17º Número de la revista literaria Nevando en la Guinea

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17º NÚMERO DE LA REVISTA LITERARIA

DIGITAL MENSUAL

NEVANDO EN LA GUINEA

Nº LXI de la 2ª etapa/01-11-2011

 

EDITORIAL LXI

Cumbre Iberoamericana,

Otra vez más de lo mismo

Ha culminado en Asunción la edición anual de la Cumbre Iberoamericana. En esta ocasión ha pasado sin pena ni gloria, en buena medida porque no ha recibido la atención mediática de otras ocasiones, tal vez por la cantidad de problemas que agobian a cada uno de los países, tal vez porque en esta ocasión parece que los Estados miembros se lo han tomado muy en serio y se han ausentado incluso once Estados.

Nacida en 1991, parece que hubo voluntad de convertirla en el referente iberoamericano de la Comunidad de Países de Lengua Portuguesa, de la Commonwealth o de la Organización Internacional de la Francofonía. Sin embargo, no ha conseguido aunar las políticas de los respectivos Estados y el que se siga reuniendo parece más un acto de mera voluntad de los diferentes estadistas que la consecuencia de unos lazos políticos, económicos, sociales o culturales.

Más allá del hecho evidente de que la mayoría de los países que asisten a la Cumbre tienen el español como lengua oficial, no deja de ser lo que su nombre índica, una Cumbre anual, esto es, una mera cita en la que los representantes de los Estados se sacan la foto junto al Rey de España. Ni hay instituciones políticas comunes, ni estamos ante un organismo real de cooperación económica, ni supone un gran alivio para las migraciones entre los países, ni siquiera incide en las políticas culturales. En cuanto a la lengua, seguramente las Academias correspondientes consiguen más y mejores logros que las establecidas en la Cumbre en el ámbito cultural.

¿Para qué sirven por tanto estas reuniones anuales?

Son un mero gesto de hermanamiento que dura lo que dura el evento. Seguramente más vale esto que nada, pero no deja de ser evidente la frustración que puede generar tanto gesto vago. En la década de los noventa daba la sensación de que la Cumbre servía a España para sus intereses económicos y empresariales. No olvidemos que eran años de bonanza para la antigua metrópoli, nada que ver con el escenario actual, cuando la antigua potencia colonial sufre una crisis cuya finalización no parece llegar.

Más allá de la política de gestos, es real que hay una comunidad de hablantes. El español es compartido por un gran número de personas en el mundo que han convertido esta lengua en una de las más habladas. Hay una literatura que ha contribuido mucho más que las sucesivas Cumbres a que las diferentes sociedades se conozcan de verdad. Este hecho nos lleva a pensar que sobran políticas de gestos y es imprescindible constituir de verdad mecanismos de intercambio que pasan primero por aspectos culturales, sin duda los de más peso y los más importantes. En este sentido, hay que aceptar que el español ya es un patrimonio de numerosos pueblos del planeta, no le pertenece a la antigua metrópoli, del mismo modo que el francés, el inglés y el portugués superan las fronteras de Francia, Gran Bretaña y Portugal al pertenecer a numerosos pueblos. Un motivo más para considerar el absurdo de las fronteras y las separaciones entre culturas.

No contamos que la próxima Cumbre, la del 2012, vaya a aportar tampoco nada nuevo. Confiamos más en la literatura, desde luego. Mucho habrá de cambiar la política, la de España y la de los demás países, para que cambiemos de parecer y mientras tanto esperamos que sigamos leyendo buenos relatos, buenas novelas y encomiables poemas en castellano, que es al fin y al cabo lo que más nos interesa aquí.

 

 

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SELECCIÓN DE POEMAS

Por Cecilio Olivero Muñoz

 

TRASTIENDA

Y EXTRARRADIO

 

Epopeya edulcorada en el oropel del celuloide

enfocada hacia la épica del extrarradio,

los límites de un barrio

son los límites en el espacio abierto,

 motos con manillares de tres piezas,

fulacos y mirafloris derrapando

en los campos de fútbol domingueros,

la libertad está preñada en intramuros.

La cárcel es solamente el punto final

aunque algunos engendren allí su comienzo.

Jerga de fogata en las afueras,

dejos de fósil tragedia marginal,

acentos de la Andalucía más próxima,

lenguaje próximo a la golosina.

Chutes con los que driblar a la muerte,

patéticos esbozos de la crisis eterna,

fábricas que abandonan el biberón vacío.

Coctel de pupitres inhabitados

que mezclan la cabaña en los barrancos,

novillos por la tarde para ver

la película de la que todo el mundo habla,

se cambia el olor a goma por un momento

para gozar lo mismo con sabor a palomitas,

sabor a sal y a Mirinda calentorra

evaden a la rutina del comer siempre lo mismo,

churretes en la cara y mucha mugre

contra la purpurina hortera en la trastienda.

***

 

TAN ADENTRO

TAN VERDAD

 

Quisiera vomitarte pero te quedas dentro,

en el cotidiano deambular

sacarte yo no puedo,

te veo en el sofá y allá en el mueble-bar,

te veo en el trastero y allá en el revistero,

 serpenteando en el quizás

por las ruinas de esta casa,

tropiezo en la realidad

testaruda y perspicaz,

encuentro pura sal donde el amor se sala,

quisiera vomitarte pero te quedas dentro,

andas siempre el lugar

que ya anduvieron mis besos,

quisiera echarme a andar

y poder olvidar lo que quedó tan lejos,

pero no encuentro nunca paz

en esta sala de espejos,

se dobla sola la soledad acá en el hogar,

repleto el eco de silencios,

quisiera vomitarte pero te quedas dentro,

fija en tu malestar

reprochándome el afecto,

quisiera yo olvidar

tus rincones infectos de tiempo,

pero me asalta la verdad

sin la tranquilidad de tenerte tan adentro,

quisiera vomitarte pero te quedas dentro.

Tan verdad y tan adentro.

Tan adentro y tan verdad.

 

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Gloria Literaria

La realidad no podía resultarme más despiadada. Quince días atrás me había llegado la invitación: “Presentación de la novela de A. C. Café Atlántico, 18 horas”. En medio del tarjetón habían colocado una inmensa foto con la cara del celebérrimo autor. Pasé dos semanas asqueado y al final acudí a la cita, aun a sabiendas de que iba a ser una tortura. No me equivocaba. Pese a las buenas formas, a las sonrisas beatíficas, a los apretones de manos, a las palabras elogiosas, a los canapés sabrosísimos, a las muchachas hermosas, a los autores celebrados, a las mujeres cultas, a los críticos brillantes, pese a todo, fue para mí un verdadero calvario. Recordé de nuevo mi incumplida promesa de nunca acudir a los actos culturales, menos aún a los literarios, mucho menos todavía a las presentaciones de libros y no digamos cuando se trataba de A. C. Siempre cedía, no obstante. No puedes faltar, me decían todos cuando mostraba mis reparos a acudir a semejantes eventos tan detestables, y me lo señaló en esta ocasión sobre todo mi editor, el pobre, que me puso esa cara de estar sacrificándose por mí, nada menos, al editarme, cuando a todas luces perdía dinero con ello, no como con A. C., que era un escritor de éxito, vendía a manos llenas e incluso preparaban una tesis doctoral sobre él en una importante universidad, mientras que yo apenas llegaba a vender una parte de los dos mil volúmenes editados de cada una de mis tres novelas y dos recopilaciones de cuentos. Para colmo, compartíamos editor, una verdadera pesadilla, un profundo lastre. Y allí estaba yo ante A. C. que se me acercaba histriónico mostrando al público presente que no sólo me conocía, a mí, un autor desconocido al que apenas nadie leía, “una lamentable injusticia”, diría en algún momento, sino que además él, el glorioso, no tenía reparos, “no se me caen los anillos”, en saludarme ante todo aquel público que había acudido a verlo a él, el divino.

