geometría Sagrada enseña que la Cifra Inmanente (el Número y la Forma) y el Verbo Oculto (el Mito y el Lenguaje) no son dos dominios de la realidad, sino dimensiones especulares de la misma armonía: la Cifra es la sintaxis; el Verbo es la gramática.
  • La Geometría Sagrada revela que el mundo externo y el mundo interior son reflejos especulares. La mente humana, estructuralmente dividida, dedica un hemisferio a la mecánica y la proporción, y el otro a la intención y el origen. Separados, solo pueden comprender meros fragmentos de la verdad. La disciplina interior reside, precisamente, en superar esta dicotomía: solo al unificar la Cifra con el Verbo es posible el inicio de la comprensión de lo absoluto.
  • El testimonio más sublime de esta unidad se inscribe en la espiral logarítmica, la curva fundamental de la vida. Esta forma no crece por adición simple, sino por multiplicación perfecta, girando y ensanchándose en un patrón que se mantiene idéntico a sí mismo, sin importar la escala.
  • La ley que rige este crecimiento es la Razón Áurea o Número Phi (ϕ): la división perfecta de una totalidad. Es la Cifra que susurra la Palabra de la continuidad, el Verbo que se hace forma en la materia.
  • Por esta razón, la encontramos desde en el caparazón de los moluscos y hasta los majestuosos brazos de las galaxias. La espiral logarítmica es la metáfora visible de la eternidad dentro del tiempo, la prueba irrefutable de que el número no es una abstracción fría, sino la matriz poética y viviente donde Cifra y Verbo se fusionan en el acto incesante de la creación.

 

Reseña literaria por Juan A. Herdi

Alejandra Moffat

Mambo

Editorial las afueras, 2025

 

Ana cuenta la cotidianidad de su vida de niña. Va descubriendo los hechos que le rodean y los normaliza desde su perspectiva infantil. Nos los describe, curiosa, pero sin las claves de su tiempo, del contexto en el que viven. Es la hija pequeña de una familia que reside en el sur de Chile. Son los años ochenta, ella apenas sabe nada de lo que ocurre en el país durante aquellos años complicados. Asiste casi como si fuera un juego a los detalles de la normalidad, sea lo que sea la normalidad, que para ella es sobre todo observar, corretear y convivir con sus padres, su hermana mayor y con otros personajes que aparecen y desaparecen de sus vidas, pero también la asunción de gestos y símbolos que no puede comprender en toda su envergadura.

Pero el lector sí lo entiende, conoce el contexto, va comprendiendo a medida que avanza en la lectura la atmósfera de clandestinidad en que se hallan, los gestos que indican lo que pasa, lo que rodea a esta familia, a Mónica, al taxista, al mundo en torno a la niña.

Ella misma va creciendo y aprehende a través de las brechas de la realidad lo que ocurre. Comprendemos según nos lo narra, pero también apreciamos su descubrimiento del mundo, de su mundo real. También los significados de algunas alegorías, el dibujo del águila con gafas, los mapas que dibuja su madre, los silencios, las ausencias, los traslados. En definitiva, asistimos al aprendizaje en unos pocos años claves en la historia personal, familiar y de Chile.

De este modo, Alejandra Moffat nos ofrece el relato de una experiencia dura, tremenda, cruel, la historia de una militancia clandestina desde los ojos de la hija, la experiencia traumática de una época y un país que no podemos olvidar, un testimonio desgarrador, porque entre líneas distinguimos el horror, el miedo y la angustia. Hay mucha tristeza a medida que la historia avanza, pero también mucha calidez. Porque la voz infantil de Ana no es, pese a todo, pueril. Es la del aprendizaje, la de asunción de la vida, no siempre fácil.

Todo ello narrado de un modo elocuente y podíamos decir que afectuoso, con una prosa suave y precisa. De este modo, la novela se vuelve un relato de vida, un testimonio de la intrahistoria de ese momento trágico en la historia del país.

Publicada hace tres años en Chile, Alejandra Moffat y esta novela forman parte de ese grupo de autores y de narraciones que se agrupan bajo el nombre de «literatura de los hijos» y que se refiere a autores que afrontan la historia reciente de su país desde la infancia, dando protagonismo a la generación anterior, la que protagonizó aquel momento.

