El Hoax de Vicente Luis Mora en la revista Quimera

Sí, es cierto, lo confieso: he redactado el último número de la revista Quimera, el 322, correspondiente al mes de septiembre, desde la primera línea hasta la última, a través de 22 seudónimos y varios nombres reales que se han dejado usurpar por mí. Luego contaremos más sobre el qué, pero creo que debemos comenzar pensando el por qué lo he hecho.


Por qué

¿Cuál es el objeto, la tarea, el propósito que debe mover a un escritor de nuestro tiempo? ¿En qué debe o -más bien- en qué puede consistir la tarea literaria en nuestro entorno y en los albores aún de un siglo nuevo? Para mí que un autor se haga estas preguntas o no se las haga es nuclear como muestra de responsabilidad artística y, por lo común, su literatura suele ser parte de la respuesta implícita o explícita a ambas cuestiones. Respuestas que pueden ser diversas e incluso, y sin salir de obras valiosas, contradictorias. Un autor tiene derecho a decir que la tarea de la literatura en nuestro tiempo debe ser ahondar en la preocupación por el lenguaje; otro, que su misión es dar cuenta de los problemas sociales que nos acechan y angustian; otro, que posiblemente su razón de ser se encarne en una obra amena pero que no esquive cuestiones trascendentales y reflexivas; otro puede apuntar a un más allá estético configurado por inmutables valores inmanentes, y aun pueden existir autores que sostengan que el arte en general y la literatura en particular tienden a ser una interrogación por la condición humana o por la búsqueda de un sentido. En mi caso, según el día o según la obra, creo que la literatura es o puede ser todas esas cosas. Y también creo que escribir puede presentarse también como un modo de intervenir en lo real, de cuestionar nuestro mundo y también nuestra forma de pensarnos escritores o artistas. La literatura, como dijo Arnold hablando de la poesía, puede ser una crítica de la vida, y también una crítica de la crítica, y una vivencia artística de la vida. Entre estos dos últimos parámetros, como una forma de analizar nuestro sistema literario y sus formas de recepción y legitimación y también, y al mismo tiempo, como una forma activa de participar en los procesos artísticos con un gesto que va más allá de la propia escritura, ahí, nadando entre dos aguas, es donde se encuentra la intención que me ha llevado a escribir por completo una revista conocida y respetada en nuestro mundo editorial, con muchos años a su espalda de experiencia y trabajo. Hacerlo en una pequeña revista no tenía la dimensión transgresora, deliberante, cuestionadora, que aporta una revista enclavada en el centro de un sistema literario. Además, responde a mi antigua intención de hacer literaturaen todos aquellos lugares que se posible, utilizando al efecto cualesquiera formatos existentes.

Damián Tabarovsky escribía en el número de Quimera anterior a mi atropello: “sé que la pregunta por los mecanismos de legitimidad de la literatura debe estar en la base de toda literatura. Es una pregunta que incumbe ante todo a los escritores y no sólo a los sociólogos”[1]. No pude leer este número veraniego hasta después de haberse publicado el de septiembre, al vivir fuera de España, y me parece ahora significativo y feliz que el propósito del número ficticio estuviera contenido en el anterior, sobre todo teniendo en cuenta que el propio Tabarovsky se dejó escribir por mí y autorizó que me hiciera pasar por él, demostrando que cuando opina que hay que preguntarse por los mecanismos de legitimidad en literatura (y el autorial, como él bien sabe, es uno de los más poderosos) se hace la pregunta no sólo con la teoría sino también con la práctica, en consecuente y coherente actitud.