Pero, ¿quién era A. C.? La pregunta es un tanto retórica, desde luego, todo el mundo conoce a A. C. Para ser más exacto, supongo, la pregunta debería formularse en los siguientes términos: ¿Quién era A. C. para mí?

Resulta imposible ser objetivo: conozco a A. C. desde hace tiempo, vivíamos en una ciudad pequeña, aunque en aquel entonces no coincidimos más que en contadas ocasiones. No fue hasta el final del instituto y más tarde en la Universidad, la prestigiosa Facultad de Letras, cuando empezamos a tratarnos. Nunca me cayó bien. Nunca hubo entre nosotros eso que llaman “feeling”. No me llegó a engañar con su forzado encanto, su aparente cultura, sus comentarios prefabricados, ni siquiera la primera vez, cuando coincidimos alrededor de una mesa, en el mismísimo Café Atlántico donde tuve que tragarme años después su presentación, e intentaba impresionarnos, a mí y a mis cuatro acompañantes, con sus comentarios irónicos, geniales, satíricos, profundos, intelectuales, eminentes, agudos, ocurrentes. Yo también escribo, nos anunció enfático en aquella ocasión. Todos le miraron como el genio en ciernes que creyeron que era. Yo, no. Intuí que se estaba creando un personaje, que tras aquella máscara de intelectualismo y afán artístico no había nada. Él no escribía. O no escribía como debía de hacerlo, como cualquiera que tuviera dos dedos de frente consideraría que debía escribir un escritor de verdad. Para él, por el contrario, escribir era una forma de seducir bellas estudiantes que se extasiaban ante su verbo florido, de impresionar a eruditos a la violeta en versión posmoderna, de seguir viviendo del cuento al persuadir a sus padres de que su hijo era un artista sin igual para que le pasaran un dinero que se gastaba en farras, nunca en libros. Nunca llegará a nada, me dije, nunca hará nada, estuve convencido desde aquel primer encuentro, lo saludaba por mera educación, pero me reprimía las ganas de decirle bien a las claras que era un estafador, un completo estafador intelectual. Me cohibió una excesiva buena educación. De buena gana, lo soñaría más de una vez desde entonces, le pegaría un buen guantazo en ese engreído rostro de nastuerzo pseudoilustrado.

Al contrario que él, yo nunca anuncié a bombo y platillo que sería escritor. Simplemente escribía y sobre todo leía, estudiaba, pensaba. Me había tomado muy en serio el ejercicio de la escritura. Nada de fiestas, de exhibicionismo, de ostentación, nada de apariencias, de alardes, de suntuosidad, era un modo de vida, una búsqueda ajena a la mirada del mundo. Mientras él pasaba las noches de bar en bar, bebiendo, ligando, exhibiendo una apariencia de chicomalointelectual, yo me pasaba las noches entre libros. Es verdad que tuve algún devaneo y amé a una mujer que me abandonó, se aburría seguramente, pero tenía un objetivo, un fin. Pronto publicaría mientras que él, me dije, acabaría de oficinista añorando sus años de juventud.

A todas luces no fue así. Allí lo tuve aquella tarde en el Café Atlántico, pavoneándose ante los invitados, mostrando todas sus coloridas plumas, abrazándome una y mil veces, “qué bien que hayáis venido todos”, me espetó feliz, ajeno al odio proyectado desde mis ojos. Y recordé el día en que se presentó con cinco libros bajo el brazo, mi primera novela, nos anunció, pero cuándo tuvo tiempo, pensé, para escribirla, y nos la regaló, leí las críticas antes que la novela, todas elogiosas, hablaban de gran promesa, de genio a pesar de su juventud, de talento sin igual, no es para tanto, consideré creyéndome imparcial, mientras mi primera recopilación de relatos que publiqué unos meses después pasaba por completo desapercibida. C. A. volvió a saludarme, inmensamente feliz, “mi amigo del alma”, sonreía fanfarrón mientras miraba de reojo a todos los lados. Le odiaba, le odiaba profunda y desesperadamente.

Juan A. Herrero Díez

 

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ESCRITOS DE DAVID CAMPOS

Y BLOGS DE INTERÉS SOBRE ESTE AUTOR:

 

http://haloperidol100.blogspot.com/

http://manicomiomartorell.blogspot.com/

http://artenelmanicomio.blogspot.com/

 

 

VILLANCICO: ¡Pastorcillos, venid!

 

¡Pastorcillos, venid tranquilos, venid cariñosos, suspirando el jazmín de los ceniceros!

¡Venid pastorcillos y no preguntéis, ni que hacemos, ni quienes somos!

¡Vosotros ya conocéis el comportamiento del rebaño manso, pastores amables!

¡Vosotros, pastorcillos, encarnados en una bolsa de basura, con la barba impávida!

¡Vosotros, pastorcillos nobles ancianos, ya habéis visto los pisos de protección oficial, en vuestra agudeza!

¡Pastorcillos buenos, rebosantes de sabiduría, conciencia y gulas del norte!

¡Pastorcillos de ganado, sois eternos pastorcillos de ganado!

¡Pastorcillos de misales, sois también pastorcillos de misales!

¡Pastorcillos de criaturas sumisas, sois viajero pastorcillo!

¡Venid, ánimo pastorcillos!

¡Vosotros, pastorcillos, estabais en vuestra cena, pastorcillos, tan tranquilamente!

¡Vosotros eráis pastorcillos de comida, estabais también en el supermercado!

¡Y estabais mendigando en el puente aéreo!

¡Y estabais, pastorcillos efímeros, con el estómago lleno!

¡Pastorcillos, venid hoy, no esperéis!

¡Venid joviales, ánimo pastorcillos!

estribillo (3 veces):

¡Explicad vuestros chistes!

¡Explicad vuestros chistes!

¡Explicad vuestros chistes!

***

La puerta del ambulatorio

La puerta del ambulatorio gira hacia la derecha y yo entro.

El médico me recibe:

-¿Verdad que no has follado?-

La puerta del ambulatorio ha golpeado la nariz de la vieja, turno siguiente.

El médico me pregunta: -¿La más?-

La puerta del ambulatorio esparce los cristales sobre la nariz de la vieja tumbada en el suelo.

El médico me pregunta: -¿Es verdad que tienes respeto por mí? La puerta del ambulatorio empieza a girar sola dado su mecanismo electrónico. El médico me pregunta: -¿quién soy?-

La puerta del ambulatorio cae encima de la vieja y le destroza las costillas. El médico me pregunta: -¿Has matado?-.

La puerta del ambulatorio clava despiadadamente las juntas de aluminio en los ojos de la vieja.

El médico me da las recetas y se despide con un cálido apretón de manos, después de solo haber dicho, SI.

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SELECCIÓN DE POEMAS

Por Daniel Requelme

 

Chica caliente sobre las flores

Demasiadas evocaciones
frotando la copa de los árboles
y no todas ellas troncos, de la misma hoguera.

Casa
que alguna vez,
pensó dejaría de pertenecerle,
cuando no hallaba
la manera de introducirse en el mundo
y sus gestos pasaban de una manera imperceptible.

El vino
como ahora
calibrando las emociones
derramándose de una manera extremadamente singular.

Por
cada voz
que se lleva el viento
la intención de vivir en todos ellos
pero;
la ciudad construye el muro
y
uno
queda solo
arrepentido,
de no haberse ocupado de la propia vida.

Ella sabe,
chica caliente sobre las flores,
todavía hay tiempo de su tiempo.
Tomará, la decisión de volver a empezarse.

***

 

 

SIN PALABRA

 

Me intimida

cuando demora la palabra,

el crecimiento de las cosas.

Soplado, desde adentro por atroces imágenes.

el ojo

sabotea la represión del caos.

