43º NÚMERO DE LA REVISTA LITERARIA NEVANDO EN LA GUINEA

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43º NÚMERO DE LA REVISTA LITERARIA

NEVANDO EN LA GUINEA

NºLXIII    30-04-2010

 

EDITORIAL LXIII

El Día del Trabajo,

La Cultura del Trabajo

 

El 1º de Mayo se conmemora el Día de los Trabajadores. En prácticamente todo el mundo se convocan manifestaciones, que culminan en algunos casos en comidas y festejos populares mientras que en otros es fuente de enfrentamientos violentos, señal de que las cosas continúan mal para amplios sectores de la clase trabajadora. De hecho, se estableció esta jornada tras una matanza de obreros que se habían encerrado en una fábrica en los Estados Unidos, país donde la clase trabajadora se organizó con fuerza a finales del XIX y hasta mediados del XX mantuvo su vigor reivindicativo.

La Revolución Industrial que se intensificó a partir de mediados del siglo XVIII en Europa cambió completamente la sociedad en Europa, Estados Unidos, América y prácticamente todo el mundo. Hubo una expansión mundial consecuencia de un proceso de acumulación de capital y que venía acompañado por procesos de migraciones enormes, entre ellos el de la esclavitud, o la feroz explotación de los obreros de los grandes centros industriales. Pero no sólo modificó las relaciones sociales entre las personas, también incidió en la cultura. Hasta ese momento, la cultura popular era esencialmente campesina, ligada a los ciclos de la tierra, mientras que se iniciaba en las ciudades una cultura propia que poco a poco fue tomando fuerza hasta culminar en lo que podíamos llamar una cultura burguesa de la que la novela decimonónica es en cierto modo hija. Gustave Flaubert, Galdós, Guy de Maupassant, Eça de Queiroz, Mazzini, Stendal, o Clarín, por citar sólo unos pocos escritores, escribían para y eran leídos por una burguesía ávida de conocimiento, pero sobre todo de estética, de una pretendida cultura, a veces pretenciosa, que suavizara la dureza de la vida. Se desarrollaron las artes, entre ellas las artes decorativas, las que modificaban profundamente el ambiente de las personas.

Pero esa literatura que describía la vida burguesa se interesó también por la situación de la clase obrera y de los sectores populares. El realismo se impuso en Europa y uno de los extremos de ese movimiento desembocó en el naturalismo, fomentado por Balzac en Francia y cuya introductora en España fue Emilia Pardo Bazán. Había que describir lo real, con objetividad, pero tomando posición frente a los conflictos sociales. Había que recoger la vida, con toda su fuerza y toda su envergadura. Se cuestionó la moral imperante y los escritores rusos plantearon temas éticos de un modo extremo.

Pero no todo iba a ser mera descripción en ese mundo industrial que se desarrolló a lo largo del siglo XX. La Revolución Rusa y la crisis del periodo de entreguerras abrieron una época de imaginación desbocada que parecía buscar darle la vuelta a las cosas. El enardecimiento del progreso, una crítica voraz al orden del mundo y la búsqueda de un mundo distinto, más humano y solidario, penetró con fuerza en la literatura europea y americana. «L´ Espoir» (La Esperanza) fue el título que dio Malraux a una de sus novelas.

No fue sólo la literatura la que recogió toda esa cultura industrial y obrera, se materializó también en otras artes, como la pintura, en este sentido habría que recordar al mexicano Diego Rivera, la música, con una sonoridad casi metálica, el teatro, pero sobre todo el cine. Toda la cultura parecía sumergirse en ese mundo de la industria.

Ahora que hemos dejado atrás el siglo XX parece que se cuestiona esa cultura del trabajo. Sin duda están cambiando los paradigmas, se debate el concepto trabajo y las nuevas tecnologías han transformado completamente el mundo del trabajo y sin duda de las artes. Sin embargo, creemos que no pueden ser cantos de sirena: las grandes masas de trabajadores se concentran hoy en muchas ciudades de América Latina o Asia. La realidad de las Maquilas en América Central o de las fábricas de China o de India demuestra que la explotación de la que hablaban los revolucionarios de otras épocas no ha dejado de existir. Es cierto que la experiencia del estalinismo no nos gusta, pero tampoco el mundo posterior a la caída del muro nos parece el mejor de los mundos, nada más lejos. Por eso, sin caer en nostalgias de otros tiempos, reivindicamos la necesidad de la protesta y la subversión frente a la explotación y el desorden del mundo. Creemos también que la cultura, como venimos defendiendo en editoriales anteriores, porque puede ser un instrumento de subversión sin igual. En ello estamos.  

SED DE HUMANIDAD

 

Dos coches, una casa con parking y dos mandos a distancia,

dos ordenadores portátiles y uno de sobremesa,

tres Dvd’s, tres televisores, dos microondas,

un perro con pedigrí, un selecto mini-bar,

un sofá de cara al televisor; lavadora, frigorífico, secadora;

dos polvos por semana y cuatro pajas al mes,

una cama y una lámpara en cada mesita de noche,

   fotografías con sonrisa, cepillos dentales juntos,

tres cuentas en distintos bancos; una hipoteca,

seguros de hogar, de coche y de vida,

un plan de pensiones vacío y una tarta en cada cumpleaños,

un balcón con macetas, una pequeña biblioteca;

aspiradora, perfumes y bombones, papel higiénico,

un viaje cada dos años, vacaciones en casa,

camisas y pantalones para mudar, besos sorpresa,

dos trajes, una palmada en la espalda; se prueba

con la televisión, con visitas a los restaurantes,

la comida, el alcohol, el tabaco, la pornografía,

la autoficción, los blogs, el cine clásico,

el fútbol, la Coca-Cola, el McDonalds’s,

el jazz, el flamenco, el rock, el urban, el pop.

¡Nada! ¡Solamente una cosa puede apaliar mi sed!

Mi sed radica en las relaciones humanas.

Tengo sed de humanidad, de nociva humanidad.

Me refugio en mi jaula de oro y veo la vida pasar.

Entro en el juego una y otra vez; me digo:

-Ésta vez será realidad, ésta vez será posible-

y caigo, caigo desnudo en el barro, salpico a quienes quiero,

los engulle mi personalidad sedienta, despacio y súbitamente.

Cojo aire al dormir y otra vez me levanto desde mi verdad,

cuando me doy cuenta de que podría ser feliz

vuelvo a aspirar al vaso vacío, al mundo lejano,

a la compañía desierta, sé que hay otra vida tras esta muerte.

 Aunque se esconde de mí como las ratas de mi ciudad.

Por Cecilio Olivero Muñoz

El vecino

 

         Lo veía contemplar la calle. Estaba con frecuencia de pie ante la amplia ventana, con las manos en los bolsillos del pantalón o de la bata, la mirada perdida en un punto cualquier, o sentado a veces en un butacón, siempre puestos los ojos en la calle, fuera de su casa. A veces miraba hacia mi ventana tras la que estaba yo, sentado a mi mesa y ante mi ordenador, con frecuencia ajeno a lo que pasaba fuera. Ignoro si me veía, si me observaba. Parecía en todo caso que siguiera muy atento a mi vida, a mi quietud, sentado siempre, escribiendo sin parar, tal vez por ello no me parecía que fuera yo a ser un objeto de estudio muy interesante para nadie, tan calmada y sosegada era mi vida. En todo caso, debía de ser la novedad, acababa yo de llegar al piso donde siempre habían vivido mujeres y de pronto aparecía un hombre con costumbres aparentemente sedentarias, que se pasaba todas las mañanas escribiendo en el ordenador, es lo que vería él, lo que le llamaría su atención, sin duda, y quizá deseara algo más de movimiento en este lado de la calle que contrastara con su rutina, tan lenta. A mí su presencia en el mirador, al otro lado de la calle, me fue despertando también curiosidad. Un vecino de los de toda la vida, pensé, ese puñado de vecinos del barrio más afamado de Lisboa que siempre habían residido en la misma casa, en el mismo barrio, en la misma esquina de la ciudad y que ahora convivían con estudiantes, bohemios y extranjeros que se establecían en la ciudad.

         Recuerdo que Eva me habló de él cuando me dejó el piso, siempre está en la ventana, me dijo, mirando hacia aquí. Os ha vigilado a vosotras, le pregunté. No, vigila la vida, contestó. Tenía razón. Eso es al menos lo que concluí. Al fin y al cabo había muchas personas como él, ancianos que vivían solos, que apenas salían y que se convertían en mero espectadores de una calle que conocían al dedillo por haber pasado en ella toda su larga vida.

         Él salía muy poco, ciertamente, apenas un par de veces a la semana, casi siempre para dar una vuelta a la manzana. Me había acostumbrado a conocer sus hábitos. Se levantaba temprano. Cuando yo me ponía a trabajar, en la mesa de mi despacho, junto a la ventana desde la cual le observaba y él me observaba a mí, ya estaba de pie. Pasadas las diez llegaba una mujer. Pensé que debía de ser su hija. Le llevaba comida, el periódico. A veces conservaban junto a la ventana y a media mañana la mujer se marchaba. Charlaban sosegadamente e imaginé que ella le preguntaría si estaba bien, si tenía algún problema a lo largo del día, si necesitaba algo que ella pudiera traerle. Sin duda le haría la comida, se la dejaría preparada. Nadie más le visitaba. No había más familia, otros hijos, nietos, tampoco amigos. Eso imaginé yo, al menos. Se pasaba el día solo, junto a la ventana de la que desparecía de vez en cuando para dar vueltas por la casa.

         Tres veces me crucé con él en la calle. Las dos primeras nos miramos sin decirnos nada. Esbozamos sólo una mera sonrisa a modo de saludo, la de dos personas que se conocen pero que nunca llegaron a hablar, a establecer una mínima amistad. La segunda, antesdeayer, se paró ante mí. Lleva una vida excesivamente tranquila, joven, me soltó de sopetón. Sí, farfullé sin saber muy bien qué decirle. Sonrió. Seguro que llevaría antes una vida más agitada, dijo. Sonreí, fue mi única respuesta. No quería tampoco desengañarle. Quiere un café, propuso. Acepté. Parecía con ganas de hablar, de sentirse menos solo, de compartir un espacio no sólo físico, también mental con otro ser humano. Yo, además, sentía curiosidad por saber algo de él.

         Ha vivido aquí siempre, le pregunté en cuanto nos sentamos a la mesa de un café. Tardó en responder. Nací aquí, me dijo tras un silencio breve, como si tuviera que pensar las palabras a pronunciar, pero viví fuera durante mucho tiempo. Guardó silencio de nuevo, pero no hizo falta que le preguntara nada para que siguiera hablando, de inmediato se puso a contar. Aquellas ensenadas de Guinea Bissau, continuó, fue lo más hermoso que vi nunca, todo de un verde intenso acompañado de miles de colores, toda la gama de colores ante tus ojos, ¿se lo puede imaginar?

         Comenzó a describirme aquella naturaleza con una precisión que me llegó a turbar, era como tenerlo delante, como si con sus palabras dibujara los paisajes de aquella Guinea de su memoria. Me habló de los árboles retorcidos como si les doliera el alma, me habló de playas de arena blanca junto a un mar de un azul luminoso, me habló de flores enormes y bellas.

         Me contó que fue allí en el periodo colonial. Todos le vaticinaban un futuro esplendoroso. Había estudiado una carrera técnica, logró ese trabajo que le iba a proporcionar un buen porvenir. Pude haber sido feliz, me confesó. La pregunta me resultó inevitable, ¿qué ocurrió? Su silencio fue más largo esta vez. Cerró los ojos. Necesitaba atrapar seguramente aquel pasado, retenerlo, sentirlo. No soporto las injusticias, me dijo, no las soporté entonces, vi bien a las claras las mentiras que nos contaban aquí, ya sabe: que trataban bien a los nativos, que los ayudaban a prosperar, los civilizaban, ¿se imagina?, y que eran felices con nosotros. Lo que me encontré fueron esclavos que trabajaban todo el día por un plato de arroz y algo de carne podrida. 

         Había focos de resistencia, al principio ínfimos. Los colonizadores se creían intocables, veían a los nativos como tontos inocentes incapaces de rebelarse. Pero era evidente, dijo, que aquello no podía durar. La cosa se agrandó, me dijo tras un breve silencio, y yo me puse en contacto con ellos, fue casi por casualidad, hasta cierto punto un acto natural, una consecuencia de mi desagrado ante lo que hacíamos allí, por ello les proporcioné datos de las infraestructuras en las que yo trabajaba, ellos los boicoteaban y comenzaron a hacer daño, un daño de verdad, y le confieso que nunca me sentí culpable, muchos me odiaron cuando se supo, traidor me llamaron algunos, tal vez usted lo piense, no lo sé, quizá me lo reproche, pero nunca me vi como tal, un traidor, aunque tampoco me considero un héroe, hice simplemente lo que tenía que hacer.

         Creo que pese a todo no podía evitar, aunque no lo reconociese, sentir algo de culpabilidad, los lazos de sangre con frecuencia son excesivos. El ejército empezó a sospechar de él. Por suerte, no era el único que cuestionaba el papel del imperio y que tuvo un papel ambiguo ante la realidad. Le avisaron a tiempo. La guerrilla le ayudó, tenía lazos con el exterior, mecanismo de fuga. Se fue al exilio. Vivió lejos mucho tiempo, lejos de la colonia, lejos de la metrópoli. La guerra empezó a ser encarnizada. Él la vivió en la distancia, a veces intentó ser otro hombre, que todo aquello no fuera consigo, pero leía todos los días lo que la prensa comentaba del conflicto. El día de la independencia fue el más feliz de su vida. Le llamaron por teléfono, todo se acabó, le dijeron, lloró de felicidad y de nostalgia.

– ¿Regresó?

– No, nunca. Por miedo imagino.

– ¿Miedo a qué?

– A encontrar otra cosa.

         Nos despedimos frente a su portal. Le debo un café, le dije, espero otra tarde para que me cuente más. Sonrió con tristeza. Nos dimos la mano.

         A la mañana siguiente su hija apareció temprano. Me extrañó ver que entraban dos personas más. Noté movimiento. No vi a nadie en la ventana. Imaginé lo peor. A media mañana dejé mi despacho, salí, crucé a la calle y llamé al timbre de su casa. Una voz de mujer me respondió. Sí, dijo. Conozco a su padre, comenté. No estaba muy seguro de que fuera su hija. Me abrió la puerta. Subí. Me recibió la mujer con los ojos enrojecidos. Murió esta mañana, me anunció.

         Hoy ha sido el entierro. Éramos pocos, la hija, dos acompañantes, supuse que el marido y un hermano, y el embajador de Guinea en Lisboa. Antes de marchar me acerqué a la hija. No sabía que se conocieran, me dijo, nunca me habló de usted. Hacía poco que nos tratábamos, reconocí. Sonrió tristemente.

         He vuelto a mirar la ventana de enfrente nada más llegar a casa. Me hubiera gustado encontrármelo de nuevo, verlo sentado en su butacón y que nos volviéramos a ver para que me contara algo más de sus recuerdos. 

Juan A. Herrero Díez

YO YA NO CREO EN DIOS

 

Estábamos tumbados en la cama, era demasiado tarde;

tú de espaldas a mí y yo de cara a tus espaldas,

de pronto dijiste contra el aire en silencio de la noche:

-Yo ya no creo en Dios, ya no creo que Dios exista,

se ha llevado a mi madre; mi madre nunca hizo ningún daño-.

Parecías una niña rabiosa, enfadada, y al mismo tiempo,

tierna y lastimada, frágil e impía, rencorosa y débil;

daban ganas de tenerte piedad, lástima, compasión,

trasmitías las mismas sensaciones que trasmiten

esos niños inocentes a los que se les niega la paz,

el alimento, la vida, la ilusión, un juguete, una sonrisa, un beso;

aunque lo merezcan todo; tú merecías esa piedad compasiva.

Yo te dije:-Pero Dios existe, debe haber algo ahí arriba-.

Tú dijiste: -No, no hay nada; mi madre no se lo merecía-.

Yo te dije: -No tengo palabras para lo que le pasó a tu madre-.

Suspiraste, luego callaste largo rato.

Yo te creía dormida, te creía ya levitando tu sueño.

Te acaricié el cabello, te acaricié la mejilla, te besé,

acerqué mi mano por tu mejilla y la noté húmeda;

te dije: -¿Por qué lloras? Tú contestaste: -¡Dios, Dios, Dios!-.

-¿¡Qué!?- Te dije yo. –Dios es un monstruo sí existe-.

Quisiera consolarte, pero no tengo palabras para ello;

a no ser que intentara consolarte como se consuela a un niño.

-No digas nada, yo ya sé todo lo que se debería saberse-

Hubo un silencio, un silencio rotundo y tajante.

No había explicación para tanta injusticia, los dos lo sabíamos.

Luego dormiste, parecías una niña en paz; mientras,

un Dios pequeño velaba tu hastío de lágrimas secas y calientes.

Por Cecilio Olivero Muñoz

EL ÁGUILA

 

 

Una tarde, paseando con mi amigo Miguel por el monte del zorro, oímos un par de tiros, sin darle importancia, pues caminábamos por una zona de caza. Cual fue nuestra sorpresa,  que en aquel instante a unos diez metros,  calló algo al suelo que no pudimos distinguir. Miguel  se acercó  con mucho cuidado, pero al caer detrás de unas matas seguía sin distinguir de qué se trataba así que rodeó al obstáculo pudiendo ver entonces que aquello caído del cielo era un pájaro muy grande con un ala mal herida, era un águila.

Estuvimos  unos instantes quietos, ante esa águila sin saber que hacer, hasta que Miguel decidió llevárselo a casa. Vivíamos a las afueras del pueblo, era una casita con su terrenito donde yo sembraba  la hortaliza para el gasto de la casa. Vivía cerca de Miguel, pues me encargaba de su establo.

Seguíamos ante el águila sin saber como llevarlo ya que su ala estaba destrozada. Miguel se  quitó  la cazadora de cuero  que llevaba,  lo tapó un poco y como pudo lo cogió. Ninguno de los dos sabíamos cómo curarlo,  pero  yo me espabilé, entablillé la pata cómo pude y le curé  el ala con un vendaje.

Miguel  tenía un hermano carnicero, a quien visitó y pidió que los desperdicios de carne que guardaba habitualmente para los gatos  y los perros, se los diera a él para poder alimentar al águila. Su hermano le dijo que no había problema y que cogiera todo lo que necesitara.

Miguel   marcho de caminó a casa con todo el alimento para Juanillo, que así pusieron de nombre al Águila, bajo el brazo. Día tras día, iba Miguel a  recoger los desperdicios de la carnicería para alimentar a Juanillo que poco a poco mejoró.

Una mañana,  después de  darle de comer  lo subimos  a la  terraza  para que él mismo se entrenara  y así poder echar a volar cuando estuviera totalmente recuperado, todos los días lo subíamos al tejado sin respuesta alguna hasta que un día arrancó el vuelo y marchó. Nos quedamos mirando al cielo, preguntándonos si volveríamos a verlo. Tanto la familia de Miguel como lo mía, mis hijos, mi mujer, cogimos mucho cariño a Juanillo mientras estuvo entre nosotros.

Aquella misma noche mientras veíamos la televisión, mi hijo gritó: ¡Papa! ¡Papa! ¡que Juanillo está en la ventana!  Salimos todos a recibirle con una alegría inmensa, pensábamos que jamás volveríamos a verlo.  Le abrí la puerta del  cubierto, que era  donde había dormido los últimos días, y allí se aposentó.

La mañana siguiente, cuando Miguel se levantó, se llevó una gran sorpresa, allí estaba Juanillo esperando su comida para echar a volar de nuevo, y así fue, pero algo nos decía que aquella noche volvería al cubierto. Más de dos años estuvo Juanillo volviendo al cubierto cada noche y esperando su ración de comida cada mañana, hasta que ocurrió lo peor. Hubo una noche que Juanillo no regresó, y entendimos que fue pasto para cazadores. La tristeza invadió nuestros corazones.

 

Por Juan Antonio Quirós Martos

07-03-2008

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SELECCIÓN DE POEMAS

POR BRUNO JORDÁN

 

LA TERNURA DE LOS PUEBLOS

 

Llegaron a un acuerdo:

dos toneladas de bonos,

una comisión de expertos en alza,

varios equipos de provecho,

interesantes ventajas,

beneficiosas acciones

y bálsamos con descuento,

en concepto de intenciones,

del 0’7%.

***

 

Veinticuatro horas en la vida de Nadie

 

 

Hay noches que son lamento,

lamento de grito opaco,

de gemido seco,

de desuelo.

Hay noches que no son noches:

lamento desnudo solo.

Hay noches que son lejano

remoto dolor aullido,

de ausencia siempre,

de nunca.

Hay noches que no son noches:

son jamás.

Y hay noches que no son

lamentos lejanos aullidos secos ausentes.

Son noches difíciles.

Hay días que son blanco,

claridad mate sin huecos,

luz llana continua,

tenue superficie

rasa,

sin accidentes;

plano certero:

perfecto

blanco.

Hay días que son buenos,

buenos días,

buenas intenciones,

amable transcurso plácido del tiempo,

los mejores

deseos.

Y hay días que no son

sino malos días,

días que no son días

cuando esperan la noche.

 

***

TEMERARIO

Después de escribir 

y de releerlo despacio 

articulando sílaba a sílaba,

constatando letra por letra

que me gusta vivir,

la vida, que me arrastra

 

…siguió sin importarme mucho

esa certeza

con que me la estaba quitando.

 

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POEMAS COTIDIANOS

POR CECILIO OLIVERO MUÑOZ

 

 

EN EL MISMO BARCO

 

Estamos todos en el mismo barco,

cuando tú ríes yo lloro,

cuando tú lamentas yo estoy alegre,

nos miramos a los ojos

y se nos contagia la sonrisa y el bostezo,

se nos contagia la alegría

y cuando la tristeza es evidente

una bandera de luto se esconde

en el subtítulo escondido del atardecer.

Estamos en el mismo barco,

tú caminas si yo camino,

tu suspiro es mi suspiro

y cuando se hunde este barco nuestro

todos nos ahogamos

porque somos una toda realidad.

Vente conmigo y verás el susurro desnudo

tras el aire nuestro hecho de transparente verdad.

TRANSPARENCIAS

 

Te gustaba la transparencia de mi sostén.

Era de plástico transparente;

me recuerda a aquel niño transparente

que anda a solas por mis pasillos,

tropieza entre sus correrías,

le digo: -Tú eras también transparente-.

Se esconde porque se avergüenza

de mis juegos en el suelo;

son rayas que dibujo con mi tiza,

son gomas elásticas y son rompecabezas,

son palmadas y son canciones tontas,

son te quieros de color de rosa.

Cuando sea mayor te veré

tras la verja de mi patio, tú serás pasado,

yo seré presente, y un futuro diferente

nos viene a visitar. Ya no te encuentro,

te perdiste hace tiempo, cambiaste la sonrisa,

-¿por qué todo es así?- Ahora disimulo al verte,

quiero recordarte ayer. Mañana me haces daño.

TODO CAE

 

Cae mi esperma en las sábanas,

la habitación huele a semen,

nos quedamos dormidos en las sobras

que nuestros cuerpos dejan

(exhaustos pasajeros de esta tiniebla),

salpica nuestra sangre nuestro beso eterno,

se nos cae el sudor desde nuestra intimidad,

somos refugiados de nuestra guerra,

exiliados en nuestro colchón

circulan ciegos nuestros besos mojados

y las caricias son danza lenta,

nuestros sollozos buscan al gemido

y nuestro peldaño a la gloria

cae desmayado tras el orgasmo en diez segundos

que aprieta a la sinceridad de las luces.

BULERÍAS DE LAS TRES-MIL VIVIENDAS

 

No sé por que te dicen Tresmil

si aquí en este barrio

deben haber cuarenta mil,

no sé donde te metes el dedo

ni sé sí el cucurucho es tuyo

ni sí yo horchata te debo.

Hay en Sevilla un olor a azahar

y pasando por las Tresmil

hay tantos que no quisieran pasar…

En mi barrio hay tunantes,

veinte gitanos con arte, y una merienda

de negros; en mi barrio hay zero

víctimas por el alcohol,

pero en eso que se mezcla estamos tos’.

Estamos Tos’, estamos tos’,

veinticuatro que comen fideos

y cien que comen arroz.

Yo no paso por Triana

a las tres de la mañana,

yo paso por las Tresmil

que no es precisamente Paris,

yo no paso por Sierpes

por que hay mucho trasiego,

y si paso por la Giralda

un zumbao me pide fuego.

Yo no quiero comer fritanga

por que tiene mandanga

el sustantivo interés,

yo me meto por la manga

lo que sobra y lo que changa

y veo tu mundo al revés.

Así soy yo, así soy yo

pero en las Tresmil te digo no,

te digo no, tres mil veces no,

por que no me gusta tu dos a dos. 

LAS LÁGRIMAS DE MI HERMANO

 

Te habías muerto, ya era evidente,

te habías muerto como se muere

toda la gente; miré a mi hermano,

lo vi llorar, sus lágrimas eran

un triste humedal.

Supe que te habías muerto

por que vi llorar a mi hermano.

Sus lágrimas eran tristeza pura,

como cuando la oscuridad

es espesa bruma que ahoga.

Como cuando el cansancio

es una culpa que te echa para atrás.

Vi llorar a mi hermano y supe

que ésta vez era verdad.

CARICIAS VÍA E-MAIL

 

Mis e-mails intentan llamar tu atención,

te persiguen mis deseos entre mega-bytes que pululan

y piden salir a la calle como un perro curioso,

te busco en los besos que no me das en el rellano,

en el ascensor, en el Facebook, en la blogosfera,

mi sistema operativo te llama cárdeno,

nunca la soledad estuvo tan cerca de ser eléctrica,

eléctrica compañía que busca tu calor

y exige el impulso anaranjado de los enchufes

abiertos al misterio de la tecnología y al alfabeto cercano.

NO DIGAS NO

(Soneto)

Decir no es negar siempre la amistad

Es inoportunar lo que ya es sabido

Negando afirmas tu fiel contrariedad

Desmentir verdad desde lo ya omitido

Errar donde yerra la inoportunidad

Paliar tu fe con un no desabrido

Morir dando óbito a tu negatividad

Dando noses tajantes al mero olvido

Es desmembrar la pura inactividad

Negando gigante nunca nadie ha sido

Tildar jamases sin ninguna otredad

Obviar un negro nadie distinguido

A todo aquel nada que con hostilidad

Se niega por negar y es sólo ruido.

GUISANTES

 

Saco guisantes de su vaina plastificada,

vaina plastificada, papel de aluminio,

blister a blister, guisante a guisante,

sorbo a sorbo, traga y sé cotidianidad.

LA CAFETERA ITALIANA

 

Este poema lo dedico a la larga estación de Invierno.

 

Cafetera italiana de tres cafés largos.

El primero, suave, ligero y sabroso.

El segundo, con personalidad y muy delicioso.

El tercero, compacto y tan denso;

amargo a veces, otras un placer,

como la vida misma.  

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42º NÚMERO DE LA REVISTA LITERARIA NEVANDO EN LA GUINEA

 
 

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42º NÚMERO DE LA REVISTA LITERARIA

NEVANDO EN LA GUINEA

NºXLII      31-03-2010

 

 

EDITORIAL XLII

Miguel Delibes

Este mes de Marzo murió el escritor castellano Miguel Delibes. Como suele ser habitual, los medios  de comunicación se han volcado en hablarnos de este autor, no hay mucho más que añadir sin riesgo a caer en los tópicos al uso. Sin duda, se le debe recordar como uno de los autores más importantes del siglo XX, un narrador que aportó una de las mejores prosas castellanas. Su última novela, «El hereje», es para muchos, además de su testamento literario, un relato impresionante cuyas últimas páginas reflejan una intensidad de estilo y de contenido deslumbrante.

Pero, al mismo tiempo, Delibes como escritor era el símbolo de una manera de ser literaria. En estos tiempos de espectáculo, de exhibición, la discreción no es valorada, sin embargo creemos que el escritor ha de “saber estar”, nunca ha de hacer sombra a su obra, sino debe permanecer en un segundo plano porque lo importante, lo que debe ser recordado por encima de cualquier otra cosa, es la literatura, es la obra. No porque tengamos una visión mística de la literatura, sino porque creemos que el ejercicio de la escritura permite ese diálogo que consideramos central. Una vez escrita, cualquier novela, cualquier poesía o relato pasa en cierto modo a pertenecernos a todos. De ahí que toda lectura sea una reescritura en tanto en cuanto el lector la interpreta en su mente, recrea la historia narrada. Miguel Delibes lo sabía, su compromiso con la escritura le hizo ser exquisito en el lenguaje, atento en la estructura de sus textos, primoroso en su caminar entre las letras.

Escribir es sin duda ocupar un lugar en el mundo. Al mismo tiempo, quien escribe refleja en cierto modo el mundo que le circunda y también su propia visión de la vida. En este sentido, Miguel Delibes logró transmitir en sus libros esa Castilla austera que era cálida y distante al mismo tiempo, circunspecta y reservada, extensa y cultivada, tal vez como era el escritor, . La reflexión estuvo presente siempre entre sus párrafos porque la literatura se compone de palabras, sí, pero también de ideas.

Estamos en un momento de cambio cultural y social, lo sabemos. Lo audiovisual está ganando un terreno enorme y somos conscientes del papel que ejerce la literatura en el ámbito cultural actual, un papel menor que hace algunos lustros. Podemos llegar a pensar que autores como Miguel Delibes, con una obra amplia y cuidada en lo estilístico, hoy no podrían aparecer, aunque puede que se trate de una visión distorsionada por el temor que nos dan las nuevas tecnologías, los cambios de referentes y los nuevos paradigmas culturales. Sin embargo quizá cambien las formas, pero no el fondo y ese diálogo que es la literatura perdurará mientras haya lenguaje, mientras existan los idiomas y perviva el ser humano.

No queremos caer en el tópico de la despedida, pero sí tenemos que insistir en una frase que se repite en situaciones así: nos queda su obra. Seguramente habrá lectores que acudirán a sus libros y, aunque las circunstancias hayan cambiado, entenderán lo que el escritor castellano quiso transmitir, que es al fin y al cabo lo que le convierte en un buen escritor.   

 

 

RETRATO DE UNA HIKIKOMORI

(MONÓLOGO)

 

He escrito la palabra japonesa hikikomori en Google

y me ha dado 341.000 resultados.

Esto es lo que dice la wikipedia de ellos:

[Los hikikomori (ひきこもり o 引き篭り), hikikomori: son adolescentes y adultos jóvenes que se ven abrumados por la sociedad japonesa y se sienten incapaces de cumplir los roles sociales que se esperan de ellos, reaccionando con un aislamiento social. Los hikikomori a menudo rehúsan abandonar la casa de sus padres y puede que se encierren en una habitación durante meses o incluso años. La mayoría de ellos son varones, y muchos son también primogénitos. Este tipo de problemas se centran (aunque bien, no son exclusivos) en las clases media-alta y alta, donde el joven posee cuarto propio, lo cual es considerado un lujo en Japón. La palabra japonesa hikikomori significa aislamiento en español.]

Pero aún más alarmante resulta esto:

[Estos adolescentes deciden encerrarse en su habitación o en una parte de su casa después de suspender un examen o tener un desengaño amoroso y lo que empieza por una chiquillada acaba convirtiéndose en años de reclusión voluntaria. La familia resignada no hace más que pasarle la comida sin poder mediar palabra con él. En la habitación suelen tener TV, PlayStation y todo lo necesario para no tener que salir. Se suelen pasar la noche jugando a los juegos y las consolas que sus padres les proporcionan (que son todas las que quieren) y los días durmiendo.]

Estoy realmente preocupado al ver estos resultados.

Ella es así como dice que son estos chicos japoneses,

aunque ella no está obsesionada con las webs MANGA.

Ella lo está por las novelas coreanas.

Cuando va al pueblo donde nació de vacaciones

es como si resucitara. Toma el sol y juega con los demás

chiquillos, pero cuando regresa aquí, a la ciudad:

se encierra horas y horas, y no sale ni para comer.

Ella es, o ha sido, muy afectuosa, dicharachera,

muy sociable y muy alegre, pero de un tiempo hasta aquí,

nada…, nada…, no sale.

Yo quisiera verla como antes, cuando compartíamos,

cuando reíamos, cuando éramos una familia.

Recuerdo cuando era una bebé; tan frágil,

tan pequeña, siento a veces que se me va, se me pierde.

De niña me decía: -Papá, vayamos al parque-.

Llévame a la feria. Sácame de paseo.

Ahora la veo encerrada y me siento culpable de su encierro.

Ella ya no ríe si no es delante de ese maldito ordenador.

A veces le digo: -¿Te vienes a pasear?

Ella contesta:-No Papá, estoy viendo novela.

Me frustra tanto su negativa que prefiero dejarla.

Yo quisiera que fuera como cuando vamos al pueblo.

¡Ojalá no cometa una locura!

Sé por experiencia propia que las nuevas tecnologías

son parte de nuestro futuro inmediato, sé que esto

irá a más, sé que la gente en un futuro

se conocerá a través de Internet, pero… ¿esto?

No, me niego, me niego a verla así encerrada en su cuarto.

Su madre y yo estamos algo carentes de dinero,

eso la obliga a no salir apenas, pero si tuviera un poco

de dinero yo se lo daría para que fuese al cine,

incluso a la discoteca. Ella a veces ríe sola,

parece reír de forma vehemente y transitoria;

sabe mucho sobre informática, quizá sepa demasiado.

Ella no quiere estudiar, no tiene amistades,

Se encierra en su habitación y toda la vida

le pasa a su lado, veloz e implacable, inexorable,

las aventuras que podría vivir en esta ciudad de caos.

Un joven es un aventurero en potencia,

aunque un viejo es un aventurero cansado, quizá apaleado,

y ella parece ser un aventurero atormentado y miedoso,

que no se atreve a vivir la aventura, la vida, la realidad.

Esta vida duele, pero nos duele a todos, sólo unos pocos

son felices irremediablemente, aunque no son hombres del todo.

Ser un hombre completo conlleva a pasar por un sufrimiento.

No puedes encerrarte de por vida. No, no puedes.

1.200.000 chicos japoneses sufren este mal moderno.

¿Y en el mundo? Quizá haya muchos más.

Internet es una llave al mundo y también un candado.

Un candado en el que encerrarse en una habitación

y ver pasar tu vida vertiginosamente, pavorosamente.

Los chicos de hoy deben mirar las estrellas en verano,

deben tener primeros amores, deben probar nuevos sabores,

viajar, aprender a saber lo que quieres, aprender a pensar

por sí solos. Aprender a elegir cuál es el camino.

Esta vida tiene sus riesgos. Esta vida no sería nada sin riesgos.

Es bello, es importante luchar y vivir con estos riesgos.

La vida es una lucha y un cruzar una frontera.

¿Qué será de esta chica cuando nosotros faltemos?

Debo enseñarla a afrontar sus problemas.

Cuando carece una pareja de recursos económicos

vienen automáticamente las discusiones y quizá fuese eso

lo que de verdad le amedrenta o lo que la empujara al encierro.

-¿Qué puedo hacer?- Esto se me escapa de las manos.

¿Llevarla a un psicólogo?, ¡a un psiquiatra jamás!

No quiero que la atiborren a pastillas, es muy joven.

Los chicos deben vivir, vivir y conocer que detrás de un día malo

quizá venga otro peor, pero nunca habrá dos días similares,

es mejor descubrir que si no se lucha

acabarás siendo víctima de tu propia inhibición.

Cuánta literatura por disfrutar, cuántos sabores por degustar,

cuántos amores por comprender, cuántas verdades por conocer.    

 

 

Por Cecilio Olivero Muñoz

El Secreto

 

         Begoña, se llamaba Begoña, sí, me acuerdo perfectamente, cómo olvidarla, aunque pasaba desapercibida, de hecho nadie la recuerda ahora, a veces lo pregunto a algunos de los compañeros de entonces, os acordáis de Begoña, y se quedan parados, pensando, recorriendo con la mente los rostros de entonces de todas las chicas de la clase y también las de otros cursos en busca de un rostro que asociar al nombre, sí, hombre, Begoña, les digo cuando compruebo que no hay ningún recuerdo, flacucha, pecosa, pelo medio rizado, castaña, más bien feúcha, aunque no del todo, no creáis, podía ser resultona si te fijabas, sacaba notas medias, apenas hablaba, cómo me voy a acordar, me decían entonces algunos como respuesta, cómo podría recordar a alguien así, maldita sea, me digo, seré yo el único que me acuerde de ella, no entiendo que pasara tan desapercibida, que no haya el más mínimo recuerdo, por mucho que tenga yo una razón para acordarme de ella, que no es otro que el conocer su secreto, lo que nadie sabia y ni siquiera se podía llegar a imaginar, lo que, de saberse, armaría una buena escandalera en nuestra escuela, en nuestra pequeña comunidad conservadora repleta de cotilleos y chismes con que amenizar la rutina, el aburrimiento generalizado.

         Corrían años sombríos, aunque no nos diéramos cuenta aún, y creo que se imponía un color acorde con la desolación general, tengo para mí que ese color era el gris, un gris ceniciento, el de esos días de niebla y llovizna que se extendían a lo largo de los meses, el de inviernos largos que en la práctica llegaban hasta bien entrada la primavera, con nuestras mortecinas tardes en clase, las de un instituto desvencijado en el corazón de un barrio obrero de luenga tradición popular y calles estrechas, largas, interminables, donde vivíamos en casas pequeñas, baratas, con familias de toda la vida. Estudiábamos más porque no podíamos hacer otra cosa, apenas teníamos dinero, a veces nosotros mismos trabajábamos por algunas monedas, nada del otro mundo, un pequeño peculio que apenas nos permitiera algunos dispendios, como pagarnos los cafés o alguna cerveza en la taberna de Ernesto cuando nos reuníamos los sábados después de comer, más por salir de casa que por la oferta de una tarde que sólo vaticinaba aburrimiento y de tanto en tanto alguna conversación entretenida o una partida de ajedrez o de parchís que nos salvaba de la rutina. En ocasiones acudía alguna chica, se formaron algunas parejas, somos novios, anunciaban, luego se separaban sin más explicaciones, nadie las pedíamos, quizá porque sabíamos que era una forma más de pasar el tiempo, emparejarse más por el luchar contra el desasosiego que por amor.

         En la taberna de Ernesto nos reuníamos uno puñado de los estudiantes del Instituto. Nos caíamos más o menos bien, nunca discutíamos, tal vez, como dice Mario, porque el mal tiempo relaja tanto los espíritus que no permite los malos rollos. Ahí compartimos las primeras esperanzas, algunas confidencias, las primeras frustraciones. En realidad no guardo malos recuerdos de aquellos años, para ser sincero, no sé por qué me gusta regodearme a veces en la melancolía, en la amargura.

         Por aquella época comencé a vagar algunas tardes por las calles. Siempre me había gustado callejear, pero en la niñez apenas me dejaban alejarme mucho de casa. A medida que me hacía mayor mis padres dejaban de advertirme que no me fuera lejos, a no preguntarme por qué tardaba cada vez un poco más en regresar. Salía del instituto y comenzaba a dar vueltas, primero por las calles próximas, pronto llegué a otras calles distantes, otros barrios. Hará sus cosas, oí que le decía mi padre a mi madre, déjalo, ya no es un niño. Me sentí entonces libre. No sé si me satisfizo mucho la sensación, creo que más bien no.

         Pero descubrí que ya podía alejarme lo que quisiera, podía saciar mi curiosidad por otros rincones, en una ciudad cuyos límites me resultaban imprecisos y vagos. Era una libertad que por entonces no sabía que lo era, no tenía nombre. Salía del instituto, a veces dejaba mis libros en casa y me iba a andar sin destino alguno, sólo por el placer de recorrer las calles.

         Una tarde la vi. Me daba la espalda, pero la reconocí sin dificultad, a pesar de haber empezado a oscurecer y de la luz difusa, algo incierta, de las farolas. Begoña no era del grupo afín. De hecho, nunca hasta entonces había hablado con ella, hablado en serio, en el sentido de conversar, de charlar, todo lo más intercambiaríamos algunas palabras cuando los profesores formaban grupos para potenciar la cooperación en el estudio, los lazos entre todos, el intercambio de ideas o de los temas aprendidos. Pero casi no era hablar. Ella, además, parecía esquivar cualquier contacto, por timidez o recato, quién podría saberlo. Quise acelerar para ponerme a su lado y saludarla, pero algo me obligó a parar, una intuición o un presentimiento, no lo sé. Había algo extraño en su manera de andar, en ese mismo instante no podría decir qué. La seguí un buen rato. A veces andaba tan lento que me obligaba a detenerme, a darme la vuelta, recorrer de nuevo lo ya recorrido, volver la vista para que no me viera. De pronto fue ella quien se dio la vuelta y se dirigió de nuevo hacia donde yo estaba. No me vio. Me escondí en una callejuela y regresé a casa, curioso por saber de aquellos paseos.

         La busqué al día siguiente. No la encontré. No fue hasta dos o tres días más tarde que la volví a ver. La seguí. Entonces vi como se acercaba a los hombres, intercambiaba algunas palabras, los hombres, siempre adultos, la miraban primero con sorpresa, luego con asombro, y muchos, la mayoría, aceleraban el paso. Otros, apenas unos pocos, la acariciaban, la tomaban a veces del brazo, avanzaban hacia una de las callejas laterales, algún portal, rincones oscuros donde les perdía de vista.

         Durante varios días se repitió la misma escena, con exactitud. Una vez, al cabo de una semana, me acerqué a la calleja. Escondido en un lado, les observé. Se besaban. El hombre la acariciaba con fuerza, colocaba sus manos debajo de su falda larga, la pegaba contra la pared, escuchaba sus jadeos, algunas palabras obscenas. Al día siguiente en clase parecía la misma chica tímida y callada de siempre, un espectro, pensé, nada que ver a la Begoña que yo había visto la noche anterior.   

         Una tarde vi como se acercaba a varios hombres. Los días anteriores había conseguido llevarse a varios a los rincones oscuros. Pero ese día ninguno la hacía caso, huían de ella. Avanzaba rápido, como desesperada, la perdía entonces de vista, la volvía a vislumbrar entre farolas y coches aparcados, a veces se detenía, parecía pensar o desolarse, no lo sé muy bien. En uno de los momentos que la perdí de vista aceleré el paso para no perderla del todo. Crucé una esquina. No la vi, se me fue, pensé no sin cierta amargura y decepción.

– Me buscas. -oí que me preguntaba detrás de mí. Me quedé quieto, sin saber qué decir, qué responder- Te he visto varios días seguirme -continuó-, incluso cuando me iba con alguien a alguna calleja.

         Se rió cuando intenté explicarme y apenas farfullé algunas palabras inconexas, estúpidas. Se acercó, se puso delante de mí. Sonreía de un modo extraño y entonces me pareció de una belleza feroz.

– No te preocupes -me dijo-, no me ha molestado, todo lo contrario, me ha gustado. Mucho, de verdad.

         Me besó en la boca. Yo seguía quieto, sin saber qué hacer. Vamos, susurró. La seguí a un portal. La puerta estaba entreabierta y nos colamos dentro, como fugitivos, mientras yo sentía que ardía por dentro, como si de pronto me invadiese la más alta de las fiebres porque estaba a punto de lanzarme al barranco más profundo, a un lugar que nunca antes había conocido.

Juan A. Herrero Díez

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TRES CANCIONES  SUB-URBANAS

 

Por Cecilio Olivero Muñoz

CANCIÓN DE LOS MUCHACHOS

Burla de necios y fanfarrones,

tropa de dioses con migraña,

cumbre de todos mis detractores

que guardan su tiña en su guadaña,

victimas de aquel compromiso,

secuaces de asediadas mañanas,

protectores de un mundo sumiso

que beben a sorbos su desgana,

 bostezan por fríos consuelos,

su peloteo es floreo con mala maña,

entre  los rastros del suelo

se halla su huella siempre tan casta,

se atan gomas en el pelo,

levantan su voz por las cucañas,

creen que su verso es de caramelo

y es rima parca de pura melaza.

Ramplones del gris compadreo,

son pendencieros y mojigatos,

sacad vuestra fiera de paseo

mientras yo echo la siesta un rato,

sacad de vuestro váter el tebeo

y apuntadme en la frente el gasto,

yo mientras sigo dando garbeos,

siempre buscando y buscando,

me gusta demasiado el cachondeo,

de cualquier paga-fantas me escapo,

en la melodía de alegrías me empleo,

me tapo y también me destapo,

ni de fraile ni de santo me veo

y mucho menos haciendo milagros,

 señalad mi soledad con el dedo,

yo del güisqui no cuento los grados.

Otras madrugadas me desnudan,

otras mañanas me desvisten,

 todos mis ceros se adeudan

a las rutinas de tardes que insisten

 que eres apariencia y fachada,

que todo es farfolla y despiste,

que tú sólo das la patada

cuando en torno a ti está lo triste,

que quieres y te cansas deprisa,

y llevas tu cansancio en ristre,

ves como se te pudre la risa

guardando para unos pocos tu chiste,

te aniquilas enfadado la camisa

si los cierra-bares te hablan de alpiste,

te persigue nerviosa tu prisa,

tú lo sabes y ya lo asumiste,

vas de progre y de optimista,

naipe comodín, órdago al envite,

 regateo ruin de mezquino estraperlista,

 chamullista vil, zaino quitaquite,

(estribillo)

Círculo de los mamarrachos,

pan de las lejanas quimeras,

poto de los buenos borrachos

que chupan todos de sus maneras,

Son estudiados y buenos muchachos

que nunca tuvieron malas ideas.

VÉRTIGO EN LAS CALLES

 

Secuencia de un mundo inexacto,

calles mojadas aún por desnudar,

el binomio es fragmento del pacto

con el miedo abierto de par en par.

Gorriones grises le dan al acto

un dios atento que aprende a callar,

delirio mecánico y azar de artefacto,

gramos de insomnio, taxi-realidad.

Bares que esconden en el lavabo

criaturas de sesgo del todo vertical,

parques que abrazan lo asediado,

peces con beso oscuro que olvidar,

olvidos que buscan en su pasado

una memoria desnuda con luz de gas.

Clases sociales entregadas al vaso,

destellos opacos en estrecha verdad,

madres ajenas que en aquel raso

hacen maraña de lo que no está,

viles majaderos que en el tabaco

hacen inventario de semilla angular,

matarifes del compás deshuesado,

pupilos de la noche y del gran maná,

tempraneros que allá por las cuatro

legañean toda su cruel vanidad,

mozos que rompen un mal contrato,

proxenetas con moribundo paladar,

exterminio torpe en los sustratos,

pollo frito frío con el que soñar,

noches de ceguera y de espanto

que vale la pena dejar muy atrás,

largos turnos silbados en el trabajo

de seres que viven para menospreciar,

estornudos y falsas toses que por abajo

hacen heridas que pretenden gritar,

busca en tus llagas sombra de tirano,

busca tu flash en la velocidad,

no encuentras larva en el simulacro

que pierda el hilo al conversar,

cimarrones que entran al trapo,

mitómanos y cirujanos que viven mal,

tapujos en los suspiros suspirados,

moneda que de mano en mano va,

lágrimas que valen más de un pecado,

muralla de miradas por derribar,

mundo renovado que pisotea lo viciado,

otro sol que aprende el mismo andar.

(estribillo)

Calles que se mueven al compás

de ritmos que vértigo te darían,

pon tierra por medio y ya verás

 aquello que inusitado tú odiarías,

calles de contrariedad y velocidad,

calles de soledad que acompañaría

a solitarias fotos de carné de identidad,

solitario nombre de noche y de día,

solitaria calle, vertiginosa ciudad,

Vértigo que habita allá entre cañerías.        

  

UN BLUES, UN TANGO

Y UNA RANCHERA PARA DOS

 

A Joaquín y Benjamín, por inspirarme vivir.

La noche es un gato negro,

el día es lisura de filigrana,

la mafia defiende sus huesos

con gorilas de espalda ancha,

me atrapan y me olvidan los versos,

me buscan todas las trastadas,

se me escapan azules los cielos

detrás de ángeles de negras alas,

se caen de mi bolsillo los ruegos,

se me suben todas las retahílas,

me siguen ciegos tus besos

por las calles frías de Praga,

busco en tus canciones consuelo,

busco nueva fe en tus baladas,

a mí también me ladran los perros,

y mis sonrisas también se cansan,

entre chistes negros no pienso,

gozo entre tus bromas macabras,

las canciones huyen de su consejo,

las canciones hay que cantarlas;

un hombre anda así de rodillas,

un hombre que apenas es nada,

fugitivo de su espesa pesadilla,

amante infiel sin su coartada,

villano que anda a hurtadillas

desde su maldición a su casa,

un rey mendigo de pacotilla,

fulano que anda siempre sin plata,

nadie puede ser un rico mengano

y un pobre zutano de lo que canta,

nadie puede gozar del verano

con tantas tormentas sin calma,

nadie ha previsto vivir tan sano

con tantas epidemias que matan,

nadie ha empezado un camino gitano

y ha terminado con soledad en la solapa,

nadie se ha levantado temprano

con una luna que a veces se escapa,

no se hace combustión de lo falso,

una canción de amor no se pacta,

qué mueran de amor los tiranos

con miedo al espantajo del agua,

qué revienten de paz los resolanos

y los mares salvajes que braman,

  abrazo que se da a un hermano,

remedio que aprietas en tu garganta,

sol de silencio, mi primo lejano,

baile de treguas y de catalas,

ves galaxias en los estribillos,

ves estrellas en las verdades blancas,

de goma son los cuchillos,

pura broma las zarandajas,

a sangre viva gritan los chiquillos,

a lluvia suena tu fiel guitarra,

calla la cigarra y calla el grillo,

Sabina canta lo que Prado sangra.

(estribillo)

Puedo ser cómplice de algún artificio,

puedo sufrir ceguera en cada frontera,

puedo hacer canción de esta primavera,

puedo dar parte a un juez sin oficio,

puedo buscar de ti el triste  indicio,

puedo equivocarme a mi manera,

puedo ser mártir de este sacrificio

y puedo cantarte este blues, este tango

[esta ranchera.

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SELECCIÓN DE POEMAS

POR ANTONIO ORIHUELA

DALES AMOR Y PUÑETAZOS, TV

Tú ya sabes que eres

el lugar donde trascurre su vivir,

su sumisión y sus pocas ganas de protesta,

así que dales un tiro allí,

bárrelos con la escoba si se caen de un andamio aquí,

y al resto déjalos sueltos por la jaula para que canten

y discutan de fútbol

y triplica los espacios y tiempos de la publicidad

porque nadie como ella extiende la verdadera utopía del capitalismo

y multiplica por ocho

el tiempo de la sección de deportes,

y duplica los concursos donde haya que cantar la ovejita lucera,

bailar con un zombi extraído de la programación de 1980

o recordar el primer apellido de soltera de la mujer del príncipe.

Mejor más películas de acción para que parezca que está pasando algo.

Mejor dales drogas, terrorismo y religión

y nadie se reirá cuando hables de la ley y el orden.

DESARROLLO SOSTENIBLE

En China, los niños juegan catorce horas diarias

a que trabajan

fabricando juguetes

para los niños de España.