Pero también es una novela de estilo cuidado, un ejercicio narrativo plausible. En definitiva, una pequeña joya literaria que nos ofrece el encanto de su lectura.

Enciclopedia de Nekhdoum-Por Roberto M. Baldoiz

ALEJANDRÍA: El Musaeum Universal y la Fragilidad de la Llama del Conocimiento

  • (Según los Fragmentos de Heráclito el Joven, Códice de Bizancio. Tratado sobre la Permanencia y la Corrupción del Saber.)
  • La Biblioteca de Alejandría no fue una mera estructura física, ni un depósito de pergaminos antiguos: fue el corazón palpitante de la Memoria Universal, un faro de la razón encendido en el delta del Nilo. Su esplendor trascendía los textos custodiados, residiendo en la ambición gnostica de comprender la totalidad del Cosmos, reflejando en su archivo el orden intrínseco del Universo.
  • Su extinción no fue un simple accidente histórico, sino un cataclismo simbólico, una advertencia perenne de que la sabiduría, sin custodia y reverencia, es una materia frágil. La memoria colectiva puede disiparse como el humo de la ofrenda si el intelecto no la preserva con disciplina. La Biblioteca se transmutó así en mito: no solo por la Gnôsis que contuvo, sino por el ideal que encarnó: la incesante aspiración humana a descifrar el mundo a través de la arquitectura del pensamiento.

I. La Edificación del Thesaurus Mundi: La Visión Filadélfica

  • Fundada en el siglo III a.C. bajo el cetro de Ptolomeo II Filadelfo, la Biblioteca fue concebida como un proyecto de Ingeniería Metafísica: un archivo del mundo entero, un crisol donde se congregaría la memoria de todas las culturas conocidas. Hiperbóreos, Atlantes, Egipcios, Fenicios, Griegos, Persas, Indios… cada voz, cada tradición de misterios, fue convocada al Templo de las Musas (Musaeum).
  • Alejandría, urbe cosmopolita y puerto de destino, ofrecía un marco de resonancia simbólica: un cruce de rutas marítimas, el Punctum Saliens donde Oriente y Occidente se reconciliaban. La Biblioteca reflejó esta visión universalista: un Templo de la Gnosis, donde la diversidad cultural hallaba su Armonía y la Curiosidad Humana era elevada a la categoría de Virtud Cardinal.
  • Los Maestros y Sabios que operaban en su seno no eran meros escribas, sino exploradores de la mente y del cosmos: filósofos de la Naturaleza, astrónomos, matemáticos, poetas y hermetistas. Cada texto estudiado y copiado contribuía a la labor suprema: comprender la naturaleza del universo y el destino del hombre. La Biblioteca fue, en esencia, el mapa del mundo conocido, donde cada rollo, cada símbolo, era un detalle, un nodo de la gran red del pensamiento.

II. El Esplendor de la Cifra: Ciencia, Misterio y la Razón

  • El acervo de Alejandría albergaba textos de toda disciplina conocida: la Mecánica Celeste, la Aritmética Sagrada, la Medicina Galénica, la Historia Cifrada, la Filosofía Racionalista, la Poesía inspirada y, por supuesto, los compendios de la Magia Natural. Entre sus pasillos, los investigadores buscaban las leyes ocultas de la naturaleza, codificando el mundo en fórmulas, símbolos matemáticos y el verbo.
  • La erudición allí no era meramente acumulativa; era creativa, era transformadora y era contemplativa. Hipatia, una de sus guardianas postreras, encarnó este espíritu: combinó la Matemática, la Filosofía Platónica y la Astronomía para desvelar el orden del Cosmos. Los textos no eran objetos de almacenamiento, sino herramientas de contemplación.
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III. La Extinción Simbólica: El Colapso de la Memoria Colectiva

  • La destrucción, sea parcial o total, de la Biblioteca permanece como un enigma histórico: negligencia administrativa, incendios accidentales o provocados, o conflictos religiosos. La historia material es incierta, pero más allá del evento concreto, su pérdida es un símbolo universal: la fragilidad intrínseca de la Gnôsis frente a la corrupción del tiempo y la negligencia de las generaciones humanas.
  • El mundo antiguo perdió la materialización de la memoria colectiva: ideas que podrían haber catalizado la ciencia, la filosofía y la cultura siglos antes de su redescubrimiento. La desaparición de la Biblioteca nos recuerda, con severidad, que el conocimiento exige custodia, transmisión activa y reverencia ritual. El alma del buen bibliotecario debe ser triple: la de un artesano, la de un monje, y la de un soldado.