Duele

lo que no puede nombrarse,

el dolor de no suplir la ausencia.

Duelen mudas lágrimas, duele.

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SELECCIÓN DE POEMAS

Por Mabel Alicia Yones

 

Ahora estoy de regreso.
Llevé lo que la ola, para romperse, lleva
-sal, espuma y estruendo-,
y toqué con mis manos una criatura viva;
el silencio.

***

 

Yo me acostumbro, amor, yo me acostumbro. Yo me acostumbro a estar sin ti.

¿Lo entiendes? Quiere decir, amor, que no amanece; quiere decir que aprendo

a abrir los ojos sin tu beso. Quiere decir que olvido, amor, que yo te olvido.

Como un morirse lento, implacable, a pedazos, yo me acostumbro,

amor, yo me acostumbro. Y acostumbrarse es una cosa oscura,

es una cosa eterna, sin caminos, como un caer, caer en el vacío.

Yo me acostumbro, amor, yo me acostumbro.

 

***

 

Yo presiento su risa
-y en mis versos su huella-.
Y la risa que pasa,
y la duda que seca.

Todo presiento, todo,
lo que pasa en la tierra:
la caricia y el llanto,
el beso y el poema.

 

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Milagros Guillén Moreno (México)

Se vende mi país

Se vende mi país con todo y gente. Se vende la palabra Independiente.

Yo no lo vendo No! …Por que lo quiero.

♥ Yo no lo vendo No!… Mejor me muero.

La patria se volvió nones y pares.

Se vende hasta el fondo de los mares.

Se venden sus montañas y sus ríos.

Se venden sus calores y sus fríos.
Se venden sus oasis y sus flores.
Se vende el amor de sus amores.
Se venden las arenas del desierto.
Se vende todo lo vivo con lo muerto.

Se vende lo mas querido y lo mas profundo
Se vende lo que espera la esperanza
Y el ansia del amor que nunca alcanza
Se vende mi país se vende en frío
Lo único que tenia que era mío
Yo no lo vendo No!… porque lo quiero
Yo no lo vendo No!… mejor me muero

Yo no lo vendo No! Porque lo quiero.
Yo no lo vendo No! Mejor me muero…
Se vende el ejemplo de aquel padre
Se vende a la mama…Qué Poca Madre!!!
Se vende mi país y yo me chingo.
Se vende al extranjero y a lo gringo.
Se venden sus memorias y sus recuerdos.
Lo avientan a la hienas y a los cerdos.

Se vende mi país puro y entero,

Se vende, por un puñado de dinero.

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SELECCIÓN DE POEMAS

Por José Icaria

 

 

Éramos puros e inocentes, pero ya no

 

 

Éramos puros e inocentes,

pero ya no.

En nuestra mirada,

refulgía la llama

esplendente y blanca

de la pureza ilimitada

y la inocencia.

Nos hablaban de crímenes,

atrocidades pasadas,

pero el nuestro era un mundo

esplendente y blanco

de pureza ilimitada.

Pero ya no.

Ha habido guerras y epidemias

adosadas

al envés de la espalda

y, de ser una carga,

pasaron a nutrirnos.

Nos estaban esperando:

¡Adelante!

Vamos, si está muy rico,

toma otra cucharada:

zumo de niños muertos,

para que crezcan fuertes

y sanos los niños buenos.

Pero ya no.

Hemos vendido a sus hijos,

prostituido a sus madres,

asesinado a sus padres

(fomentando guerras lucrativas),

diezmado poblaciones enteras

(traficando con recursos básicos),

expoliado países,

desgarrado naciones,

tantas, tantas atrocidades

que, de nuestra boca,

no cesa de manar sangre.

Y, por mucho que querer queramos

jugar al juego blanco

de la pureza esplendente y blanca

y la inocencia,

nuestras manos,

torvas y ensangrentadas,

no saben ya donde esconderse,

y nuestra mirada,

criminal,

torva y ensangrentada,

de niños que se hicieron

altos y fuertes

bebiendo

el zumo de la muerte,

no sabe ya donde esconderse,

sumida en unos párpados

que rezuman

oscuridad y muerte:

cifras e informes,

nichos y simas,

avenidas y mares,

sobre los que cabalga

frenética la muerte.

Y, qué queréis que os diga:

ya no, mis odiados cómplices,

ya no.

***

Nuestros demonios aúllan fuera

 

 

Nuestros demonios aúllan fuera,

y las ventanas tiemblan pavorosas,

en la larga noche corrompida

de las verdades temblorosas,

hechas al fin verbo, al fin carne, al fin trueno,

y,

ja, acostumbrados como estábamos

al traje cómodo y recién planchado

de las cosas que van bien,

y de repente, otra vez,

con los huesos a la intemperie,

y la muerte, socavando nuestros pies.

***

Clic

Clic,

enciendo la tele,

y hay una ministra

que parece la dama de Elche,

diciendo mireusté,

y todas esas ventosidades

que nos tienen tan acostumbrados

a escuchar:

“me gusta que me haga esa pregunta”,

y claro, sospechamos el porqué,

y pasa lo de siempre:

al final, no escuchas nada,

y todos esos fonemas, esa verborrea

inútil y sin sentido,

acaba por formar una masa

densa y compacta,

una monumental

bola de mierda,

que amenaza con devorarlo

todo, tras el cristal.

Y clic, cambio de canal:

un  documental de animalitos

-para que luego digan

que no hay cultura

en las cadenas del estado-:

y he aquí la bola de mierda

-como antes le iba diciendo-

trabajosamente arrastrada

por un escarabajo pelotero,

que, tras una ardua jornada,

consigue enterrarla en su agujero.

Y clic, cambio de canal:

no veo nada, no sé qué veo:

ah, una pelota de golf,

y alguien, que la extrae del agujero

(un oasis

en medio del desierto):

y claro, corbata, voz engolada,

me apunta con el dedo

(pero no es él quien habla,

es la misma voz de siempre):

-Para ti  que lo mereces,

un detalle de exclusividad.

Me giro, no hubiese alguien detrás.

Y clic -sin remedio- una vez más.

Pero, hombre, ¿qué veo?

el viejo Paul Newman,

comiendo desaforadamente huevos

en el triste canal de las películas trasnochadas.

Y, yo también soy Paul Newman,

Engullendo, sin decoro,

sus intragables huevos de oro.

Pero no, no soy, no somos Paul Newman,

porque, si lo fuéramos,

cogeríamos sus malditos huevos podridos

y se los estamparíamos en la geta a más de uno.

Y, de paso,

una buena patada en el culo.

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SONETOS

Por Rodolfo Leiro

 

VIEJA AMIGA

 

Vieja amiga, afectuosa complaciente

de mis años de lujosa efervescencia,

de los cándidos secretos, la prudencia

y la cómplice sonrisa confidente;

 

en el ruedo del estío y la esplendente,

la juvencia de la hedónica existencia,

¡tu consejo sin la mínima experiencia

a la núbil esperanza adolescente!

 

Y los años, con su curso displicente,

se llevaron tu presencia, tu indulgente,

tu gloriosa compañía de mi día;

 

hoy te evoca mi vejez ambivalente

como sueño que rodara por mi mente.

¡ Me hace falta tu consejo, amiga mía!

 

Construido el

18 de setiembre de 2011- para

“Esquinas Bohemias,” Hora 12,17

 

Rodolfo Leiro

 

***

 

INTUICIÓN

 

Intuyo, que en verdad, me voy secando,

 árbol vetusto que el viento lo derriba,

un etesio que impide que te escriba,

efigie de poeta vencido,  desplomando;

glorioso tiempo aquel peregrinando

en navas de un bohemio cuesta arriba:,

sembrando en cada milpa, fiel amiga,

para que brote mi canto, navegando

por el espacio azul, mi verbo blando

que expande su ternura caminando

llevado por los cirios color miga;;

 en el mundo de paz que fui alumbrando,.

por los tiempos eternos voy dejando

mi verso con la forma de una espiga..