Los pedidos para esta temporada

ya están en las tiendas

y la producción para el 2006, asegurada.

Mientras queramos,

los Reyes Magos

seguirán viniendo de Oriente.

AL SUR DE NUESTRAS UÑAS

para Sonia

Contra el parabrisas

calles adornadas con nombres de asesinos,

mendigos,

incómodos manifestantes de SAMSUNG

que los miran por el rabillo del ojo

y siguen su marcha,

no como obreros despedidos,

sino como niños que se han perdido de sus padres.

Una ETT y al lado otra, y otra, y otra,

todas muy juntas, todas habitando el centro de la ciudad,

levantadas del suelo a los primeros pisos

por recomendación gubernamental.

Ministros, consejeros, delegados, directores,

maestros, aprendices, escolares,

por encima del conocimiento: obediencia,

por encima de la justicia: compadreo.

Pisos, bloques, polígonos, zonas industriales.

Autopistas, carreteras, caminos, sendas.

Granjas, aldeas, pueblos, ciudades.

Por encima de los kilómetros, muros.

Por encima de los lugares, soledad.

Extremadura, España, Eslovaquia, Europa.

Una, dos, tres, cuatro, cinco,

seis velocidades para dejar atrás la pobreza y los incendios,

el sur, el deshielo, el relente,

la tierra devastada, la amnesia, la culpa

y sólo al final, muy al final,

algo de viento, algo de lluvia

contra el parabrisas.

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SELECCIÓN DE POEMAS

POR BRUNO JORDÁN

 

Sé que perdí

la cabeza por ti

y también sé

que saberlo

es solo el primer paso

para poder encontrarla

si es que aún anda

por ahí.

RETRATO

 

Hay quienes –no muchos,

pero incluido yo mismo-

que dicen que urdo

representaciones ocasionales en un acto, que escribo

poemas.

Lo mismo que duermo o lato.

POETA POBRE, VIEJO Y FEO

(De un autorretrato)

Vencido y convencido

de que mis ideas

eran para mí

ideales

solo,

mientras tanto

las hice añicos.

Entre los trozos convivo ahora revuelto

por el suelo.

PASAJE

 

 

Suplanto con mi mano

las mariposas alrededor de tu pelo

mientras que de la boca derramo

un flujo angosto de voz

que apenas ha podido

ser pronunciado:

Hoy

ya no eres tú

a quien espero.

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SELECCIÓN DE POEMAS

POR ASCENSIÓN RIVERA

 

Déjame Vivir

La música llegaba a mis oídos

aún por definir

me acariciaban sus sonidos

y ¡era feliz!

Mi alimento son tus entrañas

y al son de tus latidos

mi corazón al tuyo acompaña.

Entre tú y yo, madre

un delgado hilo que nos une

y a la vez nos separa.

Mis ojos cerrados

no perciben la luz de tu entorno

pero dentro de mí

viven sus colores

en deliciosos tonos.

Pero hoy … ahí afuera

existen ruidos extraños

voces que te hablan con fuerza

pasos que se aceleran.

Y de repente  un golpe

que me aleja de tu regazo

Me atrapan unos brazos

que me asfixian

me golpean unas tenazas

que me cortan

y siento como se me escapa

la vida

derramándose dentro de ti

Trato de huir pero me alcanzan

¡es  inútil luchar!

estoy aquí, atrapado

ya no hay vuelta atrás.

Ahogándome con tu sangre

me deslizo por ese canal

donde sé que al final

dejaré de existir.

Y en mi último aliento madre

aunque no puedo hablar pienso

¿por qué me mojan tus lágrimas

Si  lo quisiste así?

***

En este exquisito segundo

de la noche

donde los pensamientos vuelan

ágiles entre los dedos

nada se esconde

al derroche de la imaginación.

 

Y aunque temerosa la mano tiembla

a veces

su fuerza es poderosa

estremece

 

Rasgando el papel

puede vestirte

de luces y colores

convertirte en el centro

de ardientes amores

hacerte diestro

o concederte honores.

 

Torbellino lento

pero implacable

la mente se abre

a la melodía que se escapa

de infinitas palabras

y las absorbe.

 

Historias miles

se desatan

con la luna de fondo

o un mar de plata

lleno de  sirenas que cantan.

 

Puedes ser un sujeto

cualquiera

convertido en soneto

cuando la mano quiera

estatua de sal o de piedra.

 

El tiempo ya se quiebra

y se desvanece

ante el alba

que callada aparece

 

Se coronan los versos

se oyen los latidos

de la rima

abrazándose en el poema.

 

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SELECCIÓN DE POEMAS

POR LUCILA SORIA

 

Remembranzas 

 

“Una lluvia de ausencias acompaña”

el gemir tumultuoso de mis días.

Son presencias que añoro

están en los rincones que habitan mi memoria.

Allá en lo alto, cultivando rosas,

mi madre con sus manos mariposas.

Mi padre, el señor de las canciones

tarareando antiguas melodías.

Ellos saben de mi.

Son compañía.

Los siento en los recodos

de esta casa,

También pueblan mis instantes

con palabras

que yo sola traduzco

porque hablan el lenguaje

del amor

sin tiempo ni medida.

Hay veces que me encuentro sonriendo

enmarañada en el pajar de los recuerdos

soltando amarras a juegos y poemas

a rondas con hermanos y vecinos.

Me instalo en la lejanía de la infancia

y casi como un acto de comedia

corro , salto, río a carcajadas

y vuelvo a ser la niña

poblada de alegría.

Lucila Soria

***

Soy 

 

Soy arena blanca

para que en ella

acerques tu barca.

el ensueño sea

de dos que se aman.,.

se entregan la vida

ya no queda nada.

Soy el aire puro

que respiras calmo.

Soy el suelo firme

para que tus pasos

se acerquen a mi

sin que tu lo adviertas

Soy el brazo fuerte

para sostenerte,

la dulzura mansa

para que te entregue

caricias y besos

Soy la lluvia tenue

que moja tus días.

Soy pájaro libre

soy espejo mágico

donde ves mi rostro

aunque yo esté lejos 

Lucy Soria

  Santiago del Estero . Argentina

 

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SELECCIÓN DE POEMAS

POR TERESA PALAZZO CONTI

 

CIÉNAGA
Salgo a buscar
por los retratos
el tiempo acorralado
sin mirada.
 
A intervalos
suceden puntos germinales
que alguna vez
delinearon el rostro.
 
Los rasgos
gritan un nombre
en la pasividad de la fotografía.
 
El mito de la permanencia
aúlla
en alcobas derrumbadas.
y
yo desembarco
en una ciénaga de muertos
que insisten en fingir la sonrisa.
 
                            © Teresa Palazzo Conti
                          del poemario MEMORIA DEL ABISMO

EL SUICIDIO

Debe de haber un error.

Ya no viven aquí;

ni se han marchado.

Es cierto que en la garganta del espejo

se cuelan las imágenes

y el furor de los lazos.

También se ciñe a ratos

la soga que mutiló la senda

y dejó columpiando

las huellas de los nombres.

Que ese reloj                                                                                                                    fue suyo;

que había un crucifijo y cien llaves inútiles;

un revólver con unas pocas balas

y un rosario de cuentas transparentes.

Debe de haber un error.

Sólo el arma es lo cierto.

Y la sangre y los gritos

y el dictamen que muerde;

apenas un diluvio de noches

bajo el tiro absoluto.

©Teresa Palazzo Conti

del poemario «Sobre trazos impares»

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POEMAS DEL AMOR ANTIBÍBLICO

POR CECILIO OLIVERO MUÑOZ

AGUA-CORRIENTE

 

(soneto)

El agua es lluvia, es vida estancada,

Puede estar fría y estar caliente,

Puede ser de mar el agua helada,

Puede ser molestia frecuentemente.

Agua sagrada, entre acequia y azada,

El agua es agua, jamás se detiene,

 Vida mojada, vida aguada, vida nadada,

Si la llaman no va, sin avisar viene.

 Rey Salmón de agua dulce y salada, 

Agua vital de sembrada simiente,

Agua enjabonada, agua embotellada,

Tú eres el agua y lo con-siguiente,

Eres el agua siempre tan esperada

Tú eres el agua y yo soy lo corriente,

(agua-corriente)

SILENCIO A GRITOS

 

La tarde, sólo aquella tarde,

Se queda tranquila al saber,

Que el alba en el agua no está

E ignora su malaventura de ser,

El agua está y no está,

El agua no se deja ver.

La tarde se queda tranquila esa vez,

Suspira el viento su física y verdad,

La tarde es media mitad. 

***

Una parte de la tarde vive tranquila

Sabiendo que el agua no conoce

La impertinencia obscena de la noche.

 

TANTA CARAJA Y UN SUSPIRO

 

Tarde lluviosa, tarde tan gris,

espantapájaros con sucia ropa,

a sopa boba, pobre es la sopa,

copichuela amarga es este anís.

Blanco y negro y flor de lis,

paria amigo de esas cosas,

cortejo escueto de mariposas,

un disparo y son treinta mil,

poetas y gamusinos desde aquí,

Faustinos que se destrozan,

Cansinos que no lo gozan,

y zangolotinos hartos de regaliz.

Suspiro mío, suspiro tuyo,

los dos son aire caliente,

del suyo al trullo, abiertamente,

lo que yo a nadie chamullo

lo sabe toda la gente decente.

NO-VERDAD

 

A Juan Carlos Mestre, un poeta que emana.

 

Pienso a veces un-¿por qué no eso?-

¿Por qué no puede ser,

si he visto brillar una estrella de flashes que quieren ser de carne

en la sonrisa de los guineanos que perdieron su nombre?

¿Por qué no puede ser,

si en los páramos bohemios del azul ceniciento

donde los cuentos no creen en la quimera simulada

me dabas la mano y fermentaba de amor tu suspiro confiado?

Me pregunto -¿por qué no?-,

si eras tú eras, tú fuiste y sigues desnudo,

si quiero y tú quieres,

si los dos soñamos con el cobre de los impulsos,

si el rojo de tus labios

todavía gime con la palabra embudo,

si me miras y te miro

y somos un saturno malva que de orgásmico ama,

si los muchachos de la yunta verde

renunciaron al gris del gorrión caprichoso,

si la voluntad es prostituta y virgen de los desengaños,

¿por qué no puede ser verdad que aquellos, mis ruidos,

sean tu silencio amarilleándose en tu gozo?

¿por qué no se cuelgan los te quieros

adentro de mis embalsamados anhelos?

Se debían soñar las sorpresas y hacerse físicas de gloria,

se debían pensar los murmullos

tan quietos tan quietos

que el viento sepa que no es viento

sabiéndose nada, cuando nunca nadie pueda hacerlos paso atrás.

Yo quiero. Tú quieres.

La voluntad es un capricho del todo imposible.

Soñar es esconderse en lo putrefacto.

Levantaremos los párpados del silencio

y los haremos suave franela caliente en invierno,

y risa y brisa patética de agua en los veranos,

y desnudos los dos partiremos en la cópula del pétalo mojado

hacia la caricia que germina hacia lo nuevo.

Correremos entre distraída desnudez y canción adolescente

y seremos parte y refugio de lo que nos mira,

y gritaremos poemas de pulpa y naturaleza viva

con la sinceridad acostumbrada de siempre.

Dime, -¿Por qué no?-   

MIEDO A SER YO

 

Yo que nunca conocí el miedo

y ahora ando casi siempre asustado,

yo que nunca bebí de los yugos

y ahora mi yugo me tiene agobiado.

Yo que mentía a quien oídos paraba

y ahora so mentira no digo palabra,

yo que decía sí de alegría y corazón

y ahora no paro de decir siempre no.

Calambre de enchufe abierto,

moneda con mugre y nada más,

lamento que deja vivo al silencio,

silencio que pretende sólo gritar,

parque de la infancia volcada,

puerta abierta en aquel lupanar,

mentira que se siente atrapada,

y un bostezo que quiere aullar.

Fecha límite para el compromiso,

luz violeta en el mar del miedo,

esta el asesino, está el sumiso,

está el verdugo, está el tonto del pedo,

está tu primo, está tu sino,

está tu yugo, y está al final mi miedo.

Sólo mi miedo.

 

NIÑATO

 

Dices que soy como un niño, un niñato me llamas tú,

y soy todo un niño camino de una escuela abandonada

y camino de un parque en el aire apagado,

me escondo en mi oscuridad de niño

y tras la luna encuentro un talismán roto,

en la ancestral confusión de los hombres eternos,

con la patria metida entre sus desprecios,

 entre sus dientes picados,

entre sus miserias y sus suelas gastadas, entre sus vicios legales,

soy un niño que se pierde

en los retablos de la luz podrida,

soy la escena de oropel mugriento

en la mentira hecha carne del cine negro archivado,

soy el marchitado niño

que sueña verse bebiendo del opio sangrante de la naturaleza,

soy esa estela espesa que me ha visto y yo la sostengo,

ya que no les tengo miedo a los cuajos de sangre,

no les tengo miedo, no,

tampoco a la guerra de las autocomplacientes

estatuas

que no quieren ser nunca nadie nada en la aurora del silencio,

me esperan las vecinas con su callejón herido

y su letanía que empuja a las gacelas de la fiebre azul,

soy el hermano mayor

de los crujientes amarillos, tan suspendidos por su mala conducta,

soy el tibio niño vestido de rosa

del que se ríen de él los otros niños sin jugo

en los lagrimales de mármol inclinados tras la puta ciudad,

soy la espesa melaza

que de caliente se personifica en el aire viciado,

y se sube, se baja, se suma y se resta.

**************************************

POEMAS DE LOS HEMISFERIOS LEJANOS

POR CECILIO OLIVERO MUÑOZ

UN CUARTO EN UNA AZOTEA

 

Sudakas y gachupines descansan en Paris, duermen su tormenta,

 duermen todos en una azotea, encogidos duermen…,

en un cuarto pequeño, acogida limitada en un cuchitril,

 conviven una legión de hormigas, y un ejército de cucarachas

acompañando a la triste vigilia del éxodo de los poetas;

esperamos a que pase la guerra, la batalla ciega del consumidor,

los consumidores quieren besarnos en las manos,

las azoteas desnudas mienten sobre el milagro cercano.

Alquilar una habitación en una azotea

es alquilar la verdad de los suburbios bochincheros.

Suburbios repletos de árabes, y comunas africanas.

Una televisión, una cocina, un calefactor, un ventilador

es todo el universo que trasportamos en nuestra diáspora,

eyaculan los árboles nuestra cal inofensiva en nuestros senderos,

muerden un cielo esclavo los inquilinos del sedentarismo;

pues debe haber resquicios de libertad en los cuartos pequeños

que la precariedad nos impuso. Como congelados párpados.

Todo un mundo habla desde las azoteas, un mundo contrito

en su confort,

de amplia comodidad acaparada en los besos muertos.

Las antenas son nuestras amigas, las ilusiones de nácar

y los puentes vencidos, y los sueños que hablan de la escarcha.

Tejeré mis azules sobre las victorias del cielo,

mientras, en mi espacio chico,

asumiré la derrota de las golondrinas que escapen del sueño. 

Somos gitanos del aire invisible, somos judíos de las estrellas.

Dibujan todos los caminos una libertad horizontal,

nosotros somos nómadas divinos de la voluntad durmiente,

somos zíngaros que con sus carros recorren

un abismo en los barrancos, una cruz en los surcos de las palmas

de las manos, un llano baldío en la memoria,

una tregua que camina desnuda ante nuestra libertad.

Y grita de desnuda y de libre. Grita. Grita y camina.

HOMBRE DEL NORTE

Vs.

HOMBRE DEL SUR

(Mujer A y Mujer B)

Al hombre del norte se le acaba la batería de su celular y va al enchufe de cualquier parte de su casa a cargar su batería.

Al hombre del sur se le acaba la batería y anda cinco kilómetros

para cargar su batería, al llegar comprende

que ha habido un tremendo apagón, luego descubre

que debe andar dos kilómetros más.

***

La mujer A conecta su móvil al enchufe de su hogar.

La mujer B no tiene móvil.

Las cuatro son personas del mismo planeta.

 (Continuará)…    

HOMBRE DEL NORTE

Vs.

HOMBRE DEL SUR

(Mujer A y Mujer B)

El hombre del norte pone el televisor para ver el partido, y hace zapping mientras cena un filete sangriento como el infierno, se queja de cómo está el país, eructa mientras ve a niños llorando por un atentado en Irak, se enfada con la prensa amarilla, se mofa de los homosexuales que salen en un programa sobre moda masculina, se mira un Reality Show, sigue haciendo zapping de una  manera tan ciega que asusta, después se queda dormido y deja ver su barriga reflejada por la luz del televisor emitiendo la teletienda.

El hombre del sur pone el televisor que hay en una cantina para ver el partido, no puede hacer zapping por que están viendo el partido varios hombres en la cantina, ve los anuncios en el tiempo de descanso y ve una estupenda televisión de plasma, toda la gama de teléfonos chocolate de la compañía MOTOROLA, ve una casa inteligente en la misma Barcelona, le asombra el anuncio tan desgarrador de UNICEF, está comiendo un delicioso maní que su mujer le dio, es casi lo único que ha comido en el día, ya que antes almorzó un filete de res que le costó 2 dólares; se enfada por que han cambiado de canal, discute con el que lo cambió, decide irse a su casa en la periferia de la capital y allí pensar sobre lo que ha visto para llegar a la triste conclusión de que su vida es un infierno y lo bien que viven en el norte. 

***

La mujer A está haciendo ejercicio mientras mira la televisión, ya que le sobran unos kilos que ha cogido en las últimas Navidades pasadas. Las pasó sola, pero este año nuevo ha decidido perder esos kilos para encontrar pareja.

La mujer B está barriendo su choza, ya que no tiene nada con que distraerse, recuerda mientras tanto, las últimas Navidades pasadas, qué suerte tuvieron entonces, pudieron estar todos juntos, aunque no hubiera apenas qué comer.

Las cuatro son personas del mismo planeta. (continuará)

*************************************

AUTOFICCIÓN POÉTICA

POR CECILIO OLIVERO MUÑOZ

 

¡ESPAÑA ES UN ASCO!

 

1998 del día 9 de Julio.-Escalarre, (Vall D’Áneu).

Pirineo de Lérida, (ESPAÑA)

Camarón de la Isla estaba tumbado en la hierba,

sí, en la hierba, en la hierba plagada de cagadas de vaca

en el Doctor Festival Music del año 1998,

viene a ver al gran Iggy Pop, está fumándose un canuto

en la hierba cagada del Doctor Festival Music.

De pronto lo ve una chica con un ojo a la virulé,

es morena, de pelo corto, se llama Isabel,

es catalana, de La Bisbal de l’ Empordà,

es maestra de niños y niñas, la quieren mucho estos niños y niñas.

Hablan de todo ella y Camarón. Beben, fuman porros,

toman pastillas, se divierten.

De pronto se encuentran con un grupo de Navarros

que han venido al Doctor festival Music para ver

a los Negu Gorriak; son independentistas,

llevan con ellos una bota de vino en la que han puesto

güisqui DYC con vino peleón, llevan también consigo

una ikurriña, uno de ellos se la ha atado al brazo,

es el más apuesto y joven, es un vasco típico,

con mentón, nariz y perfil vasco, con cuerpo de vasco,

parece que toda su puta vida haya cortado troncos en Euskadi,

no habla euskera, pero quiere la independencia.

Se ponen a disfrutar de los conciertos juntos,

se drogan, beben, conversan, a Camarón de la Isla

le ha llamado la atención el vasco de la bandera

en el brazo, conversa con él, hablan mal de la Guardia Civil,

se han hecho amigos, aunque Isabel quiere irse,

esta gente a Isabel no le gusta, todos navarros,

todos independentistas, ella no lo es, es catalana,

pero no independentista; ama la paz, ella es hippie,

su lema es un mundo al revés, por eso no les gusta nada,

ella quiere irse, Camarón le dice que espere,

que se está divirtiendo. Se esperan los dos,

ven muchos conciertos juntos, hasta que Isabel se cansa.

Se fueron Camarón de la Isla y la catalana Isabel

de ese nido de independentistas vascos.

Camarón se va con Isabel y van a la tienda de campaña

a practicar sexo duro con ella, ella es morena,

con el pelo corto, con un ojo a la virulé,

pero es una viciosa de cuidado; follan, follan mucho,

a Isabel le gusta que mientras practican sexo

Camarón le diga guarradas al oído.

Acaban de follar; ella y Camarón se quedan juntos

mirando las estrellas. Esa noche hubo lágrimas de San Lorenzo,

una lluvia interminable de estrellas se abalanzan sobre ellos,

Camarón le dice a ella:-pide un deseo- Ella le dice:

Ya lo tengo, -¿qué has pensado?- Que haya paz en la Tierra.

Camarón le dice: -se cumplirá- Después le canta Canastera.

***

Año 2000.- Día 9 de Julio.-

Plaza del Castillo-Café Iruña-Pamplona (Navarra)

DOS AÑOS DESPUES:

Camarón está paseando por la plaza del Castillo, en Pamplona,

donde está el Café-Bar-Restaurante Iruña.

Va todo borracho por la plaza; son los San Fermines del año 2.000. De pronto,- ¿con quién se encuentra?-

Se encuentra con el vasco de la Ikurriña atada en el brazo.

Le hizo gracia el chaval. Se acerca a él.

Primero duda, ya que el vasco va totalmente borracho.

Pero se acerca a él y le dice: -¿Te acuerdas de mí?-

Soy Camarón de la Isla, aquel tío del Doctor Festival

que hablaba contigo, sí, hombre sí. Soy yo.

-¿No te acuerdas?-

De pronto el vasco da un alarido de súbita rabia.

Golpea a una papelera de plástico que estaba repleta de basura

y la tira al suelo. Camarón se queda estupefacto.

Se pierde el vasco entre la muchedumbre.

Camarón lo ve perderse entre la multitud

y oye que grita: -¡España es un asco!-

Camarón se acuerda de los momentos vividos

en el Doctor Festival Music del año 98.

Se dice a sí mismo:

-Estos tíos de la ETA son unos reaccionarios de cuidado-.

-¡Al chiquero con ellos!-

Y escupe en el asfalto gris de aquella plaza en Pamplona.

Camarón de la Isla se va de allí cantando: (Dónde una ermita poner).

 

 

CARTA AL PRESIDENTE TODOPODEROSO

BARACK OBAMA

 

Obama, presidente todopoderoso, hombre angelical,

te pido, si es posible, que ofrezcas de tu vacuna de sol meridional

a Zapatero y a todos los politicastros de esta humanidad,

que mi madre duerma hasta las diez de la mañana

y después, si fuera posible, una siesta de cuatro a seis,

te pido que mi padre tenga la salud del acero inoxidable,

y también mi madre, porqué no,

que hagas su mundo transitable, y sus días primaverales,

te pido protección para mis hermanos, ya que,

mi hermano trabaja en la sección eléctrica del mundo

del espectáculo, y puede correr peligros

con la corriente, también con su cuenta corriente,

y también con todo de lo presuntamente corriente.

Sobre mi hermana, que es una gran profesional de lo suyo,

es asesora de imagen y asuntos protocolarios

y sí cuidas de ella

puedo decirle que te asesore en algunas de tus cumbres,

ya que no careces de ellas, y hacemos un fifty, fifty,

mitad para cada uno y asunto zanjado,

te pido, por favor, presidente de ébano Obama,

que cuides de mi mujer, por que es cocinera en un restaurante

de comida veloz, y viene demasiado lenta, es decir,

llega demasiado cansada a mi dulce y tieso hogar.

Te pediría que dulcificaras aquello que es amargo

y  que pusieses amargor en las fotografías que te suelen hacer,

esa sonrisa abierta de par en par no se la traga nadie,

te pido por favor que le hagas fácil a mi hijastra

su entrada en los estudios de gastronomía, ya que ella

lo ve a corto plazo muy difícil, y a largo ya ni te cuento.

Te pido, presidente súper mulato de los Estados Unidos

que mi sobrina tenga una vida fácil, sin muchos calentamientos

de cabeza y sin ninguna tensión ni presión,

que cubras tú, papi chulo, sus facturas y sus caprichos,

y mantengas alejados a repugnantes pederastas,

 apestados carboneros, y sucios vivarachos sin principios.

Te pediría también que indujeras a los politicastros del Perú

en un estado de gracia, en un trance de generosidad total,

y los hicieras comulgar con ruedas de molino,

y los hicieras arrepentirse con tu mano de santo,

y si se ponen tontos, ¡a Guantánamo con ellos!

Te pedería también una cosita más, algo especial,

te pido, si no es mucho pedir, que los MCDonalds volvieran

otra vez

a sus ofertas de Euro, ya que estoy sin blanca,

y quiero engordar placidamente mientras el mundo,

su mundo, mi mundo,

se nos va a la mierda o se encamina a la idiotez universal,

ya que muchos siguen engordando sus cifras

gracias a que otros siguen achicando sus carnes.

Thank You, Mister President. I Love You Forever.

One Kiss four the ghetto.

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41º NÚMERO DE LA REVISTA LITERARIA NEVANDO EN LA GUINEA

 

E-MAIL: nevandoenlaguinea@hotmail.com

41º NÚMERO DE LA REVISTA LITERARIA

NEVANDO EN LA GUINEA

NºXLI   27-02-2.010

 

La literatura es invención. La ficción es ficción.

Calificar un relato de historia verídica es un insulto

al arte y a la verdad. Todo gran escritor es un gran embaucador.

 

Vladimir Nabokov

 

La verdad tiene estructura de ficción.

 

Jacques Lacan

 

Todos los hombres que dicen sí mienten.

 

 Herman Melville

 

EDITORIAL XLI

Minimalismo vs. Grandiosidad

 

 

Guy Debord comienza su ensayo «La Sociedad del Espectáculo» con la siguiente afirmación: «Toda la vida de las sociedades en las que dominan las condiciones modernas de producción se presenta como una inmensa acumulación de espectáculos. Todo lo que era vivido directamente se aparta en una representación». Si hoy pudiera asistir a la acumulación de espectáculos, sin duda pensaría que se quedó corto.

 

Los Estados modernos han fomentado y fomentan lo espectacular como extensión neomoderna del espectáculo, todo parece medirse, en el ámbito cultural -en otros también-, en lo grandioso. Los museos son un buen ejemplo, se huye del museo con dimensiones humanas para construirse grandiosos templos que al final albergan exposiciones que pasan a un segundo plano frente al edificio -lo importante, parece ser, es el continente, no el contenido-, pero ocurre también en otros ámbitos. En el cine se ha pasado de ser primero los actores y luego los directores los centros de atención a fijarse en los presupuestos, como si el dinero invertido pudiera ser garantía de un buen relato.

 

El capitalismo del incipiente siglo XXI ha buscado vaciar tanto de contenidos la realidad que al final asistimos nuevamente a la estética de la grandiosidad, que es al fin y al cabo, recuérdese, la estética de los regímenes autoritarios. Los fascismos y el estalinismo, como antaño el poder absolutista, ha buscado reducir las dimensiones humanas de la comunidad a base de levantar enormes edificios frente a los cuales el individuo se siente pequeño. Hay un evidente valor político en esta opción. Se procura achicar la capacidad humana de construir una sociedad más justa e igualitaria, más libre y participativa: los grandes museos empequeñecen al visitante, lo ningunean; las grandes producciones cinematográficas reducen el relato a su mínima expresión en beneficio de los efectos especiales.

 

Este efecto se ha trasladado en cierto modo a la literatura, que en ocasiones parece haber devenido un mero mercado de Best-Sellers y autores que se vuelven mediáticos más que escritores. La muerte, hace unas pocas semanas, de Sallinger nos remite a un escritor que creía que lo importante es su obra y huía de la atención pública.

 

Por otro lado, se realizan tremendas campañas de publicidad de exposiciones, películas y libros, porque en la sociedad ociosa que se ha ido desarrollando en los últimos decenios lo importante ha llegado a ser el acto público. Se abren los museos, se organizan festivales y galas, pero al final nos damos cuenta hasta qué punto todo se repite una y mil veces. Es como la televisión, tenemos más cadenas pero menos variedad.

 

Por suerte, frente a estos síntomas de grandiosidad, brotan experiencias pequeñas y de dimensiones humanas que permiten una mejor calidad de la cultura. Hemos hablado más de una vez de la importancia que adquieren las pequeñas editoriales para dar a conocer nuevos autores. Lo mismo podemos decir de galerías y de cine-clubes que surgen a lo largo y ancho de muchos países, incluso de aquellos que, por su pobreza, creemos al margen de los canales culturales. Ahí tenemos para demostrarlo la fuerza de la música en África, con su multitud de cantantes y griots que se abren paso al margen de lo más comercial.

 

Optar por un modelo cultural que prime lo pequeño es optar por una cultura más global porque conlleva incorporar a las personas al meollo del discurso, no convertirlos en meros y silenciosos receptores. De este modo, cada individuo se vuelve protagonista del diálogo cultural. En este sentido, y como ejemplo local de lo que aquí defendemos, está el modelo que un puñado de personas está desarrollando en Barcelona a través del proyecto Rimaia, que además de un Centro Social Ocupado es un lugar de creación, participación y discusión como hacía tiempo que la disidencia europea no estaba llevando a cabo. Con independencia de lo que uno considere acerca del movimiento Okupa o Squater, es cierto que hay experiencias que hemos de tener bien a la vista.

 

 

 

CELSO TITO Y SUS

SUEÑOS DORADOS

 

Él es bajo (chatito), moreno de piel (trigueño),

palomilla del vivir; es su cabello parcialmente canoso,

tiene un bigote (también canoso); es peculiar,

le persigue una gracia natural, parece improvisada,

cuando está sereno: es un ser nervioso,

un nerviosismo torpe y patoso del que huye, le hace daño,

se debe a ello su debilidad por el alcohol.

Dice él que anduvo de niño y adolescente en el puerto

de “El Callao”, donde conoció

a marineros que iban a todos los confines

de este mundo que no duerme. Él tampoco dormía.

Soñaba despierto un sueño de visados concedidos

y leyendas y habladurías que quizá fueran verdad.

De ahí le viene su obsesión, manía, o disfraz

de apropiarse de dejos, o de acentos nada acordes con su patria,

su patria, las fiestas de su patria son su fecha de nacimiento;

cuando habla también sueña, y sueña

porque habla, habla mientras sueña;

 hace acopio de jergas españolas, argentinas,

colombianas, chilenas, y mexicanas, sabe la procedencia

de las gentes tan sólo con mirarlas,

sabe de los conflictos de una América en decadencia anunciada,

es internacionalísimo, es un hombre papagayo,

es un exótico ser que viaja soñando

desde historias breves que le contaron

y que él hace realidad en su potaje de palabras tatuadas,

palabras que escupe como un Quijote charlatán,

palabras de sustrato marginal de países que no ha visitado

pero que lo hacen soñar, al mismo tiempo

que habla:. –La hostia, joder, coño- así, sin sentido alguno.

Cada palabra, una nacionalidad distinta, cada frase hecha,

otra personalidad, con la cual, soñarse lejos de su realidad.

Cuando se emborracha se hace pesado,

repite y repite la misma jerga cuando se halla

frente al viajero y su sombra, según sea

la nacionalidad del visitante a quien se dirija.

La historia de este hombre-papagayo

es la de un hombre de la calle, la de un pájaro

de colores que se dice así mismo “moro”, “gitano”.

Sueña y sueña, ya que, debido a su amor

por la tauromaquia, sueña con ir de visita a España.

Me dice:-¿Tú crees que yo iré a España?-

Y yo le digo:-Sí, claro, ¿por qué no?-

Él se emociona y lagrimea su desdicha

de pájaro de colores en una jaula-abierta, abierta a un puerto.

Se acuerda mucho, quizá demasiado,

de la Madre Patria, de España, de la Iberia sumergida

que hace tiempo reniega de seres como él,

de seres que sueñan en su viaje de leyendas y romances,

en sus sueños dorados e imposibles. Utopías de paraíso.

Creo que cuando España lo mire a los ojos

no lo reconocerá como hijo y esa será

la última desdicha que su corazón padecerá

antes de volver a soñar con otra virginal tierra

que no reniegue de los seres que la hicieron cuento

 y parte del vestigio de sueños que llaman a su puerta.  

 

 

 

Por Cecilio Olivero Muñoz

 

 

Una velada cualquiera

 

 

         ¡Vaya!, exclamé cuando Miriam me dijo que ya había comprado las entradas para el Liceo, qué siniestra casualidad. Me miró extrañada, un tanto alarmada ante la posibilidad de que mis palabras de sorpresa revelaran algún inconveniente personal o alguna dificultad añadida y que, según denotaba probablemente el tono de mi voz, tal vez fuese algo grave, además de inoportuno. Qué sucede, me preguntó. Sonreí ligeramente. Tuve para mí que había programadores culturales que parecían actuar movidos más bien por un extraño sentido del humor. Y el del Liceo no era para menos. O no se habían dado cuenta o poseían una ironía que rozaba la perversidad, por llamarlo de algún modo. En todo caso, resultaba a todas luces trágico.

         Las entradas eran para el día 7 de Noviembre y se trataba del estreno de Guillermo Tell de Rosini, en una nueva versión de una compañía por la que Miriam sentía no poca devoción. Lo irónico del asunto, aunque mejor sería decir lo macabro, era que fue también un 7 de Noviembre, en concreto el del año 1893, y nada menos que con ese mismo estreno, que un anarquista, Santiago Salvador, lanzó desde el gallinero dos bombas, las de un modelo muy conocido en la época llamado Orsini, una de las cuales estalló finalmente en la platea y causó una masacre que conmocionó en profundidad a toda la ciudad. Evidentemente, era una extraña forma, sin duda de un gusto un tanto luctuoso, si es que se había sido consciente de tal hecho, de conmemorar esa fecha.

         Miriam empalideció ligeramente. No puede ser, murmuró. La miré de pronto con repentina extrañeza y no poca curiosidad. Resultaba claro que lo más creíble era que se trataba de un hecho casual, extraño, sin duda, pero casual al fin y al cabo. Es cierto que costaba creer que a ningún responsable de asuntos culturales y con cierta documentación de la historia de la ciudad se le pudiera escapar un detalle así. La bomba del Liceo, además, había quedado grabada sin duda en eso que llaman la memoria colectiva de Barcelona, una nueva razón que acentuaba lo deplorable de la coincidencia, y hasta cierto punto resultaba inverosímil que hubiera sido una decisión consciente, todo apuntaba a que había pasado desapercibido a los propios gestores del céntrico teatro tan dramática coincidencia. La vida ofrece a veces bromas macabras como aquella al fin y al cabo.

         No obstante, esa repentina palidez que a mí, de pronto, me llamó la atención no era fruto del enfado o la lógica irritación que pudiera causar la falta de tacto, consciente o no, de los programadores del Liceo, sino que parecía responder más bien a otro fenómeno con el que no contaba, y no era otro que el que se me ofreciera una imagen de Miriam que hasta entonces no conocía y que me resultaba cuanto menos chocante: la mujer racional y racionalista con quien convivía desde hacía años y que creía conocer a la perfección era supersticiosa.

– Miriam, ¿no irás a creer que la historia se repite por el mero hecho de reproducir algunos gestos? -pregunté.

– No, no, qué va … -balbuceó y creí por un momento que me iba a decir que cambiaría la fecha de nuestras entradas.

         No las cambió y durante la semana que siguió hasta el día 7 no volvimos a hablar del tema. Nuestra vida transcurrió con la misma tranquilidad a la que nos habíamos habituado, una vida que sin duda algunos calificaban de plena, incluso feliz. No era de recibo que fuéramos para muchos de nuestros amigos y conocidos una de esas modélicas parejas que rozan la perfección. Esa idílica estampa se incrementó además con el nacimiento de nuestra hija Amelia, dos años antes, una criatura excepcional, sin duda, y que nos brindó no poca felicidad.

         A veces, no obstante, me burlaba de esa imagen de conjunto tan idealizada. Cosa de perspectiva, supongo. Sois una pareja maravillosa, nos había dicho la abuela de Miriam al poco que me presentara como su prometido, guapos, cultos, agradables, educados, el ideal de toda madre, ¿verdad que sí? La pregunta había sido dirigida a su hija, la madre de Miriam, mi suegra, que sonrió de oreja a oreja con absoluta sinceridad, tal vez con la sensación de que ni ella misma se podía creer del todo la sublime realidad de su hija. Incluso me apreciaba como yerno, cosa por otro lado habitual en mí, ya con anterioridad solía caerles mejor a los padres de mis novias que a mis propias novias, y alguno hubo que se dolió porque sus hija me abandonara. Nuestros respectivos padres, ciertamente, estaban encantados de la vida con nosotros, sobre todo los míos que más de una vez dudaron de mi capacidad para salir adelante y mejorar. Nuestro pretendido y loado triunfo socio-existencial lo consideraron absoluto, más importante incluso que para nosotros mismos, que mirábamos la vida con cierta distancia.                      

         Vivíamos por otro lado con plenitud la vida cultural y social que la ciudad nos ofrecía, una ciudad de la que estábamos orgullos, nos encantaba y que no cambiaríamos por ninguna otra. A ello contribuía que residiéramos en pleno centro, nada menos que en el lugar perfecto para una pareja como nosotros, en un gran apartamento de la derecha del Ensanche, entre el Paseo de Gracia y el Paseo de San Juan, entre la calle Aragón y el Ronda de San Pedro, ese barrio que la burguesía barcelonesa construyó a finales del siglo XIX para salir del congestionado centro urbano, en el que se levantaban edificios de piedra y caliza, moldeados a la manera idealizada que las clases altas tenían de la mítica París, todo ello en el metódico barrio del Ensanche, construido con tiralíneas y aplicando la más pura racionalidad de un momento de confianza y progreso, y que con el paso del tiempo permaneció apacible y tranquilo para que pudieran continuar sus plácidas vidas los descendientes de aquella burguesía y algunos recién llegados como yo, que se incorporaban a la acogedora sociedad urbana.

         Transcurrió por tanto la semana con el sosiego de siempre. Miriam daba sus clases de estética en la Universidad, mientras que yo me ocupaba de la gestión cultural de la Fundación de un Banco, que quería limpiar su imagen de negocio usurero y su mala conciencia alimentada además con algunas eventualidades de tipo contable dentro y fuera de nuestras fronteras que salieron a la luz y que fueron debidamente oscurecidas, con lo que pretendían devolver a la sociedad, y así lo anunciaban a bombo y platillo, parte de sus beneficios por medio de becas y exposiciones, algo que lucía muchísimo y aportaba buena imagen, todo ello bajo mi distante gestión. Claro que, pese a la cotidianidad rutinaria de nuestras vidas, no podía olvidar del todo la sesión musical que me esperaba y la casualidad que tanto me había sorprendido.

         La curiosidad, por otro lado, me llevó a interesarme y leer algunas notas sobre el autor del crimen -Santiago Salvador Franch, ladrón de bancos, anarquista convencido, fugitivo de la justicia hasta ser descubierto, juzgado y condenado a muerte, un personaje que, pese a ser el autor de tamaña barbarie como la del Liceo, resultaba a todas luces un ser atrayente- y sobre la situación social de aquellos años de progreso y terror. Los tiempos habían cambiado, desde luego, aunque era posible que la  distancia temporal brindase no poca indiferencia a las pasiones despertadas por entonces. La sociedad hoy, en todo caso, creía yo al menos, no era ni de lejos la de aquellos años de finales del XIX y principios del XX en los que la explotación y la miseria parecían ilimitadas en Barcelona. Años también de una violencia inusitada: poco después de aquella bomba del Liceo otro anarquista había hecho volar una procesión de Semana Santa en el Born y, frente a los extremistas obreros, cuya violencia se explicaba, aunque no siempre se justificase, por las pésimas condiciones de vida de los trabajadores, el somatén de la patronal ejercía también una violencia extrema y causaba no poca sangre. Desde luego, Barcelona había devenido un lugar pacífico, aparentemente al menos, con los años, nada que ver con aquella época. Miriam podría disfrutar con toda seguridad de una velada tranquila de opera, sonreí al recordar esa repentina superstición brotada en alguna región irracional de su alma, y no cabía posibilidad de que nadie, extremista o desesperado, lanzara una bomba contra nosotros en la función del Liceo.

         Llegó el 7 de Noviembre y a media tarde volvimos a casa para prepararnos después de haber dejado a nuestra hija en casa de sus abuelos. Nos vestimos de gala, Miriam con su vestido negro que destacaba su figura y la hacía aún más atractiva si cabe, yo con el esmoquin que mis padres me regalaron y que les debió de costar media paga por lo menos, pero que tanta ilusión les dio dármelo. Ninguno de los dos volvimos a mencionar la coincidencia de fechas y de obra. Ella parecía haber olvidado sus repentinos temores y yo no quise recordárselos, no fuera que la mera mención destapara de nuevo esa zona oscura y supersticiosa de su alma.  

         Fuimos en taxi hasta el Liceo, apenas quince minutos desde nuestra casa. Durante el trayecto fantaseé con el público asistente en 1893. Al igual que nosotros, se prepararían para la obra. Vestirían sus mejores galas y seguramente algunos saldrían de nuestro mismo barrio, tal vez de nuestra propia casa. Tomarían una calesa que, al igual que nuestro taxi, les dejarían en la misma entrada. El bullicio sería idéntico que el de ahora y en el paseo central de las Ramblas se amontonaría la gente para contemplar a los afortunados que aquella noche se sumergirían en el marco incomparable, tópico manda, del Liceo. Me dio mala espina observar que un puñado de personas, bajo la atenta mirada de unos policías, gritaba consignas contra el paro y el capital, un tipo entre ellos enarbolaba la bandera rojinegra. Bromas de la historia, consideré.

          Entramos en el edificio después de saludar a algunos conocidos. Me sentí inquieto. Seré estúpido, pensé al suponer que la agitación que había sentido Miriam unos días antes se había trasladado a mi espíritu. Miraba a mi alrededor con aprensión, como si en cualquier momento la mirada de un agitador me fuera a indicar lo que iba a ocurrir a mitad de la sesión. Por lo menos el público de 1893 carecía de antecedentes y entraría con sosiego al teatro, sin percibir la tragedia, sin temer la catástrofe que se avecinaba. Claro que sólo yo parecía ser consciente de la fatal coincidencia, el resto de asistentes no mostraban el más mínimo resquicio de temor. Ocupamos nuestro asiento. Miriam estaba feliz. Sentimos ese ambiente palpitante previo a la exaltación de un concierto, aunque en mi caso me sentí embargado por un nerviosismo que era absurdo, pero que al tiempo me sentí incapaz de expulsar de mi interior.

         Miré hacia los asientos superiores y por un momento creí ver al hombre que en el interior de su chaqueta portaba el criminal artefacto. A punto estuve de gritarle que yo nada le había hecho, que su miseria y la de los suyos no era responsabilidad mía, que mi pertenencia a la clase detestada, en mi caso un recién llegado como quien dice, no me convertía en un explotador y menos aún en candidato a una muerte violenta como la que él parecía deseoso de proporcionarme. Te estás volviendo loco, me dije al darme cuenta de lo absurdo de dicha idea.

         Se apagaron las luces y comenzó la música. Poco a poco, mis temores fueron diluyéndose. Había sido algo estúpido toda aquella aprensión sin sentido. Cerré los ojos y me dejé llevar por la melodía y el encanto de las voces. Eso me llevó a pensar de pronto en mi vida junto a Miriam y a mi hija. Me emocioné por un momento. Ahí, sumergido en la oscuridad del Liceo, perdí la noción del tiempo, de la época, me sentí de pronto el iniciador de una saga familiar, vislumbré a mis descendientes y sonreí al pensar que pasados algunos años tal vez alguno de ellos acudiría tal día como hoy al estreno del Guillermo Tell de Rosini.

 

 

Juan A. Herrero Díez

 

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¡ES LA HORA DE LOS DISCURSOS!

 

Por Cecilio Olivero Muñoz

 

 

DISCURSO DEL POETA CANSADO

 

¡Haced lo que os venga en gana!

 

DISCURSO DEL POETA ECOLÓGICO

 

No ensuciéis los ríos, los valles,

la selva es nuestro origen,

cuidad del agua, es de todos,

coged la bicicleta, veréis brotar

el alto árbol que nos hace respirar.

 

DISCURSO DEL POETA INGENUO

 

Ustedes, los padres de una patria de derrotados,

los padres de una patria de humillados por otras patrias,

ustedes, los desentendidos, ustedes, los ciegos,

ustedes que sabéis a qué precio está la coima,

ustedes que sabéis el precio de la zozobra a un pueblo,

ustedes, los que están de mero artificio, de puro adorno,

oropel  marchito entre tanta inmundicia,

entre tanto acto sin ejecutarse, entre tanta indiferencia,

¿conocéis el valor del sufrimiento de vuestro pueblo?

¿pertenecéis a esa clase de hombres que luchan?

¿sabéis el rumbo de vuestro eco entre la multitud?

Sois parte de una patria cansada de consignas y balbuceos.

Ustedes, padres de la patria, que viajáis en carro digno,

carro oficial, carro pagado por esos millones de nadies,

¿sabéis que la gente es transportada como ganado?

¿sabéis que esas combis y esos micro-buses

a los que el pueblo acude son una trampa de chatarra?

¿sabéis de vuestro tráfico, de vuestros senderos,

de vuestra circulación vial, de vuestras carreteras descuidadas?

Ustedes, padres de la patria, ¿abrís la ventanilla

cuando un niño os vende un caramelo?

¿conocéis las circunstancias de ese padre que pone

a su hijo a trabajar por un Sol en un semáforo?

Ustedes, padres de la patria, ¿han ido a visitarse

o de emergencias a un hospital del estado?

Seguro ustedes, con sus sueldos generosos, con sus trajes,

sus coches nuevos, sus propiedades en Miraflores,

en San Isidro, lejos de la sombra del chacal,

no veis la realidad de vuestra gente sin oportunidades.

¿Por qué se quieren marchar casi todos de su patria?

¿Comprendéis que la gente tiene miedo a que le roben?

Dicen que el que los habitantes de una nación

tengan unos gobernantes cínicos, interesados, corruptos,

también esos habitantes serán de la misma condición.

Hicieron experimentos y llegaron a esa conclusión.

Padres de la patria, de tal astilla, tal palo.

Padres de la patria, vuestra patria, es un caos.

Yo vengo de un país rico y desarrollado, quizá no tenga

la cualidad moral para criticar a un gobernante

de un país, en el cual, no resido.

Pero tengo la verdad de una persona que ve el día a día,

de una persona que, a resumidas cuentas,

también padece de vuestra ceguera imposible.

 

[Mientras, los padres de la patria: se encuentran

videando Fausto en el Teatro Peruano Japonés.]

 

 

DISCURSO DEL POETA LOCO

 

Mi mundo no es tu mundo,

mi sol si es tu sol.

Tu estrella es aquella,

mi estrella mi corazón,

me tapo los ojos,

no veo el rastrojo,

mi realidad está fuera,

mi sombrajo es una higuera.

 

DISCURSO DEL POETA TIERNO

 

Los niños, las niñas, las madres, las hijas,

los sueños son cielo cercano,

me despierto y se van en el aire,

te doy un beso en la frente,

te doy otro en la mejilla,

encuentro frecuente

ponerme ante ti de rodillas.

Me pongo un sombrero,

me echo a llorar, me creo vocero

y al mundo voy a salvar.

Una flor es una caricia

y un lamento es una espina,

me tomo una aspirina

por que me duele esta avaricia.

 

 

 

DISCURSO DEL POETA TONTO

 

Te cambio este billete

por un montón de mocos verdes,

te cambio mi ser feliz

por la alegría de tu país.

 

DISCURSO DEL POETA NIÑO

 

Juan Ramón Jiménez con jota

dijo un día el calvorota,

el poeta es un niño,

yo designo al más lampiño,

debe ser ese su lío,

¿por qué llamarse Pío?

lo hace casi pajarillo

y lleva un grillo en el bolsillo,

los países son idiotas

y los que los mandan toca-pelotas,

coged el aire con vuestras manos,

tienen la culpa los americanos.

 

 

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POEMA DE SILVIA AURORA MANRÍQUEZ MURUA

 

Allá en el cielo, en ese inmenso azul,
donde duerme el sol de día
y las estrellas brillan de noche,
para los enamorados viene la calma,
del día claro,
donde vuelan las gaviotas
y se desvanecen los sueños
que son espuma,
incluyendo las pesadillas,
donde apareces tú
allá tan lejos
en el horizonte
donde se pierden los barcos
de las ilusiones
que van y vienen
en la alegría del regreso
unida al cielo y al mar
en viajes y despedidas
donde no soy cocinera ni responsable
de nada
sólo la mujer que escribe versos
entre las nubes y el horizonte.

No creo en San Valentín…

 

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MI PRIMO Y YO

Tenía la edad del limonero de la casa, y me relamía los dedos con pensamientos que acababan descomponiéndome,  pues me quedaba con los ojos  muy abiertos, hasta altas horas de la noche, sin oír siquiera el violín del grillo que vagaba por la habitación. O el chistido del búho. Entonces, mi abuela me acercaba un vaso de leche, diciéndome: “Ya otra vez estás en trance. Mañanita terminarás loca. Estás de cabra. Tal cual. De cabra. No se debe pensar en eso a tu edad”.
Me hallaba enamorada.
Mi corazón era  un árbol dentro de una casona, un árbol cuyas ramas  crecían rompiendo tejas y aleros para terminar por crucificar sus nervios  en el pararrayos. Sus frutas eran el mismo incendio  pues  las cortinas desaparecían, bajo el fuego, hasta que sólo quedaba una ventana desde la que observaba, melancólica, un horizonte, una línea crepuscular de pájaros negros en huida.
 Me gustaba hablar conmigo misma en un lenguaje que era la mismísima niebla. O el nubarrón del que salían las tijeretas bulliciosas.
Pensaba en mi primo como se piensa en la llovizna,  en las hojas llevadas por los pasos apresurados de la gente, en el viento de la lluvia arrastrando una carta desconocida, en la oscuridad  de la habitación presa de su clausura donde parpadeaba la luz fosfórica de una repentina presencia.
Ya no recuerdo casi las facciones de M. A. Sé que era inteligente. Sabía trigonometría, botánica, física y hasta masonería;  era el mejor alumno del colegio, solía entrar en crisis nerviosas y me adoraba.
Jugábamos a los indios. Venía a liberarme de la indiada, que era rebelde; los primos, entonces, amenazaban con dejarme devorar por las hormigas rojas que iban y venían en un tránsito alocado por el jacarandá.
Abrazarme fuertemente, llamarme reina cautiva, volverme a atar con la piola, formaban parte de las escenas cinematográficas.
El juego tenía  un guión de muerte, traición y despedidas.
Éramos niños, la sangre nos quemaba las venas;  amaba sus ojos negros animados por la chispa genuina de la genialidad. Solía fijarse en los limones de mi pecho, pero no se atrevía a morderme, a bajar su cara sobre mi cara. No era que no queríamos besarnos por miedo a que nos viera la abuela. Sentíamos el temor real a nuestra carne, pues  nos atreveríamos a todo, después, si empezábamos por las bocas.
Nos alegraba tomarnos de las manos. Y abrazarnos hasta que la inocencia estallara. Mi primo desarreglaba mis cabellos; sentía bronca contra mi pelo lacio. Se suponía que debía enojarme, por lo menos falsamente. Pero me quedaba fea, quieta ante sus ojos, con los cabellos desarreglados  y el corazón pisando el vestido y la enagua de  mi entendimiento.
Yo era una india de una película del Lejano Oeste, sublevada y herida por el amor de un hombre blanco, que en breve tiempo retornaría a la civilización.
A la noche, tumbada sobre el lecho, pensaba una, dos, siete veces,  en él. Diera cuanto diera porque me besara.
Imaginaba que iba a la colina, y que lo llamaba, al caer la tarde, y que él aparecía saliendo de mí misma, de mis alucinaciones, plantándose ante mi figura.
Haríamos el amor bajo la luna escarlata, enorme y cruzada por una gritona ave nocturna, sobre el pasto apenas mojado. No iríamos en sangre.
Pienso en mi amor infantil y el alma se me llena de hojas amarillas y quebradizas. Entonces era pequeña y me juraba a mí misma que me casaría con  M. A.
Me miro en el espejo: muchos espíritus tristes y alientos que exhalan el frío de los huesos sepultados se arriman a la luna del ropero. Hay  un  llanto, un murmullo  de muertos en la habitación. Y un olor a jazmines viejos y pasados por agua servida.
Afuera, un perro ladra a otro. 
El macho corteja a la hembra. Las moscas vuelan en torno al cadáver de  un gorrión sobre  la vereda mugrienta. Un niño observa la escena y arroja una piedra contra las bestias.
El espejo me devuelve la imagen de una mujer que todavía sueña que es niña, y que aguarda la llegada, de un momento a otro, de su primo.
Podría jurar que el amor de la infancia es el más fuerte de todos los amores.

