30º Número de la revista literaria Nevando en la Guinea

NELG Jimmy Hendrix Heroe

30º NÚMERO DE LA REVISTA LITERARIA

30º NÚMERO DE LA REVISTA LITERARIA

DIGITAL MENSUAL

NEVANDO EN LA GUINEA

NºLXXIV desde inicios/01-12-2012

 

EDITORIAL LXXIV

La Generación de los 50: Caballero Bonald

 

         Una de las consecuencias de la Guerra (in)civil española fue la de provocar un corte generacional que afectó a todos los ámbitos, pero en gran medida a la cultura. Hubo que comenzar de cero. Ya hemos mencionado alguna vez al historiador y crítico de la literatura José Carlos Mainer que había calificado la etapa entre 1880 y 1936, fecha de inicio del conflicto, como la edad de plata de la literatura española. En ese medio siglo coincidieron varios estilos o corrientes literarias agrupadas en diversas generaciones: realismo y naturalismo, la Generación del 98, el modernismo, el surrealismo y la Generación del 27. La lista de nombres es extensa en esta pléyade de autores que llegaron a coincidir en el tiempo y en el espacio. La Guerra supuso en buena medida la salida de una buena parte de los escritores al exilio, cuando no fue la muerte la que quebró la relación entre los autores y la sociedad, desgraciada muerte en algún caso como el de García Lorca. Muchos de esos escritores ya no volvieron a España y mantuvieron su carrera literaria y cultural, intensa, en otros países. Era la España peregrina, la del Exilio, en gran medida sin conexión con la España del Interior, que quedó aislada.

Este aislamiento fue absoluto en los primeros diez años posteriores al fin de la Guerra. Afectó a todos los ámbitos de la vida y de lo cotidiano, desde lo más material, lo económico, hasta el saber, el conocimiento, la cultura. Los jóvenes españoles que se adentraban en la literatura en los años cuarenta habían perdido las referencias literarias de las generaciones anteriores, la mayoría de los autores se habían marchado del país y sus obras, en muchos casos, estaban prohibidas o eran de difícil acceso. Ni siquiera podía haber un contacto físico salvo con un puñado de autores de las generaciones anteriores que permanecieron en el interior.

En efecto, se comenzaba de cero. Los jóvenes que se adentraban en la literatura habían perdido esa posibilidad que daba el contacto directo, el aprender de los maestros, de su propia voz. Pero era evidente que la necesidad de toda sociedad, incluso la que conoce condiciones nefastas y paupérrimas, era la de contar con narradores y poetas que alimentasen la vida literaria del país, el sueño colectivo que es, en cierto modo, la literatura. A los diez años de acabada la guerra irrumpe con fuerza un grupo de poetas y de narradores con una temática social intensa, una preocupación apasionada por el lenguaje e incluso por experimentar con las estructuras de la poesía y de la novela. Es la denominada Generación del 50, cuya lista de nombres es prolífica: entre los poetas, hablamos de Gil de Biedma, de Gamoneda, de Claudio Rodríguez, de José Hierro, de Gabriel Celaya, de Juan Goytisolo entre otros; entre los narradores, hablamos de García Hortelano, de Juan Benet, de Sánchez Ferlosio, de Juan Marsé… La lista es inmensa y no queremos olvidar a nadie, pero resulta imposible completarla aquí.

La ocasión de referirnos a esta generación nos la brinda la elección de Caballero Bonald, que reúne su condición de poeta y novelista, como Premio Cervantes este año. No queremos dejarnos engatusar por el canto de sirenas de los premios, siempre caprichosos, pero reconocemos que en ocasiones, más allá de la purpurina de la cultura espectáculo, hay premios que nos recuerdan que han existido grupos de escritores que elevaron el nivel, fueron maestros –y la generación de los 50 desde luego lo fueron para los lectores y escritores que en España han sido desde entonces-, actuaron en muchos casos como verdadera generación y han dejado y dejan una huella importante que nos llega hasta nosotros y se mantiene viva.

Caballero Bonald es un escritor preciso en sus palabras y sus formas. No en vano forma parte de una generación que cuida el idioma, le presta una atención enorme y consigue un lenguaje preciso, bello, sin descuidar por ello la forma. Sin duda es un rasgo generacional. Nos congratulamos del reconocimiento, a pesar de que los premios nos resultan plomizos.

 

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RASCARME MIENTRAS ORINO

Por Cecilio Olivero Muñoz

 

BAJO PENA 

 

¡Qué pena me doy por que soy pobre!

Soy pobre como la ropa

que se hereda de algún muerto,

soy pobre como la mugre apátrida,

soy pobre como la gris paloma,

soy pobre como el pozo

podrido por el cadáver de un perro.

Pero me niego a cubrir este poema

de un sospechoso dramatismo.

Cuando las manecillas del reloj

no han descubierto aún la aurora

entonces te levantas, madre,

entumecida, gastada, resurrecta, valiente.

Pero me niego a agrisar este poema

de un sospechoso victimismo.

Entre el asfalto y el hierro colado

huyo frenéticamente del escándalo,

del ruido cegado de la masa de gente

para conseguir lo no circunscrito.

Si protesto me dan palo,

si me achanto se me suben,

estoy harto de soportar al margen

ese nocivo grito autoritario,

¡cuando pases por mi lado saluda!

Con la cautela semi-cruda,

carente de vocabulario,

para siempre con una sola muda,

con rugido en el estómago.

¡Qué pena me doy por que soy pobre!

Sí, soy pobre en patrimonio,

pero yo no soy un pobrecito,

soy algo más que nada,

pero algo menos que todo aquello

y no soy un pobre don nadie,

quizá tenga algo de rey y de mendigo,

soy un pobre que poco posee

aunque de valía para nada carece,

proletario de este mundo,

soy pobre, pero no un pobrecito.

Se niega la vergüenza del mundo,

se niega el hambre entre obesidad,

niegas la verdad, y basta,

lástima de sudores de azada,

los míos, los nuestros, los pobres,

sudores que caen en la tierra

como semillas ciegas y fértiles,

como semillas de la que se espera algo.

¡Qué pena me doy por que soy pobre!

Rabio de pobre, envidio de pobre,

lucho de pobre, enmudezco de pobre,

ironizo de pobre, me escondo de pobre,

enveneno de pobre, ruina de pobre.

¡Pero tengo la suficiente dignidad!

Una dignidad mayor

que la de los árboles que otorgan fruto,

una dignidad tan perfecta como cien

plegarias al Dios que no conozco,

tan digno y tan decente

como aquellos que detestan

la obsolescencia programada,

tan digno y tan hombre

como los caminantes que retornan.

He sido cien veces poema

y mil veces canción,

he sido capitán de ningún barco

y he sido amigo, sobre todo amigo.

He sido un amante de la palabra

y vivido en las dos mitades del mundo.

Tengo la dignidad de decir no

en el momento preciso,

cuando el asunto lo requiere.

Gracias a que soy pobre

no soy un pobre diablo,

un mandamás en un rincón,

un hombre encadenado al dinero,

yo estoy encadenado a las sonrisas,

a los besos que se exilian

en las zonas erógenas,

estoy encadenado a las risas puras,

y a las alas de la euforia que el vino ofrece.

Quiero ver libres a los enamorados

en su zenit,

quiero que se amen

hasta el gritar de gozo,

yo no estoy encadenado al amor

que no me incumbe,

estoy encadenado a la literatura justiciera,

estoy encadenado al amor

pero también al naufragio.

Al auténtico naufragio de los derrotados.

Pierden el brillo todos los cuchillos

y se opaca la mirada como noche de páramo.

Tengo la dignidad arrinconada

en el orgullo serio

que mis ancestros tuvieron.

¡Qué pena me doy por que llamo sin dar voces!

 

***

 

SAGRADOS MOTORES

(Homenajeando a Leos Carax)

 

Va con su hijo por la acera de la mano y su hijo le repite:

-Papá, ¿me llevarás a la feria? ¿De veras Papá?

Sí hijo, claro que te llevaré. Por supuesto que sí.

Al rato su hijo empezó a contarle un episodio

ocurrido en el colegio con un compañero.

Mientras su hijo contaba, él asentía,

automáticamente, sin escucharle, ignorando la historia,

como si ya conociera la historia,

como si las palabras del hijo no valieran nada,

como si el hijo no tuviera criterio alguno y fuera un inútil

al que llevan de la mano casi por inercia, tal vez por que sí.

El hijo carcajeaba mientras le contaba,

y él también reía, pero en realidad

ni sabía lo que le estaba contando el niño.

Dejó al niño en casa de su madre,

ella y él estaban divorciados hacía cinco años,

ellos dos gozaban de la custodia compartida.

Gozaban de un pacto extraoficial y a la manera de ambos.

Todavía mantenían cierta complicidad gracias al niño.

Lo dejó en el portal y le dijo:

-Después vendré a recogerte para ir a la feria, anda y sube.

Vale Papá, lo vamos a pasar de cine.

Él ríe (automáticamente) y dice:

-Sí, jeje, de cine hijo, de cine. Él ríe con desgana.

Ya en su casa se dispuso a poner música.

Sin saber por qué le dio a la música más volumen del habitual.

Escuchaba a Nina Simone, esta vez sonaba Mr. Bojangles,

sonaba Nina Simone arrebatadora, estremecedora,

sensual, él se quedó estupefacto ante tanta hermosura,

inesperadamente mientras escuchaba

le dieron un golpe tremendo en la cabeza,

caía al suelo, sorprendido, sin reaccionar,

eran dos tipos encapuchados,

mientras que sonaba la música alta

todo parecía fuera de lugar, como sin importancia,

como si al sonar la música alta, y esos dos tipos

robando en la casa, poniéndole cinta aislante alrededor

de su cabeza, a la altura de la boca, para tapársela,

también en las muñecas y en los tobillos,

para inmovilizarlo, para reducirlo,

mientras ocurría todo eso, todo emanaba de un halo

de extraña poesía, la música alta quitaba importancia,

le estaban maltratando, le estaban robando,

mientras sonaba Mr. Bojangles todo era absurdo,

absurdo y poético a la vez.

Todo respiraba de un efluvio ridículo y a la vez poético.

Poético por que parecía un sueño incoherente.

Absurdo por que la música era cómplice

y Nina Simone les había venido como anillo al dedo.

Los ladrones ya se habían ido

y el disco volvió a reproducirse otra vez,

él se sentía idiota, se sentía inútil,

sonaba la música automáticamente

y se decía: -Tengo que llevar a mi hijo a la feria.

Allí estaba paralizado, atado de pies y manos,

con una mordaza en la boca y la música alta,

música que se reproducía una y otra vez,

los vecinos no se habían percatado de nada,

todo seguía en su mundana rutina aparente,

el vecino tenía la misma música de siempre alta,

como siempre, todo funcionaba como tenía que funcionar,

con la inercia de lo que se deja llevar.

Sagrados motores, ahora que funcionáis sin el descanso,

sagrados motores que actuáis automáticamente.

Rugid por que sois motores. Sagrados motores.

Con un sesgo que os hace previsibles,

como pensamientos repetidos hasta la extenuación.

Sagrados motores, recordad vuestra buena acción.

Recordad que sois motores y nunca pecáis.

 

***

 

PERDERSE DEL MAPA

 

Yo compré en Lima un mapa, un señor mapa,

un mapa de América Latina,

lo desplegué cuando lleguemos a casa,

lo compré no sé por qué,

quizá buscaba por Bolivia la tumba del Ché,

o quizá lo comprara para encontrarme

con Gabo, con Cortázar, con Onetti,

yo los buscaba entre sus fronteras en rojo,

¡América Latina, ¿qué te hicieron esas bestias?!

Yo buscaba a Borges, a Maradona, a Galeano,

no los encontré, estaba en Lima,

buscaba por el territorio del Perú a Vargas Llosa,

a José María Arguedas, a Vallejo,

a José Watanabe, a Bryce Echenique,

no encontré ni sombra de ellos,

me revolcaba por el mapa

para perderme en sus selvas, en sus sierras,

en sus costas, me imaginaba tucanes y otorongos,

me imaginaba un Amazonas infinito,

me revolcaba por el papel buscando el qué,

al poco tiempo tuve que regresar a Europa,

en el aeropuerto perdí el mapa, pero

no solo perdí el mapa, perdí a Macondo,

perdí a la mano de Dios, perdí hasta la victoria,

siempre, perdí el libro de arena,

perdí mi colección de Cronopios,

perdí a doce Heraldos Negros,

perdí una conversación en La Catedral,

perdí poemas, perdí historias de Indios,

perdí una canción desesperada,

perdí la flor de la canela, perdí tantas cosas,

también me perdí yo, me perdí del mapa.

 

***

 

LO ESCUCHARÁN

 

Lo escucharán, lo sé, me aterroriza

que escuchen esa debacle asquerosa,

sé que lo escucharán tarde o temprano.

Sonará como un aviso de que ya ocurrió,

de que ya lo he hecho, los vecinos sabrán

de que ya cometí ese escarnio horrible.

Lo escucharán, lo sé, puedo asegurarlo,

pared con pared será delator el sonido,

no hay paredes para el sonido envolvente,

lo escucharán, lo sé, tengo cierto pudor,

un pudor que me desnuda progresivamente,

escucharán que ya tiré de la cadena

y todo lo que me afligía se fue al garete.

Otra mierda más que pisa el mundo.

 

***

 

CUANDO FALTA NOS HACE

 

Se ha ido la electricidad de mi domicilio.

¿Por qué nos acordamos

de lo que no tenemos cuando nos falta?

Un día, espero que tarde, te irás tú.

La electricidad apunta en la esperanza infalible

de que tarde o temprano volverá.

Repito, espero que sea tarde cuando me faltes.

Espero sea tarde. Te quiero demasiado.

 

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CRISTALES

 

Observabas los movimientos casi espasmódicos de la mujer que limpiaba los cristales de la puerta. Parece una danza macabra o histérica, como la de un ataque epiléptico, pensaste y en verdad no debía de ser fácil limpiar aquellos cristales que no conformaban, por lo demás, una superficie única, sino que estaban cuarteados por unos hierros con formas florales. Recordaste que el cristal era en realidad un líquido y que si dejabas un vaso durante años y años, al final se reducía la altura, y si se mantenía aparentemente estático, era porque siempre se mezclaba el cristal con algo, plomo o arena en el caso de muchos ventanales, cualquier otro material en otros casos. No lo recordabas muy bien de tu época de estudios, apenas fueron unas pocas clases de la escuela laboral a la que asistías hacía ya mucho tiempo, casi lo habías olvidado y ahora mismo estabas más concentrado en la mujer que se esforzaba por cumplir su función limpiadora que en rememorar aquellas aburridas clases que, por lo demás, tampoco te sirvieron de mucho.

La mujer se irguió y observó el resultado de su esfuerzo. Parecía estudiar detenidamente la puerta para evitar que algún rincón se quedara sin limpiar. Repasó con el mismo detalle con que los había limpiado los cristales y luego desapareció en el portal. En ese momento llegó Julio. Se subió al coche y te pasó la botella de agua que le habías pedido.

