Félix Grande-Escribimos libros porque tenemos miedo- Cecilio Olivero Muñoz

FÉLIX GRANDE

“ESCRIBIMOS LIBROS PORQUE TENEMOS MIEDO”

Recomiendo la conferencia del gran poeta Félix Grande (1937-2014). De él se han dicho cosas maravillosas, siempre por razones evidentes. Fue un gran orador, flamencólogo experto, y sobre todo poeta y articulista excelente. Nos ha enseñado a amar la poesía. Nos ha enseñado a ser mejores personas y nos ha mostrado que a través de la poesía los miedos pueden diluirse por completo. Fue el padre de Guadalupe Grande y esposo de Francisca Aguirre.

Obtuvo numerosos premios y distinciones. Empezó a tocar la guitarra flamenca y la abandonó por la literatura. Un acierto en lo que se refiere al mundo de las letras. Perteneció a la generación del 50, fue articulista del periódico El País y escribió también novela. Pero el homenaje o reconocimiento que quiero dedicarle es por su gran humanismo. Sin duda se lo aportó haber sido hombre erudito, no sólo en el flamenco, en la poesía en general.

De él se ha dicho que era un hombre bueno, y por razones obvias. Recomiendo la conferencia realizada en la Fundación Juan March, titulada “Escribimos libros porque tenemos miedo” y que podemos escuchar en el vídeo aquí incluido. Lo que nos cuenta en la conferencia es de una coherencia enorme y contiene un sentido humano de la poesía, con referencia a algunos poetas que nos estremece por las bondades que refiere hacia los mismos. Me conmovió su conferencia. Sugiere e invita a la poesía sin resentimiento ni hostilidades.

Nos habla de varios autores con cuyos versos exquisitos logra proyectar luz en la noche más oscura. Nos habla de poetas de España y de Latinoamérica.

Es sin duda su charla de una lucidez enorme que incita a meditar acerca de la poesía y su utilidad. Explica a la perfección cómo la poesía nos puede hacer mejores personas. Y por qué no decirlo, más humanos y con más conmiseración hacia poetas y no poetas. Hacia nuestros semejantes. Cuenta anécdotas de la guerra civil que ponen los pelos de punta. Se trata de un alegato de la importancia de la poesía y de quienes la sustentan. Distintas son las voces con una misma finalidad.

20º número de la revista literaria Nevando en la Guinea.pdf

Reseña literaria (Juan A. Herdi)

Juan Cárdenas

Peregrino transparente

Editorial Periférica, 2023

¿Qué ve la mirada?¿Miramos la realidad o construimos lo real a través de nuestro ojos y de nuestras ideas preconcebidas o de nuestros deseos?¿Qué consecuencias comporta la mirada?¿Nos paralizamos como cuando el objeto a mirar es una Gorgona o trascendemos lo individual para conformar la realidad? No en vano el pensador Jiddu Krishnamurti afirmó que no vemos las cosas como son, sino como somos. Pero aún podemos ir más allá porque la mirada trasciende lo individual y puede construir realidades colectivas. Pudiera ser la patria una de estas realidades establecidas, porque nuestra idea de país se va delimitando por medio de un sinfín de miradas que el tiempo, la historia, va acumulando. Vemos un país, con su amalgama de relaciones y de hechos, a través de las imágenes, sean o no reales, que ha habido antes de nosotros y a las que se suma las que el presente incorpora.

Este es uno de los temas de Peregrino transparente, la novela de Juan Cárdenas que nos presenta un mapa de las miradas que se proyectaron sobre Colombia en un momento dado del siglo XIX y que contribuyeron a construir un país, para bien o para mal, miradas que han llegado hasta hoy, las reconocemos sin duda en el presente, las creemos incluso elementos de la realidad. El gobierno colombiano de la época impulsa una Comisión Corográfica cuya misión es recorrer parte de Colombia para una descripción de su geografía humana. Hubo un informe real, el que escribió Manuel Ancízar y que publicó por entregas primero en el periódico El Neogranadino y que luego apareció en un único volumen, con el título Peregrinación de Alpha. Juan Cárdenas parte de este libro para reflexionar sobre lo que supone la invención de un país, pero a la vez plantea otros temas, el arte o la política, el juicio humano, la naturaleza o el carácter humano.