Por Delfina Acosta

 

 

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SELECCIÓN DE POEMAS

POR BRUNO JORDÁN

 

 

PALABRAS PARA JOSÉ AGUSTÍN

 

 

No se conocen las circunstancias de su muerte porque estaba solo 

en su casa 

en aquel momento, 

aunque, según sus allegados, 

lo encontraban últimamente muy deprimido.

En todo caso, lo cierto y verdad -lo dice la prensa- es que

sobre las cuatro de la tarde, desde la ventana de su domicilio, se precipitó.

 

 

 

Otra puerta que se cierra

 

LIQUIDACIÓN DE EXISTENCIAS

 

 

 

 

No se trata,

a fin de cuentas,

de averiguar

quien puso más

 

sino de notar,

ahora

tan solo,

lo que deja,

lo que queda

de cada cual.

 

 

 

 

 

 

Insisto, ya ves, en repetir el poema. Cuando hablamos ayer a mediodía lo hicimos, si no estoy equivocado, diciendo yo que prefiero que no haya más contenidos afectivos en nuestras comunicaciones y que, si así lo deseabas, podíamos vernos esa misma tarde o algún otro día para poder hablar entre nosotros y de nosotros. Este poema, leído despacio y atentamente, ya habla de eso, de liquidar cosas que existen, de cómo hacer balance final, de ver la manera de no seguir, también ahora, compitiendo por todo, de encarar lo que dejamos atrás y cómo quedamos nosotros mismos de forma que nos ayude –o, al menos, no nos obstaculice demasiado- lo que nos falte por vivir. No lo conseguí anoche. Obtuve lo contrario. No lo intentaré más.

 

Otra puerta que se cierra.

 

 

No siempre los pájaros cantan

no siempre es primavera

ni las nubes tienen ganas de levantarse.

 

En ocasiones

se navega por charcos de estrellas

y las palomas atraviesan el tiempo

porque están en una jaula libre.

 

En ocasiones

el amor ensancha mis cadenas.

 

New Age Haiku

 

Cuando niño

me debatía perpetuamente

entre llegar a ser bombero

o pirómano, que también tiene su aquel.

 

Ahora

estoy aprendiendo japonés.

 

 

<LOS BESOS

cotizan a la baja.

 

Los míos,

tomando como referencia

índices tan incontrovertibles

como el NASDAQ,

los resultados

del Protocolo de la Cumbre del Talayón,

y de la puesta en marcha

de las indicaciones

del I+D+HYZ4

(véase nota

a pie de página)

 

…están sufriendo

pérdidas incalculables.

 

 

GRAVEDAD

 

 

A veces me veo desde tan alto

que cuando me despeño

me sorprende comprobar

que no me he hecho tanto daño.

 

CREENCIAS

 

 

Creemos que amamos.

 

A veces

con venenoso

amor venenoso.

 

Creemos que amamos

 

a veces.

 

 

AUSENCIA

 

 

Estuvieron bellas

las flores

sin ti y sin mí.

 

Fueron ellas,

claro,

las que no nos necesitaron.

 

 

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UNA CANCIÓN MALDITA

Y OTRA CANCIÓN HAMBRIENTA

Por Cecilio Olivero Muñoz

 

MISERIA Y MUGRE

 

Andaré sobre cristales, andaré,

andaré la oscura sombra,

seré fiel a tu persona, yo seré,

aunque sepa que me sobras.

Quise hurgar en tu miseria,

quise soñar con tu mugre,

quise curarte de tu histeria,

pronto caerás de tu nube,

quise hacerte mi princesa,

rogué que tocaras cumbre,

con maldad a veces se reza,

 por ti abriría grutas de azufre,

diablo de este rompecabezas,

 rezaría por si quizá tú sufres,

rezar aunque quemen mis venas,

¿es mi sufrimiento tu disfrute?

es tu goce toda entera mi pena,

es ese llanto donde te luces,

espesa brea mi noche de espera,

 mi alrededor es absurdo y cutre,

al diablo también se le reza,

este sentimiento solo se pudre,

quien anda solo, solo se encuentra,

se seca el agua, se amarga lo dulce.

Iba de la cocina a la sala,

y de la sala al desastre,

por tu amor me falta un ala,

por tu amor me faltó el aire.

Miseria y mugre es la vida,

azar y suerte es el juego,

me dejaste tan tieso querida,

que de tu gris arco-iris reniego,

que de tu pasión fui mártir,

tú supiste hacerme fuego,

de aquella manera tan fácil

me hiciste el corazón negro

y te salió la partida gratis,

te salió gratis el sepelio,

te salió gratis la ronda,

te salió barato mi infierno.

Amor entre tu miseria,

desamor entre tu mugre,

vas de santa y leguleya,

en mi llanto seco das lustre,

 hembra sutil de verbena,

disfrutas entre trago y bitute,

vas con soberbia, guachafera,

y de desprecios me cubres.

No quiero ver fría mirada,

no quiero ver más sollozo,

mejor tenerte olvidada

que convertirme en tu estorbo.

Verás cómo todo se paga,

verás cómo me lo cobro,

comprenderás que se ama

lo que es digno para tus ojos,

yo contigo fui a la cama

cuando debí saber estar solo,

solo en llanto y en pijama,

solo por que debo ser yo solo,

solo y al cuidado una dama

que sabe por qué fui yo el loco.   

 

 

 

TENGO HAMBRE, MUCHA HAMBRE

 

Necesito del bendito sabor de la vida,

necesito probar de tu buena sazón,

degustar siempre de tu sazonada comida

es labor que no olvida nunca el corazón.

Degustar tu lúcuma desconocida,

saciarme la virtud con tu chanfainita,

eres potaje de judía y patata cocida,

pucherito bravo que mi chu-chú imita,

eres lomo suave, solomillo a la manida,

ágape de golosina y  bolsa de palomitas,

pan con pamplina, chupe de camarón,

mermelada, queso tierno, tacos, vainitas,

 flan, tocino de cielo, mejillones al vapor,

arroz chaufa, pollo frito y unas lentejitas

con su chorizo en plena ebullición,

salpicón, gazpacho, morteruelo, parigüelita,

sopa con tropezón, frijoles en su esplendor,

bendito bistec con sus patatas fritas,

conejo al ajillo, conejo con arroz,

sabor del tomate con su lengua exquisita,

con un cocido andaluz al punto y hervor,

anticuchos y finas hierbas en tus pechuguitas,

unos picarones, unos caracoles, y requesón,

redondo alfajor con miel de frutas variaditas,

besos de moza, pollo a la piña, a todo piñón,

deliciosa tu paella con sus palabritas,

tu pepián, tu rocoto, tu lasaña, y tu amor,

tu mondongo italiano, y tu carapulcrita,

tu pollo a la brasa, tu yogurt y tu picantón,

tu dulce algarrobina, tus calamares en su tinta,

perejil, cilantro, romero, tomillo, pimentón,

empanada, sándwich, empanadilla,

cebiche de conchas negras, jamón con melón,

almendras garrapiñadas y peladillas,

salitre en tu colacao, en la leche, en tu fogón,

cebolla, mozarella, carne y mucha miga,

 y a veces y otras veces, un milagro de peces,

merluza, boquerones, pescadilla,

mero, perca, perico, y chanquete,

milanesa, salchicha, (hot-dog), ensaladilla,

turrón norteño, sabor de Jijona, sorbete,

trucha, cangrejo, papa-seca, granadilla,

capuchino, café solo, irlandés y moliente,

carne mechada, ternera en salsa, papa amarilla.

la escudella, el estofado, coca de aceite,

a la guanábana, a la palta, a la mantequilla,

pecado de cardenal, de chocolate con leche,

pecado de bacanal, pecado a la vainilla,

alucine en el paladar, remedio indecente,

ensaimada, sobrasada, croissant, canelillas,

potaje de almejas, piñonate, aguardiente,

coñac, anisete, nueces con nata, natillas,

pestiños, mistela, güisqui, miel silvestre,

crema catalana, magdalenas, quesadillas,

pistacho, mortadela, espagueti, queque,

altramuces, anchoas, olivas y pizza al dente;

de jamón york, de atún, de patatas mis tortillas,

qué buen sabor tiene lo que tan bien huele.

      

 

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EL LÍMITE

Siempre que iba a la farmacia para comprar apósitos, aspirinas, violeta de genciana y aquellas medicinas menores con las que mantenía surtido mi botiquín, me solía hacer acompañar por Ogro; era  dueño de un olfato mayúsculo.
Aquel día que comenzó a las nueve de la mañana, el  tránsito estaba endemoniado. Lo noté al sacar la cara.
Ante  aquella impaciencia de los autos por llevarse adelante los segundos que faltaban antes de que la luz de los semáforos cambiara de amarillo  a rojo, decidí no llevar al animal. No fuera que tuviera que llorar su muerte, no fuera  que el tiempo me transformara en una de esas mujeres de pelo mal teñido y peor peinado   con la memoria de   su perro en cualquier suspenso de una charla de señoras: “Ay, él sabía la hora en  que los niños del colegio comunal se desbandaban en la calle, porque sacudía el portón de hierro con las patas y  en vez de ladrar hacía una suerte de bocina con  su boca. ¿Arte? Tal vez simple comedia. No lo sé.”
O: “Adivinaba  el menú, carne roja a la parrilla o una presa de paleta de marrano,  en mis ganas y en movimientos. Ningún marido se hubiera alegrado tanto como él, que empezaba a mover la cola;  derecha, izquierda, derecha, izquierda, ah…. picarón…”
El farmacéutico, un hombre de ojeras profundas y permanente  olor a alcanfor, hablaba por teléfono cuando llegué a su negocio poblado por vitrinas.
– ¿Aún no se lo encontró? Cierto es que la gente desaparece y aparece después de tres  días…, pero… – lo escuché decir. Tenía la preocupación colgada del rostro.
Colgó el teléfono y se acercó a mí comentando: “Es el primer caso.”
– Pero es seguro que aparecerá – contesté sin saber de qué se trataba el asunto.  
Usted sabe: la gente de la ciudad es así; uno apenas espera que termine de hablar el otro, para decir ya lo suyo; estamos  apremiados por el afán de cerrar el habla a los demás con la primera estupidez  que nos pica la cabeza. Y vamos de ¿me entendiste? a ¿qué decís?, de “no comprendo” a “no me estás oyendo” y cuanto más comentamos menos nos escuchamos y, por supuesto, menos nos entendemos; total que nadie escucha a nadie  pero eso tampoco nos importa porque  ya no podemos obrar de otra manera;  el vértigo, una incomprensión  animal se ha instalado en nuestras existencias. Ya no somos ciudad.
Cuando regresaba para la casa, vi  un grupo de seis hombres; conversaban  nerviosamente frente a un bar pintado con un color azul marino. Tres  fumaban y los tres restantes no hacían caso del humo de los cigarrillos que sacaban lágrimas de sus ojos.
Me acerqué a los hombres  haciendo como que intentaba ponerme a resguardo del  viento sur.
-No, señores. Cándido ya debería haber regresado. Son más de las diez de la mañana – dijo el hombre de cuello largo, camisa arrugada  y un sombrero panameño  que le echaba una condición nocturna  sobre el rostro. Se  notaba el trato especial que ponía en sus palabras; aquella gente angustiada  por la tardanza de Cándido buscaba el favor de la inteligencia para resolver el caso.
Yo sé de individuos que desaparecieron y volvieron a aparecer. Me estoy refiriendo a personas que dejaron el aseo de su casa, el plato de  escarolas, de apios y de plantas oleaginosas, y la esposa de rostro  sonrosado y de buenos modales, para ir tras las pisadas  de aquellas mujeres fáciles  de la brumosa zona portuaria; cuando ellas se sacaban la ropa frente al espejo de luna del ropero, era como si se desprendieran de todas sus alas de aves, hasta que sólo quedaba de sus figuras  el pico largo y rojizo; picoteaban durante horas,  días, semanas y meses el cuerpo purpurino  de sus amantes, de aquellos maridos ajenos entonces perdidos.  Demonios. Esas mujeres se alimentaban de sus bocas mientras hacían el amor. Y bueno…, cuando el vientre les crecía y sus senos se agrandaban goteando leche, se convertían en pájaros de torpe andar;  caminaban pesadamente  por la habitación, y su voz huraña sonaba, al caer la última claridad  del crepúsculo, como graznidos de cuervos.
Los hombres, desesperados, horrorizados ante aquella situación que les causaba lástima y repulsión al mismo tiempo,   retornaban tristes y desilusionados  a sus casas. A sus esposas.
El grupo seguía charlando. Mencionaron  varias veces la palabra  límite.
Aquí debo hacer un aclaración en relación  al límite: Hay una casa abandonada, pintada con color sepia, a donde vienen, cuando la lluvia es grande, buscando sitio para que sus fósforos no se apaguen, los mendigos. A diez metros de ella, aún se animan algunos  niños a intentar una rayuela, una cola de cerdo, y algún juego propio de la perversidad de los pequeños.
  Una niña albina  suele   marcar con tiza la figura del sol en el empedrado, que la lluvia pronto borra, hasta que ella vuelve a despejarlo usando crayolas de siete colores para pintar  el arco iris.
Ahí termina la ciudad.
Y empieza el bosque.
En fin, los hombres de la ciudad  formaron una cuadrilla.
– No queda más remedio que ir a buscarlo – dijo uno, que parecía hincar con el fuego de su cigarrillo el ánimo de los otros.
Y ellos se internaron en el sitio poblado de existencias ajenas. El viento cambió de dirección y un olor a comadrejas, a hojarasca de árboles de las más diversas especies, giró en el aire y dio un chillido de advertencia.
Los curiosos  de la ciudad se quedaron en el límite, de cara a la oscuridad. Fumaban.
Pasaron tres días y tres noches.
La cuadrilla regresó cansada. Sólo  pudieron encontrar el cuerpo de Cándido convertido en carne corrompida sobre un matorral; en sus cavidades parecían haber hecho nido las aves de carroña; algunas bestezuelas peleaban ferozmente por las vísceras. Eso fue lo que contaron.
Pero trajeron, colgado de un grueso alambre, el cuerpo todavía sangrante del lobo feroz abatido por los disparos de las escopetas. Eso sí.

 

Por Delfina Acosta

 

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TRES POEMAS VILAMATIANOS

Por Cecilio Olivero Muñoz

 

EL VIENTO SÓLO HABLA

DEL VIENTO

 

(soneto)

 

Si el viento sólo habla del viento,

Y el poeta de hoy de lo que ha sido,

Huye del sesgado tanto por ciento

Y construye como hombre tu nido.

 

Construye en todo una libertad,

Jamás te sientas saciado en lo vivido,

Busca tu destino en la humanidad,

Recalca como yermo lo sufrido.

 

Escápate de tus ganas hasta lograr

Que siempre has sido tú, tú has sido

El que voló sin su vuelo variar,

 

El que nunca se sintió arrepentido

De todo acto en el que al actuar

No brotas ni encadenado ni sometido.

 

En todo acto en el que más que pensar

Se somete el vulgo por ser parecido,

En el liberado acto donde el paladar

 

Mas que un degustar parece ruido.

 

 

Si Hablas Alto Nunca Digas Yo

 

(soneto)

 

Si Hablas Alto Nunca Digas Yo,

Si otorgas hazlo para los demás,

Si callas hazlo con intensa voz,

Si vives hazlo con intensidad.

 

Si gustas de bohemia gusta de sol,

Si das mucha guerra da también paz,

No juzgues a aquel que bebe alcohol,

No concluyas dando puñados de sal.

 

No te asocies a la batalla del No,

No preguntes si vienen o si van,

No huyas y si huyes sé siempre dos,

 

Si mienten ellos di tú la verdad,

Si quieres ser Tú deshazte del rol,

No te rías nunca de ningún mal,

 

No pidas jamás por inercia perdón,

No des nunca en la vida un paso atrás,

No seas nunca amigo del ajeno dolor,

 

Si eres Tú mismo tendrás Libertad,

No seas vulgar ni tampoco atroz,

Si ríes de algo hazlo de la maldad.

 

   No seas inoportuno con guiño y farol,

No digas jamás, nunca nadie jamás.

 

 

UNA VENTANA ILUMINADA

A LAS CUATRO DE LA MADRUGADA

 

Son las cuatro de la madrugada y tengo la luz

encendida, seguramente desde fuera, desde la calle,

mi ventana se vea iluminada y quizá alguien se pregunte

que qué hace una ventana encendida a las cuatro de la madrugada

y quizá, como en el artículo de Vila-Matas, se pregunte alguien

que qué historia habrá tras la luz encendida de esa ventana.

[La de historias que hay en ellas, historias de ladrones

antiguos con linternas o de moribundos que dictan

su último testamento ante temblorosos familiares, historias

de madres que se inclinan atormentadas de sueño sobre una cuna

o de parejas que hacen el amor o de amigos que charlan

interminablemente sobre el misterio del mundo, historias de soñadores que tienen insomnio o de insomnes que piensan

que nada envejece tanto como la felicidad.

Ventana iluminada del vecino a las cuatro

de la madrugada…(…)…] Mi ventana está encendida,

y la historia que hay detrás de mi ventana iluminada

a las cuatro de la madrugada es una historia que respira,

una historia de soledades y de parejas separadas,

parejas en la que uno está despierto y el otro duerme,

seres que andan lejos de ellos mismos, y al mismo tiempo cerca.

Esa ventana iluminada a las cuatro de la madrugada

tiene una historia sencilla y al mismo tiempo difícil de contar,

es la historia de dos vidas que viven su tragedia,

la tragedia de la vida infeliz, la tragedia de los sies y los noes,

la tragedia de los sueños que se dan la espalda,

la tragedia de dos seres que están destinados a quererse,

aunque también a odiarse, tragedia peculiar donde las haya.

***

Dos destinos se unen solos, solos a veces

y duele a veces la eterna compañía,

se olvida todo, se olvidan los peces,

se olvida que un día la cama estuvo fría.

 

Dos destinos que se quieren a veces,

dos destinos con su canción en plena huída,

dos destinos encerrados en sus treces,

[dos destinos], cariño llaman a su cáscara vacía.

 

A ella le gusta el cuché y la  mojigatería,

él gusta de mitomanías y otras memeces,

le gustan las músicas y las poesías,

 

Ella a esas cosas las ve ridiculeces,

no soporta sus libros y sus tonterías,

no soporta sus chistes, manías e idioteces,

 

       A él le gusta escribir, gusta de filosofía,

odia a todo aquello a lo que tú perteneces,

vive, come de noche, duerme en el día,

 

Odia lo que presumes, por lo que padeces,

odia, tanto odia y no odia nada todavía,

odia más, odia ella, odia si te amaneces,

 

odia tu mini-bar, odia tu tabaquería,

odia y a la hora de odiarte no le apeteces.

 

 

Entre corchetes  fragmento de un artículo

de Enrique Vila-Matas llamado “Ventanas Iluminadas” escrito en Septiembre del año 2.000.

 

 

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CINCO POEMAS SOBRE LA CALAMIDAD

DE ESTE VIEJO MUNDO

Por Cecilio Olivero Muñoz

 

NO ES POBREZA

ES NECESIDAD

 

Mira en Sáenz-Peña, un dios indefenso bosteza,

Mira en el Callao, ya que todo es nada, la pura necesidad.

La gente anda las calles,

vestidas con la dejadez y la inoportunidad.

Míralas paseando su interés,

como los perros que pretenden de algo.

Una multitud ensaya su derrota,

otra vez la envidia transporta a su otra aurora.

Descansa en el descansillo,

allí montó su tienda de comestibles.

Adolescentes que madrean su suerte

y patean a la misma lata, tan cansada de ser vacío.

La suerte se esconde roída

por los chiquillos que la llaman ilusión.

Sentados en un muro, molesta realidad,

portea en una moto-carro su supervivencia.

América es ahora un parto de cesárea,

una casualidad que aburre, un desprecio suspirado,

es las ojeras del laberinto,

es la esclava preferida que exhausta vomita.

Es el altar leguleyo

en el que el pueblo crea su propia religión.

Asumen su vida día a día,

y a veces el azar corre en la acera de enfrente.

Un día la honestidad llamó a tu casa,

tú dijiste que serías como tu padre,

ya que él vivió con hogar y con barriga,

tú tuviste todo eso pero no tuviste dignidad.

 

 

ROBARME AL DESCUIDO

 

Mi mujer me trajo por la noche la cena,

pero como me quedé dormido

la dejó colgada en un altillo lejos

del peligro de insectos y otros animalitos.

Cuando desperté ahí estaba la comida colgada,

toda entera, sin indicios ni rastros de desgracia alguna.

Decidí comerme los bocadillos al medio día,

para la hora de almorzar, eran unos bocadillos

de pan de Viena y paté fabuloso, bocadillos

que mi mujer me había preparado la noche anterior.

    Me duché y después del remojo, como es normal,

me brotó un hambre, la cual, guardaba una sorpresa.

Por la pared subía una caravana de hormigas.

Subían éstas con destino a mis bocadillos.

Había un hilo de hormigas enanas,

hormigas rojizas y extremadamente trabajadoras,

hormigas que ya estaban en el interior de la bolsa

donde mi mujer había depositado los bocadillos.

Ya habían invadido todo el interior de la bolsa,

incluso bajaba alguna ya cargada con alguna miga de pan,

pan de Viena, untado con paté, un paté fabuloso.

Esas hormigas habían traicionado a mi confianza,

o quizá yo había subestimado su tesón,

y esas trabajadoras natas no tuvieron compasión.

Tuve que tirar la comida (bocadillos de paté fabuloso).

Estas malditas hormigas me tenían arrinconado,

me tenían asediado, era impresionante comprender

que unos seres tan diminutos y tan gregarios,

me tuviesen  totalmente acorralado,

por que anteriormente, muy anteriormente,

ya tuve que huir de ellas al dejar mi vaso de refresco

a su alcance; mi confianza había sido traicionada,

comprendiendo ya, que son golosas

 y les encantaba el azúcar, en mi pequeña habitación

estaba en plena huída permanente,

debido al asedio tenaz y sin tregua

que estas malditas me causaban.

Llegué a dar con dos clases de hormigas,

Unas negras medianas y otras rojizas más pequeñas.

Ponía cualquier cosa comestible en cualquier sitio,

sitios inimaginables, y allí aparecía su temible ejército

y sus escuadras invasoras. Huía de ellas.

Debo de decir que hasta me obsesioné.

Pues me tenían dominado. Me picaba todo el cuerpo.

Las veía por todas partes. Limpié mi lugar de trabajo.

Entonces me cegué de ira. Con el encendedor

las asesinaba de forma casi psicópata.

Con extrema premeditación, con preocupante inquina,

y con mayúscula alevosía, y digo mayúscula con sinceridad.

Me acordaba de las hormigas que Luis Buñuel

mandó traer para su film “El perro andaluz”.

Me acordé también de Kafka, de Antonio Machado

y su poema dedicado a las moscas, me acordé

de la Hormiga Atómica, de la Abeja Maya,

y su séptima generación de abejitas colosales,

me acordé de Hitler, del holocausto,

de Charles Manson y hasta de Puerto Hurraco.

Llegué a asesinar a todo tipo de insecto,

 bichejo con alas o sin alas, me era indiferente,

las achicharraba con el mismo tesón con las que ellas

se apropiaban de lo ajeno, de lo mío, o de lo no tan mío.

Hormigas asquerosas, hormigas repugnantes.

Hormigas que robaban al descuido y sin pedir permiso alguno.

El reino animal carece de educación, ¡¡¡carajo!!!

 

 

HOLOCAUSTO DE HORMIGAS

 

Hormigas repugnantes,

¿qué hacéis recorriéndome?

Buscáis vuestro sustento

para el invierno,

buscáis vuestra miga de pan

en los rincones de mi asedio.

Subís por mi cuerpo dormido,

intentáis encontrar

vuestro alimento del mañana.

Acumuláis basura

en vuestra grutita opulente.

Hacéis caminos en vuestra

cadena de agonías gregarias.

Os quemo con mi mechero,

y me vengo de vuestra codicia,

de vuestra mezquindad,

de vuestro oportunismo,

huís despavoridas,

os lo tenéis merecido,

después de escribir este poema

mearé sobre vuestra derrota,

así aprenderéis a no ser hormigas

y a no ser lo que todos quieren ser.

Capitalistas mezquinas

desentendidas de la cigarra,

la cigarra es una artista.

Preferís la miga a la hebra de tabaco.

Yo os enseñaré el camino a seguir.

Me vengaré de vuestra agonía

dándoos una última agonía.

 

 

SOBRE EL SUICIDIO

 

Un lunes quiso quitarse la vida

con una sobredosis de barbitúricos,

fracasó,

y un martes encontró al amor de su vida.

 

 

HOMBRE DEL NORTE

Vs.

HOMBRE DEL SUR

(Mujer A y Mujer B)

 

Ese día a Oscar le diagnosticaron una enfermedad, la enfermedad era alto nivel de colesterol, ese mismo día llamó a su mujer,

le pidió que fuera al súper a comprarle unos botes de Danacol para apaliar el colesterol, le recetaron unas pastillas, las compró por la tarde, estaba preocupado.

 

Ese día a Fory le diagnosticaron una enfermedad, la enfermedad era diarrea y desnutrición, ese mismo día fue en busca de su mujer, le pidió que hiciera como todos los días, que con el pollo hiciera caldo, los niños comerían pollo, ellos tomarían el caldo,

estaba preocupado, aunque no por él, sino por lo de siempre.

 

La mujer A tenía depresión, estrés, colesterol, obesidad mórbida y estaba muy preocupada por un vestido que le malograron en la tintorería.

 

La mujer B tenía desnutrición, anemia, sufría de mareos, desmayos y cansancio, y estaba preocupada por que no sabía cómo hacer para darle de comer a su hija ese día.

 

Las cuatro son personas del mismo planeta.

 

(continuará)

 

 

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40º NÚMERO DE LA REVISTA LITERARIA NEVANDO EN LA GUINEA

E-MAIL: nevandoenlaguinea@hotmail.com

40º NÚMERO DE LA REVISTA LITERARIA

NEVANDO EN LA GUINEA

NºXL    27-01-2.010

 

EDITORIAL XL

El Siglo de las Luces

 

Fue Alejo Carpentier quien nos trasladó en su novela «El Siglo de las Luces» a la época de la Revolución Francesa y a sus efectos en una de las colonias de Francia, Haití. Segundo país en independizarse, después de los Estados Unidos, en América fue también el primer país de población negra que accedió al estatus de Estado soberano. No era sin embargo el único: Etiopía, en África, nunca perdió su independencia, salvo en los siniestros años de ocupación fascista italiana. Pero el que fuera la primera población negra en América en asumir su destino convierte a este trozo de la antigua isla de La Española, así bautizada por Colón, en un caso único. Antes había habido la experiencia de los cimarrones, el propio Alejo Carpentier escribió un relato sobre uno, que en los rincones recónditos del continente, sobre todo en Brasil, Colombia y Venezuela, organizaban sus propias comunidades, los conocidos como palenques en la América de habla española o quilombos en Brasil. 

Hoy vuelve a estar Haití en el primer plano de la información. El terrible terremoto sufrido en aquella tierra ha afectado a una población empobrecida, martirizada por tiranos como la compuesta por la saga de los Duvalier, expoliada por intereses económicos, expulsada a la periferia de un mundo que algunos nos lo han dividido en primero, segundo, tercer o cuarto, como si el mundo fueran cuatro y no uno solo. Ya se ha repetido en más de una ocasión hasta convertirse en un tópico: Haití está hoy en boca de todos, pero pronto volverá al lugar en donde estuvo, el olvido, y esos niños rescatados estos días de las ruinas de los edificios regresarán a la miseria y dejarán de ser el centro de los focos. Como siempre ha sido, por otro lado.

Que la experiencia haitiana, producto de aquel maravilloso y esperanzador siglo de las luces, haya acabado convertido en uno de los países más pobres del mundo dice muy poco de la capacidad del ser humano en mejorar su mundo. La humanidad, es la lección que parece deducirse de todo esto, es incapaz de organizarse para que los individuos puedan mejorar su vida como personas y como sociedad. La razón engendra monstruos, decía Goya, y la utopía ha levantado edificios angustiosos, represivos, criminales. A veces no es imposible sucumbir al desánimo.

No obstante, nos llama la atención un dato que se conoce poco y que suele silenciarse en los medios de comunicación. Ante nuestros ojos se nos pasan imágenes de una población que se agita entre la sumisión tópica de una población que espera la ayuda externa como única salvación y unas revueltas fruto de la desesperación y de la marginalidad. Pero existe otra realidad que mantiene la esperanza de aquella independencia ahora lejana, la de ese millón largo de emigrantes haitianos que viven en los Estados Unidos y que se han autoorganizado para garantizar la ayuda a las comunidades y canalizar la crítica al (des)orden del mundo. En Estados Unidos existen grupos haitianos críticos con el sistema y que luchan por un país distinto al que tienen, que critican en el corazón del imperio las políticas hacia el Patio trasero y que no se dejan engatusar porque la piel del ocupante de la Casa Blanca se parezca algo a la suya, porque al fin y al cabo tampoco es esta la cuestión importante, porque a la gente, al fin y al cabo, se le debe juzgar por sus acciones y no por el color de su piel.

La cuestión es cómo organizamos los países, como montamos sociedades libres para seres humanos libres, como establecemos nuevos valores para mejorar las relaciones entre las personas. Tiene mucho que ver con lo más directo a nuestras vidas, a nuestras individualidades, pero en esa dimensión que vincula lo personal y lo colectivo. Creemos que la cultura tiene mucho que decir sobre esto.

No tenemos, como en tantas cosas, la fórmula secreta para cambiar el mundo, pero creemos que el camino correcto no es el oficial, sino el subterráneo, ese magma de solidaridad y de ayuda mutua que brota por debajo del ruido convencional. El terremoto de Haití nos muestra una realidad ingrata, aterradora. Oficialmente, se han repetido las mismas palabras de siempre, los discursos habituales, los que buscan complacer las conciencias, eso sólo nos añade mayor insatisfacción. Seguir cuestionando el mundo y sus representaciones se convierte en algo imprescindible y urgente.

PUENTE AÉREO: BARCELONA-MADRID

 

Un viaje en avión resulta para mí

un miedo, (un pánico), que me acompaña en todo el trayecto.

Pero esta vez no fue así, esta vez,

en mi vuelo Barcelona-Madrid me acompañaban

unas cuantas personas famosas, unas personas pensé,

que si yo iba a morir en un accidente aéreo

ellas también morirían. Uno de los famosos era Garbajosa,

y todo el equipo de básquet del Real Madrid.

Ya imaginaba el gran sepelio o funeral de estado

por la muerte de doscientos pasajeros,

y entre ellos, los jugadores del Real Madrid.

Me imaginaba a Florentino poniendo una corona,

me imaginaba también a Di Estefano con su bastón,

a Fernando Romay (con su enorme presencia)

asistiendo a la capilla ardiente con los 200 ataúdes,

(unos más grandes que otros),

me imaginaba las declaraciones de gente del deporte,

me imaginaba todo ese valle de lágrimas

representado por toda una nación en sus tres días de luto oficial,

 todos los jugadores de la ACB,

entre ellos los hermanos Gasol, ya que,

el que se estrellaran los jugadores del Madrid

era algo inusitado, era una mala suerte tan jodidamente

peculiar, que eso hacía que yo estuviera tranquilo.

Volar me proporcionaba una seguridad, una calma,

que lo podía hacer, siempre y cuando, estuvieran también ellos.

A ellos me refiero a los jugadores del Real Madrid.     

   Me imaginaba a toda la afición llorando y lamentando

la pérdida mía y la de los jugadores de básquet.

Porque al lamentar la de los jugadores

también lamentarían la mía, porque yo también soy persona

y sería frívolo lamentar la pérdida de los jugadores

y no la mía, también sería una víctima, pensé.

Por suerte el avión no se estrelló, los pasajeros

aplaudieron al aterrizar, incluido los jugadores del Madrid.

Por suerte teníamos buenos pilotos

y a todo el equipo de básquet del Real Madrid.

Los jugadores venían contentos, habían ganado

al Manresa. Y eso se respiraba en el ambiente.

Por Cecilio Olivero Muñoz

Penumbra

         Fue durante el primer curso de la carrera. Por aquella época mi vida era muy solitaria. Dos años antes, en el Instituto, había decidido no tener amigos. Ahora no sé muy bien por qué lo decidí. En parte por timidez, imagino, pero también había un planteamiento filosófico, de vida. Por suerte, la gente tampoco se fijaba mucho en mí. Pasé desapercibido. Eso me evitó acosos o sentirme acomplejado. Cuando comencé la universidad ya me había habituado a esa soledad, al contacto mínimo con los demás. Iba a clases y algunas tardes me las pasaba en la biblioteca, leyendo, a veces escribiendo. Llegaba a casa y cenaba. Me refugiaba en mi cuarto, de nuevo con mis libros o a veces me acostaba y escuchaba la radio, las noticias de la noche o algún programa de literatura. Mi madre no me decía nada, apenas lo básico, que era la hora de la cena, que comprase algo al día siguiente cuando volviera, qué tal las clases. Los viernes me solía dejar un par de billetes en la mesa de la cocina. Tengo la impresión de que siempre había sido así nuestra vida. Yo apenas gastaba, algún café en el bar de la facultad o en el Café Atlántico. Cuando lograba reunir algún dinero me compraba libros. A ello contribuyó que encontrara un pequeño trabajo para una editorial, como lector. No era gran cosa, me pasaban manuscritos y yo debía preparar un informe sobre la idoneidad del texto. A veces me hacían caso, las más. Pagaban poco, siempre por informe, aunque aquello me permitía leer y era algo que iba ingresando. Resultaba además mejor que trabajar de camarero o cualquier otra cosa. Los fines de semana paseaba por la tarde, si hacía bueno leía en algún parque o me pasaba un rato más largo en el Café. A las ocho volvía a casa. 

         Mi madre por su parte tampoco hacía mucha vida social. Trabajaba por las mañanas en una oficina. Por la tarde leía, escuchaba música clásica o veía televisión. Nunca venían visitas. Tal vez mi decisión de aislarme estaba en mis genes, una herencia genética, algo así, y que formaba parte de mi clan pasando de generación en generación. De mi padre no se hablaba nunca y apenas era para mí un recuerdo vago. Mi hermano hacía tiempo que se había marchado al extranjero y jamás supe a qué se dedicaba. De vez en cuando llamaba por teléfono. Hablaba con mi madre cuando era ella quien respondía o conmigo cuando respondía yo. Comentaba que estaba bien, que no había problemas. Yo a veces sospechaba que llevaba mala vida. Pero no lo sabía con certeza, era más bien una intuición sin base alguna. Tampoco me interesaba mucho. No habíamos sido de niños ese tipo de hermano que estuvieran todo el rato juntos. No es que nos lleváramos mal. Simplemente, nos ignorábamos. 

         En febrero estaba en la biblioteca y al levantar la vista observé que me miraba. Enrojecí un poco. Ella volvió a su libro. Yo, al mío. Cuando salí de la sala ella me estaba esperando.

– Sueles venir mucho por aquí. -me dijo. No había tono de pregunta en su voz. Se trataba mas bien de una afirmación.

– Sí -referí-, estudio aquí. -mi comentario, sin quererlo, resultó arisco, pensé, me sentí obligado a dar más explicaciones- Me gusta además esta biblioteca.

– A mí también. -comentó.

         Anduvimos hacia el metro. Me explicó que ella cursaba tercero de letras. Yo estoy en primero, comenté. Me preguntó por los profesores. Me dio algunos consejos. Ya en el vagón se interesó por los autores que leía y que me gustaban. Coincidimos en la opinión sobre algunos. Se bajó unas paradas antes que la mía, creo que para seguir con una conexión. Me sentí algo extraño por aquel repentino contacto. No estaba acostumbrado a charlar con la gente más allá de las conversaciones rutinarias. De repente alguien, una chica, mostraba interés por mí y no podía menos que sentirme no poco turbado. Quise quitarle importancia cuando salí del metro.

         Volvimos a coincidir. No me disgustaban esos encuentros. No obstante, creo que tampoco me sentía en exceso a gusto. En todo caso, me dejaba llevar, como me ocurría por lo demás con todos los aspectos de mi vida. Era algo a lo que no me ocupaba mucho tiempo, reflexionar sobre mi vida, no me planteaba si era bueno o malo, aquel encuentro como cualquier otro asunto, o si resultaba oportuno o inadecuado mantener una relación con aquella compañera de estudios que, por otro lado, tampoco iba mucho más allá de una mera relación superficial.

         O al menos eso es lo que yo creía. Una tarde, ya cerca de la estación de metro, me besó. Para un momento, me ordenó y me besó entonces. No es que me escandalizara, ni mucho menos, no soy un mojigato, aunque claro que me extrañó, no creí que hubiera dado yo motivo para que mostrara ese afecto.

– Y esto por qué -pregunté.

– Es un modo de darte las gracias. -me dijo.

– Por qué tienes que darme las gracias.

– No te has dado cuenta de que eres la única persona con quien hablo. -no podría decir si me lo preguntó o lo afirmaba.

         Tampoco me había dado cuenta, la verdad, aunque no quise decírselo, por no herirla y porque descubría de repente que teníamos algo en común. Hasta ese momento no me había planteado que alguien pudiera llevar una vida como la mía. No es que renegara de la misma, simplemente era consciente de que no era muy habitual, Al fin y al cabo observaba a los demás y veía ese mapa de relaciones que se daban a mi alrededor. No es que me interesara mucho las vidas ajenas, pero era inevitable apreciar los cambios que se iban produciendo. Al fin y al cabo pasaba muchas horas en la universidad y no era tampoco raro que me preguntase si yo sería capaz de vivir como los demás.

         Pese a todo, aquel beso no significó un cambio. Seguimos yendo juntos al metro, viajábamos hasta la estación concreta en que ella se bajaba y desaparecía, a veces coincidíamos en el bar de la facultad, tomábamos un café, charlábamos de libros. Casi nunca entrábamos en temas personales, casi siempre charlábamos, cuando no de libros, de lo referente al ambiente, a la tensión, a lo más cotidiano.

         Un día la noté distinta. No sé si triste o contenta. Ella misma me respondió sin formularle ninguna pregunta.

– Hoy es mi cumpleaños. -me dijo.

– Felicidades.

– Gracias.

         Cuando salió del metro me dio un beso breve y húmedo. Al día siguiente le regalé un libro. Sus ojos enrojecieron.

         El curso iba acabando y nos veíamos con más frecuencia en la biblioteca. Sin planteárnoslo, comenzamos a ponernos en la misma mesa. El primero en llegar le guardaba al otro el sitio. Deben de pensar que somos novios, tuve para mí que pensarían los demás. Me importaba poco, pero me hizo gracia la idea. No hacía caso a murmuraciones y comentarios, algunos sin duda malintencionados o estúpidos. Por otro lado, hacía días una prima de mi madre había llamado a casa, era una de las pocas parientes con quien mi madre tenía contacto. Respondí yo al teléfono. Pareció alegrarse de hablar conmigo. Tendrás novia, me preguntó. Pensé en ella. Respondí que no. Claro que no era una idea que me asaltara con frecuencia, a veces se me ocurría pensar en ello, nada más.  

         El último día de clase me dio un papel con su número de teléfono. Llámame un día, sugirió. La telefoneé a mediados de Julio. Quedamos en el Café Atlántico. Cuando la vi, la encontré especialmente bonita. Sin duda influía que lleváramos dos semanas sin vernos. Lógicamente, hablamos de los libros que habíamos leído esos días, que no eran pocos. Qué más has hecho, me preguntó de pronto. Poco más, le respondí, y era verdad, mi vida seguía igual, aunque sin clases, por lo que leía un poco más, la editorial me había dado algunos manuscritos para todo el verano. No tenía más perspectivas.

– ¿Y tú? -pregunté.

         No me respondió en concreto. Se quedaba en la ciudad, eso sí, me dijo, todo el verano. Eso nos permitió seguir viéndonos una o dos veces por semana, siempre por las tardes, en el café Atlántico. Éramos dos conocidos que charlábamos de libros pero que no sabíamos mucho más uno del otro, nada íntimo, privado.

         En agosto le dije de venir a casa. No lo hice de un modo preparado, se me ocurrió de pronto mientras charlábamos. Mi madre se había marchado unos días, estaba solo en la casa. Me prestarás ese libro, me dijo. Era, supuse, su forma de aceptar. Tomamos el metro como siempre, pero esa vez ella no se bajó en su parada. Subimos al tercero. La casa estaba en penumbra y no hacía calor dentro. Fue viendo los libros que se amontonaban en mi cuarto y en las estanterías del pasillo. Hojeó algunos. Esa tarde me di cuenta de que era realmente bonita. Pero no me lo pareció como en aquel primer encuentro de verano. Me atraía su belleza de un modo nuevo, agudo.

– ¿Quieres cenar algo? -pregunté.

         Se acercó a mí y me besó. Fue un beso largo, intenso. Fuimos a mi cuarto y nos estiramos en la cama. No decíamos nada. Nos besábamos y acariciábamos como si siempre lo hubiésemos hecho así. Luego permanecimos quietos, abrazados, en silencio, inmersos en la oscuridad de la noche. Cuando acaricié sus mejillas, noté la humedad de sus lágrimas.

– ¿Lloras?¿Por qué?

         Me explicó entonces su vida. Me habló de su niñez, de su juventud. Muchas cosas las podía entender, nadie mejor que yo para podérselas entender. A veces me sorprendía las coincidencias de los sentimientos y veía ahora que no era sólo cosas de los libros. Noté que a medida que su relato se acercaba en el tiempo, le costaba más hablar. Se pensaba más las palabras.

– Soy puta. -Me dijo tras un breve silencio- Lo habrás oído.

– Sí.

– ¿No te importa?

– No lo sé. -respondí.

         Se abrazó más a mí. Pensé en preguntarle si a ella le importaba. Pero no lo hice. Tal vez era un juicio de valor lo que le pedía con ello, un gesto paternalista, y no era eso lo que quería. Ni yo ni ella seguramente. Se quedó a dormir conmigo. A la mañana se marchó. Volvimos a encontrarnos unos días después en el Café Atlántico. De nuevo regresamos a nuestros libros, a nuestras charlas. Nos sosegaba, qué duda cabe, aquella rutina.

Juan A. Herrero Díez

LIMA: CIUDAD DE VELOCIDAD

 

El indio sigue siendo indio aunque lo persiga

la raza de los saciados vestidos con terno de corte italiano,

los niños exigen el capricho americano

a padres trabajadores esclavizados a una tarjeta de crédito

con la astucia negra del pájaro cuco,

las mujeres gimen por los chupatintas que presumen,

presumen de una dádiva chica y sin herencia

que sus hijos pretenderán tener

en pos de la plegaria de brea que dan al viejo-lobo de la patria.

Los negros bailan moviendo su cucu,

pues lo aprendieron en Chincha y allí baila hasta el gato,

y desafían a la promesa hueca del caballo sin dientes

pues siempre una mentira es menos que una canción,

las rosas buscan su espina en el escaparate eléctrico

porque allí se miente con descaro y es siempre

una mentira dulce, que da placer creerla.

La misa se ha vuelto dieta ciega para el que necesita

saber, saber cuál es la razón y el porqué

de cuando se pudre por desgana hasta el llanto,

el horizonte debe ser tan mentira

como que los pelícanos se disfrazan de pollo,

los senderos deben ser tan verdad

como que los sueños se esfuman en el aire,

será verdad el origen de la patata,

aunque una mentira es la gracia que viste al santo.

Los poetas huyen de su canción porque temen la risa

de un pueblo sin justicia,

aunque la justicia no exista ni para ellos ni para nadie,

la brújula se seca ante el viento

y el plomo está sediento de sangre ajena,

porque el paraíso es un huerto sin fruto

y la flor florece en el azar de una naturaleza distraída.

La perdiz discrepa con el cuy sobre la proteína seca,

los desmayos son cosa de maricones

cuando el empleado de banca discrepa sobre el logaritmo resentido que acoge al yermo erial que fue trinchera,

la burla es tan inmediata como el gas que se respira

cuando se esnifa la oportunidad en pequeños pedazos de Biblia.

Me he vengado de la blanca estirpe de matarifes

que en el barrio de San Isidro custodiaban el olor a sombra,

he sacrificado mi sacrificio de silencio y luna

para que en Miraflores no mientan a la llaga de mi frente,

he traicionado a los fantasmas del Real Felipe

para que la cáscara de mi lamento no sea de luz,

prefiero ser odiado a que me odien

cuando sea un niño puro y tonto,

 y me ejecuten los borrachos de paz,

porque hasta la paz cansa, y se aburre la misma paloma del cielo.

Los autos, las combis, y los micro-buses

siguen un río tan sucio y profundo

que las huellas de los conquistadores se apagaron de agua,

es frenética esta ciudad gris, es horrible esta anarquía,

esta anarquía pequeña que el cholo soporta en sus venas

y cuando besa a la calavera muere un suspiro de amor

estremecido por un amor imposible,

la noche de Lima es una noche cascabelera,

noche de cascabeles y de magia con sabor a todo,

es noche sensual y obscena

que coquetea lasciva y racial bajo un cielo sin estrellas,

coquetea asombrosa y esbelta

ante la caricia de una noche austral,

coquetea sencilla y hermosa bajo un cielo

que le exige prostituirse y ella olvida, y sigue siendo.

Por Cecilio Olivero Muñoz

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SELECCIÓN DE POEMAS

POR FRANCISCO JESÚS MUÑOZ SOLER

 

ABSORBER LA PERMANENTE VITALIDAD

 

Absorber la permanente vitalidad

de la trascendencia de lo cotidiano,

del día a día pausado

vivo, armonioso, pero callado

que pasa sin hacer ruido

pero va llenando los posos

de nuestros adentros

de las esencias que nos hacen ser

y sentirnos persona.

LA DENSA CORPOREIDAD DE MI MEMORIA

 

La densa corporeidad de mi memoria

bulle en el hermoso caldero

donde se cuecen los olores

de mis realidades y sueños,

es tanto su bagaje y la fina línea

entre verdad y ensoñación

es tan imperceptible

que se han mezclado

formando un magma

tan verdadero y lúcido

que no se podrían rescatar

sus sabores y texturas originales.

ESTE LUGAR CONFORMADO POR UN ENTRAMADO

Ese lugar conformado por un entramado

de realidades y ensoñaciones,

aromatizado por vibrantes olores

y sustantivas emociones

llena los espacios de mi amada vida.

QUE SERÁ DE LA RICA

 

Que será de la rica

y sustantiva esencia

de mi acaudalada memoria,

donde hallará cobijo

sus magníficos nutrientes

cuando la vasija

que los contiene

deje de vibrar y se reseque.

COMO DENOMINAR EL INTANGIBLE

Como denominar el intangible

espacio donde mis emociones

hallarán descanso

cuando mi lugar desaparezca.

RARA ES LA VEZ

 

Rara es la vez

que no me arranca

una sonrisa

el ilustre poeta

de mi amada tierra

con su deje

de irónica ocurrencia.

Disfruto leyendo

sus breves crónicas

que se desgranan cayendo

hasta formar columnas

que se adosan

en los pilares

que sujetan mis alforjas.

Empiezo de buena mañana

con refrescantes sonrisas

rellenas de mermelada

del nutritivo sabor

de la realidad cachorreña

que solo da la cosecha

de Don Manuel de Alcántara.

RECONOZCO EL BULLICIO

Reconozco el bullicio

que burbujea en mis entrañas

activado por la ilusión

que me ha generado

el hecho trascendente

de que estoy siendo examinado

por una preeminente

agencia literaria,

ojalá encuentre en ella

el reconocimiento de la valía

de mi ya abultada obra

y esta pueda acceder

a intelectos ansiosos e interesados

en poesía sensible y comprometida.

Reconozco que me gustaría

ser reconocido como poeta

porque así me siento

y sin desmerecer

la vanidad de mi ego

humano al fin

lo que realmente me sacude

es la esperanza de que mis inquietudes

trascienda a personas

y sentirme útil.

Pero seguiré escribiendo

porque sale de mí

como necesidad vital

y regeneradora de mi mismo

sea cual sea

la realidad de los hechos

en mi espera de primavera,

al menos hasta que la curiosidad

siga alimentando mis sueños.

SI LOS SONIDOS DE LAS PALABRAS

 

Si los sonidos de las palabras

sus ecos, entonaciones y matices,

se hubiesen podido mantener en el tiempo

suspendidos, levitando en un espacio

intemporal, anaeróbico y modélico,

entonces podríamos rescatar

originales versos en su contexto,

de sus encapsulados descansos,

con toda la riqueza de sus léxicos

en su punto, con su acento

de la mismísima boca

que lo expulsó de sus adentros,

satisfacer nuestros tímpanos

con la orfebrería de Góngora

o la maravillosa ironía de Quevedo.

SIEMBRA CONTINUA SIN DESMAYO NI REMEDIO

 

Siembra continua sin desmayo ni remedio

en las voluntades de los intelectos

para que sigan surgiendo las emociones

de las múltiples y ricas variaciones

que ofrecen los fabulosos mundos

surgidos de las aristas de las palabras

de sus sonidos, de sus silencios,

pulirlas hasta dotarlas del armamento preciso

áspides inyectoras del veneno mortífero

que aniquile el empobrecimiento del léxico,

de sus contenidos, sus emociones y su limo.