IV. La Biblioteca como Arquetipo Psíquico y Mnemotécnico

  • Más allá del ámbito material, la Biblioteca representa un paisaje interior de la mente del hombre y sus estantes imaginarios se han convertido en la metáfora definitiva del conocimiento personal.
  • La Biblioteca demostró que ni la mente del hombre ni el conocimiento son estáticos; ni siquiera dos cosas diferenciadas. Que son, en cambio, como un río anchp que fluye y fertiliza y transforma la ribera en meandro, así como hace devenir al propio meandro en ribera.
  • El mundo, la mente, el libro.
  • El mundo concibió en la mente del hombre, y la mente gestó el libro. Después, lo alumbró de nuevo al mundo, y el libro se perdió. Dolor inmenso el del huérfilo. ¿Dónde queda el la mente? ¿dónde el mundo?
  • En su apogeo, Alejandría no solo custodió la memoria del pasado sino que se dedicaba también a la imaginación del futuro: a la proyección de los sueños de la humanidad, de sus ideas, de todas sus potencias y concepciones posibles… Todo aquello estaba escrito en las hojas de papiro que, en las plácidas orillas del Nilo, aún no habían nacido.
  • Todo aquello es lo que se perdió en el fuego.

Reseña literaria por Juan A. Herdi

Iván Periánez Bolaño

Un día entre los días

Habla, cuenta, canta el

Pueblo Gitano I

Ediciones Akal, 2025

 

El Pueblo gitano ha sido y sigue siendo el gran olvidado en España, una España que, recuérdese, por fin está reconociendo, no sin esfuerzo, su pluralidad y su variedad idiomática, cultural, plurinacional. Incluso se están abriendo camino otras variedades lingüísticas presentes en el país. Pero el Pueblo Gitano continúa al margen, sin que se preste atención a su cultura y a sus variedades en el habla, sin reconocimiento ni oficialidad del caló, sin apenas presencia de su historia en el sistema educativo, en los medios de comunicación, en los foros académicos, al menos con la importancia que le correspondería si no pesara ese rechazo todavía presente. A pesar también del esfuerzo de las muchas entidades, asociaciones y fundaciones gitanas que desde hace ya varios lustros han surgido a lo largo y ancho de España, un esfuerzo que viene de la mano de la propia conciencia gitana que clama por sus derechos, su igualdad y su cultura. Seguimos ignorando su presencia o, peor aún, cuando se les presta atención se cuelan no pocos tópicos y estereotipos, a menudo porque se habla sobre los gitanos desde fuera, a su pesar, sin su intervención.

De ahí que sea tan importante hablar, contar, comprender y habitar la casa-mundo, como afirma Antonio Ortega en uno de los dos prólogos, el otro es de Noelia Cortés, desde la realidad propia, desde su gente, los dos prologuistas o el autor, Iván Periáñez, por ejemplo, y tantos otros que ahora mismo están consiguiendo abrir una brecha por la transmisión cultural del mundo gitano. Es fundamental que se conozca la cultura gitana en España, uno de los pilares de este país, y que además que sean los gitanos y gitanas quienes nos cuenten sus relatos, sus símbolos y su mirada. O miradas, porque al igual que ocurre en otras expresiones culturales, la gitanidad no es uniforme. Sin este reconocimiento y sin este intercambio, el mapa cultural español no estará completo.

Iván Periañez Bolaño nos ofrece en este primer volumen, el segundo está en preparación y se publicará en breve, una serie de relatos e historias de vida que nos permitirá conocer nuevos aspectos del mundo gitano, desconocidos para muchos, sabidos por otros, los más atentos y curiosos por su realidad. Nos hablan del mundo del trabajo, de la cotidianidad, de la fantasía que forma parte de esa misma realidad, la de los gitanos y la de tantas otras comunidades. Se trata de una versión nueva de los patrins clásicos, esas señales que los romaníes dejaban por los caminos, pero que ahora, con este libro, se depositan por las sendas emocionales y culturales de nuestra sociedad.