Construido el 25 de Septiembre de 2011

 para “Esquinas Bohemias”

Hora 13,01

Rodolfo Leiro.

 

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EL MUNDO QUE QUEREMOS (IRONÍA)

Por Carlos A. Badaracco

 

Intuyo que la sociedad entera

seguirá exponiendo sus obras de arte:

prostitución,

indigencia,

indignidad,

hedonismo,

sacrilegio,

¡y todo será gratis!

Perversidad,

indigencia,

Encono,

Desaliento;

para disfrutar noche y día,

del colosal entretenimiento,

marchando hacia la osadía, la paranoia y la locura,

con pasión desmedida, eso no hay que dudarlo.

 

Sé también que elevaremos por encima de la misma esencia

la presencia de los truhanes de costumbre,

los avivados,

los violadores,

los corruptos,

los infelices politiqueros,

los mercaderes de la infamia

los curas sacrílegos

los puritanos enfermizos.

 

Yo sé que seremos felices

que cuanto más te especialices

en ser un bellaco de carrera

más amigos tendrás

que se limpien en tu camisa,

la baba del interés,

los mocos de la envidia y la altivez,

y la osadía enfermiza,

de ser los infectos de siempre:

sinvergüenzas, consentidos,

grandes productores mediáticos,

que viven del culo,

de una teta bonita,

que se babearán mirándolos

y mostrándolos por los medios

manifestando su hermosa pasión

por masturbar sus ideas

 

Quizás sea esa masturbanda

la que gobierne el país en el futuro

o se deslicen entre las tinieblas,

fabricando inmundicias,

ideadas para satisfacción

de los placeres usuales.

 

¡Pobrecitos los angelitos!

están de capa caída,

porque siempre hay

un morboso importante,

que le arrebata la cancha,

no puede el pobre infeliz

desarrollar sus talentos

y entonces se deprime

exaltando sus vicios ¡solo!…

 

¿Qué haremos sin todos ellos?

¿cómo miraremos la tele?

Seguro pondrán programas culturales

que nos fastidien  las horas

con las pinturas de Soldi,

las obras aburridas de Borges,

las exposiciones del Louvre;

o bien la música pesada de Bach,

Beethoven o Vivaldi.

 

Seamos justos amigos

la libre expresión debe alentarse

para exaltar las pasiones

del sexo, la ignominia y la barbarie.

Usemos la inteligencia;

estimulemos más la ignorancia,

la más ignota distinción

por el saber es arrogancia

el placer de los efímeros ricachones,

que sin sentido promulgan

educación a destajo

eso sí que es un asco;

son locos con retardo;

mirá que alentar el saber,

eso es de tontos palaciegos,

de insignificantes intelectuales

que viven de libros y del ocio,

son los infelices de opio,

los moradores del tedio

infelices cementerios

de la cultura omnisciente

un vicio tan complaciente,

como la cognición, el saber,

dos pecados tan viles,

que se quedaron en el tiempo

¡viva el vicio y el desenfreno!

ellos son amigos de verdad

alentemos la “paz”

para alentar también la guerra

con la ignorancia en las manos…

 

 

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16º Número de la revista literaria Nevando en la Guinea

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DIGITAL MENSUAL

NEVANDO EN LA GUINEA

LXº de la 2ª etapa/01-10-2011

 

Editorial LX

Cine, cine, cine … más cine, por favor

El mes de septiembre es un mes especialmente dedicado al cine. El mundo del celuloide se da cita en Venecia y San Sebastián, se acude con bambalinas a las muestras y se compite por los premios correspondientes, en una concurrencia a veces feroz. Además, el espectáculo siempre está servido, ruedas de prensa, polémicas en la concesión de premios, comentarios, prensa acreditada, una rueda de molinos que se repite año tras año. En Septiembre, además, se elige la película española que debe acudir al certamen de los certámenes, el Oscar de Hollywood, como candidata a la mejor película de lengua no inglesa.

El mundo de la competencia entra de esta manera en el mundo de la cultura y los festivales devienen, de este modo, en un espectáculo más en un mundo mercantilizado donde todo se vende y todo se compra. Evidentemente, rechazamos la idea de esta competición como medio de darse a conocer y de propagar la cultura. No creemos que el arte sea cosa de mostrar músculo y acreditarse como el mejor, al fin y al cabo cualquier concurso no deja de ser un tribunal al que le gusta una determinada película -o un determinado libro-, no porque sea el mejor, el único merecedor de la gloria, sino por la sencilla razón de que le gusta al tribunal correspondiente. Es verdad que buenas películas han sido galardonadas en los muchos festivales que en el mundo hay, igual que buenísimos escritores han recibido premios, pero también es verdad que cientos de películas buenas que nos hacen soñar, sentir y gozar no han obtenido ni siquiera una mención en los múltiples festivales, del mismo modo que Borges nunca recibió el Nobel de Literatura. Ni falta que le hizo.

Soñamos con un mundo en el que las películas o los libros no compitan por un premio arbitrario, sino que aspiramos a muestras donde se hable del arte de contar, nada más, sin necesidad de todas esas histriónicas (en el peor sentido) escenas de guapos y guapas loados por desconocidos convertidos en meros espectadores de la función.

Convierten al arte en mera exhibición de variedades. Nada más odioso, creemos, que los festivales y los museos, donde se guarda, como verdaderas reservas indias, las esencias del arte que ya nadie entiende. Lo han mercantilizado todo en nuestras vidas, incluido la capacidad de soñar, de contar, de escuchar historias, de verlas. Lo vemos en la literatura, donde las ferias le quitan protagonismo a las charlas amigables de café, a las tertulias, al aprendizaje, pero sobre todo lo vemos en el cine, gran espectáculo del mundo, no en vano nacido en la cuna del capitalismo tardío.

Ya es malo la mercantilización del mundo, pero todavía más lo es cuando se trata de este ámbito que nos resulta importante, íntimo, fundamental. Abogamos por muestras de cine, sí, pero sin premios, sin bambalinas, sin estrellas paseándose a la vera del mar, muestras que se vuelvan charlas donde actores y espectadores se reúnen para hablar de las películas, del mismo modo que nos interesan más los intercambios de libros, las tertulias amigables de café que las grandes escenificaciones casi teatrales, tan en boga hoy en día.

En medio de esta vorágine festivalera, un pequeño dato positiva: la película elegida por España ha sido una cinta hablada en catalán. Por una vez se muestra sensibilidad por la variedad cultural de nuestros países. Creemos que lo importante no es tanto la lengua en que se hable, sino la riqueza y variedad de un mundo donde todas las expresiones son bienvenidas. Pero para reconocer y elogiar esto no necesitamos el Óscar ni ningún otro premio.

 

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AYUNO Y MITOMANÍA

Por Cecilio Olivero Muñoz

 

ODA A DANIEL JOHNSTON

 

Daniel canta, desafina, expláyate,

canta y escápate del McDonalds,

visita el McDonalds solo para engullir,

desátate y escapa de los mediocres,

de los seudo-filántropos y del estereotipo,

de los amantes de lo convencional,

de los clichés y las normas establecidas.

Canta porque el que canta

se hace ligero y se acerca a Dios,

desafina y crea tu nuevo lenguaje,

   no desayunarás en Tiffanys

pero eructarás junto a la cloaca

del mundo, eructarás con ganas.

Serás parte de los otros, los excluidos,

serás parte de nada para ser un todo,

eres un ser maravilloso, soltero,

enfermo y gordo, pero maravilloso,

pocos pueden decir lo mismo.

Tú y tu diablo sois uno solo,

si crees en ti también creerás en tu diablo.

No dejes de ser tú mismo.