El resultado es una novela impresionante en la que se narra y se describe cómo la comisión, pero sobre todo los artistas que forman parte de ella, en concreto uno de ellos, el inglés Henry Price, asiste a una realidad remendada por hilos de leyendas, de sentimientos ante una naturaleza exuberante, de expectativas y ambiciones políticas, de emociones, de mitos y personajes de la literatura universal que incluso desembocan en Colombia para jugar un papel fundamental, y todo ello se enhebra para dar al final una representación que, aun cuando parezca real, en realidad propicia esa fábula en la que a todas luces nos movemos.

Hay un elemento añadido, el rastreo de un pintor misterioso, conoceremos apenas su nombre a lo largo del relato, que va dejando huella por medio de pinturas que asombran y maravillan a los miembros de la Comisión. Lo buscan casi como en un western a medida que descubren sus pinturas fascinantes. Se proyectarán también sobre él miradas y se le atribuirán incluso máscaras y atributos, tal como se lleva a cabo con la realidad.

Al lector le fascinará sin duda un estilo que es pura analogía de la naturaleza descrita. Habrá reflexión sobre el arte y su función, sobre las relaciones sociales, sobre la vida en definitiva, y sin duda no dejará esta novela a nadie indiferente.

Reflexiones de una ondjundju-¿y los euroamericanos?-Juliana Mbengono

En los Estados Unidos, me he encontrado con carteles que describen a la gente como “african american”, “indio americano”, african-native american”, “latino”, “nativo de Alaska” … pero hasta ahora no he escuchado a alguien hablar del grupo de los euroamericanos: estos, simplemente pueden llamarse americanos o blancos americanos, a veces se habla de su ascendencia inglesa, alemana…

Me parece “impresionante” que, precisamente, los que llegaron a invadir y a ocupar un territorio que no era suyo sean los americanos propiamente dichos; y los que por derecho vivían en esos territorios desde tiempos remotos sean los que deben explicar su condición como americanos. Los hay incluso que no terminan de ubicarse, un ejemplo sería Dwayne Johnson, este señor es considerado por muchos como afroamericano, para otros es un samoano-americano y para otros tantos es un americano-multicultural.

Mi breve estancia en los Estados Unidos de América ha estado llena de cosas sorprendentes y sé que habrá muchas más. Quizás ahora mismo esté cuestionando el hecho de que no se use el término “europeo americano” pero “africano americano” sí. Sin embargo, estos mismos afroamericanos que reclaman su pasado negro y lamentan lo mucho que perdieron al ser arrancados de la “tierra madre”, a menudo nos miran por encima del hombre o incluso con cierta aversión por venir a su país. También he tenido el placer de encontrarme con afroamericanos que me han tratado con una amabilidad extremada en los aeropuertos y otros lugares por ser su hermana africana. ¡ojalá tratasen a todo el mundo así en todas partes!

Volviendo al tema, la primera potencia mundial podría estar construida sobre un territorio invadido que nunca se descolonizó. Y es aún más delirante que los blancos sean los supremacistas en América; por supuesto que nadie debería padecer este mal en pleno siglo XXI, en la era de Internet y el conocimiento libre. Pero ya que el mal existe, los que menos podrían justificarlo son las personas blancas que llegan al extremo de quitarle la vida a otros con la excusa de que los Estados Unidos de América son un país blanco.

La diversidad es riqueza y las etiquetas necesarias para el orden y el control. Pero que unos sean indio americanos o africanos americanos, mientras otros simplemente son blancos americanos o americanos y ya; podría ayudar a que un cerebro con menos neuronas crea que todos los demás están invadiendo su casa, quitándole el empleo o ensuciando sus calles con su color, sus costumbres o su olor.

En conclusión, si vamos a decirles a repetirle a un grupo que viene de África o de América latina, recordémosles a los otros también que vienen de Europa; quizás esto ayude en algo a que todos sean conscientes de que la tierra sobre la que caminan no es de ninguno de ellos, no es más de unos que de otros.

Reseña Literaria- Juliana Mbengono

El Poemario Verdinegro (iBookStore, 2023) es un trabajo conmovedor y valiente de Cecilio Olivero Muñoz en el que, con sus hemorragias de propósitos/ unidos a los amaneceres rojos, el autor vuelve a ser su propio muso presentando temas como la teoría del “luser o loser” con la que el sistema capitalista intenta convencer a sus víctimas de que son culpables de su desgracia. Olivero Muñoz llega a preguntarse si ¿Acaso no hay águilas que padezcan/ la crisis en sus picos y garras?