Cada relato nos transmite una mentalidad. Descubrimos una vida en cada una de las píldoras de sabiduría gitana, también una forma de hablar, un idioma salteado de caló, una visión del mundo. Como se afirma también en un momento dado del libro, recopilar estas narraciones es una forma más de lucha contra el olvido, y no olvidar es devolver a nuestra sociedad una parte fundamental de sí misma, una manera de convivir, algo fundamental en estos tiempos de divisiones y de rechazos anómalos en los que volvemos a luchar contra la intolerancia y el racismo.

 

Enciclopedia de Nekhdoum-Por Roberto M. Baldoiz

ATLÁNTIDA. La Ordalía Acuática y el Pacto de Oricalco.

  • (Según los Pliegos de Toth-Hermes, Volumen IX, Capítulo IV. Transcripción de la Tabla Primera.)
  • La única voz temible era el clamor de los diez monarcas; la única súplica, el bramido del uro en la arena sagrada. Bajo el sol meridional del Archipiélago Atlante, los reyes, descendientes directos de Poseidón (con Atlas, el primogénito, como autoridad), conminaban al Toro Blanco dentro del perímetro ritual. La contienda se desarrollaba sin armas de hierro, dependiendo únicamente del ingenio y la destreza del espíritu. No se trataba de un ejercicio venatorio, sino de la renovación del Pacto Fundacional. Cada diez años y diez meses, cuando la conjunción estelar dictaba que Helios manifestaba su ira, los hijos de Poseidón debían afirmar su juramento a través de esta ordalía mortal. Solo la inmolación del Toro sobre la Gran Columna, cuyo fuste estaba grabado con la Ley, ponía fin a la prueba. La sangre sacrificial recorría los caracteres antiguos, apenas inteligibles para la casta de ancianos, vivificando la rúbrica del espíritu. Alrededor del pilar ensangrentado, los dos sacerdotes y los monarcas, de azul púrpura, bebían la mezcla de vino y sangre. El oricalco, metal cuyo valor excedía al del oro, destellaba con una luz rojiza y ámbar, y la Ley era restablecida.

I. La Institución de la Ley y el Sacrificio del Toro Blanco

  • El ceremonial definía con precisión la naturaleza del gobierno atlante: una monarquía teocrática donde la ley no emanaba de la voluntad humana, sino del Orden Cósmico. Los diez soberanos se obligaban, bajo juramento solemne, a las siguientes prescripciones, grabadas en el metal:
  • Mantenimiento de la Concordia: Jamás tomarían las armas unos contra otros, respetando los diez dominios de la Gran Isla. Se comprometían a resolver toda querella entre sus súbditos con la máxima mesura. Juraban defensa mancomunada contra el adversario externo.
  • Administración de la Justicia: Sus decisiones estarían siempre regidas por las sentencias plasmadas en el pilar. Juraban comprender el propio código, enseñanza directa del Dios-Mar. Juraban cumplir su texto e imponer las sanciones dictadas por la Ley.
  • Concesión de la Clemencia: El espíritu de la norma buscaba que la esencia divina del hombre prevaleciera sobre la parte mortal de sus instintos. El poder de otorgar el perdón, atributo perteneciente solo a Poseidón, sería administrado por ellos en Su Nombre.
  • La arquitectura concéntrica de la isla, reflejo de la armonía macrocósmica, era la manifestación material de este voto. Y el Océano exterior, turbulento e inmensurable, era la amenaza siempre constante a este orden.
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II. La Transgresión Material y la Metamorfosis del Oricalco