CUANTAS LÚCIDAS Y EMOTIVAS HISTORIAS

 

Cuantas lúcidas y emotivas historias

enriquecerán mis días

cuando alcance el júbilo,

seguramente un mínimo número

de las que aparentemente sestean

en los cuidados estantes

donde las fui acunando

con riguroso y esmerado mimo,

serán legión las que exhalaran

desde sus bellos y cuidados lomos

miradas denodadamente suplicantes

quedaran sepultadas por lágrimas

de sus inconsolables lloros,

con sus anegadas aguas

transportaran mis básales hilos

convertidos en calcinadas exequias

o en fugaces haces luminosos

hacia el concentrado hueco

donde abonaré con mis esencias

el agujero negro de los sentidos.

COMO LUCES DE MI CIUDAD CAMINO

Como luces de mi ciudad camino,

nunca a habido más centrifugas

y a la vez formaron un centro

más integrado en la armonía de sí mismo,

los extravíos emocionales

que dominan la cósmica de mi tiempo

me hacen sentir el absurdo del exilio

en mis propios pasos, en mis inicios

negándome mi historia, carácter y designio,

ser arrabal en mi sombra

en las esquinas que doblan las luces

que traspasan mis córneas

y sostiene el centro de mi mismo;

no lloraran mis esencias,

consolaran mis vástagos, añoraran mis vestigios,

ser extranjero en las normas

de quienes fugazmente tropiezan

con mis contemporáneas luces

no perturba mi sentido intimo,

el dominio del compartido espacio

no da derecho ni poder

para descomponer ni magnífico crisol

que conforme se aleja reverbera sobre si mismo

formando haces de maravillosos sueños

esos que instalan el territorio de mi vida.

ONDULÁNDOSE SOBRE SI MISMA

 

Ondulándose sobre si misma

envuelve su cercano espacio

con el atrayente sabor

de su perfumada estética,

desprendiendo aromas

por los perfiles de sus rasgos

retenida estática

de intima percepción.

EN UNA MARÍTIMA PALMERA

 

En una marítima palmera

y por una esquina fijada

una foto con la cabeza volteada

mira al mar desde los tiempos

en que una desgarrada doliente

mantenía el ánimo de la búsqueda,

con la derrota anunciada

por la iniquidad conclusa

aguarda a sucumbir

ante la gravedad de la certeza,

aún traslada

traspasadoras luces de auroras

hacía el término de la raya

para superar el vértigo

de una luz sin mañanas,

y mientras impulsado por ella escribo

ahíta de sostener miradas

se deja descender

y enfrentándose al cielo

concluye su obra malograda

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SELECCIÓN DE POEMAS

POR  LUIS CHINCHILLA ELIZONDO

 

PIEL DEL NEÓFITO POETA

 

¿ Porqué será que no escribe el poeta?

Acaso la noche helada no le ha vuelto a ver.

Dime niño,

¿Dónde esta el poeta?

Dicen que se fue, para no volver,

Ya no quiso soñar…

Sus manos estaban frías,

Porque las nubes no se juntaban a conversar,

¡ Sí !,

Los sueños están en el aire,

Sólo hay que mirarlos sin molestar.

¿ Pero dime niño?

Si las palabras se escondieron,

Para no sentir el frío de sus manos

¡ No ¡

Ellas se embriagaron por su partida,

Y se fueron, para el mundo recorrer.

¿ Dime?, si es que no escribirá el poeta,

Porque alguien lastimo sus letras.

¡ Sí ¡

Parece que un Amado y experimentado poeta,

menosprecio los sueños y la letra del

Neófito poeta.

¡ Niño ¡

La poesía no ha muerto,

Seguirá siempre viva

Respetando los sueños

De quien escriba.

Ven niño poeta,

Sigue escribiendo a la luna,

Aunque sus versos sean amargos

No desprecies a ninguna.

¿ Dime niño,

Quien es el dueño de la poesía y la letra?

Sin el sueño de los amantes,

La poesía  no existiera.

Para que las noches no sean eternas,

Debo escribir lo que el alma ordena.

Creyendo que la poesía descansa en los sueños

De las personas nobles y buenas.

Luis Chinchilla Elizondo  08/09/2009

Grecia, Alajuela, Costa Rica

NATURALEZA

 

 

 

Te invito a pasear

Por este viejo camino

Donde la maldad del ser humano

Aún no ha llegado.

Empapados de tiempos de bondad,

La sombra nos refresca

Y la tierra parece suplicar.

Con el paso del viento

Los  bambúes parecen hablar,

Al caer la lluvia,

La sedienta tierra

Vuelve a suspirar.

El Cielo lleno de paz,

La quietud une nuestras miradas

Llenas de sinceridad.

Con un puñado de sentimientos

Al lado del camino, dices,

¡ las flores son páginas

Que reflejan la verdad!.

Pétalos de rosa nos miran

Como a niños,

Que vienen y van.

La  ciencia y la prisa

Ya no están más,

Sólo las piedras del río

Bajo el agua cristalina,

Con los rayos del sol

Parecen brillar.

Sigamos luchando naturaleza

Para seguir cultivando vuestra belleza

Que los años no apaguen el H2O.

Las nacientes no desaparezcan,

La lluvia quede impresa,

En las generaciones

Que están por llegar.

Luis Alberto Chinchilla Elizondo  16/08/2009

Grecia, Alajuela, Costa Rica, correo electrónico: luischin_63@hotmail.com

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SELECCIÓN DE POEMAS

POR MARIO MELÉNDEZ

(Linares, CHILE, 1971)

 

SEÑORES DEL SUR

 

Señores del sur

he comprometido mis raíces con ustedes

mi palabra llegará como un río

a recoger la tierra y su origen

Llámenme agricultor

cuando el trigo se despierte

cuando cruja la semilla

y el invierno se levante en una mano

Llámenme soldado

cuando el agua y la piedra se reúnan

entonces seré el puñal

que desgarre ceniza y envoltura

No digan al Maule como me llamo

me reconocerá por la voz

por los susurros que mis labios

llevarán hasta su lecho

No digan nada en Constitución

o en Pelluhue o en Chanco o en Curanipe

mi nombre fue encontrado en una ola

no es necesario que digan nada

Señores del sur

mi casa es mi mejor emblema

Pueden ver a través de las ventanas

o a través de mis ojos

lo que les tengo preparado

Abriré de una en una mis heridas

y escupiré poemas en vez de sangre

y a todos les diré mi nombre

Porque no quiero ver a Pedro

arrinconado en un museo

o a Manuel Francisco

retenido en una boca

Ellos sabían cantar

eran dos vientos de distinto oficio

dos gotas que el Maule

sacudió con violencia

Y yo ¿quién soy?

algo tengo de todos

cara de pan o de hormiga

muslos comprometidos

con el sabor de la tierra

hombros de padre

dientes de inquilino o de patrón

Soy una flor con espinas

y pétalos de mármol

un poema preparado

con la lluvia de cada día

VINCENT 1993

 

a Vicente Huidobro

El gran poeta de las vanidades

se mira al espejo y dice

no hay otro mejor que yo

no hay otro más hermoso y delicado

más burlón, paradojal e irresistible

Y cuando voy por las calles

me persiguen y me piden autógrafos

se aglutinan en torno mío o se desmayan

porque soy más inmortal que las agujas

y en mi boca suspiran las estrellas

Así, cada montaña es un pelo en mi oreja

y cada nube una escalera de emergencia

donde subo y bajo como un mago

persiguiendo su conejo sin darle jamás alcance

No obstante los helicópteros me adoran

me adoran también las escolares que diviso de reojo

me adora el trapecista de un circo desahuciado

me adora la azafata de un vuelo imaginario

me adoran los enanos, los duendes, los fantasmas

y todos gritan “Ahí va Vicente, ahí va

con su cara encerrada en un sombrero

ahí va, el que se orina en los astros

el que respira copihues

y cambia de color hasta volverse inaguantable”

Y yo me río como un Buda chocho

cuando arrojan flores a mis pies

y me lleno de números telefónicos

y de mujeres que darían sus propios pechos

por rozar mi frente de amante multitudinario

o por mirar mis cabellos salidos de un arcoiris de fruta

Tengo unos cuantos lunares en francés

y un gato que me habla en un idioma póstumo

y un perro que me muerde y me lame las antenas

y un cilantro preguntando quién soy

y yo le digo “No me busques

no hagas caso de la rosa deshojada

tú tienes tu propia sabiduría

tu propio olor

tu apellido en la cazuela del domingo

y no necesitas ser tan hermoso

para que ellos te respeten

cuando con sólo probarte

tienes ganado el cielo

y un espacio en mi garganta”

Ahora me marcho en mi paracaídas

me marcho en mi aeronave de plumas anónimas

me marcho a pellizcarle las nalgas a un piano

a dormir una siesta en un ataúd de huevo

QUE SALGA EL INDIO ENTRE LAS PIEDRAS

 

Que salga el Guayasamín que cada uno tenemos

que salga el indio entre las piedras, médula a médula

el gran precipicio que somos, la gran llaga ecuatoriana

y lo que cae del ojo al cielo, y lo que arruga el aire

y lo que sale de nosotros mismos como una rosa deforme

y lo que araña más adentro que salga

que salga el trueno, la bocanada, el relámpago

la hebra furiosa y tuerta que mira sangrar el alma

y aquí, en esta jaula ardiente que es América de luto

están pendientes los nombres de aquellas manos clavadas

de aquellos pies desahuciados, de aquellos huesos de humo

de aquel sueño arrojado al gran ataúd del miedo

o simplemente del árbol con sus ramas infinitamente secas

Porque no estamos muertos, no estamos

y hay uno que ahora brinca por encima de los sables

y hay uno que bebe fuego y lleva alas de ceniza

y hay uno que agrieta el río con su cráneo universal

y hay uno que dice yo, yo soy el indio entre las piedras

y todo el horror humano se me apaga en el cuerpo

y tengo lágrimas y penas

y el corazón como una luna borracha

y el esqueleto dormido, y la mandíbula tiesa

y a mi oído brama el perro de las noches podridas

y a mi boca rueda el beso de la angustia que mata

Y yo pinto, yo pinto con mi voz y con mis uñas repletas

yo pinto con mi oxígeno la cicatriz del viento

raspo la puñalada maldita de los siglos

me sumerjo en el ácido mortal de las pupilas andinas

desnudo el recuerdo de la calavera sombría

y en mí sobreviven las tripas cortadas de cuajo

y cada grito soy yo, cada mejilla nacida del grito

cada suspiro fatal y su patria de aguja

cada mujer, cada hombre

cada animal volteado en la vértebra dramática

todos y cada uno de ellos

y en todas partes la vida como un sol amargo

y yo, hinchado de colores

cierro las alas y duermo sobre la tristeza

 

UN DÍA VOLVERÉ A TUS OJOS

 

Un día volveré a tus ojos

y comenzaré de nuevo

volveré con un sonido hueco de metal

y sol mojado

buscaré entre los papeles del tiempo

tu cuerpo verde y tus cabellos de uva

te coronaré en silencio con mi boca

y con mis manos que no terminan

Volveré por ti y por tu sangre estrellada

viendo pasar la tarde como una sombra antigua

algo se romperá allá arriba y no seremos nosotros

algo se quemará de pronto con el eco de tus sábanas

Y volveré más vivo, más puro, más hambriento

y volveré volando y desgarrando plumas

todo lo haré por ti, todo en silencio

que hasta los gallos prolongarán la noche

cuando te vean desnuda

LLÉVAME

Llévame hacia el sur
de tus caderas
donde la humedad
envuelve los árboles
que brotan de tu cuerpo
Llévame a la tierra profunda
que asoma entre tus piernas
a ese pequeño norte de tus senos
Llévame al desierto frío
que amenaza tu boca
al desterrado oasis de tu ombligo
Llévame al oeste de aquellos pies
que fueron míos
de aquellas manos que encerraron
el mar y las montañas
Llévame a otros pueblos
con el primer beso
a la región interminable
de lengua y flores
a ese camino genital
a ese río de ceniza que derramas
Llévame a todas partes, amor
y a todas partes conduce mis dedos
como si tú fueras la patria
y yo, tu único habitante

SI FUERAS CALVA TAMBIÉN TE AMARÍA

 

Si fueras calva también te amaría

me volvería loco besando tu cabeza

tu pequeña luna dorada

Si fueras calva, oh si fueras calva

te llevaría por el río de la memoria

me sentaría junto al fuego de tus ojos callados

derramaría un cisne en medio de tu frente

Pero la larga y ciega cabellera

el largo aliento de cristal

la larga hebra de ceniza y polen que tú eres

todo lo que la vida se guarda para sí en tus cabellos

lo que la noche te roba en suspiros

todo lo que el color del éxtasis te lame

como en un vuelo relámpago

como en un sol prolongado

como en un juego de luces apiladas en tu cuello

todo eso, amor, y más arriba esta ola

esta corriente, este aire

este racimo de algas enjuagadas al viento

este cordón humano amontonado a ti

esta marea, este soplo

este susurro que me ata hasta las últimas raíces

y lo que nace, y lo que acaba

y lo que cae al gran abismo de tu sangre

lo que no ha sido escrito, amor, todo el misterio

porque en la sombra de tu pelo

yo me ahogo para siempre

 

 

PARA MAYOR SEGURIDAD

Vengan a ver mi poesía
no está hecha de material ligero
aguantará perfectamente el invierno
y en verano refrescará
las mentes y los cuerpos
Hay poderosas vigas entre cada verso
hay listones apuntalando mis palabras
Y si la lluvia desea entrar
pondré mis sueños en el techo
y taparé las goteras
con mi propio dolor

LA OTRA

Caperucita nunca imaginó que El Lobo la dejaría por otra.
Nunca hizo caso de los consejos que en materia amorosa le daba
La Abuelita. Por lo que una mañana El Lobo le dijo: «Caperucita,
quiero terminar contigo. Ya no me excita perseguirte por el bosque;
ya no me agrada disfrazarme de abuelita para que tú me digas
tus tonterías de siempre, que si tengo las orejas grandes y esos
colmillos tan filudos, y yo, como un estúpido, responda que son
para oírte, olerte y verte mejor. No, Caperucita, lo nuestro ya
no tiene remedio». Entonces Caperucita, desconcertada por aquella
confesión, se echó a correr tan lejos como pudo pensando en la
clase de mujer que había conquistado el corazón de su amante.
«Es ella, tiene que ser ella», repetía la niña, mientras buscaba
desesperadamente la casa de la anciana. «Abuelita», gritó al fin,
cuando hubo contemplado la figura que yacía en el lecho, «¿cómo
pudiste hacerme esto? tú, la amiga en quien yo más confiaba».
«Lo siento», dijo la otra, «nunca pensé quedar embarazada a mi edad,
y menos de alguien tan poco inteligente e imaginativo. No obstante,
él es un lobo responsable, que no dudó por un minuto en ofrecerme
matrimonio al conocer la noticia. Lo siento, Caperucita, tendrás
que buscarte otro. Después de todo, no es este el único lobo
en el mundo, ¿o no?».

MI GATO QUIERE SER POETA

Mi gato quiere ser poeta
y para ello
revisa todos los días mis originales
y los libros que tengo en casa
Él cree que no me doy cuenta
es demasiado orgulloso
para dejar que le ayude
Lleva consigo unos borradores
en los que anota con cuidado
cada cosa que hago y que digo
Ayer no más, en uno de mis recitales
apareció de incógnito entre la gente
vestía camisa a cuadros
y mis viejos zapatos rojos
que no veía hace tiempo
Al terminar la función
se acercó con mi libro en la mano
quería que lo autografiara
y para ello me dio un nombre falso
un tal Silvestre Gatica
Yo le reconocí de inmediato
por sus grandes bigotes y su cola peluda
pero no dije nada
y preferí seguirle la corriente
Luego me deslizó bajo el brazo
uno de sus manuscritos
“Léalos cuando pueda, Maestro” me dijo
y se despidió entre elogios y parabienes
Y sucedió que anoche
y como no lograba dormir
levanté con desgano aquel obsequio
para darle una mirada
Era un poema de amor
un hermoso poema de amor
dedicado a Susana
la gatita siamés
que vivía a los pies del sitio
Parecía un texto perfecto
tenía fuerza y ritmo e imaginación
y todos los elementos necesarios
para decir que era un gran poema
y sin duda era un gran poema
un poema como pocas veces había leído
Entonces me entró la rabia
y la envidia y la cólera
y me pilló la madrugada
con el texto entre las manos
sin atreverme a romperlo
o hacerle correcciones
Que Dios me perdone por esto
pero no veo otra salida
mañana echaré mi gato a la calle
y publicaré el poema bajo mi nombre

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SELECCIÓN DE POEMAS

POR OMAR SANTOS

(MÉXICO, 1975)

 

TERRITORIOS

 

El lugar donde prohíben los recovecos.

El lugar donde el verbo se hunde en la llamarada.

El lugar donde se olvida el castillo y las emociones.

El lugar donde se ignoran los muñones de la infancia.

El lugar donde octubre es inédita rabia del arcángel.

El lugar donde el espectro escondió el libro y las monedas.

El lugar donde el lunes es cuchilla del profeta.

El lugar donde exhibieron las entrañas del indoblegable.

El lugar donde la linterna es llanto y proferir de la muchacha.

El lugar donde los espejismos son alimento del poeta.

El lugar donde el sexo es un asunto de la sucia moral.

El lugar donde el corcel anunció la orgía de los dioses.

El lugar donde el terrorista pidió el verso antes de la inyección.

El lugar donde nos harán beber el cáliz de nuestra propia sangre.

El lugar donde el que escribe estas vicisitudes se queda quietecito,

en el lecho, negando la máscara más hermosa de la fatalidad.

EL LLAMADO

Ya ves, ya ves, que nos llaman,

que algo muriò en el camino,

unos ojos aterrados nos miran

desde los àrboles,

ya ves, han destrozado la casa

que hemos olvidado al càntaro

y a los niños

como espantapájaros

sin voluntad,

como cobardes indescifrables

que se conforman con la soledad.

Ya ves, ya ves, algo de tì se arrodilla

algo que se enrosca como

extenso alarido,

que nos venden la duda,

que tal vez el vacìo y las tenazas,

y esto que nos fractura la palabra,

y esta noche que no acaba

en la impiedad.

Ya lo ves, ya lo aceptas,

te despeñas, te acongojas

algo nos escupe

algo de nuestro propio origen

nos rechaza.

Ya ves que fácil es cagarse de miedo,

que grandilocuente el ser contemporàneo

acabando con los pèndulos de su razòn.

El TURNO DE USTEDES

Dispongan,

ya no hay confidencias

sobre el jazmìn,

que se diga claro,

pues ya qué,

una hambruna, un cadáver màs.

Ya se acaba la antorcha

de la tranquilidad,

bienvenidos,

pasen ustedes,

ya gozamos de la era

del vòmito,

eviten el bramido y la tardanza,

extiéndase en su desague de indiferencia;

aquì falta escarnio, aquì

un poco de horror familiar,

bienvenidos,

Oh, grandes seres,

esto es la gran opereta

de los insectos.

A su gusto, con cinismo

con tibieza, a sus anchas,

yo ya tuve mi salutación

mis días de cobardìa

y lamentación,

maté afectos,

ignoré con otros

el consejo de los buenos padres,

ahora el fingimiento.

Ahora recitemos esos versos de la partida;

pero amigos, ustedes tomen

su parte, yo paguè, ya decidì,

a lo sumo, ya esto lastima,

amigos, decidan,

esto abofetea, esto es el hartazgo…

 

LA DIFERENCIA 

 

La diferencia está

en los grilletes,

hombrecito de socavones,

hombrecito de cristal.

Ah, pero no es una alharaca,

es bueno saberlo,

si no hay largas dudas,

no existe otro canto para la soledad.

N o es sensato buscar en el olvido

de los otros,

aunque se cambie de paloma

o de sitio,

la desolación es contundente,

miras la libertad en el horizonte

e irremediablemente

te dan ganas de enloquecer.

La diferencia está

en los grilletes,

aceptarlo,

no excuses, no escapes,

hombrecito de las ciénagas,

si dudas mira esa multitud

que se resquebraja,

la luz del héroe mutilado

o la cárcel de esas miradas;

ah, pero no es una alharaca,

esto es la marca del siglo,

esto es la desventaja.

PERTURBADOR

 

Pues la noche

de estos maniquíes

es perturbadora,

pues qué grave, qué retroceso,

y es triste señores,

es humo de origen.

Extenso el escenario de latigazos.

El pánico procura más rehenes.

Qué desaliento en esta residencia,

en cada sitio,

señores,

nos han preparado la mortaja,

están preparando los tratados

crueles

señores, qué cicatriz,

calendario de atrocidades inventan,

y se ama el laberinto

como se ama al gusano del circo

o a la puta más feliz.

Claro señores, claro que no es gracioso,

no es un canto en el paraíso,

no tiene que ver con la mujer

que se goza mordiendo el limón.

Pues qué grave señores,

la linterna que se derrama

sobre la palabra tarde,

y qué gracia, con qué voluntad,

vamos todos elegantes,

mientras allá, ovillado entre navajas,

acaban con la ilusión.

 

MEDITACION DEL ESBIRRO

Me emocionan los árboles de la muchacha,

el globo alegre que cruza los azules,

el grito y el baile que despierta a los puertos

con niños. Me gustan los ancianos

que corrigen sus poemas.

Me gusta el olor de la tabernas

y el pandero de las zorras.

Pero me dieron órdenes,

es fácil el objetivo, es preciso,

tiraré mi piedad, y tendré que arrasar pronto,

ahora no tengo ni Dios ni moral,

y tendré que detonar,

es terrible y absurdo,

pero me dieron órdenes,

ahí está el blanco,

sólo apuntar…

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ENTREVISTA AL CRÍTICO LITERARIO Y POETA

VICENTE LUIS MORA

 

Por Cecilio Olivero Muñoz

 

   Vicente Luis Mora es una de las mentes más brillantes de este país, no sólo por su faceta excelente como poeta, en la que destaca de entre sus contemporáneos, y no sólo por sus críticas tan sumamente acertadas y sin ningún alarde pretencioso, sino por su extrema erudición y su primoroso virtuosismo. Ha publicado varios libros, de los cuales destaco aquí los que he tenido el placer de degustar, que son: “Singularidades, Ética y Poética de la Literatura Española Actual” (Bartleby, 2.006), “Mester de Cibervía” (pre-textos, 2.000) ganador del premio “Arcipreste de Hita” 1.999, y “Tiempo” (pre-textos, 2.009). Tengo que decir que tanto el ensayo “Singularidades” y los dos poemarios son de una calidad abrumadora, ya que en el ensayo he notado mucho nivel crítico, un nivel crítico que no deja de ser sincero, perspicaz y no deja cabos sueltos, el lenguaje es cercano y habla con conocimiento; especialmente recomendable para poetas, para todo tipo de poetas. La poesía es innovadora, elocuente, y plagada de profunda semilla. En “Tiempo” he notado cierta simplicidad cargada de un profundo lenguaje que emana desde lo más sencillo hasta de lo más remoto; exalta el desierto como símbolo de nuestras vidas solitarias, y de “Mester de Cibervía” debo decir que me han impresionado su intuitiva relevancia, su innovadora temática, su musicalidad y originalidad; no me extraña que fuese premiado.

Hola Vicente, ¿Qué es para ti la poesía?

Respuesta: Caramba, es curioso que nadie me haya hecho hasta ahora esta pregunta prototípica. Siempre pensé cuál iba a ser mi respuesta el día que alguien me inquiriese al respecto, y nunca llegué a una conclusión interesante, porque es difícil resumir una actividad vital tan profunda y complicada con un par de frases. Digamos que la poesía es para mí la parte más nuclear de la literatura, aquella donde se conjugan una experiencia extrema de lenguaje con una experiencia profunda de conocimiento en aras de una comunicación literaria de la máxima tensión. Definir “lenguaje”, “conocimiento” y “tensión” nos llevaría semanas, pero creo que puede entenderse bien lo que quiero decir.

 

-Yo escuché hablar de ti por un libro que leí que te resultará familiar, el libro de Fernández Mallo “Postpoesía” y me dejó estupefacto tu acertada opinión sobre los concursos de poesía:

-¿Qué opinas de los concursos?

Respuesta: Opino que los concursos están bien o no son perniciosos única y exclusivamente cuando concurren estos presupuestos: 1) Los miembros del jurado de verdad no conocen de forma previa el nombre de los autores ni las obras presentadas. 2) El representante de la editorial tiene voz, pero no voto. 3) El editor de esa editorial no ha animado a presentarse al certamen, con garantías o promesas de por medio, a un poeta al que quiere “colocar” en su catálogo sin arriesgarse económicamente. 4) El representante de la institución convocante se limita a estar calladito y mirando. 5) El autor premiado no ha intentado ponerse en contacto con ninguno de los miembros del jurado ni con la institución. 6) El autor premiado no ha escrito el libro pensando en el premio, ni en los nombres que componen el jurado, ni en la dotación económica –si la tiene–, ni ha introducido citas, epígrafes o convenientes señales que puedan hacer pensar a los miembros del jurado que a él le molan los mismos autores que a los miembros del jurado le molan, ni tampoco ha incluido versos de poemarios escritos por miembros del jurado. 7) El premio no provoca ningún envío de jamones de bellota antes, durante o después de las deliberaciones del jurado.

Todo lo que se puedo decir sobre este tema lo dejó bien escrito Juan Bonilla en su memorable relato “Bases del Premio Mastodonte de Novela” en Veinticinco años de éxitos (La Carbonería, 1993; Pre-Textos, 1996).    

 

-¿Qué opinas de la nueva corriente que está creando Agustín Fernández Mallo?

Respuesta: No sé a qué corriente te refieres, puesto que Agustín es un escritor muy personal. Hay jóvenes imitadores de Agustín, de eso sí me he dado cuenta, pero en este caso hablaría más de epígonos o seguidores de él que de corriente como tal. De Agustín, como he apuntado en un artículo reciente sobre su “proyecto Nocilla”, sólo puede decirse lo que él señala de la Coca-Cola: no puede compararse con nadie.

 

–         En tu libro “Singularidades” citas varios nombres que dices que son el auténtico parnaso de oro de la poesía española actual, ¿Qué condiciones tiene que tener un poeta actual para estar en ese parnaso?

Respuesta: En la actualidad es fácil, sigue siendo suficiente hacer la pelota a una serie bastante larga de poetas y críticos –casi los mismos que citaba en el libro– y dejarse utilizar convenientemente y a discreción por ellos.

 

–         En este libro dices también que un poeta postmoderno tiene no sólo que haber leído a los clásicos, sino que tiene también que conocer temáticas de física, tecnología, ciencia, filosofía y muchas materias más: ¿Qué me puedes decir acerca de este tema?

Respuesta: No creo que dijera en ningún momento “poeta posmoderno” sino poeta a secas. Salvo rarísimas excepciones, los mejores poetas, artistas, narradores, ensayistas, críticos o dramaturgos de cualquier época y cultura podían contarse sistemáticamente entre las personas más cultas, estudiosas, inteligentes e inquietas de su tiempo.

 

–         También he leído de ti que la narrativa española actual está anclada en parámetros decimonónicos, ¿Cuáles son para ti los escritores de novela que quizá pueden salvarse de esta “regresión temporal”?

Respuesta: Uy, pregunta trampa. No malintencionada, claro, sino letal de responder, puesto que por buena memoria que tenga uno siempre se dejará alguien fuera. Prefiero remitirme a mi índice de críticas literarias publicadas durante los últimos 15 años.

 

–          ¿Qué opinas acerca del apropiacionismo del que nos habla Fernández Mallo en su ensayo? ¿Cómo debería enfocarse a tu parecer?

Respuesta: El apropiacionismo es una técnica artística, como el propio Mallo recordaba desde las primeras versiones de su Postpoética, cuya utilización se remonta a los años setenta del pasado siglo. Puede verse a este respecto el esclarecedor ensayo de Juan Martín Prada, La apropiación posmoderna. Arte, práctica apropiacionista y teoría de la posmodernidad (Fundamentos, 2001). Hay un recurrente ciclo tendencial, que paradójicamente engloba, cuando se da, desde ciertas vanguardias a ciertas variantes reaccionarias en lo literario, a considerar que todo está agotado como creación ex novo y que la aparición de algo nuevo sólo puede venir de copiar, plagiar, glosar o reorganizar elementos ya existentes. Cuando estas líneas estéticas, como la de Agustín, consisten en mirar con ojos nuevos lo ya hecho, me parecen de gran interés. Cuando suponen, y estoy harto de verlo en poesía, única y exclusivamente un refrito malo y plagiario de lo bueno (e incluso malo) ya existente, me producen un profundo sueño o una dolorosa ardentía, según la época del año.

 

–         He visto que vives en Estados Unidos, ¿Qué poetas estadounidenses nos invitarías a leer? ¿Crees que los poetas estadounidenses si que están a la altura del postmodernismo tardío?

Respuesta: Lamento decir que no he aprovechado mi estancia aquí para profundizar en poesía, tenía otras cosas que hacer y en mi escaso tiempo libre he preferido leer narrativa estadounidense. De cuando en cuando hojeo revistas poéticas locales, pero no tengo ninguna “atención” especial puesta; uno no puede estar pendiente de España, Latinoamérica y Estados Unidos al mismo tiempo y con cierta profundidad sin volverse loco o sin ser millonario o sin trabajar en una universidad que le pague a uno los libros. He descubierto algunos poetas chicanos muy interesantes, como Demetria Martínez o Levi Romero, aunque dudo que sean fáciles de leer desde España.

 

-En tu ensayo “Singularidades”,  nos dices que en España no hubo nunca modernismo, ¿Por qué lo crees?

Respuesta: Creo que mejor me remito al ensayo, porque es una de las líneas de fondo del libro y no puedo aquí resumirla sin superficializarla.

 

–         He escuchado decir que en España ha hecho mucho daño a la poesía la forma de trasmitirla, es decir, la manera oral de trasmitir la poesía, ¿qué opinas al respecto?

Respuesta: No puedo opinar, porque tendría que leer o escuchar el completo razonamiento que daba esa persona al respecto. En principio, un modo de transmisión no tendría por qué dañar nada; más peligrosos son los modos de interpretación, que sí que han hecho daño, y mucho, a la poesía española.

 

 

-¿Qué opinas del verso rimado como tal? ¿Por qué crees que ya no se usa y se usa más la poesía narrativa?

Respuesta: A mí el verso rimado no me parece mal, incluso lo he practicado a menudo y tengo un libro inédito –seguramente por fortuna para todos– de sonetos. Pero reconozco que hay que ser muy original y muy brillante para que un poema rimado no parezca anacrónico y desfasado en 2010.

 

-¿Qué opinas del éxito de la novela sobre televisión de Manuel Vilas “Aire Nuestro”?

Respuesta: No vivo en España y no conocía el éxito; Vilas me comentó hace poco que iba a salir una segunda edición, pero no tenía más noticias. Me alegro por él; para mi vergüenza, todavía no he podido leer el libro. En este momento tengo 221 libros, recién contados, recibidos y pendientes de lectura.

 

-Tú has usado una nueva tecnología como lo es Internet como tema literario o entorno para expresar tu poética, ¿crees que la poesía actual debe de seguir por esos cauces? ¿qué opinas de la poesía en generaciones anteriores a la nuestra?

Respuesta: Yo no me atrevería a decir qué “debe” o “tiene” que hacer la poesía actual (salvo tener calidad, eso sí se le debe exigir): no soy ningún pope y como detesto recibir órdenes evito darlas. Creo que los nuevos medios son interesantes, eso es todo, y que traen riqueza de posibilidades.

La pregunta sobre “generaciones anteriores” es difícil de responder; creo que me remito de nuevo a mi trayectoria crítica, que daría una luz aproximada a la respuesta.

 

-Y por último, ¿has dicho todo lo que había que decir sobre la poesía española actual?

Respuesta: Tengo la sensación de que todavía no he empezado a decir lo que tengo que decir sobre la poesía española, pero si todo va bien, quizá no haya que esperar mucho para romper a hablar. Para empezar, todavía no he publicado mi tesis doctoral, por ejemplo, así que imagínese lo que me queda –inédito o todavía no escrito–por decir.

 

Gracias por tus respuestas, tan acertadas como siempre, y quiero que sepas que esperamos con interés tus obras.

 

 

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SELECCIÓN DE POEMAS PERUCHOS

POR CECILIO OLIVERO MUÑOZ

 

CREENCIAS DEL PERÚ

 

Dicen los peruanos viejos, los venidos de todas partes,

los portadores de la sabiduría ancestral,

que proteger la casa con una calavera de ser humano

ahuyenta a los ladrones, y a los invasores del hogar.

Dicen las mujeres de la casa,

las mujeres vencidas por la cucaña y las mañanas repetidas,

que una escoba detrás de una puerta

hace que el que molesta se vaya con una prisa que asombra.

Dicen los que vieron a la muerte de cerca

que pasarle un huevo a un niño por todo su cuerpo

le cura de muchos miedos, y le saca el mal de ojo.

Dicen las matronas de los hospitales

que ponerle a los niños recién nacidos un lazo rojo

en la muñeca lo protege del mal de ojo

y de otras malas artes que es menester sacar.

Alguien dijo: a los remedios del pueblo los bendice Dios,

por eso el pueblo escucha y divulga

y la sabiduría popular es tan vieja como el polvo,

el polvo que somos y seremos, la tradición colectiva

es la herencia del antiguo hechicero,

ese que protegía a su tribu

y con su visión les enseñaba el camino a seguir

en la senda de la noche de los tiempos. 

LA TARDE

 

Canallas y mal nacidos

tejen la escoria del olvido,

la tarde oculta te llora

buscando lugar y hora,

la tarde siempre ahí,

la tarde es un maniquí.

Bastardos y conspiradores,

estraperlistas y detractores,

se ponen amarillos los ojos

y amarillos los antojos,

buscas religión sin dios,

matas al lecho donde dos

se amaron en tu desprecio

pues el sabor agrio tiene precio,

la tarde es buena contigo,

te busca en la tarde aquel amigo

que pretende hacer historia

en el día en que tu gloria

es maraña nada más,

es un pecado que detrás

de tu remedio de llaga ciega

porque la madrugada te siega

todo aquello que fue tuyo

ya que sientes frío murmullo,

ya que sientes la desgana

entre ti, la tila y el pijama.

Sólo te queda la tarde

porque a las tres aquel alarde

es fiesta sin gargantilla,

es temprana pesadilla,

donde se miran dos hermanos

quitándose padrastros de sus manos,

se retuercen los orgullos,

lo tuyo es mío, lo mío tuyo,

recordamos las canciones,

recordamos tentaciones,

nos ponen los sabañones

desde los dedos a los talones,

nos ponen las mentiras

en las caricias que tú me inspiras,

anuncian su otredad

vírgenes frígidas de la barbaridad,

se suman todas las tardes

entre te quieros y besos cobardes.

Llevas las esquirlas de un pasado

entre lo que más has amado,

la tarde siempre presente

en crepúsculos de aguardiente,

rumias quien te ha traicionado,

el débil nace que ni pintado,

los mundos de Yupi se fueron,

entre borlas nos impusieron

aquello que no queremos

entre pactos y patatas con huevo,

eres ajena, eres cercana,

como la tarde de tu desgana,

al final ella paga el pato

pero se ríe de tu desacato,

victoria estremecida,

baja la calle, a cada cual su herida,

los resplandores son de la noche

y para ella todo es derroche,

los niños van al colegio

y a las cinco el sacrilegio,

te desmayas de puntualidad

entre la esperanza y la orfandad.

VIVIR EL PERÚ

 

Vivir el Perú es ir a cualquier provincia peruana

e ir por una carretera de arena

 (lo que ellos llaman “trocha”).

Vivir el Perú es irte a un hospital de la seguridad social

y encontrarte allí con un inmenso dolor humano

y una larga espera que desemboca en la desesperanza,

donde nadie te atiende,

te dejan morirte, para luego, comprender que mejor sería

haberte ido a una clínica,

pero despiertas del sueño,

y te dices que qué chucha clínica si no tienes plata.

Vivir el Perú es ir en un taxi Tico por la Avenida de la Marina

y comprender que la muerte está cerca

y que sería muy poco digno

morir enlatado como una sardina en conserva.

Vivir el Perú es La Odisea terrible de agarrar una combi

y justo cuando la agarras te subes en ella

y el conductor da un acelerón y te sacas la chucha

y se ríen todos menos tú.

Vivir el Perú es agarrar (por no caminar) un Moto-Taxi

y ves que tu vida corre peligro,

aunque lo agarrarás otra vez, por que caminar cansa.

Vivir el Perú es sacarte un documento

y hacer una cola de dos horas, te piden plata,

soportas calor, soportas olores,

y cuando crees que ya has terminado,

te dicen que tienes que pagar una tasa de 45 soles.

Vivir el Perú es ducharte con agua fría,

es alquilar una lavadora para lavar tu ropa,

es comprarte la ropa en Gamarra,

es irte a Miraflores para hacer turismo

y luego encontrarte con que ningún taxi te lleva al Callao.

Vivir el Perú es cruzar una calle

y ver que tu vida te pasa como dicen que te pasa

un instante antes de morir.

Vivir el Perú es un miedo constante a que te asalten,

te arranchen la cámara, te pidan limosna,

(te pidan colaboración),

te intenten embaucar, te quiten la vida.

Vivir el Perú es que crean que por vivir en España

ya eres o deberías ser millonario;

vivir el Perú es vivir el sabor con extrema intensidad,

vivir el Perú es ver diariamente mujeres bellas,

vivir el Perú es vivir con gente cálida, sencilla y hospitalaria,

vivir el Perú es la alegría en un salsódromo, en una peña,

salir a comer y enamorarte de sus materias primas.

Vivir el Perú es montarte en un taxi que es una carcocha.

Vivir el Perú es enamorarte del Perú;

vivir el Perú es vivir todas las razas,

es sentirte (a veces) como en casa.

Vivir el Perú es comer marcianos, comer en carretilla,

disfrutar de unos anticuchos, después un moliente,

luego unos ricos picarones, tomar algarrobina,

tomar un pisco en Santiago Queirolo, vivir el Perú

es no saber ni que hora, ni que día, ni que tarde es.

Vivir el Perú es conocer un pueblo olvidado,

un pueblo entre muralla de cal y pasado de arena.

Vivir el Perú es encontrarte con que existen billetes falsos,

gaseosas “bambas”, y demasiada piratería.

Vivir el Perú es volverte loco para encontrar un taxi

que quiera ir al BARRIO CINCO.

Vivir el Perú es coimear a un policía porque vas borracho.

Coimear a una funcionaria para que te haga un documento,

vivir el Perú es vivir al límite,

aunque es hermoso estar tan vivo.

UN TAXI  DISTINTO

 

Entre la ciudad de Lima y el Callao debe haber miles de taxis.

Algunos legales y otros ilegales.

Cada mil taxistas encuentras uno que es una filosofía andante.

Se conocen la ciudad palmo a palmo,

te muestran el suburbio, el corazón de la ciudad,

los lugares de alterne, los mejores restaurantes,

y encima, te dan conversación.

Siempre que me subo a un taxi ocurre un sortilegio

de liberadas suertes amparadas todas en un azar selectivo.

Hay taxistas mal dormidos, otros con halitosis mañanera

en plena noche de viernes, los hay refugiados en la música,

los hay con miedo, los hay mujeriegos, moralistas,

los hay también vergonzosos, los hay dicharacheros,

los hay filósofos naturales, son los mejores.

Andan conociendo la ciudad, refugiándose en la carrocería,

divagando su palabra desde donde se nutre la mirada,

maravilla de las virtudes, ellos saben

que no existe nada nuevo bajo la luz del sol.

La noche los engulle como un montón de basura

que desea ser tragada, devorada, los hace añicos.

-Oiga señor: ¿conoce algún lugar donde tomar una copa?-

-Señor, ¿usted sabe un sitio donde haya buen ambiente?-

TAXISTA: Yo le llevaré al lugar apropiado que usted busca.

Y el TAXISTA hizo el milagro.

LA NOCHE Y EL GUACHIMÁN

 

Rompedor de silencios en la noche.

Busca el ladrón su breve ausencia,

busca el perro su noche callada.

Ramillete de silbidos, descuidos

australes hasta la aurora.

Música lánguida del guachimán,

teje un sueño tranquilo su vigilia.

Su vigilia es estrella solitaria,

la alondra lo conoce demasiado

y su silbo suena para la confianza.

GERUNDIO MOSTACERO

 

Andando, anda andando la silueta vencida,

floreciendo de entre negruras el rosado vientre,

se maquilla el apetito como un símil de aurora;

la noche, toda mujer, lo anda entendiendo

entre mitades de agua evaporada.

Mientras la hembra, le arranca la ilusión

de ser mujer como un gemido de yegua,

como un suspiro de parturienta que concluye.

Le arranca el derecho de su nombre insatisfecho,

le arrebata el derecho y el sueño de su naturaleza,

el magma equivocado, el acto estéril de no-crear,

la verdad de sombra yerma que abre las piernas;

recelosa de la culpa que la sostiene,

ella anuncia su auto-destrucción sucediendo,

podrás ser madre y tener la concha cruda

pero yo tengo el gas espirituoso del vino de Baco

y el hechizo salpicando de borrachos delirando.

LOS CAMINOS SE HICIERON

CON AGUA, VIENTO Y FRÍO

 

Comprendo que te sientas cansado de oír la misma canción,

pero el hombre  se cansa de ser hombre,

se cansa por tanto, de la nana que mecen los lamentos

que multiplican la fobia y el tedio y la hacen única derrota,

de la hogaza de pan que se le arranca,

del camino con desasosiego sufriente, de la realidad huérfana

que lo arrodilla, del callo y la llaga dolorosa de sus pies,

de la molesta mota de polvo en sus ojos lagrimosos,

del suspiro vacío que lo hace dudar, del paso que se da

en pos de nada, de los amigos que se cansan del trabajo,

del mar salvaje que se enajena,

de la mano amiga con intenciones deshonestas,

se cansa, amigo, el sol de ser sol, la tormenta de ser calma,

se cansa la verdad de estar desnuda,

pero el mundo rueda y rueda en su inercia natural,

el león no sabe por qué debe de comer,

el árbol no conoce el peso que sostiene,

la razón es una sola y es sencilla,

el azul del cielo es un camaleón hecho de galaxia,

los niños pueden ser verdugos de lo puro,

y un hombre puede ser su único enemigo.

La realidad se crea en nuestro interior

como una página en blanco en las manos de un niño,

pinta los garabatos que quiere, pero los pinta en su ilusión.

Quiero volver al azul infantil que ignora

y volver a pintar mi ilusión de virginal palabra

y asesinar la canción leguleya que aprendí mientras andaba.

LA VERDAD DEL PERÚ

 

Este rico y hermoso país es dos

en uno solo.

Es la opulenta y amurallada

raza de caucásicos,

que vive y anda a la suya.

También es la mayoría de nadies

mestizos, cholos, y morenos,

que están en la gastronomía, la música,

el baile, la cultura criolla.

Ellos son la verdadera cara del Perú.

Los demás, los blancos, andan alardeando

en su escaparate televisivo,

hablan de la cultura universal, o eso creo.

 

39º NÚMERO DE LA REVISTA LITERARIA NEVANDO EN LA GUINEA

E-MAIL: nevandoenlaguinea@hotmail.com

39º NÚMERO DE LA REVISTA LITERARIA

NEVANDO EN LA GUINEA*

NºXXXIX   02-01-2.010

 

*Número dedicado a Zoila Rosa Villar Otero, con esperanzas.

 

EDITORIAL XXXIX

La poética de la crisis

Se acaba el 2009 y comienza el 2010. Si hay una palabra que protagoniza este cambio de año, es la palabra crisis. No es para tomárselo a broma, nada más lejos de nuestra intención: muchas personas, sus familias y su entorno lo pasan mal, el desaliento es enorme, la falta de expectativas resulta angustiosa. Al mismo tiempo, para un amplio número de personas, no lo olvidemos, la situación no ha empeorado por la sencilla razón de haber sido siempre mala, incluso en épocas de bonanza. La crisis supone un retroceso para los sectores más desfavorecidos, los que siempre pagan el pato. Entonces, ¿por qué hablamos de poética? 

Porque la crisis (re)plantea muchas cosas y sobre todo cuestiona el (des)orden de este mundo.  Porque nos enfrenta a una realidad que en épocas de bonanza se distorsionó. Porque nos lleva a mirar nuestra situación con crítica, sin falsa satisfacción. Porque nos obliga a pensar en profundidad. Desde luego, no creemos que la pobreza sea romántica ni atrayente. Pero cuando muchos países se creían los amos del mundo, verse en dificultades les permite ponerse en su propia realidad.

Y eso tiene mucho de poético.

El sistema capitalista más neoliberal ha querido despojarnos de la cultura en beneficio del lucro, de la reflexión a favor de lo rentable, lo ha convertido todo en negocio y si algo no servía para sus fines, se dejaba fuera. La reforma universitaria en Europa, el denominado Plan Bolonia, es una prueba de ello: el saber supeditado a la rentabilidad, la cultura ensombrecida por las hojas de resultados.

Si esta crisis nos permite abrir los ojos colectivos, bienvenida sea. No nos alegramos del sufrimiento de mucha gente, pero sí que hemos de saludar que las cosas se relativicen y reflexionemos sobre nuestras capacidades. Sólo así la cultura saldrá reforzada. Porque cuestionar la realidad conlleva dar alas al pensamiento. Eso nos llevará a una época más creativa.

Cuestionar el (des)orden del mundo nos hace libres. Pero hemos de tener herramientas para poder llevar a cabo dicho cuestionamiento. De ahí que hayamos dedicado algunas editoriales al preocupante estado de la educación. Es evidente que al poder le interesa que la gente salga de la escuela dóciles, por tanto incultos. Un individuo culto es un individuo que puede llegar a conocerse a sí mismo y a su entorno, no hay nada más peligroso para el poder: un ser humano con herramientas para pensar y sacar conclusiones le da más miedo que todos los fanáticos armados, porque éstos son una baza para la represión; aquel, por el contrario, puede cuestionarle.

De allí que desde Nevando en la Guinea deseemos prosperidad para el 2010, sí, pero sobre todo reflexión, cultura, poesía, todas ellas armas subversivas que nos alientan a cuestionarlo todo. Por tanto, a ser mejores.

NO ME ENCONTRARON

 

Federico, ¿dónde está tu voz?

¿dónde está tu suspiro carnal y trémulo?

¿qué voz se esconde tras tu piano alegre?

Esa voz inusitada que busca a tu nombre

en los senderos de mortaja y de silencio sometido.

La voz del poeta silenciada tras el vínculo

de sangre, de páramo y de teorema punzante

que avisa de que el hombre es oscuridad y abismo,

es injusticia y venganza que espera traicionera,

(la rencilla es más poderosa que el griterío del mujerío).

Tu voz es una noche que parte entre el misterio,

una noche donde la pólvora del cazador

te encuentra rodeado de vírgenes profanas

y sirenas de mares nuevos que lo yermo acaparan

y rezan salmos a la inercia de tus párpados,

tus párpados cerrados, entre ceniza y musgo,

tierra donde la tierra es sólo el horizonte,

es hoyo de nadir arrodillado,

es linde con su límite dormido.

Esta sombra lleva tu nombre tatuado de símbolo

y desnudez floral, patio vacío es tu mutismo,

parturienta de noches en toque de queda,

tu canto parte desde las entrañas de la Tierra.

Eres voz cautiva con toda su libertad sedienta.

Soy poeta por ti, divino poeta sin voz,

soy poeta perdido entre la incógnita fría,

te ruego el abrazo del mar a su costa,

te doy mi firmamento compacto

entre constelación inquieta y escalofrío de astro,

que indaga en tu susurro de canción e imagen tardía,

sendero rumiante que escojo en tu pulso,

pulso de rabia redonda y gitana donde la espiga

quiere ser pájaro vertical, y el sueño

quiere ser doliente calma en la siesta bajo el roble,

silencio es tu voz de cenit y paisaje que dormita

con toda la hermosura de mi plegaria encendida,

que como tú, está predestinada al silencio

del vinilo y el magnetófono

de las psicofonías que buscan la voz asesinada.

Por Cecilio Olivero Muñoz

Pensamiento positivo

 

 

– La cuestión es tener un pensamiento positivo. -me dijo, yo me la quedé mirando, extrañado, como si me hablara otro idioma ininteligible- Por ejemplo, quitarte ese miedo que te atenaza.

– No es tan fácil -repliqué-, tú no eliges el miedo, sino que el miedo te elige a ti. -En realidad, no me apetecía mantener una conversación psicológica con una recién licenciada en psicología que conservaba además toda la pasión por su disciplina.

– Ya, pero se trata de mantener controlado todo ese miedo … -Y aquí comenzó un monólogo del que simplemente me desentendí.

         Beatriz era sin duda una mujer maravillosa, atractiva, poco neurótica, inteligente, hablaba de literatura con conocimiento, el de quien ha leído mucho y bien. El único problema es que consideraba que los problemas, todos, tenían solución. Sobre todo los que ella creía poder curar.

         No me había enamorado. Sólo sentía una enorme confianza y comodidad junto a ella. Desde que la conocí, me la presentó Sara, charlamos largo y tendido muchas tardes que nos encontrábamos en el Café Atlántico. Ambos vivíamos cerca, por lo que nuestros encuentros comenzaron a ser frecuentes. Nos reuníamos casi a diario y sólo cuando algún compromiso se lo impedía dejábamos de vernos. Esas tardes, cuando no la veía, la echaba de menos. Nuestros encuentros se habían convertido en una costumbre que me gustaba conservar.

         De allí a cenar de tanto en tanto fue un paso fácil de dar. Los dos vivíamos solos, nadie nos esperaba. Estrechamos nuestra amistad con eso que Matías llamaba, había elaborado incluso una curiosa tesis, derecho a roce, sin que habláramos / teorizáramos sobre esas relaciones que no nos planteábamos siquiera, simplemente sucedían. Pero es curioso que a partir de aquella vinculación digamos que más carnal empezamos a hablar más de nuestras almas. Hasta ese momento nuestras conversaciones habían girado sobre todo sobre cine, novelas, autores, poetas y libros en general. De tanto en tanto charlábamos de amistades comunes. Pero fue acostarnos una noche, de esa primera noche ya había pasado dos o tres semanas, y comenzar a indagar sobre estados de alma, dolores de espíritu y otros males interiores. Por su parte, claro, que para mí tales menesteres apenas despertaban un mínimo interés, escaso por lo demás. Aunque ella decía que sí, que me ocupaba mucho de todo ello en mis relatos, algunos de ellos inéditos se los había dado a leer, y en la novela publicada poco antes de que la conociese.

– ¿Has leído mi novela? -pregunté sorprendido, no era yo muy dado a hablar de mi obra y a ella ni siquiera se lo había comentado, que ya tenía una novela publicada con una difusión harto discreta.

– Sí, me pareció fascinante, por cierto.

         Esa noche parecía dispuesta a sorprenderme: no sólo me había empezado a psicoanalizar hablándome de mis temores, sino que sabía más cosas de mí de las que yo mismo le había informado.

– Volvamos a mis temores. -Le dije no sin sorna.

– Ves, ese es el problema, nunca quieres hablar de ti, de tus cosas, es como si hubieses levantado un muro.