Otros temas que cuestiona y aborda el artista son: el amor, la inmigración, la importancia del éxito ante los demás, la felicidad, la necesidad de aceptación, el autodominio, la valentía, la salud mental, el nacionalismo, la justicia, la amistad, la familia, la discriminación, la inmigración y la maternidad, entre otros. Los 60 poemas del libro, algunos escritos en prosa, se leen en un momento y algunos lectores como yo se quedan sin palabras.

Pese a que la mayoría de los poemas son breves y sencillos, requieren un poco de concentración de parte del lector, ya que no difieren mucho de los que en “El necio” el autor menciona como poesía hermética [que se escapa de las manos del lector como un pájaro].

Uno de los poemas más conmovedores y tiernos de los tantos que hay en el libro es “El perdedor”, en estos versos donde Cecilio se define como presencia inútil/ como una jaula donde mueren pájaros y no se camufla al decir: a las mujeres les resulto repelente/ a los suegros les parezco un perdedor; se lee a un hombre que no pierde la esperanza en el amor ni se vuelve mezquino por no coincidir con lo que la sociedad define como hombre exitoso y qué es precisamente aquel al que cualquier mujer desearía presentar a sus padres.

En su intento de averiguar el secreto de la amistad, Cecilio Olivero entiende que se trata de un jardín /que debes cuidar con mimo y esmero; sin embargo, es una persona solitaria buscando su destino.

Otro poema que para mí no podría pasar desapercibido es “Hacia otra tierra con más oportunidades” en el que el poeta habla de la inmigración que lleva a cientos de jóvenes africanos a perder la vida en el mar y nos recuerda que cualquiera podría verse en esa situación algún día. La muerte de estos hijos, hermanos y padres que iban en busca de una vida mejor donde nadie les prometió nada acaba siendo, como lo dice el poeta “relleno televisivo” para Europa y el mundo mientras es una noticia amarga y dolorosa para los familiares que se quedaron quizás dudando o quizá esperando a que todo salga bien.

En varios poemas como “La revolución no será televisada” o “Nueva York” el autor invita al lector a ver lo sobrevalorados que están los Estados Unidos de América donde él no encuentra nada realmente interesante, sino injusticia, absurdos y vidas vacías atrapadas en las rutinas.

Cecilio Olivero es todo un poeta, es tan poeta que, incluso, cuando quiso hacer novela le salió una novela en poemas. La lectura de Poemario Verdinegro es para todos los que puedan leer; la variedad de temas, la brevedad de los poemas y el estilo usado en los versos libres pueden arrastrar al lector hasta el final del libro sin que este se dé cuenta.

Reseña Literaria (Juan A. Herdi)

Maria José Navia

Todo lo que aprendimos de las películas

Página de Espuma. 2023

 

Hay algo perturbador en cada uno de los diez relatos que conforman este libro. No es una perturbación mala, negativa ni desagradable, sino por el contrario la lectura de los textos va dejando un poso extraño pero grato. Una extrañeza que procede además de lo cotidiano. O de lo que es aparentemente cotidiano, un término común pero de difícil delimitación, de un modo análogo a lo que ocurre con el de normalidad. Es cierto por otro lado que en un puñadito de palabras caben muchos pasados, también muchos gestos y bastantes sugerencias. Se capta de pronto, entre la cotidianidad de lo narrado, una profunda confusión, o una magulladura algo inquietante, y todo ello nos los ofrece la autora, María José Navia, a todas luces con gran maestría literaria.

Se recomienda una lectura pausada porque sólo así se consigue captar esa atmósfera sinuosa de los relatos, una atmósfera envuelta de frases entrecortadas, directas, a retazos, a golpe de relaciones ínfimas, tal vez efímeras en apariencia, imágenes entretejidas por palabras y frases hilvanadas con destreza y que dibujan deseos y expectativas, hechos que pudieran ser, pero no son. El resultado es en efecto la captura de una atmósfera en cada historia, una sucesión de atmósferas que quedan en la retina del lector, como una sucesión de fotogramas. Si un relato, un buen relato, es la aprehensión de una atmósfera, resulta más que evidente que estamos ante un libro más que notable.