  • El germen de la decadencia se gestó no en el campo de batalla, sino en la mutación del espíritu. A medida que la sangre de Poseidón se diluía en la estirpe, el valor material del oricalco se antepuso a la santidad de la Ley.
  • Los pueblos continentales, más allá de la gran extensión salina, demandaban el oricalco para la forja de sus bronces bélicos. Los atlantes sucumbieron a la tentación del intercambio. Las montañas sagradas fueron minadas, y su precioso contenido fue vendido a cambio de simple oro.
  • Este metal amarillo, no obstante, solo trajo riqueza superficial, mas no prosperidad. Enriquecidos, los atlantes abandonaron la fatiga de la minería subterránea y se atrevieron a arrancar los pilares menores de la Ley. Primero, aquellos de las aldeas más remotas; luego, los de los burgos y cabezas de comarca. Los espacios públicos aparecieron desnudos del eje alrededor del cual generaciones enteras habían crecido. Si el oricalco era un sólido, vertical y central, el oro era su opuesto: un pilar desmembrado en miles de piezas. Poseía un brillo similar, pero estaba ahora disperso y oculto en las arcas de los mercaderes y los sótanos de los burgomaestres.
  • El pilar estalló en mil pedazos. Producida en masa, se acuñó la moneda; profanación suprema. En la moneda, el disco metálico encarnaba la herética trinidad de rey, dios y riqueza. La opulencia reemplazó a la virtud cívica; la mesura fue olvidada por la ambición.
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III. La Ofensa Externa y el Veneno de los Aedos

  • Los pueblos continentales, ahora dotados de armas de bronce gracias al comercio atlante, sometieron uno a uno a los reinos del Mar Interior. Destruyeron los santuarios de sus dioses y el oro saqueado fue enviado a la Gran Isla de Atlántida, con la exigencia de adquirir más oricalco.
  • Por aquel entonces (c. 9.600 A.C.), los monarcas ya habían reconocido el valor estratégico del metal que yacía bajo sus pies y rechazaron el intercambio. Entonces, la Hélade, austera y marcial, atacó la Gran Isla y tomó por la fuerza aquello que se le negaba por el comercio. La ofensa no quedaría impune. La confederación atlante, unida contra el invasor, contraatacó al final del invierno siguiente frente a las costas griegas.
  • Veinte años duró el conflicto. Irresueltos ambos bandos a una batalla terrestre, la guerra se estancó en las aguas, dominadas por los atlantes. Sin embargo, los aedos de la Hélade, para quienes la poesía es un campo de batalla más, forjaron el arma sutil que les daría la victoria. Cantaron que los atlantes eran hijos del divino Poseidón, sí, pero también de una simple mortal, la bella Clito, nativa de las islas. Había pues nativos en el archipiélago atlante antes de la llegada de Poseidón y su estirpe. Hombres mortales, tan mortales y vulnerables como los propios griegos. Decretaron que solo la estirpe de sus hijos podía reclamar el linaje divino. Atlántida no fue hendida por las proas griegas, sino por sus versos. Eran tan delicados, tan bellos, que debían ser verdaderos. Así, los atlantes pelearon entre sí, y así fueron derrotados los atlantes en su espíritu. No sucumbieron ante la espada de bronce, ni por la laxitud del oro, sino ante el veneno de los poetas. Olvidaron que eran hijos de un dios.
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IV. La Ejecución del Juramento Roto: El Juicio de Poseidón

  • La victoria militar sobre los griegos se había consumado, mas la Ley Cósmica exigiría un precio más alto.
  • Aquí reside la ironía fatal: Poseidón, el poderoso fundador de la estirpe, dador de leyes y espíritu invocado en cada sacrificio, fue quien finalmente decretó la destrucción. Sintió traicionado el juramento porque el pacto sellado sobre el oricalco no fue con Poseidón como Padre, sino con Poseidón como Principio de la Ley.
  • Al violar la Concordia, la Justicia y la Clemencia que Él mismo había instituido, los reyes atlantes se convirtieron en traidores a su propia naturaleza divina. El hundimiento no sería un acto arbitrario sino la ejecución ineludible del juramento roto. El cataclismo barrió el archipiélago atlante, que se hundió en un solo día y una noche. El Océano se cerró sobre la isla y su memoria fue borrada de la faz del mundo.
  • Cuando los hijos se avergüenzan de sus padres, la vida concede a estos la amarga lucidez. Pero, cuando es el Padre quien se avergüenza de sus hijos, Aquél se enfurece y los destruye.