         Temí que de repente se mostrara neurótica. Cierto que tenía un poco de razón, que yo intentaba siempre mantenerme alejado de los demás, que nunca me había gustado mostrar mi interior más allá de lo que uno ha de mostrar por fuerza, no siempre, cuando escribe, pero justo lo que me había gustado de ella era que sabía mantenerse fuera de esa tendencia a querer rebuscar en el interior de los otros. 

– Eres un maniaco depresivo, aunque no lo sepas.

         Disimulé mi enfado por aquel comentario. No era cuestión de enfadarme con la única mujer con quien, hasta ese momento, mantenía una relación absolutamente satisfactoria. Pero no me gustó que me dijera eso. ¿Quién si no uno mismo para conocerse y saber lo que se era y lo que no? Reconozco que poseo una tendencia enorme a la melancolía, pero nada que ver con lo de maniaco depresivo.

         Opté por acariciarla, besarla y callar. Sin duda fue la mejor opción. Ella me siguió y dejó de hablarme de almas heridas, pensamientos positivos y otras florituras. No obstante, en el fondo, no pudo menos que dejarme preocupado. Me aterraba que supiera más de mí mismo que yo.

Juan A. Herrero Díez

BREVES HISTORIAS

(La importancia de lo que puedan decirte)

 

A veces vas a una boda con tu mujer

y un bocazas te critica porque escribes versos por las noches

y te reprocha que deberías estar jodiendo

-quizá como él lo haría- pero haces oídos sordos

y follas cuando quieres, o cuando le vienen las ganas a tu mujer.

A veces alguien te inoportuna con una impertinencia,

a veces es tu cuñado, otras un amigo, otras Pepito Grillo,

y muchas veces tienes que callarte, porque si no el barro

sería tantas veces por ti masticado, que buff, -y eso tú ya lo sabes-

y callas y pasas la página, como si nada hubiese ocurrido.

A veces te avergüenzas porque sales en pijama a la calle,

y vas a comprar el pan, entonces se pone la panadería abarrotada,

se va llenando de gente, unos te miran sonriendo,

tú pones cara de enfadado, te miras en los ventanales,

y piensas que más te valía haberte vestido.

A veces vas en el coche y te vienen súbitas ganas de orinar,

te desesperas conduciendo, te mueves para calmarte,

y ves que no puedes más, y meas en cualquier sitio,

y justo en plena meada pasa una anciana con un perrito.

A veces paseas por Lima “la bella-la horrible”, y de repente,

te apetece comer algo, ves un puesto de perritos calientes,

y la mujer del puesto te pregunta que de dónde eres,

tú le dices que español y ella te contesta:

que eres uno de los que se llevaron el oro del Perú.

A veces vas a un recital de poesía y están todos fascinados,

no por ti, sino por un poeta venido de Barcelona,

beben todos de su fuente, los deja boquiabiertos,

el poema trataba de la soledad del mundo.

A veces estás nervioso por algo y te preguntas por qué ¿?

Te preguntas si eres tú el culpable de sus males,

haces el milagro de sostener con dos dedos tu verdad,

aunque te vienen súbitas ganas de apretar el gatillo,

pero piensas en hacerlo cuando todo acabe,

te despides de ellos, y los miras a la cara,

y ellos no lo hacen por si acaso la realidad les escupa.

A veces ves a un amigo que hacía tiempo ya no veías,

haces por saludarlo y él finge no conocerte,

piensas en lo que has cambiado, o si tanto has engordado,

aunque la verdad es otra muy, muy diferente.

A veces vas al psiquiatra y en la sala de espera

todo el mundo te mira con sumo interés,

piensas si algo les debes por qué quieren cobrártelo

justamente en el único día que quisieras morir,

piensas que por favor te llamen, que todo termine deprisa,

y cuando ves al doctor un sol gigantesco te abraza,

pero cuando ves al doctor comprendes

que en la calle siempre hace más frío

y el doctor acaba llamando a otra persona,

no te queda otra que seguir esperando en la sala de espera. 

Por Cecilio Olivero Muñoz

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Continuación del No-Libro escrito por Juan M. G.

 

Noche

Anochece y hace buen tiempo. Estupendo.

Me complazco plácido en el cielo llovido.

Tengo donde dirigirme, lo que significa que la escena actual es estéril.

Tengo convicción, que por otra parte, quiere decir que no tengo nada a la vista.

Plenitud rítmica: pronuncio voz apagada, extinguida y terminante, y a fe mía, disimula crueldad (dirán tristeza).

El cielo llovido (me apaga, extingue y fulmina) me apunta: fiera, desafiado, baldosa suelta, linaje oscuro, intenso y devoto. Todo esto quiere decir: qué gloria y qué pena, qué mísera ironía.

Pertenezco, a fe mía, a una espantosa señal endiablada, que me consume incipiente, incumple promesas y enluta.

La fútil existencia prestada languidece, y es bien sabido, que anochece y hace buen tiempo.

 

***

 

 

Inhara

“Conjuro”, jamás mejor dicho.

Labios de ceniza, ojos de siglos…

Que el Ángel de sueños desplomó su vieja estrella,

De colores sólo vistos cuando duerme;

Allí eterniza en plenitud  poses vehementes,

Por la fantasía soñada de infundados astros,

(Anillos de humo y lluvia de estrellas).

La descolorida luz diluye  la noche al llamarte,

Pálida de prisa, harta espera

En uno de esos días de soles de medianoche,

En un mundo resuelto a declinarte,

Por la triste razón que decepciona;

(Demasiada gente, demasiadas horas)

***

 

Canción

Avanzaba claro y tenaz,

Calzado con la salvación condenada y espectral,

Célebre por su secreta tristeza,

Que evidencia en su crueldad.

Con alas rotas en los talones

Y el sol a mano, confuso

Recuerda insensible un sueño

Que dio sentido al ocaso.

Se sepulta perdonado,

Con su timidez mejor dispuesta

Mientras mancha al sol suave

Del arranque del olvido.

Despuntando pleno extravío

De esperar eternamente

Bajo esplendores de roseta

La pasión que más prospera.

Inmóvil se extenderá  soñando

Mostrando las piernas torpes

Y cualquiera de estos días

Pesará por fin su fin.

***

Hoy

Esta mañana lo primero que pensé fue en esas palabras…

“¿nos vemos mañana?”

¡Cuan maravillosa declaración!

En lugar de posponer la cita infinitas veces como creí en un principio, (cosa que nunca ocurrió), por fin nos conoceríamos.

Todo me era exaltación, y me di cuenta de lo que se desplegaba a los ojos desmentiría los plausibles incógnitas.

Yo había llegado temprano aquel día (y todos los demás también), el punto de encuentro fue en callao y corrientes, ella había decidido que sea en un café a tal hora. Yo llevaba nimiedades: algún dibujo, una carta y un poema.

Salí apurado, por más que estaba llegando temprano.

Fui pensando posibles temas de conversación, por más que tuviéramos visiones, gustos, tanto en común, ¿qué me podía significar eso? Eso no la entretendría…

A mitad de camino no pude evitar pensar en posibles fines, hasta llegar a los adversos,

¿Y si fuera un recibimiento inconcluso…? Es decir… ¿si no aparecía ella? Aún así, yo ya estaba en camino y llegando, sólo me faltaba esperar que se hiciera la hora.

Ya había tenido que combinar colectivos, después tuve que cruzar esas avenidas anchas… ¡justo, justo lo que no me gusta!

Pero por fin, el lugar dicho. Traté de darme ánimos, relajarme y procurar estar auxiliado por alguna fuerza del destino; aún así no logre calmarme lo suficiente, no me sentía cómodo… hasta me impedí irme varias veces, porque a fin de cuentas ¿quién me creía yo acaso? …

***

Final I

Unos 10 minutos antes de la hora acordada (yo había llegado 30 min. antes), llegó al sitio en su feminidad más amplia una belleza seductora que invadió todo el sitio.

Habíamos dicho de sentarnos en una mesa cercana a la puerta de entrada, y de ser posible junto a la misma. Y así lo hizo, el lugar estaba libre y se adueñó de aquella mesa sin decir nada a nadie, parecía esperar encontrarse con alguien. Hasta me pareció ver que bajo su natural gracia, estaba de buen humor.

Para cuando se hizo la hora exacta, la miraba y sabía. Aquello reclamaba. 

Yo empecé a pensar en la operación…

Entonces me pareció frágil, quizás no habría tenido un buen día ¿qué imagen podía yo darle ahora? Me levanté de mi sitio, pagué lo que consumí y me dirigí donde ella para cruzar de golpe la puerta. Entonces esperaba que entrara alguien, no que saliera, así que ni me notó.

No supe más nada de aquella.

La reacción que tengo ahora pensando en ello…ah, sería imposible entrar en detalles.

***

Final II

Como estaba ocupada incluso cada hora del día, era casi imposible poder verla.

Al principio me sentía hasta víctima de una broma cruel, de su autoría o del destino.

Sin embargo, había prometido darme cita en aquel café, que según creía al pie de la letra “me lo debía”.

Quizás por eso no podía evitar sentirme así, yo saliendo 2 horas antes con tal de poder verla, y cuando por fin me lo concedía, yo no era más que una de sus múltiples actividades, quizás una de “las que hacen diferente cada día” (la ultima cosa que quisiera sentirme!). De hecho, ni nos tuteábamos. Aún así, no me habría ido satisfecho de no llegar al cometido: averiguar su verdadero nombre.

Unos 10 minutos antes de la hora acordada (yo había llegado 30 min. antes), me avanzó distraído esta muchacha que no me explico dónde salió

-ya llegué- sentenció

Como me aturdió su presencia, además de frustrar mis planes de fuga, solo acerté decirle torpe: “sí, me doy cuenta”.

Del 1er vistazo, puedo decir que su piel blanquísima me seducía y sus antebrazos tenían cierto influjo indecente.

Hablamos de todo y con simpatía. Recuerdo que especialmente expliqué el asunto de “gracia” que ella entendía como sinónimo de bromista, cuando en verdad es una cualidad, un atractivo, un encanto, una naturalidad plena y hasta un don divino, y yo se lo adjudicaba todo. Habría comentado que gracia es hija de Venus, y personifica la belleza seductora, pero no lo creí propicio.

Obviamente caímos en el infame tema de la edad, que siempre me ha desfavorecido el asunto, pero por suerte ni mención de la nubosidad.

Me invadían pensamientos de Chaplin! Pero lejos de por querer evadirme de la charla, ella me resultaba un gran estímulo. Me miraba fría y perpleja en mis emociones, no comprendía lo que significaba para mí, y yo tampoco.

De Chaplin insistía recordar sus clichés: “Je vous adore.

Je vous ai aimé la premiére fois que je vous ai vu.”

Pero además de inoportunos e inútiles, resultaban impronunciables.

Yo estaba embrujado por ella: incrédulo del destino, tanta dulzura, tanta minuciosidad, me avergonzaban y amargaban.

-vos esperás demasiado-dijo solemne en algún momento, no respondía a lo que hablábamos, pero fue de lo más coherente.

No entendí su observación en todo su significado. Entonces, tuvo que irse.

Final inspirado en episodio de “mi autobiografía”, del gran Charles Chaplin.

***

Sueño y mentira

¿Qué hacer? No tiene sentido

Su manera siempre joven

Y a menudo atenta

Su gracia indócil

Que tanto inquieta.

Y un poco a veces

Se victimisa

Y su mirada tiembla

Y se revela ausente.

Cuanto posa en plenitud es inútil

Como quien ya no puede

Como si fuera gigante

Perderse en el “da lo mismo”.

Y yace, presa, se aleja

Golpea en la tarde azul

Y por primera vez la escuchas

Pero ya es inútil.

No oirá mi queja

Que florece en lo profundo de mí

Como quien llega y no puede

Darse paso a cumplir.

Y que ha llegado al despliegue

Donde rescata su obrar

Que al paso de las promesas

Se tilda en aparentar.

Hasta que un día reflexionas,

Y te das cuenta que es perfecta.

Y prueba que no fue más

Que un sueño y una mentira.

***

 

Faustina

Decía llamarse Faustina, pero se identificaba como Fer… esa aparente contradicción fue lo primero que noté en ella que llamara mi atención. 

Lo recuerdo bien, la charla resultó aburridísima, hasta el colmo que me tomé la libertad de comer en medio de la misma. Ella bromeó con el asunto, por mi desconsideración y (según ella) mi mal gusto, entonces rió: “Já”; seco, cortante, frío, certero.

Yo dije amar su risa en algún momento; no se si me entenderán, pero era perversamente simpática, y subrayé que no estaba siendo irónico. Debió apreciar mucho el cumplido, porque de ahí en más se rió constantemente. Siempre una oración perfectamente pronunciada, para finalizar con un hiriente jaque gritando su “Já”.

Hablaba paradójicamente. En determinado momento noté que creía en anchas llevarme la delantera, pese lo cual seguí ignorándola, porque “no valía la pena” pensé. Se me ocurrió leerle algunos de mis poemas, los cuales escuchó con desdén, sin el menor asomo de disimulo. Un rato más adelante ella ofreció, según cómo pudo recordar, uno de los suyos (sería justo decir un fragmento de uno), que no se comprendía en su totalidad, faltaban palabras, salteaba secciones enteras, y las consecuencias no correspondían con lo anteriormente dicho.

Sería incapaz de repetirlo, tanto por mi desgana al escucharlo, como por lo confuso del texto. Aún así, bosquejo un modelo según como lo recuerdo:

 “Renacía el corcel-viento….

El espanto clareaba…

Transcurría el tiempo extinto…

Mirada fijada atrás….

La pendeja.

La muy pendeja.”

(El poema era un poco más extenso.  Tampoco sabría señalar correctamente donde es que termina)

 Ella creyó con toda su modestia, haber estado brillante. Según me explicó, se trataba de la llegada de la primavera. Comenté que era evidente. Dijo haberlo escrito en su periodo creativo que tuvo hasta cerca de los 12 años, siendo de sus 10 años o antes. Había llegado estar en el círculo literario y granjearse favores, comentó orgullosa. Al parecer yo tenía que aprender de ella.

También dijo gustarle el teatro, pero al nombrarle obras como “esperando a Godot” de Beckett, o “el deseo atrapado por la cola” de Picasso (las cuales desconozco en absoluto, pero por su carácter de populares bien me figuro sus nombres), no salió airosa al interrogatorio y confesó ser inculta en la materia.

Primero me desconcertó saber que estaba en pareja. Dato más inesperado para mí, que hacían ya 6 años nada menos, y peor aún, decía “amarlo y ser amiga del sr.” (La frase sonaba poco feliz). Para aludir a una figura, su historia no me resultaba redonda, no me cerraba por ningún lado.

Se me fue insinuando que ella me conocía más que lo que admitíamos. Caí en la cuenta  de que la charla que se daba a lugar era un constante guiño, aunque no entendía como podía ser, no tenía ningún sentido, ¿Qué significaba aquello? Era todo tan explícito, y a la vez inexplicable.

Bromeé por algún motivo que ni recuerdo sobre lo lejos que vivíamos, la escasa posibilidad de cruzarnos, y allí los dos, superando toda estadística. Se animó mínimamente la charla, pero todavía era un bodrio, cuando fue tan inquietante al oírle decir “aferrarse a la distancia es una actitud tan pobre…”, para rematar luego con su interrogativo “Já”. Pedí que argumentara, ante lo cual re-preguntó algo… la acusé de vaga y ambigua. Sólo rió.

“Es raro encontrar gente como vos”, su cumplido me dio mucha rabia.

¿Qué podía pensar de ello? Llegado el momento decidí seguirle el juego. Yo también respondí con los guiños correspondientes, y para mi sorpresa, de manera cada vez más afilada y certera ella. No podía tratarse de una casualidad, bajo ningún concepto. Aún así, no me explicaba lo que sucedía… ¿Qué explicación podía darse?

Yo a la vez, pensaba tanto en ella…

Llegamos hasta a hablar de bombones, que (según dijo) jamás le habían regalado.

Convencido del todo por sus comentarios bromistas como “me acabo de dar cuenta, nos vigilan” (Y demás palabras sueltas que capté como “comunicado”) no cabía  más duda respecto a ella. Decidí ser franco, pero me salió pésimo. Le advertí de mi sorpresa ante todo lo que me contaba; así logré ofenderla.

 Insistía en que me disculpe, se había irritado (quizás) por mis comentarios sobre la duración de su noviazgo o algo por el estilo, y de hecho ofrecí mis disculpas, pero (según parece) un tanto bromeando, cosa que tomó muy a mal. Cuando quise arreglarlo, sólo empeoré el asunto: la situación se repetía cabalmente. Yo no entendía que hacer. Que era imprecisa, ya lo había señalado, y lo tenía bien presente.

Lo tenía tan en claro que me llevó a ese punto, sus palabras fueron “te doy otra oportunidad para disculparte”. Con eso lo admitía todo, pero todavía se prestaba a confusión. 

La situación era irreal y me rehusé a creer, puede decirse que actué de mala fe cuando dije necio “me niego”…“Sos dejado negarte” o algo así de grandilocuente fue lo que ella retrucó (y por supuesto que rió).

El ambiente cambió por completo en ese preciso instante, no habría más complicidades, su resolución no me daba lugar a dudas. Hasta casi confundí sus nombres, y por poco no me contuve de decir todo lo que quería soltarle.

Sí, su risa ya me era odiosa y bien se lo dije. Entonces me achacó de ser yo el ambiguo. Cuando me decidí por restarle protagonismo, solamente me había prestado a su juego de alienación sin darme cuenta. Constantemente creí estar a punto de entenderlo todo, pero nada más lejos de la realidad.

Era ya de madrugada y quise irme, me perturbaba la situación. Le pregunté con caballerosidad cuando era que terminaba su noche, aún pensaba acompañarla, y respondió como premeditadamente “mi noche termina cuando empieza tu día… -Hizo una pausa- y cuando te despiertes te darás cuenta que no fui más que un sueño, el más bello de todos”. Me desconcertó con su lirismo, sólo acoté que era gentil y cruel, y eso  cerraba todo (no se porque esas palabras).

Hacia el fin de la cita, creía saber que quería de mí y no me atemorizaba. “¿Entonces, como sigue esta charla?” dije cómplice, palabras  pronunciadas y contempladas antes, y que no podía olvidar de ningún modo. De no ser un incauto, habría dado fe esta vez que sería menos fácil, pero no… Tuve que repetir la pregunta, ella volvió desviar el tema.

El fin estaba a mano, de modo que empezó con sus conclusiones y enumeró:

Que era mal escritor, mala persona, mal amigo, mal compañero (esta en particular me dolió), etc. No me quejé, y hasta puede decirse que asentí. Fue muy persuasiva. “Me decepcionaste, en cierto sentido” dijo… tuvo algo de consideración al ser imprecisa allí.

Como para consolarme, me dijo que podía  ser mucho mejor. No le creí.

Yo sólo esperaba el fin, y significó un alivio realmente. Aquella noche de nuevo: ella y yo; por fin  recibiría mis bombones y escucharía mi “adiós”.

***

X

El rayo de luna y rosas, entre casas y palacios, terminó por desvanecerse en un punto lejano e indescifrable, mientras bajaba la lluvia, que la mitad  llenó de sueños y de frío.

Así, con los ojos cerrados y oyéndolo todo, en su lúcida inmersión, soledad sólo se abisma, pese a la exigencia despótica (léase lunfarda) de la tirana experiencia (léase poeta), del impulso decisivo oculto, llamado sueño.

***

XX

 

 

Me hubiera gustado ver su cuerpo, sus maneras y su gracia,

Ser presa de todo cuanto le circunda y rodea,

Mientras se adueña del ideal, joven y cruel.

Llevaría el mundo prestado en su bolsillo, y sin espanto ni juego,

Dulce y encantadora, sería instrumento vibrante

De encantos y majestades, que fraguan su desconcierto sobre la fluida amante.

El tiempo, torpe y pesado, se enluta y tiñe

Los decorados de la fútil existencia incipiente languidecen

El delirio atroz de tus brazos encantados…

 

***

 

XXX

 

 

No hay nada más claro que entender, allí estabas: en las nubes, visión  celeste, con tus pies en la luna.

Y una piedra grabó delante un puente, en un incierto desierto, implacable y que remuerde, que me sucede alrededor en cordones, y asumido en arruinarme, consientes.

***

Z

Sentida pérdida, sonrisa tenue

Y por costumbre prefiero arder.

Ante mis ojos, la muestra;

Separas la vista y la dicha…

Y pienso mejor dos veces.

No por creer en algo y confiarme al azar,

Despunte la perdida del sentido.

No porque encuentre salida, entonces huya.

La disensión en inmensa

Y el desconcierto intenso.

***

 

Sin ritmo y ningún sentido

¿Sabes cómo te imagino, a veces? Tendida resuelta a recitar letras, sin ritmo y ningún sentido, con una expresión vaga y sin tiempo.

Tus ojos dulces (la fuente de la expresión vaga)  te delatan, te dan a conocer. Pero revelan sutiles, que son en gran medida desconocidos.

No sé bien con que efecto, y quizás (aunque no lo crea) me equivoque, porque tal como adornada, yacen en tiempo perdido y estrellas, riegan tu luz en llanto y hacen de su rocío joyas.

En el vuelo de una tarde, perseguís la dulce noche, y al segundo, realizada.

Cómplice, tus besos sin piedad queman en al azul del tiempo.

¿Sabrás que te creo una canción?

***

Su voz es siempre el poder tenue, donde mueren las excusas.

La huella del tiempo se expresa en papel, el corazón cansado halla sitio entre las hojas

Una espera se presenta y amerita ser escrita.

Citas y comentarios la confían temblor del aire, en su ternura desatada.

La historia de sentimientos rítmicos y excedentes,

La dulzura conjugada en tercera persona.

***

Cuando suspende el hombre su triste pensamiento

Y cae en manos de la  música

Vuélvese en sueño a tal punto a su acecho

Que ha de tomar por fortuna que mienta su voz

No conocerá la tumba su desgracia

Y ni un soplo de paz dará alivio

Crecerán sus miedos, con todo derecho

Y adorará sus ilusiones de por vida

Cuando el éxtasis se abre paso en el silencio

Nutre las esperanzas, da reposo

No han sonado las notas fugitivas que inquieten

Un débil espacio se asombra no ser sentido

***

La noche avanza, puntual.

Cuarenta y ocho horas después, sale el sol.

Sol poniente, prejuicio de una tarde mística.

Crepúsculo con música.

Deseo, cansancio.

Los sentidos se alzan, se inclinan, se encierran en sí.

Sueño de una mujer que se angustia.

Efecto nocturno, canción de otoño.

Nueva aurora boreal.

Dicho es todo, tutela invisible:

Todo es ficción al reexaminarse.

Los pasos al contacto, perpetuos desde el reflejo.

O del ayer.

Fin intranquilo, en abril de mi infancia.

Ensueños claros como claveles, fábulas de fuentes que no entienden de dolor.

Música y tristeza, dos sediciones. Sólo hasta ahí puedo llegar.

Infieles pechos dormidos, de pronto, los pasos.

La súplica. Imagen impecable.

Se desliza la memoria, de noche.

De lejos, con ternura.

Voluptuosa llora.

Enlutada sin tregua, detrás de un amor infantil.

Ya es tarde para primicias.

Se enciende, luego se aleja.

Sus ojos le hablan a la luna de luto.

Esto, escrito en pasado.

Mi orgullo rústico, errante, incomprendido.

Red del día, indócil.

Más brillante que libre, sostuvo:

La vaguedad es clave para la precisión. El olvido es una creencia, que ignoro.

Pienso en la verdad y otras mentiras. Ya nada merece el recuerdo (quiero decir,antes sí).

La noche avanza conforme. No por nada se irá en silencio.

Bronce y sueño. Resignación, desencuentro. Cansancio, sueño

Correspondiente.

Perdida en su actitud bastante vista. Descontenta, temerosa, deleite.

A una mujer le angustian mis poemas.

***

El amor secreto es una mezcla tan rara de mañana con oficio de poeta (poesía entendida así como la distancia, entre un sueño sin realizar y un gesto sin entenderse).

Las decisiones, pequeñas creencias, conforman (a distancia, siempre a distancia)

su elemento como ausencia, la derrota en su motivo.

La inpasión es otro modo de sentir así las cosas.

Por verte y más, oculto un fuego.

Reposa el mundo en tu copa. Tu corona.

Viaje en el viaje. Ligera caricia en tus manos de luz. Se reparte, se acerca a donde voy.

Por dormir, precisamente no existo. Escucho la voz inaccesible de este nudo, cerrado y grueso.

Los ojos colmados de luna. Ni tus ojos ni tu voz. Ni mi escondido amor secreto

infinito esclavo de la tristeza. Mañana el juego comienza otra vez.

Instrumento en mis manos. Vicio más bien que oficio.

Sus breves alas, lentas, acallan la ilusión que no es. Como lleno de lejanías, traigo a colación esta nota que te dejo. Sonido inútil bajo las sombras.

Abandono el deseo. La noche, constantemente necesaria, brilla por última vez.

No puedo respirar más.

Entre tus manos, algo a veces se oye quebrandosé.

***

Ninguna muerte entre las manos, ningún instante en las tres y diez. Ningún espejo descubría la inutilidad de su propia imagen.

Podrido de estrofas, requiero versos.

Triunfo iluso sobre la tristeza.

Las hojas que llevo, siempre en mi bolsillo, no habrán de ser leídas. Siempre atadas.

Conozco de nombre las calles. Los árboles escuchan mi secreto.

Posible llamado a las alturas, por rendirse.

A mi primera pregunta dijo que sí. Dejó de mantenerse desconocida.

Lo único que le quedaba era belleza.

Quiero.

Notas que olvido y releo. Que tacho y paso en limpio. Que guardo y regalo. Poemas que quemo. Secretos, confesiones, quejas. Insinúo

Llevaba encima poemas.

Alba que no será. Flor enjaulada lenta. Voz derramada en llanto.

Te extraño, lo confieso. Entre duerme y vestirse, se mira como un regalo.

Sospecho incluso por las dudas. Agosto conmigo.

Sin tiempo, desata los espacios. Pone orden al descanso, interrumpe los miedos. Atenta contra mi soledad, la amenaza. Duelen los juegos cuando terminan.

Ternura ajena a mi presencia.

Hablando de ti, me confundo.

Se llevaba puesto el océano. Rechazaba los retornos, los ecos y lo eterno. Se prendía de las horas, para después perderlas. Levantaba un monumento a la vida, sufriendo. Su mirada viajera no se detenía. Aún vuela por la luna, sin saber la hora.

Esquina en forma de cruz.

En la puerta de su sonrisa. Doy un paso. Sin esperanzas de convencerme.

Mi enemigo ese lugar

Tan extraño y común

Llevaba encima una enseñanza desconocida.

Viene la noche, dormida. Con los ojos cerrados. En ellos nadan un río sin cauce.

Viste ramas romance, silencios muere de frío. Por no llevar un paraguas

equivoca un llanto genuino. Colgando un suspiro, mi adiós.

Acaso una sonrisa sea todo lo que espera el poeta

Que encuentra irónica la gramática, lo profundo

Puente universal a un abismo ancho gentil

Acaso una sonrisa es todo lo que espera el poeta.

***

Otoño al oído.

Las velas conspiran por última vez.

Muy a menudo.

La eternidad llega a su fin.

A penas indeleble, tu pensamiento deductivo me rechaza.

Acto cerrado. Aquí tiempos de nostalgia.

Como ya casi. Ya.

Escribe amaneceres siempre intactos. Duerme. Callando me dice todo, ya veo.

Colores pálidos, quisiera abolirlos.

Música en silencio, perdida en el aire de mi sueño.

Noche vacía y en pie. Mi vida.

Rumor a tientas, casi dulce.

Silbando a tumbos, se desenlaza hacia un sueño. Andando.

La música dormida, ardiente y delgada. Mil labios te acarician caída.

Por celebrarte en palabras

Prácticamente extraña. Dame tiempo noche y silencio. Y enséñame a ser poeta.

***

-Dibujaba un cielo al regresar, al alcance de un verso. Parecía la proclama de recuerdos, distancias y olvidos. Visto apenas, llevaba en la voz sonámbulos versos misteriosos, mezcla de ilusión y consuelo. La esperanza hacía un lugar sólo a modo de prólogo. El corpus era distinto. En fin. Lo cierto es que no lo entiendo Charpentier,

¿y quién lo entiende? Hago silencio.

-Hace bien. La poesía es un relieve del silencio. Esteban Charpentier.

***

Juega. Sus osados dedos se divierten, encontrándose en su espesa cabellera.

Esa selva infinita, donde ya han pasado otras manos y otros besos, la misma emoción.

     Sabe que no es suya, lo es sólo por un instante.

****************************************

SELECCIÓN DE POEMAS

POR ENRIQUE GRACIA TRINIDAD

 

«EPPUR SI MUOVE»

La ropa a veces, mientras duermo, se me marcha a la calle,

juega en parques lejanos y navega columpios,

siempre termina en algún bar

donde a los camareros, anfibios de fatiga, no les importa nada

que las últimas copas de la noche

resbalen por un cuello de camisa que no lleva cabeza.

Suelen ser húmedas las calles,

por eso viene luego mi ropa destemplada, tose por el pasillo,

y me despierta,

cuenta extrañas historias de relojes

acudiendo a su cita con el tiempo de nadie. Casi nunca la entiendo.

Dice que hay un ilustre papagayo

que se mira las plumas en el borde afilado de las últimas luces.

Entre sueños me esfuerzo en regañarla,

le digo que no es hora de andar con cuentos raros,

que como tantas veces me quedaré despierto por su culpa.

Ella siempre sonríe como un niño más triste y más travieso que la Luna,

y se vuelve a dormir

en el respaldo de una silla.                                  

 

 

(De “Crónicas del laberinto”) 

 

ARTE CISORIA   

(Con agradecimiento a Enrique de Villena, claro) (1)

Quisiera hacer un verso con filo de cuchillo para cortar el pan.  Algo daga de asalto, como el hacha sin culpa de un verdugo que no encontró otro oficio.

No un verso sanguinario sino un verso certero, afilado y agudo para tajar, hender, abrir sin pausa, rajar sin detenerse.

Un verso que en silencio haga trizas el aire, desnude la razón, abra en canal, despiece, penetre sin cesar, hiera lo que hay que herir.

Verso para cortar tan diestro y tan exacto como lo quiso aquel juez de Venecia: «¡una libra de carne! ¡ni una gota de sangre!»

Eficiente navaja que separe las horas, su distancia, el papel donde anidan los versos que son grieta, raspadura, arañazo en la espalda de la vida que se aleja sin tregua.

Un verso como el filo de una hoz con sus

hambres de mies y rama seca, curvilínea guadaña puntiaguda. Quiero decir espada para escena de cine (no me digáis que es falso, lo sé, pero ¿quién sabe?)

Verso, cuchilla ciega, para cortar el pan, o la carne, o el tiempo.

 

(De “Siempre tiempo”)

 

 

 

(1) Enrique de Villena (1384-1434), interesante polígrafo, siempre rodeado por la leyenda,  merece nuestra gratitud por haber escrito uno de nuestros primeros libros de “técnica” poética titulado Arte de trovar. Hombre culto medieval, fue a un tiempo un humanista del prerrenacimiento. Además de interesantes traducciones clásicas y libros curiosos sobre astrología y magia, escribió también nuestra más antigua obra sobre el arte culinario, a la que hace referencia este poema: Arte cisoria o Tratado del arte de cortar con cuchillo.

 

RAZÓN DE ESCRIBIR

Escribir para un tiempo

en el que no estaremos para nadie,

y en el más favorable de los casos

seremos una máscara de polvo

maquillando los libros de alguna estantería.

Escribir para un siglo, si es que llega,

menos oscuro y torpe que este siglo.

Dejar impresa la memoria:

papel, disquetes, vidrio, cerámica esmaltada,

ámbar, cuarzo o moléculas de gas.

Hacer que las palabras naveguen al futuro

como si fuesen barcos de papel

que sobrevivan hoy a su naufragio.

Escribir por si alguien, algún día,

tiene un dolor de corazón idéntico

o sufre una alegría semejante.

(De “Siempre tiempo”)

CALLE MADRID

(JUNTO A PLAZA DE LA VILLA)

No vive nadie en esta calle,

sin portales, sin niños que marchen al colegio,

sin mujeres que vuelvan del trabajo,

sin automóviles, ni gatos, ni comercios,

sin árbol, ni geranio, ni señales,

sin un escaparate,

sin un adiós, vecino… hasta mañana, amigo.

Vacía como el tiempo de la siesta de agosto,

como el ojo del náufrago,

como la espalda del deseo.

Calle que esta ciudad se dio a si misma

para que nadie diga que presume.

(Del libro inédito “Mentidero de Madrid”)

GLORIETA DEL ÁNGEL CAÍDO

                                               “…este pobre cabrito del sótano

                            me sirve si acaso de merienda.

                            No voy a darle mi alma

                            a un tipejo envidioso.”

                            (Enrique Valle)

Para vender mi alma a este fulano

tendría que hacer —él— muchos más méritos.

Y, para qué engañarnos, el muy torpe

anda desorientado en estos tiempos,

el mismo Vaticano le confunde

—“ahora existe”, “ahora no”, ¿qué juego es este?—.

Así no hay quien apruebe oposiciones

a notario del mal y sus infiernos.

Cualquier político del tres al cuarto,

aspirante a fingidas democracias

le deja como a un niño con pañales;

cualquier malvado de los que circulan

ahora por el mundo, le supera.

No hay hijo de vecino que no luzca

más méritos, más cuernos y más rabo,

más pezuñas y más olor a azufre.

Cayó del cielo y ahora de la tierra:

¿dónde se va a meter el pobre diablo?

No le hace caso ni su madre,

así que el alma me la guardo, y punto,

para alguna ocasión que lo merezca.

(Del libro inédito “Mentidero de Madrid”)

CALLE ANTONIO MACHADO

Hoy soñé que soñaba lo que estaba soñando. Otra vez el espejo impertinente dedicado a su indigna tarea de observarnos.

Son muchos los espejos de Madrid, tantos que se confunden con el aire, tienen la mueca del olvido, los reflejos de un rancio desacuerdo, la agobiada esperanza de los tristes.

Seguí soñando aunque no estoy seguro de si estaba dormido o en vigilia, de si era en realidad sueño o deseo. Y me atrapó la tarde.

Estas calles lejanas de sí mismas, siempre esperan la tarde para alzar la vida, para urdir las patrañas más hermosas. Entonces la ciudad siempre te encuentra descuidado, te zarandea, te aprisiona los ojos, te descubre la espalda en que pensabas marcharte sin mirarla.

Cuando empieza la noche, no es la noche, es la tarde que se ha puesto sincera.

(Del libro inédito “Mentidero de Madrid”)

EL SILENCIO DE LOS CORDEROS   (Jonathan Demme)

CARTA AL DOCTOR HANNIBAL LECTER   (ISLAS BAHAMAS)

Muy señor mío:

Le envío unos bombones de licor

aunque sé que prefiere carne humana,

pero aún no la venden, que yo sepa.

Si está libre, quisiera contratarle

para una próxima película.

Dispongo de polillas de la muerte

bien cebadas con miel,

y he guardado un montón

de láminas del Duomo de Florencia.

Prometo efectos especiales de lo más truculento

y algún bolígrafo olvidado.

“Quid pro quo”,

usted hará de malo y de bueno a la vez.

(A Jodie Foster,

alias Clarisa Starling, ni palabra)

(Del libro inédito “Butaca de entresuelo”)

EL SÉPTIMO SELLO (Ingmar Bergman)

Da igual que viéndote perdido

derribes el tablero de ajedrez,

la muerte nunca olvida

dónde estaban las piezas.

(Del libro inédito “Butaca de entresuelo”)
UNA NOCHE EN LA ÓPERA (Sam Wood)

El mundo es un repleto camarote

donde ya no cabemos,

y alguien sigue pidiendo huevos duros.

Total, ¡y qué más da!

Insisto: No cabemos.

Cuando abran la puerta

se va a armar la de dios en el pasillo.

(Del libro inédito “Butaca de entresuelo”)

SONETO APÓCRIFO DE UNA VECINA DE L. A.

DE CUENCA, HARTA DE CONSPIRACIONES

DE OPERETA EN SU DESCANSILLO 

                                               “NUESTRA VECINA

                                                              (A Javier del Prado)

                                     Tiene, Javier, nuestra vecina un talle

                                      que resucita a un muerto, y unos ojos

                                      que derriten el plomo y dan antojos

                                      a quien se los tropieza por la calle.

                                     

                                      Hay que trazar un plan que no nos falle

                                      para descerrajarle los cerrojos

                                      y pasear en triunfo sus despojos

                                      cuidando hasta el más mínimo detalle.

                                     

                                      Tú en el portal y yo en el descansillo,

                                      siempre al acecho, cristalina media

                                      velándonos la cara y un cuchillo

                                     

                                      afilado. Si Dios no lo remedia,

                                      de la vecina haremos picadillo

                                      y de un cuento vulgar una tragedia.”

                                               (Luis Alberto de Cuenca)             

Menudo vecindario me ha tocado

en suerte. No me explico cómo puedo

salir del ascensor, bajar sin miedo

la escalera, si un tal Javier del Prado

y un poeta famoso y descarado

andan urdiendo planes con denuedo

para hacerme escabeche. Y lo hacen quedo,

huidizo el cuerpo, el rostro enmascarado.

En el portal ocultan su colmillo

acechando el palmito de mi menda

y dicen que han de hacerme picadillo.

Mujer al fin, decido la contienda:

No hagáis más el canelo en el pasillo

y pasad a mi casa que hay merienda.

(Inédito en libro. Soneto dedicado a mi amigo Luis A. de Cuenca que responde a otro sonetos suyo)

PENSÁNDOLO BIEN

Es oficio de vértigo este asunto

de acuchillar palabras al papel,

juego de locos,

inútil alboroto de campanas,

pretencioso ejercicio que no sabe 

si vive sueños o si arrastra vida.

La verdadera profesión

de los poetas

debería ser el silencio.

(Del libro inédito “El peluquero de Midas”)

CONSEJO MALVADO

 

            (Cuenta la leyenda que el gran poeta Li Po escribía versos             en pequeños papeles y los arrojaba al agua, disfrutando

         al ver que sus discípulos casi se ahogaban para rescatarlos)

 

Imitar a Li Po es sin duda elegante:

escribir unos versos y hacer con ellos barcos de papel

que la corriente del río se lleve poco a poco..

Exquisito, sin duda,

pero procura tú ser cuidadoso

y guardar lo que escribes,

que bastantes basuras se arrojan a las aguas.

(Del libro inédito “El peluquero de Midas”)

NO  (*)

No hay bandera que valga un sólo muerto.

No hay fe que se sujete con el crimen.

No hay dios que se merezca un sacrificio.

No hay patria que se gane con mentiras.

No hay futuro que viva sobre el miedo.

No hay tradición que ampare la ignominia.

No hay honor que se lave con la sangre.

No hay razón que requiera la miseria.

No hay paz que se alimente de venganza.

No hay progreso que exija la injusticia.

No hay voz que justifique una mordaza.

No hay justicia que llegue de una herida.

No hay libertad que nazca en la vergüenza.

(*) Este poema fue incluido en la antología “Contra el olvido”, editada con ocasión de los sangrientos atentados del 11 de marzo de 2004, en las estaciones de Atocha, El Pozo y Santa Eugenia, de Madrid.

 

(Del último libro “Pentimento” 2009)

NOTICIA

Alguien vino a decirme que el último unicornio tiene el lomo ensangrentado, la mirada turbia, las crines enredadas en la parra de tiempo.

Dicen que cuando muera, comenzará en el mundo una terrible edad oscura.

La noticia debe ser muy antigua porque esa oscuridad hace ya tiempo que nos envuelve.

(Del último libro “Pentimento” 2009)

 

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SELECCIÓN DE POEMAS

POR AMADO STORNI (Jaime Fernández)

 

 

YO POR TI

YO por ti contaría las estrellas

y una de ellas, la más bella,

la guardaría para ti.

Yo por ti como unos labios sin dueño

haría tuyos mis sueños

para estar dentro de ti.

Yo por ti me rompería en mil pedazos

yo tan lejos de tus brazos

y sin saber donde ir.

Yo por ti le robaría al mar las olas

para que cuando esté sola

todo me recuerde a ti.

No me culpes de no haber sabido

ser la musa de tu inspiración

el Amor es cosa de Cupido y hoy juega contigo…

y con mi corazón.

Y saber donde estás cada momento

si mi aliento es el aliento

que tu Amor respira en mi.

Y saber si a la sombra de tu olvido

alguna vez tu has sentido

lo que siento yo por ti.

En mi corazón.

 

 

 

 

AGARRADO A LA CINTURA DE TU RISA

 

 

AGARRADO a la cintura de tu risa

hipnotizado por los pliegues de tu falda

deambulante como un gato en las cornisas

dibujando corazones en tu espalda.

Inventándome “te quieros” de tornillo

arrastrado como un sapo que no salta

me he metido tus besos en los bolsillos

para que cuando no estés no te eche en falta.

He invertido mi talento en acertijos

con los besos que tus labios no me han dado

el amor nunca ha tenido un sueldo fijo,

la pasión es un bombón envenenado.

Intentando razonar con los espejos

me emborracho con licor de agua bendita

solo sigo siendo fiel a los consejos

que me dan las hojas de las margaritas.

Tanto amor

descorchado en tantas noches de locura

apagado por los rayitos del sol

reciclado en los cubos de la basura.

No seré yo quien te cuente

que un corazón que no ve es como un corazón que no siente

que aunque el mundo crea en mí cuando me tocas

esta noche tus besos no dormirán sobre mi boca.

No seré yo quién te diga

que llevo a cuestas tu amor como una hormiga

que cargué a la espalda mil granos de trigo

aunque este invierno corazón

yo no lo pasaré contigo.

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SELECCIÓN DE POEMAS

POR PATRICIO RASCÓN FERNÁNDEZ

 

Tres palos

Una dolencia crónica

Libró a mi mujer de algo tan abominable

O más

Que la enfermedad

El trabajo

Que dignifiquen esa palabra

Todo lo que quieran

Los ignorantes

Y los interesados en que la ignominia prevalezca

Pero

El sustantivo trabajo

Viene del verbo trabajar

Y este vocablo procede

Del latín tripaliere

 

Tripaliere viene de tripallium

Tripalium era un yugo hecho con tres palos

En los cuales amarraban a los esclavos

No para cubrirlos de dignidad

Sino para azotarlos

***

Salud mental (2)

El siquiatra me dobló la dosis de antidepresivos

Y me concertó una cita con la sicóloga

Ni se le pasó por la cabeza recetarme una renta digna

Que me permitiera emprender una vida

Y alejarme del trabajo asalariado

Velaba por el negocio

No podía permitirse el lujo

De dejarme salir de allí sano

***

Navidad rojinegra

Tu uniforme es rojo

Y el mío negro

Como las plumas de los gallos de pelea

De quienes hablaba en su canción Chicho Sánchez Ferlosio

Pura coincidencia

Papá Noel

Nuestro reñidero es un centro comercial

Nunca nos miramos a los ojos

Y nos acostamos

Cuando sale el sol

Sin cantar

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SELECCIÓN DE POEMAS

POR LUCILA SORIA (ARGENTINA)

 

 

Transformación

La fortaleza

se perfila en mi cuerpo

ignoro de donde viene.

¿Será herencia de la tierra

de mis raíces indias?

Hay días

que voces claras

venidas desde lejos

me llaman.

Mi universo

se transforma.

Quiero correr

a su encuentro ancestral

danzar con ellos

emitir gritos

sostenidos de libertad.

Veo crecer

mis alas

y emerger vívida

entre esas manos

y esos rostros

dueños de todos los soles.

 ***

Negros aerosoles

Voces complejas

se escuchan en mi puerta.

El sol se ha ido ya.

La noche ingresa desafiante.

Los aerosoles de la vida

pintaron mi día de azabache.

Las nubes

se unen con los grises

para hacer más oscuro

ese momento

y quedan…

están en mi.

Hay un vacío de palabras.

Busco un atajo

vuelvo a mi mundo

soy yo.

Sin miradas indiscretas

ni palabras cóncavas

ni alegrías mentidas.

Tengo la manía de una risa

que intenta claridad

en las tormentas.

Yo, que soy altisonante

me acostumbré al silencio

y a la soledad

que me acompaña.

Quiero dormir, soñar, volver

y cuando abra los ojos

en la aurora

mi plegaria sea un canto

de alabanza.

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SELECCIÓN DE POEMAS

POR CECILIO OLIVERO MUÑOZ

 

COMO CHINO EN QUIEBRA

 

Fumar y fumar, era todo lo que hacía.

Los cigarrillos llenaban mi aura

de un humo gris y azulado, pensar y pensar.

En Perú cada vez que un chino quebraba,

dicen los que lo vieron, que fumaba más de la cuenta.

Yo ahora estoy en quiebra, estoy y no estoy,

estoy inmerso en una crisis totalmente existencial.

Fumo y fumo, no sé qué destino me aguarda.

La lógica se suspende como una voluta de humo,

una nube de espesura física

que puede que acabe conmigo, pero es lo único

que ya puedo hacer. Es lo único que me queda.

El espacio físico del tabaco.

La incógnita de un futuro incierto,

la verdad desnuda que generan las cifras.

Me veo escribiendo este poema que grita,

como gritan los hombres desesperados, nadie oye,

pero intento dar consuelo a este caos sembrado a plazos,

a esta calada al cigarro de la autocomplacencia.

***

NO-FUTURO

 

Soñé que un calor seco

poblaba el universo;

la gravedad es un secador de pelo

inflando un globo agujereado;

no existen indicios de un futuro

sin hacer conciencia de un presente.

***

EL DIOS DE LA CONCIENCIA

Y SU FRUTO.

 

Paredes en simetría con la verdad

desembocan al mismo paso y a la ventura,

dios equivocado, dios de la orfandad,

todo presagio y remordimiento se cura.

Diestra mano y dicha en reciprocidad,

huele a sangre ajena tu hermosura,

existe el dios de la diversa libertad,

existe el párpado abierto, la travesura,

existe culpa, rayo de dios es electricidad,

existe un dios profano sin dentadura.

Caes a un infierno de dura hostilidad,

 caes al inverso páramo de la cordura,

te limitas entre bárbara contrariedad,

le echas carne al filón de la lisura,

subes de un espasmo a tu gran ciudad,

donde todo es litigio con su locura.

Creo en un dios de abstracta veracidad,

creo en la física de magma de la Tierra pura,

creo en la conciencia y en la realidad

por eso se anda en una luz del todo oscura.

Veo en tu alma toda la profundidad,

veo en ti una religión demasiado dura,

si aprendes de todo su naturalidad,

aprenderás que el ser de su mal no cura,

aprenderás que la espiga también es pan,

aprenderás que no todo poeta es cura.

Prefiero ser consciente de mi saciedad,

prefiero mirarte desde la flor madura,

tú sabes cual es mi temida debilidad,

ya que asomas y hallas una cerradura,

yo me apropio de tu huella de divinidad,

del perfume que precio paga a mi atadura,

pero dios ve cual es aquella equidad

y es por eso que nacemos para la desventura.

***

ENTRE ERICA Y VILA-MATAS

 

Cogimos mi coche para irnos a Barcelona,

al lugar donde vivía por entonces mi suegra,

nosotros vivimos en Torre-Romeu (Sabadell),

a unos 23 km. de la ciudad que tanto odio.

Íbamos en el coche y mi mujer estaba

un tanto preocupada y consternada,

su madre llevaba en Barcelona siete años,

uno más que nuestro matrimonio, seis más

que ella misma; tenía que irse por motivos

ajenos a su voluntad, por motivos de salud.

Era muy triste contemplar a Erica así,

se me hacía difícil mirarla sin abrumarme;

lleguemos a la Travessera de Dalt,

me acordé de los libros de Vila-Matas,

él la llama “Travessera del Mal”, debe ser,

ya que es una travesía con mucho tráfico,

también trasiego de peatones, porque cerca

está el Parc Güell de Gaudí, mucho turista,

sobretodo mochilero, mucho japonés,

mi mujer se bajó, iba a por el equipaje,

yo me quedé en el coche fumando,

miraba a la gente pasar, miraba los pisos,

altos con balcones, pisos grises y tristes,

pensé que en uno de ellos estaría él,

el gran Vila-Matas ficcionando su vida,

o también haciendo suyas las vivencias

de otros, de seres conocidos, autoficción.

Mi autoficción debería ser muy distinta

a la suya, mi suegra se marchaba, se iba,

sentía tristeza por la causa por lo que se iba,

hubiera preferido que se fuera como otras veces,

de vacaciones, por mero ocio, por disfrute,

salí del coche, ya estaba agobiado, impaciente,

estaba cansado de tanta espera, muy cansado,

mi mujer no venía, tardaba, preparaba quizá,

todo el equipaje que mi suegra acumuló

en los siete años de vida en Travessera,

me puse entre el límite imaginario del borde

de mi coche y el borde de la calzada

de la tremenda pista de Travessera del Mal,

me acordé de que Vila-Matas dice en sus escritos

que vive en un apartamento pequeño; me paré,

 me paré en seco, justamente un autobús pasó,

justamente delante de mí, casi me atropella,

me pasó rozando, me quedé aturdido,

¿qué hubiera pasado si me llega a atropellar?

Me atormentaba la idea de la colisión

entre el autobús y yo, ya que el conductor

era imposible que me hubiera visto, perplejidad,

y al mismo tiempo, espanto, horror, asombro,

me hubiese hecho picadillo, imaginad a mi mujer

venir con tanto equipaje y yo muerto en el borde,

qué espanto de cadáver, qué horror de fiambre,

el autobús pasó a una velocidad considerable.

Pensé otra vez en Vila-Matas, pensé en mi mujer,

pensé en mi suegra, pensé en mí,

-la vida es un segundo nada más-, es brevedad

a veces de un zarpazo, otras un goteo continuo,

la muerte está ahí en cada pestañeo que damos,

pestañeos breves, muy breves; vino mi mujer:

¿qué haces fuera del coche? Te van a atropellar.

     -La verdad tiene la estructura de la ficción-

Alguien lo dijo, quizá Vila-Matas, o otro, no sé.

***

UNA BOLA RODANDO

EN EL PISO DE ARRIBA

 

Estando en casa solo y en penumbra,

un invierno es frío y espesa la melancolía.

Mi apartamento está oscuro y mi soledad

medita cerca de una estufa eléctrica,

el silencio es un ecosistema necesario

para quien lo anda buscando,

de pronto cae la bola y suena rodante

en el suelo, parece que la regalen

al comprar un apartamento con vecindad,

me pregunto por qué una bola

 suena en el piso de los de arriba,

ahora que es de noche y la ciudad duerme.

Como esa bola que rueda en el silencio

así suena para ti mi corazón,

crees que lo que suena es una bola,

aunque pudiera ser cualquier otra cosa.

***

QUE NO LA LLAMEN BELÉN, BELÉN

Princesa del pueblo te llaman,

pero existe pueblo y existe populacho,

dices matar por tu hija

pero te llenas la andorga en tu ceguera,

eras imitada por actores en necesidad

y ahora (operada) imitas tú a esos actores,

el destino te destina al juguete roto

para cuando se canse el vulgo de lo mismo;

la televisión se enciende y se apaga

y tú serás un electrodoméstico usado

que molesta cuando opina sobre su banalidad.

