Reseña Literaria (Juan A. Herdi)

Loreta Minutilli

Helena de Esparta

Traducción de Ramón Buenaventura

Alianza Editorial, 2020

Durante siglos la mitología ha intentado dar una explicación a la existencia y al mundo. Sigue siendo en gran medida esa su función, porque todavía continúa presente entre nosotros, aun cuando compita hoy con otras disciplinas que intentan esclarecer la vida. Nos aporta un sentido de las cosas y de las vivencias, cierta coherencia y no poco conocimiento. Pero además, muchas veces, los mitos permiten que entendamos nuestra propia existencia, lo que somos, de allí que la psicología, el psicoanálisis o la psiquiatría hayan acudido a ellos, en nuestro ámbito cultural a los mitos griegos, para confrontarnos a los hechos y a nosotros mismos. 

También la literatura posee en buena medida tal función y no son pocos los escritores que han afirmado alguna que otra vez que la escritura les aporta la posibilidad de poner un cierto orden en las cosas y permite reorganizar una realidad que sin el gesto de escribir resultaría vacua, desesperante y angustiosa. Sin la literatura, al igual que sin los mitos, sin duda nos costaría mucho más asumir lo que nos envuelve y nuestra propia identidad. Hay en este sentido un campo compartido entre ambas disciplinas, la literatura y la mitología, y son muchos los autores que acuden a los mitos para desarrollar sus proyectos literarios, incluso entre los más jóvenes, como vimos hace bien poco con Irene Reyes Noguerol y su maravilloso libro de relatos «De Homero y otros dioses».

Loreta Minutilli, en este sentido, recoge el guante de este vínculo que une mitología y literatura para reflexionar sobre varios temas sempiternos a partir del mito de Helena de Esparta, la mujer sobre quien recae la culpa de la guerra de Troya. Es la propia Helena, la mujer más bella de la tierra, quien nos narra en esta novela su propia vida y nos va planteando cuestiones como la identidad, el dolor, la condición femenina, la necesidad de reconocimiento, las relaciones de poder, el paso del tiempo o la culpa. Cualquier lector se sentirá emplazado a meditar sobre tales cuestiones que la autora italiana introduce párrafo a párrafo, sin dejar a nadie indiferente ni ajeno y requiriéndosenos a que mantengamos la reflexión, pero esta vez en lo que a nosotros y nuestra propia vida se refiere, como si la novela fuera al fin un espejo donde reflejarnos.

La escritora no se aleja mucho del relato más ortodoxo del mito, no quita ni añade nada al mismo, ni siquiera hay un intento de modernización o adaptación a otros tiempos, la escritura de esta novela es del todo atemporal, como es en realidad cualquier ejercicio de introspección que se precie. Lo cual sin duda aporta mucho más interés a esta primera novela de Loreta Minutilli, que sabe aprovechar todos los elementos de la tradición para articular una propuesta literaria interesantísima. 

La introduce incluso dejando constancia de la importancia de contar, esto es, de la escritura, como fundamento de toda reflexión, como ejercicio fundamental de comprensión. Incluso de aclaración para quien narra En gran medida, esta autora nos vuelve a señalar el sentido de la buena literatura, que no es otro que el análisis, la introspección, la palabra como fundamento de nuestra propia emancipación. 

Reseña Literaria-Juan A. Herdi

Patxi Iturregi

Impredecible marea

Traducción del euskera de Gerardo Markuleta

El Gallo de Oro, 2020

Resulta imposible no darse cuenta, tras leer los doce relatos de este libro, de la poca presencia en la literatura del Estado Español, en cualquiera de sus lenguas, de historias de la mar, teniendo en cuenta que hablamos de un país con kilómetros de costa y salida a dos mares, con una historia además de expansión colonial y una luenga experiencia y tradición marítimas. No es que no existan, hay escritores que han narrado aventuras de navegantes y marinos, algunas apasionantes, sin duda, pero me temo que apenas son una anécdota en el conjunto de su literatura o han quedado en la periferia literaria. Hay que recordar no obstante a Álvaro Mutis, tal vez el más destacado entre los escritores de temática marinera, colombiano y uno de los mejores escritores en castellano, creador de Maqroll el gaviero.

Tal vez por ello se vuelven muy recomendables narraciones que traten de la mar, como las de este libro de relatos, relatos de navegantes, de barcos y de influencias marineras en un territorio concreto, el que rodea a la Ría del Nervión y el puerto de Bilbao, y que sitúa además en un momento histórico, el de la primera guerra mundial, cuyo primer centenario hemos dejado atrás hace bien poco.