***

IPSE DIXIT

(LA ETERNA SEMILLA)

 

Se quedó asombrado, sorprendido,

al ver lo que sentenciaba con acierto.

Era tan certera la predicción en la canción,

era tan aguda la visión que leía de él

en esos poemas que su asombro

le evocaba cierta sensación de misterio,

que su sorpresa inusitada

le creaba quizá alguna leve inseguridad,

¿era inseguridad? ¿Era la sensación

de sentirse marioneta manipulable?

Era la sensación de verse

destinado hacia un final que los demás

intuían, sospechaban,

se atrevió a preguntar: ¿sabes mi futuro?

¿Mi destino está escrito?

A lo que él poeta le respondió:

No es tu futuro el que conozco,

solamente conozco tu pasado.

Nadie predice el futuro.

El destino no está escrito.

Sentenció este poeta amante de las hogueras.

Este poeta se llamaba Joe Strummer.

***

 

JAULA DE GRILLOS

 

Si yo fuese todo aquello

que dejé en el camino para no ser nada,

si yo fuese todo aquello

que dejé en el camino para no ser nadie,

para ser mucha nada y mucho nadie,

para ser un don nadie entre doña nada,

seguramente ahora sería feliz,

Manrique Jorge tenía toda la Razón

cuando dijo aquello de:

cualquier tiempo pasado

siempre fue mejor, mucha Razón,

si yo amontonara todo aquello

que despojé de mi persona

para ser fracaso antes que victoria,

otro gallo me hubiera cantado

en lugar de sonar esta jaula de grillos.

Y ese montón pesaría en las gentes

antes de ser liviano todo lo que dejé atrás.

***

 

AVISO PARA INCAUTOS

Y PARA LOS NO-NORMALES

 

Un día como tantos días, un día

casi igual o igual que todos los días,

pararás a compararte, pararás

a definirte, un día en el que todo parecerá

seguir su curso, la pubertad quizá,

o quizá siga su curso la rutina diaria,

un día algo dejará de funcionar,

verás que aquellas cosas que antes

te conmovían hoy no lo hacen tanto.

Sentirás que ya no conspira el mundo

para que conquistes la cima,

sentirás que en la casa de tus padres

han cambiado los muebles de sitio,

sentirás que respiras distinto,

sentirás que ya no tienes

lo que antes se te daba sin esfuerzo.

Verás al ciudadano-medio insertado

en la gran autopista colectiva,

te sentirás extraño en los espacios

públicos y allí en las zonas comunes,

comprenderás con el tiempo

que tu tiempo ya concluyó,

te encerrarás para sobrevivir

a la ley de los mediocres.

Un día como casi todos los días

verás a tu sueño doblar la esquina,

tu vida de rutina y monotonía

pasará de página sin previo aviso,

un día llegarás a la conclusión

que no hay conclusión que valga

y que todo ya ha concluido,

un día se vaciará tu vaso de juventud,

se consumirá tu último cigarrillo,

y buscarás sin éxito asociación

de víctimas y de mutilados,

buscarás que te den un consejo

en los momentos aquellos de crisis.

No sabrás, quizá, si estás muerto o vivo,

verás que el reloj ya no es reloj,

y que la muerte ha metido su hocico

en las habitaciones de la soledad,

verás que la vida guarda mentiras

y que una gran verdad para todos

no es tu misma verdad,

la verdad de que caducan los postres

y las pasiones se hacen despojo,

primero serán las pasiones,

después los recuerdos serán luz de gas,

querrás luchar contra el mundo,

pero imposible será evitarlo.

***

 

UN DECÁLOGO

EN UNA SALA DE ESPERA

 

La primera vez que leí el decálogo

me sentí salvado entre tanta responsabilidad,

entre tanta protección legal,

después, cuando conocí al gañán,

cuando conocí al inepto, al papanatas,

cada vez que esperaba en esa sala de espera

se oían mis carcajadas por el pasillo,

cada precepto que leía en ese decálogo

era pura diversión por lo inverosímil que era,

el abogado era todo lo contrario

de lo que aquel decálogo propugnaba,

cada precepto era un chiste malo

que causa risa no por ingenioso,

sino por lo absurdo y contradictorio.

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SELECCIÓN DE POEMAS

Por *Rafael Hilario Medina

(*Publicada una entrevista de este autor en la revista)

 

el alba precedida por el rastro nocturno de los astros enarbolaba el pálido fulgor de sus labios      el día    roto su negro caparazón de brumas   se apresuraba a ser alimentado      a ser vivido     pronto la corona azul del viento regiría sobre el oscuro mar de los presagios           te amo   susurraban las tijeras del humo al borde de las fuentes        te amo   clamaban soterradas las uñas de la noche a la vasta soledad de los caminos     te amo   repetía la sutil libertad de mi deseo unido al ligero temblor del tuyo      única      fugaz    desconocida   te amo    recuerda el incesante eco de mi sangre en tus venas

De Cifra del sueño (1993)

No las banderas blancas en el lugar del crimen, no el abrazo de las alambradas, no la vehemencia equinoccial del vino, no las resoluciones del círculo y sus feroces trampas aleatorias; Sombramientras un guante descolorido y olvidado trenzara los nudos corredizos del porvenir aceptaba la lógica de lo absurdo, esas terribles manifestaciones que obedecían al orden de una realidad estrictamente implacable.

«Escucho el profundo lamento de las almas de los condenados –afirmaba.

Y los cimientos del orbe súbitamente parecían resquebrajarse.

—«Oigo gemir las piedras bajo las negras aguas pantanosas decía.

    Y la luz atrapada en la circunferencia de sus límites empezaba a extinguirse.

—«Veo un penacho de humo ascender a los cielos a través de una ventana –precisaba.

Y el día ultrajado presentía su inminente derrota.

—«El hálito del viento atiza las fauces del fuego –sostenía.         

   Y el aire entumecido jadeaba desgarrado.

 —«La torre arde sumisa, distante, silenciosa         

subrayaba.

Y el tiempo sucumbía, cómplice del exterminio de las llamas.

«Un montón de nubes negras y aullidos es todo cuanto en la oscuridad percibo –advertía.

Y las confusas voces se expandían insepultas.

—«En el fondo hay una hoguera y cuerpos calcinados y despojos— aseguraba.

Y el mundo era pasto del fuego.

—«Más allá, en la otra orilla, las almas descarnadas aguardan el último suplicio concluía

Ahora, empero, en el preciso instante en que únicamente su voz es capaz de redimirme, aquella cuyo nombre es un arco luminoso, duerme; y su sueño, del que un ángel sin rostro entra y sale a voluntad, es mi eterna vigilia. ¡Oh tú que me escuchas sollozar confundida entre la estación de la nada y el olvido, viajera solitaria que cada noche te tiendes desnuda en las aguas de mi corazón silencioso, es hora ya de que rompas tu mutismo!

Y ella, ahogado temblor de arpa perdida:

    —«En el fondo del pozo hay un espejo.

Y yo, árbol hendido de nocturno acento:

«Tocar el fondo es convertirse en polvo.

Y ella, campanario de ojos sumergidos:

«La luna del espejo es como un río.

Y yo, orfebre desterrado de sus ojos:

«Aprender a ser nadie entre los otros.

    Y ella, onda herida en la orilla:

«La corriente del río es una espada”

Y yo, presidiario del tiempo fugitivo:         

    —«Enfrentarse sin fin contra la muerte.

Y ella, oscura raíz del grito:

—«La espada como el fuego nos redime.

Y yo, ancla en la arena abandonada:

—«Retornar a la nada del principio.

Y ella, torre bermeja de los plenilunios:

—«Cómo liberarme de la nada de la angustia?

Y yo, voz doliente clamando en el vacío:

—«¡Desúncete, Sombra, del abrazo de la noche!