Porque lo primera que uno siente cuando termina la lectura de los relatos es justo eso, una turbación que no se sabe muy bien de donde viene, si de la evocación o el recuerdo, de ese ejercicio recordatorio que viene provocado por un detalle nimio, o de un sinfín de relaciones que se tejen entre los personajes, relaciones familiares, o cuasi familiares, que sorprenden hasta el punto de tener que volverlos a leer. Sin duda, el estilo tiene mucho que ver con esta impresión, se trata de una prosa apacible, tranquila, sin aspavientos, seductora, como una sucesión de imágenes que pasan ante nosotros para absorber nuestra atención y removernos. En gran medida, la realidad es un acto de lenguaje. Merece la pena, por tanto, adentrarse en este libro.

Las diez historias conmueven. Nos trasladarán por lo demás a una y mil referencias que forman parte de un bagaje compartido. 

Una vez más estamos ante una propuesta literaria intensa, innovadora, que nos viene además de América. Una vez más la literatura latinoamericana, en este caso de una escritora chilena, nos emociona con la brillantez de sus relatos y con la conmoción de su lenguaje, tan visual. Estamos por lo demás ante una nueva generación de autores que han heredado una tradición literaria impresionante y que le dan la vuelta con absoluta genialidad a lo cotidiano al tiempo que engrandece de nuevo el arte del cuento literario.

Sobre Trainspotting 2 (Cecilio Olivero Muñoz)

CRÍTICA SOBRE EL FILM TRAINSPOTTING 2

(decepción aunque taquillazo)

Quien piense que la segunda parte de Trainspotting va a ser igual que la primera caerá sin duda en un error y quedará decepcionado al verla. Después de veinte años en Ámsterdam, Mark Renton regresa a Edimburgo y comprobará allí que sus amigos han cambiado, igual que él, a su vez, ha cambiado.

El director Danny Boyle y el guionista John Hodge intentan, sin ningún éxito, respetar el hilo narrativo de la primera parte. Todo apunta a que quisieran recrear las secuelas y las consecuencias del éxito de la primera parte. Es importante recalcar que, veinte años después, el guion no parece mantener la misma calidad que la novela de Irvine Welsh. Podemos pensar equivocadamente que nos vamos a llevar un trago dulce teniendo en cuenta la calidad sorpresiva de la primera entrega, pero más que dulce, es un trago amargo.

Estrenada en el 2017, resulta agotadora, ya que se intenta ser una película coral donde Ewan McGregor y sus viejos compañeros ya no son los mismos, tanto en la realidad como en el filme. De manera forzosa, se nota la intención narrativa pero con muy poco éxito argumental. La película entra en una curiosidad tras otra al considerar sus autores que tendría la misma repercusión que veinte años atrás, cosa que pone de manifiesto constantemente la letra de la canción: —que veinte años no es nada. Y es verdad, veinte años pueden ser un cambio (o no) en los acontecimientos posteriores, pero es forzosamente insustancial. O por lo menos, contrapuntos que decepcionarán a aquella juventud de finales de los años noventa sin cierta complicidad con el espectador, y no cuenta o se aparta de lo que se espera de ella. Aunque sea de agradecer la intencionalidad.

Pero de todas maneras invito a que vean la cinta, tanto románticos de nostalgias como politoxicómanos de la madrugada, no será como la primera vez; en eso todos los placeres tienen cierto denominador común.

Reflexiones de una ondjundju-Todo se desmorona y Cuando los combes luchaban-Juliana Mbengono

Leoncio Evita Enoy (1929-1996) y Chinua Achebe (1930-2013) tienen algo muy bonito en común para mí: que los conozco a los dos, es decir, les he leído. Uno es conocido por ser el autor de la primera novela en Guinea Ecuatorial y el otro lo es como uno de los mejores escritores a nivel mundial. Ambos escribieron unas novelas de lectura obligatoria en sus países y algunos extranjeros: Cuando los combes luchaban y Todo se desmorona. En el caso del nigeriano Chinua Achebe, todo se desmorona no es su única obra relevante, sino todas las que se conocen. Ambas novelas, Cuando los combes luchaban y Todo se desmorona, tienen varios aspectos en común, el primero es que los protagonistas son guerreros, la segunda es la llegada de los europeos en forma de misioneros que luego les secuestran en sus propias tierras, y la tercera es la recepción o las opiniones que tuvieron estos trabajos. Estos mismos aspectos hacen que ambas novelas resulten diferentes.