Ni qué decir tiene que en aquellos primeros lustros del siglo XX hubo no sólo un crecimiento industrial en Vizcaya, sino que además la misma afectó a una tradición marítima muy arraigada en la provincia, surgieron las grandes navieras y una saga de marineros que viajaron por todos los mares. De eso nos habla Patxi Iturregi y lo hace con una prosa directa que logra captar el ambiente de los barcos, pero también esa influencia social en una sociedad que contempla el mar con admiración, como ocurre por ejemplo en el relato El latido del progreso. 

Son relatos que describen unos ambientes intensos, que trasladan al lector la viveza de la aventura marítima o el entorno de una ciudad portuaria, y lo lleva a cabo gracias a una enorme capacidad de penetración literaria. Hay un dominio del relato que sin duda no va a dejar indiferente a nadie y que va a permitir conocer a un autor en lengua vasca, con esta traducción magnífica mediante, y gran dominio en el arte, siempre difícil, del cuento literario.

Si en el relato breve el rasgo fundamental es la atmósfera, ni qué decir tiene que Patxi Iturregi lo ha conseguido plenamente, introducir al lector en la misma, no me cabe ninguna duda de que disfrutará de ellos y se quedará con ganas de más historias de la mar.

Reseña Literaria (Juan A. Herdi)

Lide Aguirre

Los trucos de la bestia

Editorial Berenice. 2020

Hay algo que siempre queda oculto en las vidas de la gente, algo que no podemos dilucidar a primera vista. Nos lo demuestran algunas noticias que de vez en cuando saltan a primera página de la prensa de una manera imprevista y con la que descubrimos que entre nosotros existe una sensación de desasosiego que bordea peligrosamente el abismo, e incluso esto ocurre en una ciudad tan paradisiaca como la de San Sebastián, donde hay lugares en las que lo sombrío puede llevarte a lugares tenebrosos. De esto trata esta novela, Los trucos de la bestia, de la donostiarra Lide Aguirre, al confrontarnos con uno de esos mundos.

En todo caso, no se dejen llevar por el impacto del título ni por la sensación que se pueda deducir de lo dicho en el párrafo anterior, esta novela nos insinúa que el horror es más cotidiano y no requiere de escenas espeluznantes, basta con saber reconocer el tremendismo detrás de una mirada o de un gesto. Es lo que le ocurre a Mikel, fotoperiodista, que al cruzar la mirada de unos vecinos que salen de un parking en un coche lo cuestiona todo de repente y vislumbra algo que no se sabe explicar, pero le lleva a tirar del hilo, arrastrando a su prima Lorena a una investigación parapolicial. Durante la misma van recomponiendo las piezas de un extraño puzzle y eso les confronta a algo más siniestro que ni siquiera llegaron a imaginar.

De esta manera, la novela resulta un paseo por una ciudad en la que todo no es lo que parece, es lo que los dos protagonistas van deduciendo a medida que se confrontan con los detalles. Hay una invitación a reflexionar sobre el concepto de belleza y sus efectos en la vida cotidiana, un juego curioso e interesante que nos propone Lide Aguirre y que no es muy habitual porque siempre entendemos la belleza como algo positivo, pero de pronto puede ser lo contrario, que nos lance al abismo. Porque, como se dice en un momento de la novela, hay que mirar muy bien para ver que tras las fachadas tal vez no haya nada.

Con una prosa bastante correcta, se trata de una novela a todas luces interesante, una buena propuesta que invita, si se sabe leer, a algunas reflexiones importantes y a mostrarnos también que en la fragilidad es posible encontrar algunas fortalezas.

Reseña Literaria (Cecilio Olivero Muñoz)

Fernando López Guisado

Vestido de verde hacia Nunca Jamás

Ediciones Vitruvio, 2020

En primer lugar quiero recordar aquellos días de confinamiento en que salíamos a las 20:00h. para aplaudir a los valientes sanitarios. Ahora volvemos a estar mal según los telediarios. Volvemos a estar mal por la mala cabeza de algunos, pero ahora de lo que voy a hablar es de héroes. De héroes y no de villanos, en este poemario sin muchos adornos, aunque con unos versos intrincados en el tema amatorio de manera que nos hace pensar en nuestras vidas de pacientes impacientes. Digo todo esto, porque, Fernando, además de ser uno de aquellos héroes que aplaudíamos algunos, es un poeta sensible que se autodenomina friki, es porque le atraen los cómics, y los juegos, digamos que no ha perdido el niño aquel que fue, por eso lo de friki, por eso el arquetipo de Peter Pan y su país de Nunca Jamás, no perder la patria del hombre que es la Infancia y como poeta no dejar de soñar un mundo al revés. Digamos también que es un héroe posmoderno, ya que aglutina en este poemario interesante y fácil de entender, una serie de narraciones (ya que su poesía es narrativa) valientes y repletas de sensibilidad, pero no entendamos por sensibilidad que sea hipersensible o empalagoso, no, es un poemario de amor, ya que el lector puede encontrarse en él unos poemas de amor, otros de idiosincrasia elegíaca, y otros de humor, o mejor decir, de pura ironía sanadora, porque hace justicia. Hace justicia como Peter Pan cuando se viste de verde y se convierte en amante para su Campanilla que él describe con un amor sincero y puro. 