El papel de la literatura en nuestro tiempo es un papel difícil, un papel ya en trance de desaparecer incluso como papel, para cifrar su permanencia en signos convertidos en píxels. La literatura, esto ya se ha dicho, tiene numerosos y dotados competidores que la dejan cada vez más sola en nuestros espacios de ocio y reflexión y sigue sin plantearse seriamente, esto ya se ha dicho menos, si la culpa de su postergación se debe a la amenaza externa o a la debilidad interna. Félix de Azúa explica en su espléndida Autobiografía sin vidacómo la literatura del XIX se configura en parte como una reflexión sobre sí misma después del revuelo romántico, y cómo la novela del XX puede explicarse en su mejor parte como la búsqueda a través de la prosa del poder de la palabra abandonado por la poesía. Podemos discutir hasta el hartazgo las secantes ideas de Azúa, pero no algo innegable que subyace en ellas: los grandes libros de ambas épocas buscaban algo. Qué debe buscar la literatura del 21, ésa es la cuestión. El número 322 de Quimeraes mi propia respuesta a la pregunta.


Qué

No es esta la primera vez que algo así se hace, ni siquiera la primera vez que yo lo hago. Cuando estudiaba Derecho en Córdoba, entre mi amigo Francisco y yo elaborábamos por completo o casi por completo la revista estudiantil Talión, inventándonos diversos personajes y seudónimos para rellenar cada número. Sin tener conocimiento del precedente, antes que nosotros ya había hecho algo similar el crítico José Luis García Martín en la revista literaria de su universidad, seguramente amparándose en los Folletos literariosque Leopoldo Alas preparó por entero y bajo su seudónimo habitual, Clarín, desde 1886 y durante bastantes años. Karl Kraus también hizo durante años su publicación personal, si bien –creo- firmando en nombre propio. En este caso, el número 322 de Quimera tiene la diferencia de ser una revista general conocida, de circulación nacional e internacional, por lo que las dimensiones de la “intervención” son diferentes que en una publicación universitaria.

La idea me surgió en octubre de 2009 y la trasladé con pocas esperanzas de éxito, por la locura que suponía, a los por entonces tres directores de Quimera, quienes la recogieron, para mi sorpresa, con entusiasmo. Tras la marcha de Jorge Carrión y Joan Trejo de la revista dos meses después, continué el proyecto con Jaime Rodríguez Z., el actual director, que ha sido un paciente cómplice de todo este gigantesco engaño, cuyo secreto hemos logrado mantener hasta el final, incluso para colaboradores estrechos de la publicación. Debo decir que cualquiera que sea el valor transgresivo que este número supone, hubiera sido imposible si la propia revista y sus directores no hubieran avalado la operación, de modo que Quimerase convierte, gracias a su gesto, en la única revista de crítica y también de autocríticade la literatura española actual.

El proceso ha sido muy lento: muchos años de recopilación de casos y temas antes, siete meses después de larga y paciente escritura del número, de todas sus secciones. Numerosos ejercicios de imitación de estilo para las secciones fijas de colaboración, firmadas además por nombres con un estilo propio y consolidado: Germán Sierra, Germán Tabarovsky, Manuel Vilas, Agustín Fernández Mallo: a todos ellos gracias por dejarse voluntariamente usurpar por esta escritura falsificadora y fantasma. Meses de imaginar colaboradores, seudónimos, cada uno con sus características de estilo, cada uno con su minibiografía. Meses de hacer fotografías equívocas o ambiguas. Meses de inventar libros supuestos, de escribir poemas para que los poemarios pareciesen reales, de frases para que las falsas novelas tuvieran verosimilitud, en un proceso abismante donde tenía que inventarme la escritura del crítico inexistente y también la del ficticio escritor reseñado. Meses de ingeniar decenas de argumentos, de tramas, de ideas y declaraciones apócrifas, de traducciones falsarias, de quiméricas editoriales, de increíbles obituarios. Meses de encarnar filósofos, escritores, estetas, profesoras especializadas en otros enredadores como Fresán o Bellatin, biógrafos, críticos venales. Meses de contar caracteres y de pensar sobre los fenómenos del hoax y la impostura literaria, leyendo a numerosos autores, para justificar las diferentes ideas de diferentes personae en el sentido griego del término, máscara mediante. Meses de aprendizaje. Meses de mucha diversión. Meses de regreso a la sensación de la escritura como vértigo, como salto sin red, como camino al vacío sin preocupación por el sendero de regreso. Meses de libertad creativa absoluta. Meses inolvidables.