Tu vanidad desemboca en tu banalidad.

Que no la llamen Belén, Belén,

que no viene. No, no viene.

Aunque por un cheque con más de dos ceros

es otra cosa. ¡¡¡Menudo Personaje!!!

***

 

EN EL MANICOMIO

 

Ves que hay locos que no lo son tanto,

Otros son locos desde/hasta la eternidad,

Ruina, pesadilla, retroceso y espanto,

Adelanto(des)igualdad, asocial sociedad.

Si callo, si cierro la boca, si me achanto,

Si hago, (des)hago, contra la contrariedad,

Unos en dosis de veneno buscan cuanto

Les otorgue la señora de la lenta equidad.

Vacuidad desde el rincón de tu orfandad,

Eres ángel profano y morboso santo,

Eres el NO del bullicio gregario de bar,

Huyes de tanto en tanto, eres fugacidad,

Eres el NO de la libertad del llanto,

Eres fatalidad que te asoma de par en par,

Torpe palabra precisa, torpe oportunidad,

Eres habitación y cerrajería a cal y canto,

Aprendes otra verdad, después de tanto dar.

(Después de haber dado tanto)

Comprendes que el mar siempre es mar.

***

POEMA PARA LOS SANTOS INOCENTES

 

Me repugna el pan que di, la misa que yo os debo,

la plegaria que aprendí, cortar aquel crisantemo,

el broche donde a vos me uní, se me eriza en frío el cabello,

la paz que supliqué, la intención de aquellos rezos,

sentirme engañado otra vez, la flor muere en lamentos,

la paz replica su dicha, el calvario siempre adentro,

alta y sorda pared, ciego el agnus dei ambidiestro,

para y por mí, por y para quién, se hace ira este sosiego.

[JA, JA, JA, JA, JA, JA, JA, yo también me sé reír.]

(es una broma)

***

MADRE SIN DESCANSO

 

Por Cecilio Olivero Muñoz

 

A mi suegra.

 

35 días después del 30 de enero

nació una noche en el Callao

Doña Zoila Rosa Villar Otero

entre dos hermanas y dulce melao.

Tuvo adolescencia alegre y buena,

hermano pequeño muy colorao,

lejos estaba de oxidadas cadenas

y al colegio iba como está mandao.

De muchacha pregonaba alegría,

remedio tenía para la pena,

mirada pura, ella la sostenía,

se sonreía coqueta y serena,

bella muchacha, vals de zalamería,

linda flor perucha en tu luna nueva,

risa, sazón, belleza de luz y platería,

dulce rincón proscrito donde Eva

mecía matriarcados de Ave María,

reina del cocinar, ese altar la eleva,

entre comida criolla y baño maría

corona de gualdas tu cabello lleva,

y en tu cintura fina es pura joyería,

y en tu corazón la magia es buena,

y en tu horizonte es bella la florería,

y es tu verdad de miel mansa colmena.

Si se pone su traje de pedrerías

  va a traer cuatro hijas de piel suave,

ella tuvo cuatro Marías,

por eso Dios y todos saben

que ángeles puros desatarías;

si sabes a mar, si afloras sales,

dibujas lunas en tu imaginería

y en tu corazón todas te laten.

Madre de todas las Rosalías

entre dichas coses los males,

las llevas al colegio entre tropelías,

ya que dicen que todas lo valen,

ya que dicen que por ellas aflorarías

para hacer una enagua de naturales

 besos calientes que engarzarías,

y un suspiro de prisas vegetales

que en la cocina de Sara enseñarías

a tus niñas lo que tú tanto vales,

lo que tú por demás sabías

en polladas y vísperas de Carnavales,

y es esa dicha, esa fresca alegría,

cuando vienen inviernos australes

vienen primaveras con todos sus días,

vienen alondras a tus ventanales,

y en ti no existe la guachafería,

y en ti hay esencias del todo estivales. 

2º Especial de la Revista Literaria Nevando en la Guinea

2º Especial de la Revista Literaria Nevando en la Guinea

E-MAIL: nevandoenlaguinea@hotmail.com

38º NÚMERO DE LA REVISTA LITERARIA NEVANDO EN LA GUINEA

E-MAIL: nevandoenlaguinea@hotmail.com

38º NÚMERO DE LA REVISTA LITERARIA

NEVANDO EN LA GUINEA

NºXXXVIII   02-12-2.009

 

EDITORIAL XXXVIII

Francisco Ayala

 

A principios de Noviembre moría Francisco Ayala. Perteneciente por edad, por cultura y por sensibilidad a la denominada Generación del 27 o de la República, fue el último sobreviviente de aquel momento cumbre en la cultura española. Qué duda cabe, aun cuando pudiéramos llegar a tener ciertas discrepancias y puntualizaciones respecto a cuestiones políticas o sociales con aquel régimen y con sus protagonistas, que ese momento histórico, el de los años de la IIª República Española, fue la culminación de unas décadas esplendorosas que, como ya hemos comentado en alguna ocasión, se han calificado de edad de plata y que supuso un momento de evidente esplendor cultural y político que se tradujo también en un esfuerzo enorme por mejora la sociedad.

 

Francisco Ayala ha encarnado a la perfección el tipo de ser humano que surgió en esos años. No podemos olvidar en este sentido que una cultura colectiva se sustenta en individuos que aportan a la colectividad sus propios anhelos, sus estudios, sus reflexiones y sus propias ideas. Atento a los hechos que le rodeaban, de una vasta cultura, el escritor granadino y madrileño de adopción supo aprehender y crecer gracias a un contexto colectivo por la que sentimos no poca añoranza.

 

Mucho se ha escrito sobre el ambiente cultural de aquellos años. La escritora Josefina Aldecoa ha conseguido rememorarlo en algunas de sus novelas. Hubo un gran movimiento cultural, no olvidemos que llegaron a coincidir durante algunos años escritores pertenecientes a corrientes y grupos culturales diferentes, como  el realismo, el naturalismo, la Generación del 98, los surrealismos o la, entonces, jovencísima Generación del 27, pero también hubo un enorme esfuerzo pedagógica y social por extender la cultura a las capas populares de la sociedad española, hasta entonces despojada de la educación básica, reservada a sectores privilegiados.

 

En este contexto, Francisco Ayala fue un liberal en el sentido más progresista del término. Pero sobre todo fue un hombre de una enorme curiosidad por la sociedad, la literatura, el arte, la política, y logró aportar una obra literaria y teórica sin duda fundamental. No sabemos qué pensaría del ambiente cultural de España en los últimos años de su vida y que sin duda seguiría con interés. Evidentemente, el país al que regresó no era el mismo que tuvo que abandonar, también él afectado, tras la guerra (in)civil y los años de dictadura funesta, ya no hubo el mismo crecimiento pedagógico, más bien al contrario, mucho nos tememos que en el asunto de la educación, de las escuelas y la Universidad las cosas hayan retrocedido, y no existe en modo alguno ese ambiente cultural de los años treinta. También es verdad que son tiempos distintos y hemos de aceptarlo así, pero no podemos dejar de echar una mirada a aquellos años y sentir una mínima envidia, envidia sana en todo caso.

 

Alianza Editorial está recuperando en su colección Biblioteca Ayala las obras de este escritor, esfuerzo que no podemos menos que agradecer y alabar. Recomendamos leer todos sus libros, por supuesto, y sobre todo sumergirse en su «Recuerdos y Olvidos», un testimonio sin duda imprescindible para conocer su trayectoria humana y el entorno en el que vivió. Nos permitirá acercarnos a una de las figuras humana e intelectualmente más importantes en la cultura española.

 

 

 

CONVERSANDO

 CON LA TELEVISIÓN

(no-crónica)

 

[Buenas noches, empieza el programa

el juego de tu vida, donde los “concursantes”

tienen que decirnos toda la verdad

para subir de nivel y ganarse unos Euros;

mi nombre es Enma Suárez y damos

la Bienvenida a Jose Antonio…

han venido para hacerle compañía su madre Elena,

su esposa Matilde, y su hijo y su hija, Jose Antonio y Ana…]

¿Qué clase de catadura moral

pueden tener los “concursantes” de este programa?

¿Qué catadura moral tienen los creadores?

¿Y qué clase de moral tienen los que lo ven?

Cada noche vienen a sentarse frente a ti

una tonelada de basura que mira desde su infierno

de rosas pisoteadas y besos dormidos,

mil palomas que degüellan a la luz de los ojos,

un millón de ancianos que dormitan su estéril promesa

con los perros que babean una cáscara de bombilla.

Cada noche se asesinan fragancias tras la pantalla

y se cosen un corazón amarillo los guardianes

de tus arcas de acero que te hacen cojear de súbita fiebre;

cada noche se consigue la proeza de la llaga sumergida

y se desvive una madre furiosa sobre tus agujas de escarcha,

siempre existe una derrotada existencia en las rodillas

y en los codos duros de los actores en paro;

los vértigos que producen tus anaqueles vacíos

los encuentra una simplona en los soportales

de las tinieblas del campo abierto.

[…VOZ DE ENMA: ¿Darías la vida

por alguno de tus hijos? (pensando) (¿?)Respuesta: NO

(Suspense)-Voz de Fondo: VERDAD-…APLAUSOS…

VOZ DE ENMA: vemos a tus hijos Jose Antonio y Ana

un tanto abrumados y consternados pero, ¿a quién importa?…

MÁS APLAUSOS… MUCHOS APLAUSOS…]

¿A quién le puede importar eso?

Y si no da la vida por sus hijos, ¿Qué opinan

sus hijos de lo que opina su padre acerca de ellos?

¿Qué clase de mercachifle chusquero es la persona

que comercia con el sentimiento de otros?

Soy el rey de mi sala de estar, y mientras

son otros, los tristes paraísos de mi antesala repleta de carcoma,

soy un rey que percibe las mejillas de cristal que sostienen

los sueños de plasma giratorio y cámaras resignadas.

¡Qué fabulosa es tu noche cincelando preguntas!

¡Qué fríos son tus te quieros casi arrodillados!

Os quiero por que me cantáis mentiras pequeñas

en todas mis solapas, donde en el ojal me pongo

un clavel marchito a fuerza de latigazos y escupitajos,

y se deslumbra un parnaso de oro sobre tu ventana indiscreta.

Se apropian los caballeros sin estirpe de mi hambruna

y la convierten en espejo eterno desde mi boca

hasta las efigies de mujeres solitarias y desteñidas.

Busco la cópula exacta de los alientos en un segundo de paz

y busco al caducado compás de los marcapasos desnudos.

Ya no te quiero ni en broma por que me tomo en serio

a la mortaja que te cubre la mirada y viste de plata

a la madre vencida de guantazos, y también al niño polaco

que lo escupen cuando ya se ha hecho millonario.

¡Venid todos a verlo! ¡El espectáculo es maravilloso!

[…VOZ DE ENMA:¿Has mantenido relaciones

sexuales sin que lo supiera tu esposa con varios  hombres?

(pensando, silencio absoluto)Respuesta: SI

(suspense)-Voz de Fondo: VERDAD-…APLAUSOS

VOZ DE ENMA: veo que tu esposa Matilde  está muy nerviosa, y tu madre está muy avergonzada, la pobre,

aunque no importa: has pasado de nivel Jose Antonio…

APLAUSOS…MUCHOS APLAUSOS…]

¿Se puede ser más egoísta e inconsciente que confesar

tu homosexualidad delante de tu esposa,

madre e hijos y no preocuparse por lo que sienten?

Los luceros plagados de soledad patean la lata del aburrimiento,

los niños dejados a su suerte ven divertida tu loca burbuja

que explota en los puertos sedientos del miedo,

donde todo se extrae porque la gaviota que se suicida

 se muere por un guiño de tus bucólicos eructos de campesino.

Los borrachos del mediodía no conocen tu sombra

y los muertos sepultaron su suspiro viendo tu gemido

florecer desde los musgos del error casual que se destroza.

Ya nadie tiene misericordia por la orfandad despatarrada,

ni de la castañera preñada de arrugas y sabañones,

ni de los basureros que silban en el duro invierno.

Ahora las casadas con toreros son las balas cansadas

de las pistolas de hielo que bostezan a quemarropa

y que se hacen con la ceniza del mundo feliz

y se vuelven heroínas de un pueblo con desmemoria analfabeta.

Ahora los terratenientes visten de Armani y llevan gomas en el pelo mientras mastican la bilis de los heridos y los atropellados.

Somos la carroña del mundo, la mugre encendida de los chatarreros, la cloaca que hierve en las calles,

Somos por que queremos serlo

y seguimos siendo por que casi no nos metemos con nadie.

¡Así va el mundo! ¡Así va el mundo! ¡Así!

[…VOZ DE ENMA: vamos a la última pregunta

y ya pasas al siguiente nivel:

¿sabe tu esposa que contrataste los servicios de  un chico joven

a través de los  anuncios por palabras de un diario de provincias?

(silencio absoluto, pensando), Respuesta: NO

(suspense)-Voz de Fondo: VERDAD-

…APLAUSOS…MUCHOS APLAUSOS…

VOZ DE ENMA: Bien, pues has pasado al siguiente

nivel, osease,  que te llevas la suma

de 10.000 € y ahora te pregunto:

¿quieres pasar al siguiente nivel? (pensando, silencio)

Respuesta: SIIIIIIIIIIII…APLAUSOS]

   El dinero es la suplantación moral

para quien no lo tiene y los que lo tienen

suplantan su moral con más dinero, entonces:

MORAL + DINERO = ZERO EN DIGNIDAD

En consecuencia: tratan como a verdaderos imbéciles

a los que dinero no tienen, los que lo tienen

con tener dinero ya compran dignidad, la suya y la de otros.

Los pecados flotan en el aire porque nos roban las plegarias,

en el aire, en los eriales, en los ataúdes, en los mapas,

en los floripondios desnutridos, en los gemidos del enfermo,

en los hospitales fríos y desmantelados de mundo,

en los cuerpos que indagan una noche

entre tus luces de verdad transitoria, de locura ya vista,

de risa sarcástica  y a la vez prostituta, que disimula su variz,

que disimula su breve sentimiento y lo hace canción repetida.

Ya no quiero besar tu nombre, ni lamer tus mentiras,

ya no me creo los sainetes ni los spots ni los sketchs,

ya no me creo tu beso redondo y azulado en mi ombligo,

ni los noticieros que avisan del miedo,

ni los programas que enseñan a suspirar.

¡Se levanta la veda! ¡Se levanta como una mar salvaje!

[… VOZ DE ENMA: Has pasado de nivel

ahora solamente tienes que ser sincero,

¿Es verdad que te comes los mocos cuando nadie te ve

y además sientes repugnancia por tu anciana madre

y te masturbas con tu vecino calvo  del cuarto piso?

(silencio y nerviosismo), Respuesta: NO

(suspense) –Voz de Fondo: MENTIRA…-

VOZ DE ENMA: lo sentimos Jose Antonio pero así es el juego…muchas gracias por venir,

has perdido todo el dinero acumulado hasta ahora y

a los televidentes les emplazamos hasta

la semana que viene que les ofreceremos otra edición del programa “El juego de tu Vida”…

APLAUSOS…APLAUSOS CON EUFORIA]

Este programa me recuerda a juego de trileros,

a juego de bingos oscuros, a ruleta sesgada,

a ruleta rusa, a concurso con tongo,

a mafia encubierta, siempre pierde el mismo.

Todos se quedan con cara de haber confesado

todos sus secretos más íntimos y haberlos confesado

gratuitamente, por nada, Zero.

MORALEJA: antes de jugarte la vida de otros

por un pico, piensa a quién haces el corazón añicos.

Te desnudan con una vara de medir, te abochornan

con acicates y pensamientos desmigajados,

somos lo que no quieren ellos ser,

nos mienten con una sombra de zapato,

nos pervierten la cena con media luz prometida,

nos enseñan a mudar los colores,

nos estudian y nos abren la maleta,

nos escampan del cielo anaranjado.

No nos quieren. Admítelo.

 

(…continuará…)

 

Por Cecilio Olivero Muñoz

 

 

El paciente

 

 

         Comencé a notarle de nuevo cansado, aturdido. Dos días atrás parecía haber asumido su situación. Hoy, sin embargo, no comprendía nada, el mundo se le caía a pedazos. No lo entiendo, doctor, me dijo, ya es demasiado castigo haberlo vivido, recordarlo. No comenté nada. Preferí que fuera él quien hablara. Tardé mucho en poder dormir de nuevo, comentó, con frecuencia me despertaba sudando, nervioso, angustiado. Cerró los ojos, como si ahora se esforzara en quedarse dormido, allí, delante de mí, pero en realidad es que volvía a contemplar las imágenes. Y cuando lo conseguía, continuó hablándome, siempre muy bajo, más para sí que para mí, en una confesión repentina que me extrañó, cuando podía dormir, por ejemplo, más de una hora seguida, aunque nunca más de dos, me despertaba con un agujero dentro de mí, inmenso, amargo, hiriente. Una guerra nunca es limpia, admitió de pronto a modo de excusa, no puede pedirse algo imposible. Yo estaba de acuerdo. Pero no estaba allí para filosofar. Ni siquiera para polemizar sobre la guerra. Simplemente me habían pedido que le atendiera y, a poder ser, que llegara al juicio con un mínimo de cordura. Pero sobre todo que llegara vivo. Cabía posibilidades de que se suicidara. A nadie se le escapaba que cuando llegó se lo planteaba y aún, al cabo de unas semanas, cuando atrás quedaba ya muy lejos la guerra colonial, lo consideraba con gravedad, porque al fin y al cabo regresó con una mezcla de sentimiento de culpa, asistí a demasiadas barbaridades, me dijo, muchas de ellas obras mías, y me describió algunas, sangrientas, brutales, y una sensación, real, no ficticia, dolorosa, de haber traicionado a la patria, que era por lo que se le acusaba, y que reconoció él mismo desde el principio, y cabía la posibilidad de que se le condenara por ello. El abogado iba a basar su defensa en el estado mental del acusado. No le quedaban muchas otras posibilidades. El encargo que me daba el tribunal es que conociera su estado mental. Mi informe, el que todavía estaba en mi cabeza, iba a hablar mucho de culpabilidad y de choque traumático con la realidad. No podía menos que entenderlo así desde el punto de vista médico y psiquiátrico: uno va a la guerra creyendo que defiende el orden y el bien, y se encuentra de pronto con que ese nosotros que dicen que es la patria posee un lado siniestro, criminal, y te mueve además a llevar a cabo cosas que nunca imaginarías que pudieras realizar. El reflejo de la realidad nos da una imagen a menudo horrible. También de nosotros mismos.

         No obstante, he de reconocer que al principio yo pecaba de parcial en lo humano y en lo político. Sin embargo, no es mi misión ser objetivo, mi finalidad aquí es determinar la salud de los presos y acusados, con independencia de lo que yo piense de ellos y de sus actos. En su caso, su condición de militar del imperio me echaba para atrás. Ni que decir tiene que en mi vida civil, fuera de la fría objetividad que debía guardar en los juzgados, me opuse en con toda mi fuerza a que nuestro amado país, amado por decreto gubernativo, fuera el guardíán de Occidente. No llevábamos la civilización, nada más lejos de la verdad. Sacábamos sus riquezas con descarada naturalidad, las de los otros pueblos, su mano de obra, y la de sus tierras, sus materias primas, era el orden de las cosas, se nos decía, la consecuencia lógica de la Historia, que nosotros domináramos el mundo, que no quedara resquicio sin estar nosotros presentes. Ni que decir tiene que yo no me tragaba todas esas mentiras evidentes. Al principio, de un modo emocional, luego con mayor ahínco. En su momento di un paso en la universidad, me afilié al Partido Comunista, no soportaba las injusticias y no quería quedarme en las meras condenas morales. Y aquella militancia fue la expresión entonces de mi disconformidad con el caos del mundo, con un orden que para mí era más bien desorden. Sin duda, de haberlo conocido en aquellos años, hubiéramos chocado. Hijo de militares, afín al Régimen, asumió su destino en las colonias como un deber para con la Patria, con la civilización. No soportaba la pretensión de las guerrillas de romper el cordón umbilical que unía aquellas tierras con la metrópoli. Aunque fuera ilógico. Por ello aceptó sin reparos su incorporación al ejército colonial en un momento en el que resultaba evidente la confrontación. Y allí es donde chocó con una realidad que no se podía ocultar.

         Mi misión no era ni de lejos la de juzgar su comportamiento, menos aún sus planteamientos de vida o ideológicos. Se me había encargado un informe sobre su mente, sobre su locura o sobre la ausencia de la misma para que los jueces pudieran analizar los hechos y deducir una sentencia. Hasta ese momento siempre cumplí con mi deber mediante la profesional objetividad que se me reclamaba, pero reconozco que, aun cuando había pasado mucho tiempo desde mi militancia comunista, no podía sentir menos que una profunda animadversión por los hechos que me relató y un sentimiento análogo de rebeldía a la que me movió por entonces a una militancia radicalizada por momentos. Ordenó torturas y ejecuciones masivas, se paseó por ciudades y aldeas casi como un emperador de la antigüedad o como el caudillo de una banda de vándalos, todo ello en nombre de la civilización y de la patria. Un día, sin venir aparentemente a cuento, se puso en contra de su propia metrópoli y atacó a sus superiores. Ni que decir tiene que toda la maquinaria de guerra que hasta entonces le había apoyado y lo sostenía como a un héroe le combatió con toda su fuerza y el rebelde sucumbió sin pena ni gloria, aunque con una multitud de muertes a su espalda.

         Ahora se enfrentaba a un juicio por la rebelión, no por lo que la había precedido, y yo estaba llamado a dictaminar no sé muy bien qué. Intentaba ver en él a un hombre tal como lo conseguía en otros casos, pero no podía dejar de ver al asesino que a mí me horrorizaba cuando leía sobre sus triunfales paseos coloniales en la prensa y me producía un inmenso rechazo. Recordaba que mientras sus proezas estaban en boca de todos yo sentía vergüenza de pertenecer a la misma comunidad que aquel matarife. Pero no podía dejarme llevar por la pasión, aunque algo en mí me invitaba a ello, debía de abandonar mi frialdad actual, regresar a mi sensibilidad emocional de mis años estudiantiles y con ese ánimo renovado acudir al tribunal antes del juicio y dejar el caso, plantearles claramente que yo no era el médico adecuado para sacarles de la duda y calificar al acusado, a mi paciente, de bárbaro contemporáneo, por muchas justificaciones que él mismo quisiera dar u otros desearan aportar y aportaban, a pesar de que desde el punto de vista clínico era consciente de sus razones.

         No lo hice, sin embargo. Imagino que el tiempo nos lleva a no enfrentarnos con tanto ahínco a cuestiones morales y convivir con el horror. Escribí un informe diáfano y completo. Mi conclusión carece de importancia ahora mismo, es lo que intento al menos. A veces no quiero contemplar el mal en su más cotidiana normalidad.

 

Juan A. Herrero Díez  

 

 

 

 

MONÓLOGO TRAS

UNA DISCUSIÓN

 

Cada discusión es un delito que cometemos

los dos contra los dos y los dos contra nuestra sombra;

 los dos nos asesinamos la mirada, nos desgarramos

el alma como perros azuzados por niños de extrarradio;

cada vez que discutimos nuestros gritos

avisan a la guardia civil, suplican a las castas nobles,

y presentimos fría herrumbre en nuestra almohada.

Un oscuro subsuelo nos traspasa como cicuta

 nuestras muñecas y los tobillos quieren volar de rabia,

 y la cólera se torna morada

como los lirios sin padre, como los cristos que escapan de la cruz.

Cada vez que discutimos una niña te busca

la sombra en el monedero sucio,

un monolito de hielo se rompe a pedazos por la ira,

los mares se ciegan de desnudos, por que se desmayan

buscando un consejo oxidado del cazador ilustre,

del hombre sano con estudios sobre matemática del caos,

del empresario helado con negocios que lo acaloran.

Nuestros hijos se abrazan al reloj impenitente

que anuncia la destrucción de la tarde

y una paloma con falsa mansedumbre

se busca la herida roída por los ratones sin espacio.

Nuestros cuerpos son callos de rocío

que reniegan de toda nuestra visión interior

y vuelan como pájaros en bandada histérica

por los pasillos de la noche, que gime como una adolescente.

Nuestros cuchillos nos abren la garganta

y en los mataderos escuchan el bronco lamento

de forenses que se preguntan por el precio de la encrucijada,

 los redobles de una milicia absurda e improvisada

andan exiliados por las cañerías del cine club

y de toda lejana y fugitiva tripa donde embuten al sueño.

Es difícil vivir la crisis para dos personas que están en crisis,

se entretienen buscando una lámpara sin genio ni brillo,

 se dicen que se quieren con un cadáver en el plato.

Mundos son mundos sin en el mundo.

Auroras son auroras sin su aurora.

Por las mañanas me escapo a los montes

y me vuelvo justiciero de los enchufes quemados,

y de los virus cibernéticos que no quieren los temerosos

de cometer un infradelito sobre la salud pública y putrefacta,

me hago outsider en las habitaciones donde no estás tú,

me hurgan en la memoria aquellos desvanes fríos

de aquella casa donde tenías que ir de rodillas

por si una de aquellas vigas te partía la cabeza.

Las fuentes se desesperan por que siempre pisan el mismo charco

y un pelotón de fusilamiento acude a fusilar

a la batalla roja de la mala sangre y a la mal follada rabia negra.

Me desnudo cuando ya nadie nos mira, porque siento frío

y cuando se distrae la concurrencia lisiada

me fumo un canuto en el balcón del invierno,

donde hace un frío que pela, y después te quejas

cuando me besas los labios y dices que tengo una cara rara.

Cuando el flujo eléctrico y la onda radiactiva

vienen agarraditos de la mano y simulan ser la pareja ideal,

se me acercan unas ganas locas de apretar el botón rojo

que abre la compuerta y deja caer la bomba atómica.

Soy aquel  cigarrillo que de apurado da quemadura en los labios,

soy otro protagonista de una crónica negra

en la sección de sucesos del diario amarillo de antes de ayer,

soy la rabia de los marineros filipinos que atracan descalzos

en el puerto de tu querido Callao y un pandillero les roba la cartera y se ven impotentes por que no pueden correr tras él.

Soy el orgasmo con dolorosa rampa de la insatisfacción,

soy el fingido suspiro de dos comadres alcahuetas

 que cruzan a la vez sus piernas y soy el latido falso

que oculta el sombrero prestado de los horteras que van

de bohemios y son novelistas y fingen erudición y van a la tele.

Pero no me arrepiento porque ya es tarde

y por que he aprendido que el amor en su esquina desea tormenta

y que podía haber sido peor; si hubiese dado con una arpía

que después de haberse comido mi corazón

se enjuagara la boca con listerine y escupiera esa realidad al váter. 

Por eso te quiero. Porque todavía no escupes.

 

 

Por Cecilio Olivero Muñoz

 

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SELECCIÓN DE POEMAS

POR TERESA PALAZZO CONTI

 

DEAMBULAR

 

Muchas nieves

marché como demente

para asir claridades.

 

 

Mi perfil

rozaba la muerte

usurpadora de abrazos.

 

 

Una condena

anunciada

tapizaba mi reino

y en cada vibración

otro asesino hechizaba al asombro.

 

 

Esgrimiendo un presagio de vida,

una voz verdadera

intimó en mis espaldas

y fui albergue

de mi propia presencia renacida.

T.P.C.

 

PANTOMIMAS

 

 

 

Y van ciegos de mí.

 

 

Soy una ausente.

 

 

Entre quiebras de hielo

mi palabra finge

plenitud de marea alcanzada.

 

 

El invierno ausculta sus latidos

y un llanto que se estrena

fractura todo orden.

 

 

Mi realidad

se llaga

con las antorchas de la tarde

y yo busco la altura de lo absurdo

para impulsar mi marcha.

T.P.C.

LA PROFECÍA 

 

 

Un grito que rotula el universo

se impone entre las formas ígneas

de mis pesadillas.

 

Se abre un libro de queja en la memoria

y vuelvo a un tiempo

que es antorcha

en cárceles de mármol.

 

Hay un perfil con desniveles

en carillas añosas;

jardines de pájaros desnudos;

ocasos que se duermen en aljibes

y ojos que se agotan

en espejos inútiles.

 

Con letras centinelas

armo pocas palabras

y rechazo las muertes

que anteceden a mis pasos.

 

Algún recuerdo modificado

deja en el camino

una estela,

y el eco del instante último,

cuando todavía alguien me nombraba

entre las cosas vivas,

intenta el aprendizaje

de una profecía

que no me atrevo a asumir.

 

T.P.C

 

Todos los derechos reservados a nombre de Teresa Palazzo Conti

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PRESENTACIÓN DEL NO-LIBRO

DE JUAN G.

 

Advertencia

 

 

 

 

 

Este pequeño no-libro se hizo como un experimento surrealista, y debe de seguir haciéndose así.

Consiste en que cada persona que lo recibe tiene que agregarle algo nuevo, ya sea un dibujo, una palabra, un poema, lo que sea (pero tachones no!).

La consigna es pasarlo de mano en mano y que el azar nos rija, de modo que se arme algo totalmente nuevo, un gran collage o cadáver exquisito; totalmente imprevisible, absurdo y genuino.

                                                                                  

 

 

Prólogo I

 

 

 

 

 

No siempre fue prudente, como el tumulto exagerado por las fantasías señadas, itinerantes e intermitentes; talento y carácter, obra y artista: consuelo de tantos!

Su exaltación entusiasta era tanto embriagadora, como mi disgusto y su tedio, eran cosas que antes, con esos sentimientos, me habrían valido, a priori, un mortal efecto mágico.

Su ritmo absurdo y genuino me aspiraba a la formula «yo creo!» que me faltaba decirle con gestos, temía su tan desgraciado brillo, benévolo como aquel, que por el contrario y demás, siendo otra cosa que todo, se concreto en lo anterior y lo ultimo, en lo nuevo y en ninguno, tan solo por chispas capaces del eterno sufrir y tendenciar, mientras que los deseos infalibles, ese fenómeno imaginario, nos evidencian el paraíso.

Y así, víctima de considerandos, meridional y reducida a la espera, aún, no acepta condiciones a costa de ramas y raíces del amor, hasta que la decapiten por fin.

 

 

 

 

Prólogo II

 

 

 

 

 

Caracterizadamente original y trágica se me presentaba la escena; como las cosas más terribles del manifiesto designio de nuestra voluntad, que por su infinitud no terminara más que, en cierto sentido, la perfección maquinista.

Desde este punto de vista, nos tropezamos con la apariencia del soberano contraste, o lo que es peor, la mismísima  vida! ese tirano que simboliza el impulso irresistible de la divinidad al abismo, el penetrar en todo aquello que se refiere a la confusión y a la apariencia, a la posibilidad de abstracta del descuido infundado…Para poder descubrir  la distancia entre la aureola y la desmesura, entre el precio de una desgracia y la suerte de un espejismo.

 

 

Críticas a este no-libro

 

 

 

 

 

Habla el clasicista:

 

La ambivalencia genera rechazo, y es esto lo que asistimos. Por algún motivo x  (llámese “razón”), aislamos elementos, la situación espacial, el sentimiento que nos produce y despierta, el detalle que pasamos por alto y la interpretación que en general damos o no. Tal parece que la integridad del conjunto es netamente casual y sin la menor importancia. Esto recuerda al comienzo de los objetos surrealistas por Marcel Duchamp: los “objetos confeccionados” (ready-made), son objetos comunes que adquieren sentido al darles un titulo y adquieren jerarquía artística por el solo hecho de la elección del artista. Concepto típicamente moderno, la disociación y la negación reunidas.

 

 

Habla el surrealista:

 

Lo inaudito en el lujo se asemeja. Lo vano es la alegría de esta aureola. Qué inaudito.

No hay brote de queja, todo es contemplación espectral y sin razón, oculta bajo la dimensión capaz creadora, que la invención sugiere.

Insinúa un atlas que ha sido roto y no me explico más donde me encuentro.

Como un recuerdo de un día en la vida

Un día de sol tras una siesta.

Se vistió para alegrar al presente, un sueño que no se deja soñar, y un canto que nadie escucha.

A lo Duchamp: Himno suspirado de la disociación y la negación reunidas.

 

 

 

Habla el insatisfecho:

 

Supe que existía y de inmediato perdí interés.

Cambió con cada vistazo, y la recuerdo bien: sigue siendo la misma.

Vistosa y sombría, bella y gentil, la clara confusión donde moran las siestas: sueño,  bostezo y luz.

Habiéndose ido en vano, no es otra cosa que la vaga luna blanca.

Sí, la recuerdo bien: La inquietud de no tenerte, noche, día y aurora, me resulta cruel.

Dibujo tu nombre en letras, y me inquietan cada vez.

Bella, sombría y gentil: A veces lo que creemos conocer  ni siquiera existe.

 

Noche

 

Anochece y hace buen tiempo. Estupendo.

Me complazco plácido en el cielo llovido.

Tengo donde dirigirme, lo que significa que la escena actual es estéril.

Tengo convicción, que por otra parte, quiere decir que no tengo nada a la vista.

Plenitud rítmica: pronuncio voz apagada, extinguida y terminante, y a fe mía, disimula crueldad (dirán tristeza).

El cielo llovido (me apaga, extingue y fulmina) me apunta: fiera, desafiado, baldosa suelta, linaje oscuro, intenso y devoto. Todo esto quiere decir: qué gloria y qué pena, qué mísera ironía.

Pertenezco, a fe mía, a una espantosa señal endiablada, que me consume incipiente, incumple promesas y enluta.

La fútil existencia prestada languidece, y es bien sabido, que anochece y hace buen tiempo.

 

(Continuará)

 

 

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TRES POEMAS INÉDITOS

DE OMAR ALBERTO SANTOS BALÁN

 

Y ESTO QUE NO SE EXPLICA

 

 

 

Y la estirpe de la impiedad y los crímenes comerciantes

de la desmemoria y el suplicio que instalaron su catedral

de penumbras que levantaron los muros de la infamia

perpetraron el insano circo el espectáculo enloquecido

de la quimera para que se borre del cuerpo la plegaria

para que se extravíen las amorosas monedas del infante

y este sarcasmo inagotable de la estatua y este estúpido

autoaniquilarse este maldito fango donde se bebe donde

acaso se arrodilla la especie.

 

Y el corredor donde llegaban las joyas del impuro  el

inenarrable guiñapo de los elegidos donde una cuchilla

o una hiriente carcajada son pertenencias del insano poder

amantes de esa feroz deidad que combate en nuestras noches

que castiga a nuestra sangre  de esos dioses innobles

que nos niegan las sinagogas de la palabra  las madrugadas

del fruto y el proverbio.

 

Y este boulevard de apariciones  estallido de palabras

torpe salutación de la embriaguez  esto que pasó por

la patria anegada de señales  brava argucia que no pidió

permiso  habla de lo alto  dice de lo bajo  ya sea del beso

en el álamo  ya se sacude por el grito  y este péndulo

de emociones  gratitud del vértigo  ya aparece en el jardín

de la casa  ya se agita por el oscuro hachazo  por el filo

distraído.

 

Y esto que no quiso ser país de hambruna  ni cuerpo de guerra

ni siniestra piel de suicidio esto que avisa del tratado cruel

de los encierros del poeta porque esto llegó del círculo

del candelabro de la conciencia y esta sangre que calló la furia

débil remanso de la historia esta humedad de los signos

ha llegado como abrazo que nos conoce es lanza de verbo

que ruega que no se desentiendan ha llegado como planta

amable unicornio fatigado que no se desentiendan del recoveco

Oh grandes seres cuerpos del barrunto que alguien nos explique…

 

 

 

 

EL ANTES PERO DE LA NOCHE 

 

 

La noche en que bendecías, en que te abrías

como un remanso hondo e insaciable, como

bello oasis de la carnalidad, y yo tratando de esconder

el gemido de la criatura, la emoción que sella al peregrino,

 

la noche pero del antes

 

La noche en que nuestras frentes eligieron la hermosura

y la nube increíble, el primer roce, el mensaje obsceno

en el rincón de los cuarteles, y las ganas de nuestros labios

alejándonos del mundo, y esa lujuria de mis manos

rodeándote la cadera, a pesar de los fragores,

las conjeturas, los insomnes oficiales y su blasfemias,

 

la noche pero del antes

 

La noche de tu abatimiento: como la bastarda hija de

Jerusalem, desertaste, luego la noche en que traías

los escombros, los despojos de tu tierra Santa

sobre la espalda, y luego las vendas, la toalla,

el baño amable, y de pronto tú desnudándome,

y yo sembrándote, a distancia del cerco, mientras afuera

el cráneo partido del niño, las entrañas regadas del

rapsoda, la arboleda aplastada por los regimientos del odio,

 

la noche  pero del antes

 

La noche en que llegaban zumbidos, avisos atroces,

nubes de escalofrío y la casa y los corredores eran

asunto de estrategias, de intrusos que veneraban

el lenguaje implacable, entonces mi verso hablando de tu nuca

ese tu silencio defendiendo el canto, lo alado de la vida y

la nostalgia de la frase; ese nuestro cántico que dejamos

sobre los años de la página como último gozo de la carne.

 

 

 

 

LOS HOMBRECILLOS DE LA MADRUGADA

 

 

Los hombrecillos

de la madrugada,

observan

la nube de la civilización.

Atónitos,

atados a un presentimiento,

sentados sobre el escombro

de sus preocupaciones,

los hombrecillos perciben

el grito y la catástrofe.

recuerdan del día

el ruego y las enfermedades,

pero no elevan

otro canto,

no se encuentran, no deciden,

desde hace cien años

hacen lo mismo,

atónitos,

sin dignidad sin canto,

los hombrecillos

de la madrugada

sollozan

frente a la nube de la civilización.

 

 

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SELECCIÓN DE POEMAS

POR MARIO MELÉNDEZ

 

ARTE POÉTICA

 

Una vaca pasta en nuestra memoria

la sangre escapa de las ubres

el paisaje es muerto de un disparo

 

La vaca insiste con su rutina

su cola espanta el aburrimiento

el paisaje resucita en cámara lenta

 

La vaca abandona el paisaje

continuamos escuchando los mugidos

nuestra memoria pasta ahora

en esa inmensa soledad

 

El paisaje deja nuestra memoria

las palabras cambian de nombre

nos quedamos llorando

sobre la página en blanco

 

La vaca pasta ahora en el vacío

las palabras están montadas sobre ella

el lenguaje se burla de nosotros

 

 

 

LA PORTADORA

 

Ella sacó a pasear las palabras

y las palabras mordieron a los niños

y los niños le contaron a sus padres

y los padres cargaron sus pistolas

y abrieron fuego sobre las palabras

y las palabras gimieron, aullaron

lamieron lentamente sus ciegas heridas

hasta que al fin cayeron de bruces

sobre la tierra desangrada

Y vino la muerte entonces

vestida con su mejor atuendo

y detúvose en la casa del poeta

para llamarlo con gritos desesperados

y abrió la puerta el poeta

sin sospechar de qué se trataba

y vio a la muerte colgada de su sombra

y sollozando

“Acompáñame”, le dijo aquélla

“porque hoy estamos de duelo”

“Y quién ha muerto”, preguntó el poeta

“Pues tú”, respondió la muerte

y le extendió los brazos

para darle el pésame

 

 

 

RECUERDOS DEL FUTURO

 

Mi hermana me despertó muy temprano

esa mañana y me dijo

“Levántate, tienes que venir a ver esto

el mar se ha llenado de estrellas”

Maravillado por aquella revelación

me vestí apresuradamente y pensé

“Si el mar se ha llenado de estrellas

yo debo tomar el primer avión

y recoger todos los peces del cielo”

 

 

 

PRECAUCIONES DE ÚLTIMA HORA

 

Debo cuidarme de los gusanos

cuando me entierren

lo más seguro

es que hablen mal de mí

que escupan sobre mis poemas

y orinen las flores frescas

que adornarán mi tumba

llegado sea el caso

que hasta devoren mis huesos

me arranquen los intestinos

o en el colmo de la injusticia

se roben mi diente de oro

y todo esto porque en vida

jamás escribí sobre ellos

 

 

 

SINFONÍA NEGRA

 

Eva colgaba sus muertos de la ventana

para que el aire lamiera los rostros

preñados de cicatrices

Ella miraba esos rostros y sonreía

mientras el viento empujaba sus senos

hacia la noche agusanada

Una orgía de aromas sacudía el silencio

donde ella se deseaba a sí misma

y entre suspiros y adioses

un grillo ciego desmalezaba

sus antiguos violines

Nadie se acercaba a Eva

cuando daba de mamar a sus muertos

la cólera y el frío

se disputaban su adolescencia

el orgasmo daba paso al horror

el deseo a la sangre

y pequeñas criaturas violentas

despegaban de su vientre

poblando los amaneceres

de luto y de pesadillas

Luego

cuando todo quedaba en calma

y las sombras por fin

regresaban a su origen

Eva guardaba sus muertos

besándolos en la boca

y dormía desnuda sobre ellos

hasta la próxima luna llena

 

 

 

LA ÚLTIMA CENA

 

Y el gusano mordió mi cuerpo

y dando gracias

lo repartió entre los suyos diciendo

“Hermanos

éste es el cuerpo de un poeta

tomad y comed todos de él

pero hacedlo con respeto

cuidad de no dañar sus cabellos

o sus ojos o sus labios

los guardaremos como reliquia

y cobraremos entrada por verlos”

 

Mientras esto ocurría

algunos arreglaban las flores

otros medían la hondura de la fosa

y los más osados insultaban a los deudos

o simplemente dormían a la sombra de un espino

 

Pero una vez acabado el banquete

el mismo gusano tomó mi sangre

y dando gracias también

la repartió entre los suyos diciendo

“Hermanos

ésta es la sangre de un poeta

sangre que será entregada a vosotros

para el regocijo de vuestras almas

bebamos todos hasta caer borrachos

y recuerden

el último en quedar de pie

reunirá los restos del difunto”

 

Y el último en quedar de pie

no solamente reunió los restos del difunto

los ojos, los labios, los cabellos

y una parte apreciable del estómago

y los muslos que no fueron devorados

junto con las ropas

y uno que otro objeto de valor

sino que además escribió con sangre

con la misma sangre derramada

escribió sobre la lápida

“Aquí yace Mario Meléndez

un poeta

las palabras no vinieron a despedirlo

desde ahora los gusanos hablaremos por él”

 

 

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SELECCIÓN DE POEMAS

POR FRANCISCO JESÚS MUÑOZ SOLER

 

LA LENTA HUIDA DE LAS HORAS

 

“Huye sin percibirse, lento el día,

y la hora secreta y recatada

con silencio se acerca…

 

FRANCISCO DE QUEVEDO

 

1-

En entrañable escenario de urbano desierto

retirado en la paz que de su claridad mana

a través de sus profundas y alargadas ventanas

mi música callada y mis argumentos,

intento llenar de dicha mi ánima, fortalecerla

con baños de contemplación y ricos recuerdos

aderezados con bellos y canoros ritmos

intenso soñar de vibrantes y espumosas olas

“que mejora la lenta huida de las horas.”

 

2-

 

Alimento engañado para orugas en silencio

germino en fugaces días, aunque no me lo creo

a pesar que saludo a la parca en confianza

nos conocimos en puntuales y amargos eventos

pero ha ido aminorando su distancia

conforme le crece su capa de mortaja

“que barnizará con el sedimento de mi limo.”

 

3-

 

Vencer ese temor de miserias y espantos

ese espacio tenebroso de desconocidas ascuas infinitas

que nutrimos al dictado que todo lo iguala

cuándo me enfrente le diré, serás mi consuelo

llévame a tu mar de continuas pérdidas

allí encontraré sustento, la gracia

“que elevará mi ánima con pies de barro.”

 

 

ANCHO, PROFUNDO, DENSO, CORPÓREO

 

Ancho, profundo, denso, corpóreo,

unidad en sí mismo, forjador de territorio,

amazónico cobijo y transportador pródigo

del material del que se construyen los sueños.

Escenario de ensoñaciones de sofistas y aguirres,

de curso lento, abrupto, demoledor, sereno

proveedor y fagocitador de imperios,

de enigmáticos dorados terrenales y eternos.

Unos transitan por ambiciosas arterias

impulsoras de deforestación y miserias

emporio del hoy de unos pocos

ciénaga pútrida de un mañana de todos

otros encuentran la llave del punto G de los diafragmas

espacio donde se cultivan etéreos placeres

esos que para gozarlos es necesario creer que existen,

sueños de bogadores de espacios con sentido y calmos.

. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

Hallar el limo forjador de la abertura del punto enigmático

donde la cuajadura del alma transciende cercana

y sentirse humano genera el sentido mágico

de lo fugaz y lo eterno a la vez.

 

 

 

 

¿NO SÉ SI ME LLEVARÁ A LA ROCA?

 

 

“De nuevo Amor, bajo sus párpados oscuros

fijando en mí las tiernas miradas de sus ojos.”

 

ÍBICO

 

 

¿No sé si me llevará a la roca?

para en mi ignominioso desespero

precipitarme en las gélidas engullidoras

voraces acólitas de Afrodita encantadora

nutricio magma de vencidos por hechizos

que diestros se creían de engaños,

deseo no divisar jamás Leucadia

que ya tuve ración de brebaje

por Cipris extendido en mis entrañas

con temerosa prudencio cedo a las miradas

que fulgen con haces de ternura inextricable

en el íntimo recinto de mi alma,

no sé si me llevará a la escapada

la hermosa luz que bulle bajo los oscuros

pero no quiero perecer en la hondonada

que fija la monótona cerviz de la indiferencia

no seguiré sentado cual Penélope sin Ulises

y la gran fealdad espante las miradas. 

 

 

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SELECCIÓN DE POEMAS POSTPOÉTICOS

POR CECILIO OLIVERO MUÑOZ

 

AMAPOLA

(APROPIACIÓN INDEBIDA)

 

[Amapola, lindísima amapola
Será siempre mi alma
Tuya sola…
Yo te quiero amada niña mía
Igual que ama la flor la luz del día.]

Afloras en el sofá, siempre sola,

Afloras sin molestar

Entre televisión y montones de ropa;

Afloras amapola tú sola.

[Amapola, lindísima amapola
No seas tan ingrata
¡Mírame!
Amapola, amapola
¿Cómo puedes tú vivir tan sola…?]

 

Sintonizas a deshora, Amapola,

Cien desmayos en tu aurora

Y te migas la agonía

Con margarina y galletas de soda.

[Amapola, lindísima amapola
No seas tan ingrata
¡Mírame!
Amapola, amapola
¿Cómo puedes tú vivir tan sola…?]

 

Amapola, preferida eres, mi Amapola,

Ni la Margarita, ni la Magnolia,

Mucho menos la Adelfa venenosa,

Sólo tú, lindísima Amapola…

Sólo tú.

 

STRANGE FRUIT

(APROPIACIÓN INDEBIDA)

 

Baldomero Montes Romero

Salió para no perder y todo perderlo,

Salió para ofrecer, para entenderlo,

Para primero aprender y después desaprenderlo.

 

[Southern trees bear strange fruit,
Blood on the leaves and blood at the root,
Black bodies swinging in the southern breeze,
Strange fruit hanging from the poplar trees.]

 

Baldomero quería verse también

Entre trozos de corazón y estos tristes versos,

Quería mirarse los pies desde lejos

Y entender la canción que le latía adentro.


[Pastoral scene of the gallant south,
Of the bulging eyes and the twisted mouth,
Scent of magnolias, sweet and fresh,
Then the sudden smell of burning flesh.]

 

Baldomero fue a la égloga siempre fiel,

A la elegía, a la epístola y al romancero,

Fue a la luna tan fiel y tan fiel a terceros…

Fue lo que quiso ser y nadie puso nunca peros.

[Here is fruit for the crows to pluck,
For the rain to gather, for the wind to suck,
For the sun to rot, for the trees to drop,
Here is a strange and bitter crop…]

 

Aquí acaba la canción sin Baldomero,

Aquí acaba esta extraña fruta, este triste zero,

Aquí se resume también un cancionero

De tiempos pasados siendo fiel

A la noche, a un caballo y a fríos eneros.

 

En cursiva y entre corchetes: “Strange Fruit” de Nina Simone, también de Billy Holliday.  

 

 

 

SONRISA PIXELADA

 

La eternidad es fragmento y efluvio de un ciber-chat infinito

donde las palabras que se dicen en ese chat

van hacia una confusión de cómputos e incoherencias,

entonces imagino tu sonrisa pixelada porque no entiendo

a la curva fácil de tus labios, no entiendo su abstracción,

y por no entenderlo, Pido clemencia para la tecnología torpe,

pido una cremallera para el preámbulo de los besos redondos,

quiero pensar en la gloria pequeña

de los hikikomoris que se encierran ciegos por causas invisibles que envuelven a toda esta ciudad sin sueño,

 quiero creer que la polución es parte de nuestro no rotundo,

quiero emular con mi tacto la curva desangelada del poliéster,

la curva desangelada en aquella sonrisa pixelada

que pretende gustar a mis ojos, a mis dedos, a mi click, a mi nick,

En el mundo se sueña con el calor fetal del génesis

que busca una semilla abierta y busca al páramo oculto del sol,

cáscara de la parábola, renacer incierto de un vestigio,

cumbre de la alegría, sentimiento y caricia caliente,

perla de la gracia blanca, teorema con paz, alegre y sencilla,

simulacro de cariño azul, de la pequeña luz de las canciones,

sueño cruzado desde la quijada, copia pirata de la felicidad,

sampler de sueño edulcorado, fiesta de cruces sin sombra,

arrobas de corazón rojo, partes de Mega-Bytes sin aurora,

Lógica y cibernética de la ternura, fruta de la cópula electrónica,

tic trémulo del caracol, sombra de la soledad que se despereza,

locura del cosquilleo, viaje al centro original de mi alcoba,

brevedad de globo que se desinfla, sonrisa pixelada,

sonrisa fugaz con la velocidad de un beso, rosa de todas las casualidades,

Esa es la gloria de los niños, el agua viva y la carne,

y del Internet, que es el espejo de lo que somos y de lo no somos,

y de lo que no queremos ser,

 

 

 

 

LO QUE LA CIENCIA YA SABE 

 

Ayer fui a mi visita mensual con mi psiquiatra.

Él estaba tranquilo conmigo, aunque distante,

pero me trasmitía confianza; su consulta es:

una habitación de dos por tres con un escritorio mediano

donde hay un ordenador no del todo obsoleto;

a la derecha,

una estantería con libros dedicados a materias sobre la mente

(si es que estudiar la mente es una materia),

(yo considero que es tratar de estudiar lo abstracto, la nada),

 a la izquierda hay cuadros pintados por pacientes (o eso creo),

 los historiales médicos por el suelo, aunque relativamente ordenados,

y una ventana detrás de él que da hacia un jardín.

Empieza con la pregunta del millón de Euros:

-Bien Cecilio, ¿cómo va?-

Mire Doctor, apunté:

la vida me suma y me resta, la vida se asume

y te cuesta, la vida te escatima la cuenta.