 

  

 

Confundidos bajo los pétalos de la más bella flor del estío atravesamos el jardín. La luna adormecida parecía flotar desnuda sobre las aguas del estanque. Contra los oscuros designios  de las olas la codicia del sueño nos arrastraba. El viento iba de uno a otro costado de la tierra. En las inmediaciones del puente de la bruma, justo en el lugar donde a menudo deliraba el ferviente seno de la viña, el pálido fantasma del porvenir nos sorprendió: «¡Oh Fugitiva! –aulló al pie de los trémulos peldaños de la llama– ¡Si la luz de súbito invadió el espacio que en el aire ocupaba la furia de tu corazón devastado, fue para impedir que el dolor asumiera la total posesión de tus dominios! ¡Oh Fugitiva! ¿Qué añoranza alienta la soledad de tus deseos contra el reflejo de la duda semejante?» Fiel, empero, al resplandor que sustentaba la línea de nuestro destino, la balanza del tiempo nos precedía. A esas alturas  del camino, en cambio, traspuesto ya el pórtico de los corceles, ni la furtiva rueda del Azar ni la descarnada rosa de la Vigilia conseguirían separarnos. «¡Oh  Fugitiva!—susurró perdido un eco mientras ganábamos la firme claridad de otra orilla—Sobre el arco luminoso de tu frente combatían  el trébol, los labios de la tormenta «¡Oh Fugitiva!». El piar de los pájaros de la cima eclipsaba la lira del  cielo.

De Sombra de Alondra (2002)

 

 

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El patio

Me quedo ensimismado en el lavabo mientras contemplo desde la ventana el improvisado parking que hay detrás del edificio. Son varios los coches aparcados, todos ellos de buena gama, muy en la línea del barrio. Aun cuando el patio está algo abandonado, se mantiene cierto rigor, como un orden establecido y controlado, el de un descuido predispuesto y no sin poco acicalamiento: hay algunos hierbajos aquí y allá, un recipiente viejo que debió de servir para almacenar grano o tal vez líquidos y una pared completamente desconchada enfrente al bar en el que estoy. No parece en absoluto uno de esos rincones desamparados que suele haber en las partes pobres de la ciudad. Da la impresión que cada cosa está en su lugar. Los coches, supongo, ayudan a que el rincón parezca lo que es, al igual que la otra fachada del edificio que veo de lado, pero en la que distingo sus grandes ventanales abiertos y que dan también un toque de eso que llaman distinción pero que no es otra cosa que la simple y llana posesión de dinero, algo que a mí, sin blanca, me anda angustiando últimamente.

No es que me obsesione, pero ando un tanto preocupado. Me agobia la falta de perspectivas, sin embargo, ese día decido no pensar mucho en ello, no angustiarme más, mientras contemplo al hombre acercarse al que debe de ser su vehículo, un audi, creo, que yo de coches no entiendo mucho, y de color oscuro. Va trajeado y lleva una cartera marrón de piel. Abogado tal vez, me digo, porque viste en la forma que yo imagino que visten los abogados, al menos los que yo he visto, que no son muchos, la verdad, pero los suficientes como para hacerme una idea. Se acerca a la puerta, lado conductor, y se queda un instante pensativo, como si tuviera que reflexionar lo que ha de hacer. Abre al fin la portezuela y entra en el vehículo. En ese momento me fijo en el chico que aparece desde el otro lado del patio, de entre los coches aparcados. Se acerca con lentitud, como si nada tuviera que ver con el espacio en el que está ni con el primer hombre. Lo observo acercarse. Se queda a pocos metros de la ventanilla del conductor y no logro distinguir si hablan o si simplemente el chico se queda mirándolo, tal vez provocador, tal vez curioso. No me parece que intercambien palabra alguna, al menos no habla el chico, le tengo enfrente, a algunos metros, y puedo distinguir perfectamente que su boca no se abre, su rostro permanece impávido, sus maneras son quietas, pasivas. Pero de pronto realiza un rápido gesto con su mano derecha y saca de debajo de su chaqueta un objeto que en ese instante no distingo pero que con el rápido movimiento hacia atrás y el ruido que le acompaña sé que es una pistola. Sale corriendo un segundo después.

Nunca he visto matar a nadie. En la realidad, digo, en la calle, a pocos metros delante de mí. Me quedo quieto, no sé si sorprendido. Ni me pongo nervioso ni me tiemblan las piernas.

Se asoman algunos rostros por las ventanas abiertas del edificio de la derecha. Tres hombres entran en el patio desde la calle y se acercan al coche. Uno de ellos llama desde un teléfono móvil. No se acercan al vehículo, hay un gesto de otro de los hombres que indica, más bien lo ordena, que no se aproximen. Debe de estar muerto claramente, me digo, de lo contrario le ayudarían. No tardo en escuchar una sirena y un coche de policía entra por el pasaje que une el patio con la calle. Después entran otros agentes a pie. Se oyen más sirenas y entra en el patio una ambulancia. Los sanitarios se acercan al coche mientras se ponen unos guantes. Abren la puerta del lado conductor y uno de los sanitarios introduce medio cuerpo en el coche mientras su compañero apunta en un papel. Hay más rostros asomados a las ventanas. Llegan cuatro hombres vestidos de paisano pero que claramente son policías. Miran hacia los cuatro lados del patio y cuando miran hacia aquí me echo para atrás. Salgo del lavabo. En la sala, en ese momento, hay otros policías de uniforme que hablan con los pocos clientes. Será un instante, va diciendo uno de los agentes cuando aparezco, les tomaremos la filiación y sólo queremos saber si han visto algo. No se fijan en mí. Uno de los policías de paisano que acabo de ver en el patio entra en el bar. Hace una rápida ojeada de quienes estamos dentro. Va pidiendo la documentación uno a uno. Hay un breve intercambio de palabras con los otros clientes y que yo no oigo porque hablan bajo o porque tal vez estoy aún aturdido y a cierta distancia del resto. Cuando se me acerca le entrego mi carné de identidad.

– Ha visto usted algo. -Me pregunta.

Lo contemplo y tardo unos segundos en contestar.

– No. Estaba en el lavabo.

– Me puede dar un teléfono de contacto. Por si acaso nos tenemos que poner en contacto, nada más.

Se lo doy.

– Gracias. -Me devuelve mi carné.

Me quedo quieto, sin saber muy bien qué hacer. Dos policías hablan con dos de los clientes que han debido de ver algo. El policía de paisano nos dice al resto que nos podemos marchar si queremos, que intentarán molestarnos lo menos posible.

Salgo a la calle y veo grupos de personas agrupadas a lo largo de la cera. Apenas se habla, se escuchan algunos murmullos, nada más. La noticia del crimen ha corrido como la pólvora, no sólo en la zona, también en otras áreas de la ciudad, sin duda. Distingo a algunos periodistas entre la gente, los distingo por las cámaras de fotos o de televisión. Debe de ser alguien importante, me digo. Luego, en las noticias, me enteraré de los detalles.

Mientras viajo en el bus intento no pensar mucho en lo sucedido, pero se me aparece una y otra vez lo que vi desde la ventana, en el patio, y por momentos me hago a la idea de que tal vez no ha sido real, que todo fue una escena, algo fingida, absolutamente quimérica. El rostro del muchacho brota entonces con fuerza. Me pregunto entonces si la policía volverá a contactarme, si sospecharán algo, que he contemplado lo que ha ocurrido o que pudiera aportar alguna información que, intuyan tal vez, he ocultado. Siento algo de zozobra, pero me tranquilizo de inmediato, si me hubieran visto en la ventanilla, me lo hubieran dicho.

En casa enciendo la radio. Hablan del suceso, el asesinado es un político, miembro de no sé que junta de asesores. Se reproducen las condenas, las declaraciones habituales, son una banda de asesinos, matan por matar. Como con el runrún de la radio y luego intento leer, pero la inquietud no me deja concentrarme.