Okonkwo es el protagonista de “Todo se desmorona”, una novela de más de doscientas páginas que forma una saga junto con otras tres que, a mi parecer, son muy independientes. En cuando a la novela de Evita Enoy, muchos estudios que se pueden encontrar por internet afirman que el protagonista de la historia es el misionero cristiano desde cuyo punto de vista se narra la historia; para mí, el protagonista es Upolo. Okonwo y Upolo son dos guerreros o luchadores. El primero lucha y pelea para ser respetado por su clan y ostentar los títulos más altos, defiende los valores de su pueblo y se diría que al final se mata al ver que ya no queda nada que hacer por salvarlos ante el enemigo europeo. Por su parte, Upolo es como el hijo de Okonkwo u otro joven que se pone del lado del hombre blanco y lucha para combatir las absurdas practicas dañinas que existen en su clan con la ayuda del hombre blanco.

En ambas novelas, el primer contacto con el hombre blanco en las aldeas es a través de los misioneros. Estos llegan hablando de un nuevo dios que a veces encuentra a su homólogo entre los dioses locales; al mismo tiempo desprecian las costumbres y creencias locales que incluso definen como oscuras o muy malignas. En la novela del nigeriano, la acción civilizadora del misionero se retrata como un plan astuto que evoluciona hasta la absorción de la vida de los anfitriones llegando a despreciar su cultura, creencias y practicas hasta prohibirlas y clasificar a la gente por buena o mala según su inclinación religiosa. Evita por su parte, muestra la llegada del colono como una oportunidad de librarse de la aflicción.

Ambas novelas han sido leídas más allá de sus fronteras y ambas son dos historias que vale la pena conocer. Mientras que el trabajo de Achebe se percibe como revolucionario y tremendamente bueno, la de Evita Enoy, a pesar de todos los aplausos, se ha quedado enmarcada en la categoría de cobarde: literatura de consentimiento.

 

Reseña Literaria (Juan A. Herdi)

Elena Peña Bilbao

Si el agua nos lleva

Viento Norte Editorial, 2022

 

Sin duda es muy oportuno para la reseña de esta novela recordar el inicio de Ana Karenina, de León Tolstoi, ya convertido en una cita al uso: «Todas las familias felices se parecen unas a otras, pero cada familia infeliz lo es a su manera». Habría que tener en cuenta que la familia ha comenzado a cambiar bastante en los últimos lustros, aparecen nuevos lazos familiares que no siempre pasan por la consanguineidad, aunque siguen siendo aplicables las palabras del escritor ruso. Y viene la cita a cuento porque en este libro el tema principal que hila la trama del mismo es justo ese, el de la familia, la familia y los vínculos entre sus miembros, la familia y sus secretos, la familia y las infelicidades, con las correspondientes heridas que parecen heredarse.

Nuria afronta la muerte de su madre, Rita, una bilbaína que se traslada a Madrid tras las inundaciones que asolaron su ciudad en 1983. Casi de inmediato, recibe una llamada del Hospital de Basurto de la capital vizcaína para comunicarle que su padre, al que creía muerto, desaparecido en las inundaciones, está hospitalizado tras una sospechosa caída al Nervión. También se entera de la infidelidad de su marido con una compañera de trabajo. Todo ello le lleva a viajar a Bilbao para dilucidar el misterio de la aparición de un padre que no conoce y del que no sabe nada, y de paso aclarar las cosas con su marido. A partir de entonces, su vida se envuelve en los secretos de alcoba de sus padres y de las personas que los rodean, entre ellas Dámaso, vecino de ambos y dueño de la confitería en la que había trabajado su madre hasta su partida.

Se narra el proceso de Nuria en paralelo al relato de lo que ocurrió durante ese agosto de 1983 y que explicará en buena manera lo que la protagonista acabará descubriendo. Son dos momentos narrados de forma diferente, en presente en lo que concierne al viaje de Nuria; en pasado, los hechos ocurridos entonces. Poco a poco el lector irá componiendo un mapa emocional de los personajes, asistirá a sus vidas sin que en el texto se formule ningún juicio de valor sobre los mismos, mostrando, eso sí, los miedos, los ánimos y las cobardías de todos ellos, porque la vida se compone al fin y al cabo de las decisiones en las que el miedo o el valor juegan un papel fundamental.

Tras todo ello hay ese escenario de unas inundaciones que cambiaron por completo Bilbao y también a unos personajes que encontraron en aquella catástrofe la oportunidad de cambiar sus vidas, lo que Rita asumió, pero no Dámaso y Benito, el marido. De este modo, la catástrofe se vuelve algo simbólico, un momento envolvente que permite también desechar y aprovechar las circunstancias.