En la “Entrevista mínima” del número de octubre contaré más cosas. Aquí terminaré diciendo que desde este momento, un libro titulado Quimera 322 se añadirá a mi nota bibliográfica, puesto que para mí lo publicado es algo más que un ejemplar o número de revista, para mí es un ensayo orgánico o más bien inorgánico sobre la falsificación literaria, llevado a cabo desde una falsedad editorial, de modo que se configura como una metafalsificación. Un ejercicio a medias literario y a medias performativo, que quizá sea lo único decente que he escrito en mi vida.



Libro de reciente publicación en Galaxia Gutenberg

A propósito de Daniel Johnston-In memoriam-Cecilio Olivero Muñoz

A PROPÓSITO DE DANIEL JOHNSTON

IN MEMORIAM

La vida conlleva no pocos episodios de inmensa oscuridad, de sombras e injusticias. Daniel Johnston era un enfermo psíquico. Su diagnóstico le señaló como un maniacodepresivo, pero tuvo también otras enfermedades que la psiquiatría le provocó, con sus correspondientes efectos secundarios. Por ejemplo, estaba obeso, aunque esto no le produjo ningún complejo. También se le notaba sedado.

Dan tenía un gran talento. Pero eso poco importaba, vivió en un pueblito del estado de Texas. De adolescente tuvo una amiga medio novia, pero la chica se casó con un empresario funerario. Esa derrota o frustración acompañó a Daniel toda su vida.

Tuvo brotes. Eso no fue óbice sin embargo para realizar un gran trabajo como músico, compositor y artista multidisciplinar. Sin duda era creativo. Escuchar el tema Story of a Artist te eriza la piel. En efecto era un hit que sonó por las emisoras de radio tejanas.

Cierto día se fue de promoción a esa ciudad sin Dios que es Nueva York y le dio un brote por su enfermedad. Es preciso señalar que Daniel era religioso y creía en el número nueve como símbolo de la personalidad samaritana.

Un día su padre y él alquilaron un aeroplano. Y a Dan le dio la locura de caer en picado desde los cielos aunque por suerte Padre e Hijo se salvaron. La soledad y la estigmatización que padecía no le impidieron aparecer con su guitarra al estilo de Bob Dylan. Su público lo entendía y le daba ánimos y le dirigió palabras amables.

Murió joven, su obesidad y la falta de Alegría lo condujeron a la muerte. Pero ahí nos dejó sus discos. Su legado. Un artista es aquel que con sus ideas y trabajos logra remover la entraña de su manada.

9º Número de la revista literaria Nevando en la Guinea.pdf

PURPURINA.pdf

Reseña literaria (Juan A. Herdi)

Maribel Andrés Llamero

Autobús de Fermoselle

Poesía Hiperión

Justo la semana en que acabó decretándose el estado de alarma comenzaba el Bilbao Poesía 2020, diez días dedicados a la poesía, con un atractivo programa y, como suele ser habitual, en la sala de actos de la Biblioteca de Bidebarrieta. Iba a ser algo más que una semana, del lunes 9 al miércoles 18 de marzo, con la participación, como se suele decir en estos casos, de un magnífico elenco de autores. Las medidas adoptadas ante la epidemia obligaron no obstante a suspender buena parte del festival literario, quedaron sólo las primeras sesiones que, aun cuando el tema de la pandemia ya estaba en boca de todos, gozaron de una asistencia más que notable.

Este tipo de encuentros facilita muchas veces el descubrimiento de autores que uno no conoce y que, a menudo, sorprenden muy gratamente. No quedé defraudado: el miércoles 11 acudí a la sesión correspondiente y escuché por primera vez a Maribel Andrés Llamero. Había ganado en 2019 el Premio de Poesía Hiperión por Autobús de Fermoselle, así que el nombre me había de sonar vagamente. Pero no había leído nada de ella. Me sorprendió, en efecto, por la fuerza de sus poemas, por la fortaleza de sus palabras y sus versos, con resonancias literarias y una imagen de Castilla que no puedo menos que calificar de sonora; no sé si es muy adecuado el adjetivo, aunque los versos lo eran, desde luego.