−¿Sin novedad?

−Sin novedad.

Sabías que hasta y media no saldría de casa. Era un hombre rutinario, aparecería el coche negro oficial, matrícula oficial y banderita incluida en la parte derecha delantera como juez militar que era, y a los dos minutos saldría él con la intención de subir al vehículo y seguir el mismo trayecto de siempre hasta su destino, las mismas calles y avenidas, casi la misma hora en cada esquina y en los semáforos, para al final pararse el coche frente a la entrada central de la Audiencia, un edificio enorme, clásico, y descender del coche para subir las escaleras hasta la entrada, donde un policía le saludaría de forma convencional, posición de firme con la mano derecha sobre la ceja derecha.

Llevabas casi un mes detrás de él y conocías sus movimientos tan repetitivos al dedillo. Por lo demás, las indicaciones habían sido precisas, debéis conocer hasta el mínimo detalle de sus movimientos, nada debe quedar sin saber, se trataba a todas luces de un hombre importante, muy protegido, con exceso y celo. Te extrañó por eso todavía más que no cumpliera con las medidas de seguridad mínimas que sin duda había recibido del Ministerio y de la policía. El gobierno había sido incluso alarmista, no estaban los tiempos para facilitarles las cosas a los terroristas, afirmó un portavoz gubernamental a los medios de comunicación, lo recordabas muy bien, terroristas, repetiste, “no estaban los tiempos”, se te quedó grabada la expresión que tantas veces habías escuchado aquí y allá, no están los tiempos fáciles, no están los tiempos para zarandajas, no están los tiempos para fruslerías.

−Hoy es el día –te dijo de pronto Julio. Le miraste sorprendido.

−¿Hoy?

No te respondió. Él, al fin y al cabo, tomaba las decisiones, así quedó establecido, Julio tenía las responsabilidad de cumplir con lo que habíais ido a realizar y ni tú ni Sara debíais saber mucho más de lo que él os iba indicando. Por eso había indicado esa misma mañana a Sara que se quedara en el piso. Tampoco te extrañó en ese momento, no siempre ibais los tres juntos a todas partes, el seguimiento se repartía. En esta ocasión, además, os tocaba a vosotros, contra lo que solía ocurrir, cumplir con el objetivo.

−¿Tú o yo?

−Tú –respondiste. No quisiste pensarlo mucho. Pasado el tiempo quisiste distinguir un punto de disidencia, de discrepancia, de horror ante la cotidianidad de la muerte. Pasado el tiempo.

−Ponte al volante.

Cambiasteis de asiento. Al poco llegó el coche. El chófer descendió y volteó el vehículo. Julio esperó unos segundos aún y bajó. El hombre salió a los dos minutos y Julio te dijo «enciende el motor», diste media vuelta a la llave mientras él atravesó la calle, sacó la pistola y avanzó por el lado delantero de su coche y disparó varias veces. Regresó rápido, subió y arrancasteis. Tuviste tiempo de ver que una bala había impactado sobre el cristal de la puerta, haciendo también añicos, pensaste, el esfuerzo de la mujer.

 

Juan A. Herrero Díez

 

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CARTAS

Por Marcelo Juan Valenti

Estimado Lucrecio:

Recibí tus datos del “Club Mundial de Amigos por Correspondencia”. Me llamo Mauricio. Tengo 27 años. Trabajo en una oficina.

Me gusta el cine y leer novelas policiales.

Los fines de semana juego al tenis.

Espero que me cuentes de vos. Escribime pronto.

 

Mauricio.

 

¡Hola Lucrecio!:

Me llamo Ignacio. No hago demasiado, pero sueño mucho.

Comencé a cartearme con gente desde hace poco tiempo. Pero el tema se ha infiltrado en mi producción onírica. Hace un mes soñé que me ahogaba en un mar de cartas. Un par de semanas atrás , soñé que abría un sobre  y de su interior brotaba un multitud vociferante.

Anoche, antes de acostarme, revisé la lista  de personas a las que tenía que escribir. Tu nombre me quedó grabado. En el sueño que tuve, nuestras primeras cartas se cruzaban y luego ocurría lo mismo con las segundas y así……Nunca llegábamos a ponernos de acuerdo.

Espero saber de vos.

I.

 

 

 

Lucrecio:

No puedo creer que no te guste ningún deporte. ¿Qué hacés en tu tiempo libre?

¿Tenés a tu bisabuela con vida? Me parece increíble. Yo no conocí ni siquiera mis abuelos. No tengo hermanos, ni primos, ni tíos.

Jamás leí el libro sobre el que me comentás. ¿Es policial?

Escribí pronto.

Mauricio.

 

 

J.

Lucrecio:

Me impactaron tus sueños. Tanta tristeza me recordó los que cuenta un amigo mío que se llama Redshir.

Si podés, mandame una foto. Ya soñé con vos dos veces, pero como no nos conocemos, aparecés sin cara.

El sueño mas interesante de los últimos tiempos ha sido así: camino por una gran oscuridad. Escucho gritos:”Fuera, fuera” y gemidos, que deben ser de la persona a la que están echando. Intento descubrir quienes son los protagonistas sin lograrlo. Luego levanto la cabeza. Hay un cuadrito de luz, una silueta se desplaza en actitud vigilante.”Es Iván, me espera”, pienso, “En la oscuridad no todos duermen.

No sé quien será el Iván del sueño. No conozco a nadie con ese nombre.

Ignacio.

 

 

 

¿Lucrecio?:

¿En serio te llamás así?¿Creerías que yo me llamo Víctor?

¿Te interesaría cartearte conmigo?¿Será posible que nos hagamos amigos?¿Te escribís con mucha gente?¿Cuánta?¿De dónde?

¿Me contestarás pronto?

 

¿Víctor?(¿Qué es el ser?¿Un nombre propio?)

 

 

 

Hola Lucrecio:

Soy Gonzalo. Tengo 30 años, soy docente. Enseño idiomas en un colegio secundario. Estoy casado desde hace tres años. Mi mujer, Catalina (27) está embarazada.

Leo muchísimo. Conocer idiomas me permitió acceder a los textos originales de autores extranjeros.

Contame de tus cosas. Contestá pronto.

 

G.

 

 

 

¡Hola Lucrecio!:

La temporada es prolífica.

Te enumero los sueños.

1)   Una mujer sube a un colectivo. Se lastima sin darse cuenta, al pagar el boleto. De la herida salen hormigas, hasta que se convierte en un hollejo vacío.

2)   Me corren por las escaleras de una torre. Me encierro en la parte superior. La puerta comienza a ceder. Se abren dos opciones. Ser devorado o arrojarme al vacío. Abro la ventana y salto. Caigo en la cama de una mujer que está soñando conmigo y me salvo.

3)   Paso frente a una florería. Veo a la empleada rubia, lánguida, aburrida. Entro y pido rosas. Asesino a la chica en una forma brutal. Huyo, manchado de sangre, con el ramo de rosas.

4)   Un monstruo del pasado sale del interior de una estatua de vidrio. Asesina gente. Me echan la culpa a mi y voy preso.

Sueño y soy feliz.

Ignacio.

 

 

 

¿Lucrecio?

¿Te resulta increíble que vuelva a escribir?¿O no?

¿Por qué soy tan preguntón?¿Será un atascamiento en la etapa de los “por qué”?

¿Cuál es la fuente de todas las respuestas?¿Es tentador responderlo todo?

¿La verdad existe?¿Y la realidad?

¿Víctor?

 

 

 

Yuju, Lucrecio:

Soy Emilia, 25 años, soltera.

Mido 1,70; cabello rubio, con ondas, ojos verdes.

Leo de todo (libros de autoayuda, la serie “Grandes novelistas  románticos”, floricultura, ángeles) Practico yoga.

¿Me escribís?

E.

 

 

 

Lucrecio:

Espero que cuando recibas la presente, te encuentres bien de salud.

Yo tengo 22 años, no puedo caminar, tuve un accidente, hace seis años, en el que murieron mi mamá y una tía. Mi padre murió cuando yo era chica. Estuve viviendo con mi abuela, pero está muy mayor para seguir atendiéndome. Ahora estoy en la casa de unos tíos, en un pueblo ínfimo.

No tengo amigos, mis otros parientes me visitan poco. Paso mi tiempo mirando televisión o través de la ventana.

Cualquier cosa que me cuentes va a ser una novedad.

 

Aurelia.

 

 

 

 

 

 

Estimado Lucrecio:

Entro directamente en materia. Mi Ultimo Gran Sueño: La dama de peinado alto; traje largo, negro y triangular; le habla a una criatura presa en una pecera de cristal rosado, que carece de espesor.

-Llegó la hora de salir.¿Has aprendido todo lo bueno?

La criatura apenas pudo burbujear un pálido “no”

-En fin, al menos, espero que hayas aprendido todo lo malo.

La criatura se inquietó y desde su atmósfera enrarecida pudo articular:-No digas esas cosas. Mi ama tiene un oído en cada habitación y su ojo inmenso es la bóveda del cielo……………

¿No te parece un sueño maravilloso?

 

Ignacio.

 

 

 

Lucrecio:

No puedo creer que no me digas la edad de tu bisabuela a causa de “una prohibición jamás pronunciada”. Te hacía un tipo moderno.

Para mi que te sugestionás con esos libros que leés. Te comprendo. A mi, de tanto leer novelas policiales, también me pasan cosas. Me quiero hacer el detective o todos los que me rodean me parecen sospechosos. En fin…….

Mauricio.

 

 

 

Lucrecito:

No sé si fui suficientemente clara. Soy soltera, SIN COMPROMISOS, pero no me rindo. Sigo buscando el amor. En estos tiempos parece difícil….PERO NO IMPOSIBLE.

También me parece importante cuidarse en forma integral. Si no armonizás todos tus aspectos entre si, y a su vez, estos con el mundo…..Hay que partir de una actitud positiva, porque sino…..

La mención de tu familia no me pareció muy clara. Esos chicos que mencionás,

¿Son tus hijos, hermanos, primos?¿Amigos que comparten una casa grande?¿Okupas?

Hasta la próxima.

 

Emilia.

 

 

 

Lucrecio:

La programación televisiva se compone, en gran medida, de deportes. A mi me deprimen. Sé que hay gente en silla de ruedas que los practica adaptados. Hasta organizan olimpíadas para discapacitados. Yo no era buena para eso cuando podía caminar, imaginate ahora.

Hay varios canales de películas, pero repiten siempre las mismas.

La ventana del living da a la calle. Conozco las caras y los autos de memoria. Mis vecinos ignoran hasta que punto se repiten diariamente.

Me gustó lo que contaste de ese libro. Voy a ver si me lo compran.

Aurelia.

 

 

 

Estimado soñador Lucrecio:

Sí, esos sueños inmóviles son terribles. Una parte de uno mismo quisiera levantarse, empujar, caminar, correr. Me ocurrió hace poco. Yo entraba en una biblioteca. Había pocas personas. Nadie decía nada, había un clima de tensión, que mi pedido pareció intensificar. La bibliotecaria no volvía, yo cambiaba de posición, carraspeaba. Los lectores me lanzaban miradas de reojo. Tuve la impresión de que transcurría una eternidad.

Por suerte, para compensar, la aventura onírica de anoche fue buena.

Yo estaba en la cama. Sentí pasos. La puerta se abrió y se asomó un compañero de la secundaria. Pensé “¿De dónde vendrá? Es tardísimo. Si cree que duermo  no se va a acercar” Cerré los ojos pero mi compañero vino y me sacudió el hombro.

-Ignacio, Ignacio, sh shesioh levnanen.

-¿Qué?

-Se suicidó langlanam

-¿Quién?

-Se suicidó la enana.

Me lo dijo con una sonrisa tan idiota que me dieron ganas de pegarle.

¿Qué tal?

 

Ignacio.

 

 

 

Estimado Lucrecio:

La mejor literatura del mundo me ha incitado a escribir. Aún no he decidido en que idioma.

Vos pensarás: en el propio. Pero no me resulta tan fácil. ¡Mi manejo de lenguas extranjeras es tan bueno!

Incluso, no sé si me voy a quedar en el país.

¿Será conveniente hacer versiones de lo que escribo en todos los idiomas que conozco?

 

Gonzalo.

 

 

 

Lucre:

No sé si seguir escribiéndote. Los temas que te propongo nunca te parecen interesantes.

¿Te gustan las chicas por lo menos? Yo sigo libre.

Emilia.

 

 

 

Lucrecio:

Una vez mas, aquí no ocurre nada.

Cuando quedé a cargo de mis tíos, pensé que me iban a tratar mal, a echar en cara el hecho de que tuvieran que cuidar a una inválida. Esperaba el rencor. Pero ellos son eficientes, inalterables.

Y no tienen hijos, casi parecen agradecer al cielo de que caí en sus manos.

En todo se manejan con cortesía. Me bañan, me visten, me trasladan. Mi tío es absolutamente púdico Me deja con las ganas de una insolencia.

Yo fantaseaba con un degenerado y una bruja. Todo el mundo los define como dos ángeles. Creo que son dos sombras.

 

Aurelia.

 

 

 

Lucrecio(soñante fantástico y por eso amigo):

Tu sueño sobre el ascensor caníbal me pareció soberbio, casi literario. Pero ese tono lo tienen todas tus producciones oníricas. ¿No me mentirás?¿No inventarás esas cosas para contarme? No, no, sé que no. Y si lo hcieras, creo que no me importa. Me gusta leer lo que contás.

Paso al relato del último sueño que tuve.

Me detengo frente a una puerta de muchas hojas, como de garage. La ventana no tiene vidrio y por los barrotes veo una habitación blanquísima, extensa e irregular. Su dueña es una enfermera. La presiento en la profundidad. Ella me escucha telepáticamente. Lloro mentalmente, le suplico que me acepte, que abra su casa. Ruego, juro, temo. Insisto hasta el fin. Ella me desprecia a fuerza de ausencia, con una táctica de escondite. Y no sólo eso. Se ha robado todos mis secretos, que son muchos y terribles. De ella llegará, en mala hora, una daga directa a mi esternón.

Ignacio.

 

 

 

L.:

Hay idiomas que tienen muchas palabras para definir lo que en el nuestro llamamos con una sola. O a la inversa, multiplicamos significantes para cuyo significado en otras lenguas se condensa en uno solo.

Hay al menos un idioma en el que el tiempo presente no existe( si se lo piensa un poco, mas que un tiempo es una convención)

Lo que hoy tiene un significado, mañana puede tener otro. Un vocablo, según el tono en que se pronuncia, puede significar el sentido contrario al habitual.

Nuestra lengua se habla en muchos países. En otros lugares son una grosería  palabras que aquí son cotidianas. Y viceversa.

Toda esta mutación me impide escribir, no sólo en las distintas lenguas que he estudiado, sino en cualquiera de las versiones que conozco de la nuestra.

No sé si podré continuar el acto de la correspondencia

Mi temor es llegar a una comunicación imposible. Es decir, a una absoluta incomunicación.