Soy un hombre al límite de lo estupefacto,

 me gusta y me disgusta esta soledad,

 me estudio y me indago para decirle algo,

me considero víctima de mi propia prohibición.

Asumo que sumar para vivir te resta algo,

resumo, que restar sin prescindir es un milagro,

escribo para asimilarlo y no para pasar el rato,

(cada poema es un cuadro, cada verso un trazo).

Ingiero pastillas para dormir, para redimir,

para asumir, para sustituir, para admitir,

para vivir, para no sucumbir, y vuelvo a ingerir.

Intento (sin éxito) parecerme a aquel, a él sin piel,

a Fidel, a lo fiel, a la miel, a la hiel y a ti, siempre a ti.

Me derrumbo, sucumbo al enésimo tumbo,

 me interrumpo, me quedo sin mundo,

me pierdo y después me busco.

Quisiera ser feliz, que este sueño tenga fin,

que esta mirada (tan mía) sea (a todo) afín,

 a la trama, a las ramas, a Tintín,

a los bares, a los pares, al sweet dream,

al refugio, al artilugio, a Steve Mcqueen,

al parnaso, a mi vaso, a Pepe Agustín,

 al hastío, al trapío, a mi mundo ruin,

quisiera decir mil cosas, quisiera vivir, vivir,

quisiera deshacerme de este nubarrón gris,

deshacerme de muchas cosas, dejar de insistir,

tirar a la pica la sopa sosa, dejar de sufrir,

cogerle gusto a las cosas hermosas, ser feliz,

esto se mira pero no se toca, esto se toca

pero no se saborea, esto se saborea pero no se traga,

esto se traga, pero qué¿?…¿¡qué!?

Cuando miré al frente me encontré con el Doctor dormido:

-Doctor, Doctor, se ha quedado dormido- le dije yo.

-No, no, no es eso, es que me he quedado traspuesto-

-pero te he escuchado perfectamente- se excusó.

-Bueno, y entonces…¿? ¿qué opina?-le pregunté.

Le voy a cambiar la pauta. –me dijo-

ESTO ES AGOTADOR-Luego dicen que vivo bien-protesté.

-¡Qué mala es la ignorancia!¡Qué mala!-

dijo el Doctor bostezando y firmando las recetas.

 

 

 

 

 

 

 

 

37º NÚMERO DE LA REVISTA LITERARIA NEVANDO EN LA GUINEA

E-MAIL: nevandoenlaguinea@hotmail.com

37º NÚMERO DE LA REVISTA LITERARIA

NEVANDO EN LA GUINEA

NºXXXVII    02-11-2.009

 

EDITORIAL XXXVII

 

POSTMODERNISMO TARDÍO

DESDE LA MÚSICA

 

Estamos en la era de la información dicen unos, otros dicen que estamos en la era digital, y Agustín Fernández Mallo y otros, nos dicen que estamos en un postmodernismo tardío que para nuestro parecer hace tiempo ya se inventó en lo que a música se refiere. En el flamenco letras conocidas por todos los aficionados de artistas anteriores al “camaronismo” como Manolo Caracol, Antonio Mairena, Chacón, la Paquera de Jeréz, Fernanda y Bernarda de Utrera, y otros muchos, fueron “apropiadas” por estos cantaores y muchos otros, en un pasado no tan lejano. Estas letras y las de otros cantaores se fueron usando durante siglos y ahora nos encontramos con esta supuesta “novedad” llamada apropiacionismo de la que nos habla Fernández Mallo en su libro Postpoesía, Hacia un nuevo paradigma, que dista de novedoso para el flamenco, ya que este apropiacionismo germinó en tiempos en el que el flamenco estaba totalmente relegado a un sustrato de marginalidad y a un reducto de subcultura tabernaria. Y ya no hablemos de Camarón de la Isla, que siempre, es por todos sabido, se ha nutrido de las letras de sus predecesores desde sus comienzos, como también lo han hecho cantaores de la talla de Enrique Morente, José Mercé, Diego Carrasco, Lole y Manuel, y si miramos a flamencos más jóvenes tenemos a Miguel Poveda, Juan Cortés (Duquende), Pedro Peralta, Estrella Morente, Pitingo, y un largo etcétera.

Con esto queremos decir, que el postmodernismo tardío  hace tiempo ya existía en el flamenco. Pero en otras músicas también existe ese apropiacionismo del que nos habla Fernández Mallo.

Por ejemplo, en la música o movimiento Hip Hop se hace gala de ese apropiacionismo  no en las letras, aunque si en los sampleados, remezclas y en los estribillos que se mezclan en una casi perfecta yuxtaposición de resortes y elementos sonoros, para que ese flow tan sumamente exaltado en el rap haga su acto perpetuo de presencia postmodernista. Con esto, intentamos decirles, que como nada es casualidad, mucho menos existe esa casualidad a la hora de buscar un nuevo camino para la literatura de hoy. Pues lo que nos ha enseñado a todos los poetas Agustín Fernández Mallo ya estaba inventado, aunque solamente Fernández Mallo ha tenido cojones para exponerlo en nuestra literatura contemporánea. Otros escritores también utilizaron métodos de estilo ahora promovidos por Agustín, ya no sólo por Walter Benjamín o Julio Cortázar, (Walter en ese zapping literario y Julio en tocar exacerbadamente el tema del absurdo) sino por la música popular, y sobretodo por el flamenco.

Es por todos sabido, que muchas otras músicas también ejercían ese método de expresión artística llamada por Agustín, apropiacionismo.  Es el ejemplo del Jazz en constante experimentación, el Pop-Rock y su diversidad de géneros dentro del mismo, y la música Folk que siempre sorprende con algún tesoro sonoro casi olvidado por la memoria colectiva y popular.

Pero llama mucho más nuestra atención el apropiacionismo que ha tenido lugar en la música hispano-americana desde tiempos, estos sí, bastante remotos. Digamos que ha habido entre España y América una perfecta simbiosis y un perfecto (feed-back) retro-alimentario (valga la redundancia) entre nuestros pueblos y nuestras no tan diferentes culturas. Ponemos como ejemplo canciones poco escuchadas en España que tuvieron gran repercusión y éxito y fueron paridas por compositores latino-americanos. Es el caso de Alcy Acosta, Víctor Jara, la recientemente fallecida, Mercedes Sosa, Agustín Lara, José Alfredo Jiménez, Simón Díaz, Atahualpa Yupanqui, Chabuca Granda, y muchos otros; y más recientemente, Franco de Vita, Mario Alberto Domínguez Zarzar (Mario Domm), Ricardo Arjona, Diego Torres, Gianmarco Zignago Alcóver (Gianmarco), Fidel Roberto Sorokin (Coti), Alberto Aguilera (Juan Gabriel),  y muchos tantos más, que escribieron letras que acabaron musicadas por nuestros cantantes. Aunque también géneros musicales tan distintos a los nuestros como lo son la salsa, los valses (netamente peruanos), la bachata, la cumbia, inclusive el tango, también han aportado algo de riqueza a la música española, ya fuere, como canción ligera, canción popular, copla “española”, rumba flamenca, flamenco-rock, incluso desde el pop más clásico al más tardío, y hasta si nos ponemos a generalizar, hasta de los intérpretes de Operación Triunfo, que tanto (malo) o (bueno) han aportado a la música de nuestro país, no sabemos si para mejor, aunque lo que si sabemos es que son precursores de esta pseudo-cultura de musicales estúpidos y de parques temáticos, de la que ya hemos hablado en números anteriores, que no creemos que aporte nada de bueno hacia el panorama de las humanidades.

 

*******************

Aquí les exponemos en este número poemas de la autoría de Cecilio Olivero Muñoz, donde se expone y se usa ese apropiacionismo del que en Nevando en la Guinea y en otros blogs periféricos nos hacemos eco. Con esto no queremos decir que lo de Agustín Fernández Mallo no tenga mérito, que lo tiene, y bastante, sino que intentamos divulgar o dar nuestra opinión en consonancia con todo lo que se está diciendo sobre el postmodernismo tardío. Porque lo que Fernández Mallo nos dice en su libro es que si todas las artes como la música, la pintura, el cine, el teatro, y muchas más, dieron ese salto hacia el postmodernismo, la literatura en castellano no lo hizo, y es aquí donde la Revista Literaria Nevando en la Guinea se involucra queriendo dar ese paso tan necesario para nuestra literatura. Y exponemos estos poemas que son una coctelera de recursos, tanto de cine, de radio, de televisión, incluso de las ciencias y la publicidad, que Cecilio ha escrito tras la lectura de las ideas que Agustín aporta al panorama literario español actual. Esperamos que no les decepcionen. 

 

 

 

 

 

 

 

 

COMO DECÍA EL DULCE ALEX

(descubrimiento de la postpoesía)

 

A Agustín Fernández Mallo.

 

Descubrir un nuevo estilo para mí

es encontrar un cuerpo flotante en una mar oscura.

Es una salvación para los poetas

saber o cerciorarte de que la incomprensión

es un fruto sumamente escogido para quien escribe.

El poeta es un eterno solitario errante.

Errar por el camino de las letras

teniéndote a ti mismo como a único testigo.

Tantas veces pensé ocupar otro lugar

en la nueva poesía contemporánea…

Pero sólo Agustín Fernández Mallo

tuvo los cojones para digerirla y difundirla.

Encontrarlo a él fue un alivio.

Hallar la teoría de la postmodernidad tardía fue:

[¡Qué paz! Qué paz celestial.

Eran la suntuosidad y la untuosidad

hechas carne.

Como un pájaro de un raro metal celeste

o como un vino de plata fluyendo en una nave espacial.

La ley de la gravedad ya no cuenta para nada,

mientras escuchaba, vi imágenes maravillosas.]

La postpoesía es un presente tardío.

Unos lo llaman experimento

y tienen toda la razón,

aunque también es hallazgo-literario, lapso-afterpop

y germen-nocilla.

Semilla que quiere ser planeta.

Cumbre de todos los estilos.

[…entonces videé el camino a seguir…]

 

(En cursiva: fragmentos de narración

del protagonista (Alex) en  La Naranja Mecánica, 1.971,

                                     dirigida  por  Stanley Kubrick).

Por Cecilio Olivero Muñoz

 

 

 

 

EL EDIFICIO

 

 

         El edificio aparece hoy desolado, en el más absoluto abandono y destrucción. Pero en su momento, me indica Mario, fue el no va más de la modernidad y el progreso. Lo miro, primero de reojo, como con miedo a molestarle, a ofenderle por mi falta de credulidad, el edificio sigue allí, en efecto, con todo el esplendor de su yerma decadencia, luego lo contemplo abiertamente, sin disimulo de mi falta de creencia en que aquello fuera antaño un edificio fastuoso, con toda la intención de dejárselo claro, no me lo puedo creer, e intento sin embargo descubrir algo en él que sea prueba de lo que me dice mi amigo. No lo encuentro. Nada veo en ese montón de ladrillos descoloridos, carcomidos, sucios, con agujeros donde antes debió de haber ventanas y grietas que son verdaderas hendiduras, que señale ni un ápice del esplendor vivido y referido. Sólo las palabras de Mario me inducen hacia el esfuerzo de intentar imaginarme una época mejor que la actual. El barrio en el que están ubicados aquellos vestigios de un, otrora, palacio de exposiciones y congresos no está mal del todo: casas bajas, de ladrillo rojo bien a la vista, con jardineras, perfecta y armoniosamente ordenadas, y patios de hierba y flores, todo ello compone un apacible y humilde conjunto que conforta al paseante y sin duda sosiega al habitante. Sólo el edificio con el que das de frente al cruzar una esquina te produce de pronto una profunda desolación por la ruptura del conjunto.

– Por qué no lo arreglaron -pregunto a mi amigo.

– Por su significado seguramente -responde.

         Mi mirada deja claro que no entiendo su respuesta. Mi condición añadida de extranjero le lleva a comprender que hay muchas claves que al fin y al cabo no acabo de entender. Me las explica, al menos lo procura, en concreto las que tienen que ver con aquel lugar.

         La dictadura terminó hace veinte años. Aquel barrio fue inaugurado por el dictador, a su vez veinte años antes de aquel final, para mostrar al pueblo el alto grado de desarrollo que se había alcanzado y además quiso hacer creer, de un modo sin duda pretencioso, como suele ser habitual, por otro lado, en tantos y tantos países. que era el pueblo y nada más que el pueblo el único destinatario de tantos planes industriales y de prosperidad colectiva. Y nada mejor para que este pueblo agradeciera ser el receptor de la gloria que situar en el centro del barrio-regalo un palacio de exaltación al régimen. El único problema, detalle tal vez, es que ese pueblo estaba de su dictador y su régimen hasta el moño, por ser finos, y nada quería más que despojarse de la figura sonriente en mil retratos, fotos y bustos exhibida y distribuidos a lo largo y ancho del país.

         Para colmo el palacio en cuestión, por un desmesurado gusto que le tomó el tirano, pronto devino el epicentro de su inmensurable actividad y ahí se presentaba día sí y día también para presidir festejos, actos deportivos, muestras de todo tipo, reuniones de exaltación, exposiciones artísticas, culturales o deportivas, exhibiciones de fervor patrio o loas colectivas a un mundo que parecía ya no sólo ser el mejor posible, sino el único que merecía mantenerse a lo largo de los siglos.

         Pero torres muy altas, me dice Mario, cayeron antes de esa fecha y más altas que caerán. El régimen se hundió en un colapso monumental y aquel edificio se quedó sin que nadie supiera bien a las luces qué uso darle. Estaba además excesivamente ligado a la dictadura y era sin duda su maldición.

– Pero todo el barrio fue obra del régimen -le digo-, por buena lógica lo tendrían que abandonar también.

– Se planteó en algún momento, no creas. Pero eso sería muy complicado, vive demasiada gente y costaría demasiado reubicarla lejos de aquí -responde Mario, con absoluta normalidad, como si fuera imposible, aun cuando fuera por una cuestión práctica análoga a la idea de mantenimiento del barrio, aplicar ese mismo criterio a un triste y abandonado edificio.

         Contemplo entonces a aquellas ruinas con la vaga idea de que hay símbolos que los carga el diablo.

 

Juan A. Herrero Díez

 

 

 

DOBLE-DIARREA-MENTAL

 

Llegué tan tarde de ese antro de mala muerte…

bebí demasiada cerveza, masqué demasiada libido

mirando a mujeres educadas para príncipes azules,

y cuando llegué a mi casa, a mi hogar, mi dulce hogar,

todo parecía arrasado, desmantelado; un desastre,

sin rastro de ti, todo eran restos de tu huida; soledad aparente.

Lo nuestro ya eran cenizas humeantes.

(…) (¿?) (…)

Encendí la luz de la sala, colgué el teléfono.

Encendí la radio. Emitían “hablar por hablar”:

[…Bien Fernando, cuéntanos tu caso:

gracias Mara…mi caso es el siguiente…]

Me acordé del hecho injusto

de quedarme sin parking

por obra y gracia de mi vecina del primero…

(mezquina) (puta) (acaparadora)…yo vivo en el segundo…

… encima de ella… me acordé de la sonrisa…

… cínica y socarrona de su marido rumano…

[…el caso es que ella me quiere,

pero sus padres no quieren verme con ella…]

Yo ocupaba ese parking de nadie desde hacía meses.

[Radiooo-Barcelonaaaa…Cadena seeeer…]

[…Si quieres Hablar por Hablar…]

[… llámanos al 900 100 800]

(bla, bla, bla) (…) (¿?)

[Hola Mara, te felicito por tu programa]

[gracias Isa, cuéntanos tu problema]

De repente me entraron inmensas ganas

de ir al baño; un dolor de estómago,

demasiada cerveza, demasiada insatisfacción:

(bálsamo diarreico para la insatisfacción)

me puse manos a la obra… me acordé

de mi vecina… justo debajo de mí…

chop…chop…chop…chop

[leche, cacao, avellanas y azúcar]

[NOCILLAAAAAA]

¡Qué placer, qué orgasmo, qué venganza!

[VOZ DE MARA: ahora vamos a dar paso

a Meritxell:-Hola Meritxell, ¿de qué quieres hablarnos?]

[Hola Mara, mi caso es un poco especial…]

[VOZ DE MERITXELL: el caso es que a mi me gusta

que se caguen en mi cara]

[VOZ DE MARA:¿¿¿Cómo???]

[VOZ DE MERITXELL: -Si, me explico:

el tema es que soy masoquista y me gusta que me humillen-]

[bla, bla, bla]

Meritxell, toma que toma, pastillas de goma,

come mierda guarrona, ¿quieres mierda? pues toma.

CHOP, CHOP, CHOP, CHOP

glup, glup, glup, phisss, phisss, phisss,

sssssssssshhhhhhhhhhhhhiiiiiiiiiiiiiiiiiiii

tiré de la cadena y seguía pensando en la vecina,

aunque también en Meritxell…

mientras, sonaban los Rolling Stones en la Radio:

[I can’t get no satisfaction, I can’t get no satisfaction,
‘Cause I try and I try and I try and I try.
I can’t get no, I can’t get no,
When I’m drivin’ in my car, and that man comes on the radio;
And he’s tellin’ me more and more about some useless information,
Supposed to fire my imagination.
I can’t get no, oh, no no, no, hey, hey, hey
That’s what I say.]
 

[I can ‘t get no satisfaction, I  can ‘t  get no satisfaction]  

(…) (¿?)(…)

Y tenían razón a veces, aunque por el momento,

yo en una sola sentadilla había matado

a dos pájaras de un sólo tiro.

Y me quedé muy satisfecho. Muy satisfecho.

 

Por Cecilio Olivero Muñoz

 

 

 

 

 

LOS ASTROS SON CIEGOS

 

El horóscopo sólo es favorable

en esas vísperas de aniversarios fríos,

yo soy Tauro, tú eres Piscis,

él es Géminis y ella Capricornio,

y los cuatro nos enfriamos la cena mutuamente.

Mi ombligo es el centro de mi alma

y ese lunar invisible en mi entrecejo

es mi equilibrio arrodillado,

tus senos son dos planetas que suspiran

y tus labios mojados satélites perdidos.

El agua se multiplica en agua,

yo soy agua, tú eres agua;

estanque mágico en la noche vemos.

Sombra visceral de tu mirada,

frágil tacto te busca, ceguera sabia es la pasión.

 Tupper-Ware de plástico

en tu cocina, mundo conservado

al vacío. Vacío en un nano-espacio.

¿Se pudre el ser sin gravedad?

¿Existe otro universo detrás de tus ojos?

¿Porqué tu alegría es levedad?

Precio soterrado el que yo pago,

burla de ácido y azufre del ser dañino.

Sólo los astros son ciegos aquí,

donde se suma el resto con la traba.

Me gusta el orbe que sostienes

porque parece hecho por lágrimas,

mira si es terco el puente de mis ojos

que miro y no veo y prefiero ser astro.

Los astros son ciegos a jornada completa,

quizá me salve el suelo del tropiezo de verte. 

Pero nada me salva porque todo es breve.

 

 

Por Cecilio Olivero Muñoz

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SELECCIÓN DE POEMAS

POR FRANCISCO JESÚS MUÑOZ SOLER

 

MI PATRIA VERDE EDÉN DE BRISAS PERFUMADAS

 

“Doquier los oiga esta tierra

De juventud coronada,

Y a la que el sol de los trópicos

Con rayos de amor abrasa:”.

 

GERTRUDIS G. AVELLANEDA

 

“¡Cuántas veces la estrella matutina

Alumbró con fulgores argentados,

. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

“Del horizonte hasta el confín difuso

La onda marina sollozando rueda”.

 

JULIÁN DEL CASAL

 

Mi patria verde edén de brisas perfumadas

de sonoros arroyos y radiantes luces

natural hermosura que los espíritus traspasa

con savias de armoniosa fragancia,

lumínica estrella en el azul de los trópicos

de penetrantes destellos de amor que abrasa.

¡Cuánta resplandeciente belleza en su mirada!

empalidecida por voraces fragores

germen de turbias y envilecidas codicias

provocadoras de lágrimas argentadas

amargas ondas de horizonte difuso

que abraza con mares de desesperanzas.

 

 

 

 

JUBILOSO ENTUSIASMO LIBERA MI PECHO

 

 

“Gracias a Dios que al fin con entereza

Rompe Cuba el dogal que la oprimía

Y altiva y libre yergue su cabeza”.

 

JOSÉ MARTÍ

 

 

Jubiloso entusiasmo libera mi pecho

a sones de gritos de esperanzas

diamantinos destellos de luz de gracia

de un pueblo alzado noble y bravo,

que al fin se desprendió de las garras

que le mantenía herido y esclavo

oprimido sin la luz de los sueños

que nutre la esencia del alma

fulgor de sonoras y dignas miradas

libres de infame dolor cautivo

hijo de soberano derecho impuro

extraviado por la luz de Yara.

 

 

ALUMBRADOS POR LUMÍNICOS Y LIBERADORES RAYOS

 

“Cuando agitas tu cendal/ -sueño eterno de Martítal

emoción siento en mí,/ que indago al celeste velo

si en ti se prolonga el cielo/ o el cielo surge de ti…!”.

 

AGUSTIN ACOSTA

 

“Al volver de distante ribera

con el alma enlutada y sombría

afanoso busqué mi bandera

¡Y otra he visto además de la mía!”.

 

BONIFACIO BYRNE

 

Alumbrados por lumínicos y liberadores rayos

llegaron los días en que la ensoñación criolla

dejó de ser magnánima quimera

su bandera ondeó en el azul de su cielo

símbolo de intrínseco magma de mixtura

de forjadoras centurias de anhelos.

Argentados días de sombríos cielos

de acorazados lazos en las bahías

que envilecen el cendal de la cubanía

ondear cautivo de incipiente libertad

oprobio de arrogancia y opresión

experto dogal de alevoso imperio.

 

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TESTIGO MUDO ES EL VIENTO

 

A Juan A. Herrero Díez

 

Testigo mudo es el viento de rimar bravo este verso

pues redimir quieta a esta voluntad quisiera,

pues tengo un lado oscuro, respiro de algo perverso,

camina conmigo una voz, se me levanta adentro una fiera,

 

[(Discrepo) con el hombre que siempre (me abandona)

-quien habla solo espera hablar a Dios un día-;

mi soliloquio es plática con este (falso)  amigo

que (te) enseñó el secreto de la (misantropía).]

 

La soledad es un espejo donde tú copias y pegas,

copio y después pego al ritmo de vacío y delirio,

cuando en el Messenger distante soledad agregas

esperas una nada que acecha fría con Narciso y Porfirio.

 

Fríos saben el porqué de tus acopios y de tus pegas,

resabiados mequetrefes acuden a los improperios hechos cirio,

soy espectáculo, soy outsider, soy la verdad que niegas,

soy quien derrama su sed en un espejo contrito.

 

[Y al (fin), (si mal os pago); (os debo) cuanto he escrito.

A mi trabajo (falto), con mi dinero (me endeudo)

(la ruina) que me cubre y (el mundo) donde habito,

el pan que me (pertenece) y  el lecho donde (soy solo yo).]

 

 

Entre corchetes versos del poeta  Antonio Machado,

del poema “retrato”,  estrofas 7 y 8, salvo en paréntesis y negrita.

 

Por Cecilio Olivero Muñoz

 

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PIEL DEL NEÓFITO POETA

 

 

¿ Porqué será que no escribe el poeta?

Acaso la noche helada no le ha vuelto a ver.

Dime niño,

¿Dónde esta el poeta?

Dicen que se fue, para no volver,

Ya no quiso soñar…

 

Sus manos estaban frías,

Porque las nubes no se juntaban a conversar,

¡ Sí !,

Los sueños están en el aire,

Sólo hay que mirarlos sin molestar.

 

¿ Pero dime niño?

Si las palabras se escondieron,

Para no sentir el frío de sus manos

¡ No ¡

Ellas se embriagaron por su partida,

Y se fueron, para el mundo recorrer.

 

¿ Dime?, si es que no escribirá el poeta,

Porque alguien lastimo sus letras.

¡ Sí ¡

Parece que un Amado y experimentado poeta,

menosprecio los sueños y la letra del

Neófito poeta.

 

 

¡ Niño ¡

La poesía no ha muerto,

Seguirá siempre viva

Respetando los sueños

De quien escriba.

 

Ven niño poeta,

Sigue escribiendo a la luna,

Aunque sus versos sean amargos

No desprecies a ninguna.

 

¿ Dime niño,

Quien es el dueño de la poesía y la letra?

Sin el sueño de los amantes,

La poesía  no existiera.

 

Para que las noches no sean eternas,

Debo escribir lo que el alma ordena.

Creyendo que la poesía descansa en los sueños

De las personas nobles y buenas.

 

Luis Chinchilla Elizondo  08/09/2009

Grecia, Alajuela, Costa Rica

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DOS CANCIONES, DOS SOLEDADES

 

Ahora los sábados en vez de divertirme,

nos aburrimos.

 

Rafael Sarmentero

 

El otro día veíamos la tele juntos:

hacía calor, el ventanal estaba abierto.

Vimos un anuncio muy gracioso

y tú reíste enajenada, reíste forzosamente,

me dio miedo escuchar tu risa.

(Risa sufriente entre alegría fingida

y sorbo de una vida insatisfecha).

Pasó ese rato, gracias a una música.

Sonaba en el piso de al lado… era Chavela Vargas,

[Anteanoche fui a tu casa,

tres golpes le di al candado,

tú no sirves para amores

tienes el sueño pesado.]

(…) (¿?) (…)

[Ay, Sandunga, Sandunga

Mamá por Dios,

Sandunga no seas ingrata,

Ay Mamá de mi corazón.]

(…) (¿?) (…)

[Mosquito no mortifiques

con tus cantos mal sonantes

si me cantas  no me piques,

si me picas no me cantes.]

(…) (¿?) (…)

[Ay, Sandunga, Sandunga

Mamá por Dios,

Sandunga no seas ingrata,

Ay Mamá de mi corazón.]

(…) (¿?) (…)

Después todo era silencio

y se diluyó el hielo en nuestros vasos,

hielo frío en el que tropezamos,

 hielo donde los dos resbalamos.

Cuando la luna no es luna

nosotros, rabiosos perros nos azuzamos,

cuando el sol es solo sol

otro día, en los claroscuros buscamos.

Seguíamos viendo la tele

y la música sonaba insinuante,

palabras son solo palabras,

aunque sentimientos no duelen de balde.

Sonó otra canción de Chavela

y nadie hubo ya aquí, más nadie:

[Ponme la mano aquí Macorina,

ponme la mano aquí…

Tus pies dejaban la estera

y  se escapaba tu saya

buscando la guardarraya

que al ver tu talle tan fino;

las cañas azucareras

se echaban por el camino

para que tú las molieras

como si fueras molino.

Ponme la mano aquí,  Macorina,

ponme la mano aquí…

Tus senos, carne de anón,

tu boca una bendición

de guanábana madura,

y era tu fina cintura

la misma que aquel danzón.

Ponme la mano aquí, Macorina,

ponme la mano aquí…]

 (…) (¿?) (…)

Yo me pregunto a menudo,

me suelo preguntar tantas cosas…

Me insinúo luego me desdigo,

me contradigo arrancándome

las costras.]

Me suelo decir que cambiarás,

que eres un dulce demonio y un ángel amargo,

me suelo engañar tantas veces

y más que me he de engañar.

Busco aquella canción,

aquella que nos hace pájaros,

ninguna nos hace pájaros

por que nuestra verdad no es canción.

 

 

 

Por Cecilio Olivero Muñoz

*************************************************

SELECCIÓN DE POEMAS

POR AMADO STORNI (Jaime Fernández)

 

EN UN FRASCO DE CRISTAL

 

 

DONDE fueron los pétalos en flor

 

que al bosque de hermosura perfumaban,

 

aquellos que de Amor se deshojaban

 

pidiéndole respuestas al Amor.

 

 

Donde fueron las bolas de alcanfor

 

que del bosque el aroma conservaban,

 

aquellas que del sueño despertaban

 

oyéndole cantar al ruiseñor.

 

 

Aquellas que acabaron tropezando

 

con los pies de un Amor que ya sin ganas

 

le puso a nuestros besos un bozal.

 

 

Aquellas que acabaron decorando

 

la mesa de algún cuarto sin ventanas

 

metidas en un frasco de cristal.

 

 

 

 

MATAR A CUPIDO

 

 

¿ES cierto que ha venido

 

promiscuo de intenciones el Amor,

 

pidiendo por favor

 

que maten a Cupido?

 

– ¡Cogerlo! cuando esté desprevenido,

 

que pruebe de su propia medicina,

 

matar al que asesina

 

rompiendo corazones.

 

Caínes de Cupido las traiciones

 

del odio y la rutina.

 

 

LA HISTORIA NO TE OLVIDA COMPAÑERO 

 

 

EN este invierno frío y duradero

 

de gripes y catarros mal curados,

 

de sueños imperfectos de pasados,

 

de besos que no riman tus “te quiero”.

 

 

 

En este invierno tan de invernadero

 

ausente de Nerudas y Machados,

 

de todos son las voces que han gritado:

 

“¡la Historia no te olvida compañero!”.

 

 

 

Enfermas ilusiones concebidas

 

a golpes que oxidados dictadores

 

nos dieron de un futuro en subjuntivo.

 

 

 

El tiempo cicatriza las heridas,

 

la Vida memoriza sus errores

 

y Salvador Allende sigue vivo.

 

 

 

 

DONDE ESTÁN LOS POETAS

 

 

AHORA que el Amor es transparente

 

y el miedo se refleja en los espejos,

 

ahora que se cobran los consejos

 

y el odio es el más fiel de mis clientes.

 

 

 

Ahora que olvidamos los errores

 

y el sueño nos despierta pesadillas

 

ahora que la vida se maquilla

 

y huelen a sudor todas las flores.

 

 

Por qué se han escondido los poetas

 

ahora que el Amor más necesita

 

de versos que se inventen los “te quiero”.

 

 

El hombre siempre ha sido marioneta

 

del beso que de Amor la princesita

 

al príncipe convierte en prisionero.

 

 

 

VIVIENDO COMO VIVO

 

 

VIVIENDO como vivo en este gueto

 

de artistas y poetas de salón

 

igual le meto mano a una canción

 

que corto las orejas de un soneto.

 

 

Bebiendo como bebo del delito

 

de no seguir patrón, normas ni leyes,

 

igual pierdo la grande con tres reyes

 

que gano veinte a pares con dos pitos.

 

 

Invéntense ridículas razones

 

para esta despedida tan urgente;

 

a veces la ilusión no es suficiente

 

para que coman tantos corazones.

 

 

Yo solo quise ser por un momento

 

“Quijote” de los mundos que me invento.

 

 

A JOSÉ TOMÁS

 

 

EN deuda están contigo los poetas,

 

las musas, el silencio, los cobardes,

 

la Muerte a la que citas cada tarde

 

poniendo el corazón en la muleta.

 

 

En deuda están contigo “los del Siete”,

 

la mano izquierda, el temple, los puristas,

 

tu triunfo es el saber que eres artista

 

pues has resucitado a Manolete.

 

 

Te fuiste deshojando calabazas

 

de ausencias que prendidas de alfileres

 

volvieron a inventar la Primavera.

 

 

Esconde tanta magia tu chistera

 

que Dios deja pendientes sus quehaceres

 

por verte torear en cada plaza.

 

************************************************

SELECCIÓN DE POEMAS POSTPOÉTICOS

POR CECILIO OLIVERO MUÑOZ

 

(APROPIACIÓN INDEBIDA)

 SOMIATRUITES

 

¡Qué a gusto estaba siendo niño!

Era feliz con cuatro coches en miniatura,

soñaba, jugaba, reía y lloraba

¿Por qué me cuesta tanto llorar ahora?

[Hi ha una  escola perduda al mig del Montseny
On només hi estudien els nens que somien amb truites
És l’escola dels somiatruites
On només hi estudien els nens que somien amb  truites.]
Cuando era niño sentía brotar los colores vivos como la carne

de una espesura de imaginación y disparate.

[I el Joan que somiava que el seu llit tenia ales
I a mitjanit despegava i volava, volava i volava.
I la Lídia que somiava que el seu nóvio era un llop
I es passaven les nits senceres udolant sota la lluna plena
Au, au, au i auuuuuuuuuuuuuuuuuu]

La niñez es la patria del hombre, decía un poeta,

yo digo que es lo único que nos queda de verdad puro.

Los niños del mundo son el futuro de nuestros sueños,

las flores distantes nos hacen parecer tan serios…

militar en la infancia es dar otra oportunidad a la esperanza.

[I la Fina que somiava que respirava sota de l’aigua
I mai s’ofegava i es feia unes arracades amb perles marines
¡Ah!  i a més i a més era íntima dels dofins i els taurons i
les gambes.]
[I la Marta que somiava que la terra era quadrada
I se n’anava a passar les vacances a una altra galàxia.
I el Fidel que somiava que li fotia una pedrada al rei
d’Espanya.]

El poeta es un niño responsable de lo que dice,

yo juego y juego uniendo palabras con otras palabras,

me aparto de lo retóricamente premeditado,

de la redundante verdad que duele al lector futuro,

busco tesoros sonoros en las planicies del sueño,

me hago novio de mil verdades que mueren suspirando

por mi derrota de papel manchado.

[I el Gerard que somiava que era un gat
Que somiava que era en Gerard que somiava
I la Joana somiava que el seu pare mai la pegava
I la Roser que somiava que la mare mai la renyava
I la Cristina que se n’anava xino-xano a la Xina
I parlava xinès de la Xina :
Xino xao, xao xao ping, xano xino, xino xano]


Así soy niño siendo poeta, me acuerdo de Platero,

me acuerdo de un lucero en tus ojos mojados.

Cien jazmines adolescentes muerden con sus dientes de leche

la tierna parábola que nos hace buenos, por que somos breves,

más breves que un suspiro y más mínimos que una mota de polvo. .

[I l’Albert que somiava, somiava, somiava i somiava
I de tant que somiava mai  es despertava
I a l’escola és clar mai s’hi presentava
Però la senyoreta mai li posava una falta i sempre
l’aprovava]

 

Sueño ser creador de mentiras pequeñas, breves como un beso,

sueño la verdad colgada patas arriba, un mundo al revés,

patria eterna del poeta, (niñez)es acaramelado  silencio,

nadie pide responsabilidad a un niño, la razón pone trabas

a la infancia.

[I és que l’Albert estudiar no estudiava
Però somniar carai si somiava
Carai quina senyoreta que simpàtica que era
I somiava que era una marreca que somiava
que cantava com una gitaneta a les nits de lluna :
ole, ole, ole….]

 

Con su manita dijo Adiós, INFANCIA

te echo tanto de menos… ¿Cecilio? ¿Eres Tú?

Despierta…despierta… NO QUIERO.

[Hi ha una escola perduda al mig del Montseny
On només hi estudien els nens que somien amb  truites
És l’escola dels somiatruites.]


Los sueños llevan mi nombre en sus labios de esponja y peluche,

quiero imitar a la sombra de lo que fui
con la única manera que de veras me queda,

ese niño es mi refugio caliente, es placenta y es volteleta,

es sorpresa al amanecer y es alegría efervescente

como una burbuja que se multiplica y se preña

de la única alegría que la inocencia custodia.


[I el Ramon que somiava coses tan estranyes
Que és impossible explicar-les
I en fi sobre les coses que somiava la Laura
És millor no saber-les.
I és que hasta el conserge pintava escoles sense muralles,
ni classes,
Ni reixes, ni mestres, ni tonteries d’aquestes,
Amb finestres obertes per on feien carreres
els somnis dels nens i les nenes
I mentrestant la Fina nedava amb sirenes
Gluglgugluuuuu……..]

Buenas noches Mamá…Hasta mañana…Te quiero mucho.

Te querré siempre.

 

 

 

DURMIENDO CON LA TELEVISIÓN

ENCENDIDA

 

[Buenas noches, comenzamos en Informativos

Telecinco y empezamos con una noticia abrumadora]

¡Será perra mi suerte! ¡Mi crisis! ¡Mi desgana!

[…Atentado multitudinario en Irak…]

Cuánta sangría en el Telediario de la noche, ¡carajo!

VOZ DE MI MUJER: CEEEECIIIII, ¡¡¡¡acuéstate en el cuarto!!!!

Me relamo la barriga con gran dosis de eufemismo.

[…y ahora en el apartado cultural

vamos a dar la gran noticia de la presentación de un libro…]

¿Qué libro? Mi libro, mi letra k, mi almohada está mojada.

[…es el libro de Agustín Fernández Mallo, Nocilla Lab,

es todo un acontecimiento literario, es, lo llaman,

alter-pop, zapping-literario, postmodernismo tardío, bla, bla, bla…]

¡Qué listos son esos tíos! Saben inglés y catalán.

Yo quiero ser de ellos. Soy cero en to’ el medio.

[…es la nueva generación Nocilla…]

Eso, eso, Nocilla, leche, bacalao, avellanas, y xucla.

Son listos estos cabrones, más que el Papa.

El Papa viste de verde y lleva zapatos de Aladino.

[…el arzobispo se entrevistó con el Santo Pontífice…]

Quiero una merendilla de crema catalana para todos,

¡INVITO YO!

[…es la víctima 48 en lo que va de año…]

Erica, no quiero desayuno, yo quiero merendar.

[…los llevaron a declarar a la Audiencia Nacional

donde el juez Garzón les tomará declaración…]

Han matao a un gato por llevar calcetines rojos.

Yo no quiero llevar chaleco, ni bufanda detrás del agua.

ERICAAAAAA, la almohada ¿Adónde está mojada?

[…buenas noches a todos, comienza Sálvame Deluxe,

que tiene nombre de puti-club…]

El dictador ese es manco y tiene cagalera azul.

VOZ DE MI MUJER: CECIIIII, TIRA PA’ LA CAMA YA

[…yo por mi hija, matooooooo…]

¿Quién grita tan hueco? parece una ristra de ajos

colgada desde la cocina a la alcoba.

Soledad te estás poniendo, corre que se afloja.

[…Paquirrin dicen las malas lenguas

que tiene novia y es de Sevilla…]

Dile a esa que se calle, que el Farruquito es buen chaval.

VOZ DE MI MUJER: CEEEECIIII, ANDA A LA CAMA, TÍO.

Ya voy, ya voy…y se fue.

(Continuará)

 

 

VÍA MUERTA

(Apropiacionismo)

 

A Josep Moya, único testigo

de mi vía muerta.

 

[Rossinyol que vas a França, Rossinyol,

encomana-me a la Mare, Rossinyol,

amb el meu pare i a la mare, Rossinyol,

d’un vell foscatge, Rossinyol, d’un vol.]

 

Allí donde muere la vía

empieza un arduo camino a pie,

allí donde se amontona una colina de suspiros

existe toda una plegaria que comienza,

allí donde el fin es un lamento

existe una esperanza ya vencida,

allí donde la derrota empieza a respirar

suspira un alma por todo aquello que ha sido.

 

[Rossinyol que vas a França, Rossinyol,

encomana-me a la mare Rossinyol,

amb el meu pare i amb la mare, Rossinyol,

d’un vell foscatge, Rossinyol, d’un vol,

Encomana-me a la Mare Rossinyol

amb meu  pare no pas gaire, Rossinyol,

d’un vell foscatge Rossinyol, d’un vol.]

 

 

Todo allí es una culpa que se redime de negra,

todo es muerte y palabra agonizante,

nada se olvida si no termina luego

la causa que lo hizo antes realidad,

por que un corazón roto es eso,

un pobre corazón ya roto.

La vida sustrae de lo imposible

a todo aquello que fue posible antaño,

se quisiera retroceder un suspiro

después del largo sollozo del resoplar,

la vida es un parto en cada cuneta

donde existe una carretera que va,

la vida es una vía muerta,

consecuencia de un camino vacío.

 

[amb el meu pare  no pas gaire, Rossinyol,

encomana-me a la Mare, Rossinyol,

d’un vell foscatge Rossinyol, d’un vol.]

 

La vida es una penumbra distinta en cada

hora que nace y se desvanece 

y todo camino concluye en uno mismo.

Todo lugar donde se sufre es un paso atrás,

es un camino cerrado y un amargo retroceso,

es olvido que abre los ojos

en la antesala del interior.

 

[Rossinyol, que vas a França, Rossinyol,

encomana-me a la Mare, Rossinyol,

Encomana-me a la Mare i al meu Pare

Rossinyol, d’un vell foscatge , Rossinyol, d’un vol.]

 

 

Entre corchetes: canción popular catalana,

versionada por Ovidi Montllor en la película “La fuga de Segovia”, Dir: Imanol Uribe.

 

 

MUCHA FÍSICA Y MUCHA QUÍMICA

 

Para todo existe un límite agazapado en la niebla

y una sombra tras las apariencias en el aire.

Nunca un miedo a una fórmula médica se aproximó tanto a tu vida de mujer mecánica,

quizá fuera por que tratar con la química es lo mismo

que follarte con una camisa repleta de alfileres.

Cada suspiro un alfiler, cada vacío un agobio,

cada agonía un accidente, cada mentira una causalidad.

Miligramo a miligramo, micra por micra,

lejanía y desesperanza, precaria salud frente a la enfermedad.

Mi enfermedad: principio activo de la violencia y de la insolencia.

Morbo insano contra un rumor escondido bajo la alfombra.

El efecto placebo es jugar a la gallina ciega,

es dar una volteleta con los ojos tapados.

Nuestra frontera: [lactosa monohidrato, almidón de maíz,

celulosa microcristalina, estearato magnésico, sílice anhidra coloidal, laurel sulfato sódico, hipromelosa, dióxido de titanio, propilenglicol, talco, amarillo-naranja aluminium lake y amarillo de quinolina.]

Mi respiración es una puesta de sol que se destruye sola.

Mi voluntad es un pestañeo morado de súbita muerte.

Nuestra realidad: [lactosa monohidrato, povidona,

hidrógeno fosfato de calcio dihidrato, celulosa microcristalina,

almidón glicolato de sodio Tipo A, estearato de magnesio,

hipromelosa, macrogol 400, dióxido de titanio.]

Nuestra mañana suda química, se lamenta y es depresiva.

Aunque te quiero con la violencia del monóxido de carbono.

Mi locura es una profunda verdad de outsider entre Nicotina y Alquitrán.

Tú, mientras, te consuelas con la física de unos rayos catódicos.

 

 

 

 

CRÓNICA NEGRA

DEL GRAN HERMANO XIII

 

Vamos todos a ver el escaparate repulsivo

del raiting vencedor arropados en el filo frío del cuchillo

en el horario masivo de media noche de gala.

Veamos el espectáculo inofensivo

de ver a la presentadora del reality show en pleno ejercicio

de una moral pachorra y viejarrona

resumida en unas breves notas de petulante prepotencia.

Todos verán el edredoning mascachapas

de la puta de España con el machito musculado

que se envalentona solamente cuando va borracho.

Siéntense y vean la burda mentira de la realidad estupefacta.

Acomódense sin hacer zapping

 y vean como los viciosos productores televisivos

 usan a la juventud,

con la varita mágica de la ley del embudo,

como si fuesen monigotes de trapo que golpear como a un saco.

Apresúrense a ver la tórrida escena de la chabacana

del extrarradio pelear con la mentira del mundo

en una ordinaria riña de verduleras pregonando carencias.

No se asombren de nada.

Esto es el pan de cada día.

El Amén es una escalera de luz

que buscan los chicos deseosos de fama efímera y rentable

 desnudando su alma si fuere preciso,

perdiendo la dignidad si se lo piden, humillándose si encarta.

Cuando junten los cuatro duros para montar un pub donde

las chiquillas se abran de piernas y los afortunados sean alcurnia,

de nobleza de bambolla y ralea con aire de grandeza,

se impartirá la lección magistral y elitista de la estrategia

inteligente de brincar como un mono.

Vean y disfruten del orgasmo hecho sueño de oropel

con que engañan a los niños tontos y torpes.

¡ATENCIÓN, ATENCIÓN!

Conectamos en directo con la casa:

¡Se ha producido un subidón de audiencia!

Y es que el muchacho musculado se le ha ido la olla

y ha lanzado un aparato conectado a la electricidad al jacuzzi

lleno de agua y espuma de jabón

donde estaban sumergidos varios concursantes del programa.

¡Han quedado totalmente achicharrados!

¡Señoras y señores!

¡Qué buen invento el de la vida en directo!

 

 

 

LO QUE LA VERDAD ESCONDE

 

A Milicxsa, con cariño.

 

Si sabemos que la maldad

se vuelve en nuestra contra,

nos da la espalda

y vuelve el malicioso deseo

como un boomerang ciego de sed.

Si sabemos que lo bueno

crece de dicha y el rincón oscuro

es sol

porque la bondad es mañana

de lucidez y de esperanza.

Si sabemos que lo malo

nos destruye y nos hace daño,

si sabemos que lo bueno

es paz, es alegría, es sentimiento,

si encontramos la verdad

en cada suspiro que brota,

si buscamos allí dónde esté.

Hallaremos verdad

en los sueños, que en los cuales,

no creemos.

 

 

DESNUDO ES MEJOR

 

Me crié entre la España Cañí de mi abuelo materno

y la beatería autocomplaciente de mi abuela paterna,

mi padre era trabajador (emigrante andaluz) en una fábrica,

mi madre: Ídem de Ídem; yo:

me eduqué con la televisión todo el día encendida,

mi hermano mayor (imaginario): era una mezcla

entre “El Torete”, Sid Vicious y Espinete,

mi hermano menor (verdadero): es un ejemplo

que me da vergüenza seguir, por aquello de ser menor que yo

y más responsable que yo.

Toda mi infancia ha sido una ficción amplificada.

Una ficción fantasiosa inventada por mí mismo.

Mi empanada mental: [¡Dale caña Torete!

¡Vaca, yo contigo no tengo zuzto!

…Gitanos de piel morena con sus mujeres de seda,

danzan sus cuerpos esbeltos alrededor de una hoguera…]

Veía películas sobre delincuencia juvenil,

mi música era una mezcla de Tony el Gitano

e Iron Maiden, de los Chichos y AC/DC,

de los Chunguitos y Obús, de Camarón y Barón Rojo.

He cometido faltas terribles, he odiado por amor,

pero en realidad he sido un inocentón,

aunque la vida me ha hecho desconfiado,

pero yo, prefiero culpar a la sociedad y a la naturaleza.

Mi madre decía:-Vas con malas compañías-

quizá razón tuviera, pero yo era quien elegía.

(Por si existen dudas:)

Mis padres me dieron buena educación,

colegios de pago, me acompañaron desde párvulos

hasta 8º de E.G.B en el trayecto de casa a la escuela,

y del colegio a casa, y pacientes esperaban en la puerta.

(Siento dolor recordándolo.)

De muy temprano comprendí que los estudios

no eran lo mío. Malas calificaciones.

Comencé a fumar. Las drogas vinieron más tarde.

También vinieron los líos, los juicios, los encierros,

las palizas, las borracheras, la pérdida de amistades,

locura transitoria, y después, enfermedad mental.

Luego, ya mayor, quise enmendarme, como decía mi padre.

Mis compañeros del colegio, unos acabaron abogados,

otros informáticos, otros banqueros,

y yo acabé siendo un pensionista, osease, un parásito,

un mero parásito social, un paria, escoria.

Mis compañeros de fechorías, unos acabaron presos,

otros presos de sí mismos, otros en el cementerio.

Me apunté a un curso de fotografía,

me saqué el carné de conducir, quería enmendarme.

Podría hacerme pasar (por un tiempo fue así)

por un exdelincuente totalmente reinsertado

en una sociedad que marginaba tan sólo escuchándote hablar.

Nadie, si me viera por la calle o hablara conmigo

diría que ahora escribo poemas, veo programas

de televisión sobre literatura, compro y leo

muchos libros; me he metido tanto en mi papel,

en mi papel de poeta, de amante de las letras,

de amante de la poesía, que ahora no sé salir de él.

Me he fabricado un mundo para mí sólo.

Paso los días en mi jaula de oro, en mi urna de cristal.

Sigo haciendo las mismas cosas que de niño,

antes jugaba con coches en miniatura,

ahora juego con las palabras.

Miento mucho, cada vez que escribo miento en algo,

aunque muchas veces digo verdades desnudas.

Ahora no sabría vivir sin la poesía.

Me miro en el espejo y veo a un niño-poeta

que reflexiona acerca de cosas de perdedor-viejo.

Esta dicotomía no es inventada, es una realidad.

Mi vida se rige entre esta dicotomía y entre lo que me invento.

Veo las cicatrices del tiempo y hago inventario

de las cosas ya pasadas y guardo distancia, miedo y recelo.

He vivido demasiado deprisa,

aunque tengo la ilusión de un niño en vísperas de Reyes.

Ese niño al que ahora conozco,

tanto, que quisiera asesinarlo para después echarlo de menos.

La inocencia es peligrosa, es un atentado contra la humanidad.

Hay gente que dice: -me encanta la inocencia-

-qué bonita es la inocencia de los niños-

Hay niños inocentes pero la mayoría de ellos son crueles,

y siendo aún niños, tienen esa impura putrefacción que existe

en el planeta Tierra, en el Mundo, en los Hombres.

En mi adolescencia hice dos descubrimientos:

uno, que en mi infancia la gente me trasmitía falsedad positiva,

y el otro, que en mi adolescencia la gente me trasmitía

falsedad también, aunque en este caso era negativa.

El mundo está tan condicionado y tan sometido

que es falso, más bien parece irreal, irracional, es materia y nada.

Es dos mundos dentro de uno. El de las apariencias individuales

y el de la conciencia colectiva.

Por eso ahora soy dos personas,

soy lo que dejé en el camino y lo que me encontré en él.

He aprendido y también he desaprendido.

La falsedad positiva es sentirte querido, tener amigos, tener amores, tenerlo casi todo,

aunque es una ilusión en el aire que se esfuma,

que se evapora, se difumina, se gasifica,

y cuando se esfuma del todo, entonces es falsedad negativa

y ahí es cuando te sientes solo. Muy solo.

Y entonces te encuentras a ti mismo; eres tú pero lo desconocías

y te cuesta aceptar que tú eres ese,

y esa es la única y verdadera gran verdad.

La gente sólo te quiere en ese momento de inocencia

y falsedad positiva; cuando existe putrefacción

y falsedad negativa, ya no te quieren. No.

Te desechan, te usan y se cansan, se van a otra cosa.

Es sentirse mujer preñada y después abandonada,

es sentirse viejo, usado, manipulado, gastado.

Por eso nadie, o casi nadie, quiere a los viejos,

salvo cuando media el dinero.

Trato de buscar a ese Cecilio siendo aún un niño y decirle:

-Niño, vete a otra cosa, NIÑOOOOOO-

-A OTRA COSA, CARAJOOOOOOOOOO-

Y no me escucha, no me escucha, no me hace caso.

    

 

 

Entre corchetes: fragmentos de las películas

“Los últimos golpes del Torete”, Dir: José A. de la Loma,

y de “Yo, El Vaquilla”, Dir: José A. de la Loma. También fragmento de un tema de Los Chichos, Gitanos de piel morena.