 

Reseña literaria por Juan A. Herdi

Basim Khandaqji

Una máscara del color del cielo

Traducción de Alberto López Oliva

Hoja de lata, 2025

 

Nur el-Shahdi es un joven palestino que vive en un campo de refugiados y está escribiendo una novela sobre María Magdalena. Se busca la vida como puede y ansía acudir a un campamento arqueológico para recabar más información que le permita la composición de su relato. Pero se enfrenta a un conflicto político en el que la identidad es clave y él forma parte del pueblo colonizado y oprimido, es consciente de ello, lo vive en su contexto: su propia familia y sus conocidos, al igual que él, se mueven restringidos, física y mentalmente. Aunque su apariencia le permite pasar desapercibido. De hecho, de niño se burlaban de él por su parecido a un askenazí. Encuentra por casualidad un documento de identidad israelí que le permite convertirse en Or Shapira, ciudadano israelí, por casualidad askenazí, entonces su vida cambia porque esa identidad fingida le permitirá acceder allí donde no hubiera podido llegar de otra manera, pero pronto ésta se contrapondrá a su propia identidad real.

Este es el punto de partida de este relato. El joven palestino sabe quién es, tampoco puede ser neutral o equidistante, como palestino ha de resistir para liberarse de ese yugo colonial, pero debe vivir bajo la máscara del opresor, simular ser quien no es y actuar en consecuencia, con el fin de poder participar en el campamento arqueológico.

El conflicto externo se convertirá también en un conflicto interior.

De este modo asistimos a una situación que admite una enorme variedad de grises. Como ocurre en el conflicto que está en el trasfondo del relato, por desgracia recrudecido estos dos últimos años. Las cosas nunca son tan evidentes, como suele parecer cuando las contemplamos desde lejos. No podemos tampoco olvidar, es algo que puede pasar al albur de la inmediatez informativa actual, que el conflicto no se inició hace dos años con el atentado execrable, sino que comenzó en 1948.

En este sentido, la literatura permite una vez más acercarnos a la intrahistoria, a darle la vuelta a la realidad y contemplar los hechos de otra manera. Asistimos a las reflexiones de un personaje que contempla atribulado una realidad que desborda los límites de lo aceptable. Vemos además como la situación de la región afecta a la vida cotidiana, envenena las relaciones, nada es evidente. Todo resulta confuso tras el desasosiego de las máscaras y ante los reflejos que nos devuelven los espejos.

Con su novela, Basim Khandaqji ganó el año pasado el Premio Internacional de Ficción Árabe. Una novela, por cierto, que escribió el autor durante su estancia en la prisión de Gilboa, donde se le retuvo por su militancia progresista.

 

Cinefilia-Cecilio Olivero Muñoz

Pequeña miss sunshine, 2006

Dirección: Valery Caris, Jonathan Dayton

 Comedia-Drama

 

Empeñados en ser ganadores y no perdedores, todos nos confrontamos con un rotundo porqué que nos hace entender la esencia de esta vida. Pierden los personajes de esta película la insensatez a medida que van soltando el lastre incómodo que los hace febles y frágiles.

 En una familia de cuatro miembros, con dos personas más como añadidura, todo acaba siendo un “ahora más difícil todavía” como en un circo de cachivaches oropelados. 

La niña, la pequeña miss sunshine, está obsesionada con los concursos de misses. El padre es un profesor de autoestima y liderazgo, aunque un perdedor en potencia, con altas dosis de moralina y con una sensatez podrida. La madre, una ama de casa frustrada, a la que percibimos claramente como una madre a la que estamos acostumbrados, por eso la adoramos, y el hermano mayor también es un colmo de obsesiones, ya que ha hecho voto de silencio y quiere ser piloto de avión, pero el tiempo le va dando una colleja que también acaba por enamorarnos.

En esta ensalada sin gluten se unen dos personajes más, el abuelo, que es un yonqui y un sibarita del placer inmediato a una edad madura, y el cuñado gay, un intelectual experto en Proust, abandonado por el novio y que acaba en un intento de suicidio fracasado, lo que desemboca en su ruina afectiva, aunque no moral.