S O C O R R O

 

Gonzalo.

 

 

 

 

¿Lucrecio?:

¿Aún ahí?¿Me habías olvidado?¿O yo me olvide de contestarte?¿Quién recuerda nada en este mundo?

¿Te molestan mis preguntas?¿Por qué las respondés con tanta dedicación?¿Cuál de los dos abusa de la retórica?¿Somos algo mas que un discurso?

¿Víctor?

 

 

 

Lucrecio:

Ninguna palabra me suena mas absurda que la libertad.

Te voy a contar mi última gran aventura: quise huir de la casa de mis tíos.

¿Te los podés imaginar? Una fuga en silla de ruedas.

Me preparé la noche anterior. Guardé en un bolsito todo mi dinero, algunos recuerdos, el libro que me recomendaste y que mis tíos me compraron.

Amaneció bastante nublado, pero yo estaba decidida.

Desayuné y le dije a mi tía  que iba a salir por primera vez sola a la calle. Como de costumbre, ninguna oposición. Le parecía que después de vivir seis meses en el pueblo ya era hora de que comenzara a manejarme por mi cuenta y que no había ningún peligro.

Me acompañó a la puerta y me dio el primer empujón. Me imagino que pensó que no iría mas allá de una vuelta a la manzana.

La casa está en lo que podríamos llamar el centro del pueblo. Me alejé de allí cuanto antes. Primero por las veredas, pero enseguida llegué a calles con muy poco tráfico y tomé la calzada.

Me sentía Helena rumbo a Troya, la cabellera agitada por los vientos marinos (porque, en efecto, se levantó viento y el cielo se oscureció)

Cuando llegué a los límites urbanos, me asaltó el ramalazo a campo. La ruta se abrió a mi vista….no tan sugerente como esperaba, por que el viento era mas fuerte y levantaba bastante polvo.

No me amilané.

Estuve varias veces a punto de ser arrollada por un camión. Sentí la estúpida mirada de las vacas. No faltó alguna casa precaria superpoblada de chicos sucios, que me recordara que era presa fácil para el robo o la violación.

Empezó a llover. Yo ya estaba bastante cansada. Al principio me pareció un obsequio mas de la libertad. He visto demasiada televisión. Perdí el control de la silla, me fui a la banquina, las ruedas se atascaron y me caí.

No sé cuanto tiempo estuve tirada. No pasó nadie en siglos. Finalmente vi un auto que se acercaba en dirección al pueblo y le hice señas. En el interior venía mi tío, que estaba trabajando en una ciudad cercana. Mi tía lo había llamado por teléfono. Delicioso azar.

Llegué a casa embarrada y tiritando. Me bañaron y me dieron algo caliente. Con una sonrisa insólitamente cómplice, mi tía me pidió que no volviera a hacer una cosa así.  Me pasó la mano por el pelo y se fue a ver la tv.

Hubiera preferido morir.

Aurelia.

 

 

 

 

Lucrecio:

Esto va a causarte gracia.

Fui a un curso sobre sueños. Primero nos llenaron de material sobre fisiología, un saber neutro, esterilizado. Pero por esa misma razón, menos aberrante que la cátedra dedicada a la interpretación. Eso si que fue grotesco.

Lo tienen todo tan parcelado, prolijo. Armaron un rompecabezas en el que todo encaja.

¿Y el placer de soñar? Yo tendría que haber hablado sobre eso. Lo quise plantear en charlas informales con otros asistentes y me miraron como a un extraterrestre.

¿Te estás riendo? Seguro que si. Soñé que lo harías al enterarte.

 

Ignacio.

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SELECCIÓN DE POEMAS

Por Gonzalo Salesky

 

AGUA DE LLUVIA

 

 

No mata, tampoco fortalece

sentir el odio correr como la sangre.

Como una especie amenazada, o un ladrón

que teme mucho más de lo que sueña.

 

Lavando pecados con agua de lluvia

no me encontraré. Saldré por la vida

temblando de sombras,

masticando el viento y olvidando todo:

carne sin espíritu, heridas sin rosas.

 

PREGUNTA

 

 

Todo es historia, ya casi nada queda

en el tintero. A veces es mejor

dejar la pluma en alto, mirar hacia la luna,

saltar sin ver el sol en cada página.

 

No habrá motivos para no sentir culpa

en la distancia que aclara tantas cosas…

Pregunta, si en aquello que dejé,

también dejé mi alma y mis derrotas.

 

Pregunta si es posible la verdad,

si vale más pelear que la victoria.

Si en cada huella descubro lo que fui

y nada más. Nada menos, pregunta.

 

UN POCO MÁS

 

 

Me duele ya no ser

aquel guerrero desafiando las tormentas.

La pureza y los límites abruman

(siguen vivos).

 

Para abordar, entero, a la nostalgia,

sólo necesito un par de sueños,

un poco más de tiempo y un abrazo.

No pasará de largo tu silencio.

 

Degustando pasión,

explorando lo efímero,

los años pasan de golpe y nuestro brillo

opaca lentamente la rutina.

 

TUS PASOS

 

 

Quizá el espíritu no dote de sentido

ni aquel orfebre diseñe tus pecados.

No creas que tu vuelo pudo ahogar

en tanto aire, todo lo que lloramos.

 

En esta oscuridad, aún sigo vivo.

Espérame, aún no sigo tus pasos.

No dejes que camine hacia el abismo

sin que antes recuerde mi naufragio.

 

Buscando ese silencio que no llega

me dejarás dormir, en esta infancia

lánguida de fe y expectativa.

¿Me soñarás despierto en cada página?

 

Por eso, no pronuncies aquel nombre

ni te permitas dejar atrás su sombra.

¿Desde cuándo la vida es sólo piel?

¿Por qué en la espina casi no quedan rosas?

 

 

 

VIENTO Y MAREA

 

 

Serás la brisa, soplando en cada página

de mí. ¿Por qué tanto desvelo

en pretender que la vida no cuesta?

 

Tendré que estar atento a los detalles,

sintiendo por los dos, sufriendo como pocos,

pensando como siempre que nada importa tanto.

 

No me preguntes más qué es lo que pasa,

es cómodo contemplar las estrellas

desde adentro. Mi sombra va, indecisa.

 

Me apuran los fantasmas,

y en una sola noche de nostalgia

sólo serás, al fin, viento y marea.

 

VICTORIA AJENA

 

 

¿Cómo contemplar la victoria ajena?

¿Cómo pretender que perdí todo?

Una vil derrota puede más

que un poco de amor y de distancia.

 

¿Cuándo lograré sentirte mía?

¿Cómo brillaré al caer la luna?

Sé que al fin el tiempo no me miente

y, como siempre, se saldrá con la suya.

 

Viví escuchando cantos de sirena

y arrullos de paz en mi horizonte.

El semblante es otro

desde que descubro el final del viento.

 

Todo vuela hacia abajo,

no dura para siempre la condena.

La lluvia de verano va a secar

mis ganas de encontrarte en el camino.

 

¿Cuánto tiempo nos queda?

¿Cuánta vida?

¿Cuánto brillo fugaz?

¿Cuánta nostalgia?

 

TIERRA PROMETIDA

 

 

Me sumerjo, nado, vuelo y respiro

en la estirpe impoluta de las lágrimas.

A veces, intento soñar despierto.

 

Oigo tu voz llamarme desde el fondo

del alma condenada y es inútil.

Te seguiré buscando aunque no quieras.

 

Como toda mi vida sospeché,

no somos más que tierra prometida.

Un mundo gris, un ave sin bandera,

una promesa al viento, una plegaria.

 

En hogueras tímidas sabrás

inmolar, en silencio, la nostalgia.

En tu boca, un sepulcro blanqueado

me esperará, callando cada grito.

 

Allí, en la inmensidad,

estarás más que nunca

muy lejos, de Dios como de mí.

 

POLVO Y CENIZA

 

 

Serán tu nombre y el mío

recordados para siempre.

Como un ave sin bandera,

serás mi corazón latiendo en otro pecho.

 

Porque creí más en Dios desde el momento

en que llegaste a mi sed, a mi locura

vacía de paz, a mi valle de lágrimas.

 

Porque fui, sólo una vez, polvo y ceniza

y fue difícil romper esa armadura.

Serán tu nombre y el mío, para siempre,

lo que soñamos ser algún verano.

 

PERDIENDO LA FE

 

 

Pierdo la fe todos los días,

siento que ni la sombra me acompaña.

Me cuesta ver la luz en mi epitafio

y en el silencio, ya no sabré callar.

 

No encontraré el reflejo de mi alma;

tu soledad, la mía y nuestro orgullo

quedaron, para siempre, en madrugada.

 

SUEÑOS EN VELA

 

 

Nos interpela el tiempo… ¿Acaso pasó tanto?

He perdido la cuenta de los sueños en vela,

del día que buscamos el milagro.

 

Está la misma luna mirándonos de frente,

¿acaso pasó tanto?

Ya nada se parece a aquel arrullo,

tu voz me desconoce para siempre.

 

CONTRA EL OLVIDO

 

 

Una forma mínima. Palabras

que dotan y quitan el sentido.

Afuera, la ciudad ya no descansa

y no hará más lugar para los tibios.

 

¿Qué extraña luz habrá llegado ahora

que todo lo que quema está naciendo?

Dentro de un laberinto con espejos

vuelvo a nacer, príncipe despojado,

 

a desangrar todo lo que no quiero,

a comprender lo poco que aún estimo.

Afuera, la ciudad se ha vuelto otra

y empezará a pelear contra el olvido.

 

 

VIENTO DE AGOSTO

 

 

Mi cuerpo hambriento no responde,

tu aliento y mi sangre no se mezclan

y seré esclavo, una vez más, de tu crepúsculo.

 

En este valle cada día es más difícil

retener el alma, descubrir la mentira,

y se van, se me van, siempre tan lejos…

 

la esperanza detrás de cada duda,

la paz en cada lágrima,

las flores con el viento de agosto.

 

 

PERSEGUIRÁN MI SOMBRA

 

 

Seré un reflejo, atado a la marea.

Una promesa al viento, una plegaria,

un acorde violento que se apaga,

un ángel merodeando tu silencio.

 

Nada podrá detenerme, sólo el tiempo

se adueña de lo poco que me queda.

Tuve una vez o dos, o casi siempre,

tantos deseos de arrojarme por la borda…

 

No me preguntes más, no volveré;

los tiburones perseguirán mi sombra.

 

REY A OSCURAS

 

 

No somos más que un poco de nostalgia,

una sonrisa al viento, un rey a oscuras.

Una plegaria que nace sin aliento,

un dios que apaga la luz sin ver la luna.

 

Derramando la siembra, ya no espero.

La tristeza será nuestra enemiga

y borrará todo lo que soñamos.

¿Por qué es más fácil creer en las espinas?

 

PREFIERO

 

 

Salgo intacto del amor, pero no es fácil

caer, una vez más, en esa trampa.

Sólo un momento tuve polvo y arena

en mis manos, escurriéndose de a poco.

 

Siempre vuelvo a tropezar con mi tibieza

y no me alejo de vos, de tus pecados.

No viviré de nuevo aquel intento,

por eso aún estoy ciego, entre tus brazos.

 

Porque prefiero perder a seguir vivo,

prefiero lastimarme a no quererte.

Elegiré las cartas, como antes

y no seré otra cosa que un motivo

para alejarme de mí, de mi distancia.

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¡QUÉ MALA QUE ES LA GENTE!

 

Frida  trabajaba de administrativa para un hospital y Helmut que era químico, para una empresa de yogures controlando el comportamiento de unas bacterias.

De vacaciones a México. No les gustó de entrada. Mucha piel morena.  Muchos olores. Mucho picante en la comida. Pasaron la mayoría del tiempo entre  la piscina y el bar del hotel donde se aburrieron cortesmente con otra pareja de alemanes, Otto y Gretel, un poco mayores que ellos. Ninguno quiso probar  la comida típica que según Frida tenía un “aspecto sospechoso”. Lo de aspecto sospechoso se convirtió en una broma privada entre los cuatro y terminaron usándola para todo. De hecho, fue de lo más divertido que les ocurrió durante el viaje y el comienzo de una aburrida amistad.

Una noche,  al volver de un espectáculo de mariachis programado en el paquete de excursiones que les habían vendido, encontraron su habitación vacía. Los ladrones se habían llevado absolutamente todo, excepto la cámara fotográfica que quedó sobre la cama y que debieron olvidarse en el apuro. Además de los cepillos de dientes no quedaba nada más. Nada.

Hicieron las reclamaciones pertinentes  y hasta intervino el consulado. Sobradamente recuperaron el valor de sus efectos y el hotel como compensación les ofreció una semana de estadía gratis, pensión completa y canilla libre, como hasta ahora. Pero ya deseaban volver y a Helmut lo esperaban las bacterias. También a Frida la esperaban.

Pasaron por la pastelería, Otto y Gretel  los habían invitado a cenar. Luego retiraron las fotos del viaje de la tienda de revelado, las verían todos juntos, así  intercambiarían negativos de las más significativas.

Cuando Gretel destapó la bandeja, Otto dijo que aquello sí tenía “aspecto sospechoso”

pero ellos se apresuraron en negar, todo está muy bueno Gretel, muy bueno. Con el café  Gretel trajo un enorme album, con fotos desde cuando ella tenía 1 año, y andaba cerca de los 50. Por fin, Frida pudo sacar las suyas. Entre ellas apareció una que  a primera vista les pareció velada y que Frida descubrió al volver a pasarlas rápidamente. Había una imagen  que sus cerebros no podían acomodar, qué es esto? Qué era eso? La foto pasó de mano en mano. Era una cosa negra indefinible y peluda de la que salía algo verde y amarillo. Fue Otto quien lo descubrió “esto parece el culo gordo y apestoso de un negro, Helm ” dijo. Frida y Helmut le sacaron la foto de las manos  y al mirarla se les completó el rompecabezas. Frida se levantó picada por la víbora y dijo que mañana debían  madrugar, que lo habían pasado genial y que repetirían la próxima semana en su casa, yo te llamo  Gretel sí sí yo te llamo.

Helmut se guardó la foto en el bolsillo, le echó una nueva ojeada allá afuera y la rompió en 4,  no podía ser y sin embargo ahí estaba!

Al llegar a casa Frida fue directo al baño y tiró los cepillos de dientes a la basura, y anotó “2 cepillos de dientes” al final de la lista de compras que debía realizar mañana .

Leonardo Morgan-Finkelstein

 

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UN VIAJE MAS BIEN COMPLICADO

 

 

El siguiente relato es un poco fuerte, por consiguiente recomiendo a la gente impresionable, los que tienen problemas cardíacos y los que hace mucho que no tienen sexo… que se abstengan de leer esto.

 

Once de la noche, estoy esperando el bus, el 152 precisamente en la calle Cabildo y Loreto, el viento arreciaba y la lluvia se me colaba por todas partes, del frío mejor ni hablar, se imaginarán que era para estar en cualquier lado … menos allí y para colmo el bus tardaba más de la cuenta.