Elena Peña, la autora, es guionista de formación y oficio, lo que a todas luces se nota en su estilo, quizá demasiado evidente en la composición del texto, que expone y describe todos los detalles, aunque ello no reduce la intensidad de la historia que sin duda atrapará al lector por el atractivo que rodea a los personajes, a los que se sentirá tan cercano.

Dos eminencias en el arte posmoderno de JISBAR (Cecilio Olivero Muñoz)

En el arte moderno o posmoderno no es nada nuevo que dos eminencias del siglo pasado sean referentes hoy. Una es Frida Kahlo, y el otro, Salvador Dalí. Frida Kahlo con sus autorretratos repletos de simbología y lealtad consigo misma trazó un innovador modo de mirar la vida. Es curioso que Frida haya quedado como la verdadera artista mítica que fue y matrona del Street Art al contrario de Diego Rivera (muralista y con ideales proletarios). Frida era, a mi modo de comprender el arte, toda una heroína del autorretrato por antonomasia. Y es de prever su principal lugar en el arte actual, con su precario vínculo hacia ninguna vanguardia evidente durante aquella época de entreguerras, revoluciones y encuentros con la “pelona” de manera su-(frida). Sin duda Frida es la precursora del arte callejero, aunque también del autorretrato, y la grandeza y fascinante originalidad de su arte adelantada a su época. Ser artista por entonces no era fácil. Y más si se era mujer. La Kahlo era una mujer con gran talento, eso es evidente, pero toda su vida, su vida difícil y doliente, acondicionó su manera de concebir un arte revolucionario y heterodoxo. Ella optó por pintar su cuerpo y su alma ya que era lo que más conocía debido a su larga estancia en cama. Pero un arte de puertas adentro no fue previsible que se convirtiera en referente como Kobra (muralista callejero brasileño) y el gran Basquiat, relevo indiscutible del arte callejero y un giro de tuerca descubierto por Andy Warhol.

Sobre Andy Warhol se ha hablado y se seguirá hablando en Estados Unidos y en todo el mundo, a pesar de lo fácil que resulta la serigrafía a día de hoy, y llevada a cabo por gente como Banksy y sus discípulos con igual talento en este siglo actual y decisivo para el cryptoarte.

Entre serigrafía y cryptoarte se encuentra Salvador Dalí. Un gran revolucionario del impresionismo y el surrealismo, con grandes influencias en la época nuclear como metáfora de lo que sería un acontecimiento precursor del arte posmoderno actual. Dalí, con la ayuda de Gala, atomizó, y digo bien, atomizó mediante vanguardia y visionaria perspectiva, todo un comienzo itinerante entre impresionismo y cryptoarte (repito) siendo un icono del actual cryptoarte, del Banksy más contemporáneo actualmente, y el pop art de Warhol y también de Basquiat. Aunque el arte daliniano le deba mucho al surrealismo y a la era atómica. Es el de Dalí un artífice del dadaísmo sin pretenderlo como Basquiat, un serigrafísta de gran innovación, y un pop art anticipado que en Estados Unidos causó un tremendo furor.

Hablamos de precursores como Frida Kahlo en el Street Art, y que desemboca en Banksy, el art Brut de los outsiders callejeros (o no). Y el cryptoarte, que ha causado fascinación y se han puesto las obras a un precio tan desorbitado como un Van Gogh o un Picasso. El cryptoarte le debe mucho al pop art y a la fotografía posmoderna. Mientras en Frida Kahlo su tema principal era ella misma, en Dalí se hacía cierta tendencia al realismo y al pop-art más vanguardista.

Estos dos artistas que aquí les muestro recreados por el artista JISBAR, son todo un compendio de homenajes al arte en distintas vanguardias pasando desde Frida Kahlo y la actual Lita Cabellut, y el pop art junto al cryptoarte de Basquiat, Warhol y desembocando en el cibernético Dalí.

Parece que en arte todo sea como una herencia de innovadoras propuestas como el Rey Dalí o la Diosa Frida. Los hijos llegan a ser lo que son porque han tenido unos padres influyentes. Padres que durante su vida muchos se han hecho ricos en economía y otros han crecido artísticamente. Hablo de artistas actuales aunque cada uno beba de otras fuentes diferentes. Hablo de Lita Cabellut, de Banksy, de JISBAR, de Kobra, de George and Gilbert y un largo etcétera prodigioso.