Cito el tema de la pandemia y de las medidas de suspensión de la cotidianidad y correspondiente encierro porque durante éste me han ido repicando los poemas y las palabras escuchadas a la autora. Busqué en internet y un amigo con quien fui al acto me envió por email algunos de los poemas del libro premiado. También lo cito porque sospecho que lo que vivimos incide de algún modo en nuestra manera de leer o de entender lo leído. Se crean paralelismos, dictados cómo no por la experiencia, la experiencia de quien escribe y de quien lee, que nada tienen que ver a primera vista, pero se conectan sin duda de algún modo. Sea lo que fuere, una vez abierta las librerías, en mi primera visita a una (y de momento única), me compré Autobús de Fermoselle y me lo he leído, aumentando mi fascinación por cada uno de los veintitrés poemas reunidos en el volumen.

Son poemas que hablan del origen, de la tradición, de la identidad, del paisaje, de una Castilla que «nunca fue la mejor / sólo la nuestra», lo que nos recuerda el lema castellano, igualitario y horizontal, nadie es más que nadie, de la que la autora hace gala. Pero también nos habla Maribel Andrés Llamero del tiempo, de cierta añoranza del mundo de los abuelos, desaparecido incluso físicamente, como en el caso de San Pedro de la Nave bajo las aguas de un pantano, salvo su iglesia, trasladada piedra a piedra.

Hay añoranza por ese mundo perdido, por esos veranos que ya no habrá, por los sabores y los olores, y los confronta la autora a los oasis artificiales que sin duda crearán otros recuerdos, otras añoranzas. Da la sensación de que el presente es siempre transitorio, al menos eso indica la escritura de estos poemas, que los escribe la poeta siempre desde cierta transitoriedad, no sé si parecida a la que vive el lector estos días, entre un tiempo que fue y un tiempo que vendrá.

Se trata de un libro muy recomendable que ayudará también a pensar(se) en un momento como el actual, en el que todo está traspuesto, tal vez echemos de menos muchas cosas, pero también nos hemos visto obligados a plantearnos nuestra vida y el modo de vivir y de sentir.

Recomendación literaria

Quiero recomendar esta novela que a través de su personaje protagonista Capplannetta comprobarán que la literatura tiene mucho que agradecerle bastante a Internet, y éste personaje que es testigo, dando fe de ello, demuestra que la esperanza es una forma de mantenerse vivo desde una óptica donde se entrelazan varios aspectos de nuestra cotidianidad, aspectos como las drogas, el confinamiento voluntario, las enfermedades psiquiátricas y las relaciones mantenidas por Internet, así como lo que es o significa Internet para nuestros mayores, son aspectos que se resuelven todos a la vez en esta novela.

La novela se llama Cibernétic@ Esperanza publicada en la editorial Avant y ya está disponible en todas las librerías de España y algunas de Latinoamérica. El autor se llama Cecilio Olivero Muñoz. Para más información: www.avanteditorial.com