 

Cuando de repente aparece raudamente un vehículo todo iluminado y me dije, bueno, por lo menos es una unidad nueva y moderna, era hora que se acordaran del sufrido usuario, le hago señas para que pare, me llamó la atención que no tenía el número de la línea, pero me dije… ma si, yo lo paro igual.

 

Se abre una puerta, subo y viene hacia mi alguien con un uniforme raro, lo primero que atine a pensar fué, «garcamos» pusieron guarda y seguro que el pasaje es más caro, traté de poner mi mejor cara de salame y le dije… ¿me da uno de dos pesos por favor?.

 

De ahi en más no se que pasó, lo único que recuerdo fué que el «chabón» me dijo: pipí mumu onk onk y para colmo con cara de pocos amigos, cuando levanto la vista hacia el fondo, me doy cuenta que hay unos cuantos como él, parecían clonados de tan parecidos que eran.

 

Tomé conciencia en el acto que estaba en serios problemas, pero como «carajo» hacía para salir de allí, comencé a temblar y el miedo inundó todo mi cuerpo, es increíble lo que puede llegar a hacer un individuo cuando está atacado por el terror, eso se los puedo decir con conocimiento de causa, porque en mis cabales ni estando borracho hubiese llegado a decir lo que dije, ustedes pensarán y con razon que en una circunstancia como esta, a lo primero que uno atina es a gritar a voz en cuello ¡SOCORRO!…

 

Craso error mis amigos, lo que dije fué: YA QUE TENGO QUE MORIR… ¡QUIERO UNA MUJER!.

 

En el ambiente se hizo un silencio sepulcral, me miraron como si no hubiesen entendido lo que les dije, y adelántandose  el que parecía el jefe, con una horrible y gutural voz me respondió… ¿ASI QUE VOS QUERÉS UNA MINA?, NOSOTROS TAMBIÉN.

 

Sentí como una explosión de sucesos dentro de mi y a la vez… ME DI EXACTA CUENTA QU ERAN ¡ EXTRATERRESTRES!.

 

Por consiguiente se me ocurrió pensar algo trágicamente posible: ¿Y SI POR CASUALIDAD , YO ERA COMO UNA ESPECIE DE MUJER PARA ELLOS?.

 

No deja de ser algo muy triste, que un porteño canchero, que se las sabe todas como yo, termine perdiendo «el invicto» arriba de un plato volador, y para colmo con estos tipos que eran más feos que pisar caca dezcalzo.

 

Me resisto grite desaforadamente, haciendo el más grande despelote intergaláctico, quiero bajarme en la esquina … pero ya mismo, que tanto joder, se miraron entre todos, era evidente que nunca habían lidiado con un trastornado como yo, me agarraron, me levantaron en vilo y cerré los ojos esperando que pase lo peor, en eso noto que el vehículo se para, se abre la puerta y me tiran afuera como si fuera una bolsa de papas, mientras escucho que me gritan… REVENTADO, ANDÁ QUE TE AGUANTE TU HERMANA.

 

Después de esta experiencia llegué a la conclusión que los extraterrestres… TIENEN UN CARÁCTER… REPODRIDO

 

Autor: Boris Gold

Buenos Aires-Argentina

 

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POEMA

 

 

I

 

una corona de luz

salpica

los despojos de este ocaso

 

 

II

tu rostro en el espejo

es un

mar inasible

 

vacío alucinado

donde se pierde tu voz

 

 

III

no puedo llegar

y abrasar tu sombra

 

desde este

frío cuerpo insomne y olvidado

 

 

IV

los amantes indescifrables

semejantes a la noche desconocida

pierden la mirada en el umbral de los cuerpos

 

como agua condenada a morder eternamente

la desnudez de la roca

sus manos recorren la memoria palpitante de la piel

 

agonía de la despedida

clamor del silencio que labra el olvido

desesperada fuga de la nube en la tormenta

 

desde el hueco del tiempo

los amantes llueven

 

y preguntan

 

V

la noche / regresa /

sueña / duda / grita / calla /

niega / revela / atrapa / duele / llora /

parte / encadena / hiere /

olvida /

 

la noche

apenas un secreto

donde el amor golpea

 

 

VI

he habitado los naufragios /

los huracanes de la noche / las manos del alba /

la soledad de los otoños / el dolor del olvido / el silencio de la ausencia /

la niebla del insomnio / las grietas del espejo /

los eclipses / el abandono de los sueños /

el cielo y el infierno /

la sed estremecida del deseo /

 

he habitado

mi cuerpo

 

 

Francisco Romano Pérez

Ledesma – Jujuy – Argentina

franrompe@yahoo.com.ar

 

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TRES POEMAS

Por Elsa Solís Molina

 

SILENCIO

Esa ausencia de ruidos que penetra, los umbríos follajes en las sombras
que detrás de los párpados inventan siluetas imprecisas, mares, odas….
Ese dorado púrpura , azulado, que juega por los techos en las noches
cuando el insomnio creador y alado, descubre entre las sombras las razones,

desmembra el arco iris y recrea sueños disparatados de los grillos…
habitantes ignotos de malezas, submundo del afán, la paz, el sino
silencio que acaricia los oídos, que deja al alma desvaída y sola
y se pierde en las hojas y los nidos, mientras se duermen las palomas.

***

HISTORIA ETERNA

Mundo de noticias,guerras…tumultuosas marejadas
de alaridos que los sueños, perdieron en madrugadas.
¿Donde se fue la esperanza y aquel sol de las mañanas?
Ya sólo escuchas lamentos, el estruendo y la metralla.

Mirando vivir quedamos, mirando morir, sufrimos
a los niños mutilados en mitad de los caminos
¡La mirada horrorizada, el alma de sal sentimos
mirando morir quedamos, mirando morir morimos…

Vida surgente, explosiva en conjunto con la tierra
garantizando la Vida…eclosiona entre la hierba
en rosadas hojas nuevas, en pétalos de azucenas…
¡Un nuevo ciclo y colores, para ganarle a la guerra!!!

***

 

EL MOMENTO DEL ADIOS

Cuando tus ojos rehuyen mi mirada y la sombra del hastío esconde
el dolor de mirarnos nuevamente…
Cuando nuestra alegría es tedio y la sangre se muere en el abrazo
y las cuerdas del alma se silencian…
Es el momento del adiós

Cuando el vuelo de tus párpados me oculta el fondo de tus sueños
y el amor en lágrimas se pierde…
Cuando ya el sol, no es nuestro abrigo, ni compartimos las estrellas
ni me ilusiona tu camino
Es el momento del adiós

Cuando la espera es indiferencia y necesito buscar en lo profundo
y revivir la ilusión de lo pasado
Cuando hay que inventar todos los días, en un presente incomprensible
como desear y amar tu compañía…..
¡ Es el momento del adiós!!!

Elsa Solís Molina

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SELECCIÓN DE POEMAS

ANTERIORES AL 2004

Por Rolando Revagliatti

 

 

 

 

La muy lista

 

 

La teta lista me traspasaba

¡Y que esa teta lo diga!

La teta lista me compelía

a pasar a ella:

la notable notada

 

La teta actuaba una escena de aquellas

donde se prueban Las Grandes

en sus transiciones

He sido cabalmente el espectador confundido por el asedio

de esa Diva en el personaje

al filo de la corazonada

 

Soy demasiado excesivo

¡Y que esa teta lo diga!

Perro de presa en el coto de caza.

 

 

 

*

 

 

Me hiciste

 

 

 

Me hiciste creer

que me necesitabas arriba

Me hiciste creer

que me necesitabas abajo

 

Arriba

y abajo

Y con suficiencia

Y con desparpajo

 

Arriba

y abajo:

rodemos.

 

 

 

*

 

 

 

De lo rosa y lo celeste

 

 

Sólo cubierta por el talle cien de un corpiño rosa de encaje

dejándose interceptar los labios por el filtro de un cigarrillo árabe

esperó que ese gigante

cubierto apenas por celeste estuche peniano

 

decidiera.

 

 

 

*

 

 

 

Hacete

 

 

Hacete famoso y no te dejarán dormir:

así de minas

 

Si con todas

no con una

 

Pensá en tu madre.

 

 

*

 

 

 

Para mejor

 

 

Alardeabas con tu cabellera violeta y esponjosa

de una laya calificable de furibunda

atiborrada por aritos y otros adminículos

prensores en zonas tiernas

 

Estabas, en efecto, robusta, impresionante

desnuda por completo

 

Para mejor

eras entonces lo que fuiste siempre

y para siempre

lo que siempre serás:

 

mi prima.

***

 

*A partir del poema “Recuerdos de un mes de junio” de Rogelio Ramos Signes.

 

 

 

*

 

 

Jovenzuela mira a veterano

 

 

Mi espíritu se eleva porque

fijamente

estás mirando cómo

esto que yo tengo

todavía

se me eleva

 

Se me eleva por el cómo

me mirás

fijamente

 

Esta materialidad

traqueteada

que yo tengo por acá

me eleva

el espíritu

 

Le debo

a la transparencia de tu mirada

mi espesa

elevación

 

Esperaría que ya

mismo me permitas complacerme

y así despejarte la curiosidad

simplificándome el descenso

hipnopómpico a tu abismo

apretadito

o craso infierno.

 

 

 

*

 

 

Zahorí

 

 

Que te advertiría en la multitud

que te incluiría en mi agenda

que te cantaría en exclusiva el suave murmullo

que te dilapidaría en mi cama

que te obsequiaría un poemario de Bukowski

que te abandonaría

 

Que me moriría quince años después

atropellado por el subterráneo.

 

 

Estelas de la calle Argerich

 

 

La Estela varonera me trataba

de igual a igual

y que no se supiera que yo

le gustaba

 

La otra Estela me trataba

intrigante

haciéndome notar que ella

portaba una incógnita

 

¿Qué plus me da

hoy

once lustros más tarde

recordarme perturbado

por sus femineidades?

 

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CONVERSACIÓN EN LA TABERNA

(ANÓNIMO)

 

 

 

-¿Qué vas a tomar?

-Una Alhambra especial

-Por favor, dos Alhambras especiales

-Oye, ¡cuánto tiempo sin vernos!

-Sí, ya era hora que echáramos unas cervezas y charláramos.

-¿Cómo te va?

-No me puedo quejar. Sigo aún con el taller en el pueblo. ¿Y tú?

-Bueno, pasé por el tribunal médico y me dieron la invalidez gracias a Juan
Sola, el abogado del pueblo, pero sigo atendiendo el negocio con mi mujer
aquí en la capital.

-Has hecho bien porque está muy jodida la situación. Yo tenía a tres
trabajadores contratados en el taller, pero hablé con ellos y llegamos a un
acuerdo de despido, pero siguen trabajando.

-¿Están despedidos y siguen trabajando?

-Sí. Nos viene bien a todos: yo me ahorro los seguros sociales, que son
altísimos y ellos cobran el paro y el sueldo, pero claro les pago menos que
cuando tenían contrato. Todos contentos: Ellos ganan más y yo también.

-¿Y si te enganchan?

-¿Quién va a pasar por el pueblo? Además, los tres talleres del pueblo
hacemos lo mismo y no nos vamos a denunciar unos a otros porque nos
perjudicaríamos.

-¡Ah¡ vale. A nosotros, en el negocio, un día nos visitó un inspector de
trabajo y, por suerte, yo me encontraba en la puerta del local, fumando un
un cigarrillo.

-¿Pero estaría tu mujer?

-No, que va, el negocio lo llevo en realidad lo llevo yo, pero les dije que
lo regentaba mi mujer, que es la que aparece en los papeles, y que yo estaba
allí ocasionalmente porque ella había salido un minuto a un asunto urgente.
Suerte que al ‘panchito’ que tengo allí sin contrato estaba ese día en el
médico..

-¿Y se lo tragó?

-Al parecer sí. De hecho se fue y no ha vuelto más. Pero sí, me acojoné un
poco ya que si el inspector no se traga aquello nos multa y a lo mejor
hubiera perdido yo la paga. Al menos eso me dijo Juan Sola.

-La verdad, es que estos inspectores son unos crédulos o a lo mejor es que
están desmotivados porque ganan menos. Total, para lo que hacen, mucho ganan
aún. Hablando de inspecciones, mi hija pequeña estuvo a punto de perder la
beca porque alguien fue por ahí contando que el taller no estaba declarado y
nos daba muchos ingresos y tal. Desde ese día le he prohibido que vaya con
su BMV A3 y su iPhone 5 a clase.

-¿Y qué pasó?

-No nada, no se pudo demostrar lo que decía el cabrón anónimo ya que lo
tengo bien atado. La niña sigue cobrando todos los años la beca máxima, unos
5000 euros, que son para ella solita.

(Irrumpe un tono de teléfono móvil: ¡¡Por mi hija maaaaato!!)

-Tío, que me he llevado un repullo con ese tono de la tipa esa de la tele
¿cómo se llama…?

-Sí, la Esteban, esa sí que es lista, jeje, perdona, que es un proveedor.
¡Oye, que significa esa factura con IVA del otro día!
¿Cómo? Nada de eso. Me la emites de nuevo sin IVA o no cobras…sí, hasta
las seis estoy allí. Hasta luego.

-¿Te quieren meter el IVA?

-Sí, se lo he dicho al tío de las pizzas mil veces  y sigue dale que te pego
con el IVA de los….,y para colmo ahora que lo han subido los chorizos
estos del Gobierno.

-Sí, vaya mierda de país, con tantos impuestos.

-Por cierto, sabes que me he comprado un Audi.

-¿Sí ¿Cuál?

-El Q7

-Joder ¡el que llevan los futbolistas!, que pedazo máquina…te habrá
costado un pastón.

-Sí, es caro, pero me he ahorrado una pasta. Si quieres te digo cómo.

-Dime, dime…

-¿Tienes a algún minusválido en tu familia o  a alguien de confianza que lo
sea?

-Pues no sé, tendría que verlo…

-Yo lo he puesto a nombre de mi padre que, como sabes, tiene una gran
minusvalía. Me he ahorrado el Impuesto de Matriculación, me han hecho una
rebaja en el concesionario, no pagaré jamás el Impuesto de Vehículos al
Ayuntamiento y, para colmo, aparcaré donde me salga de los güevos, en
cualquier plaza de aparcamiento reservada para minusválidos ¿Por qué te
crees que hay tanto coche de gran cilindrada con el cartel de minusválido en
las calles?

-Estás en todo, macho, pero ¿se tragarán que tu padre conducirá eso con 80
años siendo  minusválido?

-Éstos del Ayuntamiento se lo tragan todo. Por cierto, hablando del
Ayuntamiento ¿te has enterado lo del alcalde del pueblo? ¡Qué cabrón!
¡Que bien amañado lo tenía todo! ¡Qué poca ética! A mí me extrañaba que la
recogida de basura siempre la ganara la misma empresa.

-Sí, ¡qué cantidad de corruptos nos gobiernan! Y para colmo hay que
sostenerlos a todos. ¿Y el asunto de ese que era presidente de la Junta,
dándole un pastón a la empresa de la hija?, por no hablar de las comisiones
del niño…que maná de corruptos, ¡vaya mierda de país!