Lo mejor de este poemario es que no aburre, y como no aburre se lee de una sentada, aunque sí lo lees despacio, como ha de leerse la buena poesía, encuentras tesoros en imágenes, en metáforas, en un compendio de virtudes que invitan a darnos cuenta lo complicada que nos hacemos la vida y lo breve que resulta en una sala de rayos X, o en un quirófano. Eso, sin olvidar nunca a su campanilla, y a hijos, y familiares y amigos. Porque este poeta es un padre de familia como muchos, pero con la materia inexplicable con que se tejen los hilos de los sueños. Léanlo a paso lento, o como lo prefieran leer, pero léanlo, lean a Fernando López Guisado en esta crónica o foto fija vista en primera fila de esta terrible pandemia. Cuando lean este poemario preciso y precioso, verán a un hombre que arrastra con él una experiencia que conmueve, que invita a reflexionar, y nos hace entender que la vida es efímera, que el amor es lo único por lo que vale la pena vivir, y nos conmueve con su experiencia como un personaje más que debemos de tener en cuenta, y cuidarnos, y vivir los días, ya que los días buenos son menos frecuentes entre la rutina hospitalaria, pero debemos, eso, cuidarnos y valorarnos. 

Reseña literaria (Juan A. Herdi)

Ignacio Martínez de Pisón

Fin de temporada

Seix Barral, 2020

Tolstoi escribió que «todas las familias felices se parecen unas a otras; pero cada familia infeliz tiene un motivo especial para sentirse desgraciada». La literatura en gran medida se basa en tal motivo, cualquiera que éste sea, para inspirar un relato. Podemos considerar, por tanto, que este axioma haya estado presente a la hora de afrontar la escritura de Fin de temporada, la última novela de Martínez de Pisón y con la que consigue que el lector quede conmovido ante esa cotidianidad aparente de Rosa y de su hijo Iván, de Mabel y de Céline, los cuatro personajes principales de la narración y que la vida, caprichosa siempre, ha vinculado entre sí, hasta el punto de conformar un modelo singular de familiar, y a medida que uno avanza en su historia se mantiene en vilo hasta su última frase, hasta el epílogo, que es pura emoción.

Ya el mismo prólogo plantea el incidente trágico que será el desencadenante que moverá los hilos en las vidas de Rosa e Iván, y que afectarán de forma indirecta a los otros personajes. La vida de todos ellos se irá desgranando ante nuestros ojos y asistiremos a una rutina que esconde mucho dolor y mucha pasión, consecuencia de un pasado que revierte en el presente en forma de conflicto no siempre reconocido, pero muy evidente. « ¿Te das cuenta de que, si no fuera por estas cicatrices, tú y yo no estaríamos aquí ahora?». Se formula la pregunta en un momento dado, casi al inicio del relato, aunque la novela no se centra tanto en el motivo de las cicatrices en cuestión, sino en su presencia y en sus consecuencias en las vidas de los personajes, lo que determinará las decisiones que vayan adoptando, no siempre racionales ni comprensibles.

De este modo, Ignacio Martínez de Pisón nos propone una vez más lo cotidiano como materia literaria, la cotidianidad de los lazos emocionales entre las personas y que vemos que no está exenta de tragedia, y ese pasado siempre acaba incidiendo en el presente, aun cuando éste se nos vuelva rutinario, o tengamos esa apreciación, pero recordándonos el autor que nos movemos siempre entre el dolor y el amor, entre el acatamiento y la rebeldía, con frecuencia de un modo tremendo. Todo ello lo plantea a través de una escritura afinada, precisa, un estilo que se pretende imperceptible, pero que posee una maestría absoluta, que permite una lectura entrelineada, activa. No en vano estamos ante uno de los mejores escritores españoles actuales y que nunca deja nada a la improvisación. Ni siquiera es casual la mención de Nada, de Carmen Laforet, una novela clave y rompedora que aparece en un momento de ruptura social e histórica, y que tiene un lugar fundamental en la historia de la literatura española, es la que mantiene de alguna forma la ligazón de la tradición literaria a la que este autor pertenece. A la vez, lo que se relata en ambas novelas no deja de tener mucho que ver entre sí.

En efecto, podemos leer Fin de temporada como parte de esa tradición literaria realista, reflexiva sobre lo que nos envuelve y con un pasado que es la materia del presente. Aunque vale también su lectura por sí misma, una novela que no puede dejar indiferente, que conmueve porque incita al lector a removerse por dentro, como si la historia narrada fuese para el lector un espejo donde reflejarse.