Hay que dar énfasis en la palabra “perdedor”, ya que es late motiv de toda la familia, es el gran acicate del que todos tratan de huir como si de una enfermedad contagiosa se tratara, y todo el plano envolvente a esta ácida foto de familia parece divertirnos con el bálsamo repleto de sarcasmo y realidad. La película está repleta de guiños al espectador. Es como si quisiera hacernos entender que hay cosas mejores que el hecho de ser un ganador, o del acto casi fantasmagórico de ser un perdedor nato, que es lo que todos somos en realidad.

Al final acaba la familia en un conmovedor viaje del que, de manera divertida, la familia vive una aventura tras otra para que cada cual recobre sus señas de identidad como personas en su plena esencia.

Todos los personajes van siendo desprovistos de una condición sensata que los acaba desengañando a medida que el viaje avanza. Todos tienen un concepto de la vida que nos acaba conmoviendo.

Parece que nos invita a ser felices antes de ser como la sociedad dicta y quiere que seamos. Y acaba por darnos un mensaje sublime y no subliminal, ya que es evidente, que hay que ser felices sin luchar por clichés, tópicos irrelevantes y estereotipos sin importancia.

Es todo un código de conducta que todos nos debiéramos de aplicar porque la vida es breve.

 

Reseña Literaria-por Juan A. Herdi

Carmen M. Cáceres

La ficción del ahorro

Gatopardo Ediciones, 2025

 

El dinero no da la felicidad. Solemos decírnoslo a menudo. Pero tenerlo tranquiliza bastante, no nos cabe ninguna duda: aporta algo de sosiego, lejos de la angustia que supone no tenerlo, esa preocupación que corroe cuando nos falta o cuando nos enfrentamos a una de esas crisis que nos afectan cada poco tiempo, cada dos o tres años. Lo estamos comprobando en este primer cuarto del siglo XXI tan poco estable y lo conocen bien los argentinos, que vivieron aquel periodo del corralito que puso patas arriba a todo un país, sobre todo a la tan nombrada clase media de límites siempre tan inconcretos, que parece haberse agrandado en los últimos decenios, pero que puede que sólo sea un mero concepto indefinido, un invento de cierta sociología posmoderna.

La escritora argentina Carmen M. Cáceres nos presenta en esta novela corta, tan irónica como aguda, una anécdota de ese espejismo que es el dinero. Una zagala y su padrastro, su «segundo padre» lo llama ella, acuden al banco para llevarse el dinero ahorrado en las cajas de seguridad de la sucursal, temerosos los padres de que el corralito se extienda a otros ámbitos financieros más allá de las cuentas bancarias. La muchacha ha de trasladar el dinero pegado a su cuerpo, a quién se le ocurriría robar a una adolescente, casi una cría, y la anécdota le llevará a la joven a reflexionar sobre su vida, su pasado, sobre ese lugar llamado futuro y sobre esa realidad que es «una puja de distintos planos como placas tectónicas (…)».

Asistimos de este modo a un relato emocional, pero también reflexivo de un momento concreto en el que el dinero se vuelve no lo que hemos considerado siempre, esto es, lo que nos permite un mínimo bienestar material, sino algo etéreo, más bien fruto de la fantasía colectiva y al que hemos atribuido en cierto modo la condición de masilla social. Determina las relaciones en la comunidad, el trato entre vecinos que comparten un espacio físico, pero no un espacio mental, y sobre todo un modelo social homogéneo, el de la clase media antes mencionada, aunque todo indica más bien que el concepto clase media es el nuevo estándar al que tender.

De este modo, la novela, directa, sin ornamentos, cáustica en sus retratos de los personajes, las relaciones y las circunstancias, nos muestra esa intrahistoria que nos permite entender no pocos mecanismos sociales. No en vano, Marx afirmó que fueron las novelas de Zola la que le permitieron entender la economía de su época, sin duda porque introducían elementos que los estudios sesudos de economía no suelen incorporan. Así, esta novela, como insinúa el título, se vuelve una reflexión sobre la realidad tan ficticia como actual de las clases sociales, explicando en gran medida lo que es el ahorro, los caprichos de la economía o el origen de las fortunas familiares.