-Ni que lo digas, vaya país de sinvergüenzas y corruptos nos gobiernan. No
hay que votar a ninguno, que son todos iguales. Van a lo que van.

-Oye, quieres otra cerveza.

-Sí, si, vale. Pero disculpa un segundo, que voy a asomarme a ver el coche,
que está en segunda fila.

 

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29º Número de la revista literaria Nevando en la Guinea

29º NÚMERO DE LA REVISTA LITERARIA.pdf

29º NÚMERO DE LA REVISTA LITERARIA

DIGITAL MENSUAL

NEVANDO EN LA GUINEA

NºLXXIII de la etapa web/02-11-2012

 

EDITORIAL LXXIII

Galardones y premios nacionales de Literatura: reconocimiento o intervención

El Ministerio de Educación, Cultura y Deporte de España concedió este pasado mes de Octubre el Premio Nacional Narrativo al escritor Javier Marías por su novela «Los Enamoramientos». Tal como había anunciado, el escritor rechazó el premio alegando su independencia respecto al Estado y sus instituciones. Su gesto, alegó el autor, no iba contra nadie, agradecía la intención del premio, pero ha pesado en él más ese deseo de independencia que perdería de aceptar galardones oficiales que la satisfacción de un reconocimiento público. Pone con ello sobre la mesa la relación entre cultura y política o, más bien, el peligro de subordinar la cultura a la política.

Desde que el Poder, y en general la política, descubrió los mecanismos de la propaganda masiva y casi industrial, ha buscado la legitimación por vía de la cultura para convertirla en difusión y correa de transmisión de valores y certezas oficiales. No es algo nuevo, pero la diferencia les marca ahora la rapidez y la capacidad de expansión. Los Estados imponen en la actualidad como antaño una cohorte de escritores y artistas, de cineastas e intelectuales que se convierten en herramientas de legitimación en el mejor de los casos, meros ornamentos que procuran una falsa armonía que esconde otros intereses. No es cuestión de calidad, sino de utilización. La cultura se subordina a lo político y se vuelve propaganda, muchas veces mala propaganda.

No obstante, no podemos obviar que, al contrario, muchos buenos escritores emplearon en ocasiones su capacidad de incidir en la opinión general para dar sus opiniones y prestar sus apoyos a determinadas políticas, en ocasiones de dudosa moralidad. ¿Deja de ser Ezra Pound un excelso poeta a pesar de su apoyo al fascismo italiano?¿Cambiará nuestro opinión sobre la poesía de Pablo Neruda si tenemos en cuenta su “Oda a Stalin”?¿Podemos dejar de considerar a escritores españoles que apoyaron a Franco por el hecho de dicho apoyo, sin reparar en su calidad literaria, como en el caso, por ejemplo, de Dionisio Ridruejo?¿Alguien duda de la calidad de escritores como Máximo Gorki o de Jack London a pesar de su compromiso político con la izquierda revolucionaria?  Resulta evidente que el buen novelista, el buen poeta, lo es por su obra, no por sus opiniones políticas o de otra índole, y ni siquiera ha de ser una buena persona, al mismo tiempo que cualquier tema puede ser materia para la creación. Pero no es de esto de lo que hablamos, sino del papel del Poder en el ámbito de la cultura y que puede acabar por transformar al creador en un mero bufón de la corte de nuestro tiempo, en el marco de una administración que ha creado no pocos departamentos de las “Industrias Culturales”, nombre este que chirría, dígase lo que se diga. El poder ha colocado departamentos de cultura para potenciarla, pero con ello ha creado servidores o funcionarios culturales, como esos autores de regímenes autoritarios cuya función era alabar a quien mandase, sea quien fuese.

La independencia del artista, que no neutralidad, es ahora mismo una necesidad, un requisito. Y mucho nos tememos que esta independencia se contradice con frecuencia con la acción de los poderes públicos.

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MALOS TIEMPOS PARA EL MAMBO

Por Cecilio Olivero Muñoz

 

TEORÍA DEL HUMOR

 

Comenzaste siendo el más gracioso de la clase.

Hasta los chicos mayores reían

con tus bromas macabras y chistes ingeniosos,

le pegabas a los empollones

y todo eso brincaba en un cielo de tremenda carcajada,

cuando te hiciste adolescente todo te aburría,

te aburría la vida,

que corre despacio y va a toda prisa,

tu primera actuación fue en fiestas,

en las fiestas de tu pueblo,

tu monólogo gustó y te gustó la picazón,

sarna de la que se goza

costra se vuelve en su regusto,

te metías con los calvos, los feos,

con las minorías y los inadaptados sociales,

hacías chiste del punto flaco de los débiles,

tu vida se ha convertido

en una locura mal digerida,

estás psicótico y tomas cocaína,

ahora el débil eres tú.

Ayer te invitaron a un programa de la tele,

quieren que opines acerca

del humor absurdo de los directores de cine,

de cine español, con dos cojones,

ahora eres un teórico del humor,

eres toda una cátedra andante del humor irreverente

y del entretenimiento más cruel y pendenciero.

Te pones solemne, estás nervioso,

dices cualquier inoportuna tontería,

y te conviertes en el vídeo más solicitado en RTVE

por más de cinco generaciones de televidentes,

macho, eres un genio

y te enteras justamente ahora.

Ahora que no cobras por eso ni un tanto por ciento.

 

***

 

AFRODITA MON AMOUR

 

Los niños impíos de tanta sonrisa astuta

tienen lluvia fresca en el pelo

y llevan la reputación tan sucia

de arañar en ristre su pleno flagelo,

y en la simiente que escupe la oruga

y en el pájaro que remonta su vuelo,

un edén anfibio a pesar de todo les ayuda

a soportar este trayecto de tedio y recelo,

tienen tanta rutina sudada que les ocupa

un gemido en el escalón del desvelo,

sustraen migajas de la noche que cura,

se empalagan de caliente caramelo,

y un Monte de Venus cautelo anuncia

su sanidad sexual que redunda de serlo,

sueñan que ya tiene ritmo la rumba

y compota harían del dulce ciruelo,

no firmarían de su amor renuncia,

paso a paso dan de Paco a Frascuelo.

Los niños de la migada diurna

hacen canción nueva de alegrísimo chelo,

con cuestión que se pone chunga

buscando camellos en el Paralelo,

en Can Tunis y en la calle Bolivia,

en Els Merinals y el barrio Carmelo.

Se caen, se caen ante su día a día,

se migan la risa y relamen canguelo,

de esa pared que tanto les enfría,

les subraya la sombra bajo el subsuelo,

pauta de psiquiatría en que incuba

un gusano cachuelo sin su resuello,

un caracol fosilizado en su pulpa

y dos pensamientos que repiten muelo,

buscan lo que no se busca,

desnudez para su azul consuelo,

pretenden lo que no se inculca,

se engarzan como pesca con señuelo,

en casa, en la fábrica, o en la trifulca,

en calles donde se besan tirados al suelo.

Chupetones púrpuras que jamás nunca

ensayaron que les invadieran el cuello,

ensayaron a cruzar brazos en la nuca

pensando en la claridad que luego

les harían cosquilla en la risa oculta,

les haría el roce paladar de seda y pañuelo,

aprendieron que la mitad los desnuda

ya que son dos que se nutren de fornelo.

Los niños que no piden disculpa

sospechan de su fachada sosteniendo velo,

tienen fragancia total para que infunda

y huela por donde empieza su anhelo,

de cobre sus caras ardientes y absolutas

rezumándose en el corazón del hielo,

su adolescente matinal se pregunta:

¿por qué sustraen de Afrodita su celo?

Mojan la lívido en sus dientes con fruta

y a contrapelo el escalofrío es puro vuelo,

tienen bien olvidada a su asco de tumba

que los hará polvo esparciéndose en el cielo,

y follan por que follar es la justa

manzana que los expulsa de su triste duelo.

 

***

 

NIDO DE PARADOS

 

Los gitanos del barrio de Torre-Romeu

en octubre escarban en susurro el verano

por que les parece que dura muy poco

y de noche lo cruzan siseando en vano,

por los parques buscan agua de coco

y se encuentran con Dios-digamos,

que los mira haciéndose el loco

y con sus miradas le besan las manos.

Dios, Dios negado de los gitanos,

se gasta el dinero en una gran fiesta

y al otro día no le encontramos.

Después de almorzar su siesta,

no se la quitan ni ocho celestes milagros

que con cuatro negros castigos se pelean

y dan el cante todas en el mismo canto,

descanso y momentos gratos,

entre trámite, antigüedad de paro y tarea

aquí en el barrio nos conformamos.

Por la calle Sau un mercado despierta,

se venden delantares, bragas y medias,

zapatos para mudar a diario,

y otras cosas para tener en cuenta,

chándales, pantalones, y otros artefactos,

se venden también chaquetas

ahora que ha terminado el verano,

se venden flores para las alcahuetas

y otros artículos de gusto un tanto variado.

En la calle Sau de nuevo empieza

un paseo por todo este raro itinerario,

en la calle Sau vemos que comienza

un nido de gente sin su salario,

demos un No a la desesperación abierta,

este nido es un nido de parados,

tienen el trasero duro y nadie se queja

de sentarse en poyetes, escalones y bancos,

¡Dime chaval! Si tú ya no peleas

en Barcelona con los asalariados,

-Me dice: yo de la cama jamás me salgo,

que los Mossos cabrones me apalean,

¡Dime chico! ¿Y por qué estos te apalean?

-Chacho, por que yo siñelo gitano.

 

***

 

EL PASAJERO

 

Cuando de noche vuelvo a casa después de nadar

y veo la traslúcida brillantez

de las casas encendidas, tras esos cristales,

imagino horrores, calamidades, necesidades,

peores, mucho peores que lo/as mías.

Imagino podredumbre en un hule perpetuo,

imagino escarcha negra invadir la escena,

intento comprender al polvo compactado,

veo las sombras adentro sin sombras,

veo la monotonía rendirse como perro viejo.

Yo, en mi vida prosaica, mi vida rutinera,

tengo la paz de los cobardes,

de los precavidos, de los que nada arriesgan.

Voy sentado en el autobús de mi vida con suerte

y me dirijo a mi hogar, al calor vacío en los rincones

de mi hogar, de mi hogar vacío, no sé si dulce aún.

Oigo a los vecinos lamentarse en su desgana,

oigo las discusiones que germinan como moho,

a mujeres corroídas por su angustia asediada.

La soledad de las mujeres que soñaron,

mujeres que caminan solas, asidas del brazo

por un hombre, pero caminan solas,

se les va la esperanza como un globo caduco.

En mi vida de pasajero curioso y expectante

he podido ver hombres que fuman solos

en un balcón que da la cara hacia un abismo,

a señoras de roto maquillaje abandonadas al alcohol,

a adolescentes confusos sintiéndose miserables,

todos dando cara a su abismo personal.

La traslúcida ventana que encarna el misterio,

el misterio eterno de los que se pierden,

de los que pierden su autobús hacia la vida,

la vida, esa cosa que nos late adentro,

ese tiempo lento y constante,

ese tiempo de simulacro y sala de espera,

esta vida absurda pero maravillosa,

es asunto serio vivir esta broma pesada.

Las parejas son afortunadas si encajan como zapatos,

es mejor no desesperarse por estar solo.

Si estás solo y te emparejas con cualquiera,

por soledad, por la desesperación de estar solo,

es muy probable que acabes mirando cara al abismo,

a un abismo de discusión, de riesgo y pesadilla,

a un abismo en el que caes con el silencio,

ese silencio que tenías y te acompañará de por vida.

Ese silencio que tenemos dentro

y solamente lo rompemos al corromper la calma

con cosas que no sabíamos que callábamos.

 

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Las sendas de Caín

 

Cómo no sentirse herido, se preguntó, herido y rechazado. Me repudian, tuvo para sí y anduvo convencido de que todos le repudiaban profundamente. Trabajaba de sol a sol, con voluntad y destreza, demarcaba la tierra, la deslindaba, luego la mezclaba y la abonaba, colocaba surcos y cauces por donde avanzaba el agua, analizaba cada zona de terreno para cosechar aquello que mejor convenía y para saberlo experimentaba una y otra vez, observaba la reacción de la tierra, el color de las plantas, el olor de los frutos, y esa labor le llevaba horas, días, semanas enteras. Un sinfín de fracasos le reportó un sinfín de aprendizajes, de saberes de la tierra. Le daba una y mil vueltas a todo lo que emprendía, analizaba los detalles e inventaba instrumentos que le ayudaran a avanzar en ese camino de expandir y mejorar la tierra y la cosecha. Pero todo eso, al parecer, carecía de importancia, su esfuerzo no tenía valor. Brindaba los mejores frutos, aquellos que le habían costado enormes esfuerzos obtener, pero apenas eran observados, sus mejores frutos eran ignorados como si fueran obra baladí, anodina consecuencia del esfuerzo de sus manos, de su cabeza, de su observación permanente, anodina para los demás, pensó, para todos, no para sí mismo, que él sabía bastante bien lo que le había costado llegar hasta allí. Cada fruto había supuesto un enorme trabajo, al parecer nadie lo sabía menos él. Pero no es cierto, se dijo de pronto, no es cierto que sólo lo sepa yo: me han visto trabajar. De sol a sol, repitió una y otra vez, trabajo de sol a sol, lo dijo con rabia, consciente de lo injusto de la situación, y en efecto era así como trabajaba. Ponía todo su esfuerzo, todo su corazón, toda su mente en cada uno de los detalles, y desde luego eran muchos, en todos y en cada uno de los detalles de su faena diaria. Pero no veía ninguna gratitud, ni siquiera la gratitud de una sonrisa o de un gracias acompañado de un gesto de ánimo, nada en absoluto.

A él, a su hermano, por el contrario todo parecía sonreírle. Abel se estiraba bajo un árbol, a su sombra, cualquier árbol le servía. Dormía mientras las ovejas comían a su alrededor. Comed, hermosas, les decía y se estiraba y soñaba y se reía feliz porque todo le sonreía, en efecto. Había buena yerba y las ovejas crecían fuertes y sanas. Daban buena lana, sabrosa carne, corderos que crecían con premura. Abel observaba a su hermano y se reía. Por qué trabajas tanto, le preguntó una vez. Caín, al principio, no le respondió. Calló porque no pudo entender esa actitud suya de ver pasar la vida a la sombra de un árbol. Estírate conmigo, le conminó Abel, las plantas crecerán por sí mismas, le indicó. No, contestó él no sin reproches hacia aquellas palabras que ignoraban y despreciaban el esfuerzo del trabajo, con una pizca de rabia ante esa actitud que le acusaba de perder el tiempo de un modo indolente cuando era él, su hermano Abel, y sólo él quien perdía el tiempo, así se lo dijo, recriminatorio, hay que saber, continuó como si cupiera posibilidad de enmienda y necesitara explicarle la vida entera, si poseen la cantidad suficiente de agua, si la tierra se encuentra bien nutrida, hay que evitar las alimañas y las malas yerbas. Abel se rio. A mis ovejas les gustan las malas yerbas, dijo, y los perros ahuyentan las alimañas, ves cómo todo sale adelante por sí mismo. Caín calló y continuó su diaria y rutinaria faena, poco importaba que lloviera o luciera el sol, que el frío le entumeciera o el calor le sofocara, debía estar allí, en los campos, en los cultivos, en las campas, en las arboledas, debía cultivar cuando tocaba, justo en ese instante, ni un día antes ni un día después, y cosechar cuando correspondía, en el momento en que los frutos estuvieran maduros.