A media tarde salgo de casa y me dirijo al centro. Es viernes y la cercanía del descano se respira ya en el ambiente. Sin embargo, no puedo quitarme de la cabeza lo ocurrido por la mañana. Me voy encontrando con conocidos, nos saludamos, sólo dos comentan lo del atentado, lo susurran apenas, como si temieran que se les escuchara hablar de ello. Me encuentro con Susana en el bar de siempre. Nos instalamos en la barra. ¿Cine?, le pregunto. Tiene elegida la película. La sesión empieza en una hora, tenemos tiempo, pero optamos por salir ya, acercarnos a la sala a pie, no estamos muy lejos, nos apetece un paseo. Cuando salimos, me lo encuentro. Nos miramos. Me sonríe.

– Cómo te va. -me pregunta.

– Bien, y a ti.

– Como siempre.

Callamos un momento y nos miramos. No sé si él sabe que yo sé. No sé si debiera decirle algo. Tampoco soy amigo suyo, me digo, nadie de confianza. Tampoco tengo claro nada de lo que ocurre aquí. Pero no puedo juzgar, o tal vez no quiero juzgar nada, por temor quizá o por cansancio o por cobardía, no lo sé, o tal vez aún quede algo de la rabia, de la frustración, este país está hecho jirones, soy consciente, o porque al final nada vale la pena y nos hemos acostumbrado a vivir en el infierno.

– Bueno, hasta luego.

– Hasta luego.

Susana me espera fuera.

– Quién era. -Me pregunta.

– Trabajamos juntos hace tiempo.

Nos damos la mano. Nos espera una velada de cine, le digo con forzada voz de galán. Lo demás, a esa hora, me da un poco igual.

Juan A. Herrero Díez

 

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SELECCIÓN DE POEMAS

Por Rubén Vedovaldi (Argentina)

 

CABO

 

Una familia de mandriles

devora huevos de tiburón a orillas del mar;

por los ojos de esparto del más viejo

cruzan rojos bisontes.

¿Hay un brote en la grieta?

El sol naciente expulsa huestes de sombra.

Musgos, algas, cangrejos y escorpiones

entre helechos silvestres;

ínfima pedrería la fina arena al sol.

Dos océanos se abrazan

al cabo del continente sin inviernos.

Sobre roca verdeada ¿esa anémona

es animal que mimetiza flor

o es una flor que se quiere animal?

¿Brota un grito en la grieta del alma?

El aire me despierta;

el mar tiene sed de amar

Rubén Vedovaldi

***

RES / VERBA

                             Níor bhris focal maith fiacail riamh.

(Literalmente: Una buena palabra nunca romperá los dientes de nadie.)

Proverbio irlandés

“¿Deseaba la palabra sujetarse al rigor de un verso?”

                                                                       Arnaldo Calaveyra

palabra como agujero negro

palabra cuerpo celeste en el ojo del astrólogo

aurora austral

alfileres de gancho anzuelos

anclas del alma

palabra boleadora que tumba la danza

palabras como flechas o látigos

palabra boomerang

hacha de piedra que vuelve desde la prehistoria

a partir los frontales del futuro

verborragia sin alma

palabras que chorrean fuera de lugar como viejo prostático

palabra en cuatro patas

palabras sobre la piedra mayor del sacrificio

palabra que sube del fondo del volcán apagado y

lo enciende todo

palabra que vomita esqueletos anónimos

y les devuelve el nombre

palabras que caminan por la cara como arañas hambrientas

palabras

que quedaron servidas en la mesa

por si alguien quería pellizcar a los postres

y se las llevó el perro

Rubén Vedovaldi

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POEMA

Por Boris Gold

 

“LA GRAN CRUZADA”

A veces la vida

Me hace jugadas,

Algunas muy bellas

Y otras de sufrir,

Más sigo apostando

A lo que me ofrece,

Gritando con fuerza

Que bello…es vivir.

Llegando ya casi

Al fin de mi historia,

Y recreando cosas

De mi deambular,

He sacado en limpio

Que hay hechos valiosos,

Si apostamos todos

Al verbo…amar.

Yo creo en la gente

Y espero que un día.

La legión de justos

Saldrán a pelear,

A la droga artera

Ya la guerra maldita.

Será ardua la lucha

Pero podemos…ganar.

Pero habrá reglas

Que serán sagradas,

Deberes y derechos

Y respeto a los demás.

Honrar al abuelo

La vejez no es descarte,

Y padres presentes

Sin borrarse…jamás.

La meta primera

Combatir la hambruna,

Y que esto sea

Nuestra gran misión,

Que los niños vivan

A pleno su infancia,

Pintemos al planeta

De color…ilusión.

Los jóvenes sin duda

Apostarán sus ganas,

A dibujar un mundo,

Mejor al de hoy,

Donde vean solo

Ejemplos que sumen.

No es una utopía

Hacia allí…yo voy.

Boris Gold

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MALESTAR EN EL PARAÍSO

Por José Icaria

 

Ausente perforado

 

Ausente perforado

en tantos y tantos lugares

mudo

recorrido

por sombras de antiguos pesares

Callada la noche

viene y gobierna

la vastedad de una sombra sin tregua

Cano el día

restalla

y rasga

las telas sucesivas

(burdo escenario en la cruel tragicomedia)

donde pululan espectrales formas vivas

Cómo puede la ausencia

volverse espacio,

volverse materia?

Yo camino y paso

a través de calles, a través de humanos

cuando mis miembros (insoportable lepra)

se separan y alzan y estallan

unos metros más arriba

hasta volverme puramente nada.

Pero, al día siguiente, despierto en mi cama

intacto,

y con el alma vacía.

***

El beso de la Muerte

 

Un estremecimiento de gozo

-en el dolor-

sacude entero mi cuerpo,

como un campo de trigo

mecido por el viento.

Es el beso de la Muerte.

***

Mi cuerpo, como un inmenso continente

 

Mi cuerpo,

como un inmenso continente

donde se libran

todas las tensiones del Mundo.

Volcanes.

Temblores.

Sequías.

Monzones.

Mi cuerpo, mi cuerpo, mi cuerpo,

como una llama inextinguible

que arde siempre

en algún punto,

como una llaga aborrecible

sin pudor abierta al mundo,

como un oído inmenso

abraza el llanto, el sufrimiento.

Mi cuerpo,

osario de fosas comunes

y campos de concentración,

vertedero,

donde los hombres sepultan sus fétidos escombros,

cultivo de virus,

olla a presión,

donde gritos y gestos de horror

son entrevistos,

a través de cortinas de humo y destellos de neón.

Mi cuerpo,

como un juguete viejo y olvidado,

las tripas

del cerdo que fue

-y yace, degollado-

secándose al sol,

para preparar embutidos

que alimenten

a cada día más y más cerdos.

 

 

***

 

Mi vida, un pasadizo angosto y frío

 

Mi vida, un pasadizo

angosto y frío,

crudamente iluminado,

que no lleva a parte alguna.

Galerías y corredores

-laberínticos y circulares-

excavados en la roca,

donde sólo transitan

fugaces, tenues fantasmas,

y sonidos subacuáticos

de inframundo:

cañerías,

muebles,

que crujen en la noche.

Recuerdo tu rostro

-lo he visto en algún frasco-:

el verde, el amarillo cadavérico,

y las facciones abotargadas,

apelmazadas contra el cristal.

Estalactitas y estalagmitas de dolor,

paredes que rezuman sangre,

insectos, parásitos,

caen de todas partes,

y a nuestros pies,

un denso río de vómito

y aguas fecales.