8º Número de la revista Nevando en la Guinea.pdf

8o Número de la revista Nevando en la Guinea.pdf

sobre el single de René Pérez Joglar (residente) Cecilio Olivero Muñoz

El Hip Hop es un movimiento que abarca muchos estilos musicales, a parte del rap, y distintas disciplinas artísticas dentro de un núcleo al que llamamos Hip Hop. La canción de René Pérez Joglar Residente está escrita con el corazón, y como tal, es la verdadera gracia plena dada a las artes; todos los géneros artísticos tienen como impronta en profundidad que están hechos desde ese lugar de donde vienen los buenos sentimientos, y el atractivo buen hacer para que se trasmitan hacia el público, y es el corazón. Todo aquello que lleva el ingrediente brotado del corazón es algo sagrado, es un aliciente esencial para todo (repito), las cosas tienen su deleite cuando se hacen con este músculo misterioso, donde se bombea la sangre a medida que vamos moviéndonos. Es, sin duda, el verdadero motor de nuestra existencia, por eso cuando se lleva a cabo un trabajo con   el buen hacer de nuestro arte, en las artes si le pones talento un 37% y un 63% de corazón, seguro que será un fruto de éxito, el corazón que le ha puesto René (el residente) a su single le ha introducido en su contenido lo que es un verdadero fruto con la quinta esencia de los suspiros verdaderos, es un hit con alma, y todas las cosas que se hagan desde ahí, mezclándolas con talento están predestinadas al éxito absoluto. La canción comienza con reminiscencias infantiles, que son la patria del ser humano, dicen los poetas, después hace hincapié en la adolescencia, después, como colofón, se entrega bien en la sinceridad y los reproches vistos desde una justicia verídica que la hace atractiva, el chaval quiere volver a la sencillez de su infancia y nos enamora a todos, y todo incorporado desde la caja de sentimientos que es su single, de momento, en su primer lanzamiento está tomando una buena aceptación por el público, ya que su público lo sigue haga lo que haga. Yo lo simplificaría con la palabra pureza, PUREZA con mayúsculas, esa es la verdadera sintonía que nos une y nos conmueve, nos emociona, y esas lágrimas corriendo por su cara visibles en el vídeo son verdaderas. De modo que René es un verdadero artista del cual muchos debieran aprender, en fin, disfrútenlo, tiene talento.

Ernesto Cardenal (Juan A. Herdi)

El pasado primero de marzo moría en Nicaragua Ernesto Cardenal. Conocí su poesía hace mucho tiempo ya, casi mientras comenzaba a interesarme por estas cosas de la literatura, en un momento en que los autores latinoamericanos nos brindaron el regalo de su lenguaje ágil y libre, frente a una lengua que en España estaba no poco anquilosada, pero que parecía liberarse gracias al español de América. Pude descubrir de este modo una poesía rebelde, un tanto traviesa, con maravillosos juegos sonoros y elocuentes que nada tenía que ver con lo leído hasta entonces, en un idioma que nos resultaba suave, poético por sí mismo, gracias a ese acento que tanto difería con la hosquedad del castellano ibérico.

Pero Ernesto Cardenal no sólo fue el poeta encomiable del país de Rubén Darío. Para quienes de pronto lo descubrimos entre los muchos nombres que nos llegaban del otro lado del mar, era sobre todo un poeta indómito y libre que no dudó en comprometerse con la sociedad hasta intervenir abiertamente en los conflictos reales de su país. Nicaragua se convirtió en uno de los faros de la necesaria revolución, una revolución que deseábamos diferente y, por de pronto, esperábamos que no mostrara los tics de otras revoluciones que olvidaron muy pronto que el objetivo era cambiar la realidad y emancipar a las personas, no construir otras tiranías.

También era teólogo y católico, y de este modo nos dimos de bruces con otra Iglesia, otras iglesias, ajena a los oropeles y a la grandilocuencia a la que estábamos por desgracia acostumbrados por aquí y con la que en nada nos identificábamos, de ahí la lejanía. Muchos éramos además orgánicamente ajenos a la Iglesia (con mayúscula hierática), a ese Vaticano orgulloso y aristocrático, pero también a las Iglesias-Institución, frente a las cuales se levantaba la Comunidad de Solentiname, inevitable no sentir simpatías hacia esa teología que optaba por otro modo de ver el mundo, de organizarlo y de vivirlo.

Es difícil discernir cuál de las tres facetas de Ernesto Cardenal –la poética, la teológica o la revolucionaria– es la más importante, tal vez sea imposible, están vinculadas entre sí y no se puede dividirlas, encerrarlas en cápsulas separadas: escribía como escribía porque era un teólogo revolucionario, y al mismo tiempo su visión de la realidad y su acción en el día a día estaban imbuidos de poesía.