Abel, como acción de gracias, sacrificaba un cordero, aquel que entre el rebaño veía como el más propicio, el de carnes más rollizas y aspecto saludable. Lo llevaba a hombros hasta el altar y contemplaba, tras la rápida incisión en el cuello que producía la muerte por desangre, la lenta cocción del animal para gloria de la primavera entrante. Caín, por su parte, pasaba días y más días a la búsqueda de las frutas más relucientes y aspecto más pulido, de los cereales más nutritivos, de las hortalizas más sabrosas, colocaba varias cestas con los diferentes alimentos, los hervía, los cocía o los tostaba, llenaba el aire con los intensos olores de los aliñes y condimentos, esta era su ofrenda, su manera de dar gracias.

Pero no parecía haber, pese a todo, agradecimiento a su ofrenda. Por mucho que se esforzara y sazonara sus alimentos, por mucho que hubiera trabajado, nunca había sonrisas ni palabras elogiosas hacia él, todos los reconocimientos se dirigían hacia Abel, y sólo hubo reproches a su esfuerzo que él no entendía. ¿Acaso no se esforzaba?¿Acaso no trabajaba sin descanso para cultivar y producir más y mejores frutos?¿Acaso no creaba instrumentos que mejoraban la cosecha?¿Por qué entonces nunca gustaba lo que ofrecía?

Se sumergió en el silencio amargo de una frustración que le corroía por dentro. A veces, perdía el gusto del trabajo, lo llevaba a cabo, sí, más por rutina que por convicción, qué sentido tiene todo, se preguntaba, no podía evitar el desánimo, no podía mirar la vida cara a cara. Le tentó la indolencia, pero cuando dejaba de trabajar y se estiraba en cualquier lado, a la fresca, como su hermano, si a él le va bien, se planteaba entonces,  por qué no a mí, entonces la sensación de vacío aumentaba hasta el dolor y tenía que volver al campo, al trabajo, aunque ya no era lo mismo, nada era ya lo mismo. Algo le quemaba por dentro, algo que no comprendía. Una noche despertó empapado por el sudor y el corazón acelerado. Había soñado con Abel, el amado, el preferido, el elegido. Se levantó y contempló el campo que apenas distinguía por la débil luz mortecina de la luna. La luz de la luna, consideró entonces, es la luz de la muerte. Lo pensó, en ese momento, en apenas un instante, una idea que cruzó como un rayo por su mente, un deseo que se volvió propósito, una noción apenas que pasó o tal vez quedara fija en su cabeza.

No lo sabemos: fue un acto repentino, improvisado, o algo preparado durante horas después de aquel instante anterior, en la noche. Nunca lo sabremos. Lo cierto fue la reacción inminente al contemplar el cuerpo de su hermano en el suelo, ensangrentado, inmóvil. El odio desapareció de repente, sí, pero brotó la angustia de una culpa sin duda tan hiriente como aquel. Escondió su cuerpo. No soy tu guardián, murmuró. No soy su guardián, repitió en alto. Enseguida comprendió lo absurdo de sus palabras. Pero soy su asesino, dijo.

Comenzó a vagar por el mundo, no pudo ser otro el castigo, tampoco peor: ni siquiera la muerte hubiera sido más atroz. Él estaba ligado a la tierra, a su tierra, vinculado a los cultivos, a las plantas y a los árboles que eran sus cultivos, sus plantas y sus árboles. Cuidaba cada rincón de sus campos con sumo cuidado y de pronto se vio forzado a abandonarlos, a recorrer otros prados y otras campas, a no estar fijo en ningún lugar, a no ver crecer nada. Tuvo miedo: se enfrentaba a peligros no conocidos, no sabía como afrontarlos. El mundo se volvió un lugar peligroso. Avanzaba por tierras nuevas y sobre todo pensaba en lo que había hecho y en cuál era la razón de su fracaso. Siempre he actuado bien, se repetía una y mil veces, siempre he intentado mejorarlo todo, y sin embargo sentía que había fracasado rotundamente.

Despertó muchas veces empapado de sudor y con el corazón acelerado, se levantaba y se quedaba sentado en el camino, tembloroso, asustado. Le daba vueltas una y otra vez al porqué de su vida. No encontraba respuestas. Una noche, a la luz mortecina de la luna, se preguntó de nuevo el porqué de todo si había dado lo mejor de sí mismo. Fue entonces cuando lo entendió, como si una chispa se hubiera encendido dentro de sí mismo, como si una voz quisiera sosegarle entonces y darle una explicación: podías dar más de ti, le dijo la voz, una voz interior que brotaba de lo más profundo y que le recriminaba no haberse dado cuenta, entonces, se esperaba más de ti, le decía una y otra vez. No, no era Abel el más amado, el preferido, el elegido, lo entendió de pronto en aquel instante, sino él, Caín. Abel había alcanzado lo poco que podía aportar, ya era bueno lo que ofrendaba porque no podía mejorar más, en cambio él, Caín, había nacido para realizar grandes cosas, había aprendido a esforzarse, a crear, a construir. Puedes dar más aún, puedes hacerlo mejor, puedes prosperar y abrir nuevos caminos, alcanzar otras metas. No lo había entendido. Se dejó envenenar, se lo reprochó con dureza y amargor, cuando la respuesta a tanto lamento, se dio cuenta al fin, resultaba tan evidente.

Lloró amargamente. Pero no se dejaría vencer. Esta vez, se dijo, no defraudaría sus propias expectativas.

Juan A. Herrero Díez

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BRINDIS

 

Yo también he brindado complaciente

en etapas gozosas de mi suerte,

he brindado contigo, cuando verte

era un rayo de amor adolescente;

 

y fue brindar, amiga,  en la rugiente,

la fiesta fraternal que era tenerte

y gozando tus besos, fue saberte,

abrazada a mi cuerpo efervescente;

 

Hoy no brindo por nada deferente,

otro labio feliz, más convincente

te sedujo la tarde de un invierno.

 

Contemplo en esta foto amarillenta

tu sonrisa hedónica de menta.

La dama que voló de mi cuaderno.

 

Construido a las 9,44 del

29 de setiembre de 2012-09-29

para mi Libro “Renglones desprolijos”

Rodolfo Leiro

 

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SELECCIÓN DE POEMAS

Por Gonzalo Salesky

 

 

MÁS ALLÁ

 

 

No hay nada más,

más allá de tu silencio.

Sólo palabras.

 

Más allá del cielo, del infierno,

la música y el tedio,

del tímpano aturdido,

de sinfonías vacuas,

del olfato y la sangre…

¿qué queda en este mundo tan vacío?

 

¿El proceso, la causa,

el hálito salvaje?

Ánforas y espíritus

osados, casi ciegos,

no quieren más crepúsculos en vela.

 

Banderas de vidrio

encierran la tristeza.

La suciedad mojada,

el espectro del fuego,

los temas recurrentes.

¿La pasión apagada?

 

Refugios en otoño,

príncipes despojados

opacan mi instinto

al verme en tu piel.

 

El tiempo me libera y, suavemente,

me entrego a tu recuerdo una vez más.

 

 

 

 

DESEO SIN TIEMPO

 

 

Deseo desearte siempre,

sos mi deseo sin tiempo.

Quisiera evitar la culpa

de cada abrazo furtivo,

de nuestro espectro vacío

en cada sueño encontrado.

De cada mañana turbia

entregada a tu sonrisa,

de aquellos miedos gigantes

a volver hacia el dolor.

 

Desearía que estuvieras aquí dentro

y, en mi boca, escucharas mis palabras.

Respirando el mismo aire,

alrededor de tu aliento,

y latieras con mi sangre en el alma.

 

BRISA, NOCHE, DÍA

 

 

Como un refugio dormido de mi culpa,

como una herida reabierta con el tiempo,

el viento no ha impedido que te vayas

tras él, como la primera vez.

 

Siento que mi vida se termina

y me desangro, creyendo en tu mirada.

Sólo queda la brisa,

la luna por la noche,

el infierno de día.

 

OTRA HOGUERA

 

 

Sé que perdimos sueños con el miedo

soplando detrás de nuestra espalda.

Mi refugio fue un cuarto sin ventanas;

tuve mi espacio, vacío, sin estrellas

y mi tiempo, sólo de madrugada.

 

No creo que el dolor sea para siempre,

el espejo pide a gritos otra hoguera.

 

SÓLO ES ESO

 

 

La vida ya no es nada, sólo es eso

que nos impide mirar hacia el costado.

Que nos arropa con el frío en la sangre,

que canta a pesar de mi silencio.

 

¿Para qué seguir luchando con el viento?

Nada nos queda, solamente el fracaso

muestra las grietas de nuestra soledad.

La vida ya no es nada… sólo es eso.

 

PLÁCIDO MISTERIO

 

 

Descubro que los años son suspiros,

que quizá otra piel no es suficiente

al pelear con tu fantasma.

Con mis sueños y tus miedos,

con tu amor,

con el fracaso.

 

Los ángeles sabrán que la mentira

es ajena. La muerte no me espera,

nada nunca será lo que parece.

La soledad, mi plácido misterio,

no despierta sospechas al ocaso.

 

EN CADA AGONÍA

 

 

Dosis eternas de sangre corrompida.

Ejércitos ciegos, sedientos de venganza.

Las siete trompetas presagian el final

y en cada agonía, disciplino el vértigo.

 

Allí, encontraré la sombra

que no habla y escucha, que se aferra

al espurio fantasma del pasado.

El orden –en la muerte– está naciendo.

 

 

DESPEDIDAS

 

 

En mi diamante descubriré el dolor

de mantenerme vivo a cualquier precio.

No habrá miradas, tampoco despedidas,

y encontraré el alivio en cada lágrima.

 

Ojalá el fuego apague este dilema.

El crepúsculo desgarrará la tarde

poco a poco, como tu piel sedienta,

y no habrá lágrimas, tampoco despedidas.

 

ADÓNDE VOY

 

 

No quiero que me veas entre llagas,

nunca estaré a la altura de tus sueños.

Pasaré inadvertido el resto de mi vida,

no me preguntarás adónde voy.

 

Caminando, por la senda vacía,

pasando en limpio las hojas de mi alma.

A veces ya no sé qué es lo que viene

detrás del viento, detrás de su emboscada.

 

Costó tan poco dejar de imaginarte

en nuestro espejo vacío de colores…

Si mi cordura se despide del mundo,

no me preguntes más adónde voy.

 

SI TE PIERDO

 

 

Relojes de arena

marcaron mi destino.

Ayer fue poco,

hoy será más,

mañana o nunca

sabré que eternamente habrá consuelo

si te pierdo.

 

Si te pierdo…

la noche se abrirá

y no serás el viento en mi nostalgia.

No habrá más pétalos,

ni viento, ni marea.

Sólo espejismos fugaces,

sólo brisa.

 

PRIMERO

 

 

Primero quiero descubrir todos tus sueños,

tus cicatrices, tu herida, tu alma en paz.

Dejarte el cielo completo y en tus manos

dejar mis ganas y mi verdad en tu sangre.

 

Olvido mis fantasmas y el vacío

cada vez que veo el sol en tu sonrisa.

Iluminaste mi pasado en un segundo

y recobré mis sueños, mi ansiedad.

 

Primero intentaré alejar tus miedos,

sentir que a veces hace falta el dolor

y alguna vez, ser más que luna llena.

Las cadenas y el eco me persiguen

aunque tu vida me aleje del abismo.

Todo es mejor, a tu lado, aún si no pasa.

 

VESTIGIOS

 

 

Dentro del mar, vestigios de la culpa

y un par de pesadillas y recuerdos.

Nada más penetrará en la sangre.

 

Un bálsamo ante toda esta locura

me servirá para brillar en el ocaso.

Tú no lo harás, no será poco ni mucho

perderme y encontrar el universo.

 

 

SOLAMENTE

 

 

Sólo buscaré rozar tu alma.

Tu puño y mi letra,

tus heridas…

La victoria ajena.

 

Nada más tendré

que mi vida al aire

sin la realidad que descubre, a gritos,

solamente muecas.

 

Volviste una vez a mi cementerio

de esperanza y fuiste

lo poco que tengo para sonreír,

sólo tu belleza.

 

Traspaso los vidrios,

reaccionando al fuego,

sacando del fondo de mi corazón

otra gran quimera.

 

No me reconozco,

no vuelvo, te esquivo,

y en la habitación,

mi alma te recuerda.

 

Tu voz en la noche ya no suena exhausta;

me pide que calle, que grite y libera

tantas otras veces en que no hubo nada.

Sólo tu pasión y mi cuerpo en venta.

 

 

FRUTA MALDITA

 

 

Una fruta maldita y la oración

me alejan, me acercan,

tantas otras veces,

del cielo que busco.

 

Sombras y fortuna no van de la mano.

La mirada fluye,

y las botas de un ángel marcan el camino.

 

En mi oscuridad,

espera, dormida,

toda aquella angustia.

Desde allí, despierto.

Sin oír tu voz,

descubro que vivo latiendo sin alma.

 

Conmueve mi tiempo tu vacío,

me interroga a gritos tu silencio.

Me molesta tanto estar ausente…

 

Olvido mis fantasmas,

desaparece el miedo

pero el cielo no llega.

 

Escucho tu susurro,

sostengo la agonía

aunque la escarcha en tu voz sigue quemando.

 

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A MÍ NO

Por Marcelo Juan Valenti

 

No, a mi no me gusta el fútbol.

Raro.

Le gusta a todo el mundo.

Más que gustar, apasiona.

Como una pelota de cuero, vienen rebotando los recuerdos.: una constelación confusa de nombres. Malos y buenos jugadores, ascenso y descenso de equipos. La palabra foul, que los periodistas pronuncian faul, debería ser fault  y yo siempre entendí faun. La inquietud previa a los clásicos, las tablas, los mundiales.

Todo, todo, todo ese mundo cubierto por el color rojo de la pasión. De la pasión de los otros.

 

 

¿Qué es eso que no me hace “clic” cuando de fútbol se trata?

 

 

Mi padre….es presidente de un club de fútbol. A él le gusta. Como a mis dos hermanos mayores, como al menor. Incluso a mi madre le gusta el fútbol. Es hincha de los eternos contrincantes del club de mi padre. Las discusiones entre ellos, a veces, eran acaloradas, discutían por el fútbol, en lo demás se entendían.