…ya pasé por aquí, en otra circunvolución:

está mi graffiti -grabado en piedra-

y el de alguien, que me precedió…

***

Deja este mundo como te hubiera gustado encontrarlo

 

Me veo a mí mismo, de cuerpo presente

(tú también puedes, no es difícil),

sumido en tinieblas, en la húmeda

y angosta oquedad donde fui enterrado.

Siento el cosquilleo de los voraces gusanos,

frenéticamente ocupados en su monomaníaca labor,

desgarrando irregulares porciones de carne,

para librarme de toda esa carga inútil e inerte.

Vélos: chapaleando entre vísceras pestilentes,

devorando el hígado, el escroto, el corazón, los ojos:

nada escapa a su voraz apetito, salvo

-eso sí- la pálida osamenta, que ya emerge.

Ah, los nichos adosados

donde nuestros cadáveres se pudren decentemente,

y las lívidas esquelas, donde, nuestros allegados,

lamentan tan repentina muerte.

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SELECCIÓN DE POEMAS

Por Daniel Requelme

 

MANO DE OBRA DESOCUPADA


¿A quién vende la suerte
un dormir tranquilo?

La destrucción
que promulga el odio
como todas las cosas, lleva final o pausa.
La lanza,
un badajo que irrita al campanario
y la muerte hace poesía.

Ahora
que el miedo duerme el sueño de los muertos.
Se entiende
cuanto de leve tiene la vida.

Ajena la fiesta,
de otros el botín,
la sangre escurrida
se ha transformado en un musgo agrio
y el dolor
comienza a quererlos.

Sin más tiempo
para otra sabiduría.
Sin otra bulla que el luto
de permanecer mirando de reojo desnudos,
la soledad.

Nadie
que venga y diga cuál sombra les pertenece.

Eternizándose
indigno el silencio
que al duelo otorga muda la boca, su fracaso.
Pervertida ausencia de funerales.

Ya no más fotos de padres con manija
huérfanos
de mando apestan la ciudad.
Los condena la adjudicación de la victoria.

¿Acaso,
quién peinó la pólvora del estallido
llegó a santo o a labrador?.

¿Que hay entonces
del agobio de esta paz sin remordimientos?
Pregón de verdad y justicia
desfilan
pañuelos blancos
salpicados por la sangre derramada

¿Cual distancia entre mi voz
y el lugar que achica las sombras?

***

LA BREVE HISTORIA DEL PRIMO JULIO

Logra
cortar los alambres
y eludir la crueldad de guardias
que arrojaban colillas a las fosas.

Inscribirse
en aduanas europeas
con la libertad de no tener que tasar su decisión.

Sin entender demasiado el habla en Barcelona
sin premura por marcharse,
solo el instante de respirar.

En cartas
como gaviotas
que nunca terminaban de decir:
Extrañó Córdoba, desde Madrid, Roma, Berlín.

A la edad que aún le nacían hijos,
secreta,
silenciosamente,
su entraña urdía el principio del fin.

Como un ojo bobo
que no mide
cuanto de valioso arrebata el buitre,
estremecidos
asistimos a la cancelación del aterrizaje.

Cierre de oficinas sin abrir.
Negro cielo de Abril.

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TEXTOS RESCATADOS

Por Mabel Alicia Yones

 

Niños de antes

Niños de antes. Quisiera hacerte una pregunta. Tu de pequeño has vivido a finales de los años 60, en el trayecto de los 70, a inicios de los años 80 o tal vez de antes?…me puedes decir ¿Cómo has hecho para sobrevivir?

Te puedo contar que de pequeños transitábamos en coches que no poseían los cinturones de seguridad, ni tampoco los famosos airbag. Podíamos viajar en la parte trasera de una camioneta y ese paseo era algo muy especial y diferente.

Además, las cunas donde dormíamos estaban coloreadas con todas pinturas fabricadas con plomo. No existían tapas aseguradas contra niños en las botellitas de remedios, como así tampoco seguros en puertas, gabinetes. Niños de antes

Nunca usábamos casco cuando andábamos en bicicleta. En el jardín agarrábamos la manguera y de ahí bebíamos el agua, ni pensar de tomar agua embotellada.

Trabajábamos muchas horas armando nuestros carritos y todos aquellos que tenían la suerte de que en su barrio hubiese calles con pendientes, se tiraban hacia abajo y jamás acordarse de que no teníamos manera de frenar.

Luego de muchos choques contra las malezas fuimos aprendiendo a resolver tal inconveniente. Lo más importante es que nuestros choques eran contra la maleza y no con vehículos.

Jugar era nuestra gran alegría diaria, solo que cuando anochecía pronto debíamos regresar. Niños de antes

Asistíamos a clase hasta las doce y volvíamos a casa para almorzar.

No había manera que nos pudiesen localizar, puesto que no existía el celular.

Solíamos tener cortaduras, se nos aflojaba un diente, nos quebrábamos un hueso, pero no hubo nunca un juicio por estos percances. No había culpables y así de esa manera fuimos aprendiendo qué era la responsabilidad de cada uno.

Devorábamos el pan con manteca, los bizcochos, tomábamos gaseosas con contenido de azúcar y nunca engordábamos porque de una manera u otra estábamos siempre jugando afuera.

Cuando tomábamos una bebida lo hacíamos entre varios, tomando del pico de la misma botella y ninguno contraía enfermedad alguna y ni menos iba a morirse. Niños de antes

No existían los videos juegos, ni canales de televisión, ni video caseteras, ni computadoras, ni chats por Internet. La única manera de divertirnos eran nuestros amigos con los cuales salíamos a compartir el momento.

Caminábamos o íbamos en bicicleta hasta la casa de nuestro amigo, golpeábamos o tocábamos el timbre, o bien entrábamos sin golpear. Ahí los encontrábamos y nos íbamos afuera a jugar. Sí, afuera, en el mundo cruel, sin alguien que nos cuidase. No me explico como lo lográbamos. Niños de antes

Nuestros juegos eran palitos o pelotitas de medias y algún partido que se armaba no todos eran elegidos para participar y no sucedía nada extraño que llevara a traumarse.

No eran tan brillantes algunos estudiantes como sucedía con otros y cuando perdían un año, solo lo volvían a hacer. Nadie asistía al psicopedagogo, ni al psicólogo, solamente repetía el curso y obtenía otra posibilidad.

Poseíamos éxitos, fracasos, responsabilidades, libertad… y así fuimos aprendiendo a que todo es manejable. ¿En esa generación te has encontrado tú?

Niños de antes – anónimo

***

Siempre esperando


Desde aquella muerte temprana
cuando aún estaban mis hojas tan verdes.
Qué esperanzada pisaba los campos.
Qué generosa y colmada mi mano.
Qué afanada tras la cosecha.

Noches interminables vigilaban
al viento por si traía un mensaje.
Esperas bajo el sol. Diálogos
con la luna tristísima de invierno.
Y qué dolor bajo el cielo que cubre
tanto silencio,
tanta pregunta sin respuesta.

Van pasando los años.
Nada sobre la tierra.
Ninguna posible esperanza.
Ninguna verdad madurando.
Sólo silencio

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SELECCIÓN DE POEMAS

Por María Isabel Bugnon (Argentina)

 

Sueñas

Si en las noches sueñas
con un río de espuma,
son mis versos que
quieren atraparte en
ese laberinto mágico.
Si en las noches sueñas
con un monte de plumas,
son mis poemas formando
un sutil abanico de amor.
Si en las noches sueñas
con el verde claro
y una braza encendida,
es mi corazón que como
una mariposa  busca amparo
en la pradera.

***

Nace y muere el amor

            

El jazmín nace de la raíz,

la flor de las ramas,

y dime tu que todo lo sabes

¿Como nace el amor?

El amor nace de una mirada cómplice,

se afianza con una sonrisa,

da sus primeros pasos con la ilusión

desanda caminos con los sueños

se marchita con la mentira

y muere con el engaño.

 

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