Tuvo un papel importante en la gobernanza de Nicaragua durante el periodo revolucionario, en aquel primer gobierno sandinista que surgió en 1979 y culminó diez años después y que nada tuvo que ver con la evolución posterior del sandinismo, hasta hoy. Inolvidable fue la bronca del Papa Juan Pablo II a su llegada a Managua, la foto corrió por todo el mundo y es algo que no se ha olvidado. Pero la anécdota no ensombreció al hombre, al teólogo ni sobre todo al poeta. 

Tuvo en José María Valverde, profesor de estética y también poeta, su mayor admirador en España, compartían el amor por la literatura pero también una visión del mundo muy parecida. Tierra de poetas, denominó Valverde a aquel país con el que tanto se identificó en aquel momento, Gioconda Belli o Claribel Alegría lo demostraban entre tanto otros. Viajó a España en varias ocasiones, compartiendo con la gente, impresionados todos por su cercanía y una no poca socarronería elegante.

Sin duda ha influido a generaciones de poetas y escritores en español, se le recordará a pesar de la ignominia y el oscurantismo de estos malos tiempos.

De estos cines, Claudia, de estas fiestas

de estas carreras de caballos,

no quedará nada para la posteridad

sino los versos de Ernesto Cardenal para Claudia

                      (si acaso)

el nuevo rap inteligente (Cecilio Olivero Muñoz)

Joaquin Sabina declaró en los medios y lo confirma en una canción suya que no soporta el rap, según el cantante, los raperos del mundo sueltan a veces unas ingenuidades que claman a los cielos, y yo le diría que no todo el rap dice tonterías o padece de ingenuidad. Están en España raperos como Frank T o Tote King que no dicen ninguna estupidez. Están también La Excepción que sus tres integrantes del grupo de rap grabaron un primer disco llamado Cata Cheli, disco estupendo, aunque en estos momentos la banda de rap se ha deshecho, y cada uno ha tomado su camino por solitario, sobre todo El Langui, que ha seguido su carrera por su cuenta. Esto está ocurriendo en España, pero, ¿y en el mundo? Están por ejemplo los muchachos de Calle 13, de Trujillo (La Perla) San Juan de Puerto Rico. El grupo se compone de los hermanastros René Pérez Joglar apodado Residente, y Eduardo Cabra Martínez apodado Visitante. Son un grupo que reniegan del Trap y del Reggeaton, cosa inusual en el mundo del movimiento Hip Hop, ellos, es importante recalcar, crean un rap sugerente, atractivo, bien rimado, reivindicativo, en definitiva, un rap inteligente, de buenas letras, a mí me atraparon con la canción Latinoamérica, pero tienen un amplio repertorio publicado (gran parte de él) en YouTube, son letras contundentes, bien paridas y yo no los conozco, pero hace pensar que son buena gente, al menos, eso parece. Luego está Ana o Anita Tijoux, una artista franco chilena con unas letras muy reivindicativas, e inteligentes, además de su belleza andina excepcional, es una gran coordinadora de sus propios vídeos musicales (también en YouTube). Ana Tijoux se siente parte del sur y no de un norte que al sur da la espalda, como  Calle 13, son músicos comprometidos. Disfrútenlos.

NOTA INFORMATIVA

Debo de admitir cierto despiste, después de cierto tiempo tras la publicación de este post sobre El Nuevo rap inteligente debo daros una disculpa al no informaros bien sobre la separación de la banda Calle 13, yo me he enterado tras haber hecho un lanzamiento René Pérez de su último trabajo, un single llamado René, al parecer la banda no se llevaba bien, y en unas declaraciones René Pérez nos informa que casi todo el trabajo era suyo, incluso hasta el nombre del grupo, el single Residente es su último trabajo en solitario, contundente, preciso, eriza la piel.