 

 

¿Será una falla en la transmisión genética?¿O uno de mis progenitores esconde el alevoso secreto familiar de un tío abuelo al que no le gustaba?

Que no le gustaba el fútbol, claro.

Como a mi.

Como a mi no.

 

 

En mi memoria con forma de fútbol, viene la primera vez que mi padre me llevó a la cancha. No era todavía presidente,  pero ese ya era SU CLUB. Porque…..la gente adopta desde y para siempre un club, ¿no? Estaba….él estaba, feliz. Un nuevo hijo al que le abría la puerta al mundo de los colores propios. Esperaba reeditar el éxito obtenido con los dos mayores.

La cancha me pareció inútilmente verde, la gente gritaba, tuve ganas de orinar cuatro veces. Esos muchachos corrían ahí abajo, atrás de la pelota. Me entusiasmado padre me preguntó no sé que cosa que no entendí y que debo haber contestado con un disparate porque, por una vez, salió de su atmósfera y me miró azorado. Mis hermanos también me miraron de reojo……Creo que todos los que estaban cerca miraron….pero puede que se tratara de una impresión.

Volvimos a casa.

-¿Te gustó?

-No.

 

 

Me llevó varias veces esa temporada. Luego repetía la misma pregunta. Recibió siempre un no. Desistió.

 

Algunos domingos después de la capitulación, cuando padre y hermanos se habían ido, mi madre,  me dijo, en el mayor tono posible de complicidad.

-Hoy te voy a llevar a un lindo lugar. Vas a ver que eso si te va a gustar. Pero….apurémonos.

Y me llevó……a un partido, pero en su club.

Con el transcurso de los años, no logro dilucidar a quien espanté más. Mi pobre madre querida…..ella también tuvo su no.

El problema no pasaba por la elección del cuadro. Era el fútbol. A mi no me gustaba. A mi no.

 

 

Aquel domingo perdieron ambos equipos. Sobre la cena campeaba la indignación. Solidarizados, los dos bandos, comentaban los mutuos malos desempeños.

En un momento en que se creyó resguardada de toda indiscreción, mi madre cuchicheó

:-Anselmo, tengamos otro hijo.

Los espié por el rabillo del ojo izquierdo. Ambos me miraron.

 

 

El horror no podía ocultarse para siempre. Un rumor, solapado, estremecedor, circuló en la familia.

-A lo mejor lo de este chico es el básquet- dijo tío Alfonso.

-¿No ves que no le da la altura?¿Probaron con el tenis?- contestó tío Ricardo.

-Hum, no, este tiene cara de que va a agarrar de esos deportes raros que tienen los yankees- terció tío Hipólito.

Fue mi abuelo Ignacio al que se lo ocurrió preguntar:-Pero nene, vení para acá y contale al nono, ¿qué deporte te gusta?

Me encogí de hombros. ¿Estaría esperando un deporte por nacer?

No, yo nací para ……una suerte de deporte milenario. Al año siguiente, en la escuela, aprendí a leer. Y no me detuve nunca.

 

 

 

Pronto aprendí que lectura y fútbol no casaban bien. O no casaban, directamente.

 

 

Ya sé cual va a ser la objeción a las dificultades del maridaje que acabo de enunciar. Decenas de autores han escrito centenas de cuentos sobre fútbol y otros deportes. Desde libros abiertos avanza una caravana de escritores que llevan en la mano  una  lapicera y una pelota en el pié (o la hacen rebotar con la mano libre). Fontanarrosa viene a la cabeza de esa procesión.

Le he contado esa imagen a mi analista. Me contestó.-Pero por favor. Eso es literatura.

 

 

La escuela trajo a la tierra el paraíso. Y también el infierno.

 

 

Porque si la inercia o la astucia me dictaron una respuesta a la infaltable pregunta de mis compañeros.-¿De qué cuadro sos?, a lo que invariablemente respondía con el nombre del equipo paterno, era claro que algo me pasaba. No comentaba los partidos, no sabía nada de los jugadores, no aceptaba ninguna invitación a jugar a la pelota.

Algo me pasaba, sí, era que a mi no me gustaba, nunca y bajo ningún concepto, el fútbol. No, no me gustaba. A mi no.

 

 

La adolescencia trajo algunos cambios. Mi madre nos dejó. En sus escapadas, siguiendo a su cuadro, conoció a un hincha de sus mismos colores. Creo que, a diferencia de con mi padre, con este nuevo compañero coincidía en tema fútbol y nada más.

Ángel, el hermano menor de mi padre, se casó con una psicóloga.

Una de las primeras cosas que le escuché decir fue:-Ese chico necesita terapia.- lo dijo cuando le contaron que no me gustaba el fútbol.

Mi padre decidió aceptar el consejo de su nueva cuñada. Yo iría para solucionar el problemita ese, de mi desinterés deportivo, pero también como portavoz familiar del fracaso de su matrimonio.

Así llegué al diván de mi analista.

 

 

Es probable que te preguntes que hacía yo en todo ese tiempo que los demás dedicaban al fútbol.

Debo confesarlo.

Yo….yo leía.

Bueno, ya está. Ya está dicho.

Yo leía con desesperación. Con hambre, con furia. Seguía la obra de un autor, me dejaba llevar por título que me tentara, me guiaba por criterios que me apresuraba a romper. Leía libros que me remitían a otros. Leía, leía, leía, hasta transformarme en un monstruo, en un ermitaño, en un cíclope. Leía de día, de noche, en los bares, en la cama, en el baño. Leía hasta que me retaban, me echaban, me despertaban del sueño resplandeciente de los libros.

 

 

Polaroids. Mi padre y mis hermanos se van, como todo domingo, a la cancha. Me quedo solo. Leo.//Salimos en familia. En todas partes , se abre un ojo malicioso. Es ese. Es al que no le gusta el fútbol. Otras gargantas ahogan exclamaciones.// Fui el primero en aceptar la invitación de mi madre para conocer a su novio. ¡Pobre tipo! Buscó la complicidad haciendo bromas sobre fútbol, que coronó con un:-Vos sos de la contra, ¿no? Vi el rostro desfigurado de mi madre, mientras yo contestaba:- No me gusta el fútbol. Ella murmuró:-Pero si te dije. Él:-Ah, ¿era este? Ambos me miraron desolados. Fue difícil remontar esa noche.

 

 

Cuando sobrevino la lógica separación de bienes, todos los varones nos mudamos a una casa cercana a la cancha.

Mis hermanos repetían:-Viejo, buscate una mina y dejate de joder.

Pero mi padre prefirió hacer carrera en el club, como vocal en la comisión directiva. Y no se detuvo hasta hoy, que ha llegado a la presidencia, aureoleado por una seguidilla de triunfos.

 

 

 

No, yo no me casé. Ocasionales candidatas me hablaban de…..fútbol. Así que, no, no me casé.

Tantas veces entré en el living de mi casa y encontré una apasionada discusión sobre fútbol. Yo, con un libro en las manos. No sé cual de las reacciones me ha lastimado más: la consuetudinaria indiferencia o las miradas recelosas, enmarcado todo en un silencio reprobador.

 

 

¿Cómo salgo de este gris laberinto, como los que les gustaban a Borges, aunque el adjetivo sea de Sabina parodiando a Almodóvar?

 

 

Con…la literatura, claro, que participa de la vida tanto como el fútbol.

Revisé mi biblioteca con método, con ansiedad.

Y encontré, en “Misteriosa Buenos Aires”, de Manuel Mujica Láinez, la vía de escape para esta historia. El ardid liberador está cifrado en el cuento “El ilustre amor”. Si se había animado Magdalena, la protagonista, con tan exitoso y elegante resultado, yo no me iba a quedar a la zaga.

 

 

Bajo la presidencia de mi padre, el club subió a primera y dos años después ganó el campeonato. Esta tarde celebran los triunfos con una gran marcha callejera, encabezada por jugadores y directivos.

Pasarán frente a mi casa.

Compré el equipo completo: camiseta verde, rojo y azul; pantaloncitos azules, medias verdes. Compré botines, negros. Una gorra, un redoblante.

Aguardo, así vestido y preparado, detrás de la puerta. Siento los cánticos, los gritos, los aplausos, los bocinazos. Ya están aquí. Salgo.

Al principio nadie advierte mi presencia. Comienzo a batir el redoblante y a cantar. Voy dejando de lado la timidez. Los primeros en verme son algunos hinchas, que entusiasmados me abren espacio en la marcha. Veo las espaldas de mi padre,  mis hermanos, los jugadores. Avanzo con el grupo y dentro de él. Logro adaptarme al cántico que entonan. Un pasillo se extiende en zigzag entre la gente. Paso junto a los primeros conocidos: unos ex vecinos que se codean con las bocas abiertas.

Mi gorra con los colores del equipo tiene cascabeles, sacudo la cabeza para hacerlos sonar, un extraño, incierto, incomprensible entusiasmo me va ganando. Cada vez que creo alcanzar el techo del volumen, me doy cuenta de que puedo subirlo otro poco. Nadie hace más ruido que yo. Cuando comprendo esto , he llegado a la primera línea de la marcha.

Mi padre me mira…..sé que no puede creerlo. Mis hermanos no entienden lo que pasa. Algún jugador, o miembros de la comisión, que me han visto fugazmente, pasa la información a los demás.

-Es ese, el otro hijo.

-¿Cuál?¡El que no?¿El que es famoso porque el fútbol no le interesa?

Llegamos a un cruce de avenidas, la marcha sufre una breve detención, un momento de fascinación ante sí misma. Aquí están los medios apostados. Doy un paso.

Cuando el movimiento se reinicia, yo voy encabezando. Las ventanas de los edificios se abren a nuestro paso. Llueven vítores y papel picado.

Cerca, cada vez más cerca, se recorta el estadio, nuestro destino

El ingreso semeja una interminable exclamación. Los jugadores van hacia el campo, los hinchas a las tribunas, mi familia hacia el palco oficial, al que se asoman como un grupo principesco. Yo no lo dudo, ocupo un lugar sobre el verde, junto a los deportistas.

En ningún momento dejo de agitar mi redoblante, de cantar, de agitar los cascabeles de mi gorro.

Pasan las horas, todo se atenúa, vuelve a sus formas, a sus colores habituales. A lo real.

Regresamos a casa en silencio, estoy agotado por el esfuerzo, la garganta rota insinúa que no hablaré más.

Llegamos.

Avanzo, como puedo, hasta un sofá del living.

Mi padre activa el contestador automático del teléfono. Hay incontables mensajes de mi madre, que lo ha visto todo por televisión.

No es la única.

Un semicírculo rodea a mi padre. Mi hermanos contestan sus celulares, son amigos y conocidos que no entienden qué me ha sucedido. Cuando se cansan, deciden apagarlos.

Más allá, la línea de cuñadas y sobrinos. Uno de esos niños amaga preguntar:-¿Pero no era que al tío……?

Una bofetada interrumpe la frase.

Todos esos ojos me observan, expectantes, como no han mirado ningún partido de fútbol.

Sé que no abandonaré más estas cuatro paredes.

Permaneceré aquí, ajeno, intocable,  incomprensible. Un objeto suntuoso, inasequible a la suspicacia, a la maledicencia. Atrapado, ante los demás,  por una pasión que jamás, jamás, jamás, he sentido.

 

 

-Pero dígame- la voz indignada de mi terapeuta me hace saltar del diván- ¿Qué pretende con esa descarada parodia de un cuento de Manuel Mujica Láinez?¿Superar sus traumas, sus conflictos? Pero…pero todo ese disparate, es literatura.

 

Y claro, si, es literatura. ¿Y por qué? Porque a mi no me gusta el fútbol. No. A mi no.

 

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ÁFRICA

 

¡África!

Los extranjeros te conocemos

tan solo de nombre y forma,

pues te hemos visto en los Átlas,

en la tele, o en alguna foto

de periódico o revista,

no sabiendo que en tus entrañas

tu volumen se oculta

siéndonos invisible a simple vista,

cual inmenso iceberg flotante

desprendido de un glaciar.

 

¡África!

Tu espíritu y tu esencia provienen

de los restos de grandes imperios,

Egipto, Cartago, Roma, el Islam,

Ghana, Malí, Songhay,

engullidos en las tinieblas,

perpetuados por unos pocos

que a pesar de los siglos

tu esplendor han sabido valorar.

 

El más conocido Egipto,

«Egipto, Don del Nilo»

dicho por Erodoto,

que nos estremece el oirlo nombrar,

pirámides, esfinges, dioses,

historias faraónicas y monumentos

que nos hacen vibrar,

a tal punto, que los codiciosos

han robado de tus entrañas

tesoros invaluables

que jamás podrás recuperar.

 

¡Oh África!

Sin inmutarnos hoy, observamos

la vasta extensión de tu desierto,

que milímetro a milímetro

te abraza sin cesar

y la tranquilidad del mismo,

que el extranjero expugna

con su gran Rally de Dakar.

 

La sequía de tu suelo es recurrente,

forzando comunidades a emigrar

en la lucha por buscar recursos,

provocando conflictos entre tribus

que de hambruna no quieren acabar.

 

Y… que decir  ¡Oh África!

de tu mayor flagelo, el «SIDA»

del cual sabes que es mejor callar,

aunque el terror esté en el ambiente

sembrando inquietud y soledad,

que ahora arrebata

la cuarta parte de tus vidas

y camino va a convertirse

¡en la mayor catástrofe

que vivido hayas jamás!.

 

¡África!

Siempre has sido blanco

de guerras que te abrazan

acabando con el acervo africano.

Niños soldados,

luchando y muriendo

en tus guerras olvidadas,

ésas que nisiquiera aparecen

en un pequeño breve

de una escondida página

de los occidentales diarios.

 

Inocentes, hechos un manojo de nervios,

con la mirada negra de angustia

bajo las bombas y proyectiles,

que con dura mano

causando espanto y terror,

empuña su propio hermano.

 

La catástrofe se abate sobre tí,

el mundo entero mira

cómo te desangras,

nuestras caras yacen inmóviles

aún viendo tus lamentaciones

que suben a lo alto de los cielos,

sin escuchar tu voz

ni volver nuestros ojos

hacia tí, para llorarte.

 

¡África!

La de los safaris,

la de exótica fauna,

la de grandes imperios

y monumentos históricos

tapizada por selvas,

sabanas y dunas doradas

que llegan hasta el mar.

¡Oh África!

¡Que olvidada del mundo estás!.

 

 

MARIA CLEMENCIA BOTERO YALI

Derechos de autor:  10-226-234

 

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POESIA Y E-VIDENCIA

 

En este rincón de alegría y humos de ensueño, dejados en la estacada por el amoroso Gustavo quien ha sentido la llamada del deseo de fornicar, marchando a Sicilia al encuentro de su amada, y creo que va  a pasar el mar Mediterráneo a nado o a pies juntillas, vamos a apretar el botón de arranque de la Poesía y E-Videncia, si se puede.

Es este un rincón cerca y lejos del circo político de los horrores y errores de nuestra vida. Pretendemos que este sea un remanso de poesía y de amor para realizar y contar nuestras historias mimadas, sensualizar nuestros sueños  de dulce hierba en interacción

con el contacto directo, sacando de nosotros lo pícaro que llevamos dentro.