18º NÚMERO DE LA REVISTA LITERARIA NEVANDO EN LA GUINEA

nevandoenlaguinea@hotmail.com

E-MAIL: nevandoenlaguinea@hotmail.com

18º NÚMERO DE LA REVISTA LITERARIA

NEVANDO EN LA GUINEA

NºXVIII  20-12-2.008

 

XVIII EDITORIAL

 

 

El castellano y su difusión

 

La catedrática de la Universidad Autónoma de Madrid Inés Fernández-Ordoñez ha sido elegida miembro de la Real Académica de la Lengua (RAE) y pasará a ocupar el sillón P, que dejó vacante el poeta Ángel González. Experta en la Historia de la Lengua y en dialectología, ha estudiado en profundidad las variantes rurales del español peninsular. Su labor, según la propia Academia, podrá ser importante en el proyecto de Diccionario Histórico de la Lengua que está elaborando la RAE.

 

Aunque somos poco amigos de lo institucional porque creemos que el idioma, cualquier idioma, ha de ser un cuerpo vivo poco dado a las ataduras formales, no por ello somos ajenos a la labor de la Academia, principalmente en un momento en el que el español está sufriendo,  sobre todo en España, un retroceso atroz. No por culpa de las otras lenguas que se pueden hablar tanto en España como en otros países de lengua española -Perú, Guatemala, México, Bolivia, Guinea Ecuatorial o Paraguay, principalmente-, sino porque hay una enorme despreocupación por parte de muchos hablantes hacia la lengua y también un descenso cultural y educativo del que nos hemos hecho eco en algunos editoriales, lo que provoca carencias que afectan al castellano, lo empobrecen como idioma y devalúan la capacidad de diálogo entre las personas porque se devalúa la lengua que es el medio de comunicación por excelencia. En este sentido, la Academia de la Lengua se convierte en un útil instrumento de referencia.

 

Por desgracia, falla el uso del idioma. El conflicto lingüístico ha pasado a ser un conflicto político en algunos países, por ejemplo en España, donde se quiere enfrentar lenguas por razones de interés partidista. Es verdad que el castellano se impuso en algunos momentos de la historia tanto dentro de la Península como en las antiguas colonias, el castellano fue un arma de dominio político en detrimento de otros idiomas, expresiones de cultura. Pero ahora el español pertenece a millones de personas repartidos en España, América Latina y en Guinea Ecuatorial. En el Sahara Occidental y en Filipinas apenas es un idioma testimonial. Por ello el castellano es el patrimonio de millones de hablantes, no de un país determinado,  y no se puede decir que un español sea mejor que otro, al mismo nivel se hallan el castellano de España como el de Argentina o Cuba, el de cualquier país americano.

 

Nos gustaría que la labor de la académica Inés Fernández-Ordoñez, como dialectóloga que es, fuera en ese sentido. Puede llevar a cabo una apreciable tarea de concienciación de la importancia que posee la lengua, aun cuando el papel principal para la conservación, difusión y desarrollo del castellano esté en manos de los hablantes que han de saber que sólo de ellos depende el idioma.

 

 

 

 

 

WOMAN DEL CALLAO II

 

Dónde estás tú, dónde estoy yo,

dónde está el norte y dónde el sur,

quisiera ser para ti eterno sol,

quisiera ser alegría redonda,

quisiera ser pasión sin nudo,

quisiera ser gracia que se improvisa,

quiero ser paciencia de agua,

quiero ser tu confiado socorro.

Me duele expulsarte de tu paraíso

con el turno de la dulce noche,

despojarte de la ternura del beso,

arrancarte de la volteleta ciega,

expropiarte la pureza a ratos

de arrebato doliente,

desahuciarte de tu libre mirada,

negarte una nueva posibilidad.

¿Qué hace una mujer tan bendita

de la mano de un juguete roto?

¿Qué clase de anti-juez sin paz

te sostiene la mirada hecha añicos?

¿Qué púlpito de negrura asola

tu voz huída en tu inocencia?

¿Qué beso de ti se me ha escapado?

¿Qué mirar de soslayo

fue miedo de sombra sin nombre?

¿Qué azul de ti se fue tan callando?

¿Qué rosa nació con la espina

dolorosa de la libertad soñada?

¿Qué canción no rima todavía?

¿Qué conclusión tan nefasta

da pasos en el ahogo a solas

de este verso desesperado?

¿Por qué mi amor tú tan lejos?

¿Por qué me dueles tanto?

¿Qué ritmo dió la noche

a la tormenta de sabor a selva?

¿Qué suspiro negro de mí

te llevas al irte?

¿Qué bofetada del silencio

se retuerce como pez fuera del agua?

¿Por qué el amor es tan difícil?

¿Por qué mi voluntad es un preso

 anciano, sabio y cansado?

Woman del Callao me dueles,

me dueles al alba, y de noche,

me dueles a solas o sin ti,

me dueles cuando miras

a la ciudad que te enseña sus dientes.

Me dueles cuando vas sola

por el llanto del mundo.

Me dueles cuando huyes

de la verdad desnuda.

Me dueles en la sombra

del momento en el viento.

Me dueles cuando callas, cuando vives,

cuando andas, cuando flaqueas.

Si te rodeo en mis brazos

y veo que ves

el loco poema

del guardián de espejos,

me muero por dentro y todo tú

me corroes.

Te beso y no cierro la esperanza secreta

que nos mantiene soñando.

Me conmueve el sabor

de tu sueño sacudiéndose.

Me enamora la alegría

de tu presencia que regala sin descanso.

 

 

Por Cecilio Olivero Muñoz

 

 

 

La Revuelta

 

 

         Me atraían todas aquellas luces dispersas: las que se contemplaban por el destello de las barricadas ardiendo o por el repentino resplandor de los cócteles molotov que estallaban al fondo de la avenida, el resplandor de las luces de los coches policiales o del inútil parpadeo de los semáforos. Se impuso un silencio tenso que sólo fue roto por las sirenas de la policía y de los bomberos, por el ruido de los cristales rotos y por algunos gritos que, desde lejos, apenas se entendían. Yo contemplaba aquel espectáculo impresionado, tal vez porque se me aparecía en cierto modo como el fin del mundo, un caos que no podía menos que calificar de sinfónico y que, no por llegar de pronto, me resultaba extraño ni imprevisto. Al fin y al cabo, lo artificial era lo anterior, aquella paz social engalanada de aparente riqueza que, estaba yo seguro, más tarde o más pronto se vendría abajo, como un edificio al que se ornamenta en demasía pero descuidando sus cimientos.

         Es verdad que aquello no era la revolución. Apenas era una revuelta, una de las muchas que se iban produciendo desde tiempo atrás y que nos conducían al caos. Pero también era cierto que hacía tiempo que no esperábamos la revolución, lo que no hacía que las cosas existentes, el capitalismo real, según lo llamó el sarcástico Klaus, fueran bien y quizá por ello el caos ya nos resultaba suficiente, dado que, nos parecía de pronto, no había alternativa posible.

         Me metí por las callejas adyacentes, más silenciosas pero no por ello menos caóticas, y vi a grupos de encapuchados que se movían raudos por las esquinas, casi de un modo militar. Algunos ni me miraron, me sentía invisible, otros me observaron apenas unos segundos, lo suficiente como para barruntar que yo no era un policía de paisano, y continuaron sus movimientos ajenos a mi presencia. De tanto en tanto volvía a escuchar el ruido de los cristales rotos, de las sirenas, los gritos, más lejanos sin duda pero, por romper el silencio de las calles estrechas, más intensos y tal vez más sonoros. Seguí andando. No tenía dirección fija, iba de un lado a otro, como un turista que visitase el caos.

         El mundo se venía abajo, no había vuelta atrás, y creo que nunca antes me había sentido más feliz. El orden se derrumbaba, ¿cabía algo mejor?, y aquella destrucción me resultaba gratificante. Me sentía regocijado, lo reconozco, al ver, en una calle comercial, los escaparates de las tiendas rotos, algunas sucursales bancarias con evidentes signos de haber sido incendiadas, los coches traspuestos y colocados como barricadas en medio de la calzada. El corazón se me aceleraba, se me despertaba la pasión y me acercaba a un ámbito en el que se diluían los límites de lo material. No crean que yo hubiera bebido ni consumido ninguna droga, nada más lejos, pero sin duda estaba muy cerca de los efectos más extremos que producían dichas sustancias.

         Salí de las callejuelas del casco viejo y avancé por plazas y calles que, si bien parecían no estar afectadas por los desórdenes, te hacían sentir la tensión. El ulular de las sirenas se escuchaban desde aquí y tal vez la falta de consonancia con el paisaje, todo de pronto tan ordenado, me inducía a pensar que lo que veía era apenas un espejismo o que lo recién contemplado no existía en absoluto. 

         Me senté en un banco de una extensa plaza. Ahí el silencio era absoluto y el bisbiseo de los incidentes quedaban ya demasiado lejos. Quizá nunca amaneciera, pensé. La noche eterna, era lo que me pareció que iba a ser aquella noche. Miré a mi alrededor y tanta soledad, por un instante, me resultó gratificante. Parecía imposible que poco antes hubiera asistido los incidentes. La tensión quedaba aquí diluía y me pareció que la calma siempre había existido. Concluí que el mundo era ambivalente y en él convivían ámbitos que llegaban a ser absolutamente contradictorios pero por los que se podía pasar con suma facilidad. 

         Sin duda había algo poético en todo eso. No me moví de ahí hasta el amanecer, a la espera de no sé muy bien qué.

 

 

Juan A. Herrero Díez

 

 

 

SU ABRAZO

 

 

Ese nudo orbital en mi cintura

delimita el espacio en donde habito

y ahueca entre sus alas todo un nido

donde entibio mi noche más oscura.

 

Rodea con su manto de ternura

la pesada raíz de mis olvidos,

y me diluyo lejos del silencio

con las voces de luz que me que murmura.

 

En ese globo astral arden los fuegos

que lamen las laderas del infierno

y borran los perfiles de la bruma.

 

Se estremece mi piel con el contacto

que surge de su abrazo dilatado

y alcanzo la verdad que me desnuda.

Teresa Palazzo Conti

www.lapoesiadeteresa.com

 

 

 

 

DESTINADO

 

A Lula, por su agudeza visual.

 

Le pedí que me leyera la mano

cuando mi juventud era un suspiro que nace.

Ella llevaba gusto a brandy en el paladar

pero vió la luna crecer en la palma de mi mano

como un espejo redondo y profundo como un pozo.

Se invocaba paulatinamente

a un pasado de travesura que salió cara,

a un presente de misterio escondido

en la semilla de la luz,

y a un futuro que florecía como una incógnita

vestida de ensueños plateados.

No lo supe hasta más tarde,

que una deuda quedaba tan finamente cobrada

como la justicia de Dios

hecha por los hombres.

Ella movía su mano como un abanico

esparciendo su visión de chamán ancestral y místico

como el humo espeso de la goma o del neumático.

Ella me dijo después:

sígueme con tu mirada hasta perderme en la esquina,

no quiero caerme como otras veces caí.

No le perdí el rastro zigzageante

que su andar delicado soportaba.

Se perdió entre las estrellas de la noche de verano

cruzando la lluvia

eterna de las risas del populacho gris

y los borrachos que por una gastada sonrisa

hacen burla de la grandeza pequeña

que el mundo oculta.

Las esperanzas son un aliento que alivia

en lo remoto de cada corazón.

Por eso no la olvido cuando veo mi destino

venir a mí como un perro suplicante de caricias.

Por eso no la olvido cuando escucho

la canción de la noche en los veranos australes

que mi caminar oye salir de las ventanas.

 

 

Por Cecilio Olivero Muñoz

 

 

 

 

POEMA MANDADO POR CRISTIAN

CLAUDIO CASADEY JARAI.

 

EL VOLCÁN POÁS

 

Del clásico costarricense, Carlomagno Araya.

 

Levantado en mitad de la maleza

Está el volcán que a imaginar invita

En una gran cabeza que medita

Y en una enorme fauce que bosteza.

 

Este monarca cuyo aliento sube

Sin padecer fatiga ni desmayo

Tiene por cetro luminoso el rayo

Y por corona singular la nube.

 

Apoyado en los hombros de la cresta

Que baña el sol de fúlgida vislumbre

Contempla la ansiedad de la floresta

Que tiene la locura de ser cumbre.

 

Atalaya propicio desde donde

Pueden los pueblos extender su vista,

Para ver el lugar en que se esconde

El peligro fatal de la conquista.

 

 

Maldigo al primer ser humano que interpuso una frontera imaginaria entre él y uno de sus semejantes. Maldito sea mil veces aquel ignorante individuo que en un remoto día fue el primero en pronunciar las infames palabras “mío” y “tuyo”; ojalá se pudra por siempre en los infiernos. Maldigo las perversas razones que le condujeron a tan depravado comportamiento de menosprecio fraternal. Yo maldigo también a la siniestra evolución que nos arrebató sin misericordia las eternas primaveras y las brisas suaves de la edad de oro de la tierra primigenia y nos condujo irremediablemente a través de las edades de plata y bronce hasta llegar a la más actual de las edades, la más violenta y desgarradora, la corrompida edad de hierro. Maldigo las patrias, las banderas, los himnos, las lindes, los idiomas, las vallas, las aduanas, los iconos, las ideologías y todo aquello que suponga una diferenciación ficticia entre individuos de la misma especie.

Éstos han sido los responsables de las mayores matanzas y peores injusticias de todos los tiempos. Por culpa de todo ello existe E.T.A, Al Qaeda, los nacionalismos estrechos de miras, el fanatismo religioso, las miserias de unos y las riquezas de otros, los gobiernos totalitarios y déspotas,…

Soy un ciudadano del Todo; mis hermanos son los seres que en Él habitan. Sus dominios comienzan allá donde nacen los vientos, y acaban donde se oculta el arcoiris. Mi bandera son las nubes que rodean todo el globo ondeando en lo más alto del cielo, y no necesita asta donde ser colocada. Mi himno, el sonido de las olas del mar rompiendo en la dura roca o el melodioso canto del ruiseñor en la profundidad del bosque. Mi idioma es el Lenguaje del Mundo. Las estrellas son el único confín que conozco; y los horizontes que contemplo, la luna y el sol. Mi Templo es mi cuerpo, y el único ritual que requiere mi religión es la meditación.

Si te agrada mi patria, siempre serás bien recibido en ella. La única condición que te exige es que olvides fuera los prejuicios, las prohibiciones, las dualidades (sobretodo aquella de “yo” y “los demás”), la envidia, el rencor, la ira, el odio. Entra con la mente limpia y clara como la de un bebe recién nacido antes de ser bautizado y déjate llevar. Si dudas de la existencia del paraíso, olvida todo lo conocido hasta ahora y sígueme; está más cerca de lo que imaginas. Te prometo una existencia plena y feliz hasta el fin de todos los tiempos. Te aseguro la completa desaparición de todas tus actuales y absurdas preocupaciones.

En este lugar no se conoce el miedo, porque no hay nada que temer. Tampoco existe el amor, ya que todo es amor. No se habla de paz, debido a que la guerra es impensable. No hay principio ni fin; el nacimiento y la muerte sólo son pasos intermedios. Aquí no tienen cabida jefes ni gobernantes, la Naturaleza es la única que impone leyes e imparte justicia. En nuestra tierra no son necesarios papeles para vivir dignamente; no se conocen ciudadanos ilegales. En este mundo, el único propósito es vivir. Mientras naden peces por sus ríos y mares, el cielo sea surcado por aves de todos los colores y de la tierra broten los más variados frutos, seremos ricos y dichosos; todos por igual… Y al que pronuncie la palabra “frontera” se le colgará del árbol más alto de este infinito Reino.

 

Las cuatro edades. Extraído del libro Metamorfosis, de Ovidio

La edad de oro fue la creada en primer lugar, edad que sin autoridad y sin ley, por propia iniciativa, cultivaba la lealtad y el bien. No existían el castigo ni el temor, no se fijaban, grabadas en bronce, palabras amenazadoras, ni las muchedumbres suplicantes escrutaban temblando el rostro de sus jueces, sino que sin autoridades vivían seguros. Ningún pino, cortado para visitar un mundo extranjero, había descendido aún de sus montañas a las límpidas aguas, y no conocían los mortales otras playas que las suyas. Todavía no estaban las ciudades ceñidas por fosos escarpados; no había trompetas rectas ni trompas curvas de bronce, ni cascos, ni espadas; sin necesidad de soldados los pueblos pasaban la vida tranquilos y en medio de suave calma. También la misma tierra, a quien nada se exigía, sin que la tocase el azadón ni la despedazase reja alguna, por sí misma lo daba todo; y los hombres, contentos con alimentos producidos sin que nadie los exigiera, cogían los frutos del madroño, las fresas de las montañas, las cerezas del cornejo, las moras que se apiñan en los duros zarzales, y las bellotas que habían caído del copudo árbol de Júpiter (la encina).

Había una primavera eterna, y apacibles céfiros de tibia brisa acariciaban las flores nacidas sin cimiente. Pero además la tierra, sin labrar, producía cereales, y el campo sin que se le hubiera dejado en barbecho, emblanquecía de espigas cuajadas de grano. Corrían también ríos de leche, ríos de néctar, y rubias mieles goteaban de la encina verdeante.

Una vez que, después de haber sido Saturno precipitado al Tártaro tenebroso, el mundo estuvo sometido a Júpiter, llegó la generación de plata, peor que el oro, pero más valiosa que el rubicundo bronce. Júpiter empequeñeció la duración de la primavera antigua, haciendo que el año transcurriese, dividido en cuatro tramos, a través de inviernos, veranos, otoños inseguros y fugaces primaveras. Entonces por vez primera el aire, encendido por tórridos calores, se puso candente, y quedó colgante el hilo producido por los vientos. Entonces por vez primera penetraron los hombres bajo techado; sus casas fueron las cuevas, los espesos matorrales y las ramas entrelazadas con corteza de troncos. Entonces por vez primera fueron las semillas de Ceres enterradas en largos surcos y gimieron los novillos bajo la opresión del yugo.

Tras ésta apareció en tercer lugar la generación de bronce, más cruel de carácter y más inclinada a las armas salvajes, pero no por eso criminal. La última es de duro hierro; de repente irrumpió toda clase de perversidades en una edad de más vil metal; huyeron la honradez, la verdad, la buena fe, y en su lugar vinieron los engaños, las maquinaciones, las asechanzas, la violencia y la criminal pasión de poseer. Desplegaban las velas a los vientos, sin que el navegante los conociese aún apenas, y los maderos que por largo tiempo se habían erguido en las altas montañas saltaron en las olas desconocidas, y el precavido agrimensor señaló con largas líneas las divisiones de una tierra que antes era común como los rayos del sol y como los aires. Y no sólo se exigían a la tierra opulentas cosechas y alimentos que ella debía dar, sino que se penetró en las entrañas de la tierra y se excavaron los tesoros, estímulo de la depravación, que ella había escondido llevándolos junto a las sombras de la Estige. Y ya había aparecido el hierro dañino y el oro más dañino que el hierro; apareció la guerra, que combate valiéndose de ambos y con mano sangrienta blande las armas que tintinean. Se vive de la rapiña; ni un huésped puede tener seguridad de su huésped, ni un suegro de su yerno; incluso entre hermanos es rara la avenencia. El marido maquina la ruina de su esposa, y ésta la de su esposo. Madrastras horribles preparan los lívidos venenos del acónito; el hijo averigua antes de tiempo la edad de su padre.

La piedad yace derrotada, y la Virgen Astrea (la justicia) ha abandonado, última de las divinidades en hacerlo, esta tierra empapada de sangre.

 

  

Por Pedro Estudillo Butrón

 

 

 

 

RESURRECCIÓN

 

 

 

Y el disfraz se apartó

de su último rostro.

 

Descendió por las aristas,

y se negó a aceptar

la resignación de la clausura.

 

Midió el alcance del combate iniciado,

y rompió aquel asedio que frenaba  sus líneas

adheridas a un cuerpo.

 

 

Enloqueció su brújula

y se liberó de apremios

sin atisbo de culpa.

 

Quería astillar ademanes primitivos.

 

Despilfarrar los guiños

de dueños asimétricos.

 

Sumergió la imagen conseguida

en un espejo falso,

y dejó que la hondura

inventara otras puertas

por donde escabullirse.

Teresa Palazzo Conti

www.lapoesiadeteresa.com

 

 

 

LA ORGÍA

 

Esa otra que me habita,

se oculta

entre navajas y sudarios.

 

Por mis recodos íntimos,

alarga sus controles

para tocar mis poros

y se empeña en el registro

de una maldad suprema.

 

Pone a macerar

unos granos de sal

y viaja hasta mis ojos

para hurtarme una lágrima.

 

Mi piel embaucadora

busca líneas erguidas

desde otras tarimas.

 

Y una vez más,

la intrusa

se recluye

entre los matorrales

y regresa a mi fondo

con las arcas vacías.

 

Hay un pastor de llantos,

sin rebaño.

 

 

.                               T.P.C.

 

 

 

Me llamo Pedro Andrés Estudillo Butrón, soy ciudadano del mundo, hijo de Adán y de Eva, y declaro la guerra abiertamente a todas las multinacionales del mundo.

Al igual que en otros tiempos sembraron el terror por el mundo ambiciosos emperadores, dictadores totalitarios, fanatismos religiosos con su Santa Inquisición al frente (no sé por qué lo de “Santa”) o ejércitos de bárbaros descontrolados, por mencionar algunos, en la época en la que nos ha tocado vivir, son las multinacionales las que constituyen la reencarnación del mismísimo Satanás.

Pero todos los anteriormente mencionados juntos no tendrían nada que hacer con el mortífero monstruo que se cierne sobre nuestras cabezas en estos días, ya que, el alcance de esta máquina infernal es a nivel mundial, a diferencia de los aparecidos en otras edades, los cuales sólo podían atacar a unos cuantos desgraciados esparcidos por algún rincón concreto del planeta. En nuestros días, gracias a (o por culpa de) los fabulosos avances en las telecomunicaciones y la tecnología, los poderosos y maléficos tentáculos de las multinacionales llegan hasta los más recónditos lugares de este precioso mundo que habitamos. No hay escapatoria, no tenemos a dónde huir; ¿o sí?

Si no podemos salir del planeta para escapar de tan terrible amenaza, tan sólo nos queda una opción: luchar. David derrotó al gigante Goliat, los griegos vencieron al poderoso ejército persa en la batalla de Salamina, los Hunos de Atila pusieron en jaque al todopoderoso imperio romano, al igual que el cartaginés Aníbal, después de realizar la hazaña de cruzar toda la península ibérica, los Pirineos y los Alpes con todo su ejército. Ahora ha llegado nuestro momento. Debemos plantarle cara al enemigo si no queremos que el mal se extienda irremediablemente por todo el planeta. Si nos rendimos ahora, acabaremos como tantos otros ya lo han hecho, muertos en vida, vagando como zombis invisibles en oscuras y monótonas existencias, sin presente ni futuro que merezca la pena, sin posibilidad de escape, esclavos de la peor de las miserias en las que se puede caer: la del aburrimiento y la esclavitud consentida. Inmersos en un insulso mundo de hipotecas, préstamos a bajo interés, móviles de última generación, grandes automóviles todoterrenos, televisores de pantalla plana, últimas rebajas, moda a precio de saldo, líneas ADSL´s, obligatorias fiestas de cumpleaños, de despedidas de solteros, de bautizos, de Navidad…, preasignados días de los enamorados, de las madres, de los padres, del tío abuelo…, paseos al centro comercial más próximo (o más lejano), minivacaciones en la atestada playa, colección de películas y CD´s piratas que nunca utilizaremos, falsas reuniones familiares donde debemos aparentar la más absoluta felicidad, formidables planes de pensiones, superseguros fondos bancarios de renta libre… Y vuelta a empezar de nuevo. ¡Manipulación, manipulación y más manipulación!

Quince de mis más vitales años he ofrecido a uno de estos pérfidos monstruos surgidos del profundo abismo de la globalización, por eso los conozco bien, sé cómo piensan, cómo actúan, de qué se alimentan. No tienen compasión, actúan impunemente, protegidos y amparados por el vil sistema que ellos mismos han creado y que mantienen a costa del pobre ciudadano. Cuando te atrapan es difícil escapar, te devoran poco a poco, acaban con tu vida, con la de tus hijos, tus seres queridos, lo destruyen todo a su paso; si caes en sus miserables garras, no tienes salvación.

Desde mi trinchera oculta entre la maraña de la red cibernética, grito ¡SOCORRO!, solicito tu ayuda, tu compromiso para con la causa. Podremos ser pocos, pero nuestra voluntad es fuerte y nuestra motivación surge de la razón; además, el enemigo es ingenuo, está distraído y es cobarde. Si el hombre es un lobo para el hombre, seamos nosotros zorros, astutos y vigilantes.

La mayor y más importante arma utilizada por nuestro común enemigo es la manipulación; si queremos vencerle, tenemos que intentar por todos los medios posibles anularla. Estas son nuestras armas, tómalas y lucha conmigo:

 

1.    Acude para tu consumo diario a los pequeños comerciantes de tu pueblo o ciudad. Cada vez son menos, por desgracia, pero los pocos que hay te recibirán con los brazos abiertos, te ofrecerán el mejor trato, te darán calidad y total confianza.

2.    Huye de las masas enfervorecidas; éstas son el principal alimento de nuestro insaciable enemigo.

3.    Arroja inmediatamente en la bolsa de reciclar el papel toda la propaganda que te dejen en tu buzón sin tu permiso; no caigas en la tentación de leerlas.

4.    No escuches ni uno solo de los anuncios televisivos; representan una de sus principales armas contra el desprotegido ciudadano.

5.    Olvídate de la política y de los políticos; sólo son herramientas utilizadas por el adversario para despojarnos un poco más de nuestra libertad. Haz como el sabio Diógenes; cuando el poderoso emperador Alejandro Magno le preguntó de qué modo podía servirle, éste le respondió: “Puedes apartarte para no quitarme la luz del sol”.

6.    Antes de comprar algo, plantéate en serio si de verdad lo necesitas. No olvides la máxima “No es más rico quien más tiene sino el que menos necesita”; practica el saludable arte del desapego material: serás más feliz (por experiencia). Otro de mis preceptos favoritos es que todos los inventos del hombre, absolutamente todos, son prescindibles. No lo olvides.

7.    No te fíes de las ofertas ni de las gangas; suelen ser otro timo más. La máxima: “Nadie regala nada”, suele ser verdad.

8.    No engroses la deprimente lista de los que acostumbran a sustituir sus bienes a las primeras de cambio (móviles, automóviles, viviendas, ordenadores, etc.). Recapacita bien sobre la auténtica utilidad que le das a tus artilugios. El enemigo es un experto en crearnos necesidades absurdas.

9.    No contrates nada por teléfono; es más, ni siquiera pierdas tu tiempo escuchando a un desconocido que te llama sin tu consentimiento para ofrecerte algo que no has pedido.

10.                     Utiliza todos los servicios públicos que estén a tu alcance; son tuyos (como ejemplo, este blog lo publico desde la biblioteca municipal de mi localidad).

11.                     No consumas alimentos precocinados, sólo conseguirás envenenarte poco a poco. Intenta alimentarte con productos naturales y del tiempo, aunque requiera más esfuerzo; quién algo quiere, algo le cuesta.

12.                     Organiza tu tiempo de manera que cada cosa que hagas en cada momento, tenga una utilidad concreta, y procura no salirte de ahí. El tiempo es lo único que no se puede recuperar jamás, una vez que se pierde; no se lo entregues tontamente al adversario. Recuerda que actividades como el descanso, la relajación, la reflexión o la meditación, no son ninguna pérdida de tiempo.

13.                     Olvídate de las modas; hay un refrán que las define estupendamente: “Cuando un tonto coge un carril, o se acaba el carril o se llena el carril de tontos”. No seas uno de esos tontos, y de paso le darás una buena estocada al adversario, que se lucra con ellos.

14.                     No te inscribas en ninguna asociación, sindicato, club, organización, etc. Los carnés sólo sirven para esclavizarte un poco más (si estás pensando en las ONG´s, tampoco es necesario un carné en el bolsillo para hacer el bien).

15.                     No te “enganches” a programas o series de televisión (mi consejo es evitar empezar a verlos desde el principio), ni te conviertas en un forofo del deporte de moda; es otra de las estratagemas usadas por el enemigo para anular nuestra voluntad, y con ella, nuestra libertad. Nuestra principal arma es una mente lúcida y libre; que nadie ni nada te la arrebate.

16.                     No seas prosélito ni acólito de nada ni de nadie (mucho menos de mí). Que sea tu sentido común el que gobierne tu vida. La capacidad de razonar es lo que nos diferencia de los animales, si no la utilizas serás más parecido a un cordero que a una persona.

17.                     Aprende a disfrutar de las cosas sencillas y cotidianas. Hay muchas actividades interesantes que se pueden realizar sin necesidad de estar ganando o gastando dinero.

18.                     Las leyes se pueden infringir, pero nunca las normas de la buena conducta; no confundas a tu prójimo con el sistema que lo envuelve. Recuerda que somos guerreros, no soldados ni bárbaros.

 

Admito propuestas y consejos. Me considero uno de los escasos y privilegiados seres humanos del mundo que son capaces de aprender por cabeza ajena. No pretendo convertirme en ningún líder ni cabeza visible de nada; nuestro ejército no necesita jefes, nosotros somos inteligentes.

BUEN COMBATE, AMIGO.

 

 

 

 

ASESINATO DE UN JILGUERO

 

Cuando era un niño, no tan niño,

un día cacé a un jilguero con liria de muérdago

con la tradicional trampa del arbolito.

Como se le quedaron las alas

untadas con la liria

quedó el pájaro totalmente desplumado,

pegado, feo y pegajoso.

Unos amigos me dieron la brillante idea

de untarlo con aceite de oliva

para quitarle toda la liria que tenía

en sus plumas.

Pero no fue tan brillante esa idea,

pues el pajarillo quedó aceitoso y resbaladizo,

y se me ocurrió después lavarlo

con agua del grifo del lavabo,

pero esa idea fue aún menos brillante.

Al mezclar la liria, el aceite de oliva

y el agua, aquel jilguero

ya no parecía ni jilguero, ni pájaro,

y ni si quiera parecía que tuviera alas.

Parecía un colibrí untado en petróleo,

una contradicción de ave que, de haber sido una ave exótica,

seguro sería una ave exótica en vías de extinción.

Estaba mojado, pegajoso, grasiento,

aceitoso, desplumado, no era ya el mismo que cacé,

Después se me ocurrió la brillante,

y al mismo tiempo, la inocente y equivocada idea

de secarlo con el secador del pelo.

¡Nefasta idea!

Yo direccioné el aire caliente del secador

contra esa especie rara de jilguero feo

y él abría el pico y lo cerraba,

aleteaba desesperado, impotente, aterrorizado,

pero a mí no me preocupó demasiado.

A mí lo que me importaba era verlo

seco, bien acicalado, (cosa imposible)

pero yo seguía y seguía ofreciéndole su dosis letal

de aire caliente al pobre pajarito.

Como todavía estaba mojado, pegajoso, grasiento

y aceitoso, seguía y seguía,

hasta que el colorín se arrinconó en su jaula

agonizante, totalmente humillado

y sin ningún indicio ni resquicio de fuerza.

Decidí darle el último secado

y lo que conseguí es darle el toque de gracia

y el pájaro me lo agradeció, creo yo.

Por que murió al instante.

Yo no tenía ninguna idea preconcebida

de que aquel pobre pájaro iba yo a matarlo,

yo sólo quería verlo seco y bonito

pero el pajarillo no lo resistió.

Entonces fue cuando al verlo

totalmente tieso, engarrotado y muerto

empecé a sentir una enorme culpa.

Un sentimiento de tristeza se apoderó de mi ser,

que me hizo comprender,

que la muerte estaba ahí esperando,

expectante y agazapada.

Comprendí que unos mueren por la torpeza

y el egoísmo de otros,

pues no pensé en ese animal,

no vi en ese momento que lo estaba condenando

 a una muerte horrible y agonizante.

Entonces cogí al jilguero y lo envolví

en un paño de papel de cocina

y lo enterré en un macetero de la casa.

Le puse una cruz atando dos palitos,

recé por él un medio Padre Nuestro,

pero eso no creó en mí ningún consuelo,

solamente un arrepentimiento y un sentimiento

  de culpa que me duró varios meses.

Ese mismo día se lo conté a mis padres

en el almuerzo

y mis padres me dieron una riña un tanto leve

sin darle mucha importancia.

 

 

Por Cecilio Olivero Muñoz

 

nevandoenlaguinea@hotmail.com

E-MAIL: nevandoenlaguinea@hotmail.com

 

 

 

 

 

 

17º NÚMERO DE LA REVISTA LITERARIA NEVANDO EN LA GUINEA

    nevandoenlaguinea@hotmail.com

    E-MAIL: nevandoenlaguinea@hotmail.com

    17º NÚMERO DE LA REVISTA LITERARIA

    NEVANDO EN LA GUINEA

    NºXVII     12-12-2.008

     

    EDITORIAL XVII

     

     

    Violencia en Grecia

     

     

    Asistimos esta semana a la violencia desatada en Grecia que ha hecho coincidir la revuelta juvenil con una huelga general en la misma semana. No somos nosotros quiénes para dirimir las causas y los pormenores políticos de esta situación, no vamos a dar soluciones, no tenemos una varita mágica ni poseemos la verdad absoluta. Sin duda quienes escribimos en este espacio no nos pondríamos de acuerdo ni en los análisis ni en las soluciones, tampoco el debate político está en el origen de esta revista, pero creemos que hay una lectura social y cultural que no queremos, por ser una revista literaria, callar.

     

    Sabemos que, por desgracia, la violencia es algo ligado a la historia de la humanidad. Pero creemos firmemente que la cultura y la educación son dos instrumentos idóneos para solventar los conflictos y avanzar colectivamente. Lo hemos formulado ya en varios editoriales y a ellos remitimos, no es cuestión de repetirse. No obstante, reiteramos nuestra tesis ya formulada, por otro lado evidente, de que el descenso del nivel educativo y cultural provoca frustración individual y también colectiva porque produce falta de perspectivas y desata la ira. Ahí está en gran medida el origen de la violencia. Por tanto, no podemos quedarnos en lo meramente externo: las calles cortadas, los bancos destruidos, los comercios arrasados, los enfrentamientos callejeros con su cúmulo de heridos y muertos; todo esto nos impresiona, pero la violencia no es sólo eso, está más en el origen mismo de la rabia, en la frustración, la miseria, la incultura, la explotación. Es menos evidente, pero no menos real. Lo vimos claro en el año 92 en Los Ángeles, donde un acto de injusticia policial provocó las iras de la ciudadanía negra, mostrando al mundo la marginación y el bajo nivel educativo, social y laboral que esta población sufría, lo hemos visto en otros casos y lo vemos hoy en Grecia, que se vuelve el reflejo de hacia dónde va Europa.

     

    No en vano es Grecia la que se revuelve hoy, la cuna europea de la filosofía, de la lógica y la dialéctica. Grecia es el símbolo de una Europa que se ha lanzado a una deriva consumista y que ha dejado de lado los valores de la educación y de la cultura para adorar el dinero, el euro, como única divinidad. No es la primera vez que ocurre, Europa es el continente que arrasó el mundo en provecho propio, que se enriqueció con el trabajo ajeno, el de los esclavos negros llevados a América, por ejemplo, pero que también abusaba de la población local, sometida a unos valores egoístas de enriquecimiento rápido y de superficialidad.

     

    Pero también es un continente que ha expresado una sensibilidad enorme por las artes y las letras, sin duda al igual que los otros continentes, donde las expresiones culturales son también importantes, pero por ello mismo con una singularidad propia producto de numerosas influencias. Por eso lamentamos que la deriva tomada por los gobiernos europeos esté provocando el caos. Lo que está pasando en Grecia es la punta de iceberg de un estado de cosas que a muchos habitantes del continente europeo les desagrada bastante y que desean la vuelta a unos valores democráticos, de justicia y de solidaridad, en los que la cultura tanto tiene que decir.

     

     

     

     

     

    EN EL HUERTO

     

    Cavando bajo un sol

    te mirábamos los dos,

    mientras la tierra, toda tuya,

    la domabas dando bulla.

    Eras sudor de estrella

    y eras la voluntad aquella

    que extrañaba vernos

    entre tomates y ajos tiernos.

    Todo tú eras campesino,

    tu domingo era don divino,

    y entre semana era hierro

    tu labor de paz y encierro.

    Trabajador del sí rotundo,

    hombre fiel al viejo mundo,

    anhelas sólo lo tranquilo

    del laurel y el tilo.

    Buscas la raíz del consuelo

    cuando cavas en el suelo,

    donde pisa la lombriz

    con toda tu verdad motriz.

    La acequia es tu gran obra

    que al momento y a su hora

    sigue el agua pertinaz

    ese rastro de antigua faz.

    Tu hoz es enorme corazón

    que busca una razón

    donde se corta la mitad

    de esa luz en contrariedad.

    La cabaña es sombra vieja

    y tu mirar sin la queja

    corta la caña y con maña

    deshace telaraña y maraña.

    Agacha el lomo de hombre

    pues cosechas tu nombre

    entre la llaga y el callo,

    pues sigue tu mirar el rayo

    del sol que distraído

    encuentra en tu tierra ruido,

    con la entraña sumergida

    de tu carne morena sufrida.

    Eres campesino por que veo

    en tus ojos el pestañeo

    del escozor que da el sudor

    y te escuece aquel dolor

    que la tajada y el tajo sembró

    aunque tienes tornasol

    que en tus manos dice no

    cuando llora seco el sol.

     

    Por Cecilio Olivero Muñoz

     

     

    Barrios

     

                Había un punto en esa atracción por los barrios bajos que me parecía indecente. Éramos privilegiados que querían emular a los poetas malditos de quienes nos hacíamos una idea preconcebida, un cliché sin sentido, años después de que aparecieran y a los que imitábamos sin vergüenza. Paseábamos por las callejas del puerto, entre borrachos, voyeurs, putas y ladrones, entre gente derrotada, y nos mostrábamos como turistas que se encandilan ante los falsos decorados orientales. Puede que hubiese un toque poético en aquel espectáculo, pero desde luego no era bello, ni atractivo, ni nada. Me voy, dije de pronto y todos me miraron como si hubiese soltado la mayor sandez de mi vida.

    – No te irás a marchar ahora. -dijo Marcos como si lo preguntase.

    – Pues sí.

    – ¿Nos vas a dejar tirados?

             Marcos me resultó especialmente estúpido. Más estúpido de lo que ya lo era por costumbre, quiero decir. ¿Tirados? Continuaban todos juntos. ¿Para qué me querían junto a ellos?¿Acaso me consideraba -me lo consideraban todos, pues todos mostraban rostros de carneros a punto de morir- el alma mater de aquel safari como para tomarse como una traición mi partida? Seguís todos juntos, que os divertíais, fue lo último que les dije. Torcí por una calleja que me llevaría fuera de la zona.

             No tenía la menor duda de que Marcos habría comenzado a despotricar contra mí nada más desaparecer por la esquina, me estaría acusando de moralista pequeño burgués ante los otros, pensé, él, nuestro gurú poseedor de la verdad absoluta y que gustaba de emplear palabras rimbombantes con las que juzgaba a los demás desde su posición aparentemente superior. Pero a esa altura de la historia me daba igual. No estaba dispuesto a disfrutar con las miserias ajenas. Me asqueaba aquel divertimento de niños bien que jugaban a marginales. Aunque también era verdad que había otra razón, aun cuando no quisiera reconocerlo: me sentía en desventaja con respecto a mis compañeros. Al fin y al cabo, yo no era en realidad, como ellos, un niño bien. A pesar de que mis padres, enriquecidos tras años de trabajo, se daban aires de alta alcurnia. Pero bien sabía que estaba lejos de pertenecer a su clase social, que me sentía fuera de lugar entre ellos, un bicho raro. Y en ese momento concreto, tampoco lo quería. Había asumido de pronto que nunca sería parte integrante de un mundo con el que no me identificaba, ni me apetecía esos juegos de niños bien jugando a poetas.

             Claro que tampoco tenía muy claro a que mundo pertenecía. Todo lo que me rodeaba me parecía en ese momento demasiado complicado. No conseguía tampoco identificarme con nada. Era un desclasado y tal vez el equivocado fuese yo, me dije, al torcer la última esquina que me sacaba del barrio portuario.

             Anduve hasta casa, esforzándome por no pensar más en nada, ni en mis amigos pseudomarginales, ni en mi crisis de identidad. Seguramente, lo que necesitaba era un cambio de aires. Sí, era eso, justo eso, ni más ni menos: necesitaba salir de aquella ciudad. O mejor dicho, escapar de mí mismo. Aunque esto iba a resultar más difícil. Estaba condenado a vivir siempre conmigo mismo allí donde estuviera. Pero esa noche me di cuenta de lo importante que era marchar.

             Llegué a casa. Eran las dos de la madrugada, acababa de dejar atrás a mis amigos que me reprocharían ser un aburrido, un insustancial aborregado, y tampoco me apetecía meterme en mi habitación, dormir y despertar unas horas después en la misma cama de siempre. De repente, me sentí inmovilizado por dentro. Mis músculos se quedaron fijos como piedras. Me quedé quieto frente a mi casa, la miré como si nunca antes me hubiera fijado en sus detalles, y tal vez nunca me fijé, y me entraron ganas de llorar. Mi vida me daba asco y no sabía como seguir viviendo. Me vi reflejado en el cristal de la puerta del portal. Ciertamente, me dije, nada me podía resultar más penoso.

     

     

             Juan A. Herrero Díez

     

     

     

    ANIVERSARIO.

     

    A la memoria de mi madre.

     

     

    Un puñado de orillas

    en la piel sometida.

     

     

    El temblor en las manos

    y un crisol de palabras clausuradas.

     

     

    Tal vez quiso rendirse mucho antes

    pero disimuló el puñal

    emboscado en la herida.

     

     

    Se mintió en alboradas

    y escondió entre las canas

    la estrechez de un imperio

    derrumbado.

     

     

    Cumplió con la sonrisa

    más allá de las dudas

    y hoy se inventó

    algún ala

    para lograr un vuelo

    postergado.

     

    Por Teresa Palazzo Conti

    ( Letra de un tango que lleva el mismo nombre, en el CD “TRAVESÍA” )

     

     

    RITUAL

     

    “La noche relampaguea dentro

    de tu máscara.”

    ALEJANDRA PIZARNIK

     

    Soy árbol desgajado

    en mitad de su pulso

    y una mácula absorta

    al borde del espejo.

     

     

    Renacía como el Fénix

    desde mi propia hondura

    y hoy tan sólo

    interpreto

    el libro de la vida

    en un teatro marchito.

     

     

    Comienza el espectáculo

    y el público se inquieta.

     

     

    Ya me pondré la máscara

    para salir a escena.

    Teresa Palazzo Conti

    www.lapoesiadeteresa.com

     

    Literatura en Guinea Bissau.

    Por Cristian Claudio Casadey Jarai.

     

    Hablar de literatura africana en nuestra lengua es algo todavía sumamente difícil. A pesar de haber abandonado ya hace casi una década el famoso y esperado año 2000, muchas cosas parecen haber quedado en el olvido o en el pasado, como si fueran sobrevivientes agonizantes de un tiempo que no les permitió avanzar.

    En el caso específico de Guinea Bissau, es muy complicado separar sus letras de su país hermano Cabo Verde. Se trata ciertamente de una literatura escasa y tardía, subordinada a la insular.

    El primer periódico, “Ecos de la Guiné” aparece recién en 1920 y la primera universidad en 1990. Carlos Semedo con su libro “Poemas” de 1963 será el primer poeta de la joven república africana. Es imposible no nombrar al carismático caboverdiano Almícar Cabral, líder del Partido para la Independencia de la Guinea y Cabo Verde, autor de poesías y ensayos de mucha influencia en el África de habla portuguesa.

    Interesante es el caso de Abdulai Sila que en su novela “Eterna Pasión” de 1994 cuenta la historia de un americano de raíces negras que decide emigrar a África en busca de su identidad.

    La cruenta guerra colonial portuguesa, llamada también guerra de ultramar o guerra de liberación ha dejado su impronta en la reciente narrativa portuguesa, como por ejemplo en las obras de Manuel Alegre y Antonio Lobo Antunez entre otros. La lucha guerrillera fue extensa y ardua. La independencia de Cabo Verde y Guinea Bissau, como la de las restantes colonias portuguesas africanas (Mozambique, Angola y Sao Tomé) no se obtuvo hasta la llegada de la década de los setenta. Las Naciones Unidas reconocieron la independencia de Guinea Bissau el 24 de septiembre del 1973. Portugal no la aceptó hasta un año después, luego de la caída del gobierno salazarista respaldada por la Revolución de los Claveles.

    Es de esperar, con fe y esperanza en el futuro, los frutos de la nueva generación de creadores africanos, que a pesar de las adversidades actuales lucha día a día por expresarse y contribuir a la cultura universal.

     

     

    LA HIJA DEL SOL Y LA LUNA

     

    Desde la agreste quebrada
    dónde el cóndor hace nido,
    desde el cerro bendecido
    por su belleza encantada,
    mi tierra es tierra sagrada
    hija del sol y la luna,
    hermosa como ninguna,
    por el poeta ensalzada.
    Es mi tierra tan amada
    de valientes indios cuna.

    Aroma a menta y tomillo,
    cola de quirquincho y berro,
    parece un jardín mi cerro,
    entre verdosos junquillos
    agua que corre en pasillos
    entre cumbres y quebradas,
    cae en preciosas cascadas
    deslizándose hasta el río,
    mientras en libre albedrío
    cantan grillos y cigarras.

    Montes, valles, lagos, ríos,
    manantiales y cascadas,
    sembró Dios en la alborada
    la tierra dónde he nacido
    y cuando el godo abusivo
    no dio tregua y quiso guerra
    en cada piedra en la sierra
    resonó mortal bramido
    ¡Antes muertos qué vencidos,
    no entregaremos la tierra!
     

     


    María Magdalena Gabetta

     

     

    SIEMPRE AGRADECIDO

     

    Imploro tu sonrisa día y noche,

    la aurora es espesa y busca luna,

    busca un pasado sumergido

    en un vaso de disculpa con anís.

    Si tus ojos no me buscaran

    qué perdido estaría entre mí,

    qué vacío inmenso busca espacio,

    qué dolor en la ceniza se consuma.

    Tu perdón es una mano abierta

    ciega, pura y confiada que da

    más que recibe y es caliente

    su caricia entregada siempre.

    Soy paz porque tu paz es amor,

    un amor que da la calma

    y es derrota el pozo de mi tedio,

    y es blancura tu sonrisa de luz.

    Tu perdón es un dulce manjar

    que saboreo en los límites

    de parques y paseos al sol,

    tu perdón es todo lo que tengo.

    No te vayas criatura celeste,

    no te vayas de mi miedo a Dios,

    pues se queman las virtudes

    en el fuego infravalorado.

    Cuando rozamos las estrellas

    buscando redondo epitafio

    también buscan los astros una voz

    tranquila en la guerra de la calle.

    También se buscan elixires

    trepados en el azúcar de diamante

    que en tus te quieros revientan,

    soy malo por llevarte sin carabina

    ni custodia que vigile tu azul.

    Soy mal hombre que pertenece

    a tu sendero desnudo

    que sentencia un cenit sólo visto

    por nuestra cópula de galaxia.

    Existe un cielo en tu mirada,

    una mirada que busca fuente

    rodeada de besos y abrazos,

    de te amos rotos en los labios.

    Vas pasando frío en la cloaca

    del mundo y te arrojan salvajes

    despistes de metal en el silencio,

    eres mujer sencilla y frágil

    que te conformas con poca cosa,

    quizá una cama, una ventana,

    y un pantalón vaquero,

    quizá un verso que te saque

    de tu cocina, quizá un suspiro

    oportuno y cercano, quizá

    la comprensión y la calma

    en anaqueles pulcros y neveras

    repletas de calidad de vida,

    quizá un desmaquillador

    de barba de tres días y pasión

    en el romanticismo fucsia

    de tu pintalabios alocado.

    Pero todos los perdones son

    una cadena que acaba pesando,

    son meses de economía austera

    y cigarrillos baratos sin filtro,

    son torpes peldaños que se derriten

    con las disputas y los gritos,

    son resbalones en la bañera

    y un vuelco el corazón que cae solo,

    son ratas que en la noche callada

    renuncian a su mundo invisible,

    son todo eso que sabes

    que marchita los sentimientos,

    son todos esos perdones

    por los que debo estarte agradecido.

     

    Por Cecilio Olivero Muñoz

     

     

    WOMAN DEL CALLAO

     

    Dónde estás tú, dónde estoy yo,

    dónde está el norte y dónde el sur,

    quisiera ser para ti eterno sol,

    quisiera ser alegría redonda,

    quisiera ser pasión sin nudo,

    quisiera ser gracia que se improvisa,

    quiero ser paciencia de agua,

    quiero ser tu confiado socorro.

    Me duele expulsarte de tu paraíso

    con el turno de la dulce noche,

    despojarte de la ternura del beso,

    arrancarte de la volteleta ciega,

    expropiarte la pureza a ratos

    de arrebato doliente,

    desahuciarte de tu libre mirada,

    negarte una nueva posibilidad.

    ¿Qué hace una mujer tan bendita

    de la mano de un juguete roto?

    ¿Qué clase de anti-juez sin paz

    te sostiene la mirada hecha añicos?

    ¿Qué púlpito de negrura asola

    tu voz huída en tu inocencia?

    ¿Qué beso de ti se me ha escapado?

    ¿Qué mirar de soslayo

    fue miedo de sombra sin nombre?

    ¿Qué azul de ti se fue tan callando?

    ¿Qué rosa nació con la espina

    dolorosa de la libertad soñada?

    ¿Qué canción no rima todavía?

    ¿Qué conclusión tan nefasta

    da pasos en el ahogo a solas

    de este verso desesperado?

    ¿Por qué mi amor tú tan lejos?

    ¿Por qué me dueles tanto?

    ¿Qué ritmo dió la noche

    a la tormenta de sabor a selva?

    ¿Qué suspiro negro de mí

    te llevas al irte?

    ¿Qué bofetada del silencio

    se retuerce como pez fuera del agua?

    ¿Por qué el amor es tan dificil?

    ¿Por qué mi voluntad es un preso

    anciano, sabio y cansado?

    Woman del Callao me dueles,

    me dueles al alba, y de noche,

    me dueles a solas o sin ti,

    me dueles cuando miras

    a la ciudad que te enseña sus dientes.

    Me dueles cuando vas sola

    por el llanto del mundo.

    Me dueles cuando huyes

    de la verdad desnuda.

    Me dueles en la sombra

    del momento en el viento.

    Me dueles cuando callas, cuando vives,

    cuando andas, cuando flaqueas.

    Si te rodeo en mis brazos

    y veo que ves

    el loco poema

    del guardián de espejos,

    me muero por dentro y todo tú

    me corroes.

    Te beso y no cierro la esperanza secreta

    que nos mantiene soñando.

    Me conmueve el sabor

    de tu sueño sacudiéndose.

    Me enamora la alegría

    de tu presencia que regala sin descanso.

     

    Por Cecilio Olivero Muñoz

    nevandoenlaguinea@hotmail.com

    E-MAIL: nevandoenlaguinea@hotmail.com