Todas las cuartillas en sueños y tentaciones escritas y recitadas o leídas serán un día plasmadas en un libro.

 

Estamos cerca del Cementerio real y cementerio de la vida burgalesa donde esta semana han arrancado de su osario el cuerpo del Cid, montándole de nuevo en su “parda mula tan trotona como falsa”, que diría Eugenio Tapia, con una maleta en la mano, en cuyo interior se encuentran los huesos de Jimena robados al Monasterio de San Pedro de Cardeña. Hemos visto a la plebe que vitoreaba al Cid  con cara de sepulcro de los Escipiones encontrado en Tarragona, y con cara de sepulcros antropoides hallados en Cádiz  Por otra parte, oímos los aullidos de lobos gritando contra la Crisis de un gobierno que hiela la sangre, y a los representantes de Aborto Cero coreados por un ejército de fetos mirándose a los ojos de un psicótico. Llegando a la conclusión de que el gobierno ha llegado a un paroxismo demente, sin límites ni cordura alguna.

 

Mientras, en Roma, siempre al límite de la mística más turbadora, se santifica a un  tal Juan de Avila, mientras se escucha el lamento de un violón tocado por el papa en un intento de suicidio angelical como hacen los viejos en los geriátricos. Nuestro jefe de gobierno seduce con un sonámbulo caminar pues tiene la cabeza llena de pájaros El seduce hasta a la misma Merkel, enferma esquizofrénica, como él, amantes del futbol.

¡Qué triste vida para los sonámbulos del Euro¡.

 

Los presupuestos de 2013 están hechos de espasmo y convulsiones de degenerados que abrirán en canal al pueblo, que sufre en su rostro una cirugía facial abominable, producida por los lecheros que destrozan nervios, carnes, y astillan a los indignados los huesos. Estamos en las justas del Cid y del César Enano, en cirugía sádica de la religión y la impostura. El pueblo más decadente está adormilado y obligado al servicio de clérigos babosos, a quienes sólo les mola  los niños y las niñas, que les vuelven locos

 

Cuenta la leyenda que cuando un pueblo marcha hacia la miseria, aparecen blancos corceles y risueños jinetes entre la bruma a galope de falsos héroes de leyenda o de asesinos césares enanos, obligando a los silenciosos a besar el rostro de la muerte, que por eso callan y no se manifiestan estos muertos vivientes. Siendo la gran hazaña del  jefe, llevar al pueblo a engrosar las listas de Caridad. Cada cual arde en su propio infierno. No nos queda más que los pisos de citas y los confesionarios, fiados de monjes de hábitos prietos. No nos queda más que el hexasílabo de Iriarte, parafraseado:

“En una catedral

Una puta había

Que sólo follaba

En solemnes días”.

 

-Daniel de Cullá

 

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*Detrás de la ventana*

 

La vida está allí… detrás de la ventana.

Vuelan mariposas, hay perfume de lavandas.

El cerezo está cubierto, y florecen las retamas.

 

Que bello desafío me ofrece la mañana

Los pájaros que trinan, amaneciéndole al alba.

Y yo de este otro lado, apegada a mis sábanas.

 

Descorro las cortinas y se esfuman las nostalgias

los vidrios se traslucen, y los grillos que cantan,

la alondra se uno al coro, y la sinfonía se desata.

 

¡Cuántas veces quedamos! De este lado de la ventana

viendo pasar la vida, con una indiferencia que espanta

y el tiempo ¡TAN VELOZ! No perdona y nos mata.

 

Seamos protagonista de esta historia prestada

subamos al escenario a participar y ganarla

a esta loca carrera, de horas y de demandas.

 

La vida seguirá allí, pero desnudemos el alma

sobre la gramilla verde, asida de las nubes blancas

sintamos que vale la pena… vivirla con paz y en calma.

 

Aceptemos el desafío, y ganemos esta batalla

de no pensar en nosotros, cuando hay tantas desgracias

la sociedad necesita de seres «con almas blancas».

 

(¿La vida? La vida es eso que dobla la esquina cuando suspiramos) Liby®

 

Libia Beatriz Carciofetti // Argentina

Derechos reservados Nº 452298

libypoesias@arnet.com.ar

 

 

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VI

TE QUIERO como la tierra al río

y a la noche innumerable de silencios

como los días de esperanza te quiero

aunque por ello sufra el dolor de este planeta

Te quiero en el canto profundo de todas las cosas

te quiero sin desnudos

y cuando estás desnuda mujer    lejana y sombría

con tu vientre de futuro    te quiero

Sé que he nacido para el instante en que el destino nos vuelve locos

sé que tu amor    no es la cópula y el beso de los cielos solamente

 

Es arder contigo sin que las manos y los cuerpos

y el alma tengan que urdir un secreto

una palabra    un gemido

 

El amor es arder en ti    en mí    en nosotros

es besar la urgencia amorosa de tus labios

y la redondez citadina de tus pechos

es despertar en la calle de tus muslos

que saben que te quiero

y de tanto quererte    te quieren mis manos y mi boca

y la piel entera de mi vida    que esperan habitar en ti

las rosas palpitantes de tu cuerpo

te quiero

 

León Hernán (México)

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Textos escritos por María Isabel Bugnon

(Argentina)

 

QUIERO

 

Quiero tenerte

 A mi lado,

Colibrí que vuelas

De flor en flor,

Dejando la marca

De tus besos

En cada una de ellas.

Quiero atraparte

 Entre mis brazos,

No dejarte escapar,

Hablarte de mi amor,

De  los  sentimientos

 Que habitan

En mi mente.

Este amor me llena de felicidad,

Disipa el dolor.

Mi corazón es un

 Vendaval de pasión.

A pesar de la distancia

 Mis versos

Y tus letras  caminan

De la mano,

Nos roza el alma,

Acarician la piel

Y arrullan  nuestros corazones..

 

PAZ

 

La poesía y la paz

Van de la mano

Elevando amor y sueños.

Si la mente  de los poetas

No seria caudal  de versos

La poesía no lograría

Ser amiga de la paz.

La paz nos abre un mundo

De hombres poetas,

Los cuales  dejan

Que la poesía  se suba

A las nubes, galope por el universo

Para unir nuestras palabras

En un abrazo sincero

Recordemos que somos todos hermanos

Sin distinción de credo

Raza  o color.

Escribamos poesía s para

Que la paz resurja airosa,

Abra nuestras mentes,

Se instale en nuestros corazones.

El cielo se cubra de palomas blancas

Símbolo de la paz en el mundo.

 

                          CARTA DE AMOR

 

Te pido perdón por este silencio, pero no dudes

Que mi amor por ti sigue vivo,

Aunque aparente la frialdad  de la roca  o una falsa despedida.-

Mi amor se mantendrá en el tiempo  siempre con la prudencia, el respeto, la cautela, en un mirar silencioso.

Este corazón travieso quizás pretenda  abrigarte en esos días que te sientas solo y triste.-

Confía en este amor transparente, aunque la rutina amenace con ahogarlo.

Los días son interminables esperándote  pero sigo acá como todos los días, alimentando este amor  que una fría mañana del mes de agosto llega a mi, cual niño que habré los ojos a la vida.

Despliego mi corazón como si fueran las velas  de tu velero, cuando las acaricia el viento.

Es la primera carta que te escribo llena de amor y esperanza.

Dios quiera  puedas leerla amor mío, a pesar de la distancia que no me deja llegar a ti, yo te amo igual, nada ni nadie lograra cambiar  mis sentimientos, tu te mereces mas que una simple carta de amor.-

Por ahora te dejo mi humilde  pero inmenso y sincero amor, las ilusiones, anhelos  de un mañana juntos.

Recuerda que en esta tierra lejana siempre estaré esperando por tu amor.-

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SELECCIÓN DE POEMAS

Por Marcelo Juan Valenti

 

Inmediatez.

El horizonte al alcance

de la mano.

Plumas levísimas

del instante  necesario

para recorrer

la distancia

que casi no existe.

 

***

 

En sueños

se combinan cielos claros

con casas a oscuras,

como los pintó Magritte.

Un

paisaje

paradojal.

La contradicción se suspende,

al peregrinar

por la finura cromática

de la realización

del deseo.

 

***

 

 

Clásico el vacío,

clásico el silencio,

de esta tarde

en la ciudad.

El paisaje

es una voz

sorda,

que hipnotizó a los habitantes.

Cruzo,

con mutua sorpresa,

a los otros no convocados

por la pasión.

 

***

 

Bosque

de rectángulos iluminados,

que avanza

hacia

mi.

Soy aldeano

de una comarca

fugaz.

 

***

 

No te acerques.

El viento

sacude

las murallas,

habrá desmoronamientos.

A lo lejos

la planicie

se alborota,

interrogándome.

Si desconozco la respuesta

me devorará,

con glotonería de esfinge.

 

***

 

 

Ojos color sepia:

un paisaje de naranjos

se ausenta.

en el tiempo.

La exageración

de las pupilas

intenta el rescate.

Cuatro generaciones después

continúa

el extravío.

 

***

 

Está

en las nervaduras

de una hoja dorada,

en el pétalo de una flor

de interregno,

en el ojo nacarado

de un mosca, en los círculos concéntricos

que trizan al lago.

Cada detalle

alberga

intimidad de mapa.

 

***

 

Gritos

de protesta

en el jardín de los faisanes.

Me pierdo

en encrucijadas,

bajo árboles aromáticos.

Tu rayo

será la llave

de la plazoleta.

Todo me cubre

con ropaje de asombrado terciopelo.

 

***

 

Soy un vagabundo

escondido

en el territorio casual

de mis ojos

cerrados.

Oscuridad

es la palabra que me guía.

El panorama

concluye

en el párpado.

 

***

 

Vienen

de un mundo ajeno.

Para afianzar

su ser

han usurpado un vasto

espacio verde a los paseantes.

Observo,

mudo,

la mímica del juego.

 

***

 

Abandonado

en este punto geográfico

y a la espera.

El paisaje

son los otros,

las carcajadas y los gestos,

alguna canina perplejidad.

Cada parpadeo es una tijera

oxidada,

parcial

inútil.

La mirada

deviene

playa desolada y perpetua.

 

***

 

 

No alcanzo el horizonte,

tampoco el cielo.

Las islas están lejos,

nada detiene al río ni a las estaciones.

Es casi irreal

el cincel

de las hojas,

la demarcación cromática de las temporadas,

la incursión

indefinida

del viento.

 

***

 

Panorama

en el lenguaje,

en el trauma.

Cada complejo un risco,

una selva, un mar,

significantes.

Le temo al camino.

Muere

el paisaje

tras el vallado

del discurso en el diván

 

 

***

 

Salta

en su única pierna,

me conduce por los senderos umbrosos.

Mi secreto ha sido descubierto.

Las mariposas azules

crecen

conforme nos acercamos

a lo más profundo

del bosque,

no se arriesgan

a revolotear

sobre los acantilados.

Allí

reinan los lagartos.

El  recuerdo de nuestro paso

se perderá,

pronto,

en la memoria de una cascada.

 

***

 

Presencia

constante

del islote

frente a la felicidad.

¿Quién se atreve a nadar con tiburones?

Al cálido manto del agua

sucede

la frialdad de la tierra.

El paisaje

que otros ven,

me incorpora.

 

***

 

 

Archipiélago supérstite.

La ola

alegórica

se sacia

con la policromía

sinfín

de la materia.

Somos sutiles caramelos

que acicatean

a una gula

prepotente.

 

***

 

 

Asfixia nacida

en una casa sin ventanas a la calle.

Hacia el dibujo psicomágico

me llevó

la intuición.

Fallé.

Ningún alivio trajeron

los vitrales que horadaban

mansiones imaginarias.

El aire se precipitaba al cielo

desde el patio amurallado.

Así,

el país de la infancia no se abandona jamás,

cerrada la frontera

por la certeza de que para algunos

el  paisaje es imposible.

 

 

 

 

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“CARTA A UNA

AMIGA”

Mi querida Etelvina:

 

Luego del mal trance

por el que he pasado,

hoy puedo decirte

que me siento mejor,

el transplante ha sido

de lo más exitoso,

salvo algún detalle

me lo dijo…el doctor.

 

Vos me preguntabas

en que consistían,

los elementos puestos

en la intervención,

glándula de mono

y ovario de yegua,

que salvaron mi vida

me embarga…la emoción.

 

Después de operarme

no se que me hicieron,

ya no soy el de antes

que era propio, un rey,

los veo y me trepo

a algún que otro árbol,

y por culpa del ovario

me siento…un poco gay.

 

también te confieso

que tengo problemas,

al zoo no puedo

a mi nieta llevar,

el mono excitado

me tira besitos,

y la mona enojada

me quiere…pegar.

 

Hoy tengo otros gustos

como diez bananas,

me constipo todo

que le voy a hacer,

entre sueños veo

venir a mi encuentro,

a la mona chita

y a…Tarzán también.

 

Estoy en el trance

de ver lo que hago,

me crece el pelo

que es un horror,

me hice mil brushing

claritos y rulos,

la vieja me huye

y ya no hago…el amor.

 

Yo por este medio

les agradezco a todos,

los buenos deseos

y la preocupación,

Espero el alta

Y que me la firmen,

Para que no crean

Que perdí…la razón.

 

Sin más que contarte

te dejo Etelvina,

verás  que lo mío

no es fácil de llevar,

a veces por culpa

de la yegua que llevo,

me vienen los calores

y no me puedo…aguantar.

 

(un desvarío de) Boris Gold

 

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COLOFÓN

 

 

Por Viktor Gómez Valentinos

 

 

Dos piernas, dos rodillas, dos tobillos,
los dedos diminutos de los pies
que son tan parecidos unos a otros
y suman sus falanges en parejas,
los huesos semejantes, sucedidos
y su contaduría vertebral
para escribir el peso o el fulgor
son nómina y carbón en papel copia,
perfecta simetría con que el cuerpo
busca no estar tan solo y se consuela
del lunes y su abrazo envenenado.
Por eso se acompasa en paridad,
escruta sus meninges, sus alardes,
su tiempo entristecido y concluyente
y cuenta sus costillas mientras gime,
porque es inmensa la llanura sola
y el sol está tan lejos como el mar.
El día en que nos faltan los afectos,
palabras olvidadas como trébede,
justicia, lapicera o resplandor,
cuando estalla la flor de la torpeza
y aroma los manzanos al troncharse,
el cuerpo se conforma como puede,
busca su concordancia, su acomodo
para la ley de las compensaciones
y balancea su peso duplicado
por el estrecho beso de lo dual.
Tan sólo los impares desiguales
-el sexo, el corazón o la cabeza-
revientan en su plomo solitario,
reclaman con ardor para la sed
y exigen de algún modo compañía,
un canto en que se enreden otras voces
haciendo más liviano el universo.

(de La ausente, Cáceres, Diputación/ Institución Cultural «El Brocense», 2004).

 

 

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